El
evangelio según Juan
Copyright,
1995
By Wayne Partain
Derechos
Reservados
Versiones
bíblicas citadas
El
texto de Juan, Versión Valera Revisada (1960)
La
Biblia de las Américas (LBLA)
La
Versión Valera Revisada(1977)
Versión
Moderna (VM)
Versión
Hispano-americana (VHA)
Versión
Latinoaméricana (VLA)
La
Traducción del Nuevo Mundo (TNM)
Léxicos,
diccionarios y Word Studies citados
Greek-English
Lexicon of the New Testament por Grimm-Thayer (G-T)
A
Greek-English Lexicon of the N. T. por Bauer-Arndt-Gingrich
(A-G)
Nuevo
Testamento Interlineal Griego-Español, por Francisco Lacueva
(FL)
Word
Studies in the New Testament por Marvin Vincent (MV)
Diccionario
expositivo de palabras del N. T. por W. E. Vine (WEV)
Imágenes
verbales en el Nuevo Testamento por A. T. Robertson (ATV)
Pequeño
Larousse por Ramón García-Pelayo y Gross (Larousse)
The
Expositor's Greek Testament por Marcus Dods (MD)
The
Vocabulary of the Greek Testament por Moulton-Milligan
(MM)
Comentarios
citados
The
Fourfold Gospel por J. W. McGarvey (JWM)
Commentary
on New Testament por H. A. W. Meyer (HAWM)
Comentario
exegético y explicativo de la Biblia por Jamieson, Fausset y Brown
(JFB)
Notes
on the New Testament por Albert Barnes (AB)
El
Nuevo Testamento comentado por William Barclay (WB)
Commentary
and Critical Notes por Adam Clarke (AC)
Comentario
del Nuevo Testamento por L. Bonnet y A. Schroeder (B-S)
The
Living Word Commentary por Frank Pack (FP)
Comentario
del Nuevo Testamento por Guillermo Hendriksen (GH)
The
Gospel of Belief por Robert Harkrider (RH)
New
Testament Commentaries por Guy N. Wood (GNW)
That
You May Believe por Homer Hailey (HH)
A
Commentary on the Gospel of John por David Lipscomb (DL), C. E. W. Dorris
(CEWD)
The
Gospel of John por Paul T. Butler (PTB)
American
Commentary on N. T. por Alvah Hovey (AH)
Exposition
of Gospel of John por A. W. Pink (AWP)
The
Gospel According to John por H. W. Watkins (HWW)
Interpretation
of John's Gospel por R. C. H. Lenski (RCHL)
Life
and Times of Jesus the Messiah por A. Edersheim (AE)
A
Commentary on John por B. W. Johnson (BWJ)
The
Gospel of John por C. R. Erdman (CRE)
According
to John por F. L. Cox (FLC)
Commentary
on John por J. B. Coffman (JBC)
Commentary
on John's Gospel por F. L. Godet (FLG)
Commentary
on the Holy Scriptures por J. P. Lange (JPL)
Commentary
on the Whole Bible por Matthew Henry (MH)
Introducción
Un
evangelio diferente y único
Desde luego, los cuatro Evangelios son uno y hay
perfecta consonancia entre ellos, pero el Evangelio según Juan es diferente y
único. No es una biografía de Cristo, sino una selección de sus señales, obras y
enseñanza, junto con el testimonio de muchas personas, que confirman que El es
el Hijo de Dios (Dios el Hijo).
Los cuatro
Evangelios registran el ministerio de Jesucristo, y concluyen con la narración
detallada de su muerte, sepultura y resurrección. Fueron escritos para producir
la fe salvadora en Cristo, como Juan afirma con toda claridad (20:30, 31). En
lugar de repetir los detalles del nacimiento de Jesús de una virgen, Juan
escribe un prólogo solemne que enfáticamente afirma la Deidad de Cristo
(1:1-18).
Los cuatro hablan
de Juan el bautista, pero los Sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas) presentan los
detalles de su nacimiento, ministerio y mensaje (el arrepentimiento y el
bautismo para perdón de los pecados), pero para el cuarto Evangelio lo
importante era el testimonio de Juan:
"He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (1:29, 36), y que a
pesar de su propia popularidad, el bautista enfatizaba que él no era el Cristo,
sino sólo la voz que clamaba en el desierto (1:23).
Los Sinópticos
enfatizan la obra de Jesús en Galilea, mientras que Juan se concentra en su
enseñanza y obra en Judea y en Jerusalén. La lectura de los Sinópticos no revela
cuánto tiempo duró el ministerio de Jesús, pero Juan se refiere a las sucesivas
Pascuas para marcar su duración. Es probable que la fiesta de Jn. 5:1 fue otra
Pascua y si así fue, el ministerio de Jesús duró más de tres años. (Algunos
dudan que esta fiesta haya sido la Pascua, pero véase Notas sobre este
texto).
Juan no repite
los milagros de echar fuera demonios y de limpiar a los leprosos, pero registra
algunos milagros omitidos por los otros: la sanidad del paralítico de Betesda,
la sanidad del hombre que nació ciego, y la resurrección de Lázaro. No sólo
omitió el nacimiento de Jesús de una virgen, sino también las tentaciones (Mat.
4), la transfiguración, la institución de la cena del Señor, y su agonía en
Getsemaní.
Sólo Juan narra
los discursos de Jesús con Nicodemo y la mujer samaritana, y los discursos sobre
el pan de vida, el Buen Pastor, la Vid y los sarmientos, los dichos "Yo soy", la
explicación detallada de la venida (y el propósito de la venida) del Espíritu
Santo.
Juan es el que
nos dice que Cristo vino para revelar al Padre y que, por eso, el ver a Jesús
era ver al Padre (8:19; 12:45; 14:9). Juan nos dice que Cristo era igual a Dios
(5:18) y que debemos honrarle como honramos al Padre
(5:23).
El autor
Afirmamos con
toda confianza que el apóstol Juan, hijo de Zebedeo, era el autor del cuarto
Evangelio. Los Sinópticos dicen que los hijos de Zebedeo eran pescadores, y que
Jesús los llamó para ser sus apóstoles y les dio el apodo de "Hijos del trueno"
(Mar. 3:17). En tres ocasiones Jesús escogió a estos dos -- junto con Pedro --
para acompañarle (cuando levantó a la hija de Jairo, cuando fue al monte para
ser transfigurado y cuando estuvo en Getsemaní).
Jn. 21:24 dice,
"Este es el discípulo que da testimonio de esta cosas, y escribió estas cosas".
¿Cuál de ellos? "Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el
mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor,
¿quién es el que te ha de entregar?" (21:20). Es muy obvio que el que "escribió
estas cosas" es "el discípulo a quien amaba Jesús". Este versículo confirma que
"el discípulo a quien amaba Jesús" era uno de los apóstoles (porque los doce
apóstoles estuvieron con Jesús en la última cena), y seguramente si era "el
discípulo a quien amaba Jesús", era uno de los tres escogidos, Pedro, Santiago y
Juan, Mat. 17:1; 26:37; Luc. 8:51. Al hablar de los otros apóstoles Juan
especifica el nombre de ellos; por lo tanto, la única conclusión lógica es que
esta descripción se puede aplicar sólo a él. Juan se refiere a sí mismo seis
veces en este libro como "el discípulo a quien amaba Jesús" (13:23-26; 19:25-27;
20:2-10; 21:7; 21:20-23; 21:24). El autor del libro y Pedro eran íntimos amigos
(1:41; 13:24; 18:15; 20:2; 21:7; Hech. 3:1; 8:14).
Propósito
Juan nos dice
explícitamente por qué escribió este libro (20:30, 31). Para producir fe en
Cristo Juan presenta el testimonio de Juan el bautista, el testimonio del Padre,
el testimonio de las obras de Cristo, el testimonio de las Escrituras (el
testimonio de Moisés), el testimonio de amigos (discípulos), el testimonio de
enemigos, y aun el testimonio de los neutrales y confusos, para convencer al
lector sincero (Luc. 8:15) de la Deidad de Cristo.
Escoge siete señales para producir fe en Cristo
(2:1-11, Jesús convierte el agua en vino; 4:43-54, sana al hijo de un noble;
5:1-18, sana al paralítico de Betesda; 6:1-13, alimenta a los cinco mil; 6:19,
anda sobre el mar; 9: sana a un ciego de nacimiento; 11: levanta a Lázaro de
entre los muertos).
Desde luego, el
milagro más estupendo de todos fue la resurrección de Cristo mismo de entre los
muertos el tercer día como El había dicho (y como las Escrituras habían dicho).
Los cuatro Evangelios dan amplia evidencia de este milagro que es la base de
nuestra fe y esperanza en cuanto a nuestra salvación y nuestra propia
resurrección.
Pero Juan
convence al lector no sólo por medio de los hechos (señales, obras) de Jesús,
sino también por medio de su maravillosa enseñanza: p. ej., (1) Cristo es la
vida ("En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres", 1:4, y
registra mucha enseñanza de Cristo sobre la luz y las tinieblas; (2) "la gracia
y la verdad vino por medio de Jesucristo" (1:17); (3) "el agua que le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna" (4:14); (4) "Yo soy el pan
de vida; el que a mi viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá
sed jamás" (6:35); (5) "Yo soy la puerta de las ovejas ... Yo soy el buen
pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas" (10:7, 11); (6) "Yo soy la
resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá" (11:25);
(7) "Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí"
(14:6); (8) "Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador ... vosotros los
pámpanos" (15:1, 5). ¿Qué es lo que el hombre necesita? Vida, luz, salvación,
dirección, alimento espiritual, y la resurrección en el día final. Verdaderamente ¡Cristo suple todas las
necesidades del hombre! (HH).
"Yo soy el
camino, la verdad y la vida" (14:6). Verdaderamente Cristo es el camino a Dios,
y no hay otro. Aquí en este libro -- como también en los Sinópticos y en el
resto del Nuevo Testamento -- Cristo revela ese camino (Heb. 10:19, 20). Desde
1:29 y 3:16 y hasta el fin del libro Juan revela a Cristo como nuestro único
Salvador ("nadie viene al Padre sino por mí"). Aun los samaritanos dijeron,
"sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo"
(4:42).
Fecha
Obviamente Juan combate la herejía del
gnosticismo incipiente. Se supone, pues, que este libro fue escrito a fines del
primer siglo.
Juan
1
1:1, 2 En
el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este
era en el principio con Dios. -- La
palabra "deidad" significa lo mismo que "Dios"; es decir, al hablar de la
"deidad" de Cristo, se afirma que El posee todos los atributos para poderle
llamar Dios. Cristo es Dios (Rom.
9:5; Tito 2:13; 2 Ped. 1:1; 1 Jn. 5:20), porque es eterno, todopoderoso,
omnisciente, el creador, perdona pecados, y es adorado; demuestra los
atributos de Dios, y es "igual a Dios" (Jn. 5:18).
I. Cristo
es Dios.
A. Rom. 9:5, "el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los
siglos". La Biblia dice claramente que Cristo es Dios. No es Dios el Padre, sino
Dios el Hijo. El nombre "Hijo de Dios" equivale al nombre, "Dios el Hijo". La
versión citada aquí (RVR60) no ha sido rechazada oficialmente por los "testigos"
del Atalaya (el grupo religioso más anticristo en el mundo); por lo tanto, esta
versión se debe usar con toda confianza en las discusiones con ellos, porque "La
Traducción del Nuevo Mundo" (TNM) de ellos no es una versión, sino una
"perversión" de la palabra de Dios. La TNM cambia Rom. 9:5, añadiendo la palabra
"sea". Dice esta versión, "Dios ... sea bendito". Lo cambian por completo para
negar la deidad de Cristo. Sin embargo, el texto griego usado en su Kingdom Interlinear Translation of the Greek
Scriptures (traducción interlineal del griego al inglés), no dice sea. La palabra sea no está en el texto griego que ellos
mismos usan, sino que aparece solamente en la TNM.
B. Tito 2:13, "nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo". La TNM cambia
ese versículo también, porque dice, "y del Salvador Jesucristo", así dando a
entender que Pedro habló de dos personas (Dios y Jesucristo), y no de una sola
persona, y de esta manera niegan la deidad de Cristo, pero en su texto griego no
aparece la palabra del. Así es que
otra vez su texto griego está en conflicto con la TNM.
C. 2 Ped. 1:1, "nuestro Dios y Salvador Jesucristo". La TNM añade otra
vez la palabra del para separar Dios de Jesucristo, pero tampoco aquí aparece del en su texto griego. En esto hay un
detalle muy interesante: obsérvese que en 2 Ped. 1:11, la construcción
gramatical es idéntica con la del v. 1. Dice, "nuestro Señor y Salvador
Jesucristo". En este versículo la TNM no añade la palabra del, aunque la construcción gramatical
en este versículo es idéntica a la del v. 1. La única diferencia es que en el v.
1 Pedro dice Dios, y en el v. 11
dice, Señor. Si en el v. 11 no debe
añadirse la palabra del, entonces no
hay razón alguna para que se añada en el v. 1. Así es que los "testigos" se
condenan a sí mismos.
D. 1 Jn. 5:20, "y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es
el verdadero Dios, y la vida eterna". Lo más curioso de todo es que la TNM no
cambia este texto como cambia los otros que afirman la deidad de Cristo. Es
increíble que hayan dejado este texto sin cambio alguno, aunque afirma en forma
clara e innegable que Cristo es "el verdadero Dios".
E. Heb. 1:8, "del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo".
La TNM tuerce este texto, diciendo que Dios es tu trono.
II. Cristo
es el "Gibbor" ("Dios Fuerte") del Antiguo Testamento.
A. Isa. 9:6 se refiere claramente a Cristo: "se llamará su nombre
Admirable, Consejero, Dios Fuerte ("Gibbor"), Padre Eterno, Príncipe de Paz".
Los "testigos" admiten que este texto se refiere a Cristo pero dicen que
Jesucristo es solamente "Dios Fuerte" y que no es "Dios Todopoderoso". La
distinción hecha por ellos es absurda. En el siguiente capítulo (10:21), Isaías
se refiere claramente a Dios ("Dios fuerte"). Aun los judíos que rechazan a
Cristo negarían la supuesta distinción hecha por los
"testigos".
B. Apoc. 1:8, Cristo es Todopoderoso. Dice el v. 7, "He aquí que viene
con las nubes y todo ojo le verá, y los que le traspasaron". Cristo viene en las
nubes (Hech. 1:9-11), y a Cristo traspasaron. Por eso, Apoc. 1:7 habla de
Cristo. En seguida (v. 8) dice, "Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin,
dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso". El que
"ha de venir" es Cristo (v. 7). Es muy claro y obvio que Cristo es el que habla
a Juan en este capítulo. En el v. 18 dice, "el que vivo, y estuve muerto". En
los vers. 11 y 17, dice "Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último ...
yo soy el primero y el último", como en el v. 8. También véase Apoc. 22:12-16,
"Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último ... Yo
Jesús".
Por lo tanto, sin lugar a dudas Cristo, el primero y el último, es
Todopoderoso. No puede haber dos primeros y dos últimos. Sólo Dios Todopoderoso
es el primero y el último. ¡Cristo es Dios Todopoderoso!
III. El
Verbo era Dios, Juan 1:1.
"En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo
era Dios". Juan afirma aquí la
eternidad de Cristo y, por consiguiente, la deidad de Cristo.
A. Para negar la deidad de Cristo la TNM dice, "Y el Verbo era un dios".
Según esta traducción, pues, hay DOS DIOSES: un Dios Todopoderoso, y un dios
menor, fuerte pero no todopoderoso. Isa. 43:10 (el texto predilecto de los
"testigos" porque dice "vosotros sois mis testigos") dice, "antes de mí no
fue formado dios, ni lo será después de mí". Este texto afirma que los
israelitas eran testigos de Jehová, pero los "testigos" del Atalaya tuercen este
texto, aplicándolo a sí mismos. A pesar de ser este texto predilecto de ellos,
refuta su traducción de Juan 1:1. Según la TNM, Cristo es "un dios" que, desde
luego, tuvo que ser formado (creado) por Dios; pero Isa. 43:10 dice que ni antes
ni después de Dios se ha formado otro dios. Después (44:6, 8) dice, "Yo soy
el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios ... No hay Dios sino
yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno". Por lo tanto, la traducción de Jn. 1:1
de la TNM es incorrecta y contradictoria. Dios dijo en palabras claras y
enfáticas que no hay otro Dios. Los "testigos" no pueden escapar de la a fuerza
de este argumento. Para ellos no hay salida. Por propia boca se condenan a sí
mismos, porque enseñan que Cristo fue "creado" (formado) por Dios y que es un
DIOS FUERTE, cosa que Dios niega rotundamente en Isa. 43:10; 44:6, 8, y otros
textos.
B. ¿Cuál es el argumento de los "testigos" para justificar su traducción
de Jn. 1:1? Dicen que cuando la palabra Dios (theos) se refiere a Dios, precede el
artículo definido (ho), y que en Jn.
1:1 el artículo no aparece. No existe tal regla en la gramática griega. Es una
invención de ellos para su propia conveniencia.
1. Además, ellos mismos no siguen su propia regla, porque en el mismo
capítulo, en los ver. 6, 12, 18, theos aparece sin el artículo definido, y sin embargo
ellos saben que se debe traducir "Dios", y así lo hacen. Los libros de gramática
griega explican que los nombres predicados requieren el artículo cuando siguen al verbo principal. En este
verso Dios es el nombre
predicado, y el verbo principal es era", pero el nombre predicado (Dios) precede al verbo principal (era) en el
griego. El arreglo de las palabras en el griego es así: y Dios era el
Verbo.
2. Los "testigos" dicen que la frase bajo consideración en Jn. 1:1 es
como la de Hech. 28:6, "dijeron que era un dios", pero en este texto el nombre
predicado es dios, pero sigue al verbo principal (era),
mientras que en Jn. 1:1 el nombre predicado (Dios) precede al verbo principal (era). Hay
gran diferencia entre la construcción de estas dos frases. En Hech. 28:6 la
traducción, "dijeron que era un dios", es correcta, pero la traducción de la TNM
de Jn. 1:1 es incorrecta. Hay un texto que sí es paralelo con Jn. 1:1 y ese
texto es Jn. 19:21, "Rey soy de los judíos". En este texto, como en Jn. 1:1, el
nombre predicado (Rey) precede
al verbo principal y, por lo tanto, no se traduce "Un rey soy ..." La misma TNM
de los "testigos" no dice "Un rey soy ... ", sino que traduce
correctamente, "Soy rey de los judíos". De esta manera los "testigos" se
contradicen a sí mismos.
IV. Cristo
es adorado.
A. Mateo 4:10, "Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás". La
palabra adorar traduce el
verbo proskuneo, que significa
"postrarse". En la TNM esta palabra (Mat. 4:9, 10) se traduce las dos veces
"adorar". Sin embargo, en todo caso en los que se refieren a Cristo, es decir,
cuando la gente adoró a Cristo (postrándose delante de El), la TNM dice "rendir
homenaje", en vez de "adorar", para negar a Cristo el honor que merece. Juan
5:23, "para que todos honren al Hijo como honran al
Padre".
B. Varias personas adoraron a Cristo: Mateo 2:11, los magos,
"postrándose, lo adoraron"; Mateo 8:2, "vino un leproso y se postró ante él";
Mateo 9:18, un hombre principal "se postró ante él"; Mateo 14:33, los discípulos
"le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios"; Mateo 15:25, la mujer
cananea "se postró" ante El; Mateo 20:20, la madre de Juan y Jacobo,
"postrándose" ante El; Mateo 28:9, las mujeres "abrazaron sus pies y le
adoraron"; Mateo 28:17, los once "le adoraron"; Juan 9:38, el que estaba ciego
"le adoró"; Heb. 1:6, "adórenle todos los ángeles".
C. Compárese Hech. 10:26; Cornelio, postrándose a los pies de Pedro, le
adoró, pero Pedro no aceptó su adoración, sino que le dijo, "Levántate, pues yo
mismo también soy hombre". Sin embargo, Cristo nunca rehusó la adoración de la
gente. Compárese también Apoc. 19:10; Juan se postró a los pies del ángel para
"adorarle", pero dijo el ángel: "Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de
tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios". Cristo nunca
rehusó la adoración de la gente, porque El es Dios. Recuérdese que los
"testigos" dicen que Cristo fue creado, que es una criatura. Según ellos, pues,
un ser creado -- una criatura -- recibe adoración. ¿Qué dijo Pablo acerca de la
adoración de la criatura en Rom. 1:25? Si
Cristo es simplemente una criatura, entonces es pecado
adorarle.
V. El
nombre "Jehová" se aplica a Cristo también. Varios textos del Antiguo Testamento
que se refieren a Jehová se aplican, en el Nuevo Testamento, a
Cristo.
A. Isa. 40:3, "Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová".
Esta voz era la de Juan el bautista que fue delante de Cristo (Mateo 3, Mar. 1 y
Lucas 3). Juan dijo, (Jn. 3:28), "Yo no soy el Cristo; sino que soy enviado
delante de él". Véanse Malaquías 3:1 y Marcos 1:2. Isaías y Malaquías dijeron
que este mensajero iría delante de Jehová y lo hizo, yendo delante de Cristo. No
se puede negar que el nombre Jehová
se aplica a Cristo.
B. Isa. 44:6; Apoc. 1:8, 11, 17; 22:12, 13, 16. Jehová es el primero y el
último; Cristo es el primero y el último. Pero no puede haber dos primeros y dos
últimos; por lo tanto, Cristo es Dios y el nombre "Jehová" se aplica a El
también. Lo que se afirma de Dios o de Jehová en el Antiguo Testamento se
aplica a Cristo en el Nuevo Testamento.
C. Isa. 45:23; Fil. 2:10, 11. Se doblará toda rodilla delante de Jehová,
según Isaías, y se doblará toda rodilla delante de Cristo, según Pablo. Pablo
cita a Isaías; los dos textos son en realidad una sola verdad aplicable a Dios.
Cristo es Dios.
D. Joel 2:32; Hech. 2:21. "Todo aquel que invocare el nombre de Jehová
será salvo"; "Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo"; Rom.
10:9, 13, "Jesús es el Señor ... todo aquel que invocare el nombre del Señor,
será salvo". Jehová es el Salvador; Cristo es el Salvador.
E. Zacar. 11:12, 13; Mat. 27:9, 10, el precio con que me han apreciado:
Zacarías dice Jehová, Mateo cita este
texto con respecto a Cristo. Toda persona sincera puede ver esta sencilla
verdad, demostrada tantas veces, de que Cristo cumple estas profecías, y las
cumple porque el nombre "Jehová" es aplicable a El
también.
F. La TNM nos ayuda para comprobar esta verdad. Considérese Rom. 14. En
los ver. 6-8, la palabra kurios,
palabra griega que se traduce Señor, se traduce Jehová en la TNM seis veces. Por lo
tanto, en el v. 9 la palabra kurios
debe ser traducida Jehová, porque así
la traducen seis veces en los ver. 6-8. ¿Qué dice el v. 9? "Porque Cristo para
eso murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos
como de los que viven". Según la práctica de la TNM de traducir la palabra kurios (dicen que es Jehová), el texto debe decir en la TNM,
"para ser Jehová". Lo mismo en el v. 14, "Yo sé, y confío en el Señor"; la
palabra "Señor" debe ser "Jehová" en la TNM. Según la regla de los mismos
"testigos", el texto debe decir, "Jehová Jesús".
VI. Los
"testigos" menosprecian la humillación de Jesús.
A. La humillación de Jesús era indispensable para nuestra salvación,
pero los "testigos" citan todos los textos en los que Jesús se refiere a su
humillación, y los usan para negar su deidad. Dice Cristo (Jn. 14:28), "el Padre
mayor es que yo". Tales textos dan énfasis a la humillación de Jesucristo. El
llegó a ser el siervo de los hombres, y murió en la cruz para salvarnos,
pero los "testigos" son los más ingratos de todos los hombres, porque se
aprovechan de estos mismos textos para "probar" que Cristo no es Dios, sino
solamente una criatura.
B. Fil. 2:5-11 habla de la humillación de Cristo: "el cual, siendo
en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino
que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo ..." La TNM tuerce este texto
también, porque su propósito principal es negar y despreciar a Cristo, pero otra
vez su texto griego (interlineal) dice lo mismo que las versiones
confiables.
1. En este texto Pablo dice que Cristo se despojó a sí mismo, e
inmediatamente con dos gerundios explicó cómo lo hizo: (1) "tomando forma de
siervo" y (2) "haciéndose semejante a los hombres". Este texto, simple y
sencillamente, se refiere a la encarnación de Cristo. Los "testigos", otros
sectarios (p. ej., Frederic Louis Godet) y algunos hermanos que profesan ser
conservadores dicen que al llegar a ser hombre, Cristo se despojó a sí mismo de
sus atributos divinos; es decir, que
dejó de ser omnipotente, omnisciente, etc. Según esta herejía, Cristo habría
tenido que dejar de ser eterno ("Yo Soy", 8:58). Repetidas veces Cristo demostró
sus atributos divinos, aun perdonando el pecado que es una prerrogativa
exclusiva de Dios (Mar. 2:5). Juan recalca la omnisciencia de Cristo a través
del libro (p. ej., 1:47, 48; 2:24, 25; 4:29; 6:70; 11:14; 12:32). (Los hermanos
que enseñan esta herejía la publican en dos periódicos Error!
Reference source not found., publicados por el hno. John Welch de
Indianapolis, Indiana, USA; John Welch es el campeón de esta
herejía).
2. En Fil. 2:1-4 Pablo enseña la humildad; entonces en los vers. 5-11
habla del ejemplo de humildad de Cristo. Pero lo terrible de esta herejía es que
sus proponentes no creen que lo que Jesús hizo era suficiente; es decir, El se
humilló, tomando la forma de siervo, hecho semejantes a los hombres y aun murió
como criminal sobre una cruz romana, pero eso no les satisface. Quieren aun más humillación, pues enseñan que
también Cristo se despojó a sí mismo de sus atributos divinos (cosa que sería
totalmente imposible).
3. Por lo tanto, estando aquí en la tierra en forma de hombre se hizo igual a Dios (Jn. 5:18). Los "testigos"
quieren quitar la fuerza de este texto diciendo que así dijeron los judíos, pero no los judíos, sino Juan el
apóstol, dice que Cristo se hizo a sí mismo igual a Dios.
C. 1 Cor. 15:24-28. Dice el v. 28, "... entonces el Hijo mismo se
sujetará al que le sujetó todas las cosas, para que Dios sea todo en
todos". Los "testigos" afirman que este texto enseña que Cristo será
inferior para siempre, pero recuérdese que Pablo dice que Cristo es Dios (Rom.
9:5; Tito 2:13), que Cristo es la plenitud de la deidad corporalmente (Col.
2:9). Pablo nunca se enredó en contradicciones como lo hacen los "testigos".
Pablo dice en 2 Cor. 1:18, "nuestra palabra a vosotros no es Sí y No". Cuando él
afirmó que Cristo es Dios, siempre era consecuente con esa
afirmación.
1. 1 Cor. 15:24-28 habla de la perfección y terminación de la obra de
Cristo como Salvador y Mediador. El se humilló a sí mismo, participó de
carne y sangre (Heb. 2:14), tomó la forma de hombre y de siervo de hombres (Fil.
2:5-7), para ser nuestro Salvador y Mediador. Habiendo llegado a ser hombre y
habiendo sufrido toda tentación humana (Heb. 2:18; 4:15, 16), El llegó a ser
nuestro perfecto Mediador.
2. La Biblia enseña el papel del Padre, el del Hijo, y el del Espíritu
Santo. El Padre ha hecho y hace ciertas cosas para llevar a cabo la
redención del hombre, el Hijo ha hecho y hace ciertas cosas, y el Espíritu
Santo ha hecho y hace ciertas cosas. El Padre dio al Hijo toda autoridad (Mat.
28:18), para llevar a cabo su divina misión como Dios-Hombre. 1 Cor. 15:24-28
habla del tiempo del fin cuando haya terminado por completo su obra de Salvador,
Redentor y Mediador.
3. Entonces, Dios mismo estará con su pueblo como su Dios. Todo el
trabajo que Jesucristo ha hecho, hace y hará hasta el fin, se habrá
perfeccionado y terminado. No será necesario que El sea Redentor o Salvador
ni Mediador, porque entonces seremos salvos para siempre, estaremos en la
presencia de Dios y no habrá necesidad de mediador. Por lo tanto DIOS -- Dios el
Padre, Dios el Hijo, Dios el Espíritu Santo -- será TODO EN
TODOS.
4. El reino de Dios es el reino del Padre, del Hijo, y del Espíritu
Santo. Cristo no se excluye en ningún sentido del glorioso reino o reinado
eterno, porque El es Dios, y Dios será todo en todos. Luc. 1:33 dice que Cristo
"reinará ... para siempre, y su reino no tendrá fin". Lo que Pablo dice en 1
Cor. 15:24-28 no contradice, sino confirma lo que Luc. 1:33
dice.
VII. "Yo
soy" (Ex. 3:14) aplicado por Cristo a sí mismo.
A. Ex. 3:14, "Así dirás a los hijos de Israel: Yo soy me envió a
vosotros". Jesús dijo, "Antes que Abraham fuese, yo soy" (8:58). No dijo,
"Yo era", sino "Yo soy", aplicando a sí mismo el nombre del Dios de Israel, el
Dios "de vuestros padres" (Ex. 3:13, 14). Los judíos reconocían el significado
de esta expresión; entendían que Jesús aplicaba a sí mismo el nombre de Dios y,
por eso, "tomaron entonces piedras para arrojárselas"
(8:59).
B. 8:24, "si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis". Si
Jesús hubiera sido un mero hombre, la pregunta natural habría sido, "si no
creéis que yo soy qué?" Pues parece que la frase está incompleta, pero los
judíos conocían bien el nombre "Yo soy" y lo que significaba (Ex. 3:14). Es
el nombre del Dios Eterno.
1:3 Todas
las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue
hecho. -- Col. 1:15-20; Heb.
1:1-3. Cristo es el Creador. ¡El es el Creador y sólo Dios puede
ser Creador! Por lo tanto, Cristo es Dios. Satanás aborrece a Dios; por eso,
vehementemente niega esta verdad, y enseña la evolución. Si Dios es el Creador
del mundo, entonces también es el Juez del mundo. Si el hombre fue creado por
Dios, tendrá que dar cuenta a Dios en el Día Final.
La enseñanza del
gnosticismo sobre la deidad. Una de
las herejías más serias de los primeros siglos fue el gnosticismo. Esta palabra viene de la
palabra conocer. Algunos en la
iglesia se elevaban a sí mismos como los únicos que conocían a Dios, pero no lo conocían a
través de las Escrituras, sino que bebían del pozo de la filosofía de Platón y
otros filósofos griegos. Como los judaizantes mezclaban la ley de Moisés con el
evangelio, así éstos mezclaban la filosofía griega con el evangelio.
Decían que el Ser
Supremo es eterno pero que también la materia es eterna. Pensaban que la materia
es mala y, por eso, el Ser Supremo no la podía crear ni tener nada que ver con
ella. Por eso, salía del Ser Supremo una serie larga de emanaciones
(desprendimientos, manifestaciones) y que la más baja de estas se llamó
"demiurgo" (creador). Este "demiurgo" estaba tan retirado del Ser Supremo que no
solamente era ignorante acerca de su persona, sino hasta hostil contra él. El
"demiurgo" que se identificó con el Dios del Antiguo Testamento, el Dios de los
judíos, creó el mundo. Por lo tanto, para ellos el Padre del Señor Jesucristo
era inferior al Ser Supremo y los apóstoles de Cristo eran inferiores a los
apóstoles del Ser Supremo.
Las emanaciones
formaron un cuerpo intermediario llamado pleroma (plenitud). De esta enseñanza
salió el concepto católico de la mediación de María y de los "santos". Para
combatir este error Pablo dijo, "Porque en él (Cristo) habita corporalmente toda
la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de
todo principado y potestad" (Col. 2:9, 10); también dijo, "Porque hay un solo
Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Tim.
2:5).
Puesto que enseñaban que el cuerpo es malo, decían que no era posible que
Cristo viniera en carne (1 Jn. 2:18; 4:1-3). Por causa de esta enseñanza algunos
maltrataban el cuerpo para dar más énfasis al espíritu (Col. 2:20-23). Estos
eran ascéticos y sus "descendientes" son los monjes y monjas del catolicismo.
Otros decían que lo que el cuerpo hacía no tenía nada que ver con el espíritu y,
por eso, practicaban el libertinaje (Apoc. 2:6, 14, 15, 20).
La enseñanza de los "testigos" (del Atalaya) sobre la deidad de
Cristo. Esta secta blasfema a
Cristo, diciendo que El mismo fue creado. Col. 1:15-17 dice que "todo fue
creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas
las cosas en él subsisten". Todas las
cosas quiere decir TODAS las cosas. La TNM intercala la palabra "otras" antes de
la palabra "cosas" cinco veces en los ver. 16-20, para enseñar que Cristo fue
creado y, por lo tanto, es meramente una criatura, una COSA CREADA. Dice el v.
16 (TNM), "en él fueron creadas todas las (otras) cosas"; agregan a la palabra
de Dios, y lo hacen con el motivo más vil de despojar a Cristo de su deidad. Es
blasfemia del peor grado. Cristo no puede ser el Creador de todas las cosas si
El mismo fue creado. Si Cristo es una criatura, entonces no es el
Creador.
Dicen los "testigos" que la palabra primogénito (v. 15) significa que Cristo
fue el primero de las cosas creadas. Ya hemos visto muchos textos que dicen
claramente que Cristo es Dios, que El es el principio y el fin. Es, pues, eterno
y ¡es blasfemia decir que fue creado! La palabra primogénito, como se usa aquí, significa
posición de honor y de poder, y no tiene nada que ver con origen. Entre los
israelitas el hijo primogénito era el hijo principal, recibía doble porción
de la herencia de los hijos, heredaba el puesto de su padre, etc. y la palabra
llegó a significar señor. P. ej.,
Sal. 89:27, "Yo también le pondré (a David) por primogénito, el más excelso de
los reyes de la tierra". Se refiere a su grandeza como rey de reyes. Jer. 31:9,
"Efraín es mi primogénito"; no era literalmente el primogénito de Jacob, pues
era el segundo hijo de José. En este texto Efraín se refiere al pueblo de Israel,
como el pueblo escogido y grandemente honrado y exaltado de
Dios.
Así también Cristo es llamado: (1) primogénito entre hermanos, Rom.
8:29; es decir, Señor de ellos; (2) primogénito de entre los muertos", Apoc.
1:5; es decir, Señor de los muertos; (3) primogénito de toda creación, Col.
1:15; el Creador y Señor de toda la creación; (4) simplemente "el primogénito",
Heb. 1:6, porque equivale a Señor.
La iglesia se llama "la congregación de los primogénitos que están
inscritos en los cielos", Heb. 12:23, indicando la posición exaltada que
ocupa ante los ojos de Dios.
Col. 1:18 confirma que la palabra primogénito significa posición exaltada:
"para que en todo tenga la preeminencia".
Apoc. 3:14 dice que Cristo es "el principio de la creación de Dios".
Debe afirmarse con todo énfasis que estos dos textos (Col. 1:15; Apoc.
3:14) NO DICEN y no enseñan que Cristo es un ser creado. Lo que el texto dice y
lo que los "testigos" dicen son dos cosas bien distintas y contradictorias.
Repito: estos versos NO DICEN que Cristo fue creado. Las palabras "primogénito"
y "Principio" no significan "primera cosa creada", como afirman los "testigos"
falsos. La palabra principio traduce
la palabra arche. ¿Cómo se usa
esta palabra en el Nuevo Testamento? En Luc. 12:11 se traduce "magistrados"; en
Efes. 1:21, "principados"; y en Tito 3:1, "gobernantes". No tiene nada que ver
con ORIGEN en ninguno de estos textos, ni mucho menos en Apoc. 3:14. Cristo es
eterno; es el Creador; es Todopoderoso; es adorado; perdona pecados; ¡es Dios!
Cristo es el Principio y también El es el Fin. Si Cristo tiene principio, entonces también tendrá
fin. Cristo es el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin, el Primero y el
Ultimo. Lo que se afirma de Jehová en Isa. 44:6 se afirma de Cristo en Apoc.
1:8, 11, 17; 22:12, 13. No puede haber dos primeros y dos últimos. No hay dos
Dioses. Hay un solo Dios, pero el término Dios es sustantivo plural (Dios el
Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo).
Los "testigos" tendrán que dar cuenta en Aquel Día a este Cristo (el
Juez) por sus muchas blasfemias contra El. Será día de ira para ellos si no se
arrepienten.
La enseñanza de los evolucionistas. Otra
filosofía humana (pagana) enseña que el hombre (y toda cosa viva) ha
evolucionado de un animal pequeñísimo de una sola célula, pero ¿de dónde vino
ese animalito? Nunca explican el origen de ese animalito.
"Por la fe
entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo
que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía" (Heb. 11:3). La palabra de Dios
es viva, tiene poder, Gén. 1:3, 6, 11; Sal. 33:6; 107:20; 147:15; Isa. 55:11;
Jer. 23:29.
Los
evolucionistas no andan por fe en la palabra de Dios, sino por la fe en la
filosofía humana. Es imposible probar que el hombre y otras cosas vivas han
evolucionado. Es imposible probar que ha habido transmutación de las especies.
Por eso, la evolución tiene que ser aceptada por fe. La evolución no es una ciencia.
No se puede sujetar a los procesos normales de la ciencia. Los que creen esta
filosofía lo hacen porque quieren
creerla. La creen porque no quieren creer en Dios, y no quieren creer en Dios
porque no quieren reconocer que serán juzgados por sus hechos en el Día
Final.
1:4 En él
estaba la vida, -- Los que están en
pecado están alejados de Dios (Efes. 2:12); los que obedecen al evangelio de
Cristo tienen vida, es decir, comunión con Dios. "He venido para que tengan vida"
(10:10); "Yo soy la resurrección y la vida" (11:25); "Yo soy el camino, y la
verdad, y la vida" (14:6); "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el
único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" (17:3); "éstas se han
escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que
creyendo, tengáis vida en su nombre" (20:31).
-- y la vida era
la luz de los hombres. -- Cristo ha
traído al hombre la perfecta inteligencia y sabiduría. El es el Verbo (la
Palabra) de Dios, la perfecta revelación del Padre, pues al ver a Jesús vemos al
Padre (8:19; 12:45; 14:9). "Yo soy la luz del mundo"
(8:12).
1:5 La luz
en las tinieblas resplandece, -- Este texto nos recuerda de Gén. 1:2, 3 (como 1:1 nos
recuerda de Gén. 1:1). Como en el principio del mundo la luz creada por Dios
hizo desaparecer las tinieblas, así también Cristo es la luz que hace
desaparecer las tinieblas de ignorancia, superstición, y toda clase de pecado.
El hombre ya no tiene que tropezar en tinieblas con su corazón lleno de temor y
ansiedad. Los que obedecen al evangelio son "hijos de luz" (Efes. 5:8; 1 Tes.
5:5).
-- y las
tinieblas no prevalecieron contra ella (no la comprendieron, LBLA). --
El verbo katalaben significa "asirse de, tomar,
sea física o mentalmente" (WEV). Otras versiones, como LBLA, la traducen no la comprendieron. "Puede entenderse
en dos sentidos, esto es, el de que las tinieblas no comprenden la luz, no la
perciben, o que no han podido vencerla, prevalecer contra ella" (WEV). Es
posible que Juan haya tenido en mente este doble uso de la palabra, pues las
tinieblas espirituales no comprenden la verdad, ni tampoco pueden
vencerla.
Muchos viven
preocupados por las tinieblas que parecen cubrir la tierra, pero para Juan lo
importante era que las tinieblas no podían apagar la Luz. Herodes no podía.
Pilato no podía. Los judíos no podían (¿qué fue el efecto de sus esfuerzos en
contra de la iglesia según Hechos de los Apóstoles?) Jesucristo es la Victoria
Suprema sobre las tinieblas. La luz de la cruz puede alumbrar a toda la
humanidad.
1:6 Hubo
un hombre enviado de Dios, -- La
palabra enviado significa enviado como representante oficial. Mat.
10:2, 16. Juan era un verdadero profeta de Dios, enviado con un mensaje
especial. Acerca de este hombre Jesús dijo, "Entre los que nacen de mujer no se
ha levantado otro mayor que Juan el bautista" (Mateo
11:11).
-- el cual se
llamaba Juan. --
En este libro Juan (el
bautizador) es llamado simplemente Juan, porque el autor nunca menciona su
propio nombre. Una vez se refiere a "los hijos de Zebedeo"
(21:2).
Juan cumplió la
profecía de Malaquías (3:1), "He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará
el camino delante de mí". "En aquellos días vino Juan el bautista predicando en
el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se
ha acercado" (Mat. 3:1, 2). Los apóstoles también fueron escogidos por Dios
(Hech. 10:41).
1:7 Este
vino por testimonio (como testigo, LBLA), para que diese testimonio de
(testificar de, LBLA) la luz, -- La
palabra testimonio es otra palabra
clave de este libro. Hay diferencia entre predicar y testificar. Juan predicaba,
pero aquí se enfatiza su testimonio.
"Lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos" (3:11); Juan
testificó lo que vio: "Sobre quien veas descender el Espíritu y que
permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo le vi, y he dado testimonio que éste es el
Hijo de Dios" (1:33, 34). "Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis
estado conmigo desde el principio" (15:27). El autor de este libro dice, "Y el
que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice
verdad, para que vosotros también creáis ... Este es el discípulo que da
testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio
es verdadero" (19:35, 21:24). Los dos Juan dieron su testimonio de lo que vieron y de lo que recibieron de
Dios.
Mateo, Marcos,
Lucas y Juan nos registran el hecho,
la realidad, de Cristo, porque la salvación del mundo depende de nuestra
creencia en ese hecho. Para confirmar
ese hecho, Juan presenta mucho testimonio para
confirmarlo.
Como los
apóstoles testificaban de Cristo después de su manifestación, Juan testificaba
de El antes de su manifestación.
Sobre todo Juan era un testigo de Cristo (1:7; 5:33, 35). En toda la
predicación testificaba de Cristo. Cuando predicó el arrepentimiento, dijo que
el reino (de Cristo) se había acercado. Cuando bautizaba, decía que "el que
viene tras mí ... él os bautizará en Espíritu Santo y fuego" (Mat. 3:11). Al ver
a Jesús dijo, "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan
1:29).
Juan habla del
testimonio del Padre (5:31, 34, 37; 8:18); de Cristo mismo (7:14; 8:14, 18;
18:37); del Espíritu Santo (15:26; 16:13, 14; 1 Jn. 5:6); de las obras de Cristo
(5:17, 36; 10:25; 14:11; 15:24. Léase lo que dijeron de Jesús los ciegos,
sordos, paralíticos, etc. a quienes El sanó); de las Escrituras (5:39, 46;
1:45); y de los discípulos (15:27; 19:35; 21:24; 1 Jn. 1:2;
4:14).
-- a fin de que todos (tanto gentiles como
judíos) creyesen por él. -- Hech. 19:4. Los todos de este texto
incluye a todos los que consideran su testimonio porque como Abel, "muerto, aún
habla" (Heb. 11:4). Muchos creen que la fe de nosotros es una confianza ciega y,
por eso, ignorancia, mientras que la ciencia es conocimiento verdadero, pero
aunque la fe que salva tiene plena confianza en Dios, se basa en la palabra de Dios (Rom.
10:17) que no es mitología sino realidad. Nuestra fe se basa en mucho testimonio (mucha evidencia
innegable). Compárese Hech. 1:3. Hay multiplicada evidencia para probar lo que
la Biblia dice.
1:8 No era
él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. -- Jesús dice (5:35) que Juan "era antorcha (ho luchnos, lampara, LBLA) que ardía y alumbraba; y vosotros
quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz", pero no era la luz (ho phos), sino el testigo de la luz;
sin embargo, esa lámpara que brillaba en la oscuridad era una luz de suma
importancia. Siempre se hace preparación debida para la venida de algún rey,
presidente u otro personaje importante. La importancia del ministerio de Juan se
ve en el hecho de que era necesario aclarar que él no era el Cristo, la
verdadera "luz del mundo" (8:12; 9:5; 12:46). Jesús mismo dijo, "Entre los que
nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista" (Mat. 11:11).
Juan tenía muchos seguidores (Mat. 3:5; 21:26)), y algunos creían que
posiblemente Juan era el Mesías (1:19-27; Luc. 3:15). Había discípulos de Juan
muchos años después de ascender Cristo a los cielos (Hech. 19:1-3).
1:9
Aquella luz verdadera, -- Juan no
dice alethes que significa verdadero (no falso),
sino alethinos, real, genuino. Por
eso, la palabra verdadera no
contrasta la verdad con el error, sino la realidad con lo irreal, lo que no es
realidad, lo substancial con lo imaginario. Lo que la Biblia dice es cierto, es
realidad. Se trata de hechos, de lo que existe o existirá. Por ejemplo, Rom.
1:25, "cambiaron la verdad de Dios por la mentira", es decir, ídolos, porque "un
ídolo nada es en el mundo" (1 Cor. 8:4); 1 Tes. 1:9, "os convertisteis de los
ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero".
Heb. 9:24,
"Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero,
sino en el cielo mismo" (el tabernáculo era sombra, "el cielo mismo" es la realidad,
el tabernáculo verdadero).
Cristo no es
"una luz falsa de piratas de costa que atraen barcos a los escollos, sino el
faro fiable que conduce a un puerto seguro" (AB; ATR). La creación (Gén. 1) fue una realidad. Gén.
1 no es mitología, pero la evolución
es ficción y fantasía, producto de la imaginación de hombres opuestos a Dios. La
moralidad bíblica es práctica; tiene que ver con la realidad y trae bendición y
felicidad, pero la religión del humanismo se basa en caprichos humanos y produce
miseria de toda clase. La religión humana ofrece una salvación imaginaria, pero la del Nuevo Testamento
ofrece la salvación verdadera (el
perdón de Dios ahora y la promesa de vida eterna).
-- que alumbra a
todo hombre, venía a este mundo. -- Algunos
(por ejemplo, los cuáqueros) citan este texto para probar que todo el mundo
posee una "Luz interior" que le guía, pero todo texto tiene que ser interpretado
a la luz de otros textos. La Biblia no enseña que todo el mundo tiene la mente
iluminada espiritualmente aunque no lo quiera. En este mismo contexto Juan habla
de los que rechazan a Cristo. El punto es que Cristo es la verdadera luz, la única fuente de toda luz moral y
espiritual para toda la
humanidad.
1:10 En el
mundo estaba, y el mundo (el
universo) por él fue hecho; -- 1:3;
Col. 1:17; Heb. 1:3.
-- pero el mundo
no le conoció. -- Isa. 53:1; Rom.
10:18; 1 Cor. 2:8. El vocablo mundo
es usado por Juan para hablar de los alejados de Dios (7:7; 15;18; 17:9, 14;
1 Jn. 2:15-17).
Para los judíos
Jesucristo era como un desconocido, un extranjero que hablara idioma
desconocido. Ellos esperaban otra clase de Mesías, un Mesías guerrero como el
rey David que vendría para quitar el yugo de Roma y hacerles independientes otra
vez.
Para los gentiles la predicación de Cristo
crucificado era locura (1 Cor. 1:23).
1:11 A lo
suyo vino, -- Un modismo (hebraísmo)
que significa que vino a su casa
(16:32, "por su lado", a su propia casa, LBLA, margen; 19:27); probablemente
significa que vino a su pueblo, el pueblo escogido de Dios (Deut. 7:6), o sea,
los que lógicamente deberían recibirlo. Mat. 15:24.
-- y los suyos no
le recibieron. -- "El contraste
trágico" (Bonnet). El tema de esta
línea es el rechazo. No lo recibieron
en su propia casa. No le dieron la bienvenida. No aceptaron o no reconocieron
que El era la persona que profesaba ser. Mat. 13:57, 58; 15:24; 21:33-46; 23:37;
Luc. 4:28; 19:41; 20:14. Jesús fue aceptado por los samaritanos (Juan 4),
buscado por los griegos (12:20), pero rechazado por los representantes de su
propio pueblo. Estos decían que eran hijos de Dios sin Cristo
(8:42-47).
Después Juan habla de los discípulos como "los suyos" (13:1;
14:3).
Cuando algún
discípulo o iglesia de Cristo comete pecado, Cristo está a la puerta y llama
(Apoc. 3:20, 21). Los que no se
arrepienten no le reciben.
1:12 Mas a
todos los que le recibieron, -- No
todos lo rechazaron, porque algunos le recibieron. 4:45; Mat. 10:41;
Hech. 13:48.
-- a los que
creen en su nombre, -- 8:30. Los que
reciben a Cristo creen en Cristo; los que creen en Cristo son los que lo
reciben. ¿Qué significa la frase creen en
su nombre? "En ti confiarán los que conocen tu nombre" (Sal. 9:10), es
decir, los que conocen la verdadera naturaleza de Dios. "Estos confían en
carros, y aquéllos en caballos; mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios
tendremos memoria" (Sal. 20:7). Confiamos en Dios porque sabemos quién es y cómo
es. Creer en el nombre de Cristo
significa creer en su naturaleza, aceptar que El es Dios y someternos a su
divina voluntad. Creer o creer en su nombre no significa que el hombre es
justificado por la fe sola; más bien, equivale a nacer del agua y del Espíritu
(3:3-5). Significa obedecer al
evangelio (como se ve claramente a través del libro de Hechos). "Pues todos sois hijos de Dios
por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en
Cristo, de Cristo estáis revestidos" (Gál. 3:26, 27).
¿Qué dirán los
que no creen en El? ¿Que solamente era un buen hombre? Si no es Dios, no es buen
hombre porque dice que es Dios. Los que no creen en Cristo están obligados a
explicar la evidencia presentada por Juan y los otros escritores que claramente
prueba la deidad de Jesús.
-- les dio
potestad (derecho, LBLA) -- Potestad, autoridad legítima,
libertad de acción; por eso, derecho.
-- de ser hechos
hijos de Dios; -- "Mirad cuál amor
nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios", 1 Jn. 3:1. Todos
los hombres son "linaje de Dios" (Hech. 17:28), pero Juan se refiere a los que
son hijos por haber nacido otra vez (1:13; 3:3, 5;). Al nacer otra vez imitamos
a Dios (Mat. 5:45; Efes. 5:1). El hijo pródigo entendía que no era digno de ser
llamado hijo, pero el padre le perdonó y lo recibió como hijo; de esta manera el
Padre nos da el derecho de ser hijos si recibimos a
Cristo.
Desde luego, esto
es por la gracia de Dios, pues el hombre no lo merece. Dios nos da el derecho de
ser sus hijos, como nos da la oportunidad para creer (Hech. 14:27), nos da el
privilegio de arrepentirnos (Hech. 11:18), etc. Dios no está obligado a recibirnos como sus hijos.
"Porque por gracia sois salvos" (Efes. 2:8).
1:13 los
cuales no son engendrados de sangre, ni de
voluntad de carne (la naturaleza humana), ni de voluntad de varón (humanamente,
el que engendra), sino de Dios. --
Este lenguaje excluye todo aspecto del proceso natural de tener hijos. Bajo la ley de Moisés los judíos
llegaban a ser hijos de Dios por la generación, es decir, por el nacimiento
físico, y creían que de esa misma manera (por ser hijos de Abraham) serían hijos
de Dios en el reino mesiánico (Mat.
3:8-10; Jn. 8:31-44), pero Juan enfatiza que nuestra relación con Dios no tiene
nada que ver con lo físico, sino que se realiza a través del evangelio de Cristo
(3:1-5). Todo nacimiento físico se realiza por la voluntad humana, pero no
podemos hacernos hijos de Dios por nuestra propia voluntad (por nuestros propios
medios o fuerzas). Muchísimas personas aceptarían ser hijos de Dios si pudieran
hacerlo según su propia voluntad.
1:14 Y
aquel Verbo fue hecho carne, -- Mat.
1:23, "Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros". Para los filósofos griegos era imposible
que el Cristo fuera hecho carne, porque creían que el cuerpo es malo, pero los
que dicen que Cristo no vino en carne son anticristos (1 Jn. 4:1-3). Cristo es
Dios y también llegó a ser hombre, "nacido de mujer" (Gál. 4:4). "El que fue
manifestado en carne, vindicado en el Espíritu, contemplado por ángeles,
proclamado entre las naciones, creído en el mundo, recibido arriba en gloria" (1
Tim. 3:16, LBLA). Juan afirma la deidad de Jesús y la humanidad de Cristo. En Luc. 24:39 y
otros textos la palabra carne se
refiere al cuerpo, pero en este texto (Jn. 1:14) la palabra carne significa humanidad (Mat. 16:17; 24:22; Rom. 3:20;
1 Cor. 1:29; Gál. 1:16). Al afirmar su humanidad él refuta a los gnósticos
(docetistas) que decían que Cristo no ocupó un verdadero cuerpo de carne sino
que solamente parecía ser
humano.
La humanidad de
Cristo se observa en los siguientes textos: 4:6, 7 (cansancio); 6:53 (tenía
carne y sangre); 8:40 (querían matarle); 11:33, 35 ("se estremeció en espíritu y
se conmovió ... lloró"); 12:27 ("está turbada mi alma"); 13:21 ("se conmovió en
espíritu"); 19:28 ("tengo sed").
¡Cristo llegó a
ser hombre para morir por nosotros!
"Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también
participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte, al que tenía el
imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor
de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre" (Heb. 2:14,
15). Logró este propósito al morir
por nosotros (10:5-12). Cuando Pablo habla de la justicia de uno y de la obediencia de uno (Rom. 5:18, 19), no se
refiere a la vida perfecta de Jesús sino a su muerte, un acto de justicia, o de obediencia.
Cristo no llevó una vida perfecta para que su obediencia perfecta sea imputada
al creyente (como algunos suponen), sino para ser un sacrificio perfecto para expiar nuestros
pecados.
Cristo, siendo
Dios, tuvo que ser hombre también para poder ser nuestro Mediador o sumo sacerdote (mediador) (Heb. 2:18;
4:15; 7:26; 1 Tim. 2:5).
Esta
gran verdad fue enseñada por Pablo: "Porque en él habita corporalmente toda la
plenitud de la Deidad" (Col. 2:9); "ya conocéis la gracia de nuestro Señor
Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que
vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos" (2 Cor. 8:9).
Cristo llegó a
ser hombre y murió por nosotros para dejarnos un ejemplo perfecto de cómo humillarnos para que Dios nos exalte (Fil. 2:5-11). "Cristo Jesús, el
cual siendo (existiendo) en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como
cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo,
hecho semejante a los hombres" (Fil. 2:6, 7). Es importantísimo que se entienda
que la expresión se despojó a sí
mismo se refiere a la encarnación de Cristo, y que de ninguna manera dejó de
ser igual a Dios. En seguida se presenta el estudio de Fil. 2:5-7 para recalcar
esta verdad.
Filipenses 2:5 -- "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo
también en Cristo Jesús". Mat. 11:29, "Llevad mi yugo sobre vosotros, y
aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón". Cristo Jesús es el perfecto
ejemplo de la humildad enseñada en los vers. 1-4. El dejó su habitación
celestial y su gloria inefable para nacer en un pesebre, tomando la forma
de hombre. Fue criado en Nazaret, una ciudad despreciada por los de Judea
(Jn. 1:46), era galileo y algunos de sus apóstoles también eran galileos. Llevó
una corona de espinas, murió sobre una cruz romana como malhechor, y fue
sepultado en un sepulcro ajeno. De esta manera nuestro Señor Jesucristo
tomó la forma más humilde de la humanidad para salvarnos y para dejarnos el
ejemplo perfecto de la humildad.
2:6 -- "el cual, siendo en forma de Dios". La
Deidad de Jesús se enseña claramente en este texto (los vers.
6-11).
-- "siendo". Esta palabra enfatiza la realidad de la
existencia (Hech. 16:20, "siendo judíos"; Gál. 2:14). Por eso, indica lo
que se expresa más ampliamente en Juan 1:1. La Biblia de las Américas está muy
equivocada en la traducción de esta palabra (hupárkon), pues esta versión dice existía en lugar de existiendo (gerundio, tiempo presente).
Cristo no dejó de existir en forma de Dios cuando tomó la forma de
siervo.
-- "forma". La palabra
"forma" viene de morphe que solamente aparece en
este texto (vers. 6,7) y en Marcos 16:12, "se apareció en otra forma a dos de ellos". Según los
léxicos significa "forma, figura" (Mckibben-Stockwell-Rivas); "la forma en la
cual una persona o cosa se ve; la apariencia externa ... la forma en la
cual él apareció a los habitantes del cielo" (Grimm-Thayer); "forma, apariencia
externa, figura" (Arndt-Gingrich).
Pero Thayer
admite que otros eruditos (como Lightfoot y Trench) dicen que "morphe forma difiere de schema figura, forma, apariencia, como aquello
que es intrínseco y esencial difiere
de lo que es externo y accidental" y agrega que "la distinción es rechazada
por muchos". (La palabra schema traduce la palabra
"condición" o forma, LBLA, del ver. 8).
El Diccionario
Expositivo de Vine dice, "Morphe denota la forma o rasgo
distintivo especial o característico de una persona o cosa. Se usa con
un significado particular en NT, sólo de Cristo, en Fil. 2:6,7, en las
frases 'siendo en forma de Dios' y 'tomando forma de siervo'. Una excelente
definición de esta palabra es la dada por Gifford: 'morphe es así propiamente la
naturaleza o esencia, no en abstracto, sino tal como subsiste realmente en el
individuo, y retenida en tanto que el individuo mismo existe ... Así, en el
pasaje ante nosotros morphe Theou es la naturaleza divina real
e inseparablemente subsistente en la Persona de Cristo ... Para la
interpretación de 'la forma de Dios' es suficiente decir que (1)
incluye toda la naturaleza y esencia de la Deidad, y que es
inseparable de ellas, ya que no podrán tener existencia real sin ella; y
(2) que no incluye en sí misma nada 'accidental' o separable, tal como
modos particulares de manifestación, ni condiciones de gloria o majestad, que
pueden en un momento estar junto con la 'forma', y en otro momento
separados de ella ... El verdadero significado de morphe en la expresión 'forma de
Dios' queda confirmada por su repetición en la frase correspondiente, 'forma de
siervo'. Se admite universalmente que las dos frases son directamente
antitéticas, y que por ello 'forma' tiene que tener el mismo sentido en
ambas' (Gifford, The
Incarnation, págs. 16, 19, 39). La definición anteriormente mencionada
se aplica a su utilización en Mr 16:12, en cuanto a las maneras
particulares en que el Señor se manifestó a Sí
mismo".
The Expositor's
Greek Testament dice que la palabra morphe se refiere a la naturaleza de Cristo, es decir, que El
era divino (y llegó a ser humano). Cita 2 Cor. 8:9 como el paralelo más cercano
a Fil. 2:6 y dice que en ambos Pablo se refiere al "contraste inefable entre el
estado celestial y el estado terrenal".
Por lo tanto,
vemos que algunos eruditos dicen que morphe significa la forma
esencial e intrínseca de Cristo como Dios y también como hombre, y otros
eruditos dicen que la palabra significa simplemente su apariencia. Lo importante es que se afirme enfáticamente
la Deidad de Cristo, antes y después de llegar a ser hombre. Los que definen
la palabra "forma" como figura o apariencia no niegan la Deidad de Cristo, sino
solamente aplican la palabra al "aspecto" (Juan 5:37) o gloria (Juan 17:5) de su
estado preencarnado.
Nadie puede negar
que había contraste entre su estado celestial y su estado terrenal.
Recuérdese sobre todo que el punto principal de Pablo es la humillación de
Cristo. La encarnación de Cristo es el
ejemplo supremo de la humillación, y Pablo habla de ella para que sirva de
ejemplo para los cristianos (ver. 5, "Haya, pues, en vosotros este sentir que
hubo también en Cristo Jesús ...").
"Siendo en forma
de Dios" se refiere, pues, o al estado divino (su Deidad) y o a la gloria que Cristo tenía con el Padre
"antes que el mundo fuese" (Juan 17:5). Posiblemente la palabra se refiera a las dos
cosas, porque los dos conceptos no chocan. Hay un contraste aquí entre
"forma de Dios", morphe theou y "forma de siervo" morphe doulou. Cuando Cristo llegó a ser hombre, no se
despojó a sí mismo de su Deidad; no dejó de ser Dios. En el cielo Cristo
tuvo el aspecto de Dios (Juan 5:37);
en la tierra, sin embargo, tuvo el aspecto de un siervo. Su conducta era la
de un siervo, aunque demostraba
ampliamente que era Dios.
-- "no estimó el ser igual a Dios ..."
Jesucristo siempre era y siguió siendo igual a Dios aquí en la tierra (Juan
5:18) porque El es Dios (Dios el
Hijo). Véanse Rom. 9:5; Col. 2:9; Tito 2:13; 2 Ped. 1:1; 1 Jn.
5:20.
-- "como cosa a que aferrarse". Cristo no
estimó el ser igual a Dios en cuanto a la
majestad celestial como cosa a qué aferrarse o asirse fuertemente como
a un premio o tesoro demasiado precioso para ser dejado aun por un tiempo corto,
es decir, Cristo no rehusó humillarse. Al contrario, estaba
dispuesto a llegar a ser un hombre para morir por nosotros. Muchos
(como los "testigos" del Atalaya) quieren robar a Jesús de su Deidad. Dicen que
El no es todopoderoso, y que no es eterno (estos son atributos de la Deidad).
Pero nuestra salvación depende de la verdad afirmada tantas veces en la Biblia
de que Cristo es eterno, y que cuando llegó a ser hombre (aceptó la naturaleza
humana), no dejó de ser Dios (no dejó ni su naturaleza divina, ni sus atributos
divinos). Un mero hombre no podía
salvarnos.
2:7 -- "se despojó a sí mismo". Este texto se
refiere simple y sencillamente a la
encarnación de Cristo (Mat. 1:23; Juan 1:14; Col. 2:9). En el resto del versículo Pablo emplea dos
gerundios para explicar claramente cómo Cristo se despojó a sí
mismo: "tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres". "Se despojó
a sí mismo"; ¿cómo? "tomando forma de siervo". ¿Cuándo? cuando fue "hecho
semejante a los hombres".
Como dice Lenski,
"'Se despojó a sí mismo' es un
pensamiento incompleto que nos deja con una pregunta. Pablo
completa el pensamiento, pero no con una declaración acerca de algo que
Cristo se hubiera despojado (vaciado) fuera de sí mismo, sino por un participio
(gerundio) que define el acto de
despojarse: 'en que él tomó la forma de siervo', e inmediatamente dice
cuándo todos estos actos ocurrieron: 'cuando llegó a ser semejante al
hombre', cuando se encarnó. Todos los aoristos ... expresan acción
simultánea" (énfasis mío, wp).
Vine dice la
misma cosa al comentar sobre la palabra kenoo (despojarse): "Las cláusulas
que siguen al verbo dan la
exégesis de su significado, especialmente las frases 'forma de
siervo', y 'semejante a los hombres'" (énfasis mío,
wp).
También Lange
dice la misma cosa: "Es el llegar a ser hombre, o sea, la encarnación, que
se indica, como declara lo que sigue, y ya que labon (que es contemporánea
con ekenose como en Efes. 1:9, 13) debe
entenderse como un límite modal del verbo (ekenose), este despojamiento de sí
mismo es la encarnación del Señor".
Dejó el ambiente
celestial, la majestad y gloria que tenía con el Padre (Jn. 17:5) y llegó a ser
hombre. ¿Cómo se vio Jesús aquí en la tierra? Como hombre, como inferior a
los ángeles. ¿Por qué aceptó esta forma humilde? Para dar su cuerpo por nuestros
pecados (Heb. 2:14,15; 10:4-10).
Pero su humillación no afectó en lo más
mínimo su Deidad. Se refiere únicamente a su gran humillación en la
encarnación, de que vino a ser hombre para poder morir por nosotros y así
salvarnos de los pecados. Dios no podía morir por nosotros, porque Dios no puede
morir. Los ángeles no podían morir por nosotros. El hombre no podía morir por
sus propios pecados porque todos los hombres han pecado (Rom. 3:23). La sangre
de animales no puede quitar los pecados (Heb. 10:4). Entonces, ¿cuál era la
solución? Dios llegó a ser hombre
para poder morir por nosotros. No había y no hay otro plan de salvación.
Los que rechazan el sufrimiento vicario de Cristo terminantemente rechazan
la salvación de sus almas.
La gran verdad de
la humillación de Jesucristo, una verdad tan sublime, es usada por los
"testigos" como arma contra Cristo para atacar su Deidad y blasfemar su santo
nombre. (Todo "testigo" se arrepentirá de su blasfemia cuando
muera).
Cristo no menospreció en ninguna manera
la exaltación que gozaba con el Padre, pero su misión terrenal era de tanta
importancia que estaba dispuesto a hacer este sacrificio.
* * * * *
* * * * *
La Deidad
de Cristo
Sus
atributos divinos
Algunos hermanos
que profesan ser hermanos "conservadores" (porque que se oponen al
institucionalismo, la iglesia patrocinadora, etc.) están enseñando
(1990-1995) que cuando Cristo llegó a ser hombre, "se despojó" a sí mismo de sus
atributos divinos; es decir, que desde su nacimiento y hasta su
resurrección siguió siendo "la persona de Dios" (la esencia de Dios) pero
sin los atributos de la Deidad. Este
error se ha enseñado en dos periódicos: Faith and Facts, y With All Boldness. La edición de
octubre, 1990 de Faith and Facts se
dedica a este tema, y las citas dadas en la revisión ésta son de la misma. (No
afirmo que todo hermano que escriba artículos en estos dos periódicos enseñan
este error, pero para ser breve digo "los hermanos ff/wab" para indicar a los
que sí lo enseñan.)
¿Cómo se explica la
Deidad? ¡Cuántas veces hemos
explicado la
Deidad enumerando los atributos de Dios, Deidad! ¿Cuáles son sus atributos?
Su eternidad, inmutabilidad, omnipotencia, omnisciencia, omnipresencia,
perfecto amor, perfecta justicia, perfecta santidad, perfecto amor,
perfecta fidelidad, que es el Creador, el único que es adorado, el único que
perdona pecados, etc.
El error
principal de los hermanos ff/wab se basa en una interpretación errónea de
Filipenses 2:6, 7. Dice Pablo
que Cristo "siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como
cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo,
hecho semejante a los hombres". La expresión "se despojó a sí mismo"
se explica inmediatamente en los dos gerundios que siguen; es como si Pablo hubiera dicho "es decir,
tomando forma de siervo" y luego diciendo cuándo lo hizo: cuando fue "hecho
semejante a los hombres".
El texto no dice
que Cristo se despojó a sí mismo de sus
atributos. Es increíble que nuestros hermanos en Cristo -- hermanos que
profesan ser hermanos "conservadores" -- afirmen que Cristo podía ser Deidad y
al mismo tiempo despojarse a sí mismo de los atributos de la Deidad. (Estos
hermanos son culpables de "doble hablar", 1 Tim. 3:8, porque dicen que Cristo no
dejó de ser Dios y luego se contradicen afirmando que se despojó a sí mismo de
los atributos de la Deidad).
La palabra
"atributo" significa "cada una de las cualidades de un ser ... Teol. Cualquiera
de las perfecciones propias de la esencia de Dios: la omnipotencia es un
atributo de Dios" (Larousse). ¡Es absurdo decir que Cristo era Dios sin los atributos de Dios! ¿Puede
alguno ser "hombre" sin los atributos de hombre? Hablar así es hablar
locura.
Lo que la
Biblia enseña acerca de la Deidad de Cristo
Mat. 1:23, "Y
llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros".
Constantemente Jesucristo lo demostró a través de su vida al demostrar sus atributos divinos.
Juan 1:1,14 "En
el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios ... Y
aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su
gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad". El
mismo Verbo que era con Dios
y era Dios fue hecho carne.
No era el Verbo sin sus atributos, sino el mismo Verbo que era con Dios y era
Dios desde la eternidad.
Col. 2:9, "Porque
en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad". Con esta
afirmación Pablo refuta a los falsos maestros que decían que Cristo no
podía ocupar un cuerpo físico porque, según ellos, el cuerpo es pecaminoso y,
por lo tanto, (decían) que Jesús era simplemente un hombre. Ahora algunos
de nuestros propios hermanos que profesan ser "conservadores" han
caído en la misma trampa diciendo que Cristo, en cuanto a sus atributos, era
simplemente un hombre (que no poseía ningún atributo divino durante su vida
terrenal).
Estos hermanos
están divididos sobre esta cuestión: algunos dicen que Cristo poseía los
atributos divinos cuando estuvo en la tierra, pero que nunca los
demostraba, es decir, que no hizo ni siquiera un solo acto de Deidad aquí
en la tierra. Entonces, ¿con qué propósito afirman que los
poseía?
El Inmutable
Cristo
Heb. 13:8 dice,
"Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos"; es decir,
Jesucristo es inmutable (no cambia). Pero la implicación y consecuencia de
la doctrina de los hermanos ff/wab son
que el inmutable Cristo fue el "mutable Cristo" durante unos treinta y tres
años de su existencia; que el
"eterno Cristo" dejó de ser eterno durante ese tiempo. Recuérdese que
la eternidad y la inmutabilidad son dos atributos inherentes de la Deidad;
por lo tanto, si Cristo dejó sus atributos divinos cuando vino a la tierra, dejó
su eternidad y su inmutabilidad. Que yo sepa no hay ningún hermano liberal que
acepte tal insensatez. Estos hermanos "conservadores" son más liberales que
muchos de los hermanos liberales.
Los hermanos
ff/wab dicen que el único poder sobrenatural poseído por Jesucristo fue el
poder recibido del Espíritu Santo y del Padre; es decir, Jesucristo no tenía ni autoridad ni poder inherentes
durante su vida terrenal, sino que solamente compartía el poder sobrenatural con los
profetas, apóstoles y otros que recibieron poder de Dios. Dicen que a
pesar de lo que Juan 2:24, 25 afirma, Jesucristo no era más omnisciente que
Pedro (Hech. 5:1-11; 8:21-23), y que a pesar de lo que Mar. 2:5-7 afirma,
Jesucristo no podía perdonar pecados como Dios, sino solamente como lo
hacían los apóstoles (Jn. 20:22, 23). Parece que estos hermanos "conservadores"
han estudiado con los "testigos", porque comparten su deseo de menospreciar -- y
aun blasfemar -- a Cristo.
Juan 20:30, 31
dice, "Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos,
las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito
para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo,
tengáis vida en su nombre". Jesús hizo
señales para demostrar sus atributos de Deidad. El no hizo señales para
probar que El era "la persona de Dios", como afirman los hermanos ff/wab Esta
expresión humana usada por estos hermanos no significa nada. No es bíblica. La
Biblia dice que Cristo es Dios (Mat. 1:23; Jn. 1:1, 2; Rom. 9:5; Tito 2:13; 2
Ped. 1:1). Cristo hizo señales para demostrar los verdaderos atributos
divinos, las cualidades inherentes e inseparables de Dios. Así también El sabía los
pensamientos de los hombres y El perdonó pecados para demostrar los
atributos de Dios que El poseía estando aquí en la tierra.
El
propósito de los hermanos ff/wab es combatir el calvinismo en la
iglesia
El periódico Faith and Facts ha tomado la
delantera en la lucha contra el calvinismo en la iglesia de Cristo y,
por esto, tiene mucha influencia. (El periódico With All Boldness es más nuevo). Este
servidor también ha participado en esta lucha. He predicado pública y
privadamente, en el púlpito y por la hoja impresa, contra el calvinismo. No
solamente he expuesto los errores del calvinismo original, sino también las
doctrinas secundarias aceptadas por algunos hermanos, tales como "el perdón
automático", "la limpieza continua", "que los pecados de la flaqueza y de
la ignorancia no se cargan al cristiano", "que el hombre tiene que pecar por
causa de su naturaleza pecaminosa", "que tiene que pecar para cumplir la
Escritura", etc. Por lo tanto al exponer
la herejía de los hermanos ff/wab
no me identifico de manera alguna con los que simpatizan con
algunos aspectos del calvinismo.
Se explica esto
porque una táctica carnal de los hermanos ff/wab es la de acusar a los que
resisten su nueva doctrina de ser "closet calvinists" (calvinistas a
escondidas), pero estoy dedicado a una lucha fuerte y continua contra todo
aspecto del calvinismo, y también contra toda doctrina que niega la Deidad de
nuestro Señor Jesucristo.
Estos hermanos
enfatizan mucho la humanidad de Cristo y afirman que El fue tentado como
hombre, para negar la doctrina calvinista de que el hombre tiene que
pecar por haber nacido con naturaleza corrupta. La Biblia enseña claramente la
humanidad de Cristo (Fil. 2:7; Heb. 2:14, 17; 4:15, 16; 1 Tim. 2:5). El "fue
tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado" (Heb.
4:15).
Pero es en
extremo absurdo negar la Deidad de Jesucristo para enfatizar su
humanidad.
Algunas
citas del periódico "Faith and Facts" (oct., 1990)
Afirman
que Cristo se despojó a sí mismo de los atributos de la Deidad
Dice un hermano
(comentando Fil. 2:7): "He was still 'himself.' But he 'divested' (Macknight)
himself of the attributes, powers, rights or characteristics of deity. Some
brethren, along with denominational exegetes, are wont to argue that this
emptying is only partial; that there are some things which he did while upon the
earth that were the result of his deity, beyond the powers and attributes of
humanity. I take it that the passage means just what it says, nothing more or
less. I have no right to list exceptions where the Lord has given none"
(página 25).
Traducción: "El
era todavía 'él mismo'. Pero él 'desvistió' (Macknight) a sí mismo de los
atributos, poderes, derechos o características de la deidad. Algunos
hermanos, junto con exegetas denominacionales, suelen argumentar que
este vaciamiento es solamente parcial; que había algunas cosas que él hizo
durante el tiempo que estaba en la tierra que fueron el resultado de su deidad,
más allá de los poderes y atributos de la humanidad. Yo entiendo que el pasaje
significa justamente lo que dice, ni más ni menos. No tengo el derecho de
alistar excepciones donde el Señor no las ha dado".
Fil. 2:5-7 es el
texto principal usados por los hermanos ff/wab. Dice Pablo, "Cristo Jesús, el
cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres". Este texto no dice que Cristo se despojó a sí mismo "de" algo, ni mucho menos que "vació" los atributos de Deidad. El
hermano dice que "el texto significa justamente lo que dice", pero ¡el texto no dice lo que él dice! El
concepto del hermano es totalmente ajeno a lo que Pablo dice en este
texto. Pablo usa el verbo "se despojó" y luego inmediatamente emplea dos gerundios para explicar lo
que significa el verbo "se despojó" y para probar su afirmación. Cristo "se
despojó a sí mismo". ¿Cómo? "tomando
forma de siervo". ¿Cuándo? cuando
fue "hecho semejante a los hombres". La expresión "se despojó a sí mismo" no es
un pensamiento completo; tiene que explicarse, y Pablo mismo lo explica
en la misma frase.
Además, el verbo
ekenosen (se despojó) es seguido
por dos gerundios (morphen doulou labon, tomando forma
de siervo y en omoiomati anthropon genomenos,
hecho semejante a los hombres), los cuales explican y limitan el verbo (se despojó) y lo prueban. Los gerundios son
"gerundios de modo" que explican cómo o en qué sentido Jesús se
despojó a sí mismo. Una versión inglesa introduce los gerundios con la
palabra "by" (por): "by taking the nature of a servant" ("por
tomar la naturaleza de un siervo") (The Twentieth Century New Testament). Esta
versión expresa la idea correctamente, pues los gerundios explican y limitan cómo Jesús se
despojó a sí mismo.
Compárese Efes.
1:7- 9, "... su gracia, que hizo
sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia", ¿cómo? ver. 9,
"dándonos a conocer el misterio de su voluntad". El gerundio
explica y limita el verbo.
Es una violación
grave de este texto afirmar que Cristo se despojó a sí mismo de sus atributos
divinos (una cosa completamente imposible). Los gerundios explican el límite de la acción del
verbo.
Este texto es
simplemente una hermosa declaración de la encarnación de Cristo, y Pablo dice esto para ilustrar la humildad que debemos manifestar unos
para con otros (Fil. 2:1-14).
Cristo, el Verbo,
fue hecho carne, llegó a ser hombre y siervo de hombres, humillándose al
máximo para salvarnos, pero los
"testigos" del Atalaya y algunos hermanos "conservadores" usan este mismo texto
para negar la Deidad de Cristo. ¡Increíble!
Obsérvese que el
hermano dice que "Algunos hermanos, junto con exegetas denominacionales,
suelen argumentar que este vaciamiento es solamente parcial; que había
algunas cosas que él hizo durante el tiempo que estaba en la tierra que
fueron el resultado de su deidad, más allá de los poderes y atributos de la
humanidad"; es decir, según el
hermano, Jesucristo no demostró aquí en la tierra ningún atributo divino ni
hizo cosa alguna en calidad de Dios; que cuando conoció lo que había en
el hombre (Jn. 2:24, 25) lo hizo como
hombre; que cuando perdonó pecados (Mar. 2:5), lo hizo como hombre; que cuando la gente vio a
Cristo como un mero hombre vio al
Padre (Jn. 14:9); que cuando calmó la tempestad, lo hizo como hombre, como los apóstoles que
recibieron poder sobrenatural del Padre o del Espíritu Santo. Todo el propósito de estos hermanos es
reducir a Jesucristo al estado de un mero hombre.
El propósito
principal de Mateo, Marcos, Lucas y Juan se expresa en Juan 20:30, 31;
registran las señales que Jesús hizo probar que El es el Hijo de Dios (Dios el
Hijo). Las señales de Jesús son una
demostración amplia de sus atributos divinos (los atributos de Deidad).
Mucha gente que vio esta demostración de sus atributos
divinos se convenció de que Jesucristo es el Hijo de Dios (Dios el
Hijo) y varias personas lo confesaron. Sin embargo, dicen los hermanos
ff/wab que la gente creía que Jesús es el Hijo de Dios simplemente porque El decía que lo es, y que las señales lo
confirmaron. Según estos hermanos, Jesús no hizo señal alguna como Dios,
sino solamente como hombre. ¿Cómo, pues,
podía la gente creer en El como Dios si no hizo nada como
Dios?
Enseñan los
hermanos ff/wab que Jesús era -- en cuanto a sus obras y enseñanzas --
igual a los apóstoles y profetas.
"Jesucristo perdonó pecados, pero solamente como lo hicieron los
apóstoles"
Dice el mismo
hermano: "Furthermore, through God's will the apostles, men, not deity, were
told: 'Receive ye the Holy Ghost: whosoever sins ye forgive, they are forgiven
unto them' (Jno 20:23). If men could do so, I deem it possible that Christ as a
man could do it." (Página 27).
Traducción:
"Además, por la voluntad de Dios los apóstoles, hombres, no deidad, fueron
dichos: 'Recibid al Espíritu Santo. A quienes remitiereis los pecados, les son
remitidos' (Jn. 20:23). Si los hombres podían hacerlo así, yo considero que es
posible que Cristo como hombre podía hacerlo".
El hermano trata de ser consecuente.
Habiendo afirmado que Cristo se despojó a sí mismo de todos los atributos de
Deidad, y sabiendo que la autoridad de perdonar pecados es un atributo de
Dios, él se siente obligado a decir, "Sí, Cristo se despojó a sí mismo de este
atributo también". El hermano tiene que admitir que para ser conseucente
tiene que enseñar que cuando Cristo vivió en la tierra, El no podía perdonar
pecados por su propia autoridad.
Pero los judíos
entendieron perfectamente que Jesucristo hizo el papel de Dios cuando perdonó al
paralítico. "Cavilaban en sus corazones: ¿Por qué habla éste así? Blasfemias
dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?" (Mar. 2:6, 7). Es verdad
que solamente Dios puede perdonar pecados. Los apóstoles pudieron atar
y desatar (Mat. 16:19; 18:18) en el sentido de predicar el evangelio de
Dios inspirado por el Espíritu Santo. Las palabras "atar y desatar"
equivalen a perdonar o no perdonar. Pedro podía emplear las llaves del
reino para "abrir" las puertas del reino por medio de la predicación
inspirada por el Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Hechos 2:4). Los
apóstoles podían "perdonar pecados" solamente en el sentido de ser embajadores
de Cristo (2 Cor. 5:20) que nombraron los requisitos enseñados por Dios para
poder obtener el perdón. Ellos no podían perdonar pecados por su propia
autoridad, pero Cristo sí podía hacerlo. Los apóstoles nunca fueron acusados de
blasfemar porque nunca dijeron a nadie, "te perdono".
El tenía la
autoridad inherente de Dios para perdonar. Los que niegan esto niegan a Cristo (Mat.
10:32, 33), porque
niegan esta demostración de un verdadero atributo de Dios.
En seguida se
examina la doctrina de los hermanos ff/wab, punto por punto. Los siguientes
encabezados, escritos entre comillas, presentan la doctrina de
ellos:
"Cristo no
podía resucitar por su propio poder"
Sigue la
afirmación del hermano: "The record clearly states that it was not Jesus' own
power of deity which raised him from the tomb. One passage is sufficient on the
point. 'This Jesus did God raise up, whereof we all are witnesses'. (Acts 2:32).
When Jesus emptied himself to come in human flesh he depended upon God to give
him life after death, and not on his own power as deity to rise up. He was a
human, a man, that he might be mediator between God and man (1 Tim. 2:5)."
Página 28.
Traducción: "El
registro dice claramente que no fue el poder propio de Jesús de deidad que
lo resucitó del sepulcro. Un pasaje es suficiente sobre el punto. 'A este
Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos' (Hechos 2:32).
Cuando Jesús se despojó a sí mismo para venir en carne humana él dependió de
Dios para darle vida después de la muerte, y no sobre su propio poder de deidad
para resucitar. El era un ser humano, un hombre, para que pudiera ser mediador
entre Dios y el hombre (1 Tim. 2:5)".
Es increíble que
el hermano dijera esto después de leer y citar tantas veces lo que Jesús dice en
Jn. 2:19, 21 ("Destruid este templo, y en tres días lo levantaré ... Mas él
hablaba del templo de su cuerpo") y Juan 10:17, 18 ("yo pongo mi vida, para
volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo: Tengo
poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí
de mi Padre").
El Padre y el
Hijo siempre eran y son uno en su propósito y en su obra (Jn. 17:21). Cristo se
identificó con el Padre repetidas veces durante su ministerio personal. La
voluntad del Padre siempre era y es la voluntad del Hijo. La comunión entre
los dos era perfecta cuando Jesucristo vivió en la tierra; nunca fue destruida
ni por un momento. Gozaban de una perfecta unidad.
Por lo tanto, el Hijo hace lo que el Padre
hace. El Hijo hace la obra del Padre. El Padre levantó el cuerpo de Cristo y
Cristo levantó su propio cuerpo. Es en extremo absurdo afirmar que
Cristo no tenía el poder de levantar su cuerpo del
sepulcro.
En cuanto a ser
Jesucristo nuestro Mediador, hubiera sido imposible que El -- como un mero
hombre -- llegara a ser nuestro Mediador. El es Emanuel, Dios con nosotros. Dios
llegó a ser hombre para ser nuestro Salvador y nuestro Mediador. Como un
mero hombre, aunque hombre perfecto, no pudiera habernos salvado ni tampoco
hubiera podido servir como nuestro Mediador.
No es posible que
comprendamos la encarnación de Cristo, pero podemos aceptarlo por fe. Esta
doctrina no debe causar problema alguno para nosotros. Cristo tenía todos los atributos de Dios y
todos los atributos de hombre. El verdadero Dios vino a ser verdadero
hombre también.
"La Deidad
de Jesús no fue confirmada por sus milagros"
Dice otro
hermano: "Brother ____________ makes a reasonable case from John 3:34 that Jesus
at His baptism was endowed with the Spirit and by the Spirit was able to work
miracles, discern men's hearts, give revelation, etc. To substantiate his
case __________ offers the following verses as proof that Jesus
attributed His miraculous powers to a divine power outside of Himself (Jn.
5:30; 6:38; 7:16, 28; 8:28; 12:49; 14:10; 17:7-9). The fact that Jesus had
certain of these powers no more substantiated His deity, than the fact that
Moses, Elijah or Peter having these miraculous powers established they were
divine." (Página 33).
Traducción: "El
hermano ___________ hace un argumento razonable sobre Juan 3:34 que cuando Jesús
fue bautizado El fue dotado con el Espíritu y por el Espíritu podía obrar
milagros, discernir corazones de hombres, dar revelación, etc. Para confirmar su
caso _______ ofrece los siguientes versículos como prueba de que Jesús atribuyó
sus poderes milagrosos a un poder divino aparte de sí mismo (Jn. 5:30; 6:38;
7:16, 28; 8:28; 12:49; 14:10; 17:7-9). El hecho de que Jesús tenía ciertos
de estos poderes no confirmó su deidad más que el hecho de que Moisés, Elías o
Pedro tenían estos poderes milagrosos confirmó que ellos eran
divinos".
Estos textos enfatizan la unidad
perfecta entre el Padre y el Hijo. La comunión entre el Padre y el
Hijo siempre ha sido perfecta. Cristo se identificó con el Padre repetidas veces
para afirmar su propia Deidad. La expresión "Hijo de Dios" significa que Cristo
es Dios el Hijo, que es lo mismo que el Padre, igual al Padre, de la misma
naturaleza que el Padre (Heb. 1:3). Cristo es eterno y no tuvo origen; no es
"Hijo" en el sentido de descendiente. "Hijo" significa "lo mismo", la misma
naturaleza, teniendo todos los atributos de Dios. "En él habitó
corporalmente toda la plenitud de la deidad" (Col.
2:9).
Los judíos sabían que el Padre es Dios y,
por lo tanto, era necesario convencerles que el Hijo también es Dios.
Cristo hizo las obras del Padre (Jn. 10:37), demostrando los atributos de
Deidad, para convencer a los judíos y a todo el mundo que El es Dios. Si Cristo
hubiera estado en el mundo sin los atributos de Deidad (cosa imposible desde
luego), no pudiera haber probado que era Deidad. No bastaba con simplemente decir que era Dios. La única manera de probar su Deidad era
demostrar que El poseía los atributos divinos, y lo hizo
repetidas veces. Cristo era y es igual al Padre (Jn. 5:18), fue adorado por
hombres y ángeles como el Padre (Jn. 5:23) y los que vieron al Hijo vieron
al Padre (Jn. 14:9). Los judíos entendieron que cuando Jesucristo llamó a Dios
"Padre" se hizo a sí mismo igual a Dios (Jn. 5:18), que siendo hombre se hizo
Dios (Jn. 10:33).
Los milagros de
Moisés, Elías y los apóstoles confirmaron su mensaje (Mar. 16:20; Heb. 2:3, 4),
pero ellos no podían hacer las obras del Padre como las hizo Jesucristo. Los
profetas y apóstoles no sabían los pensamientos de los hombres (Jn. 2:24, 25;
Mat. 9:4; 12:25; Luc. 5:22; 11:17) ni mucho menos podían perdonar pecados por su propia autoridad como lo hizo
Jesús (Mar. 2:5). ¿Qué profeta o apóstol jamás ha dicho, "El que ha visto a mí,
ha visto al Padre"? (Jn. 14:9). Los profetas y apóstoles no eran eternos e
inmutables como Cristo (Heb. 13:8); no vinieron desde el cielo como El. "El
que de arriba viene, es sobre
todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el
que viene del cielo, es sobre todos. Y lo que vio y oyó, esto testifica"
(Juan 3:31,32). Los apóstoles y profetas no vinieron del cielo y no habían visto
cosas celestiales, pero Cristo era testigo ocular de lo que El
testificaba.
Este hermano cita
varios textos para probar que Jesucristo era simplemente un hombre que
recibió ciertos poderes del Padre. El cree que Juan 3:34 dice que el Espíritu
Santo fue dado a Jesucristo sin medida. El texto no dice esto, pero varios
textos afirman que Cristo recibió poder, enseñanzas, etc. del Padre y del
Espíritu Santo, pero el hermano no cita Juan 16:7 que dice que Jesucristo envió al Espíritu
Santo. Si los textos citados por el hermano indican que Cristo, por
recibir algo del Padre o del Espíritu Santo, no tenía los atributos de Deidad,
entonces Juan 16:7 indica que tampoco los tiene el Espíritu Santo, porque Cristo
lo envió. Tal conclusión es absurda como también el argumento del
hermano es absurdo.
La palabra "Dios" es plural.
Gén. 1:26, "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen". "Dios en
tres personas, bendita Trinidad". La palabra "Trinidad" no está en la Biblia
(como la palabra "Biblia" no está en la Biblia), pero simplemente quiere
decir que hay tres personas en la Deidad y esta verdad no se puede refutar.
Cada Persona de la Deidad tiene su función pero son uno en su divino propósito y
obra.
"Jesucristo era un ser híbrido"
Dice un hermano
(página 49): "They insist that he did not live among us as a man, but as some
hybrid being - 'God/man'."
Traducción:
"Ellos insisten en que él no vivió entre nosotros como un hombre, sino como
algún ser híbrido - 'Dios/hombre'".
Los "testigos"
usan esta palabra ("híbrido") para despreciar a Cristo: "Neither was Jesus a
combination of the two natures, human and spiritual. The blending of two natures
produces neither the one nor the other, but an imperfect, hybrid thing." (Studies in the
Scriptures, Volume V, p. 179).
Traducción:
"Tampoco era Jesús una combinación de las dos naturalezas, humana y
espiritual. El armonizar las dos naturalezas no produce ni la una ni la otra,
sino una cosa imperfecta, híbrida".
El "Cristo" de
los "testigos" y de estos hermanos nunca existió.
Un
diagrama preparado por otro
escritor de
ff/wab
En la página 88
del periódico aparece un diagrama que afirma abierta y claramente que
Cristo se despojó a sí mismo de los atributos de Deidad cuando llegó a ser
hombre. El especifica los siguientes atributos: los poderes de Dios, la
igualdad, la gloria, la imposibilidad de ser tentado, la omnipotencia, la
omnisciencia y la omnipresencia. En seguida el hermano presenta
algunas objeciones a la doctrina de él con su respuesta.
Algunas
objeciones a la enseñanza de este hermano citadas por El, junto con la respuesta
de El.
Objeción (no. 1): "Christ is called God"
("Cristo es llamado Dios").
Respuesta del
hermano: "Yes, Christ was, is and ever will be God, the very person of
deity. To accept Paul's statement that Christ emptied himself of his divine
attributes does not deny the fact that Christ was the person of God in the
flesh."
Traducción: "Sí,
Cristo era, es y siempre será Dios, la misma persona de deidad. Aceptar la
afirmación de Pablo que Cristo se despojó a sí mismo de sus atributos
divinos no niega el hecho de que Cristo era la persona de Dios en la
carne".
Estos hermanos se
engañan solos creyendo que no están negando la Deidad de Cristo porque afirman
que Cristo siguió siendo "la persona de
Dios" pero sin sus atributos de Deidad. La expresión "la persona de Dios" no
es lenguaje bíblico. Ellos afirman algo que no pueden probar con la Biblia. La
Biblia no dice lo que ellos dicen. La Biblia no habla de "la persona de Dios"
aparte de los atributos de Dios. Tal concepto es completamente erróneo.
Es
simplemente otro diseño de Satanás para negar a Cristo.
Objeción (No. 2):
"Christ could not be God without the attributes or powers of God."
Traducción: "Cristo no podía ser
Dios sin los atributos o poderes de Dios".
Respuesta del
hermano: "This presumption contradicts Paul's plain statement concerning
Christ Jesús, ... (Phil. 2:6-7). Further, it contradicts the plain and
simple statements of Christ in the gospels, which affirm that Christ did
not have all the divine attributes or powers in the flesh on earth (glory,
John 17:5; omniscience, Mk. 13:32; omnipotence, Mt. 28:18 (the power over all
things was given to him after his resurrection); omnipresence, Eph.
4:10)."
Esta objeción a la doctrina del hermano es
perfectamente legítima. Es la pura verdad. Cristo no podía ser llamado
Dios si no tenía (por treinta y tres años) los atributos de Dios. En primer
lugar el inmutable Cristo no podía y no puede cambiar; lo que afirman
estos hermanos es una verdadera
imposibilidad. Cristo no podía y no puede dejar de ser lo que es. ¿Puede
Dios el Padre despojarse a sí mismo de sus atributos de Deidad? ¿Puede el
Espíritu Santo despojarse a sí mismo de sus atributos de Deidad? Si Dios deja de
tener sus atributos de Dios ¿todavía será Dios? ¿Puede el hombre despojarse de los
atributos humanos y seguir siendo hombre?
Pablo no dijo en Fil. 2:7 que Cristo se
despojó a sí mismo "de" algo, ni mucho menos de sus atributos divinos. La
expresión "se despojó a sí mismo" no es un pensamiento completo, sino
que tuvo que ser explicado, y Pablo lo explicó inmediatamente, empleando
dos gerundios para explicar el verbo "despojarse", diciendo, "tomando forma
de siervo, hecho semejante a los hombres". El simplemente se refiere a la encarnación
de Cristo y lo hace en forma bien clara.
En seguida
examinaremos los atributos que, según el hermano, Cristo
dejó:
La gloria. Cristo no se despojó a sí
mismo de la gloria que es un atributo inherente de la Deidad; tal cosa
hubiera sido imposible. El no estaba sin gloria aquí en la tierra (Jn. 1:14;
Mat. 17:2, etc.). Pero El dice en Jn. 17:5, "Ahora, pues, Padre, glorifícame tú
al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese",
dando a entender que ahora pronto dejaría el cuerpo físico que por cierto no era
tan glorioso como su estado celestial. Pablo dice, "el cual
transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea
semejante al cuerpo de la gloria suya" (Fil. 3:21).
La omnisciencia. El hermano cita Mar.
13:32 ("Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están
en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre") para probar que Jesucristo había
abandonado su omnisciencia. El hermano no toma en cuenta que si este texto niega
la omnisciencia del Hijo, también
niega la omnisciencia del Espíritu Santo, porque Cristo dice "nadie
sabe". Lo que prueba demasiado no
prueba nada. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno en su propósito y
en su obra, pero cada Quien tiene su función. Cristo dice claramente (Hech. 1:7)
que la prerrogativa del Padre fija "los tiempos y las sazones". Lo que Jesús
dice en Mar. 13:32 no tiene nada que ver con la omnisciencia, sino con el papel
de cada Persona de la Deidad.
La omnisciencia de Jesucristo se ha
afirmado clara y enfáticamente en Jn. 1:47; 2:24, 25; 4:17, 18; 6:70, 71;
11:14; 13:38 (y a través del libro de Juan); Mat. 9:14; 12:25; Luc. 5:22; 11:17,
etc. Los hombres inspirados no eran
omniscientes. No había "don de omnisciencia" entre los nueve dones del
Espíritu Santo (1 Cor. 12:8-10).
Pedro dijo la
pura verdad cuando dijo, "Señor, tú lo sabes todo" (Jn. 21:17). El no dijo
"Señor, tú y yo lo sabemos todo".
Los hermanos ff/wab citan Hech. 5:3; 8:21-23, y afirman que Pedro era tan omnisciente que
Cristo. Obviamente el Espíritu Santo reveló a Pedro lo que hicieron Ananías
y Safira, y en cuanto a Simón, su misma pregunta indicó lo que pensaba y qué
clase de carácter tenía. Pero
estos textos no afirman que Pedro era omnisciente, ni que sabía los
pensamientos y conocía el carácter de Ananías y Safira. Todo el
mundo sabe los pensamientos y
hechos de otros cuando se demuestran en su conducta, pero Cristo no tenía
que ver ningún hecho para saber los pensamientos de los hombres, porque El era y
es omnisciente.
La omnipotencia. A través de su
ministerio Cristo demostró claramente los atributos de Deidad. El no hizo
señales que eran simplemente "señales de apóstol" (2 Cor. 12:12), sino las
señales que demostraron su Deidad. Los apóstoles no perdonaron pecados por su propia
autoridad, ni sabían los pensamientos de los hombres, ni fueron
adorados. Cuando los judíos vieron a Cristo vieron al Padre (Jn. 14:9), pero cuando vieron a los apóstoles, no
vieron al Padre.
Los "testigos"
leen Mateo, Marcos, Lucas y Juan y concluyen que Jesucristo no era Dios,
sino solamente "un dios". Los hermanos ff/wab leen Mateo, Marcos, Lucas y
Juan y dicen que Jesucristo no hizo un solo acto de
Deidad en la tierra. Tanto la enseñanza de estos hermanos como la de los
"testigos" hacen burla de los cuatro libros inspirados que enseñan que
Jesucristo demostró claramente
-- en su vida, en su doctrina, y en sus obras -- los atributos de
Deidad.
¿Qué diferencia
había entre las obras de Cristo y las de los apóstoles? Según los hermanos
ff/wab, no había diferencia
alguna. Afirman que las
señales de Jesucristo probaron que El era el Hijo de Dios porque El dijo
ser el Hijo de Dios, y que las señales de los apóstoles probaron que fueron
enviados por Dios, porque es lo que ellos dijeron. Recuérdese que estos hermanos
afirman que Jesucristo no podía hacer señal alguna por su propia autoridad como Hijo de
Dios, sino que El -- al igual que los apóstoles y profetas -- actuaba
solamente como hombre que recibió poder del Padre y del Espíritu
Santo.
La omnipresencia. El hermano cita Efes.
4:10 ("El que descendió ... también subió") y Mat. 8:24 (Cristo estuvo en una
barca) para probar que Cristo no era omnipresente cuando estuvo en la
tierra. Desde luego el cuerpo de Jesús estuvo en un sitio a la vez, pero Cristo,
Dios el Hijo, no estaba limitado a un cuerpo físico. Nuestra mente finita no
puede comprender cómo la presencia de Dios (Padre, Hijo, Espíritu Santo)
llena el universo, pero lo aceptamos por fe. Cristo nunca dejó de ser Dios
cuando llegó a ser Jesús de Nazaret y uno de sus atributos es la omnipresencia.
El libro de Juan destaca la omnisciencia de Jesús y la omnisciencia implica la
omnipresencia. No se afirma que el cuerpo de Jesús era omnipresente, sino que
Cristo (siendo Dios y, por eso, siendo Espíritu) era
omnipresente.
Sería bueno
volver a leer 1 Reyes 8:27, "Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He
aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto
menos esta casa que yo he edificado?" Dice Cristo (Mat. 18:20) cuando todavía
estaba en la carne, "Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre,
allí estoy en medio de ellos". El usa verbos del tiempo presente: "están" y
"estoy". ¿Quieren estos hermanos afirmar que Jesucristo no podía hacer lo que
prometió hacer (estar con dos o tres de sus discípulos congregados en cualquier
sitio) durante su ministerio personal?
Obsérvese lo que
dice Juan 1:18, "A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el
seno del Padre, él le ha dado a conocer" y Juan 3:13, "Nadie subió al cielo,
sino que el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo".
En cuanto a su Deidad, Cristo no dejó de estar en el cielo cuando ocupó el
cuerpo de Jesús. El es omnipresente, presente en todo lugar. (Dice La
Biblia de las Américas en el margen que "Los mss. más antiguos no incluye: que está en el cielo", pero aun así
incluye esta frase en el texto porque coincide con todo lo que Juan afirma
acerca la Deidad de Jesucristo).
Comentario
adicional por el hermano: "Does a man stop being a man because he loses the
human attribute of locomotion, of manual manipulation and a host of other
powers. Although a paraplegic loses these human attributes or powers, he
remains the same person and he is still a man. The powers or attributes of
God do not make the person of God. Christ's emptying himself of these powers,
did not extinguish his person and identify as God."
Traducción: "¿El
hombre deja de ser hombre porque pierde el atributo humano de la locomoción, de
la manipulación manual y una hueste de otros poderes? Aunque un parapléjico
pierde estos atributos o poderes humanos, él sigue siendo la misma persona
y todavía es un hombre. Los poderes o atributos de Dios no hacen la persona de
Dios. El despojarse Cristo de estos poderes no extinguió su persona e identidad
como Dios".
En este párrafo
el hermano se atreve -- con plena impudencia -- a pintar la imagen exacta
de su concepto de Cristo. Según él la "deidad" de Cristo es una "deidad" parapléjica o paralizada; es
decir, Jesucristo no podía -- por su propio poder o autoridad -- hacer
ninguna cosa divina. No podía hacer ningún milagro, ni echar fuera demonios,
andar sobre el agua, saber pensamientos humanos, perdonar pecados, etc.
porque aunque era "deidad" ("la persona de Dios") estaba paralizado y sin poder.
¿Este es el Cristo que llegó a ser nuestro Salvador y Mediador?
Pero en realidad
la condición del "Cristo" de estos hermanos es aun más triste que la de un
parapléjico, porque éste no está totalmente paralizado. El todavía tiene
uso de la mente, los ojos, la lengua, etc. Por lo tanto, la condición de
Cristo -- según los hermanos ff/wab -- era aun peor que la del hombre
parapléjico, porque el "Cristo" de ellos no tenía ninguna facultad divina, y no
podía hacer cosa alguna como Dios. Era Dios pero desprovisto de todo
atributo de Dios. Era peor que un parapléjico. Era una especie de "dios
muerto", sin fuerza alguna. Les conviene escribir la palabra "Dios" con
letra miníscula ("dios") como lo hacen los
"testigos".
Tal "Cristo" no
podía haber salvado a nadie. Gracias a Dios, no existe el "Cristo" de estos
hermanos que estaba más paralizado que un
parapléjico.
Objeción
(No. 3): "Christ's miraculous powers shows he did not give up divine
attributes." ("Los poderes
milagrosos de Cristo muestran que El no dejó atributos
divinos").
Respuesta del
hermano: "Those who raise this objection refer in passing to the miracles Jesus
performed, but they particularly refer to John 2:25, 'He knew what was in
man' ... If the apostle Peter could know the thoughts and intents of Ananias and
Sapphira and Simon by the power of the Holy Spirit (Acts 5:1-10; 8:21-23), so
could Christ in the flesh (Mt. 12:28; Lk. 4:14, 18; Acts
10:38)."
Traducción: "Los
que levantan esta objeción se refieren de paso a los milagros que Jesús hizo,
pero en particular se refieren a Juan 2:25, 'él sabía lo que había en el
hombre' ... Si el apóstol Pedro podía saber los pensamientos e intentos de
Ananías y Safira y Simón por el poder del Espíritu Santo (Hech. 5:1-10;
8:21-23), también Cristo, en la carne, podía hacer lo mismo (Mat. 12:28; Luc.
4:14, 18; Hech. 10:38)".
Según esta doctrina falsa, las obras de
Jesucristo eran exactamente como las de los apóstoles y profetas. El apóstol
Pedro tenía la misma capacidad para saber los pensamientos de los hombres
que Jesús tenía. Nos preguntamos: ¿Por
qué no dice Juan (2:24, 25) que Pedro "sabía lo que había en el
hombre"? ¿Por qué no dice Mateo (9:4), "Y conociendo Pedro los
pensamientos de ellos"? Lucas escribió Hech. 5 y 8. ¿Por qué no dijo "Pedro,
entonces, conociendo los pensamientos de ellos"? (Luc. 5:22;
11:17).
Según estos
hermanos los milagros de los apóstoles
eran iguales a los de Cristo. Por lo tanto, si Pedro hubiera dicho que él
también era divino, entonces le convenía al pueblo creerlo, porque hacía las
mismas señales que Jesús hacía. De esa manera Pedro pudiera haber confesado que
él mismo era el Cristo y Tomás pudiera haber dicho a Pedro, "Señor mío, Dios
mío". El argumento de los hermanos ff/wab ayuda al clero romano para probar que
Pedro era, por lo menos, la cabeza de la iglesia aquí en la
tierra.
Objeción (No. 4): "The authority to
forgive sins shows he retained his divine attributes in the flesh."
("La autoridad de perdonar pecados muestra que él retuvo sus atributos
divinos en la carne".)
Respuesta del
hermano: "Jesus, in turn, delegated the power of the forgiveness of sins to his
apostles (Jn. 20:23). The power of the apostles was a delegated authority as
Christ's power had been delegated." (Traducción: "Jesús, en turno, delegó el
poder de perdonar pecados a sus apóstoles, Jn. 20:23. El poder de los
apóstoles fue una autoridad delegada como el poder de Cristo le había sido
delegado".)
Los judíos
entendieron este asunto mucho mejor que estos hermanos. Cuando Cristo dijo
al paralítico, "Hijo, tus pecados te son perdonados", algunos escribas
"cavilaban en sus corazones: ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién
puede perdonar pecados, sino sólo Dios?" (Mar. 2:5-7). Los judíos entendieron perfectamente
que solamente Dios puede perdonar pecados; por eso, el perdonar pecados es un
acto de Dios (Deidad). Cristo, por su propia autoridad, perdonó pecados
cuando vivió como hombre en la tierra, y este acto de perdonar pecados fue una
demostración de sus atributos de
Deidad.
Los apóstoles
podían atar y desatar (Mat. 16:19; 18:18) y perdonar pecados solamente en el
sentido de predicar bajo la dirección del Espíritu Santo los requisitos para obtener el
perdón. De esta manera Pedro usó las "llaves del reino" (Hech. 2, 10).
El clero romano dice que los apóstoles podían perdonar pecados, y los hermanos
ff/wab están de acuerdo con los católicos, pero Dios no ha "delegado" a ningún
hombre la autoridad de perdonar pecados. Tampoco le da a hombre alguno el
poder de conocer el corazón de la gente. Los apóstoles no eran confesores con el
poder de absolver pecados.
Objeción
(No. 5): "Christ retained his divine attributes because he accepted
worship." ("Cristo retuvo sus
atributos divinos porque él aceptó la adoración".)
Respuesta del
hermano: "He accepted worship because he was in fact the person of God." ("El
aceptó la adoración porque él era en realidad la persona de
Dios").
Este punto es muy
importante. Cristo fue adorado muchas veces porque El demostraba los atributos divinos continuamente
durante su ministerio. La Biblia no habla como hablan los hermanos ff/wab (1
Ped. 4:11). No dice que Jesucristo era "la persona de Dios", sino que es
Dios (Jn. 1:1,2; Rom. 9:5; Tito 2:13; 2 Ped. 1:1). Alguna "persona" sin los atributos de
Deidad no es Deidad, y no puede ser adorado (Mat. 4:11), pero Cristo
demostró día tras día, en toda
manera posible, los atributos de Deidad.
Objeción (No. 6): "Col. 2:9, 'For in Him
dwelleth all the fulness of the Godhead bodily." ("Col. 2:9, 'Porque en él
habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad'".)
Respuesta del
hermano: "In Col. 2:9 Paul describes the glorified Christ, his state after his
resurrection and exaltation. Paul is not describing the divine attributes of
Christ in the flesh on earth." ("En Col. 2:9 Pablo describe al Cristo
glorificado. Pablo no está describiendo los atributos divinos de Cristo en la
carne en la tierra".)
¿Dónde aprendió
esto el hermano? El niega lo que Pablo afirma. ¿Sabrá más que Pablo?
¿Dónde dice Pablo que la plenitud de la Deidad no habitó corporalmente en
Cristo antes de su resurrección, sino solamente después. Es
precisamente lo que los gnósticos creían. Negaron que Cristo podía
ocupar un cuerpo físico (1 Jn. 4:1-4). El argumento de Pablo hubiera sido
completamente inútil si lo hubiera aplicado solamente a Cristo después de
su resurrección.
La verdad es que
la plenitud de la Deidad habita eternamente en Cristo y es en extremo absurdo
decir que ésta dejó de habitar en El durante treinta y tres
años.
Otra objeción a esta falsa doctrina (no
mencionada por el hermano): ¡Cristo es eterno! El dice (Jn. 8:24, 58), "si
no creéis que yo soy, en
vuestros pecados moriréis ... antes que Abraham fuese yo soy". El nombre YO SOY es el nombre de Dios (Ex. 3:14).
Indica su naturaleza eterna e independiente. Existe por sí solo. "Yo soy el
Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de
venir, el Todopoderoso" (Apoc. 1:8, 17; 22:13). Cristo no dejó de ser eterno durante unos
treinta y tres años. No era eterno "de vez en cuando". ¿Cómo podía Cristo ser
eterno y dejar de ser eterno por treinta y tres años y luego volver a ser
eterno? Cristo es eterno e inmutable (Heb. 13:8).
Otra objeción a esta falsa doctrina (no
mencionada por el hermano): Cuando el pueblo conoció a Cristo, conoció al Padre
(Jn. 8:19), cuando vio a Cristo, vio al Padre (Jn.
14:9).
Los hermanos
ff/wab simple y sencillamente no entienden el nombre "Hijo de Dios". Cristo
no es "Hijo" en el sentido de "descendiente". El no fue creado como dicen
los "testigos". El no comenzó a existir cuando Jesús nació de María. Cristo es
eterno. "Hijo de Dios" significa "lo mismo" que Dios, o "igual" a Dios" (Jn.
5:18). Al decir que Dios era su Padre decía que El (Cristo) era (es) Dios. Los
judíos entendieron esto. "Yo y el Padre uno somos. Entonces los judíos
volvieron a tomar piedras para apedrearle ... te apedreamos ... por la
blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios" (Jn. 10:30-33).
Cuando Cristo dijo que Dios era su Padre, El decía que El (Cristo) era Dios, y
así los judíos le entendieron.
¿Con qué
"prueban" estos hermanos su teoría? No la prueban y no la pueden
probar. El argumento entero de
ellos se basa en una interpretación torcida de Fil. 2:7. Que el Señor permita
que examinen con más cuidado lo que están diciendo y que se arrepientan de esta
herejía. Estos hermanos no traen la
doctrina de Cristo y no debe haber comunión con ellos (2 Jn. 9-11) hasta que
abandonen su error. La división es cosa terrible y triste, pero el error o
divide la iglesia o la corrompe. Por lo tanto, Pablo dice, "Mas os ruego,
hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en
contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de
ellos" (Rom. 16:17). Esperamos que este error nunca se enseñe en los países
latinos, pero lamentablemente casi todo
error originado en la iglesia de los Estados Unidos llega tarde o temprano a
otros países. Por lo tanto, es necesario enseñar la verdad sobre este tema y
denunciar fuertemente la herejía de los hermanos
ff/wab.
"Examinaos a
vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis
a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis
reprobados?" (2 Cor. 13:5).
Posdata
(agosto de 1995)
En un debate
público que se llevó a cabo en junio de 1995 el principal proponente de esta
herejía (John Welch) va de mal en
peor, afirmando (1) (20-6-95) que Jesús fue creado (doctrina de los testigos del
Atalaya); (2) (23-6-95) que sólo Dios es inmortal; que Cristo era inmortal antes de venir a la tierra,
pero que llegó a ser mortal cuando vino a la tierra; y (3) (23-6-95) que el espíritu de Cristo murió en la cruz.
Esta herejía ha llevado a estos hermanos muy lejos de la verdad.
"Dios no
puede morir"
Se afirmó que el
"espíritu" de Cristo murió para probar que El había dejado sus atributos divinos
(por ende, su inmortalidad)
en el
cielo. Se afirmó que Dios no puede morir, pero que Cristo sí murió. Lo que han
"probado" con este argumento, sin embargo, es que Cristo no
es Dios
(niegan su Deidad).
Desde luego, Dios
no puede morir porque El es Espíritu (4:24). El cuerpo de Jesús murió, pero su
Espíritu no murió. Tampoco puede morir el espíritu del hombre (Mat. 10:28), pues
la muerte es solamente la separación del espíritu del cuerpo (Sant.
2:26).
Cristo no
tuvo dos espíritus
Cristo
-- el Verbo, Dios, Espíritu -- fue hecho
carne
(llegó a ser hombre). Para esto no era necesario que El tuviera espíritu humano,
porque ya era Espíritu. Dios es Espíritu (4:24) y el hombre es
espíritu (con cuerpo). ¿De dónde
vino el espíritu del hombre? "Creó Dios al hombre a su imagen" (Gén. 1:27).
Somos "linaje de Dios" (Hech. 17:29). Dios es el "Padre de los espíritus" (Heb.
12:9). Dios "forma el espíritu del hombre dentro de él" (Zac. 12:1). Al morir el
cuerpo del hombre, su espíritu vuelve a Dios quien lo dio (Ecles. 12:7). Los que
mueren en el Señor son "los espíritus de los justos hechos perfectos" en el
cielo (Heb. 12:23).
Al entender y
creer esta verdad (que el hombre es espíritu), no es difícil creer en la encarnación de
Cristo. Cristo (Espíritu) vino a ser hombre (que es espíritu con cuerpo
físico). Algunos dicen que Jesús tuvo que tener dos espíritus, que aparte de
tener Espíritu divino también tuvo espíritu humano, pero la encarnación de Cristo no requería dos
espíritus.
Debido a la
estrecha identidad y afinidad entre Dios y el espíritu del hombre, no era nada difícil que Cristo desempeñara el papel
humano. Cristo es el Creador (1:3) del espíritu humano; ¿le sería difícil, pues, hacer el papel de
ese espíritu que El mismo creó? Claro que no. Desde luego, este es un tema
muy profundo que la mente finita no puede comprender a fondo, pero lo importante
es que todos crean en la encarnación
de Cristo y que no salgan con teorías y especulaciones humanas. "Bienaventurado
es el que no halle tropiezo en mí" (Mat. 11:6).
-- y habitó entre
nosotros -- En Cristo Dios llegó a
ser hombre, vivía y trabajaba entre los hombres, enseñaba a las multitudes,
discutía con los líderes religiosos, sanaba a los enfermos, consolaba a los
dolientes, lloraba porque tenía mucha compasión de la gente ... y de esa manera
reveló al Padre. Al conocer a Cristo conocemos a Dios. El es Emanuel, Dios con
nosotros.
Literalmente, El
levantó su tienda o tabernáculo entre nosotros. El tabernáculo del Antiguo
Testamento era la morada de Dios en el desierto. Esta expresión era muy
significativa para el pueblo de Israel, porque Dios habitó entre ellos en ese
tabernáculo y después en el templo (Ex. 40:34; 1 Reyes 8:11). Jesús dijo que su
cuerpo era el templo (2:19-21).
-- (y vimos su
gloria, -- Los apóstoles y
discípulos de Jesús vieron su gloria en su vida perfecta y en todas sus obras, y
Juan, Jacobo y Pedro vieron una manifestación especial de la gloria de Cristo
cuando fue transfigurado (Mat. 17:1, 2; Luc. 9:32; 2 Ped. 1:16-18).
-- gloria como
del unigénito del Padre), -- 1:14,
18; 3:16, 18). La palabra unigénito
no tiene nada que ver con su nacimiento de María. Desde luego, no tiene nada que
ver con el concepto de origen, porque siendo Dios eterno no tuvo origen. Es término significativo
empleado por Juan para afirmar la relación estrecha y única que Cristo
gozaba con el Padre. El está y siempre ha estado "en el seno del Padre". "En el
principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios" (1:1).
Así pues, el
término monogenes, unigénito, no se
refiere a la encarnación sino a la relación eterna de Cristo con el Padre.
Significa el único de esa clase.
Abraham "ofrecía su unigénito" (Heb. 11:17), es decir, a Isaac, porque éste era
el único heredero. Ismael nació primero pero no era el heredero. Al hablar de
Cristo Juan dice monogenes y los
sinópticos usan la palabra agapetos,
amado (Mat. 3:17; 17:5; Mar. 1:11; 9:7; Luc. 3:22), pero Lucas dice monogenes al hablar del "hijo único" de
la viuda de Naín (7:12), de la hija de Jairo ("hija única") (8:42), y del
muchacho endemoniado, "pues es el único que tengo" (9:38). Cristo, pues, es el
único Hijo de Dios porque demostraba
los atributos de Dios. Dios no tiene otro hijo como Cristo. Los cristianos son
hijos de Dios, pero Cristo es el unigénito Hijo de
Dios.
-- lleno de
gracia (en su obra redentora) y de verdad (de su enseñanza). -- 1:16, 17.
1:15, 16
Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que
viene después de mí, es antes de mí (o, tiene un rango más elevado que yo,
LBLA, margen); porque era primero que yo. Porque de su
plenitud (Efes. 1:23; Col. 1:19; 2:9) tomamos todos, (estando unidos con El,
Gál. 3:26, 27, tenemos comunión con El, 1 Cor. 1:9), y gracia sobre gracia (plenitud de
gracia).
1:17 Pues
la ley (con sus tipos, sombras y
figuras, Col. 2:16, 17; Heb. 8:4, 5; 10:1, que era un ministerio de muerte, 2
Cor. 3:7) por medio de Moisés fue dada,
pero la gracia y la verdad (el evangelio, el ministerio de justificación, 2
Cor. 3:9) vinieron por medio de
Jesucristo. -- Este texto enfatiza que el evangelio ("la gracia y la
verdad") es superior a la ley de
Moisés, pero la ley nunca compitió con el evangelio. Más bien, Cristo y los
apóstoles explican ampliamente el papel importante de Moisés y de la ley de
preparar al pueblo para la venida de Cristo. "Si creyeseis a Moisés, me
creeríais a mí, porque de mí escribió él" (5:46).
Aunque gracia
era una de las palabras favoritas de Pablo, Juan no vuelve a usarla, pero
repetidas veces habla de la verdad.
La verdad estaba manifestada en Cristo quien estaba "lleno de gracia y de
verdad" (1:14); "la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo" (1:17);
"digo la verdad" (8:45; 16:7); "Yo soy ... la verdad" (14:6); "para esto he
venido al mundo, para dar testimonio a la verdad" (18:37); "conoceréis la
verdad, y la verdad os hará libres" (8:32); "el que practica la verdad viene a
la luz" (3:21); Cristo enviaría al "Espíritu de verdad" (14:17; 15:26); "él os
guiará a toda la verdad" (16:13) (FP).
1:18 A
Dios nadie le vio jamás (Deut. 4:12;
1 Jn. 4:12, 20); el unigénito Hijo (el
unigénito Dios, LBLA), que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.
-- La traducción de LBLA tiene más apoyo de los manuscritos. "El unigénito Hijo ... Esta es la lectura
del Textus Receptus ... Pero los más antiguos y mejores MSS. griegos (Alef, B,
C, L) leen monogenes theos (Dios
unigénito), que es indudablemente el verdadero texto"
(ATR).
Dios es conocido
por sus maravillosas obras (Rom. 1:20; Sal. 19), pero Cristo "le ha dado a
conocer" perfectamente (8:19; 12:45; 14:9).
1:19 Este
es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y
levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres? -- Juan habla de la multitud (los habitantes en total de
Palestina, principalmente los galileos) y de los judíos, los de Judea y en particular de
Jerusalén que se oponían a Jesús. La multitud, menospreciada por los judíos
(7:49), escuchaba a Jesús y muchos creían en El; aun querían obligarle a ser su
rey (6:15), y cuando Jesús entró en la ciudad de Jerusalén "clamaban: ¡Hosanna!
¡ ... rey de Israel!" (12:13). Los judíos (los escribas y fariseos, los
saduceos, los ancianos, los principales sacerdotes y los doctores o intérpretes
de la ley) eran tenaces en su expectación de un Mesías nacional. Eran los
instigadores y líderes de la oposición contra Jesús que resultó en su
crucifixión. (MRV).
Esto judíos querían saber más acerca de Juan.
Tenían que investigar tales movimientos porque tenían que dar cuenta a los
romanos de cualquier amenaza a la paz. Los romanos daban mucha libertad a las
naciones sojuzgadas, pero insistían en que los gobernantes mantuvieran el buen
orden. Muchísimas personas habían salido de Jerusalén y de toda Judea para
escuchar a Juan y para ser bautizados por él. Entonces ¿quién sería este
bautizador?
-- Este es el
testimonio de Juan -- En una ocasión Jesús preguntó,
"¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?" (Mat. 16:13). El
testimonio de la gente que vio y escuchó a Jesús era muy importante. He aquí el
testimonio acerca de Jesús registrado por Juan en este
libro:
Juan (el autor de este libro) (21:24):
"Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas;
y sabemos que su testimonio es verdadero" (19:34, 35).
Juan el bautista: "el Cordero de Dios
... " (1:29, 36).
Andrés: "Hemos hallado al Mesías (que
traducido es, el Cristo)" (1:41).
Felipe: "Hemos hallado a aquel de quien
escribió Moisés en la ley, así como los profetas"(1:45).
Natanael: "Tú eres el Hijo de Dios; tú
eres el Rey de Israel" (1:49).
María, la madre de Jesús: "Haced todo lo
que os dijere" (2:5). ¿Creía ella que Jesús era simplemente un huésped más? No,
sino que creía que El podía hacer algo extraordinario. También hay que tomar en
cuenta el silencio de María. Ella dio su testimonio no solamente en lo que
decía, sino también en lo que no decía. ¿Qué madre fiel y amorosa no haría todo
lo posible para salvar a su hijo? ¿Qué madre dejaría que su hijo muriera por
causa de una mentira cuando ella sabía la verdad? Cuando "los judíos le
respondieron (a Pilato): Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe
morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios" (19:7), ¿qué dijo María? Si Jesús
no era (es) el Hijo de Dios, entonces María podía haber testificado que lo que
los judíos decían no era cierto, que ella, su madre, sabía perfectamente quién
era su padre y que no era Dios. Con ese testimonio habría salvado la vida de su
hijo.
Nicodemo: "Rabí, sabemos que has venido
de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no
está Dios con él" (3:2). No hay nada que indique que después de este incidente
Nicodemo cambiara de opinión, pues aludió que Jesús tenía derecho a defenderse
(7:50, 51), y ayudó a José de Arimatea en la sepultura del cuerpo de Jesús
(19:39).
Los samaritanos. La mujer: "Señor, me
parece que tú eres profeta" (4:19); "Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo
cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?" (4:29); "Me dijo todo lo que he
hecho" (4:39). Los samaritanos: "Ya no creemos solamente por tu dicho, porque
nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del
mundo, el Cristo" (4:42).
Pedro: "Desde entonces muchos de sus
discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los
doce: ¡Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a
quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna" (6:66-68). Es cierto que en un
momento de flaqueza él negó a Cristo, pero inmediatamente se arrepintió y dedicó
su vida a la proclamación de estas "palabras de vida
eterna".
La multitud estaba dividida. Algunos
eran influenciados por el prejuicio de los líderes de los judíos, pero otros
podían dar un testimonio más objetivo.
-- Después del
milagro de alimentar a los 5000, algunos decían, "¿No es éste Jesús, el hijo de
José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo
he descendido?" (6:42). Aceptaron su milagro pero no podían aceptar su
deidad.
-- "le buscaban
los judíos en la fiesta, y decían: ¿Dónde está aquél? Y había gran murmullo
acerca de él entre la multitud, pues unos decían: Es bueno; pero otros decían:
No, sino que engaña al pueblo" (7:11, 12).
-- "Pues mirad,
habla públicamente, y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido en verdad los
gobernantes que éste es el Cristo?" (7:26).
-- "Y muchos de
la multitud creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales
que las que éste hace?" (7:31).
-- Algunos
decían: "Verdaderamente éste es el profeta. Otros decían: Este es el Cristo.
Pero algunos decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo? ¿No dice la Escritura
que del linaje de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir
el Cristo?" (7:40-43). Estaban divididos pero todos entendían que Jesús no era
como los demás rabinos.
-- La entrada
triunfal: "Grandes multitudes que habían venido a la fiesta, al oír que Jesús
venía a Jerusalén, tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban:
¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!"
(12:12, 13). En esto llegó al colmo de su popularidad.
-- Los judíos
"gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! ¿A vuestro Rey he de crucificar?
Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César"
(19:15).
Los judíos. Al decir judíos Juan hablaba de los de Jerusalén,
principalmente de los líderes hostiles.
-- "Y se
maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado?"
(7:15). Esto indica que ellos reconocían su conocimiento
superior.
-- "Volvió a
haber disensión entre los judíos por estas palabras. Muchos de ellos decían:
Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oís? Decían otros: Estas palabras
no son de endemoniado. ¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos?"
(10:19-21). En esto se condenaban solos, porque reconocían que Jesús había hecho
el milagro de abrir los ojos de los ciegos.
Los
fariseos. también éstos estaban
divididos cuando abrió los ojos del ciego. "Entonces algunos de los fariseos
decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo. Otros
decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y había disensión
entre ellos?" (9:16).
-- después de la
resurrección de Lázaro, "Entonces los principales sacerdotes y los fariseos
reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas
señales" (11:47). No hablaron de una sola señal (la de levantar a Lázaro) sino
de "muchas señales".
-- testifican de
la influencia de Jesús sobre el pueblo, y del temor que sentía en cuanto al
resultado de sus obras. "Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los
romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación"
(11:48).
-- reconocían que
no podían hacer frente a la situación causada por la influencia de Jesús. "Pero
los fariseos dijeron entre sí: Ya veis que no conseguís nada. Mirad, el mundo se
va tras él" (12:19). Estaban muy frustrados.
En resumen, los
fariseos testificaron que Jesús había hecho muchas señales, que su influencia
crecía, y que ellos no habían podido hacer nada para evitarlo. Estaban
persuadidos que su último recurso era matarle. Por eso, desde entonces
comenzaron a llevar a cabo su plan diabólico.
Los alguaciles. "Los alguaciles vinieron a los
principales sacerdotes y a los fariseos; y éstos les dijeron: ¿Por qué no le
habéis traído? Los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como
este hombre!" (7:45-52). Estas palabras provocaron una reacción fuerte de parte
de los fariseos. "Entonces los fariseos les respondieron: ¿También vosotros
habéis sido engañados? ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de
los fariseos? ... Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado
profeta".
El hombre que nació ciego. 9:17, "¿Qué
dices tú del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es profeta". Los padres
confirmaron que su hijo había nacido ciego. Entonces los fariseos dijeron, 9:24,
"Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es pecador. 9:25, Entonces él
respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido
ciego, ahora veo".
Marta: "Mas también sé ahora que todo lo
que pidas a Dios, Dios te lo dará" (11:22).
-- "Yo soy la
resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo
aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Le dijo: Sí,
Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al
mundo" (11:25-27).
Los discípulos. Después del discurso
final de los capítulos 14-16, 16:30, "Ahora entendemos que sabes todas las
cosas, y no necesitas que nadie te pregunte; por esto creemos que has salido de
Dios".
Pilato. 18:38, "Yo no hallo en él ningún
delito". 19:4, "ningún delito hallo en él". 19:6, "yo no hallo delito en
él".
Tomás. 20:25, "Si no viere en sus manos
la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere
mi mano en su costado, no creeré". 20:28, "¡Señor mío, y Dios mío!" (Esta lista
preparada por HH).
1:20
Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo. -- Si hubiera dicho que era el Profeta o el Mesías,
muchos lo habrían aceptado. El que los oficiales hubieran enviado para
investigarlo testifica de su popularidad. Recuérdese que años después, aun en
Efeso, Juan tenía discípulos (Hech. 18:25; 19:3).
1:21 Y le
preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. -- En base a Mal. 4:5, los judíos esperaban que Elías
volviera en persona. El sí vino en
persona cuando Jesús fue transfigurado (Mat. 17:10), pero este evento no fue el
cumplimiento de la profecía de Malaquías. Jesús dijo acerca de Juan que "él es
aquel Elías que había de venir" (Mat. 11:14; 17:12, 13), porque iba "delante de
él con el espíritu y el poder de Elías" (Juan era, pues, Elías en espíritu) (Luc. 1:17), pero no le
tocó a Juan contestar que "Sí, yo soy
Elías, y yo cumplí la profecía de Mal. 4:5", porque él no era literalmente Elías
(Elías en persona).
-- ¿Eres tú el
profeta? (Deut. 18:15, 18) Y respondió: No. -- No Juan sino
Cristo cumplió esta profecía (Hech. 3:22, 23).
1:22-25 Le
dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué
dices de ti mismo? Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto:
Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías (40:3,
Esta profecía fue citada por Mateo, Marcos y Lucas). Y los que habían sido enviados eran de los
fariseos. (Los fariseos tenían mucho interés en los lavamientos externos
como se ve en Mateo 15:2; 23:25; tal vez por esa razón querían saber más acerca
del bautismo de Juan). Y le preguntaron,
y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el
profeta? -- Estos hubieran tenido plena autoridad para bautizar, pero ¿con
qué propósito bautizaría Juan y cuál sería la naturaleza de este lavamiento?
Esta pregunta muestra que consideraban el bautismo de Juan como un nuevo rito,
desconocido por ellos. Algunos comentaristas hablan del bautismo de prosélitos
pero, en primer lugar, no hay evidencia clara de que tal práctica existiera y,
en segundo lugar, Juan no bautizaba a los gentiles sino a los
judíos.
1:26 Juan
les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a
quien vosotros no conocéis. -- Omítase la palabra mas; LBLA dice pero (con letra cursiva para indicar que
no traduce una palabra griega). Ellos preguntan "¿Por qué, pues, bautizas?" El
significado de su respuesta es que él bautizaba porque el Mesías estaba allí en medio de
ellos, y el bautismo de Juan lo anunciaba. El bautismo de Juan era autorizado,
pues, por el Mesías.
1:27 Este
es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno
de desatar la correa del calzado. -- Cuando "Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para
ser bautizado por él", éste no sabía que Jesús era el Mesías, pero sí sabía que
no era un pecador y, por eso, no se sentía digno de bautizarlo (Mat. 3:13, 14).
Jesús también bautizaba (3:22; 4:1) y con todo gusto Juan hubiera aceptado que
Jesús lo bautizara a él ("yo necesito ser bautizado por ti", Mat. 3:14). Estos
textos enfatizan que Jesús no tenía pecado (1 Ped. 2:22; Heb. 4:15), y que
aunque Juan gozaba de mucha aceptación con el pueblo, Jesús era mayor que él).
1:28 Estas
cosas sucedieron en Betábara (Betania, LBLA, pero no la Betania en donde vivían Lázaro y sus
hermanas), al otro lado del Jordán,
donde Juan estaba bautizando.
1:29 El
siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de
Dios, que quita el pecado del mundo. -- 1:36; Apoc. 5:6, 8, 13; 6:16; 7:9; 12:11). Cristo fue
llamado "el Cordero de Dios" porque, como los textos del Apocalipsis explican,
sería inmolado. Esto cumplió la profecía de Isa. 53:7, 10, 12, pero el pueblo no
entendía ese texto. El etíope "había venido a Jerusalén para adorar" y, sin
duda, había leído Isa. 53 muchas veces, pero no sabía de quién hablaría el
profeta (Hech. 8:30-34).
1:30 Este
es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón (hombre,
LBLA; este término enfatiza la humanidad de Cristo), el cual es antes de mí; porque era
primero que yo. -- 1:15. En cuanto a su obra, Juan vino primero, pero aquí
otra vez enfatiza la preexistencia de Jesús (su
eternidad).
1:31 Y yo
no le conocía; -- Desde luego le
conocía (Luc. 1:36), pero no le conocía como el Mesías, el Hijo de
Dios.
-- mas para que
fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua. --
Aquí vemos otro propósito del
bautismo de Juan. No solamente bautizaba a la gente para remisión de pecados,
sino que también era testigo de la deidad de Cristo.
1:32
También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo
como paloma, y permaneció sobre él. -- Mat. 3:16; Mar. 1:10; Luc. 3:22. Recibió instrucción
de "el que me envió a bautizar" y vio
al Espíritu que descendía del cielo como paloma. Por eso, el testimonio de Juan
no se basó en su opinión, sino en una revelación de Dios y en lo que
vio.
1:33 Y yo
no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre
quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza
con el Espíritu Santo. -- Mat. 3:11;
Luc. 3:16. Era necesario que formal y oficialmente Dios le confirmara a Juan la
deidad de Jesús. Sin duda, Juan y otros sabían mucho acerca de Jesús (Juan sabía
que Jesús no tenía pecado), pero era indispensable que Dios le indicara de
manera indubitable que Jesús era el Hijo de Dios. Ahora, con esta experiencia,
Juan estaba sumamente calificado como testigo y, por eso, un representante de
El.
Cristo bautizaría con el Espíritu Santo después de
ascender al cielo (Hech. 1:5, 8; 2:1-4; 10:44; 11:15-17).
1:34 Y yo
le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios. -- Juan era el precursor y pregonero de Cristo, pero no
lo anunció como Mesías político, sino como el Hijo de Dios. No predicó que el
Mesías conquistaría los ejércitos de los romanos, sino que sería ofrecido como
Cordero por los pecados del mundo. Los que escuchen a Juan aceptarán a
Jesucristo como el Salvador del mundo.
1:35, 36
El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. Y mirando a
Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios. -- Juan ya había dicho públicamente que Jesús era el
Cordero de Dios (1:29), pero ahora lo dice a dos de sus discípulos, porque el
éxito del ministerio de Juan dependía de que sus discípulos llegaran a ser
discípulos de Cristo.
1:37 Le
oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús. -- Esto fue precisamente el plan y propósito de Juan. Si
los discípulos de Juan hubieran insistido en ser "bautistas" en lugar de
cristianos, él habría fallado completamente. ¿Qué significa ser discípulo de
Cristo? (1) Oírle hablar y (2) seguirle.
1:38 Y
volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis?
( o ¿Qué queréis?) Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es,
Maestro), -- Juan traduce los términos judaicos y arameos para el beneficio
de los lectores gentiles. Al principio los discípulos le llamaron Rabí, pues todavía no le conocían bien,
pero después le llamaron Señor
(FP).
¿dónde
moras? --
1:39 Les
dijo: Venid y ved (Mat. 7:7). Fueron, y vieron donde moraba, y se
quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima -- Al comparar los
otros textos en los que Juan especifica el tiempo (4:6, 52; 11:9; y, en
particular, 19:14) concluimos que Juan daba la hora según el tiempo romano. Mar.
15:25 dice que "Era la hora tercera cuando le crucificaron", pero Jn 19:14 dice,
"Era ... como la hora sexta. Entonces (Pilato) dijo a los judíos: ¡He aquí
vuestro rey!" Pilato entregó a Jesús para ser crucificado a la hora sexta,
tiempo romano, es decir, a las seis de la mañana, y fue crucificado a "la hora
tercera", tiempo judío, es decir, a las nueve de la
mañana.
1:40, 41
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y
habían seguido a Jesús. Este halló primero a su hermano Simón, --
¿primero que qué? ¿era el primero
que encontró a Pedro? o ¿que lo encontró antes de que el otro discípulo -- que
no se nombra aquí -- encontrara a su hermano?
-- y le dijo:
Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo, palabra griega; en castellano, ungido). -- Al hallar a su hermano y decirle
de Cristo, Andrés hizo una obra muy importante.
1:42 Y le
trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón (su nombre hebreo), hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas
(que quiere decir, Pedro, nombre griego). -- Su verdadero nombre (Cefas) se
usaba poco (1 Cor. 1:12; 9:5; 15:5; Gál. 2:9). Desde este momento sería Pedro,
aunque le costara mucho trabajo merecer el nombre.
1:43, 44
El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme
(Mat. 4:19-22; 8:22; 19:21). Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de
Andrés y Pedro. -- Mat. 8:14; Mar. 1:29; Luc. 4:38 dicen que eran de
Capernaúm, pero originalmente eran de Betsaida.
1:45, 46
Felipe halló a Natanael (como Andrés
encontró a Pedro), -- Puesto que en
los sinópticos Felipe se menciona con Bartolomé (Mat. 10:3; Mar. 3:18; Luc.
6:14), probablemente Natanael (nombre) es Bartolomé (Bar o hijo de Tholmai, que
es como apellido; los que se designaban como bar (hijo) de alguien, comúnmente tenían
otro nombre (Mat. 16:17, Simón, hijo de Jonás). Juan no menciona a Bartolomé. y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien
escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de
Nazaret. Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? (¿El
Mesías podría venir de un lugar tan insignificante?) Le dijo Felipe: Ven y ve. -- 4:23. La
investigación quita el prejuicio (JWM).
1:47
Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero
israelita (Rom. 2:28, 29), en quien no hay engaño (Luc. 8:15). -- Este es otro de los muchos textos
que revelan la omnisciencia de Cristo. Los que dicen que al venir a la tierra
Cristo se despojó de sus atributos divinos y, por eso, que Cristo no era omnisciente. Pero véanse 2:24, 25; 4:29;
7:64; 11:14; Mat. 9:4; 12:25; Luc. 5:22; 11:17, y muchos otros
semejantes.
1:48-50 Le
dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe
te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. -- De lejos, y sin haber sabido nada de él, Jesús lo
conocía perfectamente (2:24, 25). Tenía conocimiento perfecto (21:17). Era
omnisciente. Respondió Natanael y le
dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel (es decir, el
Mesías que restituiría el reino de Israel, Hech. 1:7). Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te
dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. --
Natanael llegó a ser un fiel apóstol de Cristo y era testigo de sus
maravillosas obras y enseñanzas.
1:51 Y le
dijo: De cierto, de cierto (amén, amén) os digo: -- Esta es la primera de las veinte cinco veces que este
doble amén se usa en este libro para
enfatizar alguna verdad. De aquí
adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden
(Gén. 28:12, Jacob "soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en
tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y
descendían por ella". Cristo es la escalera entre el cielo y la tierra. Estando
aquí en la tierra Jesús tenía comunicación continua con el Padre, y toda
comunicación entre los cristianos y Dios tiene que ser a través de Cristo,
14:6) sobre el Hijo del Hombre (Dan.
7:13sig.) -- Este es el nombre
favorito de Jesús para sí mismo. Es el nombre del Mesías y enfatiza que como
hombre Cristo representaba al Padre.
Juan dijo que
Cristo era el Cordero de Dios y el Hijo de Dios; Andrés dijo que era el Mesías;
Felipe dijo que era aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los
profetas; Natanael dice que El es el Rey de Israel. Jesús se refiere a sí mismo
como el Hijo del Hombre.
* * * * *
* * * * *
Juan
2
2:1 Al
tercer día -- después de llamar a
Felipe y Natanael (1:43, 47).
-- se hicieron
unas bodas (fiesta de bodas, véase
Mat. 22:2, 8) en Caná de Galilea; y
estaba allí la madre de Jesús. -- Juan no dice que María fue invitada, sino
que "estaba allí". Obviamente María era muy amiga (tal vez pariente) de la
familia que celebró la boda, porque compartió la responsabilidad de servir a los
invitados.
2:2 Y
fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. -- Jesús no practicaba la vida monástica; en lugar de
aislarse, El era "el Hijo del Hombre, que come y bebe" (Mat. 11:19). Desde
luego, no era "un hombre comilón y bebedor de vino", como le acusaron, pero
estos textos indican que Jesús no llevaba una vida ascética como monje, sino que
libremente se asociaba con la gente. ("Ascetismo, Vida consagrada a los
ejercicios piadosos. Doctrina que prescribe una vida austera, la renuncia a las
cosas terrenas y a los placeres", Larousse; compárese Col. 2:20-23). En esta
ocasión El y sus discípulos fueron invitados a las bodas y aceptaron la
invitación (compárese Luc. 5:29). Después el apóstol Pablo escribió, "Gozaos con
los que se gozan; llorad con los que lloran" (Rom. 12:15). Jesús dio
instrucciones a sus discípulos en cuanto a su conducta "cuando fueres convidado
por alguno a bodas" (Luc. 14:8-11).
En esta ocasión
Jesús honró el matrimonio con su
presencia y con un milagro. El matrimonio es de Dios (Gén. 2:24; Mat. 19:4-6) y
es una de las más grandes bendiciones que Dios ha dado al hombre. Pablo compara
la relación entre el marido y su esposa con la de Cristo y su iglesia (Efes.
5:22-32).
Muchas personas aceptan la invitación a las bodas de
personas que no deben casarse (Mat. 5:32; Mat. 19:9), pero Jesús no habría
aceptado la invitación a esa boda si hubiera sido una relación adúltera. Los que
quieran invitar a Jesús a sus bodas deben respetar sus enseñanzas sobre el
matrimonio.
2:3 Y
faltando el vino, -- ¡Fue una
emergencia social! En esa cultura si el vino se hubiera acabado totalmente,
habría sido un desastre social, un insulto para los convidados, y los
anfitriones habrían sido arruinados socialmente.
-- la madre de
Jesús le dijo: No tienen vino. -- María tenía mucha confianza en Jesús. ¿Por qué no
despachó a los que servían para que pidieran vino de los vecinos? Recordemos
tales textos como Luc. 1:26-38; 2:41-51 y como "su madre guardaba todas estas
cosas en su corazón"; sin duda ella habrá sabido del testimonio de Juan el
bautista acerca de Jesús; del descenso del Espíritu Santo como paloma sobre El,
y la voz del cielo que proclamó que "Este es mi Hijo amado, en quien tengo
complacencia" (Mat. 3:16), como también del testimonio de sus discípulos que
ahora le acompañaban. Seguramente ella no esperaba ayuda ordinaria de
Jesús.
2:4 Mujer
-- Si esto nos suena irrespetuoso, recordemos Jn. 19:26,
cuando en la cruz Jesús dijo a su madre, "Mujer, he ahí tu hijo". No había falta
de respeto en llamarle "mujer". Véanse también 20:13, 15;
4:21.
-- ¿qué tienes conmigo? -- literalmente,
"¿qué a ti y a mí?" ¿Qué tenemos en común con respecto a esto? Jesús "estaba
sujeto" a José y María (Luc. 2:51), pero El está entrando de lleno a lo que
sería su ministerio y ahora ella tiene que estar sujeta a El como su Señor y
Salvador. Ella no tenía nada que ver con el uso de sus poderes divinos, y
durante todo su ministerio Jesús nunca recibió directivas de ella. Jesús "sabía
lo que había de hacer" (compárese 6:6).
-- Aún no ha
venido mi hora. -- En algunos textos
(7:30; 8:20, 12:23; 13:1) esta expresión se refiere a la crisis y clímax de su
vida, la hora de su muerte. Hasta que llegara su hora los judíos no pudieron prenderle
("Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos
contra mí; mas esta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas", Luc.
22:53). Sin embargo, aquí (2:4) parece que su hora se refiere a la hora de manifestar su gloria (ver. 11). En el
momento apropiado El haría lo que quería hacer, pero su madre no tenía nada que
ver con esa decisión.
2:5 Su
madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. -- Para los que servían Jesús era simplemente uno de los
convidados y no hubieran esperado recibir órdenes de El. Por eso, María les
instruye de esta manera, indicando que esperaba la intervención de Jesús.
Moisés dijo la misma cosa que María: "A él oiréis en
todas las cosas que os hable; y toda alma que no oiga a aquel profeta, será
desarraigada del pueblo" (Hech. 3:22, 23).
Sobre todo, el
Padre lo dijo: "A él oíd" (Mat. 17:5).
¡Qué buen
consejo, pues, dio la madre de Jesús! ¡Qué bueno si todo el mundo aceptara su
consejo! Si queremos sus favores, debemos obedecer sus órdenes. Cada palabra de
María tuvo importancia y contiene una lección para
nosotros:
1. "Haced". Los
que han caído bajo la influencia del calvinismo enseñan que el hombre obtiene la
salvación por medio de la fe sola y, por eso, no quieren saber nada de "hacer".
El consejo de María es bueno: "Haced" lo que Jesús manda.
2. "todo". "Haced
todo lo que os dijere". Los
discípulos de Cristo no deben escoger ciertas partes de la enseñanza de Jesús
para obedecerlas y dejar las que no les convengan. La obediencia parcial no es
obediencia, sino desobediencia.
3. "lo que". No
"algo semejante" y no "el espíritu de lo que El dice", sino "lo que" que El
dice. No nos toca substituir "lo que" Jesús enseña por lo que opinemos o por lo
que los hombres enseñen (Mat. 15:8, 9).
4. "os". En
cuanto a la enseñanza de Jesús el pronombre "os" abarca a todo el
mundo.
5. "dijere".
Cristo nos ha hablado para revelarnos su voluntad; el Nuevo Testamento es su
palabra. Lo que no ha dicho no tiene autoridad. Algo semejante a lo que El dicho
no tiene autoridad. "Dios ... nos ha hablado por el Hijo" (Heb. 1:1, 2). Por
eso, "Haced todo lo que os dijere". Cristo habla a todos. Da instrucciones para
todos: en cuanto al plan de salvación, la vida cristiana, los deberes
domésticos; en fin, El nos instruye en todas las cosas que pertenecen a la vida
y la piedad (2 Ped. 1:3).
2:6 Y
estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la
purificación de los judíos, -- Mat.
15:2; Mar. 7:3, 4. Estas tinajas no eran "para vino" sino "para agua"; es decir,
no había algo de vino en el fondo de ellas que pudiera haber dado el sabor de
vino al agua.
-- en cada una de
las cuales cabían dos o tres cántaros. -- "Un cántaro equivale a unos 40 litros" (LBLA, margen). Este detalle se menciona para
enfatizar la gran cantidad de agua que Jesús convirtió en vino (unos 150 galones
aproximadamente). Compárese el milagro de alimentar a los 5000 varones,
6:10.
2:7 Jesús
les dijo: Llenad estas tinajas de agua. -- Esto es un ejemplo de obedecer sin entender. Los que
hicieron esto no eran esclavos, sino "los que servían" (diakonois, ayudantes, asistentes). Las
tinajas no fueron llenadas por los discípulos de Jesús, sino por "los que
servían" (personas escogidas por el esposo u otros encargados). El agua no vino
de alguna fuente desconocida. Estos detalles sirven para eliminar cualquier duda
en cuanto a la veracidad del milagro.
-- Y las llenaron
hasta arriba. -- ¿Con qué propósito
habrían de llenar las tinajas de agua? De esa manera no sería posible agregar nada al agua.
2:8
Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. --
Sin ceremonia, con la pura fuerza de
su divina voluntad, Jesús cambió el agua en vino, demostrando que El es Dios de
la naturaleza, Dios de la materia.
Moisés hizo la señal de transformar el agua en
sangre. Jesús hizo la señal de transformar el agua en vino.
2:9, 10
Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era,
aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, y le
dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho,
entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora.
¿Qué habrá respondido el esposo?
Juan no dice, pero obviamente él habrá dicho, "Pero, yo no hice tal cosa, y no
puedo explicar este fenómeno".
-- el buen vino -- ¡He aquí el testimonio
de un hombre que confirmó el milagro sin
saber que fue milagro! El maestresala no sabía lo que había pasado. No sabía
nada de la orden de llenar las tinajas con agua. Lo que sí sabía fue que lo que
tomaba no solamente era vino sino "buen vino". Con esto él autentificó o
acreditó el milagro. Las obras de Jesús hablan por sí solas. Por su parte el
maestresala creía que alguien había cometido un error. Pero ¿qué habrá pensado
el esposo? No entendería este fenómeno, pero sí sabía que no había guardado el
mejor vino para servirlo después de que los huéspedes hubieran bebido
mucho.
El maestresala
probó el agua hecha vino; es decir, él se dio cuenta de la substancia y el
sabor del vino. Ya no era agua sino vino. (No es así en
la llamada transubstanciación, porque
cuando el sacerdote prueba el vino -- que, según la Iglesia Católica Romana, al
ser bendecido llega a ser literalmente la sangre de Cristo -- no tiene sabor de
sangre sino de vino).
-- ya han bebido mucho -- Algunos han
concluido que los que "ya han bebido mucho" no podían distinguir entre vino
bueno y vino malo por estar medio ebrios, pero en realidad él simplemente habló
de la práctica común y conocida por todos, de que normalmente el mejor vino se
sirve primero y el inferior después. Así era la costumbre, pero en esa ocasión
no se siguió la costumbre, sino que no se sirvió el buen vino al principio de la
celebración.
El que predique
sobre este evento debe tener cuidado de no acusar a Jesús de promover la
borrachera. El Espíritu Santo describió la maldad y la maldición de bebidas
intoxicantes (Prov. 20:1; 23:31; Isa. 22:12-14). ¿Hemos de creer que Jesús hizo
vino de esa clase? La Biblia habla de la bendición que trae el vino (Sal.
104:15; Isa. 55:1; 65:8), pero no se puede probar que el vino que Jesús hizo era
intoxicante.
¡Tenga cuidado!
Si se afirma (1) que la expresión "ya han bebido mucho" significa que los
huéspedes estaban medio ebrios, y (2) que Jesús produjo vino intoxicante,
entonces (3) la conclusión ineludible sería que Jesús produjo más vino intoxicante para que los huéspedes medio ebrios se emborracharan
más.
La palabra oinos puede significar la uva misma
(como también el jugo de uva o el vino fermentado). Véanse Joel 3:18 y Amos
9:13, (LBLA), "los montes destilarán
vino dulce"; Jer. 48:33, "el vino de los lagares". La palabra hebrea yayin se usa de la uva y del jugo de la
uva en cualquier estado.
Para mucha gente
moderna "el buen vino" es el más intoxicante, pero esto solamente demuestra su
prejuicio. Para la gente de aquel
tiempo el buen vino era el vino más puro, más fresco y
dulce.
Varios escritores
antiguos (no judíos ni cristianos) hablan del vino que no es intoxicante y
también hablan de métodos de conservar el jugo de uva para evitar la
fermentación.
2:11 Este
principio de señales hizo Jesús -- Jesús mismo era el milagro más grande de todos (MH),
pero este fue el principio de las señales que hizo Jesús. Este milagro fue el principio de las señales, y la última (y
principal) señal fue su sepultura y resurrección (Mat. 12:39,
40).
Las obras
apócrifas del catolicismo que hablan de los milagros de la niñez o juventud de
Jesús son puras fábulas y deben ser
rechazadas. Dice Juan que este milagro fue el "principio" de las señales que
Jesús hizo. Sus señales comienzan ahora porque su predicación comienza ahora,
pues las señales convencían a los sinceros de que Jesús era el Hijo de Dios y,
por eso, debería ser escuchado y obedecido.
La palabra
"señal" quiere decir "marca, indicación, prenda". Las señales de Jesús eran
prendas de autoridad y poder divinos. Sus señales dicen algo: ¡manifiestan su
gloria! Tienen su mensaje (que Cristo es el Hijo de Dios), y este mensaje debe
ser oído, creído y obedecido, pero el mensaje de las señales no fue escuchado
por los que tenían sus ojos cerrados y sus oídos tapados (Mat.
13:15).
Juan relata siete
señales hechas por Jesús: 2:1-11, convirtió el agua en vino; 4:46-54, sanó al
hijo de un noble; 5:1-9, sanó al paralítico; 6:1-14, alimentó a los 5000;
6:12-21, anduvo sobre el mar; 9:1-12, restauró la vista al ciego; y 11:39-44,
levantó a Lázaro de entre los muertos. Las señales físicas demostraban verdades
espirituales: p. ej., Jesús sanó el cuerpo enfermo para que la gente creyera que
El es Buen Médico del alma enferma; dio pan físico a la multitud para que
creyeran que El es el Pan de vida; levantó a los muertos para que la gente
creyera que El era la "resurrección y la vida", etc.
-- en Caná de Galilea, -- un lugar nada prominente ni
importante según los judíos (los de Judea).
-- y manifestó su
gloria; -- su potencia divina, 1:14.
Cristo, el Creador (1:3) que hizo la vid por la cual el agua pasa para formar la
uva, puede transformar el agua en vino sin la vid.
-- y sus
discípulos creyeron en él. -- Juan no registró este evento
simplemente como una historia interesante, pues ni siquiera escribió los nombres
de los novios, sino como una señal,
para que la gente creyera en El (1:12;
2:23; 20:30, 31). Lamentablemente, "a pesar de que había hecho tantas
señales delante de ellos, no creían en él" (12:37).
2:12 --
Después de esto descendieron a Capernaum, -- Mateo habla de Capernaum como la ciudad de Jesús
(Mat. 9:1, "vino a su ciudad"). Hizo muchas señales en esta ciudad (Mat.
11:23).
-- él, su madre,
sus hermanos (adelphoi) -- La
lectura objetiva de estas palabras bíblicas convencerá a cualquiera que, como
Jesús tenía madre, también tenía hermanos uterinos. Sus nombres eran Jacobo
(Santiago), José, Judas y Simón (Mar. 6:3). Pero la Iglesia Católica Romana,
para "comprobar" su dogma de la supuesta virginidad perpetua de María enseña que
la palabra hermanos significa parientes o primos. Sin embargo, Mateo no dice anepsioi (primos) ni sungeneis (parientes), sino adelphoi (hermanos). Mateo 1:24, 25, hablando de José,
dice, "recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo
primogénito", dando a entender que después de nacer Jesús, José y María fueron
esposos en el sentido normal del matrimonio. ¿Cuál es el propósito del dogma de
la supuesta virginidad perpetua de María? Obviamente es para probar que el celibato es
más santo y piadoso que el matrimonio. La Biblia no enseña tal doctrina
(Mat. 19:4-6; Heb. 13:4; 1 Cor. 7:2).
-- y sus
discípulos; y estuvieron allí no muchos días.
2:13 --
Estaba cerca la pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén, --
Juan habla de la pascua en este
texto, posiblemente en 5:1, otra vez en 6:4 y finalmente en 11:55. De esta
manera se concluye que el ministerio de Jesús duró tres años y unos meses.
También Jesús estuvo en Jerusalén para la fiesta de los Tabernáculos (7:2, 10),
y para la fiesta de la Dedicación (10:22). Mateo, Marcos y Lucas relatan
ampliamente el ministerio de Jesús en Galilea, mientras que Juan enfatiza su
ministerio en Judea. Mateo (23:37-39)
registra, sin embargo, la lamentación de Jesús sobre Jerusalén, y esto indica
que le había hecho muchos llamados.
La pascua era una
de las tres fiestas solemnes celebradas anualmente en Jerusalén, a la cual a
todo varón judío se le obligaba que asistiera. La pascua se celebraba como
recordatorio de la liberación del pueblo de Israel de Egipto. La fecha de esta
fiesta era el día catorce del mes de Nisán (Abib). En ese día, entre las tres y
las seis de la tarde, cada familia mataba un cordero macho de un año, sin
defecto. Luc. 22:1 dice, "Estaba cerca la fiesta de los panes sin levadura, que
se llama la pascua". Esta fiesta duraba desde el quince hasta el veintiuno de
Nisán (Núm. 28:17).
2:14 -- y
halló en el templo -- No en el naos (el santuario, que contenía el
lugar santo y el lugar santísimo), sino en el hieron, todo el espacio (unas 7.5
hectáreas o 19 acres) que rodeó el santuario que estaba dividido en cuatro atrios. Para ir hacia el santuario desde
el este se atravesaba primero el atrio de
los gentiles, luego el atrio de las
mujeres y, por último, el atrio de
los sacerdotes. El mercado estaba en el primer atrio (el de los gentiles).
Solamente hasta este atrio podrían entrar los gentiles. En ese lugar podrían
orar, meditar y aprender del único Dios Vivo. Como dice Marcos 11:17, "Mi casa
será llamada casa de oración para todas las naciones".
-- a los que
vendían bueyes, ovejas y palomas, -- Núm. 28:19-25 habla de los sacrificios que Dios
requería durante la fiesta de los panes sin levadura. El texto habla de
becerros, carnero, corderos, y macho cabrío. Judíos de todas las naciones (2:5)
llegaban a Jerusalén para estas fiestas y, en lugar de traer animales, palomas,
etc., traían dinero para comprarlos al llegar a Jerusalén. De esto habla este
texto. Algunos judíos, aprovechándose de esta necesidad de la gente, no sólo
vendían animales y aves para los sacrificios en el templo mismo, sino que también
como ladrones, defraudaban al pueblo
(Mat. 21:13). Así es que el templo -- el atrio de los gentiles -- se convertía
en un corral de ganado.
-- y a los
cambistas allí sentados. -- Según
Ex. 30:13 todo varón judío tenía que pagar el impuesto anual de medio siclo
(compárese Mat. 17:24-27). En realidad lo que los cambistas hacían era
necesario, porque solamente dinero judío era aceptable para los usos del templo
y, por eso, el dinero romano tenía que cambiarse.
2:15, 16
-- Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y
los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; --
Este es el Cristo desconocido por
muchísimas personas que profesan ser sus discípulos, porque su concepto de
Cristo es el de las pinturas católicas de un alto, rubio, europeo con cabello de
mujer, cargando un corderito en los brazos. Tal "cristo" no existe excepto en la
ignorancia de los que no aman la verdad. Los tales deben leer con cuidado este
texto y también 18:4-6; Luc. 4:29, 30; y Apoc. 1:12-18. Cristo recibe con toda
ternura a los pecadores arrepentidos, y tiene paciencia con sus discípulos
aunque tengan muchas debilidades (con tal que sean sinceros), pero es "el León
de la tribu de Judá" (Apoc. 5:5) para con los rebeldes, obstinados e hipócritas
(Mat. 23).
-- y dijo a los
que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre
casa de mercado (emporiou, emporio,
centro comercial). -- Según Mat.
21:12 (Mar. 11:15-19; Luc. 19:45-48) Jesús hizo la misma cosa otra vez cerca del
fin de su ministerio. Zac. 14:21, "y no habrá en aquel día más mercader en la
casa de Jehová de los ejércitos". De esta manera Jesús condenó el espíritu
mundano y carnal de los judíos. Según Mat. 21:12 Jesús dijo que hacían de la
casa de Dios una cueva de ladrones
(Marcos y Lucas dicen lo mismo). Esto indica que no solamente hacían mercadería
de las cosas de Dios, sino que eran avaros, deshonestos, y chuecos y que
defraudaban a la gente. Se aprovechaban de la necesidad de la gente de conseguir
los animales apropiados para los sacrificios y de cambiar su dinero romano en
dinero judío. Por todo esto les cobraban precios exorbitantes.
Mar. 11:17, "Mi casa será llamada casa de oración
para todas las naciones". Llegaban los gentiles (como Cornelio) al único lugar
que podían ocupar, y al llegar ¿qué veían, oían y olían? El bramido o mugido de
bueyes y vacas, balido de ovejas, el arrullo de las palomas, los gritos de los
vendedores, el regateo, y el tintineo de las monedas. ¿Y el olor? ¿Qué impresión
habrá tenido todo esto sobre el gentil que buscaba a Dios? ¡Qué bienvenida!
Cristo denunciaba a los que impedían la llegada de la gente a Dios (Mat. 23:13;
Luc. 11:52), como a todos los que causan tropiezos (Mat. 18:6,
7).
Es interesante observar otro detalle narrado por
Marcos (11:16), "Y no consentía que nadie atravesase el templo llevando
utensilio alguno". Parece que algunos usaban los atrios del templo como
travesía, y esto también era acto de desprecio.
Jesús limpió el templo dos veces: al iniciar su
ministerio y terminarlo. Sin embargo, al concluir su ministerio Jesús vio el
templo como una "causa perdida" y lo llama "vuestra casa" (Mat. 23:38) y dice
que "os es dejada desierta" (sería destruida) (24:2).
Muchas iglesias -- católicas, evangélicas, etc., y
hasta algunas iglesias de Cristo -- no deben criticar a estos judíos, porque sus
propios "templos" se han convertido en casas de mercancía, o de diversión
(teatro, películas, bailes) o, en algunos casos, aun de campañas políticas. El clero romano ofrece rifas,
juegos de bingo, para competir con los casinos y la lotería. Entre las iglesias
hay muchas casas de comercio. Muchas
iglesias cometen el mismo error que los que vendían ganado y cambiaban dinero en
el templo, porque venden pasteles, tamales, ropa usada, etc. para sufragar
gastos de la iglesia (principalmente los del pastor). Aun piden donativos a los
inconversos, mayormente a los comerciantes.
Si hoy en día
Cristo escribiera cartas a las iglesias de Cristo como las de Apoc. 2 y 3,
limpiaría otra vez su templo. Si visitara a las iglesias de Cristo de Estados
Unidos y de otros países, ¿qué encontraría? Que muchos hermanos han aceptado el
evangelio social que, según ellos, es
el evangelio completo, el evangelio para el hombre entero (espiritual, mental,
físico, social). Por lo tanto, han dejado el patrón bíblico y han establecido
escuelas, clínicas, asilos, etc., para imitar a los
sectarios.
"Harán
mercadería de vosotros", 2 Ped. 2:3.
Pedro habla de aquellos que abusan de su posición religiosa para la ganancia
personal. Sobre todo, se aprovechan de la ignorancia de la gente. Los que rehúsan
estudiar para aprender la voluntad de Dios para probar a los espíritus (1 Jn.
4:1) llegan a ser víctimas de los tales. Pablo habla de aquellos que "toman
la piedad como fuente de ganancia" (1 Tim. 6:3). "No sirven al Señor sino a sus
propios vientres" (Rom. 16:18). "Se han lanzado por lucro en el error de Balaam"
(Judas 11). "Cazan las almas de mi pueblo para mantener así su propia vida"
(Ezeq. 13:18). "Se apacientan a sí mismos" (Ezeq. 34, Judas 12). "Devoráis las
casas de viudas y como pretexto hacéis largas oraciones" (Mat.
23:14).
El diezmo es el
medio más efectivo para sacar fondos de la gente. El diezmo era para el mantenimiento de los levitas
porque esta tribu no tenía herencia en la tierra (solamente tenían ciudades)
(Lev. 27:30-34; Núm. 18:21; Mal. 3:10). ¿De qué tabernáculo hablan estos textos?
¿de los tabernáculos de los evangélicos? ¿los pastores evangélicos son
levitas?
Los
televangelistas se desvelan para
idear y maquinar medios de separar a sus oyentes de su dinero (para que llegue
al bolsillo del televangelista). Ofrecen un surtido casi sin límite de artículos
que ellos "regalan" (libros, música grabada, estudios) a los que les envíen
ofrendas. Prometen orar por todos los que apunten en un papelito sus problemas,
enfermedades, etc. con tal que envíen su
ofrenda.
Sería bueno
volver a leer los textos (Jn. 2, Mat. 21) que demuestran el celo de Jesús por la
casa de Dios. ¿No tendrá aun más celo por la limpieza de la iglesia que es su
esposa? Los que promueven toda clase de mercadería desprecian a la iglesia. Para
ellos la iglesia es simple y sencillamente un mercado conveniente. Sin embargo,
las víctimas del sistema son responsables por su ignorancia y por dejar que los
falsos maestros abusen de su confianza. En cualquier momento la gente puede
rechazar la mercadería religiosa y gozar de la libertad en
Cristo.
2:17 --
Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me
consume. -- Sal. 69:9, "Porque me
consumió el celo de tu casa". Los discípulos de Jesús eran estudiantes serios de
las Escrituras. Este texto (Sal. 69:9) estaba bien grabado en su memoria, y
vieron su cumplimiento en esta acción de Jesús. "Se acordaron" porque habían
estudiado las Escrituras cada sábado en la sinagoga. Si los que asistan a los
servicios y clases bíblicas de la iglesia ponen atención, podrán acordarse de
importantes textos en el momento oportuno (p. ej., como lo hizo Jesús, Mat.
4:1-11).
Seis de los
salmos son citados en el Nuevo Testamento y aplicados a Cristo (Sal. 2, 22, 89,
110, 118). Se les llaman, pues, salmos mesiánicos. El Salmo 69 es citado varias
veces en el Nuevo Testamento: Mat. 27:34, 48; Jn. 15:25; Rom. 15:3,
etc.
2:18 -- Y
los judíos respondieron y le dijeron: ¿Qué señal nos muestras, ya que haces
esto? -- Mat. 16:1. ¿Con qué autoridad haces esto? ¿Cuáles
son sus credenciales? Es de extrañar que no resistieran a Jesús. ¿Cómo fue
posible que permitieran que El hiciera lo que hizo? Tenían espíritu de cobardía,
porque su propia conciencia les acusaba (compárese 8:9). En varias ocasiones los
judíos mostraron su debilidad delante de Jesús: p. ej., Juan 18:4-6, en el
huerto Cristo preguntó a los que habían llegado para prenderle, "¿A quién
buscáis? Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy ... Cuando
les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra". La presencia de Jesús era
augusta e imponente.
Ahora sólo preguntan, "¿Qué señal nos muestras, ya
que haces esto?" No entendían que lo que El hacía era una señal, porque no solamente cumplió la
profecía de Sal. 69:9, sino también la de Mal. 3:1-3. Lo que El ya había hecho en su presencia era
suficiente para confirmar que El era el Mesías, el Hijo de Dios, que había
venido para limpiar la casa de Dios.
2:19 --
Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo -- Jesús emplea la palabra para el santuario (naos), porque el santuario literal era
figura o símbolo del cuerpo de Cristo. Predice que como los judíos profanaban el
templo literal, también destruirían el cuerpo de Cristo, en el cual habitaba la
Deidad (Col. 2:9).
-- y en tres días
lo levantaré. -- Iba a resucitar en
tres días. Jesús habló por parábolas a los que voluntariamente ignoraban la
verdad (2 Ped. 3:5) y amaban la mentira (2 Tes. 2:10-12). "Por eso les hablo por
parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden" (Mat. 13:13).
su respuesta en esta ocasión nos recuerda de Mat. 12:38-40. Le pidieron una
señal y les dijo, "La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le
será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el
vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en
el corazón de la tierra tres días y tres noches". En los dos casos la única
señal prometida fue la de su propia muerte, sepultura y
resurrección.
Juan registra
esta frase ("Destruid este templo y en tres días lo levantaré") y Mateo (26:61)
y Marcos (14:58) relatan cómo este dicho fue tergiversado por los judíos. Cuando
Jesús estuvo delante del concilio la última vez, dos testigos falsos dijeron,
"Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo" (Mat.
26:60, 61).
2:20 --
Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, --
Los judíos estaban enamorados del tipo (el templo físico), y no les
interesaba el antitipo (el cuerpo de
Cristo). Aparte de los 46 años,
podían haber hablado también del ejército de trabajadores que lo estaban
construyendo, el costo de materiales, etc. Todavía no lo habían terminado. De
hecho, seguían con la construcción del templo hasta el año 64 (aprox.), y en
otros seis años fue destruido por los romanos. Para los judíos el templo no era
tipo de nada, porque para ellos el
propósito del templo era el templo mismo, y creían que existiría para siempre.
Confiaban de todo corazón en su templo (Jer. 7:4) y no se imaginaban que sería
destruido.
-- ¿y tú en tres
días lo levantarás? -- Imagínese con
qué desprecio decían esto.
2:21 --
Mas él hablaba del templo de su cuerpo. -- Ese templo literal era tipo del cuerpo de Cristo, porque el
templo simbolizaba la presencia de Dios entre su pueblo. "Dios no habita en
templos hechos por manos humanas" (Hech. 17:24), sino que vino en la persona de
Jesucristo para estar con su pueblo (1:14; Mat. 1:23). Cristo era el verdadero
templo.
A veces, como en esta ocasión, Juan explica las
palabras de Jesús: p. ej., en otra ocasión (7:39) explicó la frase, "de su
interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de
recibir los que creyesen en él".
2:22 --
Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que
había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho. --
La implicación necesaria es que
también nosotros debemos creer la
Escritura (Luc. 24:44, en particular, Sal. 16:10). Véanse Hech. 2:31;
13:35).
En ese momento los discípulos no entendieron las
palabras de Jesús, pero las guardaron en su corazón; después las entendían. Esto
sirve como ejemplo para nosotros: nos conviene estudiar la Palabra y, aunque a
veces haya textos difíciles de entender, si los guardamos en la memoria y los
meditamos, después los entenderemos mejor.
2:23, 24
-- Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre,
viendo las señales que hacía. (2:23;
4:45; 20:31) Pero Jesús mismo no se
fiaba de ellos, porque conocía a todos, -- La gente seguía a Jesús por
varias razones: (1) algunos eran sinceros y buscaban los beneficios espirituales
que El les ofrecía; (2) otros le seguían porque querían ver más señales (Mat.
16:1-4); (3) algunos querían más panes y peces (6:26); (4) los que tenían
ambiciones políticas querían que El fuera su rey (6:15); y (5) sin duda, muchos
les seguían simplemente porque otros le seguían. Nadie engañó a Jesús. El sabía
perfectamente lo que los judíos harían con El y que sería desamparado aun por
sus discípulos más cercanos.
El conocía a las
multitudes que le seguían. Muchos creían en El porque hacía señales, pero tenían
que entender que el discipulado requiere la abnegación de sí, que sería la causa
de graves problemas con los seres amados, y que deberían buscar primeramente el
reino de Dios y su justicia. ¿Qué pasaría con estos creyentes cuando
verdaderamente se dieran cuenta de lo que El requería de ellos? Algunos
seguirían con El, pero otros volverían atrás (6:60, 68). Muchos le escucharían y
seguirían solamente "hasta aquí"; es decir, pondrían límites a su aceptación de
Jesús. ¿Cristo debería fiarse de los tales?
2:25 -- y
no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo
que había en el hombre. -- Todo lo
que había visto en el templo (mercaderes llenos de avaricia, extorsionadores) no
le sorprendió; tampoco se fiaba de estos que habían visto sus señales y creían
en El, porque ¡Cristo es Dios y conoce al hombre! Ya había demostrado que conocía a
Simón (1:42), y a Natanael (1:47, 48), y a Nicodemo (3:2-5). Sabía los
pensamientos de la gente (Mat. 9:4; 12:25; Luc. 5:22; 6:8; 9:47; 11:17). Sabía
la vida íntima de la mujer samaritana; sabía de sus esposos y de su condición
actual (4:16-18). He aquí el testimonio de esta mujer: "Venid, ved a
un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho", 4:29. Jesús "sabía lo que iba a
hacer" con respecto a la alimentación de los 5000 (6:6), y sabía lo que la gente
tenía en mente cuando le buscaba el día siguiente (6:25, 26). "Jesús sabía desde
el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar"
(6:64, 70, 71; 13:11). Sabía que los judíos procuraban matarle sin que nadie se
lo dijera (7:19). Tenía conocimiento perfecto de Dios (7:29). Sabía cuándo llegó
"su hora" (12:23). Sabía cómo iba a morir (12:32, 33). Como dijo Simón Pedro,
"Señor, tú lo sabes todo" (21:17).
No fue engañado
ni sorprendido por Pedro o Judas. ¡Esto demuestra que cuando Cristo estaba aquí
en la tierra era omnisciente!
¡Imagínese que otra persona conociera no solamente lo que usted haya hecho o
dicho, sino también aun sus pensamientos! Solamente Dios tiene este
poder. Al leer estos y otros textos semejantes ¿quién puede dudar de la
omnisciencia de Jesús? Pero, lamentablemente, algunos de nuestros propios
hermanos (que profesan ser conservadores) enseñan erróneamente que cuanto Cristo
vino a la tierra se despojó a sí mismo de sus atributos
divinos.
* * * * *
* * * * *
Juan
3
3:1 --
Había un hombre de los fariseos --
Nos informa Juan que Nicodemo era fariseo. De todas las sectas de los judíos,
esta era la más estricta (Hech.
26:5). Eran muy celosos de la ley de Moisés y, basándose en ella, habían
formulado un número infinito de reglamentos para gobernar toda actividad de la
vida de la gente. Jesús denunció
aquellos reglamentos como "tradiciones de los hombres" (Mat. 15:3, 8, 9). Para
ellos las tradiciones eran ley, porque decían lo mismo de ellas que los
católicos dicen de las suyas, es decir, que fueron entregados oralmente por
hombres de Dios, y que a través de los siglos se han conservado. Desde luego,
después de algún tiempo, las tradiciones orales llegan a ser tradiciones
escritas. Jesús dijo que los fariseos eran hipócritas porque "atan cargas
pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres;
pero ellos ni con un dedo quieren moverlas" (Mat. 23:4).
Los fariseos no
se preocupaban por los pecados internos, sino solamente por los externos.
También la purificación era externa (Mat. 23:25, 26). Jesús les dijo que aunque
oraban, ofrendaban y ayunaban, lo hacían para ser vistos de los hombres (Mat.
6:1-18).
El Talmud es la
"Biblia" de los judíos, porque contiene sus comentarios sobre la ley de Moisés, y de
allí sus tradiciones que eran tan importantes para ellos. Según el Talmud había
siete clases de fariseos: (1) el fariseo hombro, que llevaba sus buenos hechos
sobre el hombro, que obedecía los preceptos de la ley, pero no con sinceridad,
sino por conveniencia; (2) el fariseo esperar-un-poco, quien pedía más tiempo
para cumplir con sus obras meritorias; (3) el fariseo sangriento, que para no mirar a una
mujer para codiciarla cerraba sus ojos y, por eso, tropezaba y se golpeaba
contra la pared; (4) el fariseo pintado, quien anunciaba su piedad, para
que nadie le tocara y que, por eso, quedara contaminado; (5) el fariseo calculador quien siempre preguntaba,
"¿qué deber puedo hacer para deshacer cierto pecado que he cometido?"; (6) el
fariseo temeroso cuya relación con
Dios era la de temor temblante; (7) el fariseo de amor, el único que era sincero (que no
estaba fingiendo la piedad).
Muchos fariseos
eran muy orgullosos, 7:49.
Sus leyes
tradicionales eran muy arbitrarias: por ejemplo, según ellos, no era pecado
montar asno el día sábado, pero si llevaba azote, era pecado, porque de esa
manera ponía carga sobre la bestia.
Hacían distinción
entre el extender su mano fuera de la puerta para ayudar al mendigante o que el
mendigante extendiera su mano hacia adentro de la casa para recibir
limosna.
He aquí algunos
ejemplos de las leyes de los fariseos y escribas: "Hacían este tipo de cosas:
atar un nudo en el día sábado era trabajar. Pero hay que definir lo que es un
nudo. 'Estos son los nudos que convierten en culpable al hombre que los hace: el
nudo de quienes conducen camellos y el de los marineros; y así como se es
culpable por atarlos, también se está en falta al desatarlos'. Por otro lado,
los nudos que podían atarse con una sola mano eran legales ... Tomemos el caso
de alguien que viajaba en el día sábado. Exodo 16:29 dice, 'Estése, pues, cada
uno en su lugar, y nadie salga de él en el séptimo día'. De manera que los
viajes en el día sábado se limitaban a dos mil codos, es decir, unos 900 metros.
Pero si se ataba una soga que cruzara el extremo de una calle, toda esa calle se
convertía en una casa y cualquier
hombre podía caminar un centenar de pasos más allá del extremo de esa calle ...
Tomemos el caso de alguien que carga un bulto. Jeremías 17:21-24 decía:
'Guardaos por vuestra vida de llevar carga en el día de reposo'. De manera que
se hacía necesario definir lo que era una carga. Se la definía como 'comida que
equivalga al peso de un higo seco, la suficiente cantidad de vino para mezclar
en un vaso, leche suficiente para un trago, miel suficiente para poner sobre una
herida, la suficiente cantidad de aceite como para untar un miembro pequeño, la
suficiente cantidad de agua como para humedecer un apósito en un ojo y así
seguía" (WB).
-- que se llamaba
Nicodemo, un principal entre los judíos. -- Era miembro del Sanedrín, la corte suprema del
judaísmo. Solamente Juan nos dice de la conversación entre Jesús y Nicodemo.
Después de esto Nicodemo defendió a Jesús diciendo, "¿Juzga acaso nuestra ley a
un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho?" (7:51), y cuando Jesús
murió y José de Arimatea pidió su cuerpo, "También Nicodemo, el que antes había
visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como
cien libras" (19:39).
3:2 --
Este vino a Jesús de noche, -- Juan
no explica el por qué, pero lo repite después (7:50). De lo que sabemos de
Nicodemo es fácil suponer que él no quería comprometerse mucho con Jesús (9:22;
12:42), pero por lo menos él quería hablar con Jesús (que sepamos, no había
ningún otro del Sanedrín con ese deseo). También es posible que él simplemente
haya buscado el tiempo más oportuno y de menos interrupción para la entrevista,
pues durante el día Jesús estaba siempre rodeado de gente.
-- y le dijo:
Rabí (título respetuoso), sabemos que has venido de Dios como
maestro; -- Jesús no era de las escuelas de los rabinos; por eso, tuvo que
haber sido enviado por Dios.
-- porque nadie
puede hacer estas señales que tú haces (2:25), si no
está Dios con él. -- Sabían que Cristo era, por lo menos, algún profeta.
Esto demuestra cómo las señales llamaban la atención de la gente y les motivaban
a investigar a Jesús y su obra.
3:3
Respondió Jesús -- A veces, al leer
la respuesta de Jesús a las preguntas que se le hacían, nos preguntamos, ¿qué
tiene que ver lo que El dice con lo que se le preguntó o dijo? Jesús conocía los
corazones de todos (2:24, 25) y, por eso, sin hacer caso de lo que Nicodemo
dijo, Jesús le enseñó lo que él debería saber.
-- y le dijo: De
cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo (O, de arriba,
LBLA, margen) -- Para Nicodemo los judíos ya eran miembros del reino de Dios
simplemente por haber nacido hijos de Abraham (Mat. 3:9).
-- no puede ver
el reino de Dios. -- ¿Quería
Nicodemo saber más acerca del reino de Dios? Para todos los judíos este tema era
importante. De una vez, pues, Cristo le habló de ese tema. En esos días Juan el
bautista y Jesús predicaban acerca del reino: "Arrepentíos, porque el reino de
los cielos se ha acercado" (Mat. 3:2; 4:17). La palabra ver se explica en el ver. 5 (significa
entrar en). Desde luego, nacer de
nuevo significa la conversión.
3:4, 5
Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar
por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto,
de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar
en el reino de Dios. -- Jesús no
habla de dos nacimientos sino de uno sólo. Describe la conversión como un nuevo nacimiento (o una regeneración, que es la misma cosa) y
este concepto es ampliamente explicado e ilustrado en el resto del Nuevo
Testamento: Pablo engendró a los corintios con el
evangelio (1 Cor. 4:15). "El de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de
verdad, para que seamos primicias de sus criaturas" (Sant. 1:18). "Siendo
renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de
Dios que vive y permanece para siempre" (1 Ped. 1:23-25). El proceso del nuevo
nacimiento es, pues, que la simiente incorruptible (la palabra) se siembra en el
corazón de la gente, produce fe, arrepentimiento y obediencia para obtener el
perdón de Dios y para participar de todas las bendiciones espirituales en
Cristo.
Los pasos de esta
obediencia al evangelio son (1) oír, Rom. 10:17; (2) creer, Jn. 3:16; (3)
arrepentirse, Luc. 13:5; (4) confesar la fe en Cristo como el Hijo de Dios, Rom.
10:10; y (5) bautizarse en agua para perdón de pecados (Hech. 2:38). El que hace
esto "de corazón" (Rom. 6:17, con sinceridad y amor) nace otra vez (es
regenerado), se convierte en cristiano, entra en el reino de Dios (Col. 1:13), o
es agregado al Señor (Hech. 11:24) y su iglesia (2:47).
Sin lugar a dudas
el agua de este texto se refiere al bautismo en agua. En ese tiempo Juan
bautizaba a muchos judíos para la remisión de pecados: 1:26, "Yo bautizo con
agua"; 3:23, "Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí
muchas aguas; y venían, y eran bautizados"; "Y salía a él Jerusalén, y toda
Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán, y eran bautizados por él en
el Jordán, confesando sus pecados" (Mat. 3:5, 6; Mar. 1:4; Luc. 3:3). "El Señor
entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más discípulos
que Juan" (Jn. 4:1; 3:22). Tomando esto en cuenta, no hay duda de que el agua de este texto es el agua del
bautismo.
Además de eso, el
problema principal con los hombres eminentes como Nicodemo era su rechazo al
bautismo: "Mas los fariseos y los intérpretes de la ley desecharon los designios
de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan" (Luc. 7:30).
Obviamente Nicodemo era uno de los que lo había rechazado. Si el Espíritu Santo
habla de esta manera acerca de los que rechazaron el bautismo de Juan, imagínese
lo serio de rechazar el bautismo enseñado por Jesús en la gran comisión (Mat.
28:19; Mar. 16:16).
El nuevo
nacimiento está bien ilustrado en el libro de Hechos que nos revela unos
ejemplos claros del proceso de la conversión (2:37-41, los tres mil el día de
Pentecostés; 8:12, los samaritanos; 8:35-37, el etíope; 9, 22, 26, Saulo de
Tarso; 10, 11, Cornelio y su casa; 16:15, Lidia; 16:30-34, el carcelero; 18:8,
los corintios; 19:1-5, los efesios). No hay tema bíblico que sea mejor explicado
o ilustrado que el del nuevo nacimiento. No es aceptable ninguna explicación del
nuevo nacimiento que no esté en completa armonía con estos textos. Aparte del
bautismo en agua no hay nada conectado con la religión de Cristo a lo cual la
frase, nacer de agua, pueda
aplicarse.
El agua y el Espíritu están unidos aquí, y también
en Mat. 28:19; en Hech. 2:38; y en Tito 3:5. El nacer del agua y del Espíritu es
ampliamente explicado en estos textos,
pero el calvinismo hace todo lo posible por eliminar el bautismo del
nuevo nacimiento. "Le indica los únicos medios por los cuales puede realizarse
el nacimiento espiritual de que le ha
hablado. Esos medios son el agua y el
Espíritu. El uno es el símbolo, el
otro la realidad" (B-S). Este autor tiene un símbolo dentro de otro símbolo. El
nuevo nacimiento es un símbolo o figura de la conversión. Jesús no usa símbolos para
presentar otros símbolos; más bien habla del agua del bautismo (literal) y del
Espíritu (literal) que efectúan la conversión bajo la figura de un nuevo
nacimiento.
"El significado
evidente es éste: el ser bautizado con agua no es suficiente. La señal
ciertamente, es de gran valor. Tiene mucha importancia como una representación
visible y como sello. Pero la señal debe
ir acompañada de la cosa significada: la obra purificadora del Espíritu
Santo" (GH). Pero ¿qué texto dice o implica que Nicodemo había sido bautizado
con agua por Juan o por Jesús (o que pensaba hacerlo)? No hay ninguno. Esto es
exactamente lo que "los fariseos y los intérpretes de la ley" rehusaron hacer
(Luc. 7:30). Y ¿qué texto dice que el bautismo es señal o sello? Muchos evangélicos dicen que el
bautismo es la señal o sello de la salvación, pero la Biblia no dice tal cosa.
Desde luego, en el bautismo hay una semejanza; nuestro bautismo es "como" la
muerte, sepultura y resurrección de Cristo (Rom. 6:4; Col. 2:12), pero no es
una señal o sello de la salvación. Más bien, la
Biblia enseña claramente que el bautismo es necesario para salvación (Hech. 2:38; 22:16; 1
Ped. 3:21).
Parece que el
mismo autor (citado arriba) duda de su interpretación, pues al concluir su
comentario sobre el ver. 5 él dice, "En un sentido, el llegar a ser hijo de Dios
es un proceso que dura toda la vida (cf. 1:12), pero en el presente pasaje se
trata de la limpieza inicial derivada
de la implantación de una nueva vida en el corazón del pecador, y esto se deduce
claramente de la afirmación hecha de que uno no puede entrar en el reino de Dios si no ha
nacido de agua y del Espíritu".
"Jesús dice a
Nicodemo justamente lo que pide, el cómo
de la regeneración. ¿Cómo es posible? ¡Por el bautismo!" (RCHL). Este
comentarista (Lenski) enseña la aspersión en lugar de la inmersión y también
enseña el "bautizo" infantil, pero a pesar de todos sus errores, él no elimina
el bautismo de Juan 3:5.
Dice otro
bautista: "Existen muchas teorías. Una de ellas hace del bautismo ... esencial
para el nacimiento del Espíritu ... Si es así, ¿por qué sólo se menciona el agua
una vez en las tres demandas de Jesús (3, 5, 7)?" (ATR); es decir, Jesús dijo nacer de nuevo dos veces y dijo nacer de agua una sola vez. Dos son más
que uno; por eso, se debe eliminar el bautismo. ¡Así es lo "profundo" de los
argumentos sectarios para rechazar el bautismo! Verdaderamente su prejuicio
contra el bautismo ha bajado al nivel del fanatismo.
Lo que los
evangélicos desean denunciar es la llamada "regeneración bautismal" del
catolicismo, pero no pueden ver la diferencia entre la enseñanza católica y la
enseñanza obvia del Nuevo Testamento. Nadie es regenerado por el bautismo solo,
pero no puede ser regenerado sin obedecer
a Cristo. El que obedece a Cristo no merece la salvación; no la gana como
salario. Más bien, simplemente obedece los requisitos nombrados por el Señor
para aceptar la salvación que es
"dádiva de Dios". Dicen los bautistas: "El bautismo no es esencial para la
salvación, porque nuestras iglesias completamente rechazamos el dogma de 'la
regeneración bautismal'; pero es esencial para la obediencia, puesto que Cristo
lo ha mandado. Es esencial para una confesión pública de Cristo ante el mundo, y
para membresía en la iglesia que es su cuerpo" (así dice el Credo llamado Standard Manual for Baptist Churches por
Edward Hiscox, páginas 20, 21). ¡Imagínese! Admiten que el ¡ser miembro de la iglesia bautista no es
esencial! Según este credo, uno puede ser salvo y puede ir al cielo sin ser
miembro de la iglesia bautista, pero para ser miembro de la iglesia bautista
tiene que ser bautizado; es decir, es más fácil ir al cielo que ser miembro de
la iglesia bautista. Pero ¿qué dice este credo acerca de la obediencia y la
confesión? Según este credo, no son esenciales para la salvación. El bautismo es
esencial para la obediencia pero no
es esencial para la salvación; el bautismo es esencial para la confesión, pero
no es esencial para la salvación. Según esta teología, pues, ¡la obediencia y la confesión no son
esenciales para la salvación!
3:6 -- Lo
que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu
es. -- En el nuevo nacimiento no la
carne sino el espíritu tiene que ser regenerado.
3:7, 8 --
No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla
de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va;
así es todo aquel que es nacido del Espíritu -- "La
carne, en la mente de Nicodemo, es la dificultad que Jesús está tratando de
remover. Introduce el viento y su soplar, lo cual no se puede ver. Sopla donde
quiere, nadie puede saber por vista de donde viene o adonde va, y luego dice que
así es el que es nacido del Espíritu; es decir, es el espíritu del hombre --
invisible como el viento --, y no la carne, que ha de ser engendrado por el
Espíritu de Dios. Quería enseñar a Nicodemo que es la parte espiritual y no la
parte carnal del hombre que ha de renacer" (CEWD). "Se puede ver los efectos de
este nuevo nacimiento por el cambio que sigue en la conducta del individuo,
precisamente como se puede ver los efectos del viento por los objetos movidos
por él (compárense Rom. 6:4-14; Efes. 4:24-32). Sin embargo, no se puede ver
literalmente el nuevo nacimiento del espíritu, como no se puede ver el viento
mismo" (RH).
"Así como el
viento sopla sin el control del hombre y su sonido puede ser oído, pero no se
puede ver, ni se puede saber su origen o destino, así el Espíritu de Dios obra
invisiblemente como El quiere, pero la evidencia se ve en todo aquel que es
nacido del Espíritu" (FP). Compárese Ecles. 11:5, "Como tú no sabes cuál es el
camino del viento".
"Pneuma se traduce Error! Reference source not
found. en Jn 3:8, 'el sopla' (la R. V. inglesa da, en el margen, 'el
Espíritu alienta', su significado probable" (WEV). Comúnmente la palabra que se traduce viento es ánemos. La palabra pneuma se puede traducir viento o espíritu. Algunos eruditos insisten en
que en esta frase (la primera parte del ver. 8) debe ser viento. P. ej.: "La traducción usual, viento, se confirma aquí por el uso del
verbo pariente pnei, sopla, y por phonen, sonido, voz" (MV).
Pero en otros
textos que dicen que el viento sopla,
no aparece la palabra pneuma, sino
la palabra ánemos. Juan usa las
palabras ánemos (viento) y pneo (soplar); p. ej., 6:18, "un gran viento
(ánemos) que soplaba (pneo)". También en Apoc. 7:1: "para que
no sople (pneo) el viento (ánemos)". Los mismos términos se
encuentran en Mat. 7:25. ¿Por qué, pues, no se encuentran ánemos y pneo en Jn 3:8 si Cristo habló del viento que soplaba? Esto no es, sin embargo, un
argumento conclusivo, porque otro problema es la expresión "así es todo aquel
que es nacido del Espíritu". La palabra así indica una comparación; por eso,
"este término (pneuma) ciertamente
tiene el sentido de viento en este
texto" (FLG).
Obviamente Jesús
presenta una comparación, y la
palabra clave es houtos, así. Los traductores de nuestras
versiones y muchos comentaristas creen que Jesús usa la ilustración del viento
invisible cuyos efectos son visibles y que El concluye diciendo, "así es todo aquel que es nacido del
Espíritu". Si la traducción correcta de la primera pneuma es espíritu, ¿cuál es la comparación?
Parece que sería una comparación de lo que hace el Espíritu con lo que hace el
Espíritu. Por eso, muchos aceptan la traducción de nuestras versiones: "El
viento sopla ... ".
Dice el
Interlineal Griego-Español de Lacueva: "El espíritu donde quiere sopla". Dice
otro comentarista: "El Espíritu respira como quiere, oyes su voz pero no sabes
de donde viene ni a donde va, así por medio de oír su voz nace el que es nacido
del Espíritu. Es decir, el Espíritu respira (se expresa) por medio de la palabra
(el evangelio), en completa armonía con su voluntad y recibes la expresión de
esta voluntad por medio de esta palabra; y mientras no puedes ver al Espíritu y
de esta manera estás sin la evidencia visual de su llegada y salida, es por
medio de oír su voz (expresada en su palabra) que naces otra vez. Así (de esta
manera) uno nace del Espíritu. Esto es decir simplemente que uno nace del agua y
del Espíritu por medio de recibir el mensaje del Espíritu expresado en el
evangelio, y por ser bautizado para la remisión de pecados (1 Cor. 4:15; Sant.
1:18; Hech. 22:16; Rom. 6:3, 4). Las palabras de Pedro son un comentario
inspirado sobre el significado de la frase, 'así es todo aquel que es nacido del
Espíritu' ('siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible,
por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre'"
(GNW).
Parece que esta
interpretación es un poco forzada en cuanto a la expresión "así es todo aquel
que es nacido del Espíritu", pero armoniza perfectamente con la enseñanza de
Jesús y los apóstoles sobre el nuevo nacimiento.
"'El Espíritu
respira donde quiere', es decir, no hay límite de su poder en cuanto a ciertos
individuos, clases o razas. Compárese 5:21, 'el Hijo a los que quiere da vida'.
El pensamiento aquí es similar: no debe haber desesperación en cuanto al segundo
nacimiento: el Espíritu respira donde quiere ... y oyes su sonido, el Espíritu se hace a
sí mismo audible en sonidos articulados y significativos. La respiración del
Espíritu es como el aliento del hombre, no mero aire, sino voz articulada y
significativa. El Espíritu obra resultados inteligibles. No aulla como el viento
y distorsiona al hombre en contorciones inefectivas como el viento distorsiona
los árboles. Es una voz y el resultado está lleno de razón, en armonía con la
naturaleza humana y vivificándola a una vida más alta"
(MD).
"No puede haber
justificación para traducir pneuma
como viento, cuando en la última
cláusula de la misma frase, y tres veces en el contexto inmediato, se traduce espíritu. No puede haber duda que
significa la misma cosa en las dos cláusulas de este versículo, y si traducimos
viento en la primera cláusula,
tenemos que decir 'nacido del viento' en la última cláusula". Este autor cree
que este texto debe ser traducido de la siguiente manera: "El Espíritu respira
donde quiere, y oyes su voz. Esto enseña que el hombre nace del Espíritu por
medio de oír la voz del Espíritu, respirando como quiere a través de hombres
inspirados. Equivale a lo que Pablo dice, que la fe viene por el oír la palabra
de Dios" (JWM).
"En griego,
pneuma significa bien viento, bien espíritu ... La palabra pneuma aparece 370 veces en el N. T., y
nunca denota viento en ningún otro pasaje, excepto en una cita del A. T. (He.
1:7 del Sal. 104:4), aunque sí comúnmente con este sentido en la LXX. Por otra
parte, pneo (sopla, pnei) aparece en otros cinco pasajes en
el N. T. y siempre del viento (como Jn. 6:18). Así phone puede bien ser sonido (como de
viento) o voz (como del Espíritu). La verdad es que aquí se puede tomar
cualquiera de ambos sentidos de pneuma como uno quiera"
(ATR).
-- sopla de donde
quiere, -- "la R. V. inglesa da, en
el margen, 'el Espíritu alienta', su significado probable" (WEV), pero otros
piensan que el verbo soplar usado con
el verbo pneuma indica que esta pneuma de la primera parte de este
versículo es viento ("soplaron vientos", Mat. 7:25; Luc. 12:55, "cuando sopla el
viento"; Apoc. 7:1 "que no soplase viento"; Hech. 27:40, "al
viento").
-- y oyes su
sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; -- Esta descripción de pneuma nos hace pensar en el
viento.
-- así es todo
aquel que es nacido del Espíritu. -- El proceso no es físico, externo y visible, sino
espiritual, interno e invisible. Lo que sí se puede ver son los efectos del
viento y, de la misma manera, se puede ver el efecto del nacimiento del
Espíritu.
3:9, 10
Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? Respondió Jesús y le
dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? -- Algunos de los maestros de Israel se creían muy
conocedores de las cosas de Dios, pero ¿qué sabían de Ezeq. 18:31 que dice,
"haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo"? ¿O Ezeq. 36:26, "Os daré corazón
nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros"? ¿Habían leído y estudiado el
Sal. 51:10, "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto
dentro de mí"? El concepto básico del nuevo nacimiento no debía haber sido nuevo
para Nicodemo.
3:11 De
cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, -- y lo que hemos visto,
testificamos; y no recibís nuestro testimonio. -- Jesús emplea el plural retórico como en Mar. 4:30,
"¿A qué haremos semejante el reino de Dios?" Las palabras de Cristo no se
basaban en especulaciones ni conjeturas, sino en la realidad de lo que El sabía
(como fiel Testigo, Apoc. 1:5).
3:12 -- Si
os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las
celestiales? -- El nuevo nacimiento
se incluye entre "cosas terrenales" porque aunque sea de origen divino, tiene
que ver con nuestra vida diaria, nuestras actividades y experiencias
terrenales.
3:13 --
Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, --
Por eso, solamente El puede enseñar
las cosas celestiales. En este texto y en otros Juan recalca la preexistencia de
Cristo. Descendió del cielo y después de morir y resucitar volvió al cielo
(Hech. 1:9-11).
-- que está en el
cielo. -- Dice el margen de LBLA que
los mss. más antiguos no incluyen esta frase, pero a través del libro Juan
enfatiza que Cristo es Dios y, siendo Dios, es omnipresente; es decir, estando
en la tierra todavía estaba en el cielo.
3:14, 15 Y
como Moisés levantó la serpiente en el desierto (Núm. 21:4-9), así es necesario que el Hijo del Hombre
sea levantado (12:31, 32), para que
todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. -- Cuando
los israelitas fueron mordidos por las víboras, no podían hacer nada para
curarse; por lo tanto, Dios proveyó el remedio. De la misma manera, proveyó el
remedio para el mal causado por el pecado. ¿Habrá discutido con Dios algún
israelita sobre ese remedio? ¿Habrán tenido diálogo acerca de la eficacia de
alzar los ojos para ver la serpiente sobre el asta? ¿Habrá dicho algún israelita
moribundo, "Yo sé que Moisés cree que solamente por medio de mirar la serpiente
sanaremos, pero no conviene ser extremista, pues hay otros puntos de vista"?
¿Cuántos se habrán quejado diciendo que no podían ver ninguna relación entre la
serpiente sobre el asta y las mordidas? Todos saben que si la gente hubiera
"razonado" de esa manera, habrían sufrido una consecuencia mortal. ¿No habrá
lección en esto, pues, para la gente hoy en día que solamente quiere discutir y
"razonar" neciamente con respecto a la necesidad del bautismo para perdón de los
pecados? Se puede decir que en el día de Pentecostés los tres mil que
obedecieron al evangelio para el perdón de pecados figuradamente alzaron los
ojos para ver la serpiente sobre el asta.
3:16
Porque de tal manera amó Dios al mundo, -- 1 Jn. 4:8. Al contemplar la corrupción del hombre y
su rebelión contra Dios, se pregunta, "¿Cómo es posible que Dios haya amado
tanto al mundo?" La respuesta es que la palabra amar (agapao) se refiere a su perfecto amor
de inteligencia y propósito, un amor deliberado que busca
el bienestar espiritual y físico del hombre. Se distingue de phileo, el amor de afecto y amistad (el
amor que da gusto). Los dos verbos se usan en 11:3 ("el que amas", phileo) y 11:5 ("amaba Jesús a Marta, a
su hermana y a Lázaro", agapao).
Dios ama (agapao) a todos, aun a sus
peores enemigos, y requiere que hagamos lo mismo (Mat. 5:44-48). Véase Rom.
5:8.
-- que ha dado a
su Hijo unigénito, -- Rom. 5:8;
8:32. En esto se ve la magnitud del amor de Dios. El amor verdadero -- el amor de Dios
-- se puede ver en lo que hace. No es
"de palabra ni de lengua" (1 Jn. 3:18), sino de hechos.
-- para que todo
aquel -- esto indica lo imparcial de
su amor; el evangelio es para todos (Mat. 28:19; Mar. 16:15; Hech. 10:34,
35).
-- que en él
cree, -- lo opuesto de creer no es dudar sino desobedecer (3:36, "El que cree ... el
que no obedece" LBLA). La salvación que Dios provee es condicional. Dios provee la salvación y el hombre la acepta. El hombre no podía ni puede
hacer lo que Dios ha hecho -- proveer la salvación --, y Dios no puede hacer por
el hombre lo que éste tiene que hacer por sí mismo (aceptar la salvación). La
salvación es condicional. Todo aquel que en él cree es todo aquel que le
obedece, como dice el ver. 36, "el que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero
el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece
sobre él" (LBLA). Por eso, la
palabra creer en este texto (y en
muchos otros) significa obedecer. Toda la humanidad está dividida en
solamente dos grupos: obedientes (salvos) y desobedientes
(condenados).
Al dar lectura
superficial a este texto alguno puede suponer que el creer es el único requisito para obtener la
salvación, pero compárense los siguientes textos que también nombran un solo
requisito: Juan 5:25, "los que la oyeren vivirán" (¿Es el oír el único requisito para ser salvo?);
Rom. 10:13, "todo aquel que invocare
el nombre del Señor, será salvo" (¿Es el invocar al Señor el único requisito
para ser salvo?); Hech. 11:18, "a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida" (¿Es el
arrepentimiento el único requisito para ser salvo?); Rom. 10:10, "con la boca se confiesa para salvación" (¿Es la
confesión el único requisito para ser salvo?); 1 Ped. 3:21, "El bautismo ... nos salva" (¿Es el bautismo
el único requisito para ser salvo?). Al leer estos textos es fácil reconocer que
el requisito nombrado representa o abarca los demás requisitos. Así es con el creer de Juan
3:16.
-- no se pierda,
(3:36; Mat. 7:13, 14; 10:28; 18:9,
25:41, 46; 2 Tes. 1:7-9; 1 Ped. 4:17; Apoc. 20:15).
-- mas tenga vida
eterna -- esta expresión aparece 17
veces en este libro.
Este versículo se
ha designado como el texto dorado de la Biblia. Véase Rom. 5:8.
3:17
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el
mundo sea salvo por él. -- Cuando
Cristo vino al mundo, el hombre ya estaba condenado. La condición del hombre se
ilustra en las parábolas de la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo
pródigo. El pastor quería encontrar su oveja perdida, la mujer quería encontrar
su moneda perdida, y el padre quería que su hijo pródigo volviera. Dios es amor
(1 Jn. 4:8) y no quiere que nadie perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento (2 Ped. 3:9), que venga al conocimiento de su voluntad (1 Tim.
2:4) para ser salvo.
Esta verdad
merece mucha atención y énfasis: ahora Cristo es nuestro Salvador.
Actualmente Cristo no es el Fiscal
sino nuestro Abogado (1 Jn. 2:1). Desde luego, el juzgar estaba
involucrado en la obra de Jesús en su primera venida (3:19-21; 9:39), pero su
propósito principal no era juzgar o condenar. Este texto refuta la idea de los
judíos que esperaban que al venir el Mesías destruyera a los romanos.
De hecho los que están condenados se condenan solos.
Están muy enfermos pero rehúsan dejar que el Buen Médico les sane (Mat. 9:12;
13:15). Pablo dijo a los judíos que rechazaban el evangelio, "no os juzgáis
dignos de la vida eterna" (Hech. 13:46). Muchos juzgan a Cristo y el evangelio
sin darse cuenta de que en realidad están juzgando (condenando) a sí mismos. Aun
cuando el concilio, Pilato y Herodes juzgaron y condenaron a Jesús, en realidad
se juzgaban a sí mismos.
3:18 El
que en él cree, no es condenado; -- "Habiendo 'pasado de muerte a vida' (cap. 5:24)
inmediatamente al creer" (JFB). De esta manera interpretan el texto los
comentaristas calvinistas, pero después de leer 5:24, léase también 5:25 que
dice, "Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de
Dios; y los que la oyeren vivirán".
Por lo tanto, si Juan 5:24 enseña que uno se salva inmediatamente al creer,
entonces Juan 5:25 enseña que uno se salva inmediatamente al
oír.
-- pero el que no
cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo
de Dios. (14:6; Hech. 4:12; 1 Cor.
3:11). El término unigénito significa único y se refiere a la relación
especial entre Cristo y el Padre.
3:19 Y
esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las
tinieblas (la ignorancia y
superstición, toda clase de pecado, todo lo que se oponga a Dios) que la luz (la verdad, el
conocimiento, la justicia, 1:4, 5)
porque sus obras (acciones, LBLA) eran malas. -- Jesús no se refiere
solamente a la borrachera, el homicidio, el hurto, etc., sino también a las
tinieblas religiosas e intelectuales
(2 Cor. 10:3-5). Los fariseos,
saduceos, escribas y ancianos -- los líderes del pueblo de Israel -- estaban en
tinieblas y resistían a Cristo y a
los apóstoles porque amaban las
tinieblas. Habían aprendido lo que las Escrituras dicen, pero no tenían
corazones buenos y honestos (Luc. 8:15; Hech. 17:11). Los hombres que no
obedecen al evangelio no pueden disculparse diciendo que no entienden la voluntad de Dios. Su problema no es intelectual sino
moral. No aman la verdad, 2 Tes. 2:10-12.
3:20
Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para
que sus obras (acciones, LBLA) no sean reprendidas. -- "Y por ello habla en contra de ella, ridiculizando a
Cristo, al cristianismo, a las iglesias, a los predicadores, etc. Y lo hace en
conversación, revistas, libros, en un tono pretencioso que encubre una absoluta
ignorancia" (ATR). El medio más efectivo empleado por los que aman las tinieblas
es la televisión. Las películas que
pasan por la televisión presentan a los personajes religiosos como hipócritas,
insolentes, ignorantes, extremistas, fornicarios, borrachos, etc. para que la
gente desprecie y aborrezca la religión.
3:21 Mas
el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras
(acciones, LBLA) son hechas en Dios. -- El que ama y practica la verdad y la justicia es
atraído por Cristo y se acerca cada vez más a El.
3:22
Después de esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea, y estuvo
allí con ellos, y bautizaba. -- El
bautismo practicado por Jesús era preparatorio, como el de Juan. Decían,
"Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado" (3:2; 4:17).
Frecuentemente se pregunta si los que fueron bautizados por Juan tenían que ser
bautizados otra vez. ¿Por qué no se pregunta si los que fueron bautizados por Jesús tenían que ser bautizados otra
vez? Los dos practicaron el mismo bautismo.
3:23 Juan
bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y
venían, y eran bautizados. -- Los
que practican la aspersión en lugar de la inmersión dicen que las "muchas aguas"
eran manantiales y que Juan había escogido este lugar para bautizar para que la
multitud tuviera bastante agua para tomar. Dicen esto porque saben que no se
necesita muchas aguas para practicar
la aspersión. Tales "explicaciones" necias ilustran el prejuicio de los que no
aman la verdad.
3:24
Porque Juan no había sido aún encarcelado. -- El ministerio de Juan comenzó primero, pero después
de su bautismo y la tentación en el desierto, Jesús comenzó su propio
ministerio. Anunciaban el mismo mensaje (Mat. 3:2; 4:17), y los dos bautizaban a
mucha gente para el perdón de pecados. Marcos (1:14) dice, "Después que Juan fue
encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios",
pero Juan 3:22-24 se refiere a la obra de Juan y Jesús en Judea cuando "Juan no había sido aún
encarcelado". Mateo 4:1-11 describe las tres tentaciones de Jesús y dice en el
ver. 12, "Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea", pero Jesús ya había comenzado
su ministerio. Juan 3:22-24 indica que Juan y Jesús simultáneamente enseñaban y
bautizaban a mucha gente. Esto ocurrió, pues, entre Mat. 4:11 y
12.
3:25
Entonces -- "oun. No una partícula de tiempo, sino
de consecuencia; por lo tanto, porque
tanto Jesús como Juan bautizaban" (MV).
Hubo discusión entre los discípulos de Juan y los judíos (un judío, LBLA) acerca
de la purificación. -- Esta palabra (katharismos) se refiere a la
purificación ceremonial de los judíos en 2:6. El verbo (katharizo) se usa del bautismo en Efes.
5:26, "purificado" y Tito 3:5, "lavamiento". Ignoramos los detalles de esta
discusión, pero de ella salió el siguiente comentario acerca de la obra de
Jesús:
3:26 Y
vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, mira que el que estaba contigo al otro lado
del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él. --
Si todos "vienen a él", el
ministerio de Juan fue exitoso, porque él quería que la gente siguiera a
Jesús.
3:27
Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del
cielo. -- Heb. 5:4, 5; 1 Cor. 3:6;
4:7. Juan entendía el papel que había de desempeñar, lo aceptaba y estaba
llevándolo a cabo.
3:28
Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy
enviado delante de él. -- Juan era
muy popular, pues "salía a él Jerusalén, y toda Judea y toda la provincia de
alrededor del Jordán" (Mat. 3:5), pero con toda humildad aceptó su lugar
subordinándose a Cristo, y dijo, "Yo no soy el Cristo"
(1:20).
3:29 El
que tiene la esposa, es el esposo; -- La palabra esposa se usaba en el Antiguo Testamento
para expresar la relación estrecha entre Dios y su pueblo (Isa. 54:5; 61:10;
62:4, 5; Jer. 2:2; 3:20). La esposa pertenece al esposo. La iglesia es la esposa
de Cristo (Efes. 5:25-27, 32; Apoc. 19:7, 21:2, 9; 22:17). Juan sabía que la
esposa no era de él, sino de Cristo.
-- mas el amigo
del esposo (Mat. 9:15, LBLA,
acompañantes del novio; 2 Cor. 11:2, "os he desposado con un solo esposo"), que está a su lado y le oye, se goza
grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido. --
En lugar de ser envidioso Juan se gozaba grandemente al ver el progreso del
ministerio de Jesús.
3:30 Es
necesario que él crezca (Dan.
2:44), pero que yo mengüe. -- Este
dicho demuestra la grandeza de Juan (Mat. 11:11). Con toda humildad quería
exaltar a Cristo. Todo siervo del Señor debe tener esta actitud, porque es
indispensable que la gente sea convertida a Cristo y no al evangelista (1 Cor.
1:10-13).
3:31 El
que de arriba viene, es sobre todos (la supremacía de Cristo se ve en su origen); el que es de la tierra, es terrenal, y
cosas terrenales habla (aun cosas que no convienen, Mat. 11:2, 3; 18:1; Gál.
2:11-14); el que viene del cielo, es
sobre todos. -- Jesús había de crecer porque había venido "de arriba" y, por
lo tanto, "es sobre todos". Juan el bautista era un profeta muy importante (Mat.
11:11), pero era "de la tierra".
Algunos dicen que
los vers. 31-36 ya no son las palabras de Juan el bautista, sino las del apóstol
(el escritor del libro), pero Juan el bautista era capaz de pronunciar estas
verdades (compárense 1:26, 27, 29-36; 3:27-30; Mat.
3:11-12).
3:32 Y lo
que vio y oyó, esto testifica; -- Cuando Cristo "descendió del cielo" (3:13) para
llevar a cabo su misión aquí en la tierra, testificaba lo que había visto y oído
en el cielo. "Lo que hemos visto, testificamos" (3:11). Hay hermanos que niegan
la deidad de Cristo, reduciéndolo al nivel de los apóstoles, pero éstos no
habían visto y oído lo que Cristo había visto y oído.
Habiendo venido
de arriba Jesucristo era "el testigo fiel" (Apoc. 1:5) de cosas celestiales. El
tenía conocimiento personal ("vio y oyó"), 3:11, 13. Por lo tanto, su mensaje es
la voluntad exacta de Dios para la humanidad (5:19; 7:16, 29; 8:26, 38, 40:
15:15).
-- y nadie recibe
su testimonio. -- Es decir, la mayoría de la gente lo rechazó (1:5,
11), porque el siguiente versículo habla de "El que recibe su testimonio" (Mat.
7:13, 14).
3:33 El
que recibe su testimonio, éste atestigua que Dios es veraz. --
Cristo vino al
mundo como el Embajador del Padre y las palabras del Embajador son las de Aquel
que lo envió. 8:26, 28; 15:5. En esto se ve la culpa superlativa de los que rechazan este
testimonio (PTB). Lo contrario de este texto es: El que no recibe su testimonio, éste no atestigua que Dios es veraz, y si no
es veraz ¿qué será? 1 Jn. 5:10, "el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso,
porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo". El
llamar a otro mentiroso es un insulto, porque significa que está desprovisto de
carácter moral y que su palabra no vale. Compárese Rom.
3:4.
3:34
Porque el que Dios envió, -- Juan
era enviado por Dios (1:6), pero aquí esta expresión se refiere a Jesús (como en
muchos otros textos: 3:17; 5:36; 6:29; 7:29; 8:42; 9:7; 10:36; 11:42, etc.). El
ver. 35 lo confirma.
-- las palabras
de Dios habla (véase ver. 32,
textos); pues Dios no da el Espíritu por
medida -- La expresión por medida
significa escasamente: "Quebrantaré
el sustento del pan en Jerusalén; y comerán el pan por peso y con angustia, y
beberán el agua por medida y con
espanto" (Ezeq. 4:16). Como dice el siguiente versículo, "todas las cosas ha
entregado en su mano". Juan enfatiza que Jesús era dotado perfectamente, sin
límite.
Algunos citan este texto para afirmar que hay medidas
del Espíritu Santo: que los apóstoles recibieron la medida bautismal, que otros
recibieron la medida impartida por las manos de los apóstoles, y que los demás
cristianos reciben la medida de morar el Espíritu en nosotros. Es cierto que los
apóstoles fueron bautizados con el Espíritu Santo, que impusieron sus manos
sobre otros para impartirles los dones del Espíritu, y que el Espíritu mora en
los cristianos, pero este versículo dice que Dios no da el Espíritu por medida y, por eso, este texto no
debe aplicarse de esa manera.
Los hermanos que
enseñan que el error de que Cristo se despojó a sí mismo de sus atributos
divinos (véase 1:14) enseñan que Cristo no tuvo poder inherente o intrínseco,
porque fue tentado como hombre. Por eso, dicen que El -- al igual que los
apóstoles -- tuvo que recibir poder del Espíritu Santo, pero citan este texto
que dice que Dios no le dio el Espíritu por medida (es decir, que no tuvo poder
limitado). Si Cristo -- con su poder
inherente, poder como Hijo de Dios -- no pudo ser tentado como hombre, ¿cómo
pudo ser tentado como hombre si era omnipotente, omnisciente, etc. por el poder
del Espíritu Santo? Así es la insensatez de los argumentos de los que niegan la
deidad de Cristo.
3:35 El
Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano. --
5:19, "todo lo que el Padre hace
también lo hace el Hijo igualmente"; 5:22, "todo el juicio dio al Hijo"; 5:27,
"le dio autoridad de hacer juicio"; 5:26, "ha dado al Hijo el tener vida en sí
mismo"; 17:22, "la gloria que me diste"; 17:8, "las palabras que me diste"; Mat.
11:27 (Luc. 10:22), "Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre"; Mat.
28:18 "toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra"; Efes. 1:22, "lo dio
por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia".
3:36 El
que cree en el Hijo tiene vida eterna (1 Jn. 2:25);
pero el que rehúsa creer (no obedece, LBLA) en el Hijo no verá la vida, --
Este texto muestra claramente que el creer en Cristo equivale a obedecerle.
Además, los verbos pisteuon (cree) y
apeithon (no obedece) son gerundios
y, por eso, no expresan un solo acto, sino una manera de vida. La traducción de
La Biblia de las Américas de la palabra apeithön es la correcta. Literalmente
significa no persuasible. Compárese
Luc. 16:31. Pablo y Bernabé, "hablándoles, les persuadían a que perseverasen en
la gracia de Dios" (Hech. 13:43; 19:8). Muchos judíos estaban "persuadidos de
que Juan era profeta" (Luc. 20:6).
Aun el bautista
A. T. Robertson dice: "El que rehúsa creer (ho apeithön). 'El que es desobediente al
Hijo'". ¿Qué significa creer en el
Hijo? Para entenderlo pregúntese ¿cuál es lo opuesto de creer? Ser desobediente. Obviamente, pues, creer equivale a obedecer.
En Hech.
14:2 este verbo se traduce no creían (desobedecieron, LBLA, margen); Hech. 19:9, no creyendo (desobedientes, LBLA); 1 Ped. 2:7, no creen; Rom. 2:8, no obedecer; 11:30, 31, desobedientes; 1 Ped. 2:8; 3:20, desobedientes; 1 Ped. 4:17, no obedecen; Heb. 3:18, desobedientes (el ver. 19 habla de su incredulidad, es decir, los incrédulos
-- los que no creen -- son desobedientes.
Cuando el pueblo
de Israel se rebeló contra Dios, El dijo, "¿Hasta cuándo no me creerán?" Núm. 14:11. "Me han tentado ya
diez veces, y no han oído mi voz"
(ver. 22). "No verán la tierra de la cual juré a sus padres; no, ninguno de los
que me han irritado (desdeñaron, LBLA) la verá" (ver. 23). Este texto
claramente demuestra que la frase "no creer" significa no obedecer.
Otro ejemplo de lo mismo es Núm. 20:8-13. Dios dio
tres mandamientos a Moisés y Aarón: tomar la vara, reunir el pueblo, y hablar a la peña, pero Moisés tomó la
vara, reunieron al pueblo y dijeron al
pueblo, "¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?
y entonces Moisés alzó la mano y golpeó la peña con su vara dos veces". Por su
desobediencia Dios les dijo, "Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme
delante de los hijos de Israel, por tanto no meteréis esta congregación en la
tierra que les he dado". Véase Deut. 32:48-52, "Sube ... mira la tierra de
Canaán ... verás ... la tierra; mas no entrarás allá". Ante los ojos de Dios el
desobedecer equivale a no creer, y también significa no santificar a Dios, porque al golpear
la peña dos veces (Dios había dicho, "hablad a la peña") y dejaron la impresión
de que ellos mismos habían sacado el
agua de la peña. Moisés "habló precipitadamente con sus labios" (Sal. 106:33).
¿Cómo describe Dios su pecado? "No creísteis en mí" (Núm. 20:12), "fuisteis
rebeldes a mi mandamiento" (ver. 24); "pecasteis contra mí ... no me
santificasteis en medio de los hijos de Israel" (Deut.
32:51).
Oramos, "Santificado sea tu nombre"
(Mat. 6:9), pero santificamos su nombre cuando escuchamos y obedecemos su
palabra.
Compárese también
la palabra hupekousan que aparece en
Rom. 10:16. Literalmente, esta palabra significa "no hacer caso, no tener en
cuenta" (LBLA), pero se traduce
(correctamente) no obedecer. El
evangelio fue predicado al pueblo de Israel (véase Gál. 3:8), pero no
obedecieron al evangelio (no
escucharon, no hicieron caso al evangelio, no prestaron atención al
mensaje); eran rebeldes (ver. 21, la
misma palabra; otra vez en 15:31); Heb. 11:31, desobedientes.
En Hech. 12:13,
se traduce simplemente escuchar (así
es su sentido radical); Mat. 8:27, "aun los vientos y el mar le obedecen" (le
escuchan, le hacen caso); Mar. 1:27,
"con autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen" (le escuchan,
le hacen caso ); Hech. 6:7; 7:39;
Rom. 6:17; Efes. 6:1; 2 Tes. 1:8.
Recuérdese el
ejemplo de Abraham quien "creyó a
Dios y le fue contada a (para) justicia" (Gén. 15:6, VM). La palabra creer abarca la aceptación de la
autoridad del Señor y la obediencia.
-- sino que la
ira de Dios está (permanece, LBLA) sobre él. -- Rom. 2:8; Apoc. 6:16; 19:15. La ira de Dios permanece sobre los que no obedecen al
evangelio de Cristo, simplemente porque "él es la propiciación por nuestros
pecados" (1 Jn. 2:2). El evangelio es la misericordia de Dios, pero los que
rechazan el evangelio rechazan también la misericordia de Dios y "la ira de Dios
permanece sobre él".
Este texto suena
como las palabras de Juan el bautista en Mat. 3:10-12.
En cuanto a
seguir a Cristo no hay término medio. Hay solamente dos categorías de gente: los
que creen en Cristo (le obedecen) y los desobedientes. Hay solamente dos caminos
(Mat. 3:13, 14), dos maneras de construir la casa de la vida (Mat. 7:24-27) y
dos destinos (Mat. 25:31-46).
* * * * *
* * * * *
Juan
4
Ahora Juan explica la razón por la que Jesús salió de
Judea para volver a Galilea.
4:1, 2
Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y
bautiza más discípulos que Juan --
compárese 3:26, los discípulos de Juan dijeron, "todos vienen a él (Cristo)".
Por esta causa, como los fariseos habían investigado a Juan (1:19, 24), ahora
harían lo mismo con Jesús, pero la
hora de Jesús no había llegado y El no estaba listo para la confrontación
con ellos, pues todavía tenía mucho trabajo que hacer tanto en Galilea como en
Judea.
4:2
(aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos), -- No convenía que Jesús bautizara con sus propias manos
porque, sin duda, si lo hubiera hecho, los bautizados por El se habrían elevado
sobre los demás (compárese 1 Cor. 1:14, 15). La eficacia del bautismo no depende
del bautizador, sino del corazón (el
entendimiento y la voluntad) del bautizado. Se puede decir, pues, que
todos los que se bautizan de acuerdo con la instrucción de Jesús son bautizados por El. El bautismo bíblico
no es, pues, una obra de la justicia humana (como el calvinismo enseña) sino una
obra de Cristo.
4:3 salió
de Judea, y se fue otra vez a Galilea. -- Véase Mat. 4:12; Mar. 1:14. Jesús volvió a Galilea
por causa del encarcelamiento de Juan y porque los fariseos se daban cuenta de
que Jesús bautizaba más discípulos que Juan. Su popularidad provocaba la envidia
de los judíos (Mat. 27:18).
4:4 Y le
era necesario pasar por Samaria. -- Samaria era una provincia que recibió su nombre de la
ciudad de Samaria, la capital del reino de Israel (el reino del norte compuesto
de diez tribus). Esta provincia estaba entre Judea y Galilea. Debido a la
enemistad entre los judíos y los samaritanos (ver. 9) comúnmente los judíos
viajaban unos siete días para ir de Galilea a Jerusalén (evitando Samaria y
pasando por Perea al este del Jordán), pero la ruta directa -- a través de
Samaria -- era viaje de solamente unos tres días. A Cristo "le era necesario"
pasar por Samaria, porque (1) era la ruta más corta; (2) El no tenía prejuicio
contra los samaritanos y, por eso, no tenía por qué evitar el país; y (3) de una
vez quería romper barreras y abrir campo para la conversión de los samaritanos
(compárese Hechos 8:5-12), pero (4) sobre todo, le era necesario pasar por Samaria, como era "necesario
que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para
esto he sido enviado" (Luc. 4:43); le era necesario "ir a Jerusalén y padecer
... y ser muerto, y resucitar al tercer día" (Mat. 16:21); y le era necesario "hacer las obras del que me
envió" (Jn. 9:4); es decir, le era necesario hacer la voluntad del
Padre.
4:5, 6 --
Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob
dio a su hijo José. Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del
camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta. -- En este capítulo se observa tanto la humanidad de
Cristo ("cansado", tenía sed, 19:28) como también la deidad de Jesús (ver. 18,
omnisciente). Jesús llegó a ser hombre "para destruir por medio de la muerte al
que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo ... y para venir a ser
misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar
los pecados del pueblo" (Heb. 2:14-18; 4:15, 16). La "hora sexta" era las seis
de la tarde (tiempo romano) o las doce del día (tiempo
judío).
4:7-8 --
Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
(Gén. 24:13, 14; Ex. 2:16). Pues sus discípulos habían ido a la ciudad
a comprar de comer. -- Los discípulos hubieran ofrecido dinero para sacar
agua, pero Jesús concedió a la mujer la oportunidad de hacerle un favor (JWM).
4:9 La
mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que
soy mujer samaritana? -- Ella
pregunta, "¿Cómo?" y la respuesta fue que Jesús pidió un favor para que le
pudiera hacer un favor mucho más grande. De esa manera Jesús abrió la puerta
para poder enseñarle, hablando de una cosa que a ella le interesaba. No
solamente enseñó a esta mujer, sino que a través de ella enseñó a muchos
samaritanos (vers. 39-42).
-- tú, siendo
judío -- esto indica que Jesús tenía
la apariencia (ropa, habla, etc.) de judío. Tal vez esta mujer haya creído que
Jesús, siendo judío, le odiaba pero que ahora por causa de la sed se humillaba
para pedirle este favor. Aunque en otra ocasión prohibieron que sus apóstoles
entraran "en ciudad de samaritanos" (Mat. 10:5), El no dejó de demostrar su amor
por ellos (Luc. 10:30-37; 17:12-17; Juan 4). Para la samaritana Jesús era
"judío", "Señor" (ver. 11), "un profeta" (ver. 19); y "el Cristo" (ver.
29).
-- Porque judíos
y samaritanos no se tratan entre sí. -- (1) Porque los antepasados de los samaritanos eran
las diez tribus que se rebelaron contra Roboam, hijo de Salomón, para formar el
reino del norte llamado Israel con Samaria por capital (1 Reyes 12:25-33), y (2)
porque cuando los judíos volvieron de la cautividad en Babilonia, rehusaron que
los samaritanos colaboraran con ellos en la construcción del templo (Neh. 2:10,
19; 4:1-3). Para insultar a Jesús los judíos decían, "¿No decimos bien nosotros,
que tú eres samaritano, y que tienes demonio?" (8:48). Para evitar tales
insultos (y aun injuria física) de los samaritanos, los judíos de Galilea
pasaban por Perea (al este del río Jordán) para ir a las fiestas solemnes de
Jerusalén. Cuando los samaritanos no querían recibir a Jesús, Jacobo y Juan
dijeron, "Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo
Elías, y los consuma?" (Luc. 9:53, 54). En cuanto a la vida social los judíos y
los samaritanos no se trataban entre sí, pero éstos no rechazaron el dinero de
aquéllos (ver. 8).
4:10
Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios (3:16; 2 Cor. 9:15, el supremo don de Dios estaba en
ese momento sentado junto al pozo) y
quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.
-- 2:24, 25. En esto comenzamos a ver lo universal del evangelio. Jesús era
enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel (judíos), pero tenía mucho
interés en los samaritanos (Luc. 10:30-37; 17:11-19) y en los gentiles (Mat.
8:5-13; 15:21-28). No nos sorprende que después de morir Jesús enviara a sus
apóstoles a los samaritanos (Hech. 1:8) como también "a lo último de la
tierra".
Jesús, conociendo
el corazón de esta mujer, sabía que si ella le hubiera conocido, ya le habría
pedido el agua viva. El "agua viva"
corre (Gén. 26:19; Lev. 14:5, "aguas
corrientes") en contraste con agua almacenada, como en una cisterna. Véase
7:37-39 que trata de la obra del Espíritu Santo, "de su interior correrán ríos
de agua viva". Por causa de la sed los dos habían llegado al pozo, pero el alma
también tiene sed y todos los que tengan sed espiritual (Mat. 5:6) deben acudir
a Cristo (Apoc. 22:17).
Continuamente Jesús se refería a las cosas naturales
para enseñar lecciones espirituales: p. ej., las aves, los lirios, la tormenta,
la simiente, la siembra y la cosecha, el pescador, la red,
etc.
Jesús nos deja un
buen ejemplo del evangelismo
espontáneo. Para iniciar su enseñanza habló de algo de interés común, y
pronto introdujo su tema espiritual. Muchas iglesias tienen actividades
programadas para la obra personal, pero el mejor evangelismo está ilustrado aquí
en Juan 4.
4:11 La
mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde,
pues, tienes el agua viva? -- Compárese 3:4. Es normal que la mente humana entienda
las palabras en su sentido literal, pero si el sentido literal no es razonable,
es necesario que se entiendan en el sentido figurado.
4:12
¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob (compárese Mat. 12:41, 42), que nos dio este pozo, del cual bebieron
él, sus hijos y sus ganados? -- ¿Cómo podía este extranjero ser mayor que
Jacob quien tenía grandes riquezas? Ella dice "nuestro padre" Jacob, pero Jesús
hablaba de los samaritanos como extranjeros (Mat. 10:5; Luc. 17:18). Sin
embargo, en cuanto al pozo, es cierto que Jacob lo dio a José del cual los
samaritanos eran descendientes.
Cuando Jesús instituyó la cena del Señor, "tomando la
copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos" (Mateo
26:27). Al leer este texto algunos hermanos insisten en que se use una sola copa
y que todo participante toque sus labios al recipiente del fruto de la vid, pero
en Juan 4:12 la mujer samaritana, hablando del pozo de Jacob, dijo que "nos dio
este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados". ¿Quería decir que
tocaron el pozo con sus labios? Tampoco significa la expresión "bebed de ella
todos" que todos deberían tocar sus labios al mismo recipiente. La copa es el contenido (el fruto de la
vid).
4:13-14
Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener
sed; -- El agua es una de las
bendiciones más grandes de Dios y, por eso, de muy alta estima, pero junto con
toda provisión física, satisface sólo por poco tiempo y volvemos a tener sed. La
mejor ropa -- la más costosa -- por deseable que sea, pronto se acaba. Así
también las casas, los muebles, los automóviles y todas las cosas terrenales son
de poca duración.
-- mas el que
bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; -- Compárese 6:27, la comida que perece y la que para
vida eterna permanece. Jesús es el pan verdadero que satisface el apetito del
alma (6:35). "Venid a mí ... yo os haré descansar" (Mat.
11:28)
-- sino que el
agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. --
(Apoc. 21:6).
4:15 La
mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a
sacarla. -- Todavía le faltaba
entendimiento acerca de la naturaleza de esta agua y de lo que le costaría
recibirla, pero aunque estuviera confusa ya había comenzado a tener fe en Jesús
y ansiosamente pidió el agua que le ofrecía.
4:16 Jesús
le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. -- ¿Con qué propósito le dijo esto? Para que ella
entendiera su necesidad del agua que
le ofrecía, como también lo que le iba a costar. A millones de personas que
están mal en su matrimonio, Jesús dice, "llama a tu cónyuge, y ven acá" para que
aprendan la voluntad de El con respecto al matrimonio (Mat. 5:32; 19:9). También
dice a todos los demás, "trae lo que te ha separado de Dios, y ven
acá".
4:17-18
Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No
tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu
marido; esto has dicho con verdad. -- 2:24, 25. Jesús el Buen Médico entendía perfectamente
la enfermedad espiritual de esta persona. Obviamente los samaritanos tenían la
misma actitud que los judíos acerca del matrimonio (Mat. 19:3). La samaritana no
mintió a Jesús, pero se duda que haya pensado hablarle acerca de su vida
matrimonial.
Otra vez Jesús demostró que era omnisciente. Para El
la vida de todos era como un libro abierto (Heb. 4:12, 13).
4:19 Le
dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. -- No negó lo que le dijo, sino que reconoció que lo que
El dijo acerca de ella era cierto y, por eso, concluyó que Jesús era profeta.
Compárese 1:48, 49; 3:2.
4:20
Nuestros padres adoraron en este monte (Monte Gerizim), -- ¡Cuántos millones adoran a Dios (o
a sus propios dioses) simplemente porque así "nuestros padres" adoraron! Son
pocos los que se apartan de la religión de sus padres. Además, hay peligro de
que los hijos de los hermanos fieles tengan solamente una religión "heredada",
es decir, que asistan a los servicios, y aun se bauticen, porque es lo que sus
padres hicieron.
-- y vosotros
(judíos) decís que en Jerusalén es el lugar donde
se debe adorar. -- Parece que ella quería cambiar de tema para no seguir
hablando acerca de su vida matrimonial (esta es la actitud de mucha gente que
está mal en su matrimonio), pero también es muy posible que al convencerse que
Jesús era profeta de Dios, quisiera aprovechar la oportunidad para resolver una
cuestión seria entre los judíos y los samaritanos con respecto al lugar correcto
para adorar a Dios.
Los samaritanos
basaban su confianza en el monte Gerizim como el lugar donde se debería adorar
por las siguientes razones: (1) Dios había aparecido a Abraham en ese sitio
(Gén. 12:6, 7); (2) Jacob había vivido allí (Gén. 33:18); (3) José había llegado
a ese lugar buscando a sus hermanos (Gén. 37:12, 13); (4) Josué había leído las
bendiciones y las maldiciones en ese lugar (Josué 8:33); (5) y había dado allí
su discurso final (Josué 24:1); y (6) los huesos de José fueron sepultados allí
(Josué 24:32). Sin embargo, todo aquello era razonamiento humano, pues Dios
había escogido a Jerusalén (1 Reyes 9:3) "para poner allí su nombre para su
habitación" y dijo, "ése buscaréis, y allá iréis" (Deut. 12:5,
11).
4:21 Jesús
le dijo: Mujer, créeme, que la hora (el tiempo)
viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. -- ver.
24; 1 Tim. 2:8. Antes de contestar la pregunta de la samaritana, Jesús "llegó al
grano", afirmando que un nuevo orden estaba por establecerse en el cual ni
Jerusalén ni ese monte tendrían importancia. Esta profecía habrá sido muy
agradable para la samaritana, pues este Profeta judío dijo que la hora vendría cuando
los samaritanos podrían adorar a Dios sin
subir a Jerusalén. Aparte de eso, aunque sus "padres adoraron en este
monte", ellos no lo harían; más bien,
ellos serían librados de los muchos
requisitos externos de su religión nacional.
4:22
Vosotros adoráis lo que no sabéis; -- Jesús no quería insultar a esta mujer, sino que
quería ganar su alma, pero solamente la verdad salva; por eso, tuvo que decirle
que los samaritanos estaban equivocados.
Aunque profesaran adorar al Dios verdadero, en realidad El era para ellos
(como lo era para los atenienses) el Dios
no conocido. Parte de su culto
se basaba en las prácticas paganas (los que tenían más influencia entre ellos
eran los magos, Hech. 8:9-11), y parte en el Pentateuco (los primeros cinco
libros del Antiguo Testamento), la única sección de las Escrituras hebreas que
aceptaban. No aceptaban el resto del Antiguo Testamento por causa de las muchas
referencias a Jerusalén como el lugar
designado por Dios para la adoración.
-- nosotros
adoramos lo que sabemos -- Muchos
judíos también se habían apartado de la revelación de Dios, y seguían las
tradiciones de los ancianos (los maestros ciegos, Mat. 15:8, 9, 14), pero la
expresión "adoramos lo que sabemos" se refiere a la revelación de la voluntad de Dios en el
Antiguo Testamento. Dios no acepta
el culto inventado por los hombres (culto voluntario, Col. 2:20-23; Mat.
7:21-23; Lev. 10:1-2; 2 Crón. 26:16-21).
-- porque la
salvación viene de los judíos. -- Por esta razón Dios mantenía su contacto con los
judíos por medio de los profetas, porque del linaje de Judá y de la familia de
David vendría el Salvador del mundo (4:42). "¿Qué ventaja tiene, pues, el judío?
¿o de qué aprovecha la circuncisión? Mucho, en todas maneras. Primero,
ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios" (Rom. 3:1, 2). Isa.
2:3, de Jerusalén saldría la Palabra
del Señor.
4:23 Mas
(Pero, LBLA) -- 1:17. El vocablo pero es muy significativo. Enfáticamente
Jesús dijo que habría cambio de religión. No dijo que los samaritanos (mucho
menos los gentiles) debieran guardar la ley de Moisés, sino que señaló un cambio
total de ley (Heb. 7:12; 8:7-13; 10:9, 10). Millones de profesados "cristianos"
ignoran este pero e imponen los
mandamientos y prácticas de la ley de Moisés que les convienen (p. ej., el
diezmo, el instrumento de música, el quemar incienso).
-- la hora viene,
y ahora es (Mat. 3:2; 4:17; Hech.
8:5, 12), cuando los verdaderos
adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; -- Como la conversión tiene que ser
espiritual (3:5), así también la adoración tiene que ser espiritual. Ahora la
morada de Dios no será "ni aquí en este monte ni en Jerusalén", sino en el espíritu (el corazón) del hombre. El
lugar (templo o monte) ya no era lo importante, sino la adoración enseñada por
Dios (la verdad), ofrecida con toda sinceridad (con el espíritu) de verdaderos
hijos. El templo de Dios ahora es la iglesia (Efes. 2:20; 3:21; 1 Cor. 3:17;
6:19, 20).
-- porque también
el Padre tales adoradores busca que le adoren. -- Bajo la dispensación mosaica Dios requería que su
pueblo ofreciera sacrificios solamente en Jerusalén, y ahora bajo la ley de
Cristo el sitio indicado es el corazón ("alabando al Señor en vuestros corazones", Efes. 5:19). El
"sacrificio de alabanza" es "el fruto de labios" (Heb. 13:15), el "hacer bien"
(Heb. 13:16), el ofrendar para tener comunión con los que predican el evangelio
(Fil. 4:18), etc., pero estos actos de servicio no serán aceptables ante los
ojos de Dios a menos que procedan del corazón (2 Cor. 9:7, "como propuso en su
corazón").
Al buscar a los
perdidos Cristo buscaba adoradores de
Dios. Luc. 19:10. Cristo quería que Nicodemo, la mujer samaritana, y Zaqueo
fueran verdaderos adoradores de Dios. Dios nos quiere salvar para que le
sirvamos y adoremos.
4:24 Dios
es Espíritu; -- Por eso, no se
limita a un templo hecho por manos humanas (1 Reyes 8:27; Hech. 7:47-50;
17:24-28), sino que siendo Espíritu su presencia llena el universo y se puede
adorar en todo lugar. La Biblia habla figuradamente de los ojos, oídos, manos y
alas de Dios, pero Dios es Espíritu
y, por eso, es eterno, omnipotente, omnipresente, omnisciente, etc., y debe ser
adorado con toda reverencia (Isa. 6:2, 3, "Santo, santo, santo, Jehová de los
ejércitos"). "Tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con
temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor" (Heb. 12:28,
29).
-- y los que le
adoran, en espíritu -- Rom. 1:9 "a
quien sirvo en mi espíritu"; Efes. 6:18, "orando en todo tiempo con toda oración
y súplica en el Espíritu". La adoración que Dios desea no es carnal (para
diversión) ni superficial (formalidad fría) sino espiritual. El quiere
sacrificios espirituales no solamente
en las reuniones de la iglesia, sino también en nuestra vida diaria (Rom. 12:1,
2, "presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo"; 1 Ped. 2:5; Heb. 13:15;
Fil. 4:18). "No habita en templos hechos por manos humanas", y "no debemos
pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de
arte y de imaginación de hombres" (Hech. 17:23-31).
Por eso, es necesario que adoremos de corazón (Rom. 6:17, "habéis
obedecido de corazón"); es decir, con entendimiento, de buena voluntad, y con amor y gozo (2 Cor. 8:24, "Mostrad ...
la prueba de vuestro amor"; 9:7 "Cada uno dé como propuso en su corazón: no con
tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre"). Es necesario
evitar dos cosas: (1) el culto basado en los mandamientos de los hombres, y (2)
el culto que, aunque basado en la verdad, sea una formalidad fría. Todos sabemos
acerca de los excesos y abusos de los carismáticos, pero no por eso debemos
suprimir la emoción y alegría en el culto.
Jesús nos enseña
que es necesario preparar el corazón
para adorar a Dios, para alabar "la misericordia de Dios, y sus maravillas para
con los hijos de los hombres" (Sal. 107:8, 15, 21, 31). Antes de adorar a Dios, debemos perdonar a otros
para que Dios nos perdone (Mat. 6:12-14) y buscar la reconciliación con el
hermano (Mat. 5:23, 24). "Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la
gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro"
(Heb. 4:16). "Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe"
(Heb. 10:22). "Ninguno se presentará delante de Jehová con las manos vacías"
(Deut. 16:16).
¿Por qué
asistimos al culto de adoración? ¿Para ver a otros y para ser vistos por ellos?
¿Para mirar a los infantes y niños y jugar con ellos? ¿Para ver cuántas veces
podemos ir al baño o salir para tomar agua? Si de esta manera "adoramos" a Dios
en las reuniones ¿cómo le adoramos en casa?
"Hágase todo
decentemente y con orden" (1 Cor. 14:40; 11:20-29).
Después de cada
reunión de la iglesia debemos preguntarnos, ¿alabé a Dios de todo el corazón?
¿soy edificado y más animado para el servicio de Dios? ¿Cómo ha influido en mí
el culto?
-- y en verdad es necesario que adoren.
-- no solamente con toda sinceridad, sino también conforme a las enseñanzas del Nuevo Testamento (1 Cor.
2:11-13). ¿Cómo alababan y adoraban a Dios los discípulos de Cristo? (1)
Enseñaban la Palabra de Dios (Hech. 5:42), (2) oraban a Dios, en el nombre de
Cristo (Hech. 4:24-31; Col. 3:17); (3) cantaban himnos (Efes. 5:19; Col. 3:16);
(4) cada primer día de la semana participaban de la cena del Señor (Hech. 2:42;
20:7); y (5) ofrendaban (1 Cor. 16:1, 2). Esto es el patrón (2 Tim. 1:13) dejado por los
apóstoles.
Dios no permite
que el hombre substituya esta adoración con "culto voluntario" (Col. 2:20-23),
es decir, culto inventado por los hombres. Véanse Mat. 7:21-23; 15:1-14; Heb.
11:4 (Gén. 4:4, 5); Lev. 10:1, 2; 2 Crón. 26:16-21.
La lista de los
actos de culto inventados por los hombres es interminable: la confesión
auricular, el "bautizo" de infantes, el "bautizo" por aspersión, el "bautizo"
por los muertos, el quemar incienso, el canonizar a los "santos", el celibato
del "clero", la extrema unción, la invocación a María y los santos, las
oraciones por las almas en el purgatorio, la penitencia, el rosario, la misa, la
señal de la cruz, el uso de instrumentos de música, el rociar agua "bendita", y
muchas otras cosas.
Ahora bien,
¿quién negaría que por lo menos algunas de estas cosas son tradiciones
de hombres? Si alguna o algunas de estas cosas son tradiciones de hombres, todas estas cosas son tradiciones de
hombres y son rechazadas por el Señor (Mat. 15:1-14).
4:25 Le
dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga
nos declarará todas las cosas. -- Al
decir esto admitía que el conocimiento de los samaritanos era defectuoso. Ella
anhelaba la iluminación perfecta. Recuérdese que los samaritanos aceptaban el
Pentateuco y, por eso, esperaban al Profeta anunciado por Moisés en Deut.
18:15-18. Al parecer, los samaritanos no hablaban del Mesías como un rey o
libertador, sino como el Profeta. El concepto que esta mujer tenía de Cristo
como Maestro de "todas las cosas"
era mejor que el de los judíos que solamente esperaban un conquistador
militar.
4:26 Jesús
le dijo: Yo soy, el que habla contigo. -- Comúnmente no habló con tanta franqueza de su
identidad. Vuelve a hacerlo con el que nació ciego (9:37). Cuando Pedro lo
confesó "mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era el Cristo" (Mat.
16:16, 20), porque en Galilea le sobraba fama. Tuvo que suprimir y controlar el
entusiasmo del pueblo para evitar la confrontación prematura con los oficiales
de Jerusalén, pues en ese tiempo no había
llegado su hora.
4:27 En
esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; --
Los rabinos decían, "Que nadie hable
con mujer en la calle, ni siquiera con su esposa".
-- sin embargo,
ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella? -- Esto indica el gran respeto que los discípulos tenían
por Jesús. Aceptaron su acción aunque no la entendieron.
4:28
Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: --
¿Por qué Nicodemo no salió con el
mismo entusiasmo para invitar a otros a escuchar a Jesús? (1 Cor. 1:26). Esta
mujer fue al pozo para sacar agua, agua literal, que es de suma importancia a
todo ser humano y para llevarla a su casa. No pensaba llegar al pozo y volver sin el agua. Solamente algo muy
importante podría afectarle de esa manera. Después de oír palabras de Jesús
acerca del agua viva, por el momento se le olvidó el agua del pozo de Jacob y,
dejando allí su cántaro, volvió a la ciudad para proclamar la más importante
verdad que jamás se había escuchado. Había encontrado el agua viva y quería que
otros también la descubrieran. De la misma manera los apóstoles dejaron sus
redes y Mateo dejó el banco de tributos para seguir a
Jesús.
4:29
Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. -- Si queremos convencer a otros que Jesús es el
Cristo, debemos recordar las palabras "Ven y ve" (1:39, 46; Mat. 28:6). De esta manera, tienen que investigar,
estudiar y pensar por sí mismos. Los
que tienen verdadera fe en Cristo la proclaman a otros (1:46). Parece que esta
mujer consideraba que su experiencia con seis hombres era "todo cuanto he
hecho".
Algunos han
comentado sobre la obra de Jesús en Samaria diciendo que El no hizo milagros
allí. Que sepamos no sanó a los enfermos ni echó fuera demonios, pero demostró
un atributo divino (la omnisciencia) al decir a la mujer todo cuanto había
hecho.
-- ¿No será éste
el Cristo? -- Para esta mujer la
omnisciencia de Cristo era suficiente evidencia para probar que El era el
Cristo, y quería que otros la tomaran en cuenta y que juzgaran por sí mismos.
4:30-32
Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él. Entre tanto, los discípulos le
rogaban, diciendo: Rabí, come. El les dijo: Yo tengo una comida que comer, que
vosotros no sabéis. -- Ellos tenían
su comida y El tenía la suya. ¿Qué
era la comida de Cristo? Ver. 34. En estos momentos recibía alimento mejor que
la comida ordinaria al observar el entendimiento y la fe de esta mujer, y la
llegada de otros de la ciudad para escucharle. En otra ocasión había aguantado
cuarenta días sin comer (Mat. 4:2); por eso, no le sería difícil soportar el
hambre para dar de comer a los samaritanos. Véase 6:27.
4:33
Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer?
-- Los discípulos -- al igual que Nicodemo y la mujer
samaritana -- entendían las palabras de Jesús en su sentido literal. ¿Cómo
podían creer que alguien de Samaria
le hubiera traído comida?
4:34 Jesús
les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su
obra. -- 5:30; 6:38; 15:10. Este
texto revela claramente que la obra de Cristo era espiritual; como ahora andaba
enseñando y convirtiendo gente, pronto iba a morir por ellos para salvar su
alma. Jesús no hizo milagros simplemente para llenar estómagos ni para sanar
cuerpos enfermos, sino para que la gente creyera que El es el Hijo de Dios,
porque la salvación del alma se basa en esa fe (20:31,
31).
4:35 ¿No
decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os
digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la
siega. -- Ahora Jesús cambia la figura. En lugar de
hablar de alimento, emplea la figura de sembrar y segar (Mat. 9:36-38; 13:1-9,
18-23; 13:24-30, 36-43; 13:37). Ya
estaba llegando la gente samaritana para ver y oír a Jesús (ver. 30) y de ellos
El habló ("alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para
la siega"). Normalmente en ese país la cosecha requería seis meses, y en ese
momento todavía faltaban cuatro meses, pero para Jesús ya había llegado el
tiempo de la cosecha en Samaria, una cosecha mil veces más valiosa que la
cosecha de grano. (Con razón el trabajo de Felipe llevó mucho fruto entre ellos,
Hech. 8:5-12).
Al visitar a una
ciudad grande ¿qué vemos? ¿Solamente los rascacielos, muchos vehículos y toda
clase de mercancía? ¿Vemos a la gente como pecadores perdidos, como almas
preciosas? Hech. 18:10, "Yo tengo mucho pueblo en esta ciudad"
(Corinto).
4:36 Y el
que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, -- La salvación de almas es la recompensa de la cual
Jesús habla. "El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre" (Mat.
13:37) y la estaba sembrando ese mismo día en Samaria. Su salario era el fruto que cosechaba. Compárese Mat.
18:15, "ganar" al hermano (¿habrá ganancia que valga más que esta?) Pablo
exhortó a los filipenses a que siguieran fieles, "asidos de la palabra de vida,
para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni
en vano he trabajado" (Fil. 2:16). "Así que, hermanos míos amados y deseados,
gozo y corona mía, estad así firmes en el Señor, amados" (Fil. 4:1). "Porque,
¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois
vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida. Vosotros sois
nuestra gloria y gozo" (1 Tes. 2:19, 20).
La fiesta de
Pentecostés era la fiesta de la cosecha. Dios escogió esta ocasión para la
cosecha de tres mil almas (Hech. 2:41).
Muchos textos
hablan de la bendición que reciben los que ganan almas (Prov. 11:30; Dan.
12:3; Sant. 5:19,
20).
Si el tiempo de
la cosecha física es tiempo gozoso (Deut. 16:13-15; Sal. 126: 5, 6; Isa. 9:3),
¡cuánto más gozoso es el tiempo de la cosecha espiritual!
-- para que el
que siembra goce juntamente con el que siega. -- Este es el plan divino y es muy alentador. Según
este plan todo obrero del Señor
participa de la gloriosa siega. La cosecha no pertenece solamente al segador,
sino también al sembrador; no hay competencia entre el sembrador y el segador,
porque los dos están perfectamente unidos en la obra y ante los ojos de Dios, el
sembrar es tan importante como el segar y los dos se gozarán (serán
recompensados).
Normalmente el
sembrar es trabajo laborioso como dice el Sal. 126:5, 6, "Los que sembraron con
lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa
semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas", pero en el
campo espiritual el sembrador se goza con el segador. Compárese lo que dice Amós
9:13, "He aquí vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador,
y el pisador de las uvas al que lleve la simiente"; es decir, el sembrar y el segar serían acciones simultáneas. Esto
indica el crecimiento rápido de los cultivos. Las personas sinceras -- las que
tengan hambre y sed de justicia -- llegan muy pronto al conocimiento de la
verdad y, de esa manera, casi son simultáneos el sembrar y el
segar.
En el Día Final
no habrá discusión acerca de quién haya sembrado o de quién haya segado para
efectuar la conversión de almas.
4:37
Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que
siega. -- 1 Cor. 3:6. En esta
ocasión Jesús sembró y los apóstoles participaron en la siega. Jesús y sus
discípulos segaron discípulos ganados
por Juan el bautista, y comenzando el día de Pentecostés, los apóstoles cosecharon discípulos enseñados por Juan
y Jesús. Muchas veces hay conversiones durante una semana de servicios
especiales que son el resultado no solamente de la predicación de esa semana,
sino también de la enseñanza paciente de los miembros de la
iglesia.
Lo verdadero del proverbio se ve en muchos textos.
"Por ejemplo, un hombre puede segar donde no ha sembrado (Deut. 6:11; Josué
24:13), o puede ser que un sembrador nunca experimente la alegría de segar lo
que ha plantado (Deut. 28:30; Job 31:8; Miq. 6:15): algún otro puede hacer la
siega. Pero en el campo espiritual lo normal es que un hombre siegue donde otro
ha sembrado" (GH).
Todo siervo de
Dios debe recordar que su obra de sembrar la buena semilla nunca es en vano (1
Cor. 15:58). Según el plan de Dios la obra es una, y el sembrador comparte con el
segador.
En muchos casos la siega de un alma es el resultado
de mucha siembra; es decir, muchos están involucrados: padres y otros parientes
cristianos, vecinos y otros compañeros cristianos (p. ej., los del trabajo o de
la escuela). Las clases bíblicas a las que muchos jóvenes han asistido desde la
niñez tienen mucho que ver con su conversión. La literatura que haya leído, la
predicación por radio que haya escuchado, las clases en el hogar que haya
asistido, etc. tienen que ver con la conversión. En fin, muchas personas y
muchas cosas tienen su parte en la conversión de almas.
4:38 Yo os
he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros
habéis entrado en sus labores. -- Moisés, los profetas y otros hombres fieles habían
sembrado mucha simiente entre el pueblo de Israel aun durante los días de su
apostasía. Entonces Juan el bautista había persuadido a muchas personas a
arrepentirse. En esta misma ocasión Jesús había sembrado la simiente en el
corazón de la mujer samaritana y ella la estaba sembrando entre los otros del
pueblo.
4:39 Y
muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la
mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. --
El testimonio de esta mujer tenía
mucha fuerza por causa del entusiasmo y convicción con que hablaba. Los judíos
rechazaron todo el testimonio a favor de Jesús de Nazaret: el testimonio del
Padre, el testimonio de Juan, el testimonio de las obras de Jesús, el testimonio
de las Escrituras y el testimonio de Moisés (Juan 5:32-47), pero los samaritanos creyeron en El por el
testimonio de esta mujer pecadora. ¿Por qué no tuvo Nicodemo el mismo
entusiasmo que los samaritanos para
creer en Cristo?
4:40
Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos;
(una invitación muy rara para un
judío) y se quedó allí dos días. --
Muchos judíos ("los suyos") no recibieron a Jesús, pero estos extranjeros
(Luc. 17:18) "le rogaron que se quedase con ellos". Entre el atrio de los
gentiles y el atrio de Israel había una división y si algún samaritano se
hubiera atrevido a entrar en el atrio de Israel habría sufrido la pena de
muerte. Sin embargo, en esta ocasión Jesús comenzó a derribar esa barrera y
pronto los samaritanos podrían entrar libremente en el glorioso templo de
Jesús.
4:41 Y
creyeron muchos más por la palabra de él, -- Pedían y recibían el "agua viva". Los samaritanos
eran nobles como lo eran los de Berea (Hech. 17:11), eran "buena tierra" (Luc.
8:15), eran pobres en espíritu que tenían hambre y sed de justicia (Mat. 5:3,
5). Si estos samaritanos recibieron a Jesús y creyeron en El, ¿por qué en otra
ocasión rehusaron recibirle? Luc. 9:51-56. En este otro caso el terreno no
estaba preparado por alguna "mujer samaritana".
Esta historia nos recuerda otra vez de la maravillosa
providencia de Dios. Por causa de la hostilidad de los principales judíos Jesús
salió de Judea y por causa del testimonio de esta mujer los samaritanos abrieron
sus puertas y corazones a Jesús como el Salvador del mundo
(AC).
4:42 y
decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos
hemos oído, y sabemos (Juan dice que
"creyeron", y ellos dijeron, "sabemos")
que verdaderamente éste es el Salvador (Mat. 1:21; Luc. 2:11; Hch. 5:31;
Efes. 5:23, etc.) del mundo, el Cristo.
-- 1 Jn. 4:14. "Jesús está de pie delante de nosotros hoy en día en persona
en su Palabra, y podemos oírle directa y personalmente en esa Palabra como si
nos hubiéramos sentado entre los oyentes de Sicar. Ellos lo tuvieron solamente
por dos días, pero nosotros podemos tenerlo todos los días"
(RCHL).
Los judíos
querían obligar a Jesús a ser rey para quitar el yugo de Roma (6:15), pero los
samaritanos entendían que Cristo era el Salvador del mundo (compuesto de judíos,
samaritanos, gentiles). Es muy obvio que los samaritanos eran "buena tierra"
(Luc. 8:15), personas listas a recibir la simiente y llevar fruto para Dios. Por
haber recibido tantas bendiciones y privilegios de Dios los judíos se llenaban
de orgullo y vanidad, de modo que rechazaron a Cristo, pero los samaritanos, con
muy limitadas bendiciones, lo recibieron con toda prontitud y con
gratitud.
Jesús dijo a los
judíos, "¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi
palabra" (Juan 8:43). Los samaritanos entendían el lenguaje de Jesús porque
podían escuchar su palabra.
4:43 Dos
días después, salió de allí y fue a Galilea. -- Los versículos 4-42 son un paréntesis. Ahora sigue la
narración de la obra de Jesús en Galilea, una provincia menospreciada por los
judíos (7:41, 52). Juan habla poco del ministerio de Jesús en Galilea, pero
Mateo, Marcos y Lucas lo describen ampliamente. La obra de Jesús en Galilea
cumplió la profecía de Isa. 9:1, 2 (véase Mat. 4:12-16).
Es necesario
recordar que conforme al plan de Dios Jesús no fue enviado a los gentiles ni a
los samaritanos, sino "a las ovejas perdidas de la casa de Israel" (Mat. 10:5;
15:24). De otro modo, seguramente habría pasado mucho tiempo en Samaria, pero El
sabía que muy pronto el evangelio sería predicado a ellos. Poco antes de
ascender al cielo dijo a los apóstoles, "me seréis testigos en Jerusalén, en
toda Judea, en Samaria, y hasta lo
último de la tierra" (Hech. 1:8). El cumplimiento de esta promesa se ve en Hech.
8:5-12 cuando "Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a
Cristo".
Sin duda los samaritanos lo hubieran detenido para
que siguiera predicándoles pero, aparte de lo dicho en el párrafo anterior,
había otra razón para su salida aun de un campo fructífero. En otra ocasión "le
detenían para que no se fuera de ellos. Pero él les dijo: Es necesario que
también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para
esto he sido enviado" (Luc. 4:42, 43).
4:44
Porque Jesús mismo dio testimonio de que el profeta no tiene honra en su propia
tierra. -- Juan dice porque, es decir, ahora explicará por
qué Jesús no dejó de volver a Galilea. Nació en Judea, pero fue criado en
Galilea en el pueblo de Nazaret. Por eso, Galilea era "su propia tierra" (Luc.
4:24; 23:5-7). Jesús estuvo en Nazaret cuando dijo que el profeta no tiene honra
en su propia tierra (Mat. 13:57; Mar. 6:4; Luc. 4:24). "Ni aun sus hermanos
creían en él" (7:3). El orgullo y la envidia evitaron que sus familiares y
conocidos creyeran en El.
Por lo tanto,
puesto que Jesús no tenía honra en su propia tierra, tenía que buscarla en otro
lugar. Esto es precisamente lo que hacía en Judea y el resultado fue que los
galileos cambiaron su actitud hacia Cristo, como el siguiente versículo lo
explica.
4:45
Cuando vino a Galilea, los galileos le recibieron, habiendo visto todas las
cosas que había hecho en Jerusalén, en la fiesta (de la pascua, 2:23); porque también ellos habían ido a la
fiesta. -- Juan no dice que le recibieron por haber oído su palabra (ver.
41) ni por convencerse de que El era el Salvador del mundo (ver. 42), sino por
haber visto las señales que hizo (no la que hizo en Caná, sino las que había
hecho en Jerusalén).
Siempre había
bendición para los judíos que asistían a las fiestas solemnes, pero en esta
ocasión había otra bendición muy especial. Si no hubieran ido a la fiesta de la
pascua, no habrían visto todas las cosas hechas por Jesús. Si esperamos recibir
bendiciones de Dios, es necesario que seamos obedientes a su voluntad.
Recordemos Heb. 10:25, "no dejando de congregarnos".
Juan no describe
"las cosas que había hecho en Jerusalén", aparte de la purificación del templo.
Estas cosas se incluyen, pues, en las "muchas otras señales" que Jesús hizo "en
presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro" (Jn.
20:30). Lo importante es que al volver a Galilea Jesús trajo esa honra que había
ganado en Judea y, por eso, "Cuando vino a Galilea, los galileos le recibieron".
Jesús no buscaba
la gloria de los hombres (5:44), pero es necesario estimar y apreciar a Cristo
para poder creer en El.
Aquí caben los
detalles acerca del ministerio de Jesús registrados en Mat. 4:17; Mar. 1:14, 15;
y Luc. 4:14, 15.
4:46 Vino,
pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.
-- Juan ya había escrito acerca de
este milagro (2:1-11) pero lo menciona otra vez para
recordarnos.
-- Y había en
Capernaum un oficial del rey (Herodes, tetrarca de Galilea), cuyo hijo estaba enfermo. -- Los
oficiales más altos (y sus familias) no escapan de las aflicciones físicas (y
espirituales) y los hombres más poderosos y más ricos del mundo urgentemente
necesitan de la ayuda de Jesús. "Aquí tenemos un cortesano que acude a un
carpintero ... No podía haber una escena menos probable en el mundo que la de un
importante oficial del rey recorriendo treinta kilómetros para pedir un favor al
carpintero de una aldea ... Tendría que soportar la burla y las risas; y sin
duda habría quienes pensarían que se había vuelto algo loco ... no le importaba
lo que dijera la gente si obtenía la ayuda que tanto deseaba. Si queremos la
ayuda que nos puede dar Cristo debemos ser lo suficientemente humildes como para
tragarnos el orgullo y no preocuparnos por lo que puedan decir los demás"
(WB).
Jesús hizo muchos milagros en Capernaúm: sanó al
siervo del centurión (Mat. 8:5), la suegra de Pedro (Mar. 1:31), echó fuera el
espíritu inmundo (Mar. 1:23), etc.
4:47 Este,
cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea, vino a él
(no envió los siervos, ver. 51, sino
que vino personalmente) y le rogó que
descendiese (Caná estaba situada en las montañas) y sanase a su hijo, -- Las aflicciones
nos mueven a buscar a Jesús; por eso, su aflicción le trajo
bendición.
Sin duda este
oficial había oído del milagro en Caná y las cosas que hizo en Jerusalén, y
creía que Jesús podría sanar a su hijo. Probablemente ya hubiera gastado mucho
en médicos (compárese Luc. 8:43, "había gastado en médicos todo cuanto tenía, y
por ninguno había podido ser curada").
Este oficial creía que sería necesario que Jesús fuera a
su casa. Compárese 11:21, 32 "Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no
habría muerto". Jairo "se postró a sus pies, y le rogaba mucho, diciendo: Mi
hija está agonizando; ven y pon las manos
sobre ella para que sea salva, y vivirá" (Mar. 5:23). La mujer que padecía
de flujo de sangre decía "Si tocare tan
solamente su manto, será salva" (Mar. 5:28). ¿Qué tenían en común estas
personas? Limitaban el poder de Jesús diciéndole que hiciera alguna cosa física para poder ayudarles. No
entregaban sus vidas (o sus seres queridos) a Jesús sin reserva. Tal fe es limitada e
imperfecta. El centurión, sin embargo, le dijo, "pues, no soy digno de que
entres bajo mi techo; pero dí la palabra, y mi siervo será sano"; Jesús dijo,
"Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe" (Luc. 7:7-9). Sabía que Jesús
tenía autoridad y que podía sanar de lejos.
-- que estaba a
punto de morir. -- Ya no hubo otro
remedio porque sin duda todo remedio humano se hubiera agotado.
No sabemos si en
otra ocasión este oficial hubiera tenido el deseo o la oportunidad de buscar a
Jesús, pero muchas personas hacen peticiones al Señor solamente en los momentos
de mucha aflicción. Si su hijo no
hubiera enfermado, ¿habría buscado a Jesús? ¿Tendría interés en oír "la palabra
de él" (ver. 41)?
4:48
Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y prodigios (no dos clases de milagros, sino dos características
de ellos), no creeréis. -- Jesús no
habla solamente al oficial, pues emplea verbos plurales, pero "le dijo" esto
porque él también era culpable de lo que Jesús afirma de los galileos en
general.
"Muchos creyeron
en su nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de
ellos, porque conocía a todos" (2:23, 24). ¿Habrá acudido a Jesús con plena
confianza en El? ¿O habrá ido como último recurso, para ver si este obrador de
milagros pudiera hacer algo? Los judíos pedían señales (2:18; Mat. 12:39, 40;
16:1-4). Por eso, lo que Jesús dice aquí es una denuncia de los que no creerán
sin ver milagros; éstos no entendían el propósito de los milagros. Al parecer,
muchos de éstos lo querían solamente para que les curara sus enfermedades
físicas. Después Jesús denuncia a Capernaúm y a otras ciudades por no haber
creído aun después de ver sus milagros (Mat. 11:20-24). No quería que los
hombres creyeran solamente en sus credenciales (señales y prodigios), sino que creyeran en El y en su palabra
(ver. 41). No quería la reputación de un mero obrador de milagros (ATR), sino
que la gente examinara todas sus obras y enseñanzas para convencerse de su
deidad (5:30-45; 10:38; 14:11; 15:22-24; 20:29), y que lo buscaran como al
Salvador del mundo.
Recuérdese 2:24,
25. Jesús entendía perfectamente la naturaleza de la fe de la
gente.
4:49 El
oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera. --
Tal vez al oír las palabras de Jesús
el oficial pensara que no escucharía su petición, pero sin discutir con El ni
profesar tener una fe grande, simplemente le instaba que le ayudara. De esta
manera mostraba más fe (compárese Mat. 15:25-27, el caso de la mujer
cananea).
Le rogaba que bajara a su casa antes que mi hijo muera. Solamente tenía
fe en el poder de Jesús para sanar a su hijo. Así era la fe de Marta y María
(11:21, 32), pero éstas aprendieron que Jesús no solamente tiene poder para
sanar, sino también para resucitar a los muertos.
4:50 Jesús
le dijo: Ve, tu hijo vive. -- "La
curación, más rápida que un relámpago desde Caná hasta Capernaúm, fue sentida
por el joven moribundo" (JFB). En ese instante concedió el deseo del padre. La
expresión "tu hijo vive" significa "no morirá". Ahora la fe del oficial era probada
aun más. Había creído el testimonio acerca de Jesús; ¿creerá ahora la misma palabra de Jesús? ¿Qué pensará y qué
hará? ¿Esperará por algún tiempo preguntándose qué hacer? ¿Creerá lo que Jesús le acaba de decir?
En su gran angustia sin duda este hombre habrá tenido sus propios pensamientos,
su propia idea de lo que él quería. Rogó que Jesús descendiese y sanase a su hijo, y
si Jesús hubiera ido en persona a su casa para sanarlo, el padre podría haber
visto en ese instante con sus propios ojos que su hijo estaba bueno y sano, pero Jesús requería una fe muy grande.
No descendió con él, y solamente le dice, "Ve, tu hijo vive". Este padre, tan
afligido, tan angustiado, en ese momento no podía ver a su hijo para saber si
todavía estaba a punto de morir o si había sanado. La única cosa que él podía
hacer sería creer a Jesús y regresar
confiadamente a su hijo, porque, de otro modo, habría tenido que volver a su
casa completamente abrumado y desesperado. Si hubiera rehusado creer a Jesús
cuando le dijo, "Ve, tu hijo vive", ¿en base a qué le habría seguido rogando que
descendiese y sanase a su hijo? Tenía
solamente dos opciones: creer a Cristo y volver a su casa con la confianza de
que su hijo había sanado o, de otro modo, volver desesperado a su casa para
esperar la muerte de su hijo.
Pero la bendición
que recibiría era mayor que la que pedía, porque en lugar de esperar hasta
llegar a su casa, en ese instante, al creer en Jesús, tendría la plena seguridad
de que su hijo estaba fuera de peligro. Así es la preciosa recompensa de la
fe.
Compárese el caso
de Naamán el leproso. Cuando el profeta "Eliseo le envió un mensajero, diciendo:
Vé y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás
limpio ... Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: saldrá él
luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y
tocará el lugar, y sanará la lepra" (2 Reyes 5:10, 11).
Los "sanadores"
modernos insisten en que la fe sea una condición establecida para que sanen. En
algunos casos de sanidad el Señor sí nombró la fe como requisito (Mat. 9:28),
pero ¿tenían fe los muertos que fueron resucitados por Jesús? (Luc. 7:11-17; Jn.
11:43).
-- Y el hombre
creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. -- La fe verdadera actúa: se fue. No se detuvo insistiendo en que
Jesús le acompañara a su casa. No se detuvo para disputar con Jesús. Estaba
sumamente preocupado por su hijo y quería tener plena seguridad de que sanara y
ahora ¿cuál es su consuelo? Una sola cosa: la palabra de Jesús. Como Abraham creyó a
Dios, este hombre creyó a Cristo. Dejó de pedir y se fue.
4:51
Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron nuevas,
diciendo: Tu hijo vive. -- Jesús
había dicho, "tu hijo vive" y ahora sus siervos dicen lo mismo para
confirmarlo.
Lo significativo
de este milagro era que la presencia física de Jesús no era necesaria para que
sanara, sino que el sanar de lejos era tan fácil como el sanar de cerca. De esta
manera Jesús mostró su autoridad sobre la distancia. ¿Cuántos "sanadores"
modernos tratarían de sanar de lejos?
4:52
Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor. --
¿Por qué hizo esta pregunta? Sin
duda quería estar seguro de que su hijo había sido sanado por Jesús. Una persona
agradecida quiere saber la fuente de sus bendiciones (AH).
-- Y le dijeron:
Ayer a las siete le dejó la fiebre. -- Quería saber a qué hora había comenzado a estar mejor, porque aunque
su fe hubiera crecido bastante, todavía era defectuosa, porque no se imaginaba
que su hijo pudiera sanar inmediatamente. La respuesta no fue que la fiebre comenzara a dejarle, sino que "a las
siete le dejó la
fiebre".
Compárese Mar. 1:31 "la suegra de Simón estaba
acostada con fiebre ... (Jesús) se acercó, y la tomó de la mano y la levantó; e
inmediatamente le dejó la fiebre, y ella les servía".
La palabra ayer parece indicar que la séptima hora
era las siete de la tarde (tiempo romano), porque el oficial hubiera llegado a
su casa en unas cinco o seis horas.
4:53 El
padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu
hijo vive; y creyó él con toda su casa. -- Compárese Hech. 16:34; 18:8. Al principio el oficial
creía en la presencia de Jesús y al
último cree en la palabra de
Jesús.
Jesús sanó cuerpos físicos para que creamos que
también puede sanar (salvar) el alma. Jesús sana el espíritu del hombre cuando
le perdona. De esta manera el alma es purificada, y durante el resto de la vida
se está transformando a la imagen de Cristo. Esta transformación es efectuada
por medio de oír, creer y obedecer la palabra revelada por el Espíritu
Santo.
Por causa de la
enfermedad grave del joven, este padre buscó a Jesús y el resultado no solamente
sanó el joven, sino que también toda la familia llegó a ser creyentes en
Cristo.
4:54 Esta
segunda señal hizo Jesús, cuando fue de Judea a Galilea. -- Hizo la primera señal (convirtió el agua en vino) en
Caná de Galilea (2:1-11). Había hecho otras señales en Jerusalén (2:23; 4:45),
pero esta es la segunda señal hecha en Galilea.
* * * * *
* * * * *
Juan
5
Mateo, Marcos y Lucas no narraron la señal de la
curación del paralítico de Betesda, porque ellos se concentraron más en
registrar el ministerio de Jesús en Galilea.
Este capítulo narra el principio de una nueva etapa
en el ministerio de Jesús. Al sanar a este enfermo en el día de reposo, (1)
provocó abiertamente un enfrentamiento con los principales de los judíos, por
causa de sus muchas tradiciones con respecto a la guarda del sábado, y (2)
aprovechó esta oportunidad para afirmar
su deidad (que Cristo es igual a Dios, vers. 18), una afirmación que, para
sus oponentes, era blasfemia. Todavía habría creyentes, pero ahora empieza el
odio severo de los judíos y el conflicto continuo entre ellos y Cristo que en
poco tiempo sería consumado en la cruz.
5:1
Después de estas cosas había una fiesta (LBLA, margen, Algunos mss. dicen: la
fiesta; i.e., la Pascua) de los
judíos, y subió Jesús a Jerusalén. -- ¿Qué fiesta? Si esta fiesta no era
la Pascua, era la fiesta de Pentecostés o la de Tabernáculos. Algunos se
refieren a la fiesta de Purim (basada en el libro de Ester). "Esta fiesta no es
mencionada por nombre en el NT, aunque hay exegetas que suponen que es la
aludida en Jn. 5:1" (V-E), pero The International Standard Bible Encyclopedia
dice que "Ninguna referencia se hace a esta fiesta en el NT, puesto que era
celebrada localmente, y por lo tanto no ha de ser conectada con ninguno de los
peregrinajes festivos a Jerusalén. Por esta causa la suposición de algunos de
que la fiesta de Jn 5:1 era Purim ha de ser rechazada, la mención de ella siendo
seguida por las palabras, 'y subió Jesús a Jerusalén'".
Esta fiesta de 5:1 no era "la fiesta de la
dedicación" porque de esa fiesta Juan habla claramente
(10:22).
Algunos afirman
que la fiesta de este texto no era la Pascua, porque en el siguiente capítulo
(6:4) Juan habla de la Pascua y que si la fiesta de 5:1 era la Pascua, entonces
Juan estaría omitiendo un año del ministerio de Jesús. Es posible que lo haya
hecho, porque en cuanto a registrar los eventos del ministerio de Jesús este
libro no está completo, sino que suplementa a los otros tres. Al comparar los
cuatro libros se puede observar que hay varios capítulos de la historia del
ministerio de Jesús entre los capítulos 5 y 6 de Juan. Según The Fourfold Gospel (JWM), Mat. 12, que
sigue a Juan 5, narra la crítica de los fariseos de los discípulos de Jesús por
arrancar espigas en el día de reposo, lo cual indica que era tiempo de la
cosecha, la cual comienza con la Pascua.
5:2-4 Y
hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, (compárese Neh. 3:1, 32) un estanque, llamado en hebreo Betesda,
("casa de misericordia") el cual
tiene cinco pórticos (para indicar el gran número de enfermos). En éstos yacía una multitud de enfermos,
ciegos, cojos y paralíticos, (que esperaban el movimiento del agua. Porque un
ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que
primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de
cualquier enfermedad que tuviese). (LBLA, margen, Los mss. más antiguos no
incluyen el resto del vers. 3 y todo el vers. 4). -- Probablemente estas palabras hayan
sido agregadas por algún copista para explicar la creencia de la gente. La
eficacia de estas aguas curativas se debía en parte a sus elementos minerales
(aguas medicinales, pues en casi todos los países hay agua de esta clase), y en
parte a la imaginación de la gente. Muchísimas enfermedades "físicas" son más
mentales que físicas. La superstición acerca de esta agua nos recuerda de los
santuarios, relicarios, etc., de la Iglesia Católica Romana, de todos los medios
"benditos" de la Ciencia Cristiana, y de los curanderos carismáticos. ¡Cualquier
persona o cosa en que la gente crea fervientemente le puede ayudar, aun
físicamente!
5:5-6 Y
había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando
Jesús lo vio acostado, -- ¿Qué hacía
Jesús en ese lugar? Siempre buscaba a
los enfermos, tanto a los enfermos físicos como a los espirituales (Luc. 5:31,
32; 19:10).
-- y supo que
llevaba ya mucho tiempo así, -- En
ese lugar había "una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos". Juan no
explica cómo Jesús supo esto; desde luego, una explicación se encuentra en 2:24,
25 (es decir, conoció a este hombre como conoció a Natanael y a la mujer
samaritana). ¿Por qué escogió Jesús a este paralítico? (1) Porque "supo que
llevaba ya mucho tiempo así" y, por eso, era uno de los casos más patéticos, lo
cual haría el milagro más evidente e impresionante (compárese Hech. 3:2, "cojo
de nacimiento"; 4:22, "tenía más de cuarenta años"). (2) Porque al sanar a este
paralítico él tendría que llevar su camilla, lo cual provocaría un encuentro con
los judíos y dar ocasión para un discurso poderoso sobre la deidad de Jesús y
sobre el error de las tradiciones de los judíos con respecto al día de reposo
(Mat. 15:8, 9).
-- le dijo:
¿Quieres ser sano? -- Es decir,
ahora. No le pregunta si quiere en algún tiempo futuro sanar. Compárese Mar.
10:51, Jesús pregunta al ciego, "¿Qué quieres que te haga?" ¿Con qué propósito
le hizo esta pregunta? Desde luego,
Jesús no lo habría sanado si hubiera dicho que no quería sanar, pero otro
propósito fue para hacer que el
paralítico fijara su atención en Jesús (compárese Hech. 3:4). También al
contestar la pregunta enfatizaría lo desesperado de su caso. (Todos estaríamos
en una condición desesperada si Cristo no hubiera venido).
Dirá alguno que
sin duda el hombre quería ser sano, pero hay personas desesperadas que ni
siquiera buscan remedios y si esto sucede con respecto a la salud física,
¡cuánto más con respecto a la salud espiritual! Muchísimas personas, conscientes
de su enfermedad espiritual, no quieren saber nada de perdón y santidad, porque
"aman el pecado y para ellos la vida de santidad y pureza no es nada atractiva"
(CRE). "Si se
curaba, tendría que enfrentarse con todo el peso de ganarse la vida y asumir una
vez más todas sus responsabilidades. Hay inválidos para quienes su enfermedad no
es del todo desagradable, puesto que algún otro hace todo el trabajo y asume
todas las responsabilidades" (WB). Esto es muy cierto porque el mundo está lleno
de personas que no quieren ser responsables; solamente quieren que el gobierno u
otros cuiden de ellos.
Muchos ciegos y
otros afligidos se ganan la vida pidiendo ayuda a otros. ¿Querrán todos estos
sanar?
5:7 Señor,
le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en (que me eche dentro, ATR) el estanque cuando se agita el agua; y
entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. -- Al oír la pregunta
de Jesús el paralítico habló de la única sanidad que conocía, y de lo muy
desesperado del caso, porque pensaba que iría al sepulcro antes de bajar al agua
sanadora. ¿Por qué decir que sí quería ser sano, cuando no había esperanza de
sanar? De lo que dice se deduce que
ni siquiera esperaba que Jesús le pudiera bajar al agua. (¡Qué buena ilustración
de la condición espiritual de todos antes de venir Jesús!)
5:8 Jesús
le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. -- Estos actos bien ilustraban lo perfecto del milagro. Jesús requiere que los que reciban sus
bendiciones actúen, que no sean
pasivos sino activos. "Cristo es el gran Sanador. El puede sanarnos de las
enfermedades que paralizan nuestras almas. Para que El nos sane debemos (1)
escucharle; (2) creer en sus palabras; (3) obedecerle"
(BWJ).
Estos
mandamientos ("Levántate, toma tu lecho, anda") requerían una determinación
fuerte de parte del paralítico. Jesús requería que hiciera algo que no había
hecho por treinta y ocho años. "¡Anda!" (Es lo que El nos dice a nosotros. ¡Anda
en nueva vida! Rom. 6:4).
El cargar la cama en las calles de Jerusalén en el
día de reposo sería provocar abiertamente a los judíos. Cualquiera preguntaría
el significado de tal acto. Por eso, Jesús entendía muy bien que tal conducta
provocaría la oposición de los judíos.
5:9 Y al
instante (en un instante toda la
enfermedad de treinta y ocho años desapareció) aquel hombre fue sanado,
(independientemente del agua), y
tomó su lecho, y anduvo. -- No dijo que lo que el Señor mandó era imposible,
sino que le obedeció. Si alguno no camina por treinta y ocho años tendrá que
aprender otra vez a andar (compárese Hech. 3:8).
-- Y era día de
reposo aquel día. -- Este es el
texto clave, porque uno de los conflictos más graves entre Jesús y los judíos
era su desafío a sus tradiciones con respecto al día de
reposo.
5:10
Entonces los judíos (los líderes de
los judíos, 1:19; 7:17; 9:22; 13:12, 14)
dijeron a aquel que había sido sanado: Es día de reposo; no te es lícito llevar
tu lecho. -- Los oponentes de Jesús
daban su testimonio de que este paralítico caminaba y llevaba su camilla. La
ley de Moisés prohibía que los israelitas trabajaran en el día de reposo (Ex.
20:9-11; Núm. 15:35, un hombre "recogía leña en día de reposo" y lo apedrearon;
Jer. 17:21-22, "Guardaos por vuestra vida de llevar carga en el día de reposo";
Neh. 13:19, "para que en día de reposo no introdujeran carga"). El contexto de
lo que dicen Jeremías y Nehemías indica que se condenaba el comerciar y el
trabajar para ganancia. Los judíos siempre eran tentados a comerciar con los
incrédulos que no respetaban el día de reposo.
Para entender lo
serio del conflicto entre Jesús y los judíos es necesario recordar que éstos
habían inventado muchísimas prohibiciones (tradiciones) con respecto a la guarda
del sábado. Por ejemplo, se prohibía que se llevaran zapatos clavados (porque el
clavo era una carga), que un solo hombre cargara pan (se permitía que lo
cargaran dos hombres), que se usara muleta, que la mujer cargara bolsa, que
llevara aguja en la ropa, y aun discutían si era lícito llevar pierna de madera
o dientes postizos. (Había treinta y nueve de tales reglamentos
necios).
"De acuerdo con
la Mishna, se podía llevar un lecho únicamente si un hombre estaba acostado en
él" (NCB). Así pues, en este caso, para satisfacer a los judíos el hombre sanado
hubiera tenido que quedarse con su cama el resto del día para que nadie se la
robara, pero "el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo" (Mat. 12:8) y le
dijo que cargara su camilla. Cuando Jesús sanó al hombre de la mano seca, dijo a
los judíos, "¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta
cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante? Pues ¿cuánto
más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en
los días de reposo" (Mat. 12:11, 12). Ninguno de los judíos se atrevía a
contestar estas preguntas.
5:11 El
les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda. --
El que le sanó tenía el derecho de decirle que llevara su
camilla. ¿No sería lógico y razonable concluir que si alguno pudiera sanarle, también tendría autoridad para
mandarle de esa manera? (¿Dejó de cargar su cama? Que sepamos, no les consintió
en ello).
5:12
Entonces le preguntaron: ¿Quién es el (hombre, LBLA) que te dijo: Toma tu lecho
y anda? -- ¿Los judíos ignoraban
quién era? Es muy probable que ellos supieran exactamente quién era (recuérdese
2:23). Solamente querían oír el
testimonio de boca del hombre sanado para poder expulsarlo de la sinagoga (9:22;
12:42) y para usarlo contra Jesús.
Estos hipócritas endurecidos no preguntaron, "¿Quién te sanó?" que hubiera
sido una pregunta razonable. Este hombre que estaba enfermo por treinta y ocho
años acaba de sanar y ahora anda. ¿Quién no se hubiera regocijado al ver tan
estupenda y maravillosa sanidad? Cualquier hombre, mayormente algún líder
religioso, debería estar lleno de gozo y alegría al observar este fenómeno, pero
estos solamente querían la identidad de aquel que se atreviera a quebrantar una
de sus reglamentos necios. Con razón el nombre de Dios era blasfemado por causa
de tales judíos (Rom. 2:24).
5:13 Y el
que había sido sanado no sabía quién fuese, porque Jesús se había apartado de la
gente que estaba en aquel lugar. -- Jesús dejó que el milagro (su obra) testificara por
El (vers. 36), y dejó que el hombre se enfrentara a los judíos armado solamente
con su conocimiento del milagro.
5:14
Después le halló Jesús en el templo, (Sal. 66:13, 14) y le dijo: Mira, has sido sanado; no
peques más -- Conocía al hombre que nació ciego como conocía a la samaritana
(4:18). El decir, "no peques más" (8:11), puede implicar que su enfermedad
había sido causada por una vida desordenada. La paga del pecado es la muerte y
enfermedades a veces son el pago parcial (JWM). Desde luego, esto no implica que
toda enfermedad es causada por el pecado (9:2, 3, acerca del ciego Jesús dijo,
"No es que pecó éste, ni sus padres". Compárese también Luc. 13:1-5). También la
prohibición, "no peques más", implica que el Señor le perdonó (de otro modo,
¿por qué decirle, "no peques más"?) "Velad y orad, para que no entréis en
tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil" (Mat.
26:41). Para vencer el pecado
recuérdese que "has sido sanado".
-- para que no te
venga alguna cosa peor. -- El
infierno seguramente, pero también cosas peores aun en esta vida. Véase 2 Ped.
2:20-22. En efecto Jesús le dice, "Para vencer el pecado, no solamente
recuérdese que has sido sanado, sino también que hay castigos aun más severos
que esperan a los que persisten en una vida de pecado".
¿No era
suficiente el sufrimiento de treinta y ocho años para convencerle que debería
evitar el pecado? Lamentablemente por causa del pecado muchísimas personas
sufren no solamente treinta y ocho años sino cincuenta o setenta años, y siguen
así porque nunca aprenden a aborrecer el
pecado.
5:15, 16
-- El hombre se fue, y dio aviso a los judíos, que Jesús era el que le había
sanado. -- Con esas palabras tenían
lo que querían: la evidencia legal contra Jesús. El testimonio del hombre sanado por Jesús
dio testimonio del poder de Jesús y, al mismo tiempo, dio testimonio que los
judíos podían usar en su contra.
-- Y por esta
causa los judíos perseguían (en el
sentido de cazar animales) a Jesús, (y
procuraban matarle, omitido en los mejores manuscritos, véase LBLA, pero genuino en el vers. 18), porque hacía estas cosas en el día de
reposo. -- En su primera visita a Jerusalén Jesús purificó el templo
(2:13-16) y en su segunda visita quería purificar al pueblo de sus falsas
tradiciones (RCHL).
5:17 Y
Jesús les respondió: Mi Padre -- Jesús no dice nuestro Padre, sino mi Padre. Declaraba que Dios era su
Padre en un sentido especial y único.
-- hasta ahora
trabaja, y yo trabajo. -- Todos
saben que el Padre trabaja todo el tiempo y dice Jesús que El es "Mi Padre",
somos uno (10:30) y somos iguales, lo que El hace es lo que yo hago. ¿Quieren
ustedes acusar al Padre de quebrantar el día de reposo?
"Y bendijo Dios
al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la
creación" (Gén. 2:3). Reposó de la obra de crear, pero nunca ha dejado de
obrar, porque cada momento El dirige y sostiene el universo. "El Sol brilla; los
ríos fluyen; los procesos de nacimiento y muerte continúan durante el día sábado
como durante cualquier otro día; y esa es la obra de Dios" (WB). El hace mucha
obra de benevolencia y misericordia día y noche. Dios sana todos los días de la
semana (nunca ha dejado de sanar en el
día de reposo). La obra de amor y compasión no era, pues, una violación del
cuarto mandamiento. Los judíos entendían esto porque sin demora en día de reposo
sacaban la oveja del hoyo y aun desataban en el día de reposo su buey o su asno
del pesebre y lo llevaban a beber (Luc. 13:15). El problema de los judíos era
que tenían cuidado de los animales pero no de los hombres.
5:18 Por
esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba (violaba,
LBLA) el día de reposo, -- En primer
lugar, " el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo" (Mat. 12:8) y no
quebrantó su propia ley. Jesús profanaba el día de reposo solamente como los
sacerdotes lo profanaban al llevar a cabo su trabajo en el día de reposo (Mat.
12:5). Como estos estaban sin culpa también Jesús estaba sin culpa al llevar a
cabo su obra.
-- sino que
también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios. --
Muchas personas que profesan ser
seguidores de Cristo no creen este texto. Los testigos del Atalaya aceptan la
herejía de Ario quien afirmaba que Cristo era un ser creado. También los
pentecostales, de la rama llamada "apostólica", siguen a Sabelio quien enseñaba
que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son idénticos y que son una sola y la
misma persona. Esta sección del libro de Juan (el cap. 5) registra mucho
testimonio para demostrar claramente que Cristo es Dios el
Hijo.
Algunos hermanos
(véase 1:14) enseñan que aquí en la tierra Cristo no era igual a Dios, pues
tuercen Fil. 2:6, 7 para enseñar que aunque Cristo había sido igual a Dios,
cuando vino a la tierra se despojó a sí mismo de esa igualdad, pero Pablo no
dijo que Cristo "existía" (como dice LBLA), sino "existiendo" (gerundio, tiempo
presente). Dios (Deidad) es inmutable. Como Dios el Padre o Dios el Espíritu
Santo no pueden cambiar, tampoco puede cambiar Dios el Hijo. Son uno en esencia
(substancia), en propósito y en obra. "Hijo" de Dios no indica inferioridad sino
identidad.
Los enemigos de
Cristo entendían lo que El decía y, por eso, le querían apedrear por blasfemar
(10:30-33); sabían que cuando Jesús hablaba de sí mismo como el "Hijo de Dios",
quería decir que era Dios, igual a Dios, y en base a esto demandaban que Pilato
le crucificara (19:7). Obsérvese con cuidado esta verdad: al decir Jesús que
"Dios era su propio Padre" daba a entender que "Hijo de Dios" significa "igual a
Dios".
Cuando Jesús dijo, "El Padre mayor es que yo" (14:28)
no se refería a su naturaleza o esencia (Deidad), ni a los atributos divinos
(omnipotencia, omnisciencia, etc.), sino a su papel de subordinación al Padre, su
humillación al llegar a ser hombre, para poder morir por nosotros (Fil. 2:6-8).
Durante esta gran humillación El era Emanuel, Dios con nosotros. Demostró esto
repetidas veces, demostrando su omnipotencia, su omnisciencia, perdonando
pecados y siendo adorado. El mismo había dicho, "Al Señor tu Dios adorarás"
(Mat. 4:10). Por eso, al ver que El mismo (Jesús) aceptó la adoración, la
conclusión ineludible es que El es Dios.
En cuanto a su relación con Dios Jesús afirmaba (1)
que había venido del Padre, 6:33, 38; 8:23; y que volvería al Padre; (2) que El
solo había visto al Padre, 1:18; 6:46; pero que "El que me ha visto a mí, ha
visto al Padre", 14:6; (3) que El conoce al Padre, 7:29; 8:55; 10:14, 15; 17:25;
(4) que El revela al Padre, 1:18; 8:19; 12:44, 45, 49-50; 14:7-9; (5) que es
igual a Dios, 5:18; 10:30; Heb. 1:3; (6) que El hace las obras de Dios y, por
eso, posee el poder de Dios, 5:19; (6) que posee los atributos de Dios: eterno,
8:58; 17:5; omnipotente, 11:11; omnisciente, 2:24; 4:16-18; 7:29; 12:32, 33;
podía leer los pensamientos de la gente; omnipresente, 14:14-18, 28.
5:19
Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el
Hijo hacer nada por sí mismo, -- Cuando Jesús sanó al paralítico (5:8, 9), demostró la
voluntad y el poder de Dios. No dijo que era igual al Padre con espíritu
independiente o jactancioso; por el contrario, sigue afirmando que El no tenía
voluntad aparte de la voluntad del Padre y, por eso, que no hacía nada aparte de
su voluntad. Siempre estaban unidos en todo.
-- sino lo que ve
hacer al Padre; -- Jesús no
solamente observaba lo que el Padre
hacía, sino que El tenía conocimiento sobrenatural (divino) de todo lo que el
Padre hace. Esta frase es otra afirmación de la omnisciencia de
Cristo.
En los vers.
19-23 Cristo presenta pruebas de lo que dijo en el vers. 18. El no afirma que el
Hijo imita al Padre, sino que la voluntad y acciones del Hijo y la voluntad y
acciones del Padre son idénticas.
Para probar o ilustrar esta verdad introduce cuatro afirmaciones con la palabra
porque: porque todo lo que el Padre
hace, también lo hace el Hijo igualmente, porque el Hijo es amado por el Padre,
porque el Hijo tiene autoridad para levantar a los muertos, y porque el Hijo
juzgará al mundo.
-- porque todo lo
que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. -- Este texto afirma enfáticamente que Jesucristo era
omnipotente: ¡todo lo que el Padre hace,
también lo hace el Hijo igualmente! También afirma que sus obras son las
mismas. Cuando Jesús sanaba en el día de reposo, en realidad el Padre estaba
sanando en el día de reposo. Jesús no dijo que El podía hacer lo que el Padre hace, es
decir, que El tenía el mismo poder, sino que las acciones de Jesús son las acciones del Padre; por eso, las
acciones de Jesús siempre están en perfecta armonía con la voluntad del Padre.
Como niño de doce años de edad Jesús había expresado este mismo pensamiento:
"¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?" (Luc.
2:49). Lo que Jesús hacía, de principio a fin, era la obra del
Padre.
Algunos hermanos
que profesan ser conservadores en sus creencias tuercen Fil. 2:7 para enseñar la
herejía de que cuando Cristo vino a la tierra, se despojó a sí mismo de los
atributos de deidad (omnipotencia, omnisciencia, inmutabilidad, etc.), y que
solamente tenía el poder o autoridad que recibía del Padre o del Espíritu Santo;
es decir, que inherente o intrínsecamente
Cristo no poseía los atributos de Dios. Tal doctrina contradice este texto y
muchos otros y niega la deidad de Cristo.
5:20
Porque el Padre ama (philei, amor
tierno, afecto) al Hijo (3:35, agapao, el amor de comprensión y
propósito) -- El Padre ama al Hijo y
quiere que todos los hombres se sometan a El, y le muestra todas las cosas que él hace;
-- como el resto del versículo indica, "le muestra" y "le mostrará" quiere
decir que a través de Cristo Dios lleva a cabo sus obras. No puede haber otra
expresión más clara que Jesús es igual a Dios, y no solamente muestra igualdad,
sino también identidad. Obviamente si
el Padre mostró todas las cosas que El hace al Hijo, entonces el Hijo era
omnisciente, y si el Hijo hacía todas las obras del Padre, tenía que ser
omnipotente.
-- y mayores
obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis --
Parece que esta expresión introduce
lo que sigue, que Cristo tiene poder para levantar a los que están muertos en
pecados (Efes. 2:1, 5; Col. 2:13; Apoc. 3:1) y a los que están en los sepulcros
(5:28, 29).
5:21
Porque como el Padre levanta a los muertos (Deut. 32:39; 1 Sam. 2:6), y les da vida, así también el Hijo a los
que quiere da vida. -- En esa ocasión Jesús dio vida (vitalidad) a un
enfermo, y en cuanto a la resurrección física, la Escritura revela que Jesús
resucitó a tres personas: Mar. 5:41, 42, a la hija de Jairo; Luc. 7:14, 15, al
hijo de la viuda de Naín; y Jn. 11:43, 44, a Lázaro.
También la
palabra vida se refiere a la vida
espiritual; desde el principio de su ministerio Jesús levantaba a muchos que
estaban muertos en pecados. Los muertos son los que están separados de Dios
(Isa. 59:1, 2; Efes. 2:12).
5:22
Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo
(Hech. 17:30, 31; 2 Cor. 5:10; 2
Tim. 4:1; Mat. 25:31-46), -- Como El
hablaba de la resurrección en dos sentidos (la física y la espiritual), así
también habla del juicio en dos sentidos, porque no solamente juzgará a todos en
Aquel Día, sino que aquí en la tierra juzgaba a los hombres (p. ej., vers.
38-46). Aunque Dios es el Creador del universo, Juan dice que "Todas las cosas
por él (Cristo) fueron hechas" (1:3). Muchos textos afirman que Dios es el Juez,
pero "juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a
todos con haberle levantado de los muertos" (Hech. 17:31). Este texto es, pues,
paralelo a las otras afirmaciones aquí de la unidad del Padre y el Hijo. A
través de todo el texto el pensamiento sobresaliente es que "No puede el Hijo
hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre" (5:19); es decir, son
uno y sus acciones son las mismas. "No puedo yo hacer nada, por mí mismo; según
oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la
voluntad del que me envió, la del Padre" (5:30).
Jesús había
dicho, "Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para juzgar (LBLA) al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él" (3:17) y luego explica que el mundo se condena solo (3:18-20).
Pero Jesús no dijo que nunca juzgaría al mundo. En 12:47 repite lo que dice en
3:17 y luego dice, "El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le
juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día
postrero".
5:23 para
que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra
al Padre que le envió. -- El Hijo
tiene la autoridad para hablar las palabras del Padre (revelar la voluntad del
Padre, 17:8, 14), hace las obras del Padre y es la manifestación del Padre
(8:19; 14:9); por lo tanto, debe ser honrado como el Padre y esto implica que
todos deben someterse a la voluntad de Cristo, y que sea adorado como Dios es
adorado. Dios dice (Isa. 48:11), "mi honra no la daré a otro"; por eso, Cristo
es Dios.
Los hijos deben
honrar a sus padres (Efes. 6:2), los
ciudadanos deben honrar al rey (1
Ped. 2:17), etc., pero Jesús habla de la honra especial que pertenece solamente
a Dios, y en este texto equivale a adorar. "El Cordero que fue inmolado es digno
de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria
y la alabanza. Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza,
la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos" (Apoc. 5:12, 13).
Entonces, ¿cómo es honrado Dios? De esa misma manera el Hijo debe ser
honrado.
Por lo tanto,
puesto que todos deben honrar al Hijo como honran al Padre, entonces en ese
momento le convenía a la gente honrar a Cristo como honraba al Padre. Los que
rehúsan honrar al Hijo no pueden honrar al Padre.
5:24 De
cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, --
El oír y creer la palabra de Cristo
equivalen a creer a Dios ("al que me envió"). Creer a Cristo es creer a
Dios.
-- tiene vida
eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida --
Tener vida eterna es tener a Cristo (1 Jn.
1:2), o "tener al Padre y al Hijo" (2 Jn. 9). La vida espiritual que Jesús nos
da es "la vida de Dios" (Efes. 4:18); es vida eterna porque es vida divina. Al decir "tiene vida eterna; y no vendrá a
condenación", Jesús no enseña que desde el momento de creer se entre en la vida
como si fuera un parque del cual nadie le pueda expulsar. El creyente no está en
posesión de la vida eterna, como si ya estuviera en el cielo viviendo con Dios,
sino que tiene la promesa de la vida eterna (1 Jn. 2:25).
Los bautistas y otros sectarios enseñan que desde el momento de creer el hombre está en
posesión de la vida eterna y que no la puede perder. Por ejemplo, dicen los
comentaristas: "'tiene vida eterna' -- inmediatamente al creer, comp. 3:18; 1
Jn. 5:12, 13" (JFB); "Posee ahora esta vida espiritual que no tiene fin" (ATR);
"El verbo está en perfecto, indicando un hecho cumplido y permanente. Por esa
razón el creyente que está desde aquí en posesión de la vida eterna no va a
juicio" (B-S).
En otra ocasión
Jesús dijo, "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy
vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano" (10:27,
28); este es uno de los textos favoritos de predicadores bautistas, pero las
ovejas pueden dejar de oír la voz del Pastor y pueden dejar de seguirle, y
cuando lo hacen, pierden la vida eterna. Cuando el hombre llega a ser creyente,
no pierde su libre albedrío y, por eso, puede dejar de seguir a Cristo. También
Jesús dijo, "El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se
secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden" (15:6). Es imposible
que alguno deje de permanecer en Cristo si nunca estaba en
Cristo.
Pablo dijo a los
hermanos gálatas, "De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis;
de la gracia habéis caído", Gál. 5:4. Véanse también 1 Cor. 9:27; 2 Ped.
2:20-22; Heb. 6:4, etc.).
Entonces, ¿cómo
es que el creyente tiene vida eterna? Juan explica esta frase en 1 Jn. 2:25, "Y
esta es la promesa que él nos hizo,
la vida eterna". La vida eterna no puede ser una promesa (esperanza) si desde
ahora estamos en posesión de ella, porque "la esperanza que se ve, no es
esperanza; porque lo que alguno ve ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no
vemos, con paciencia lo aguardamos" (Rom. 8:24, 25).
"El que no cree,
ya ha sido condenado" (3:18). Por eso, desde ahora algunos están condenados,
pero esto no significa que no puede haber cambio de su condición. Los condenados
pueden llegar a ser salvos y los salvos pueden llegar a ser
condenados.
Jesús dice que el
creyente tiene vida eterna para dar
énfasis a que Dios siempre cumple sus
promesas. No solamente se usa el tiempo presente, sino también aun se usa el
tiempo pasado, para este propósito. Por ejemplo, Gén. 17:5, Dios dijo a Abram,
"te he puesto por padre de muchedumbre de gentes". Desde luego, en ese momento
Abram no era padre de muchedumbre de gentes, pero la promesa de Dios es tan segura que desde
ese momento habló de su cumplimiento como una realidad.
"Mas Jehová dijo
a Josué: Mira, yo he entregado en tu
mano a Jericó" (Josué 6:2). Le dijo esto antes de darle los mandamientos que
deberían obedecer para obtener la victoria. ¿Por qué dijo, "yo he entregado en
tu mano a Jericó" antes de hacerlo? Porque la promesa de Dios era tan segura que desde ese momento habló
de la toma de Jericó como si fuera un hecho histórico. Isaías usa el tiempo
pasado para hablar del Cristo, como si ya hubiera dado su vida en expiación por
los pecados (Isa. 53).
Jesús dijo, "esto
es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los
pecados" (Mat. 26:28); no dice "será derramada", sino que aquí también usa el
tiempo presente para enfatizar la certeza de su muerte.
De esta misma
manera dice "tiene vida eterna" para dar énfasis a la certeza de las promesas de
Dios. Sin embargo, esta promesa de Dios tiene condiciones o requisitos: "El que
oye mi palabra, y cree al que me envió". Como Jesús enseña en Luc. 8:13, el que
oye su palabra puede dejar de oír, y el que cree puede dejar de creer (véanse
también 1 Tim. 1:19; 5:8, 12, 15; 6:10, 21). Jesús no enseña que el que deja de
oír y creer tiene vida eterna. Por lo tanto, Pablo dice, "El que piensa estar
firme, mire que no caiga" (1 Cor. 10.12) y Pedro dice, "Por lo cual, hermanos,
tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo
estas cosas, no caeréis jamás" (2 Ped. 1:10).
Los que están en
pecado están muertos, es decir, separados de Dios (Efes. 2:1; 5:14). Compárese
Luc. 15:32, el hijo pródigo "era muerto" y al volver "ha revivido". Cuando
obedecemos al evangelio tenemos vida (estamos reconciliados con Dios). "Como
Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros
andemos en vida nueva" (Rom. 6:4). La vida eterna es nuestra herencia (Rom. 8:17) y esta esperanza
nos motiva a transformarnos a la imagen de Cristo. "Sabemos que cuando él se
manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo
aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es
puro" (1 Jn. 3:2, 3).
5:25 De
cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es (4:23), cuando los muertos
oirán la voz del Hijo de Dios ("mi
palabra", 5:24); y los que la oyeren
vivirán. -- El hombre no nace muerto en pecado, pero todos pecan (Rom. 3:23)
y al pecar, mueren; es decir, están separados de Dios, pues la palabra muerte significa separación. Según el calvinismo los
hombres nacen muertos y no pueden hacer nada hasta que el Espíritu de Dios les
mueva para que puedan creer. Pero Jesús dice que los muertos pueden oír el
evangelio y obedecerlo para ser vivos en lugar de muertos.
Por eso,
obviamente los muertos tienen libre
albedrío, y pueden aceptar o rechazar el evangelio. Muchos muertos rehúsan
oír, porque no toman en serio lo horrible que es el pecado. No quieren pensar en
la consecuencia de sus hechos. Muchos ya tienen la conciencia cauterizada y el
corazón endurecido y, por eso, viven en pecado todos los días sin remordimiento
ni arrepentimiento porque han perdido toda sensibilidad (Efes.
4:19).
Muchos citan Juan
3:16 y otros textos que basan la salvación en la fe y la interpretan como si
fuera salvación por la fe sola. Según
ese modo de interpretar las Escrituras, este versículo (5:24) enseña que la
salvación se basa en el oír solo.
Desde luego, las palabras oír y creer, como se usan en estos textos,
abarcan la obediencia al evangelio. "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y
me siguen" (10:27). No somos salvos por el arrepentimiento solo, pero Hech.
11:18 dice, "también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida";
aquí el único requisito nombrado es el arrepentimiento, pero nadie cree que
somos salvos por el arrepentimiento solo, sino que este mandamiento abarca los
otros requisitos. No somos salvos por la confesión sola, pero Rom. 10:10 dice,
"con la boca se confiesa para salvación"; aquí el único requisito nombrado es el
confesar, pero nadie cree que somos salvos por la confesión sola, sino que este
mandamiento abarca los otros requisitos. No somos salvos por el bautismo solo,
pero 1 Ped. 3:21 dice, "El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva";
aquí el único requisito nombrado es el bautismo, pero nadie cree que somos
salvos por el bautismo solo, sino que este requisito abarca los otros
requisitos.
Esta construcción
gramatical se llama sinécdoque, "una
figura de retórica que consiste en tomar una parte por el todo, o el todo por
una parte" (Larousse). En cada uno de estos textos (Jn. 3:16; 5:24; Hech. 11:18;
Rom. 10:10; y 1 Ped. 3:21) se emplea esta figura, pues una parte del plan de salvación se toma
por el todo. Los que no quieren reconocer esta verdad seguirán torciendo la
Escritura, enseñando que la salvación es por la fe sola. La mejor refutación de
este error es Juan 5:25, porque si se puede afirmar que Jn. 3:16 enseña la
salvación por la fe sola, entonces se puede enseñar que Jn. 5:25 enseña la
salvación por el oír solo.
No todos los muertos oyen la voz de Cristo (el
evangelio). Su voz no es irresistible (Apoc. 3:20; 22:17). En ese momento Jesús
hablaba con algunos muertos que
rehusaban la vida que El les ofrecía.
5:26
Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, -- Tiene vida en el sentido de que es una fuente de
vida para otros.
-- así también ha
dado al Hijo el tener vida en sí mismo (1:4; 11:25; 14:6); -- En esto sigue estableciendo su
identidad con el Padre. "Por eso me
ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita,
sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para
volverla a tomar" (10:17, 18).
También Jesús tiene vida en sí mismo (El es la vida, 14:6), en el sentido de ser la
fuente de vida espiritual para todos los que le obedezcan Heb. 5:8, 9. Esta vida
se obtiene a través del evangelio. El tiene vida en sí mismo y, por eso, nos
puede regenerar (3:5; Tito 3:5).
5:27 y
también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre. --
Algunos comentaristas creen que se
debe enfatizar aquí la humanidad de Cristo: "Porque el hombre debe ser juzgado
por su semejante y aun por el más humilde y más amante de los hombres, que ha
llevado el pecado de la humanidad y puede tener compasión de sus hermanos, de
modo que es la gracia misma quien juzga (Heb. 2:17, 18; 4:15). Por su
humillación voluntaria el Hijo de Dios ha adquirido la prerrogativa de juzgar a
aquellos a quienes vino a salvar" (HAWM).
Otros enfatizan
que "Hijo del Hombre", es título mesiánico (Dan. 7:13; Mat. 12:8; Luc. 21:27;
Apoc. 1:13). Jesús afirma que El da vida (física y espiritual), resucita muertos
(físicos y espirituales) y que juzgará a todos; es decir, El hace el papel del Mesías. "El Cordero
que fue inmolado es digno de tomar el poder ... " (Apoc. 5:12).
5:28, 29
No os maravilléis de esto; porque vendrá hora (no agrega "y ahora es", ver. 25, porque habla de la
hora de su segunda venida) cuando todos
los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno
(practican las cosas buenas; hacen la voluntad del Señor, Mat. 7:21; 12:50;
es decir, obedecen al evangelio, andan como Jesús, "haciendo bienes", y
perseveran en la doctrina de los apóstoles hasta la muerte), saldrán a resurrección de vida; mas los
que hicieron lo malo, phaulos, lo que no vale nada, despreciable; compárense
Rom. 2:11; 2 Cor. 5:10. Estos son los que aborrecen la luz, 3:20; "lo malo"
(perverso) es compañero de celos, contiendas, y perturbación en Sant. 3:16.
Tales personas serán perdonadas si obedecen al evangelio, pero si mueren en
pecado, saldrán a resurrección de
condenación (juicio, LBLA; "Habría sido áspero decir, 'la resurrección de
muerte", aunque esto es lo que se quiere decir, porque los pecadores resucitarán
de la muerte a la muerte" (Bengel,
citado por JFB). Jesús no habla de gracia y misericordia para los que hacen lo
malo, sino de salir de los sepulcros para condenación y sufrimiento. En lugar de
tener cuerpos gloriosos como el de Jesús (1 Jn. 3:3, 4), tendrán cuerpos
incorruptibles que sufrirán "tribulación y angustia" (Rom. 2:9), y no serán
aniquilados por la lumbre (Mar. 9:43-48). La palabra destruir de Mat. 10:28 ("destruir el
alma y el cuerpo en el infierno") no significa aniquilar sino arruinar. Estarán arruinados,
excluidos de la presencia de Dios (2 Tes. 1:9). Los que saldrán a resurrección
de condenación no dejarán de existir, sino que perderán su bienestar.
¿Quién, aparte de
Jesucristo, se atrevería a decir esto de sí mismo? Ya había dicho (ver. 21) que "el Hijo
a los que quiere da vida"; esto significa que El puede resucitar a los que están
muertos física o espiritualmente. La resurrección espiritual es condicional, pero en los vers. 28, 29,
El dice enfáticamente que incondicionalmente levantará a todos los
que han muerto físicamente, y no
solamente los levantará, sino también que los juzgará y les asignará su destino
eterno (Mat. 25:46). La conclusión
lógica es, pues, que todos deben obedecer a Cristo (compárese 2 Ped.
3:10-13).
Jesús no habla de
dos resurrecciones, sino de la resurrección simultánea de los malos y los
buenos. Muchos evangélicos y otros creen que cuando Cristo venga, resucitará
solamente a los justos, y que mil años después resucitará a los malos. Según
esta teoría, cuando Cristo venga, (1) resucitará solamente a los justos; (2)
vendrá por sus santos vivos que serán
arrebatados de la tierra (un "rapto secreto") para estar con Jesús (3) durante
la "gran tribulación" aquí en la tierra; (4) que Cristo vendrá otra vez (una
tercera venida) con los santos para
derrotar a Satanás y todos sus siervos en la guerra de Armagedón; y (5) reinará
por mil años aquí en la tierra; (6) después de los mil años, resucitará a los
muertos infieles; (7) todos serán juzgados y (8) los fieles entrarán en el
reposo con el Señor y los infieles serán echados al infierno. Es una teoría
interesante pero es pura ficción,
porque Jn. 5:28, 29 y muchos otros textos enseñan una sola resurrección general de todos los hombres, malos y
buenos.
Apoc. 20:5, 6 dice, "Pero los otros muertos no
volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera
resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera
resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán
sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años". Esta es una
resurrección figurada, que se refiere al triunfo de los que mueren en Cristo
(20:4). Apoc. 2:11 es paralelo a Apoc. 20:5, 6, "El que venciere, no sufrirá
daño de la segunda muerte". "El que venciere" equivale a "el que tiene parte en
la primera resurrección". Los otros muertos no volvieron a vivir porque no eran
vencedores. Esta resurrección no tiene nada que ver con la resurrección literal
de Juan 5:28, 29.
Pablo enseña la
importancia de la resurrección y las consecuencias terribles para los santos si
no hubiera resurrección (1 Cor. 15:12-19), y nos da una explicación amplia del
tema en 1 Cor. 15:35-57 y en 1 Tes. 4:13-18. En 1 Tes. 5:1-5 explica que "aquel
día" vendrá como ladrón en la noche y que muchos no estarán preparados, pero que
los santos no están en tinieblas, para que aquel día les sorprenda como
ladrón.
5:30 No
puedo yo hacer nada por mí mismo (5:19); según
oigo (Cristo oía y entendía perfectamente la voluntad de Dios), así juzgo y mi juicio es justo
(7:24), porque no busco mi voluntad,
sino la voluntad del que me envió, la del Padre. -- Cristo es el Juez y, en
ese momento, estaba juzgando a los judíos (véanse los vers. 38-46). Aunque los
judíos juzgaban a Cristo con prejuicio y malicia, en el juicio de Jesús no había
odio ni resentimiento (1 Ped. 2:21-23). Era perfectamente justo e imparcial,
porque su juicio era la voluntad del Padre.
"Para cualquier
hombre es difícil juzgar con justicia a otro hombre. Si nos analizamos con
honestidad y franqueza veremos que hay muchos hechos que afectan nuestros
juicios, y que éste se basa sobre una cantidad de cosas. Nuestro juicio puede
ser injusto porque nos sentimos heridos en nuestro orgullo. Puede ser ciego y
deshonesto debido a nuestros prejuicios. Puede ser severo y enconado por la
envidia. Puede resultar arrogante debido al desprecio. Puede ser duro por la
intolerancia ... Puede verse afectado por nuestra vanidad y basarse sobre la
envidia y no sobre la justicia. Puede resultar inválido porque no conocemos, y
jamás hemos tratado de conocer, las circunstancias en que actúa la persona que
juzgamos" (WB).
Es muy difícil
evitar la parcialidad (1 Tim. 5:21).
"No juzguéis
según las apariencias, sino juzgad con justo juicio" (7:24). Según el prejuicio
de los judíos Jesús aparentemente
había quebrantado el día de reposo pero, según ellos mismos, no quebrantaban el
cuarto mandamiento quienes circuncidaban en el día de reposo (7:22), ni los
sacerdotes que ofrecían sacrificios en el día de reposo (Mat. 12:5) ni quienes
sacaban una oveja del hoyo en el día de reposo (Mat. 12:1), ni siquiera quienes
desataban un buey o un asno del pesebre para llevarlo a beber en el día de
reposo (Luc. 13:15). Por lo tanto, Jesús no quebrantaba el cuarto mandamiento al
sanar enfermos. Los judíos no juzgaban con justo juicio, sino con prejuicio,
envidia e hipocresía, pero nuestro juicio siempre será justo si no buscamos
nuestra propia voluntad, sino la voluntad del Padre.
5:31 Si yo
doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. --
Acaba de decir que no podía hacer
nada por sí mismo porque su voluntad estaba perfectamente unida con la del
Padre. Si independientemente pudiera dar su testimonio, es decir, aparte de la
voluntad del Padre, no sería verdadero. Poco después (8:14) Jesús dice, "Aunque
yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de
dónde he venido y adónde voy". Como Jesús no podía obrar independientemente del Padre,
tampoco podría dar testimonio
independiente del testimonio del Padre.
5:32 Otro
es el que da testimonio acerca de mí (8:13-16) y
sé que el testimonio que da de mí es verdadero. -- 7:28, 29; 8:26, 55. El
Padre es Otro, otra persona. "Yo y el
Padre uno somos" (10:30), en esencia (Heb. 1:3) y en propósito y obra, pero son
dos personas distintas.
Ahora Jesús
introduce otros testigos. Presenta el testimonio del Padre (5:32, 37); el
testimonio de Juan el bautista (5:33); el testimonio de las obras que El hacía;
el testimonio de las Escrituras (5:39); y el testimonio de Moisés (5:45).
5:33
Vosotros (los líderes) enviasteis mensajeros a Juan, y él dio
testimonio (no simplemente de mí, sino) de la verdad (1:19-28). -- Véanse también 1:6, 7, 29, 34;
3:26; 5:37. Lo que Juan decía era un testimonio fiel y adecuado para guiar al
pueblo a Cristo y la salvación.
5:34 Pero
yo (en contraste con vosotros) no recibo testimonio de hombre alguno
(esta frase es otro ejemplo del negativo hebreo; es decir, "no recibo solamente el testimonio de los
hombres") -- Véase el negativo
hebreo en 6:27. Desde luego, El recibió el testimonio de Juan (1:6, 7), de
Moisés (5:45-47) y de otros hombres, pero no recibió solamente el testimonio de hombres. Tampoco era testimonio de algún
hombre no guiado y apoyado por Dios,
(Mat. 16:17). Moisés y Juan eran
profetas.
-- mas digo esto,
para que vosotros seáis salvos. -- La fe que nos salva viene por el oír la palabra
inspirada de Dios (Rom. 10:17; Hech. 15:7). La salvación de los judíos dependía
de que escucharan al testimonio de los profetas, como también al testimonio de
Jesús.
5:35 El
era antorcha (la lámpara, LBLA) que ardía y alumbraba; -- "No era él la luz, sino para que diese testimonio de
la luz" (1:8). Como lámpara que ardía y alumbraba Juan señalaba a los judíos el
camino que les llevaría a Cristo.
-- y vosotros
quisisteis regocijaros por un tiempo (por una hora) en su luz. -- Por algún tiempo Juan
fue muy popular (Mar. 1:5; Mat. 3:5; 11:7; 21:26). Los judíos fueron atraídos a
él y le hicieron preguntas, pero "El interés en el bautista era una experiencia
emocionante que era frívola, superficial y de poca duración" (MRV). Los fariseos y los intérpretes de la
ley rechazaron el bautismo de Juan y decían que tenía demonio (Luc.
7:30-33).
Parece que los
líderes de los judíos estaban siendo divertidos por Juan. Para ellos él y su
mensaje eran interesantes. Le escuchaban como mucha gente escucha el evangelio.
Creen que el motivo principal para escuchar es para ser divertido o para oír
algo nuevo. "Un famoso predicador relata que después de haber pronunciado un
sermón muy sombrío sobre el juicio, lo vinieron a saludar con un comentario de
agradecimiento: '¡Ese sermón fue de veras simpático!' La verdad de Dios no es
algo que debe entretenernos" (WB).
5:36 Mas
yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio
para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, -- Las obras que Jesús hacía testificaban de la
aprobación del Padre (3:2; 5:20, 36; 10:25; Mat. 11:4, 5). Los milagros de Jesús
eran señales que deberían producir la fe (20:30, 31). Eran muchos, eran
maravillosos, no se hacían en un rincón sino públicamente (cualquiera podía
examinarlos), y eran obras nobles de amor y de misericordia. Sus obras no eran
solamente sus milagros, sino todo lo que hacía para llevar a cabo su propósito
como el Mesías y Salvador del mundo.
-- dan testimonio
de mí, que el Padre me ha enviado. -- Lo mismo se puede decir de las obras de los hijos de
Dios (Tito 3:1, 8; Sant. 2:14-26).
5:37, 38
También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí -- Por ejemplo, había dado testimonio de El en las
figuras y sombras de la ley, y en las muchas profecías acerca del Mesías y su
reino que fueron cumplidas por Jesús. También cuando Jesús se bautizó (Mat.
3:17), y otra vez lo haría en la transfiguración de Jesús (Mat.
17:5).
-- Nunca habéis
oído su voz, ni habéis visto su aspecto, -- "El testimonio que Dios mismo ha dado en su palabra, en las Escrituras del Antiguo
Testamento" (HAWM). Véase también 1 Jn. 5:9-12. Esto concuerda con lo que Jesús dice
en el versículo 39. Algunos creen que esto significa que los judíos no podían
oír la voz de Dios ni ver el aspecto de Dios en Jesús (14:24; 2 Cor. 4:4; Col.
2:9; Heb. 1:3, etc.), pero esta reprensión tenía que ver con la condición de los
judíos aun antes de nacer Jesús. El dice que "nunca habéis oído su voz, ni habéis
visto su aspecto". Afirma que los judíos simple y sencillamente no conocen a Dios, que ¡nunca lo han conocido! y que siempre
han estado lejos de El y que no pueden oír su voz ni ver su aspecto en la
Revelación que les ha dado. Por eso, para ellos El era un extraño, el "Dios no conocido"
(compárese Hech. 17:23). Compárese el ver. 42, "no tenéis amor de Dios en
vosotros"; también, 8:39-44.
-- ni tenéis su
palabra morando en vosotros (1 Jn.
2:14, 24; 3:9, 17); porque a quien él
envió, vosotros no creéis. -- Si la palabra de Dios hubiera morado en ellos,
habrían creído en Cristo a quien el Padre envió. En este discurso (5:37-45)
Jesús lanza cargos severos contra los judíos. Compárese
8:39-44.
5:39
Escudriñad (ereunate, Examináis, LBLA; minuciosamente) las Escrituras; -- Este verbo puede
ser traducido por indicativo (afirmación) o imperativo (mandamiento). Un
comentarista insiste en el imperativo y afirma que Cristo dice: Aquí está mi
Testigo (el Padre que testifica a través del Antiguo Testamento). Ustedes no
conocen su testimonio; por eso, ¡Examinadlo! (RCHL). Otro está de acuerdo con
esto y cita 7:52 como el único texto en este libro, aparte de éste, que usa este
verbo: "Escudriña y ve que de galilea nunca se ha levantado profeta" (AWP).
Obviamente en 7:52 es imperativo y, por eso, puede ser en 5:39 también. Si es
imperativo, Cristo habló de la confianza que ellos tenían en las Escrituras y
les mandó que las examinaran para ver
que sí hablaban de El.
Los que creen que
este verbo debe ser traducido por el modo indicativo dicen (1) que el indicativo
concuerda mejor con lo que Jesús está diciendo; (2) que los demás verbos en este
contexto no son imperativos sino indicativos; y (3) que no era necesario mandar
que los judíos escudriñaran las Escrituras, porque lo hacían en las sinagogas
cada sábado.
-- porque a
vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; -- "En ellas", es decir, simplemente por tenerlas,
estudiarlas, memorizarlas y discutirlas tendrían vida eterna. La palabra bibliolatría no se encuentra en
Larousse, pero bien describe este uso incorrecto de las Escrituras. Los judíos
minuciosamente escudriñaban las
Escrituras, para saber cuántas letras había, o para ver cuántos textos pudieran
memorizar y recitar, o para formular alegorías, y al hacer todo esto creían que
con tal uso de la palabra de Dios podían ganar vida eterna. Aparentemente muchos
judíos rendían culto a las Escrituras, pero no las estudiaban para entenderlas
(2 Cor. 3:16).
-- y ellas son
las que dan testimonio de mí; -- Luc. 24:32, 44; Jn. 5:46; Hech. 3:18, 24; 7:52;
10:43; 13:29; 26:22; 28:23; 1 Ped. 1:10, 11, etc. Los judíos no dejaban de
escudriñar las Escrituras, pero no encontraban a Cristo en ellas. "¿Qué ventaja
tiene, pues, el judío? ¿o de qué aprovecha la circuncisión? Mucho, en todas
maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios"
(Rom. 3:1, 2). Los judíos no solamente poseían las Escrituras, sino que se
gloriaban en ellas, pero la palabra no moraba en ellos; es decir, solamente
tenían los libros o rollos en sus manos para leerlos, pero la palabra leída no
entraba en su corazón para morar permanentemente allí. La palabra no controlaba
su vida. Así se usa la palabra morar
en las Escrituras: por ejemplo, Rom. 7:20, "el pecado mora en mí", tiene control sobre mi
vida; Rom. 8:9, "el Espíritu de Dios mora en vosotros", el Espíritu tiene
control sobre vuestra vida; Col. 3:16, "La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros", que la
palabra de Cristo tenga residencia permanente en el corazón y que tenga control
total sobre la mente, la voluntad y las emociones. Los judíos tenían las Escrituras, leían las Escrituras, y discutían las Escrituras, pero la
palabra de Dios no moraba en
ellos.
Al escudriñar las
Escrituras, ¿qué buscaban? Buscaban argumentos para probar lo que ya creían, las
tradiciones que habían inventado. Tenían su propia teología y escudriñaban las
Escrituras para probarla. Escudriñaban las Escrituras para encontrar las
promesas de bendiciones físicas para Israel, incluyendo la de independencia y
renombre mundial. Frecuentemente los profetas emplearon lenguaje de bendiciones
físicas para describir bendiciones espirituales, pero a los judíos no les
interesaban las promesas espirituales. Por eso, no encontraron a
Cristo.
5:40 y no
queréis venir a mí para que tengáis vida. -- Esto explica el versículo anterior. Al leer las
Escrituras esperaban tener vida eterna, pero no querían a Jesucristo. El Autor de la
vida estaba excluido de su plan de tener vida eterna.
Jesús hizo muchas
señales y los que eran sinceros y querían la salvación creían en El. La
salvación del hombre depende mucho no solamente de su entendimiento del evangelio, sino de su
deseo de aceptarlo. En el caso del paralítico de
este capítulo (5:1-15) aun la sanidad de su cuerpo dependió de su deseo; Jesús
le preguntó, "¿Quieres ser sano?"
(5:6). Sergio Paulo, el procónsul de Chipre "deseaba oír la palabra de Dios" (Hech.
13:7). Cornelio deseaba oír el
evangelio (Hech. 10:33). También el etíope (Hech. 8:31). Por eso, dice Pedro,
"Desead, como niños recién nacidos,
la leche espiritual" (1 Ped. 2:2). "Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena
voluntad", es decir, por medio del evangelio (Fil. 2:13).
Dios no quiere que nadie se pierda (1 Tim.
2:4; 2 Ped. 3:9). "Porque no quiero
la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis"
(Ezeq. 18:32). Por eso, Jesús invita a
todos, diciendo, "Venid a mí" (Mat. 11:28-30) pero muchos rechazan su
invitación. "¡Cuántas veces quise
juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es
dejada desierta" (Mat. 23:37, 38,).
Al decir esto se refería a la destrucción de Jerusalén por Tito, el general
romano que puso sitio a la ciudad en el año 70 d. de J. C.
El profeta Isaías
dijo, "Si quisiereis y oyereis,
comeréis el bien de la tierra" (Isa. 1:19), pero el cautiverio en Babilonia de
los judíos sucedió porque "No quisieron
escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír; y
pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová
de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas" (Zacarías
7:11-12).
Los que pecan lo
hacen porque quieren pecar. José no
pecó con la mujer de Potifar, porque él "no quiso" (Gén. 39:8). "Cada uno es
tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido" (Sant. 1:14),
es decir, el hombre peca porque quiere pecar.
Este texto es uno
de los muchos textos que enseñan que el hombre tiene libre albedrío. El venir a Cristo
depende de que el hombre quiera venir
a El para tener vida eterna. Los que están muertos en pecado puede oír la voz de
Cristo (5:25) para tener vida.
5:41
Gloria de los hombres no recibo. -- Jesús tenía muchos discípulos, y muchos otros le
seguían por distintas razones. A veces durante su ministerio era muy popular,
pero El no vino al mundo para ser exaltado por los hombres. Por el contrario,
léase Isa. 53:4, 5. Jesús entendía que El sería exaltado por el Padre (Fil.
2:6-8). No le hacía falta, pues, la gloria de los hombres. El no buscaba el
aplauso humano, sino verdaderos seguidores.
5:42 Mas
yo os conozco (1:47-50; 2:24, 25), que no tenéis amor de Dios en vosotros.
-- Jesús escudriñaba corazones y podía ver que estos judíos no amaban a
Dios, sino que se adoraban a sí mismos. Si hubieran tenido el amor de Dios en
sus corazones habrían aceptado a Jesús como el Hijo de
Dios.
¿Cómo sabemos si tenemos el amor de Dios en
nosotros?
"Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos" (1 Jn.
5:3).
Al acusar a los
judíos de no tener el amor de Dios, recalcaba lo que decía en el ver. 37, "Nunca
habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto". Simplemente no conocían a Dios. Estaban lejos de
El.
5:43 Yo he
venido en nombre de mi Padre (como
verdadero representante del Padre, 14:9), y no me recibís; si otro viniere en su
propio nombre, a ése recibiréis. -- Los judíos siguieron a muchos falsos
cristos. Jesús exhortó a sus discípulos a que no hicieran lo mismo (Mat. 24:5,
24). Los hombres siguen a falsos cristos y a falsos maestros porque éstos les
enseñan de acuerdo con sus deseos y prejuicios. Los falsos cristos ofrecían a
los judíos victoria sobre los romanos, la gloria nacional y riquezas
materiales.
5:44 ¿Cómo
podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, --
Mat. 6:1-18; 23:5-8. ¿Qué tiene que
ver el recibir gloria los unos de los otros con el no creer en Cristo? Los que
buscan y reciben la gloria humana, se sienten contentos y satisfechos. Los
judíos se sentían más santos que los otros y, por eso, se sentían satisfechos.
De esto Pablo advierte en 2 Cor. 10:12, "Porque no nos atrevemos a contarnos ni
a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí
mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos". Si nos
comparamos unos con otros y nos sentimos satisfechos, no veremos la necesidad de
creer en Cristo, pero si sinceramente nos comparamos con Cristo, veremos nuestra
condición verdadera y esto puede ser el principio de la
fe.
La gloria que se
recibe puede ser aprobación o
aceptación. Muchos no obedecen a Cristo por no ofender a su familia (Mat.
10:34-37). Muchos otros no obedecen por no ser criticados por sus amigos y
conocidos. Estos no buscan la gloria de Dios sino la gloria (aprobación,
aceptación) de los hombres.
-- y no buscáis
la gloria que viene del Dios único? -- Era y es fácil ser convencido de que Jesús de Nazaret
es el Cristo. Hay mucha evidencia para confirmar esta verdad. Sin embargo, los
judíos no creían porque eran rebeldes contra Dios y no buscaban su aprobación, y
solamente querían recibir gloria (aprobación) los unos de los
otros.
Los que buscan la
gloria, aprobación y aplauso de los hombres no tienen la humildad para creer en
Cristo y obedecerle. Cuando algún predicador o alguna iglesia tratan de
impresionar a los del mundo para tener influencia sobre ellos por medio de cosas
materiales, dejan de ser iglesias y predicadores de Cristo. El honor del mundo
es incompatible con el honor de Dios; los que buscan el honor del mundo pierden
el honor de Dios, y los que buscan el honor de Dios pierden el honor del mundo
(DL).
5:45 No
penséis que yo voy a acusaros delante del Padre (otra vez Jesús emplea el negativo hebreo, porque El
sí les acusaba, pero no solamente El,
sino el mismo Moisés les acusaba); hay
quien os acusa, Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. -- Se gloriaban
en Moisés, pero lo que era su gloria también era su
condenación.
Los judíos
apelaban a Moisés cuando les convenía (8:1-10), pero no le hacían caso cuando no
les convenía. No son sinceros los que enfatizan ciertos mandamientos o
enseñanzas de la Biblia y descuidan e ignoran otros.
5:46
Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él.
-- Los judíos creían que para ser
leales a Moisés, tenían que rechazar a Jesús, pero la lealtad hacia Moisés
requería la aceptación de Jesús, porque de El Moisés había
testificado.
5:47 Pero
si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras? -- Cristo era el tema principal del Antiguo Testamento
(Luc. 24:27, 44-46; carta a los Hebreos). Moisés habló de Cristo en Deut.
18:15-18 (Hech. 3:22, 23), pero también habló de El en todos los tipos, figuras
y sombras de la ley.
Cristo testifica que Moisés era el autor del
Pentateuco. Los que niegan esto y dicen que los cinco libros de Moisés son
fraudulentos tienen disputa con Jesús.
* * * * *
* * * * *
Juan
6
El milagro de los panes y los peces está registrado
en los cuatro "Evangelios" (Mat. 14:13-21; Mar. 6:30-44; Luc. 9:10-17; Juan
6:1-14).
Es un milagro clave, de suma importancia. Léase con
cuidado Mar. 6:51, 52, "Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y
ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban. Porque aún no habían
entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones". Esto
indica que esta señal tenía y tiene mucho significado.
También es de
mucha importancia porque es el trasfondo del discurso sobre el pan de vida
(6:25-59).
6:1
Después de esto, -- "Una nota de
tiempo común, pero indefinida, en Juan 3:22; 5:1; 6:1; 7:1). Esta frase no
denota una secuencia inmediata de acontecimientos" (ATR). Los relatos paralelos
de Mateo, Marcos y Lucas indican que esto sucedió poco después de volver los
apóstoles de su jornada de predicación (Mat. 10:5-8). Según Mar. 6:30, "Entonces
los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y
lo que habían enseñado".
-- Jesús fue al
otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias. -- "a un lugar desierto de la ciudad llamada Betsaida"
(Luc. 9:10), no la Betsaida de Galilea (Mar. 6:45), sino la Betsaida
oriental.
6:2 Y le
seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos. --
"no se ha hecho esto en algún
rincón" (Hech. 26:26); las multitudes no tenían excusa alguna, porque veían las señales que hacía en los
enfermos, como también muchos otros milagros. Jesús era muy popular porque
daba a la gente lo que quería: "vio una gran multitud, y tuvo compasión de
ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos" (Mat. 14:14). Tenía compasión
de ellos porque eran como ovejas sin pastor (Mat. 9:36); los pastores del pueblo
eran ciegos y el alimento que les ofrecían eran las tradiciones de los
hombres.
6:3
Entonces subió Jesús a un monte, y se sentó allí con sus discípulos. --
"Venid vosotros aparte a un lugar
desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de
manera que ni aun tenían tiempo para comer" (Mar. 6:31).
6:4 Y
estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos. -- Esto indica que los escritos de Juan eran y son para
todo el mundo, pues muchos no sabían ni saben que la Pascua era una fiesta de
los judíos.
6:5, 6
Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, --
"Cuando ya era muy avanzada la hora,
sus discípulos se acercaron a él, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya
muy avanzada. Despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor, y
compren pan, pues no tienen qué comer" (Mar. 6:35, 36). Pero "Jesús les dijo: No
tienen necesidad de irse; dadles vosotros
de comer" (Mat. 14:16). Los discípulos pensaban
resolver el problema al despedir a la gente, pero Jesús insistía en que los
apóstoles aceptaran su responsabilidad.
-- dijo a Felipe:
¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? Pero esto decía para probarle;
porque él sabía lo que había de hacer. -- No hizo la pregunta para que Felipe le diera
información (2:24, 25), ni para tentarle (Mat. 4:1), sino para probarle. ¿Qué
haría para resolver esta crisis? ¿Recordaría que Dios es el que provee el pan?
¿Creería que El que convirtió el agua en vino en Caná podría proveer pan en
Betsaida?
6:7 Felipe
le respondió: Doscientos denarios (el denario representa el salario que se paga a un
obrero por un día de trabajo, Mat. 20:2, 9, 13) de pan no bastarían para que cada uno de
ellos tomase un poco. -- Este
comentario de Felipe no se encuentra en los otros registros. "Felipe contempla
la enorme multitud, e inmediatamente empieza a calcular, olvidando completamente
que el poder de Jesús sobrepasa todo cálculo" (GH). No tomaba en cuenta que en
ese momento él hablaba con el Creador del mundo (1:3).
Jesús dijo a sus
apóstoles, "Dadles vosotros de comer" y la reacción de ellos fue como la de
Felipe. No dijeron, "Señor, no será necesario comprar pan, porque tú los puedes
alimentar", sino que todos pensaban solamente en los recursos humanos y
normales. En lugar de ejercer fe en Cristo, hicieron cálculos como si fueran
comerciantes.
6:8, 9 Uno
de sus discípulos, Andrés (1:41;
12:22), hermano de Simón Pedro, le dijo:
Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; --
Jesús había preguntado, "¿Cuántos panes tenéis? Id y vedlo". Parece que ellos mismos no tuvieron
pan y que, por eso, buscaron pan entre la gente. Los panes eran muy pequeños y
los pececillos eran del tamaño de sardinas, pues esto era simplemente el
alimento para el muchacho, pero al multiplicarse, llegó a ser suficiente para
alimentar a cinco mil hombres, aparte de las mujeres y los
niños.
Se han enseñado muchas "lecciones" acerca de este
muchacho, pero Juan no da importancia al muchacho sino a Cristo. La lección aquí
no es, como algunos han enseñado, que un muchacho compartiera su alimento con
otros, sino que Jesús podía multiplicar lo poquito que este muchacho tenía para
alimentar a una multitud.
-- mas ¿qué es
esto para tantos? -- Núm. 11:21-23,
31; 1 Reyes 17:13-16. Andrés y los otros apóstoles no pensaban en el poder de
Cristo, sino solamente en lo imposible de alimentar una multitud con cinco panes
y dos pececillos. Dios sabe multiplicar lo poco de los hombres consagrados.
6:10
Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. -- "Entonces mandó a la gente recostarse sobre la
hierba" (Mat. 14:19). El recostarse
era la postura normal para comer. ¿Qué habrán pensado los apóstoles de este
mandamiento? La gente no había comida. ¿Por qué, pues, hacerles recostar? Se
requería fe en Cristo para llevar a cabo este mandamiento que no entendían. Por
la fe los discípulos obedecen a Cristo aunque no entiendan su mandamiento. Si
Jesús les hubiera dicho que subieran árboles, sin duda lo habrían
hecho.
¿Qué habrá
pensado la gente cuando le dijo que se recostara? ¿Recostarnos para qué? Por la fe se recostaron. Sin entender el
propósito del mandamiento, obedecieron al Señor.
Muchos rehúsan
bautizarse, diciendo, "¿Por qué debo bautizarme?" Naamán no entendía y no le
gustaba el mandamiento de Eliseo y no quería obedecer (2 Reyes 5:11). "Por la fe
Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como
herencia; y salió sin saber a dónde iba" (Heb. 11:8). Josué y los israelitas
habían de rodear la ciudad de Jericó una vez cada día por seis días "y al
séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las
bocinas. Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el
sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad
caerá". ¿Quién podía entender el por
qué de tal mandamiento? ¡Se requería mucha fe, una fe grande, para llevarlo a
cabo!
-- Y había mucha hierba
-- verde, Mar. 6:39; un buen cojín. "En lugares de delicados pastos me hará
descansar" (Sal. 23:2).
-- en aquel lugar; y se recostaron (se
reclinaron) como en número de cinco mil
varones. -- "Hacedlos sentar en grupos, de cincuenta en cincuenta" (Luc.
9:14). Como Pablo hubiera dicho, "Hágase todo decentemente y con orden" (1 Cor.
14:40). Este buen orden hizo posible la distribución ordenada del alimento. De
esa manera podían servir a cada persona, sin omitir a nadie.
Nuestro Dios es
Dios de orden, como se puede observar en Gén. 1 (la creación del mundo); en Ex.
13:18, "en orden de batalla subieron los hijos de Israel de la tierra de
Egipto", LBLA; en Lev. 1:8 (los sacerdotes hijos de Aarón acomodarán las piezas
... sobre la leña que está sobre el fuego que habrá encima del altar"; en Núm. 2
(los campamentos de las doce tribus alrededor del tabernáculo); en Josué 1:14,
"vosotros, todos los valientes guerreros, pasaréis en orden de batalla delante
de vuestros hermanos, y los ayudaréis" (LBLA); en la participación de la cena
del Señor (1 Cor. 11:20-34); y en el uso de los dones del Espíritu Santo (1 Cor.
14:40).
6:11 Y
tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias (6:23), -- Sin faltar, antes de comer debemos dar gracias por
los alimentos. Los judíos creían que "el que participa de algo sin dar gracias
actúa como si estuviera robando a Dios" (BWJ).
"Y tomando los
cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los
discípulos" (Mat. 14:19; también Marcos y Lucas dicen "bendijo"). Al instituir
la cena del Señor Jesús, según Mateo 26:26, 27 y Mar. 14:22, 23, Jesús bendijo el pan y dio gracias por la copa; según Lucas
(22:17, 19) Jesús dio gracias por el pan y por la copa; según Pablo (1 Cor.
11:24) Jesús dio gracias por el pan y él habla (1 Cor. 10:16) de la copa que
bendecimos. Estos textos revelan claramente que al dar gracias por el pan lo bendecimos, y
que al dar gracias por la copa la bendecimos.
Compárese Jn. 11:41, "levantando los ojos al cielo, dijo:
Padre, gracias te doy por haberme oído".
-- los repartió
entre los discípulos (esto se omite en LBLA), -- El Señor Jesús es el Proveedor, pero reparte sus
bendiciones a través de sus apóstoles (2 Ped. 3:2).
-- y los
discípulos entre los que estaban recostados; -- Que sepamos nadie se negó a recostarse, pero si
alguien hubiera rehusado hacerlo, ¿se le habrían dado de comer?
-- asimismo de
los peces, cuanto querían. -- Felipe
dijo que si compraran "doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno
de ellos tomase un poco" (6:7), pero ¿se limitaron a un poco? Dice Juan que Jesús y los
discípulos les dieron todo lo que
querían.
Dios usa las
cosas pequeñas y de poca importancia para hacer maravillas. Recuérdese como Dios
usó la vara de Moisés, la honda de David, y la quijada de un asno en manos de
Sansón.
Dios pone un
cheque en blanco en manos de sus siervos y nos dice que llenemos la cantidad de
recursos celestiales que queramos (AWP).
Dice Pablo, "todo
es vuestro" (1 Cor. 3:21).
6:12 Y
cuando se hubieron saciado (no un poco para cada uno, sino saciado), dijo a sus discípulos: Recoged los
pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. -- Cristo podía haber
alimentado cada día a multitudes,
pero "los recursos infinitos, no obstante, no son una excusa para desperdiciar"
(GH). Dios no desperdicia nada. Aun los cadáveres de animales y aves son
alimento para otras de sus criaturas.
Este texto es una
lección clara sobre la necesidad de no desperdiciar las bendiciones de Dios. No
somos dueños de nuestros recursos, sino simplemente mayordomos, que darán cuenta a Dios por
la administración de ellos.
¿Qué significa el
término pródigo? ¿Qué hizo el hijo pródigo? Dice Luc. 15:14, "Cuando
todo lo hubo malgastado" (15:30).
Compárense Luc. 16:1, "disipador"; Mat. 25:30, "inútil" porque desperdició su
talento; Efes. 5:16, aprovechar el tiempo, no desperdiciarlo, no malgastarlo.
Dios no quiere que el hombre desperdicie su tiempo, su energía, sus talentos, su
dinero, su vida. Si Jesús no quería que los pedazos de pan
se perdieran, ¿cuánto menos querrá que algún alma se pierda? (1 Tim. 2:4; 2 Ped.
3:9).
6:13
Recogieron, pues, y llenaron doce cestas (canastos de mimbre) de pedazos, que de los cinco panes de
cebada sobraron a los que habían comido. -- Después de alimentar la
multitud, no tenían cinco panes y dos pececillos, sino doce canastos de
comida.
¿Cómo explican
este milagro los modernistas (incrédulos)? Dicen que la lección aquí es que un
muchacho pobre compartió su comida con otros y que su falta de egoísmo y su
espíritu benévolo provocaba a los demás a hacer lo mismo para que hubiera
suficiente comida para todos. Si esto hubiera sido lo que en realidad sucediera,
nadie habría pensado que Jesús era el Profeta.
Dice el modernista William Barclay, "Nunca sabremos
con exactitud qué fue lo que sucedió en esa verde planicie de Betsaida Julia.
Podemos verlo en tres formas. (a) Podemos verlo simplemente como un milagro ...
(b) Puede ser que en realidad se haya tratado de una comida sacramental ... lo
que cada persona recibió no fue más que un fragmento, como en el sacramento ...
(c) Puede haber otra explicación, muy hermosa. No se debe pensar que la multitud
emprendió una expedición de catorce kilómetros sin hacer ningún preparativo. Si
entre ellos había peregrinos, sin duda tendrían provisiones para el viaje. Pero
puede ser que ninguno de ellos haya querido ofrecer lo que tenía, porque con
todo egoísmo -- y muy humanamente -- querían guardar todo para sí. Puede ser que
Jesús, con su extraña sonrisa, sacó la pequeña provisión que tenía con sus
discípulos, con una fe radiante dio gracias a Dios por ella y la compartió con
todos. Conmovidos por su ejemplo, todos los que tenían algo lo imitaron; y al
final hubo comida suficiente, y más que suficiente, para todos". Esta
"explicación" es pura incredulidad. Barclay admite que "podemos verlo como
milagro", pero así hablan los modernistas (incrédulos): para ellos, esta
explicación es aceptable, pero luego dan otras dos explicaciones que son
incorrectas. De esta manera, rechazan la verdad.
6:14
Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este
verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo. -- Deut. 18:15-18; Hech. 3:22, 23. Esto suena bien;
están reconociendo a Jesús como el Profeta que había de venir, es decir, el
Mesías, el Hijo de David, pero al decir que Cristo era "el profeta" ¿qué
concepto tenían de El? Si Cristo era el Profeta (Mesías), ¿por qué no se
postraron delante de El, confesando sus
pecados y adorándole? El ver. 15 contesta estas
preguntas.
6:15 Pero
entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, --
En lugar de someterse a Cristo
querían que El se sometiera a los propósitos e intereses de ellos. La Luz estaba
con ellos, pero todavía estaban en oscuridad.
Muchas personas
seguían a Jesús porque tenían hambre y sed de justicia. Encontraban en El la
resolución de sus problemas. Pero este texto (6:15) claramente muestra que algunos judíos
querían que su Mesías fuera un rey terrenal que pudiera derrotar a los odiados
romanos y librar a los judíos de su opresión. Esto quiere decir que algunos
buscaban a Jesús simple y sencillamente para ver cómo y qué tanto El les pudiera
ayudar y servir a ellos: p. ej., sanar sus enfermos, alimentar a los
hambrientos, y vencer a sus enemigos.
Tales personas serían leales a Cristo, con tal que El siguiera dándoles lo que
querían.
Los que querían
"hacerle rey" querían usar a Jesús
para llevar a cabo sus propios propósitos. Jesús había demostrado que tenía
poder, mucho poder, porque sanaba a los enfermos y multiplicó a los panes y
peces para alimentar a cinco mil hombres. Seguramente tendría poder para llevar
a cabo los propósitos políticos de los judíos. El podría darles pan como Dios
dio el maná a sus padres. Serían ricos porque las naciones sojuzgadas por Cristo
les pagarían tributos como en los días de Salomón.
Tales judíos no
querían saber de las bienaventuranzas (Mat. 5:1-12). No querían oír de
convertirse y ser como niños (Mat. 18:1-4). No estaban interesados en negarse a
sí mismos ni en llevar la cruz de Cristo (Mat. 16:24). No querían ser siervos de
Cristo; más bien, querían que El fuera el
siervo de ellos. Desde luego, no vino Cristo al mundo para ser servido sino
para servir (Mat. 20:28), pero no en el sentido que estos hombres carnales
anhelaban. Cristo vino para servir y para dar su vida en rescate por muchos,
pero los que querían hacerle rey no querían saber nada de
sufrimiento.
No era necesario "hacerle rey", porque Jesús nació para ser rey (Mat. 2:2, "¿Dónde
está el rey de los judíos, que ha nacido?"). El plan de éstos que querían hacerle rey no tenía nada en común con
el plan de Cristo, porque el reino de Jesús no es de este mundo (Jn. 18:36).
Jesús nació para ser Rey, pero también nació para morir por nosotros. El nació
para ser "el profeta", y para ser el Rey de reyes, pero también nació para ser
el Sacerdote que ofrecería a sí mismo para expiar los pecados del mundo (Heb.
10:12).
-- por lo tanto, volvió a retirarse al monte él solo. --
"Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía
necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que
había en el hombre" (2:24, 25). En esta ocasión otra vez Jesús demostró su
deidad, leyendo los pensamientos carnales de estos judíos que querían hacerle
rey.
Dice Mat. 14:23, "Despedida la multitud, subió al
monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo". Quería estar
solo para orar, pero de lo que sucede en seguida parece que pensaba enseñar a
sus discípulos otra lección sobre la fe.
6:16 Al
anochecer, descendieron sus discípulos al mar, -- "En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la
barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la
multitud" (Mat. 14:22). El despedir a sus discípulos le ayudó a despedir también
a la multitud.
6:17 y
entrando en una barca, iban cruzando el mar hacia Capernaum. Estaba ya oscuro, y
Jesús no había venido a ellos. -- Esto
indica que ellos habían esperado que Jesús les acompañara. Ahora la fe de los discípulos será
probada otra vez. Después de ser testigos del maravilloso milagro de la
alimentación de los cinco mil, ¿serán más fuertes para las pruebas?
6:18 Y se
levantaba el mar con un gran viento que soplaba. -- No solamente "Estaba ya oscuro, y Jesús no había
venido a ellos", sino que también "se levantaba el mar con un gran viento que
soplaba", "Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada (lit., atormentada)
por las olas" (Mat. 14:24). En tales momentos seguramente los apóstoles habrán
anhelado la presencia de Jesús. "Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca
e ir delante de él a la otra ribera"
(Mat. 14:22); esto implica que El también iría a la otra ribera. Pero ¿dónde
estará? ¿cuándo vendrá?
Esta prueba de
los apóstoles es semejante a la prueba de nosotros cuando en la noche oscura,
las olas violentas del mundo nos azotan y atormentan. A veces clamamos al Señor
y parece que no nos oye. En tales momentos nuestra fe y nuestra paciencia son
probadas.
Pero hay un
detalle muy significativo en el relato de Marcos (6:48): "Y viéndoles remar con
gran fatiga, porque el viento les era contrario". ¡Jesús no estaba dormido! No
era indiferente al problema de sus discípulos. En los momentos difíciles de
nuestra vida nos conviene recordar que Jesús nos ve cuando "remamos" con gran
fatiga, y está cerca para ayudarnos. ¿Qué hacía Jesús en esos momentos? Oraba al
Padre. ¿No estaría orando también por sus discípulos que en la noche oscura y en
medio del mar tempestuoso estaban remando con toda su
fuerza?
No solamente
estaba viéndoles, sino también cuando
estaba viéndoles "estaba ya oscuro"
(6:17). "Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el
día; lo mismo te son las tinieblas que la luz" (Sal.
139:12).
Isa. 30:18 dice,
"Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto, será exaltado
teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es Dios justo; bienaventurados
todos los que confían en él". Espera para tener piedad de nosotros para que sea
más evidente y más apreciada su ayuda
(AWP).
Pero al mismo
tiempo es importante observar que aunque los discípulos podían esperar ayuda del
Señor, ¡no dejaron de remar! El Señor ayuda a los que se ayudan a sí
mismos.
6:19
Cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios (cuatro o cinco kms.), vieron a Jesús que andaba sobre el mar y
se acercaba a la barca; -- "vino a ellos" (Mat. 14:25) con poder infinito;
pronto les ayudaría.
"Y quería pasarles de largo (LBLA)" (Mar. 6:48),
porque El quería que los discípulos le invitaran a bordo. El ayuda solamente a
aquellos que quieran su ayuda.
-- y tuvieron
miedo. -- "Y los discípulos,
viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces
de miedo" (Mat. 14:26). ¿Qué temieron? Parece que en ese momento pensaban que
serían llevados por un espectro.
6:20 Mas
él les dijo: Yo soy; no temáis. --
"No se podía equivocar en cuanto a esa voz. Si Isaac conoció la voz de Jacob
(Gén. 27:22), Saúl la voz de David (1 Sam. 26:17), y Rode la voz de Pedro (Hech.
21:17), cuanto más los apóstoles conocieron la voz del gran Maestro"
(JWM).
Véase Mat.
14:28-31, la tentativa de Pedro de andar sobre el agua.
6:21 Ellos
entonces con gusto le recibieron en la barca, -- Reconocieron la voz de Cristo y al oírla querían
recibirle en la barca.
-- la cual llegó
en seguida a la tierra adonde iban. -- Porque "cuando ellos (Jesús y Pedro) subieron en la
barca, se calmó el viento" (Mat. 14:32). "Y subió a ellos en la barca, y se
calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban. Porque
aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus
corazones" (Mar. 6:51, 52). Habiendo visto el milagro de la alimentación de los
cinco mil, deberían haber entendido que Cristo es verdadero Dios, y por eso, no
deberían haberse asombrado tanto cuando El vino a ellos andando sobre el mar. Su
dureza de corazón consistía en no comprender que un milagro les habría de
preparar para otro. Aparentemente "lo de los panes" no les inducía a adorar a
Cristo, pero ahora, después de ver a Jesús andar sobre el mar, rescatar a Pedro,
y calmar el viento, estaban listos a proclamar su deidad.
Mateo 14:33 dice,
"Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo:
Verdaderamente eres Hijo de Dios".
6:22 El
día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar vio que no había habido
allí más que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus
discípulos, sino que éstos se habían ido solos. -- Entonces ¿dónde estaría Jesús? Si está en este lado,
¿por qué no han regresado sus discípulos para buscarlo?
6:23 Pero
otras barcas habían arribado de Tiberias junto al lugar donde habían comido el
pan después de haber dado gracias el Señor. -- McGarvey sugiere que los que tenían barcas vieron la
multitud y aprovecharon la oportunidad, buscando
pasajeros.
6:24
Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron
en las barcas y fueron a Capernaum (frecuentemente Jesús estaba en Capernaúm), buscando a Jesús. -- ¿Todavía querían
hacerle rey (v. 15)? ¿Querían comer otra vez? ¿Con qué propósito le buscaban?
6:25 Y
hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? --
No lo vieron cruzar el mar con sus
discípulos, y no había venido con ellos. ¿Cuándo, pues, y cómo llegó? Jesús no
perdió tiempo contestando su pregunta, sino que inmediatamente les dijo lo que
deberían oír (compárese 3:2, 3).
6:26
Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no
porque habéis visto las señales (no
solamente la alimentación de los cinco mil, sino también la sanidad de algunos,
6:2), sino porque comisteis el pan y os
saciasteis. -- Otra vez Jesús demuestra su deidad, al leer los pensamientos
y propósitos de la gente. El sabía que el interés de ellos no era espiritual
sino temporal. Le seguían no porque El les había enseñado, sino porque les había
alimentado; no le seguían por amor sino por el pan (MH).
No apreciaban el
significado de los milagros de sanar enfermos y multiplicar los panes y peces
como señal de Dios que indicaba la
identidad divina de Jesús como el Salvador del mundo (4:42). Si lo hubieran
hecho, se habrían postrado delante de El, buscando la salvación que El ofrece y
adorándole.
Cristo todavía
lee los pensamientos de los que se acercan a El. El sabe los pensamientos,
secretos, propósitos de todos. El se da cuenta de toda forma de hipocresía. No
solamente oye nuestros cantos, sermones y oraciones, sino que también conoce
nuestros corazones. Nadie le puede engañar.
6:27
Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna
permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; -- Mat. 6:24-34.
Aunque la comida que a vida eterna permanece es de mucho más valor que la
comida que perece, lamentablemente esta última es la que la mayoría de los
hombres buscan. Aun muchos de los que profesan ser cristianos deben examinar su
corazón y dejar de trabajar tanto por la comida que
perece.
La iglesia del
Señor es columna y baluarte de la verdad (1 Tim. 3:15). Su obra es espiritual.
El Señor no le ha entregado un evangelio
social; es decir, no le ha dado la obra de benevolencia general (repartir
ropa, comida, medicina). No autoriza que las iglesias de Cristo tengan
"misioneros médicos" que establezcan clínicas, ni que establezcan asilos para
niños, ancianos y otros necesitados. Lo que el mundo debe esperar de la iglesia
es la predicación del evangelio para la salvación del
alma.
Desde luego, los
cristianos son generosos y benévolos, como muchos textos enseñan. Las iglesias
deben enviar ayuda a los santos necesitados (1 Cor. 16:1-4; 2 Cor. 8, 9), pero
este servicio no tiene nada que ver la propagación del evangelio
social.
¿Cómo hemos de trabajar por la comida que a
vida eterna permanece? Escudriñar las Escrituras como el viajero escudriña
los mapas, pues cada día viajamos en tierra desconocida. Asistir a las reuniones
de la iglesia para adorar a Dios y para edificarnos en la fe santísima. Meditar
día y noche sobre los preceptos sagrados, las advertencias, las prohibiciones,
las promesas, de las Sagradas Escrituras. Observar los verbos empleados por
Cristo y el Espíritu Santo en el Nuevo Testamento: trabajar, andar, escudriñar,
cantar, adorar, orar, llevar y sobrellevar, amar, dar, guardar, correr, etc.
Todos estos verbos se incluyen en la admonición de Jesús de trabajar por la
comida que a vida eterna permanece (JBC).
"Trabajad ... por
la comida ... la cual el Hijo del Hombre os dará". ¿Son pensamientos
conflictivos el trabajar nosotros por
la comida y el dárnoslo el Hijo del Hombre? ¿Cómo podemos trabajar por lo que Cristo nos da? Este es un texto clave en el
estudio sobre la gracia. ¿Cómo funciona la gracia? Si la salvación es por
gracia, ¿puede el hombre hacer algo para participar en su salvación? Según este
texto (Jn. 6:27) no hay conflicto alguno entre los dos conceptos: Jesús nos dará
y nosotros trabajamos. No hay que escoger entre las dos
cosas.
¿Hemos de trabajar por la comida espiritual?
Compárese Fil. 2:12; Luc. 13:24. El calvinismo no acepta esto, porque afirma que
la salvación es por la gracia sola y por la fe sola, y ni cuenta se da de la
inconsecuencia de hablar de dos cosas
"solas". Al entender la verdadera
naturaleza de la gracia, no habrá dificultad alguna para entender la necesidad
de trabajar por la comida espiritual (la salvación), porque la gracia de Dios provee la salvación, y el hombre acepta la salvación. El obedecer, el
servir, en fin, el trabajar, es simplemente la aceptación del don de Dios. Los que no
trabajan rehúsan aceptarlo.
El fundamento de
la creencia de que el hombre no puede trabajar por su salvación es la doctrina
falsa de que el hombre nace totalmente depravado y, por eso, que no puede ni
siquiera querer creer u obedecer al
Señor, pero, en primer lugar, el hombre no nace depravado, y en segundo lugar,
Jesús acaba de decir (5:25) que los muertos (los que están muertos en
pecados y separados de Dios) oirán su voz y vivirán.
-- porque a éste señaló Dios el Padre (ha
marcado con su sello, LBLA). -- 1
Reyes 21:8; Ester 3:12; 8:10; Jer. 32:10; compárese el sello del rey, presidente
u otro oficial. Mat. 3:16; 17:5;
Hech. 10:38. Señalar significa identificar y aprobar (acreditar), es decir, el
Padre claramente estaba indicando que Jesús de Nazaret era el unigénito Hijo de
Dios, y que lo aprobaba. (Compárese Apoc. 7:3, aparte de indicar identidad y
aprobación, también significa la protección de los siervos de Dios).
Los emisarios de
un rey (o del presidente) tienen que presentar sus credenciales para dar prueba
de ser aprobados para actuar oficialmente. Así también los milagros que Jesús
hacía daban evidencia de que había venido del Padre y que actuaba en su
nombre.
6:28
Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica (ergazometha,
lit., trabajar, Interlineal Lacueva;
obrar, VM) las obras
de Dios? -- Esta pregunta es
semejante a la del joven rico (Mat. 19:16). Los escribas y fariseos requerían
purificaciones, etc. (Mat. 15:2); "atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y
las ponen sobre los hombros de los hombres" (Mat. 23:4). Otras obras requeridas
por los hombres son peregrinajes, penitencias, votos, ayunos, duro trato del
cuerpo (Col. 2:23), etc. Estos son medios inventados por los hombres para poner
en práctica las obras de Dios, pero "en vano me honran, enseñando como
doctrinas, mandamientos de hombres" (Mat. 15:9). Al oponerse a tales obras
humanas, muchos religiosos rechazan también las obras que el Señor requiere de
su pueblo.
La definición de
la palabra ergazometha es "trabajar,
obrar, poner en práctica"; algunas versiones escogen poner en práctica porque no les gusta la
palabra obrar o trabajar con respecto a la salvación del
hombre, pero es la misma palabra usada por Pablo en 1 Tes. 4:11, "trabajar con
vuestras manos".
¿Qué debemos hacer para obrar las obras de
Dios? Esto es precisamente lo que preguntaron. Si Jesús hubiera sido un calvinista,
les habría reprendido por hablar de obrar
las obras de Dios. Los comentarios calvinistas denuncian esta pregunta como
la manifestación carnal de gente que quería ganar o merecer la salvación y
justificarse a sí mismos, para que la justificación no fuera de gracia sino de
deuda (Rom. 4:4). Considérese la cita siguiente de un calvinista: "La mente
carnal ... no es capaz de aceptar el pensamiento de un don. Más bien, el corazón
carnal no está dispuesto a humillarse al nivel de un mendigante o un pobre y
recibir todo por nada. El pecador quiere hacer algo para merecerlo ... Así fue
con el joven rico: 'Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?' (Luc.
18:8) Así fue con los judíos afligidos el día de Pentecostés: 'Varones hermanos,
¿qué haremos?' (Hech. 2:37). Así fue
con el carcelero de Filipos: 'Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?' (Hech. 16:30).
Así fue con el hijo pródigo: 'hazme como a uno de tus jornaleros' (Luc. 15:19)" (AWP). Este
comentario bien ilustra cómo los calvinistas desprecian el hacer o el obrar de
parte del hombre con respecto a la salvación.
Por eso, si Jesús
hubiera sido calvinista, les habría
dicho, "Ustedes no saben nada; tienen mente carnal y no son capaces de aceptar
el pensamiento de un don. Su corazón no está dispuesto a humillarse al nivel de
un mendigante o un pobre para recibir todo por nada. Más bien, ustedes quieren
hacer algo para merecer la salvación. Ustedes no pueden obrar las obras de Dios;
olvídense de tales pensamientos. No hablen así". Pero Jesús no les reprochó de
esa manera. ¿Por qué
preguntaron acerca de qué pudieran hacer para obrar las obras de Dios?
Porque Jesús acabó de decirles, "Trabajad ... por la comida que a vida
eterna permanece".
6:29
Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha
enviado (6:35, 36, 40, 47). -- El creer del hombre es la obra de
Dios. ¿Significa esto que Dios da la fe al hombre como don? Algunos tuercen
Efes. 2:8, afirmando que la fe es don de Dios, cuando en realidad en ese texto
Pablo dice que la salvación es don de
Dios.
Pero obsérvese
bien que la fe es una obra, una obra hecha por el hombre. El hombre es
responsable por su salvación. Tiene que hacer algo para ser salvo. No puede
proveer un Salvador, pero sí puede creer en el Salvador que Dios provee, y
obedecer lo que El nos manda.
Ahora bien, los que creen que la fe es don de Dios
insisten en que el hombre no hace nada, pero muchísimos sectarios creen que el
hombre mismo tiene que creer, pero si el hombre tiene que creer, entonces es
obvio que el hombre tiene que hacer
algo. Los que reconocen que el hombre tiene que creer reconocen al mismo
tiempo que la salvación es condicional. La fe, pues, es una condición o
requisito de la salvación. El hombre tiene que cumplir con este
requisito.
También todos
reconocen que el hombre tiene que arrepentirse para ser salvo. Nadie lo niega.
También todos saben que es necesario confesar a Cristo. ¿Quién creerá que sin
confesar a Cristo se puede salvar? ¿Quién creerá que sin invocar el nombre del
Señor el hombre se puede salvar? ¿Quién creerá que sin amar a Dios, el hombre se
puede salvar? En realidad, nadie cree en
la salvación por la fe sola, pues todos saben que el hombre tiene que
cumplir con ciertos requisitos: amar a Dios, creer en Dios y en Cristo,
arrepentirse de los pecados, confesar a Cristo como el Hijo de Dios, invocar al
Señor, etc.
Hay un solo
requisito, nombrado por Cristo y los apóstoles (por el Espíritu Santo, pues),
que muchos sectarios rechazan: el
bautismo en agua para perdón de pecados. Para ellos el hombre puede cumplir
con todos los demás requisitos y la salvación sigue siendo por la gracia sola y
por la fe sola, pero dicen que el bautismo es obra y que los que se bautizan para
perdón de pecados quieren merecer la
salvación. ¡Qué inconsecuencia! ¡Qué insensatez! En esto Satanás ha ganado una
victoria de proporciones incalculables, porque con esta falsa doctrina ha
engañado a millones de personas.
Si el hombre
tiene que cumplir con cierto requisito (la fe), entonces ¿cuál es la diferencia
entre el cumplir con ese requisito y
el cumplir con los otros requisitos
nombrados por el Señor?
Satanás ha
convencido a muchísimas personas que si solamente creen en Cristo no hacen nada (no obran), pero que si se
bautizan, hacen algo y que obran para
merecer la salvación. Considérense el confesar a Cristo y el invocar su nombre.
¿Se puede negar que estas dos cosas son actos de obediencia? Si se supone que el
creer es simplemente un acto mental y
que el bautismo es un acto físico,
¿no son actos físicos el confesar y el invocar con la boca? ¿Puede alguno
confesar e invocar sin hacer algo con
el cuerpo (la boca)? En esto vemos la inconsecuencia de los que abogan por la
salvación por la fe sola.
6:30 Le
dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos?
¿Qué obra haces? -- ¿Cuándo hicieron
esta pregunta? ¡Un solo día después del milagro de multiplicar los panes y
peces! Así es la carnalidad de los que buscan señales. Quieren señal tras señal
y nunca se satisfacen. Con razón Jesús dijo, "La generación mala y adúltera
demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás"
(Mat. 16:4). Hoy en día al gozar de las múltiples bendiciones diarias de Dios
muchos preguntan ¿y quién es Dios para que creamos en El?
Jesús "estaba
asombrado de la incredulidad de ellos" (Mar. 6:6) y ¿no estará asombrado de la
incredulidad de tanta gente ahora? La mayoría de los intelectuales no quieren
ocupar el estado digno y exaltado de hijos de Dios, sino que proclaman que el
hombre es descendiente de animales inferiores -- ¿un animal inferior puede tener
descendientes superiores? -- y dicen que los hombres, ratones y gusanos tienen
el mismo destino (JBC).
Muchísimas
personas no quieren creer en Dios, pero de todo corazón creen en la hechicería y
otras prácticas ocultas del diablo.
La lógica de los
incrédulos modernos no es mejor que la de los de Nazaret. Estos pensaban: "Este
Jesús es uno de nosotros. Nosotros no somos nada. Por eso, él no es
nada".
6:31
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito
(Neh. 9:15): Pan del cielo les dio a comer. --
Esto confirma que Jesús descubrió los pensamientos de su corazón (6:26). La mujer samaritana le recordó a Jesús
del pozo que Jacob les dio (4:12); aquí la gente le recuerda del maná que los
padres comieron.
La gente vio el
milagro de la alimentación de los cinco mil, pero en lugar de reconocer a Jesús
como el Mesías, pide otra señal y le recuerda del maná en el desierto.
¿Menospreciaban el milagro de Jesús con la implicación de que el maná que
alimentó a los millones de Israel había durado por cuarenta años? ¿Querían que
Jesús les diera de comer cada día (o tres veces al día) durante el resto de la
vida para superar la señal del maná en el desierto y para demostrar que El era superior a
Moisés?
Dios proveyó el
maná para sostener a su pueblo durante los cuarenta años que estuvieron en el
desierto, pero al alimentar a los cinco mil Jesús no solamente proveyó alimento,
sino que les dio señal para que
creyeran en El.
6:32 Y
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo,
mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. -- El maná no era el verdadero pan, porque aunque los
israelitas comieron el maná siempre murieron. Los panes de cebada no eran el pan
verdadero porque los cinco mil varones lo comieron y ahora, el día siguiente,
quieren comer otra vez. El maná era una maravilla. El pan de cebada era otra
maravilla. Cristo Jesús, sin embargo, era la maravilla de maravillas, porque El
es el verdadero pan del cielo que nos da vida eterna.
6:33
Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. --
No solamente a los israelitas, sino
a todos.
6:34 Le
dijeron: Señor, danos siempre este pan. -- Compárese 4:15, "La mujer le dijo: Señor, dame esa
agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla". Desde luego, no
querían el pan del cual Jesús hablaba, como se puede ver después
(6:66).
6:35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de
vida; -- Jesús dijo, Yo soy la luz
del mundo, Yo soy la puerta, Yo soy el buen pastor, Yo soy la resurrección y la
vida, Yo soy el camino, la verdad y la vida, Yo soy la vid y vosotros los
pámpanos.
-- el que a mí
viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. --
Cristo se entregó a sí mismo para
satisfacer toda necesidad y todo deseo del alma.
6:36 Mas
os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. -- Jesús mismo era la señal principal. Lo habían visto y
lo conocieron, pero no creyeron y seguían buscando señales. Por eso Jesús
expresa lo desesperado de la situación, porque si alguno, al ver la luz del sol,
sentir su calor y ser testigo de su poder vivificador, todavía rehúsa creer en
el sol, entonces ¿con qué señal se le puede demostrar la existencia del sol?
(JWM). Véanse 8:19; 12:44, 45; 14:9.
Escudriñaban las Escrituras que hablaban de El (6:39), pero querían vida eterna
sin Cristo (querían la vida sin la Vida).
6:37 Todo
lo que el Padre me da, vendrá a mí; -- 6:39, 44.
¿A quiénes dio el Padre a Cristo? ¿Cómo lo hizo? Muchos creen que la gracia
es irresistible, que arbitrariamente Dios elige a ciertos individuos y los trae
a Cristo con algún acto soberano (es decir, les da una llamada "experiencia de
gracia").
Pero los vers.
44, 45 claramente explican el proceso. El Padre dio la ley de Moisés como ayo
(guardián, tutor) para llevar a los judíos a Cristo (Gál. 3:24). Véase Luc.
24:44, Cristo cumplió las figuras y profecías de la ley, los profetas y los
salmos. De esta manera Dios llevó (dio) al pueblo a
Cristo.
Desde luego, El
da a Cristo solamente los que creen en El y obedecen al evangelio. Estos tienen
que renacer, Jn. 3:3, 5. Los que vienen a Cristo son los que nacen del agua y
del Espíritu. Cristo no hace acepción de personas (Hech. 10:34, 35), sino que
enseña e invita a todos. Cristo murió por todos (1 Jn. 2:2) y el evangelio debe
ser predicado a todos (Mat. 28:19; Mar. 16:15), pero los elegidos de Dios son los que son
llamados por el evangelio (2 Tes. 2:13, 14); es decir, los que oyen el evangelio
y lo obedecen. Estos son los que son enseñados por Dios (6:44, 45). Esta
explicación está comprobada en el libro de Hechos de los Apóstoles, el libro que
registra ejemplos de la conversión.
Los que no
aceptaron a Cristo y al evangelio demostraron que no eran su pueblo. Véase
10:16; compárese Hech. 13:45-48, los judíos rebeldes se juzgaban a sí mismos
como indignos de la vida eterna, pero los gentiles con gozo aceptaron el
evangelio y de esa manera demostraron que estaban "ordenados para vida eterna".
De esta clase de gente Dios habla en Hech. 18:10, "Tengo mucho pueblo en esta
ciudad".
Así pues, la
incredulidad de los judíos demostraba que ellos no fueron dados a Cristo por el
Padre, es decir, que en realidad no eran el pueblo de Dios como suponían. Cristo
condena su orgullo al decirles que no eran dignos de ser su
pueblo.
-- y al que a mí
viene, no le echo fuera. -- Estos
textos no dicen que los hijos de Dios no pueden caer de la gracia (Gál. 5:4; Jn.
10:6), sino que Dios es fiel y hará todo lo necesario por lograr la salvación
eterna de los que vienen a Cristo. Véase 10:27, 28, "no perecerán jamás, ni
nadie las arrebatará de mi mano", pero a pesar del amor y protección del Señor,
las ovejas pueden descarriarse y dejar de seguir a Cristo (dejar de creer en
El). Véase también Rom. 8:38, 39. Estos textos hablan de la fidelidad de Dios,
que todos pueden confiar plenamente en su ayuda y protección, pero no enseñan
que los creyentes no pueden caer.
6:38
Porque he descendido del cielo, -- Esta afirmación es otra confirmación de que Cristo
nació de una virgen, pues era hombre, nacido de mujer, pero no tenía padre
humano.
-- no para hacer
mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. -- Las obras de Jesús eran las obras del Padre. La
voluntad del Padre era que a través de Cristo un pueblo fuera llamado por el
evangelio, perdonado, santificado y transformado a la imagen divina, para poder
vivir con Dios en el cielo.
6:39 Y
esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, --
Todos los que obedecen al evangelio
son dados a Cristo por el Padre. La salvación es el don de Dios (Efes. 2:8; Rom.
6:23).
-- no pierda yo
nada, sino que lo resucite -- Cristo
no pierde a los que vienen a El por causa de la muerte física, porque los
resucitará.
-- en el día postrero. -- vers. 39, 40,
44, 54; compárese 5:28, 29.
6:40 Y
esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree
en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. --
Compárese 6:54. En los dos textos
habla de la resurrección y la vida eterna. Aquí en 6:40 dice que esta bendición
es para todo aquel que cree en El, y en 6:54 dice que la misma bendición es para
el que come su carne y bebe su sangre. Por eso, comer su carne y beber su sangre
quiere decir creer en El.
6:41, 42
Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que
descendió del cielo. Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y
madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido? --
Se escandalizaron porque Jesús dijo
que había descendido del cielo y, por eso, sería mayor que Moisés y los
profetas, sacerdotes y reyes de Israel. Creían que podían refutar lo que El
decía hablando de su familia; es decir, que no es del cielo sino de
Nazaret.
6:43, 44
Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros. Ninguno puede venir a
mí, si el Padre que me envió no le trajere; -- helkusei, arrastrar como una red (21:6, 11, Pedro "sacó la
red a tierra"), atraer (arrastrar) mediante la cruz (12:32). Aunque les había dado los panes y
peces, no querían reconocer que el carpintero de Nazaret era el pan que
descendió del cielo. Por eso, no fueron traídos a Cristo por el
Padre.
Hablan los
calvinistas de la gracia irresistible. "Cuando Jesús se refiere a la actividad
divina de traer, emplea un término
que indica claramente que esto significa más que influencia moral. El Padre no se limita
a rogar o a aconsejar -- ¡trae! ... indica una actividad muy poderosa --
incluso, podríamos decir, irresistible.
Claro está, el hombre resiste, pero su resistencia es ineficaz" (GH). Pero
la verdad es que el Padre trae a Cristo solamente a los que creen en El como el
Hijo de Dios y obedecen al evangelio. Dios simplemente no puede traer a los
demás a Cristo, porque su único poder para la salvación es el evangelio (Rom.
1:16). El evangelio es la única red.
-- y yo le
resucitaré en el día postrero. -
6:45
Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo
aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí. -- Dicen los calvinistas que "No es cierto que 6:45
anule o, por lo menos, debilite 6:44. La expresión, Escrito está en los profetas: Y serán todos
enseñados por Dios, no coloca en modo alguno en manos de los hombres el poder de aceptar a Jesús como Señor"
(GH). Tal enseñanza hace que Dios sea responsable por la salvación del hombre,
no solamente al proveer la salvación
sino también en cuanto a la aceptación de ella. Aquí está la
sencilla verdad que los calvinistas rehúsan aceptar: Dios sí provee la
salvación, pero el hombre tiene que aceptarla.
6:46 No
que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios (1:1, 14; 7:29;
16:27; 17:8); éste ha visto al Padre -- Al ver a Cristo, vemos al Padre (8:19; 12:45; 14:9). Esta es la única
manera de ver al Padre. Cristo es el camino al Padre (14:6). Aparte de Cristo el
hombre no tiene acceso al Padre. Efes. 2:18, "Por medio de El ... tenemos
entrada ... al Padre".
6:47 De cierto, de cierto os digo: El que
cree en mí, tiene vida eterna.-- El
creer en Cristo equivale a recibirlo como el pan de vida, el pan que descendió
del cielo. En cuanto a la posesión de la vida eterna, véase el comentario sobre
5:24.
6:48, 49 Yo soy el pan de vida. Vuestros
padres comieron el maná en el desierto, y murieron. -- Como la vida física se sostiene por medio del pan
literal, la vida eterna es obtenida solamente por medio de Cristo. De todos los
más de 600,000 hombres incluidos en el primer censo, todos murieron en el
desierto excepto Caleb y Josué. Así pues, aunque el maná vino directamente del
cielo, solamente dio vida física, porque todos los que comieron de él murieron.
Dice Josué 5:12 que cuando los israelitas cruzaron al Río Jordán y llegaron a
Gilgal, "El maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto
de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron
de los frutos de la tierra de Canaán aquel año".
6:50 Este es el pan que desciende del
cielo, para que el que de él come, no muera. -- Cristo es el pan sobrenatural, el alimento para el
alma, que da vida eterna. El que come de este pan muere físicamente, pero no
muere espiritualmente.
6:51 Yo soy el pan vivo (6:35, 41, 48) que descendió del cielo; si alguno comiere
de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne (1 Ped.
3:18; Efes. 2:15; Col. 1:22; Heb. 10:20), la cual yo daré por la vida del mundo. --
Se refiere a su muerte que sería el sacrificio perfecto por los pecados del
mundo (3:37; 4:42; 1 Jn. 3:16; Mat. 20:28; Gál. 3:13; 2 Cor. 5:14; Rom. 5:8;
Isa. 53:10; 1 Ped. 2:24). En esto vemos, pues, que al comer este pan de vida la
gente tiene que creer no solamente en Cristo sino en el Cristo que había de
morir, ser sepultado y resucitar para salvarnos de los pecados. "Jesús ha
presentado aquí a esta multitud galilea el hecho central de su muerte expiatoria
por la vida espiritual del mundo" (ATR).
Desde luego, es
mucho más fácil entender estas palabras después de la muerte de Jesús.
Recuérdese que ni siquiera los apóstoles entendían a Jesús cuando hablaba de su
muerte (Mat. 16:21-23).
6:52
Entonces los judíos contendían entre sí, -- Véanse 7:12, 40; 9:16; 10:19; había mucho desacuerdo
entre la gente acerca de Jesús.
-- diciendo:
¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? -- No entendían porque no estaban dispuestos a entender.
"Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni
entienden" (Mat. 13:13).
6:53 Jesús
les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del
Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros (Col. 3:3).
-- Jesús sabía que no había seriedad en ellos y que no amaron la verdad; por
eso, en lugar de explicar la figura, la hace aun más fuerte, más gráfica. Jesús
no contestó su pregunta, sino que enfatizó la necesidad de participar de su cuerpo y
sangre. La palabra sangre recalca el
pensamiento de su muerte y el poder vivificador de ella. En la apropiación de la
carne y la sangre de Jesús, esta vida espiritual fluye de la vida de Jesús
(vers. 56, 57) (HAWM). Ya se acercaba la fiesta de la Pascua en la cual los
judíos comían la carne del cordero pascual, pero en esa Pascua se ofrecería el
Cordero de Dios que quita los pecados del mundo (1:29; Heb. 9:22; 1 Ped. 1:18;
Hech. 20:28; Efes. 1:7; Apoc. 5:9). A ese sacrificio Jesús se refiere, y a la
necesidad de que aprovechemos el beneficio de ese sacrificio para obtener el
perdón de los pecados.
Jesús emplea esta
figura tan gráfica para impresionar
profundamente la mente de los oyentes. Ellos recordarían a través de los años
este lenguaje. El lenguaje de Cristo quedaría fijo en la mente de la gente por
causa de su naturaleza diferente y extraña. El simbolismo del Apocalipsis tiene
el mismo propósito. De hecho lo mismo se puede decir de todo lenguaje figurado.
¿Quién puede olvidar la historia del hijo pródigo o del buen
samaritano?
En este texto
Jesús emplea palabras figuradas para enfatizar la necesidad de
unirse a El por medio de creer en El
(como el perfecto sacrificio por los pecados del mundo) y obedecer al evangelio.
De esta manera se recibe el alimento necesario del alma. Al creer en Cristo y
arrepentirnos del pecado, nos crucificamos con El y somos sepultados con El y
resucitados con El en el bautismo (Rom. 6:4; Col. 2:12); es decir, aceptamos y
practicamos sus enseñanzas (obedecemos al evangelio y perseveramos en la
doctrina de Cristo y los apóstoles). De esta manera asimilamos este alimento
esencial, uniéndonos a El como El se unió
al Padre (17:21-23). La vida, pues, en este texto (y a través de los
escritos de Juan) no significa simplemente la existencia consciente con Dios, sino la
comunión con Dios.
La preposición
griega eis (en) lleva la idea de hacia (p. ej., "id a (eis) la ciudad", Mat. 26:16).
Metafóricamente tiene el mismo sentido. Considérense los siguientes textos que
explican esta relación con Cristo:
(1) Mat. 28:19,
"Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándoles en (eis) el nombre del Padre, y del Hijo, y
del Espíritu Santo"; es decir, el bautizado entra en la relación aceptable con
Dios.
(2) Rom. 6:3, "¿O
no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en (eis) Cristo Jesús, hemos sido
bautizados en (eis) su muerte". Jesús derramó su
sangre en su muerte; por eso, hemos sido bautizados en su muerte, para que la
sangre de Cristo nos limpie de todo pecado.
(3) Rom. 6:4,
"Porque somos sepultados juntamente con él para (en, eis, la) muerte por el bautismo, a fin
de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también
nosotros andemos en vida nueva". ¡Somos sepultados con Cristo!
Entonces,
habiendo entrado en esta relación de
favor con Dios, es necesario "que habite Cristo por la fe en vuestros corazones"
(Efes. 3:17). "Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia" (Fil. 1:21). "Porque habéis muerto, y
vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces
vosotros también seréis manifestados con él en gloria" (Col. 3:3,
4).
No nos unimos a
una denominación -- como hacen muchísimas personas religiosas -- sino a Cristo;
somos agregados a El (Hech. 11:24). Somos bautizados en un cuerpo (1 Cor. 12:13)
y su cuerpo es su iglesia (Efes. 1:22, 23).
Por lo tanto, no
se debe enseñar que este texto (6:53) se refiere específica o solamente a la cena del Señor. La cena del Señor es
solamente una parte -- una parte muy esencial, muy importante -- de lo que se
llama comer su carne y beber su sangre. Sin embargo, es necesario explicar que
varios comentaristas quieren totalmente excluir la cena -- como también el
bautismo -- de este lenguaje de Jesús, porque "jamás ninguna iglesia cristiana
ha profesado la absoluta necesidad de la cena para tener la vida del Salvador
... la misma observación sobre la relación de la conversación de Jesús y
Nicodemo con el bautismo que Jesús ordenó a sus discípulos practicar ... los
símbolos visibles importaban poco al autor del evangelio del espíritu" (B-S). En
este comentario es obvio que se quiere excluir la cena y el bautismo del
lenguaje de Cristo, puesto que Cristo enfatiza que es indispensable comer su cuerpo y beber su
sangre. Si admitieran que esta figura puede incluir la cena, entonces esto haría
que un acto físico fuera necesario
para tener comunión con Cristo y para ellos este concepto es intolerable. Para
ellos la fe y la fe sola procura la comunión con Cristo, sin ningún acto de
obediencia.
Pero nos extraña
que el autor citado arriba, después de reconocer que Jn. 3:5 de veras se refiere
al bautismo, proclamara que este acto
no es necesario para tener comunión con Cristo, aunque Cristo claramente dijo,
"el que no naciere de agua y del
Espíritu, no puede entrar en el reino
de Dios". Si alguno no puede entrar en el reino de Dios, ¿puede tener
comunión con Cristo?
Además,
verdaderamente es esencial la participación de la cena del Señor el primer día
de la semana (Hech. 20:7) para seguir teniendo comunión con Cristo (1 Cor.
10:16).
6:54 El
que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el
día postrero. -- Jesús dice en 6:40
que "Esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y
cree en él, tenga vida eterna; y yo le
resucitaré en el día postrero", y en 6:54 hace la misma promesa a "El que come mi carne y bebe mi sangre".
Por lo tanto, tenemos que concluir que el comer su carne y beber su sangre
equivale a venir a Cristo y creer en El, es decir, aceptar y obedecer al
evangelio.
Todos saben la
importancia del pan (alimento físico) para el cuerpo; también tenemos que
entender que el pan espiritual (Cristo) es indispensable para el espíritu o
alma.
6:55
Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. --
En esto Cristo habla de sí mismo
como el sacrificio para expiar los pecados del mundo. Para recibir este
beneficio es necesario que obedezcamos de corazón el evangelio y ser
reconciliados con Dios, tener comunión con Dios (ser "participantes de la
naturaleza divina", 2 Ped. 1:4), y cada vez más transformarnos en la imagen de
Cristo (Rom. 8:29; 2 Cor. 3:18).
6:56 El
que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. --
La palabra permanece es término clave para entender
este texto. El comer la carne y beber la sangre de Cristo significa recibir los
beneficios de la muerte de Cristo por medio de la obediencia al evangelio, y
estar espiritualmente unidos a El, y tener comunión con El (es decir, participar
de toda bendición espiritual, como también participar en su
servicio).
Obsérvese en
otros textos lo que Juan dice acerca de vivir o permanecer en
Cristo:
-- 11:25, 26, "Yo
soy la resurrección y la vida; el que
cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá
eternamente".
-- 15:4-6, "Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como
el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco
vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que
permanece en mí, y yo en él, éste
lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no
permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los
echan en el fuego, y arden". En los escritos de Juan permanecer en el Señor significa tener
comunión con El.
-- 17:21-23,
"para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también
ellos sean uno en nosotros ... Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos
en unidad". Debemos unirnos a Cristo como El se une al Padre, para que seamos
"perfectos en unidad".
-- 1 Jn. 2:6, "El
que dice que permanece en él, debe
andar como él anduvo". Si nos unimos a El y tenemos comunión con El, andaremos
como El anduvo.
-- 1 Jn. 2:24,
"Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros
permaneceréis en el Hijo y en el
Padre". Esto indica que para unirnos a Cristo y al Padre tenemos que retener la
enseñanza que nos fue entregada por Cristo y los apóstoles (Hech. 2:42; Jn.
14:26; 1 Jn. 4:6). Solamente los que tienen comunión con los apóstoles pueden
tener comunión con el Padre y el Hijo (1 Jn. 1:3).
-- 1 Jn. 3:6-9,
"Todo aquel que permanece en él no peca" (es decir, practica el pecado, ver. 8).
El cristiano tropezará de vez en cuando y al hacerlo tiene perdón si acude a su
Abogado y confiesa su pecado (1 Jn. 1:8-2:2), pero el cristiano no persiste en
la práctica (habitual, continua) del
pecado porque ahora participa o tiene comunión (habitual y continua) con
Cristo.
-- 1 Jn. 3:24, "Y
el que guarda sus mandamientos permanece
en Dios".
-- 1 Jn. 4:12,
"Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros".
-- 1 Jn. 4:15,
"Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y
él en Dios".
-- 1 Jn. 4:16,
"el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en
él".
6:57 Como
me envió el Padre viviente, y yo vivo por (causa de, MV) el Padre, asimismo el que me come, él
también vivirá por mí. -- Cristo nos hace partícipes de la vida verdadera
que procede del Padre. "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí,
aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá
eternamente" (11:25, 26); "Porque yo vivo, y vosotros también viviréis"
(14:19).
6:58 Este
es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y
murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente. -- Una vez más se refiere a lo que los judíos dijeron
(ver. 31). La palabra murieron es el
punto clave: ellos comieron de ese pan y murieron. Por eso, no era el pan
verdadero (duradero).
6:59 Estas
cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum. -- ¿La sinagoga construida por el centurión, Luc. 7:1,
5?
6:60 Al
oirlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; -- La palabra dura no significa que ellos no podían
entender que el lenguaje de Jesús era figurado. No fue que ellos pensaran que
Jesús esperara que literalmente se comiera su cuerpo y se bebiera su sangre. Eso
no fue el problema. Todo el problema fue que esta enseñanza de Cristo hizo clara
la necesidad de su muerte. Tal enseñanza fue muy desagradable para ellos. No era
dura para entender, sino dura para
aceptar que El había descendido del cielo y que traía beneficios espirituales, y
que no pensaba establecer un reino terrenal como ellos querían
(6:15).
Si esta enseñanza
de Jesús hubiera sido muy dura para entender, y si sus discípulos hubieran sido
sinceros, habrían pedido una aclaración
de lo que decía. Compárese Mat. 13:36, "Explícanos la parábola de la cizaña
del campo"; entonces Jesús les explicó la parábola. De esta manera, a través de
la enseñanza entendida, Dios trae a los hombres a Cristo. Pero en esta ocasión
muchos de sus discípulos no pidieron
explicación, sino que murmuraban y dijeron, "Dura es esta palabra", y
volvieron atrás. Es obvio que a ellos no les gustó lo que Jesús
decía.
-- ¿quién la
puede oír? -- Su enseñanza era dura -- difícil de aceptar -- para los que esperaban que
Cristo ocupara un trono terrenal y que proveyera no solamente libertad del yugo
de Roma, sino pan físico en abundancia y muchas otras bendiciones
materiales.
6:61
Sabiendo Jesús en sí mismo que (no
solamente los incrédulos sino también)
sus discípulos murmuraban de esto, -- Aquí está otra demostración de la
omnisciencia de Cristo, porque solamente Dios puede leer los pensamientos de los
hombres.
-- les dijo:
¿Esto os ofende (os escandaliza, LBLA; os hace tropezar, margen)? --
¿Qué les hizo tropezar? Véase el ver. 51, "el pan que yo daré es mi carne,
la cual yo daré por la vida del mundo" y que al comer su cuerpo y beber su
sangre, ellos también estarían de alguna manera involucrados en tal sacrificio.
Ya hemos visto en Mat. 16:21-23 que tal pensamiento hizo tropezar a los
apóstoles, al igual que a los judíos (Jn. 12:34, "Nosotros hemos oído de la ley,
que el Cristo permanece para siempre.
¿Cómo, pues, dices tú que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado?").
Compárense 1 Cor. 1:23, "Cristo crucificado, para los judíos ciertamente
tropezadero"; Gál. 5:11, "el tropiezo de la cruz").
Muchas personas
tropezaron por causa de la enseñanza de Cristo sobre varios asuntos: (1) 16:1;
(2) Mat. 11:2-6; (3) Mat. 15:12; (4) Mat. 19:10; (5) 1 Cor. 1:23; Gál. 5:11, el
tropiezo de la cruz. (6) La enseñanza de Jesús de que los desobedientes serán
castigados en el infierno es una
palabra dura para los testigos del
Atalaya, los adventistas y otros materialistas. Les hace
tropezar.
6:62 ¿Pues
qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero? --
Es decir, si viereis, etc., ¿no
sería causa de tropiezo aun más grande?
Estas últimas
palabras se refieren nuevamente a la preexistencia de Cristo (1:3, 14, 18; 3:13;
17:5). Afirman que Cristo descendió del cielo y que volvería al cielo. Esta es
la única vez durante su ministerio personal que Jesús habló en términos
explícitos de su ascensión al cielo.
Hasta ese momento
los apóstoles siguieron preguntando acerca de la restauración del reino a Israel
(Hech. 1:6), pero al verlo ascender al cielo (Hech. 1:9-11) podían entender que
Cristo no ocuparía un trono terrenal, sino su trono en el cielo (Hech.
2:32-36).
6:63 El
espíritu es el que da vida; -- 3:5;
Rom. 8:2; 1 Cor. 2:4. La regeneración es la obra eficaz del Espíritu Santo
obrando a través de su palabra (1 Ped. 1:23-25).
-- la carne para
nada aprovecha; -- "los cuales no
son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne" (1:13); "Lo que es nacido de
la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es"
(3:6).
-- las palabras
que yo os he hablado son espíritu y son vida. -- Aquí
está otro texto clave: Las
palabras (las enseñanzas) de Jesús nos proporcionan la vida espiritual. Aunque
alguno no entienda con toda claridad el ver. 54, sin problema alguno podrá
entender que las palabras o enseñanzas de Cristo nos darán vida espiritual si
las obedecemos y practicamos.
Debemos creer con
todo el corazón en la fuerza y vitalidad inherente de la palabra de
Cristo (la Palabra de Dios), porque (1) produce fe, Rom. 10:17; (2) nos hace
sabios para la salvación (2 Tim. 3:14, 15); (3) efectúa el nuevo nacimiento (1
Ped. 1:23-25); (4) purifica nuestras almas (1 Ped. 1:22); (5) santifica nuestras
almas (Jn. 17:17); (6) nos hace libres (Jn. 8:32); y (7) nos da la herencia
celestial (Hech. 20:32).
Con estas
palabras Cristo da el resumen de la superioridad del espíritu sobre la carne.
"Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna
permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará" (6:27).
6:64 Pero
hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio
quiénes eran los que no creían (2:23-25; 8:31), y quién le había de entregar -- Luc.
6:16, la única vez que se llama "traidor".
6:65 Y
dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del
Padre. -- Los que son atraídos o
dados por el Padre son los que aprenden el evangelio (6:44, 45) y, estando
convencidos de la deidad de Cristo, vienen a Cristo con el propósito sano de
obedecerle y seguirle, pero los que "seguían" a Jesús por los panes y los peces,
o para hacerle rey, etc. no fueron atraídos o dados por el
Padre.
6:66 Desde
entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás (a lo de atrás,
FL) -- Volvieron a lo que habían dejado
para seguir a Jesús (MRV). "Le dijeron: Señor, danos siempre este pan" (6:34),
es decir, pan material, como el maná y el pan que Jesús dio a los cinco mil.
Cuando se dieron cuenta de que Jesús no les daría pan material, volvieron
atrás.
-- y ya no andaban con él. -- Habían andado con Jesús por acá y por allá para
ver sus señales, para ser sanados, para comer panes y peces, y para escuchar sus
enseñanzas, pero ya no querían seguir andando con El.
Con esta
enseñanza Jesús separó a los verdaderos creyentes de los que le seguían por los
panes y peces (6:26), y porque querían hacerle rey (6:15). Estos demostraron que
no fueron atraídos o dados por el Padre, sino que se habían acercado a Jesús con
propósitos ajenos a la voluntad de Dios. Es mejor que los insinceros que no
quieren arrepentirse vuelvan atrás y no anden con Cristo; es mejor para ellos y
mejor para Cristo y su iglesia.
6:67 Dijo
entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?
-- "La partícula interrogativa me muestra que una respuesta negativa
se espera" (MRV), pero "¿quién de vosotros, queriendo
edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo
que necesita para acabarla?" (Luc. 14:28). Probablemente el corazón de Judas
estaba con los que volvieron atrás y ya no anduvieron con El, pero todavía no le
convenía alejarse.
Esta pregunta nos
recuerda del libre albedrío del hombre. Josué (24:15) explicó las alternativas
del pueblo y les dijo, "Escogeos hoy ... ".
6:68 Le
respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? -- Si hubieran vuelto a Moisés, éste los habría enviado
otra vez a Jesús (Hech. 3:22, 23). Los que dejan a Cristo y vuelven al pecado
son manchados, esclavizados y destruidos. Los que dejan a Cristo para ser
guiados por la ciencia (falsa) aprenden que al morir todo termina, porque son
hermanos de monos y, por eso, no tienen alma. Los que dejan a Cristo para
ampararse en la filosofía humana son defraudados (Col.
2:8).
Muchos no están
contentos con su empleo, pero con buena razón se preguntan a sí mismos, ¿qué
haré si dejo este empleo? Muchas parejas no toman en cuenta las consecuencias
antes de divorciarse. Los sensatos consideran las consecuencias de sus acciones.
Al dejar a Cristo ¿a quién iremos? ¿Algún otro tendrá palabras de vida eterna?
Si no luchamos por ir al cielo, ¿cuál será nuestro
destino?
Si algún
discípulo de Cristo se aparta de el, si vuelve atrás y ya no anda con El, ¿a
dónde irá? ¿volverá al catolicismo? ¿al pentecostalismo? ¿al adventismo? ¿Qué
recibirán en estas religiones? Piden pan pero les dan una piedra; piden huevo y
les dan una escorpión.
-- Tú tienes
palabras de vida eterna. -- Jesús es
el pan de vida, la luz de vida, el agua de vida, el árbol de vida y tiene
palabras de vida eterna. Pedro y los otros apóstoles estaban persuadidos de la
deidad de Cristo y le seguían con lealtad, aunque no siempre entendían
perfectamente su enseñanza.
6:69 Y
nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios (el
Santo de Dios, LBLA) viviente. -- Creían esto aunque muchos otros discípulos volvieran
atrás para ya no andar más El. Esta
confesión fue hecha en Capernaúm. También confesó a Cristo en Cesarea de Filipo
(Mat. 16:16; Mar. 8:29; Luc. 9:20). Obsérvese que Pedro dice nosotros; Pedro contesta por los otros
apóstoles.
Los manuscritos
mejores no dicen "Hijo" sino "Santo" de Dios. Compárense 6:27, "a éste señaló
Dios el Padre"; 10:36, "al que el Padre santificó y envió al mundo"; 1 Jn. 2:20,
"tenéis la unción del Santo".
6:70 Jesús
les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es
diablo (1 Ped. 5:8; Hech. 13:10)? -- No dice "siempre ha sido diablo",
sino "es diablo". Dice Mat. 10:1-4,
"Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus
inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda
dolencia. Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado
Pedro ... (y el último) Judas Iscariote, el que también le entregó". Jesús no
hubiera dado autoridad al diablo para echara fuera al diablo (Mat. 12:26); por
eso, cuando Cristo llamó a Judas, él no era diablo.
Pero después "era
ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella" (12:6). Jn.
13:2, 27 nos dice cuándo Satanás entró en él: "Y cuando cenaban, como el diablo
ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le
entregase ... Y después del bocado, Satanás entró en él".
6:71
Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a
entregar, y era uno de los doce. -- Pero en ese momento los otros apóstoles no sabían de
quién Jesús hablaba (compárese 13:24). ¿Habría seguido Judas como discípulo si
Cristo hubiera aceptado la propuesta de los que querían hacerle
rey?
* * * * *
* * * * *
Juan
7
7:1
Después de estas cosas, andaba Jesús en Galilea; pues no quería andar en Judea,
porque los judíos (los líderes) procuraban matarle. -- 5:18. Cuando
Juan dice "los judíos", sin más explicación, el término tiene sentido hostil.
Desde luego, los apóstoles y muchos de los discípulos de Jesús eran judíos, pero
cuando Juan escribió este libro (probablemente a fines del primer siglo) la
palabra judíos indicaba los judíos
inconversos y opuestos al evangelio. Los judíos obedientes se llamaban
cristianos.
7:2 Estaba
cerca la fiesta de los judíos, la de los tabernáculos; -- Deut. 16:13; Lev. 23:34, 43, una de las tres fiestas
solemnes de los judíos. Cada año todo varón judío había de subir a Jerusalén
para las fiestas de la Pascua, del Pentecostés y de los Tabernáculos. "Esta
fiesta recibió su nombre de la costumbre de morar en cabañas de enramadas
durante su celebración (Lv. 23:40-42) ... Esta fiesta, que cerraba el ciclo de
solemnidades (Lv. 23:39, 43), se celebraba en el mes séptimo del año religioso,
cuando finalizaban las cosechas y la vendimia ... Las cabañas de enramadas y las
tiendas debían recordar la vendimia, pero más aún la vida nómada a través del
desierto (Lv. 23:43)" (Vila).
Al comparar este libro con los sinópticos se puede
ver que durante el periodo entre la Pascua y la fiesta de los Tabernáculos
ocurrieron los eventos de Mat. 15-18; Mar. 7-9; y Luc. 9:18-50
.
7:3 y le
dijeron sus hermanos: -- 2:12; no
sus discípulos sino sus medio hermanos, "Jacobo, José, Simón y Judas", Mat.
13:53-55. Algunos dicen que estos "hermanos" eran primos hermanos, hijos de
Alfeo y la hermana de la madre de Jesús, pero los hermanos de Jesús no "creían
en él", mientras que "Jacobo hijo de Alfeo ... y Judas hermano de Jacobo" (Hech.
1:13; Jn. 14:22) eran apóstoles de Cristo.
-- Sal de aquí, y
vete a Judea, -- el centro del
judaísmo, el lugar lógico para manifestarse como el
Mesías.
-- para que
también tus discípulos vean las obras que haces. -- Querían que Jesús subiera a la fiesta de los
tabernáculos y que públicamente obrara milagros. Desde el punto de vista mundano
su sugerencia era buena.
7:4 Porque
ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto (en público, LBLA). --
Para ellos el trabajo de Jesús en
Galilea era obra secreta.
-- Si estas cosas
haces, -- La palabra "si" indica su
incredulidad. De esta manera habló
el diablo (Mat. 4:3, 6), con el cual en ese momento ellos estaban aliados al no
creer en Jesús.
-- manifiéstate
al mundo. -- Es decir, en
Jerusalén, ahora, durante la fiesta
de los tabernáculos. En las tres fiestas solemnes los judíos de todas las
naciones se reunían en Jerusalén (compárese Hech. 2:5-10, la fiesta de
Pentecostés). La idea de los hermanos de Jesús fue que si en realidad El era el
Mesías, debería, como un político ambicioso, aprovechar la ocasión para hacer
señales. De esa manera sería manifestado al mundo judío.
7:5 Porque
ni aun sus hermanos creían en él. -- Si la teoría del clero romano acerca de los hermanos
de Jesús es correcta, entonces sus primos hermanos (hijos de Alfeo) eran
apóstoles incrédulos. Mar. 3:21,
"Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera
de sí". Gracias a Dios, sus hermanos llegaron a ser sus discípulos, Hech.
1:14.
7:6
Entonces Jesús les dijo: Mi tiempo aún no ha llegado, -- Faltaban seis meses más para que su tiempo (hora)
llegara. Su hora llegó cuando llegó la siguiente Pascua. Jesús había demostrado
su deidad (Mat. 16:16; Jn. 1:49; 6:69), pero su tiempo u hora fue cuando el odio de los judíos
llegó a su colmo y lograron que los romanos lo crucificaran.
-- mas vuestro
tiempo siempre está presto. -- No
importa cuando ellos subieran a Jerusalén, porque los judíos no los buscaban
para darles muerte (5:18). Todavía no habían rompido con la jerarquía de
Jerusalén.
7:7 No
puede el mundo aborreceros a vosotros; -- Porque eran incrédulos como los demás que eran del
"mundo". El mundo ama a los suyos (15:18, 23, 24), pero aborrece a los que
reprenden sus pecados. Isaías, Jeremías y los otros profetas fueron perseguidos
porque denunciaron al pueblo de Israel, comenzando con los líderes de la
nación.
-- mas a mí me
aborrece, porque yo testifico de él, que sus obras son malas. --
3:19-21.
7:8 Subid
vosotros a la fiesta; -- No convenía
que Jesús acompañara a sus hermanos por causa de la actitud de ellos con
respecto a la manera en la que El debería manifestarse. Después fue (7:10), como
ellos habían sugerido, aunque no abiertamente, ni con el propósito sugerido por
ellos.
-- yo no subo
todavía -- No dice "no subo", sino
que "no subo todavía"; La Biblia de las Américas no dice "todavía", pero la
evidencia es muy fuerte para incluirla, y el contexto lo requiere: véanse los
versículos 10 y 14 ("A la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba".
Si Cristo hubiera aceptado el consejo de sus hermanos, tal manifestación habría
precipitado una fuerte campaña de parte de los judíos para matarlo. La manera y
el tiempo de la subida de Jesús no provocaron tal campaña. Jesucristo siempre
controlaba los eventos y El sabía perfectamente cómo y cuándo hacer las cosas
que resultarían en su muerte; es decir, El iba a dar su vida, pero no de acuerdo
con el plan humano sino de acuerdo con el plan divino.
-- a esa fiesta,
porque mi tiempo aún no se ha cumplido. -- Compárense 2:4; 7:30; 8:20; 10:39; 12:23, 27; 13:1;
17:1; Luc. 9:51. En la hora predeterminada por el Padre (Hech. 2:23) Jesús había
de dar su vida por los pecados del mundo, pero los judíos no podían hacer llegar
su hora más pronto. "Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para
volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo" (10:17,
18).
7:9, 10 Y
habiéndoles dicho esto, se quedó en Galilea. Pero después que sus hermanos
habían subido, entonces él también subió a la fiesta, no abiertamente, sino como
en secreto. -- No fue con sus
hermanos, porque obviamente ellos esperaban alguna manifestación pública de su
poder. Después El y sus apóstoles entraron, pero sin
publicidad.
7:11 Y le
buscaban los judíos en la fiesta, y decían: ¿Dónde está aquél?
-- No les gustó pronunciar el nombre
Jesús de Nazaret. Hablan de El como "aquél" (como "ese tipo"), palabra
despreciativa. Obsérvese que Juan emplea el tiempo imperfecto, seguían
buscándole y preguntando ¿Dónde está? Cuando Jesús sanó al paralítico de
Betesda, hubo un encuentro entre El y los judíos acerca de sanar en el día de
reposo (cap. 5). En el discurso después de ese evento, Jesús pronunció un
discurso en el cual les reprendió por no aceptar el testimonio del Padre, de
Juan el bautista, de las obras que Cristo hizo, de las Escrituras y de Moisés.
Ahora querían encontrarle para resolver el problema que tenían con
El.
7:12 Y
había gran murmullo acerca de él entre la multitud, pues unos decían: Es bueno;
pero otros decían: No, sino que engaña al pueblo (extravía a la gente, LBLA). --
La verdad causa división entre la
gente. Compárense Mat. 10:34-37; Hech. 13:45, 48. ¿Por qué dijeron que Jesús
extravía a la gente? Un ejemplo de esto se ve en Mat. 15:1-9; es decir, conducía
a la gente fuera de las tradiciones humanas para que anduviera en la
verdad.
7:13 Pero
ninguno hablaba abiertamente de él, por miedo a los judíos. -- Los judíos lo habían denunciado y decían que si
alguien confesara a Jesús como el Cristo, el tal sería expulsado de la sinagoga
(9:22; 12:42; 19:38). Por eso, Jesús dijo, "Porque el que se avergonzare de mí y
de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se
avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos
ángeles" Mar. 8:38.
7:14 Mas a
la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba. -- No hizo lo que sus hermanos sugirieron, porque no
hizo milagros, sino que simplemente seguía enseñando. Al subir al templo a la
mitad de la fiesta, su llegada llamó menos la atención de la
gente.
7:15 Y se
maravillaban los judíos, -- La
llegada de Jesús "a la mitad de la fiesta" y su manera de enseñar dejó confusos
y perplejos a los judíos. No sabían qué hacer con El.
-- diciendo:
¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado? -- Es decir, ¿cómo puede alguno saber algo si no lo
aprendió de nosotros? Aun cuando Jesús tenía doce años de edad, sus padres "le
hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y
preguntándoles. Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de
sus respuestas" (Luc. 2:46, 47). Jesús no había estudiado en las escuelas de los
rabinos y según los judíos, sin tal preparación formal, no tenía autoridad para
enseñar, pero Nicodemo le llamó "Rabí" (3:2). El conocimiento de Jesús era
divino. "Cuando vino al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del
pueblo se acercaron a él mientras enseñaba, y le dijeron: ¿Con qué autoridad
haces estas cosas? ¿y quién te dio esta autoridad?" (Mat. 21:23). Los doce
apóstoles tampoco estudiaron en las escuelas de los rabinos, sino en la de Jesús
(Hech. 4:13). Pablo estudió a los pies de Gamaliel (Hech. 22:3; 26:24), pero
recibió su educación principal del cielo (Gál. 1:11, 12).
7:16 Jesús
les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. --
La enseñanza de Jesús no era de
alguna escuela y ni siquiera era de El como si fuera independiente del Padre. El
y el Padre eran uno (10:30). Aunque Pablo estudió en una escuela, él afirmó
enfáticamente que el evangelio que él predicaba vino del cielo (Gál. 1:11, 12).
Jesús sigue
repitiendo el tema introducido en el capítulo cinco (5:19) de que "No puede el
Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que
el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente".
7:17 El
que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si
yo hablo por mi propia cuenta. -- Véase 3:19-21. El entendimiento del hombre no depende
solamente de su inteligencia, sino también de su disposición de hacer la
voluntad de Dios. Los judíos podían estar seguros que la doctrina de Cristo era
la doctrina del Padre, con tal que tuvieran el sincero deseo de hacer la
voluntad de Dios. El que no quiere hacer la voluntad de Dios no aprenderá la
verdad. El obstáculo principal en el trabajo de enseñar el evangelio a la gente
es su falta de deseo de hacer la voluntad
de Dios (5:39, 40; Mat. 23:37; Rom. 1:21, 28). La enseñanza principal de la
parábola del sembrador tiene que ver con las cuatro clases de terreno, es decir,
cuatro clases de oyentes.
Este texto (7:17)
indica que los que desean hacer la voluntad de Dios pueden entenderla. Como
Jesús explica en la parábola del sembrador, para poder entender y obedecer al
evangelio lo importante es que tengamos corazones puros y dispuestos a recibirlo
("los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con
perseverancia" Luc. 8:15). Si algunos son incapaces de entender el evangelio,
entonces no es para todos, pero Cristo murió por todos y mandó que los apóstoles
predicaran el evangelio a todos. Cristo no sufrió en vano.
En toda nación la tendencia humana es la de
simplemente seguir la creencia y religión que se recibe de los padres sin
investigar y pensar cada quien por sí mismo. ¡Esta es una verdadera tragedia!
Los mismos que aceptarán la religión de sus padres no siguen en las pisadas de
ellos en muchas otras cosas (p. ej., en asuntos del negocio o de la
política).
7:18 El
que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la
gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia.
-- Jesús no habló por su propia
cuenta, como si fuera independiente del Padre, con un mensaje personal que no
estuviera de acuerdo con la voluntad del Padre o que contradijera la enseñanza
del Padre. Si lo hubiera hecho, no habría buscado la gloria del Padre sino su
propia gloria, pero Cristo era verdadero y en El no había injusticia, porque
había perfecta armonía entre la enseñanza de El y la voluntad del Padre; de
hecho, era una sola voluntad, y una sola enseñanza.
7:19 ¿No
os dio Moisés la ley (en este caso,
la circuncisión, ver. 22, 23) y ninguno de vosotros cumple la ley. --
Como El lo explica en los ver. 22, 23.
-- ¿Por qué procuráis matarme?
-- Decían que querían dar muerte a
Jesús por haber quebrantado el día de reposo cuando sanó al enfermo (5:8), pero
ellos mismos practicaban la circuncisión en el día de reposo (porque
circuncidaban al octavo día aunque fuera el séptimo día). Entonces, ¿por qué
procuraban matar a Jesús?
7:20
Respondió la multitud y dijo: Demonio tienes; -- Parece que la multitud, los que no vivían en Jerusalén
y habían llegado a la fiesta de los tabernáculos, no se daban cuenta de cómo los
judíos odiaban a Jesús por causa de la sanidad del paralítico en el día de
reposo. Ignoraban que "los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo
quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio
Padre, haciéndose igual a Dios" (5:18). Creían, pues, que Jesús hablaba así por
causa de alguna depresión profunda, como la que caracterizaban a los
endemoniados, cuya conducta no era racional. Suponían que Jesús sufría una
paranoia, una manía persecutoria
(complejo de persecución). Esta acusación equivalía a decir que estaba loco
(compárese Mar. 3:21). (Pero los de Jerusalén sí sabían, 7:25).
-- ¿quién procura
matarte? -- En ese momento no había
turba, ni soldados ni armas. No había evidencia física de que los judíos
quisieran dar muerte a Jesús.
7:21 Jesús
respondió y les dijo: Una obra hice (5:8), y
todos os maravilláis. -- Jesús no contestó a los que le acusaban de estar
loco. Se puede notar también que por lo pronto Jesús deja a un lado el tema del
complot de los judíos de matarlo, y fija la atención de la gente en lo que
provocó tanta enemistad contra El (la sanidad del inválido de
Betesda).
7:22 Por
cierto, Moisés os dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los
padres, Gén. 17:9-14, 23-27; 21:4); y en el día de reposo circuncidáis al
hombre (16:21). -- Jesús
introduce este argumento para mostrarles lo débil de su acusación contra El. La ley requería que circuncidaran a
sus hijos al octavo día (Lev. 12:3), aunque el octavo día cayera en el día de
reposo. Todos los judíos aceptaban esta excepción de la ley del día de reposo,
aunque decían que no se podía dar ninguna atención médica en el día de reposo a
menos que la vida peligrara. ¿La vida del niño incircunciso peligraba? Claro que
no. Entonces, ¿por qué quebrantaban el día de reposo para circuncidarlo? Porque
era mandamiento. Entonces ¿no era mandamiento amar y ayudar al prójimo como lo
hizo Jesús?
Jesús explica
(Mat. 2:27) que "El día de reposo fue hecho por causa del hombre (para el
beneficio del hombre), y no el hombre por causa del día de reposo (el hombre no
fue creado para que guardara el día de reposo)".
Los judíos
aceptaban otras excepciones del cuarto mandamiento. Por
ejemplo:
(1) "¿No habéis
leído lo que hizo David, cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre;
cómo entró en la casa de Dios, y comió los panes de la proposición, que no les
era lícito comer ni a él ni a los que con él estaban, sino solamente a los
sacerdotes?" (Mateo 12:3, 4). Los judíos estaban de acuerdo con Jesús de que
David quebrantó la ley con respecto a los panes de la proposición, pero que no
pecó.
(2) "¿O no habéis
leído en la ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan
el día de reposo, y son sin culpa?" (Mateo 12:5). Los judíos estaban de acuerdo
con Jesús de que los sacerdotes trabajaban cada día de reposo, pero que
en ello no pecaban.
(3) Jesús sanó a
la mujer que andaba encorvada y que no se podía enderezar. Cuando el principal
de la sinagoga se enojó y prohibió que la gente fuera sanada en el día de
reposo, Jesús le dijo: "Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en el día de
reposo su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber? Y a esta hija de
Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta
ligadura en el día de reposo? Al decir él estas cosas, se avergonzaban todos sus
adversarios" (Luc. 13:10-17). Los judíos estaban de acuerdo con Jesús de que los
que trabajaban llevando sus animales
a beber no pecaban al hacerlo.
(4) Jesús sanó a
un hombre hidrópico en el día de reposo. Les preguntó, "¿Es lícito sanar en el
día de reposo? Mas ellos callaron. Y él tomándole, le sanó, y le despidió. Y
dirigiéndose a ellos, dijo: ¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en
algún pozo, no lo sacará inmediatamente, aunque sea en día de reposo? Y no le
podían replicar a estas cosas" (Luc. 14:5). Los judíos estaban de acuerdo con
Jesús de que los que sacaban a su animal del pozo en el día de reposo trabajaban, pero que no pecaban al
hacerlo.
(5) "Moisés os
dio la circuncisión ... y en el día de reposo circuncidáis al hombre" (Jn.
7:22). Los judíos estaban de acuerdo con Jesús de que era correcto que el
sacerdote circuncidara al hombre al octavo día de su vida, aunque fuera en el
día de reposo.
¿Dieron muerte a
David y sus compañeros por comer el pan de la proposición? ¿Daban muerte a los
sacerdotes cuando profanaban el día de reposo)? ¿Daban muerte a los que sacaban
sus animales del pozo en el día de reposo? ¿Daban muerte a los desataban sus
animales para llevarlos a beber? ¿Daban muerte a los sacerdotes que
circuncidaban en el día de reposo? Si no, entonces ¿por qué querían dar muerte a
Jesús por sanar a los enfermos en el día de reposo?
Jesús enseñó a
sus discípulos a guardar la ley de Moisés. "De manera que cualquiera que
quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres,
muy pequeño será llamado en el reino de los cielos" (Mat. 5:19. Pero Jesús no hacía caso de las tradiciones
de los judíos (Mat. 15:8, 9), p. ej., ignoraba las más de treinta "leyes"
(restricciones) necias con respecto al día de reposo.
"Mi Padre hasta
ahora trabaja, y yo trabajo" (5:17). El Padre trabaja todos los días, haciendo
que el sol salga y que las lluvias caigan y muchísimas otras cosas para cuidar
de su creación. Al sanar a los enfermos Jesús hacía la obra del Padre
(9:19).
-- circuncisión (no porque sea de Moisés, sino
de los padres); -- ¡Este texto
demuestra que la circuncisión era una ley más antigua que la ley del día de
reposo! Jesús dice que la circuncisión no era ley de Moisés, sino de los
padres, pero no dice esto acerca del
día de reposo, porque, como dice Neh. 9:13, 14, "Y sobre el monte de
Sinaí descendiste, ... y les ordenaste el día de reposo".
7:23 Si
recibe el hombre la circuncisión en el día de reposo, para que la ley de Moisés
no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en el día de reposo sané
completamente a un hombre? -- 5:8.
Jesús les hizo ver su inconsecuencia, porque si ellos quebrantaban el día de
reposo al circuncidar a sus hijos para el propósito de la purificación legal,
¿por qué se enojaron cuando Jesús hizo completamente sano al enfermo en el día
de reposo? Véase 7:22, notas; compárense los argumentos semejantes de Jesús
sobre el mismo tema en Mat. 12:1-8; Luc. 13:10-17; 14:1-6.
7:24 No
juzguéis según las apariencias (1
Sam. 16:7), sino juzgad con justo
juicio. -- Creían que Jesús quebrantaba el día de reposo, pero no tomaban en
cuenta la obra de Dios (5:17), ni
la misericordia de Dios (Mat. 12:7; Mat. 23:23). Jesús quebrantó la ley del día
de reposo exactamente como los sacerdotes lo profanaban cada semana al ofrecer
sacrificios (y no tenían culpa, Mat. 12:5), y al circuncidar en el día de reposo
(y no tenían culpa). También Jesús quebrantaba el día de reposo como lo hacían
los que desataban a sus animales para llevarlos a beber, o los sacaban del poco
en el día de reposo (y no tenían culpa).
Al ver que los sacerdotes trabajaban cada
sábado, si hubieran juzgado "según las apariencias", habrían dicho que estaban
pecando. De esa manera juzgaban "según las apariencias" a
Jesús.
Obsérvese que aquí Jesús da el mandamiento de "juzgad
con justo juicio". ¿Por qué dijo Jesús en Mat. 7:1, "No juzguéis, para que no
seáis juzgados"? En este texto (Mat. 7:1) Jesús condena el juzgar con hipocresía (Mat. 7:3-5). En
el mismo capítulo (7:15-20) Jesús requiere que se juzgue a los falsos maestros.
También lo requiere en Jn. 10:4, 5. Pablo (el Espíritu Santo) lo requiere en
Rom. 16:17, 18. Juan lo requiere en 1 Jn. 4:1-3; 2 Jn. 7-11. Los hijos de Dios
han de juzgar a los ángeles (1 Cor. 6:3).
7:25
Decían entonces unos de Jerusalén: ¿No es éste a quien buscan para matarle? --
Estos no eran como la multitud que
se había reunido para la fiesta y que ignoraba el plan de los judíos de dar
muerte a Jesús (7:20).
7:26 Pues
mirad, habla públicamente, y no le dicen nada. -- ¿Cómo se explica la indecisión de los judíos? ¿No
pensaban dar muerte a Jesús? ¿Habrán quedado completamente derrotados por los
argumentos de Jesús? Lo que Jesús
dijo (7:19-24) era una fuerte refutación para los judíos. ¿Por qué no le dijeron
nada? No les convenía decir nada,
porque Jesús había ganado todo argumento. Siempre les dejaba callados (Luc.
14:6, "no le podían replicar a estas cosas"; Mat. 22:22, la cuestión del
tributo: "Oyendo esto, se maravillaron, y dejándole, se fueron"; Mat. 22:33, la
pregunta sobre la resurrección: "Oyendo esto la gente, se admiraba de su
doctrina"; Mat. 22:46, ¿De quién es Hijo el Cristo? "Y nadie le podía responder
palabra; ni osó alguno desde aquel día preguntarle más".
-- ¿Habrán
reconocido en verdad los gobernantes que éste es el Cristo? -- 1 Cor. 2:8 habla de la sabiduría de Dios, "la que
ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido,
nunca habrían crucificado al Señor de gloria".
Lo que los
gobernantes decidieron era muy importante para la gente, porque todos sabían que
si confesaban a Jesús serían expulsados de la sinagoga (7:13; 7:48; 9:22; 9:34;
12:42).
7:27 Pero
éste, sabemos de dónde es; -- Creían
que ya sabían todo en cuanto a sus antecedentes. "Su arrogancia, al afirmar que
sabían todo acerca de Jesús, y luego atreviéndose a hacer de su supuesto conocimiento la base de su rechazo de
Cristo como el Mesías, es un ejemplo de la autodecepción y orgullo humanos sin
par en la historia del mundo" (JBC).
-- mas cuando
venga el Cristo, nadie sabrá de dónde sea. -- La expectación popular era que el Cristo aparecería
al templo de repente, espectacular y de manera misteriosa. Por eso, Jesús no
calificaba, porque todos sabían de dónde venía, quiénes eran sus familiares,
etc. "Una frase rabínica decía:
'Tres son las cosas que vienen sin que nadie las espere: el Mesías, la buena
suerte y un escorpión'. El Mesías aparecería en la misma forma imprevista
y asombrosa en que un hombre tropieza con la buena suerte o pisa un escorpión
escondido" (WB). Posiblemente esta idea se ha basado en Mal. 3:1, "vendrá
súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis", pero los principales
sacerdotes y los escribas del pueblo dijeron (correctamente) que el Cristo había
de nacer "En Belén de Judea" (Mat. 2:4-6. Las Escrituras explicaron muchas cosas
acerca de la venida del Cristo (p. ej., Gén. 49:10; Isa. 40:3; 9:1, 2; Miqueas
4:1-5; 5:2; Zac. 9:1).
Los argumentos de los judíos en contra de Jesús no
eran válidos. Por ejemplo:
-- (1) decían que
el origen del Mesías sería un misterio; pero ellos no entendían sus palabras
cuando les decía que había descendido del Padre.
-- (2) insistían
en que ningún profeta había salido de Galilea, pero Jesús era de Nazaret y Jonás
de Gat-hefer, un pueblo cerca de Nazaret.
-- (3) insistían
en que Elías tenía que venir primero, pero no querían aceptar que Elías ya había
venido en la persona de Juan el bautista (Mat. 11:14).
7:28, 29
Jesús entonces, enseñando en el templo, alzó la voz y dijo: A mí me conocéis, y
sabéis de dónde soy; -- En un
sentido lo conocían: 6:42, "Y
decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros
conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?"; es cierto que
ellos sabían que Jesús era de Nazaret y es cierto que conocían a su familia,
pero Jesús no vino solamente de Nazaret, sino que descendió del Padre y en este
sentido, no lo conocían: 8:19, "Ni a
mí conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre
conoceríais". Véanse también 8:58; 14:9; y otros dichos de Jesús acerca de sí
mismo que la gente no entendía. No tenían conocimiento que les diera el derecho
de negar que Jesús había venido del Padre.
-- y no he venido
de mí mismo, pero el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis.
Pero yo le conozco, porque de él procedo, y él me envió. -- 5:19, 30. El conocimiento que la gente tenía de Jesús
era conocimiento demasiado superficial. Conocer su nombre, saber que era de
Nazaret, que era carpintero, etc. no era suficiente, porque no había venido por
su propia cuenta; El que le envió tiene existencia verdadera, y "él me envió".
De El descendió, y a El volvería.
7:30
Entonces procuraban prenderle; -- Ya
no simplemente por quebrantar el día de reposo, sino por la blasfemia. Desde
ahora en adelante esta es la acusación lanzada contra El.
-- pero ninguno
le echó mano, porque aún no había llegado su hora. -- Parece que fueron detenidos no solamente por la
aceptación de Jesús entre los muchos que asistían a la fiesta, sino que, aparte
de ese factor, por una fuerza divina que los restringía. Cristo había de
terminar su obra; los enemigos, por malignos que hubieran sido, no podían
evitarlo.
7:31 Y
muchos de la multitud creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará
más señales que las que éste hace? -- No podían dejar de creer en Jesús, porque creían que
las señales que El hacía eran insuperables, y que esto era prueba de que era el
Cristo. Compárese Mat. 11:1-6; para convencer a Juan el bautista Jesús habló de
las obras que El había hecho para cumplir las profecías que hablaban de
El.
Sin duda los
judíos de muchas naciones, convencidos de que Jesús era el Mesías, lo habrían
aceptado a no ser por la oposición de los líderes.
7:32 Los
fariseos oyeron a la gente que murmuraba de él estas cosas; y los principales
sacerdotes y los fariseos enviaron alguaciles para que le prendiesen. --
La gente murmuraba en el sentido de comentar
favorablemente acerca de Jesús. Esto irritó a los fariseos, y se sentían
presionados a prenderle debido a la creciente popularidad de Jesús. Ya no les
convenía esperar más tiempo.
7:33
Entonces Jesús dijo: Todavía un poco de tiempo estaré con vosotros, e iré al que
me envió. -- Dentro de seis meses,
en la siguiente Pascua, iba a poner su vida para volverla a tomar (Jn. 10:17),
voluntariamente sujetándose a la crucifixión. Al tercer día resucitaría y
después de estar con sus apóstoles por cuarenta días ascendería al Padre. Hasta
ese tiempo los judíos no podían hacer nada contra Jesús. En esta fiesta (la de
los Tabernáculos) Jesús todavía no pondría su vida, y no se la podrían
quitar.
7:34 Me
buscaréis, y no me hallaréis; -- Mat. 24:23-28. Afanosamente lo buscarían en los días
de la Gran Tribulación descrita en Mat. 24, en Mar. 13, y en Luc. 17 y 21,
siempre aferrados a su esperanza falsa de que un Mesías político vendría para
librarles de sus enemigos.
-- y a donde yo
estaré, vosotros no podréis venir. -- (8:24). Este es uno de los pensamientos más
abrumadores que la mente humana pudiera contemplar, a saber, que la mayoría del
pueblo de Dios, los descendientes físicos de Abraham, no pueden estar con Dios,
pero esta es la triste realidad en cuanto a quienes no aceptan a Cristo. "El
entendimiento de ellos se embotó" (2 Cor. 3:14; Mat. 13:15) y, por eso, no
juzgan a sí mismos dignos de la vida eterna (Hech. 13:46).
7:35, 36
Entonces los judíos dijeron entre sí: ¿Adónde se irá éste, que no le hallemos?
¿Se irá a los dispersos entre los griegos, y enseñará a los griegos? --
Los judíos que vivían fuera de
Palestina eran designados como la diáspora, los dispersos. No se
imaginaban que en verdad Cristo, a través de sus apóstoles, predicaría no
solamente a los dispersos sino también a todas las naciones. Ellos dijeron mucho
más de lo que entendían (11:50, 51).
-- ¿Qué significa
esto que dijo: Me buscaréis, y no me hallaréis; -- Jesús había dicho, "Buscad y hallaréis" (Mat. 7:7),
pero ahora dice "Me buscaréis y no me hallaréis". ¿Hay conflicto aquí?
Recuérdese Isa. 55:6, "Buscad a Jehová mientras puede ser hallado". Por eso, buscad y hallaréis,
con tal que aprovechen la oportunidad, redimiendo el tiempo (Efes. 5:16). El
tiempo es corto (1 Cor. 7:29). El límite de oportunidades no es simplemente el
tiempo, porque el corazón de los que
rechazan oportunidades e invitaciones se endurece.
-- y a donde yo
estaré, vosotros no podréis venir? -- (8:24). Esto demuestra que no podían simplemente
hacer caso omiso de lo que Jesús decía. Les molestaba. Seguían discutiendo entre
sí para tener alguna comprensión de sus palabras. La confusión y la frustración
son condiciones mentales que siempre caracterizan a los que no aman y no aceptan
la verdad.
7:37 En el
último y gran día de la fiesta, -- Compárese Zac. 14:16-19, el gozo del pueblo de Dios
bajo el reinado del Mesías.
-- Jesús se puso
en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, -- Entre los deseos más fuertes del ser humano están la
sed (Apoc. 22:17), el hambre (Mat. 5:6) y el descanso (Mat. 11:28-30). Verdaderamente
Jesús suple todas nuestras necesidades: 4:14; 6:33-35; 53-56; 11:25; 14:6,
etc.
-- venga a mí y
beba. -- 4:14, "el que bebiere del
agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna"; Isa. 55:1, "A todos los
sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y
comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche"
"El carácter
gozoso en general de esta fiesta prorrumpía el último día en regocijos ruidosos,
particularmente en el momento solemne, cuando el sacerdote, como era hecho todos
los días de la fiesta, traía en vaso de oro agua del manantial de Siloé, que
brotaba bajo la montaña del templo, y solemnemente la vertía sobre el altar.
Entonces eran cantadas las palabras de Isaías 12:3: Sacaréis agua con gozo de las fuentes de la
salud, y así la referencia simbólica de este acto, intimada en el v. 39, fue
expresada" (JFB).
7:38 El
que cree en mí, como dice la Escritura (compárense 5:39, 46, 47; 7:22), de su interior (lit. vientre, LBLA,
margen) correrán ríos de agua viva. -- Conceptos semejantes se encuentran en
muchos textos, basándose tal vez en el agua que Dios hizo salir de la roca en
Horeb. Sal. 105:41, "Abrió la peña, y fluyeron aguas; corrieron por los
sequedales como un río". Isa. 55:1; 58:11; Zac. 13:1; 14:8; Ezeq. 47:1, 12; Joel
3:18. Parece indicar que no solamente recibimos grandes beneficios para nuestra
propia alma, sino que también llegamos a ser fuente de vida o canal de bendición
para apagar la sed de otros. Ríos de agua viva corren de las iglesias de Cristo
cuando los miembros se exhortan unos a otros con himnos y cánticos espirituales,
y cuando oran, enseñan y participan en los demás actos espirituales enseñados
por el Espíritu Santo, y cuando llevan el evangelio a otros por medio de su buen
ejemplo y la enseñanza de la sana doctrina.
7:39 Esto
dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no
había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado. --
14:26; 15:26; 16:5-14; Hech. 1:4, 8;
2:1-4, 37, 38; 5:32; Rom. 8:9, etc. El ver. 39 es la explicación inspirada de
los vers. 37, 38. Primero, Cristo murió, fue sepultado, resucitó y ascendió al
cielo para ser exaltado y glorificado; entonces envió al Espíritu Santo. "Así
que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa
del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís" (Hech. 2:33). La
promesa del Espíritu Santo se cumplió el día de Pentecostés cuando el poder
desde lo alto vino sobre los apóstoles (Hech. 2:1-4). Entonces éstos predicaron
el evangelio, diciendo a la gente, "Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de
Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor
y Cristo ... Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo, para perdón de pecados y recibiréis el don del Espíritu Santo"
(Hech. 2:36, 38).
Desde luego, esa misma gente que le escuchaba en esa
ocasión fue invitada a venir a El. Ellos, al igual que la samaritana, pudieron
beber del agua "que yo le daré" para no tener sed jamás. A todo el mundo Cristo
ofrece el pan de vida y el agua de vida.
7:40 - 43
Entonces algunos de la multitud, oyendo estas palabras (7:16sig; 7:28sig; 7:33sig), decían: Verdaderamente éste es el
profeta. (1:15; Deut. 18:15, el profeta anunciado por Moisés (el Mesías). Otros decían: Este es el Cristo. Pero
algunos decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo? (1:46). ¿No dice la Escritura que del linaje de
David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir el Cristo?
(Por haber sido criado en Nazaret parece que la gente suponía que El había
nacido allí. Si ni siquiera sabían que Jesús nació en Belén ¿sabrían en verdad
de dónde venía? 7:27. La "investigación" que mucha gente hace de la Biblia es
muy superficial. El Libro de Mormón dice que Jesús nació en Jerusalén). Hubo entonces disensión entre la gente a
causa de él. (Cristo es el Príncipe de paz para los que le obedecen, pero
véase Mat. 10:34-37).
7:44 - 46
Y algunos de ellos querían prenderle; pero ninguno le echó mano.
(7:30; 5:16, 18; 17:1; 8:20; 10:39,
etc. Jesús dijo a Pilato , "Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese
dada de arriba", 19:11). Los alguaciles
vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos; y éstos les dijeron:
¿Por qué no le habéis traído? (7:32. Ahora, oficialmente, pensaban
prenderle. Ya terminaba la fiesta y Jesús saldría de la ciudad). Los alguaciles (la policía del
templo) respondieron: ¡Jamás hombre
alguno ha hablado como este hombre! -- Es cierto que el intento de prenderle
hubiera sido peligroso, puesto que muchos creían en Jesús, pero el temor del
pueblo no fue la razón de no prenderle. Además, estos alguaciles sabían que
serían reprendidos (o peor) por los principales sacerdotes y fariseos por no
prenderle, pero aunque recibieron una orden explícita de prenderle, fueron
restringidos por la autoridad, majestad y poder de la enseñanza de Jesús. ¡Qué
testimonio tan significativo de hombres sin prejuicio! Prácticamente admitían que Jesús era
divino. Su testimonio indicó que Jesús no era un mero hombre. Nunca había
hablado un mero hombre como El enseñaba. En otras ocasiones la presencia y la
manera de hablar o de hacer de Jesús causaron reacciones semejantes (18:6; Luc.
5:8). Obsérvese con cuidado que estos no fueron impresionados por las obras de Jesús (15:24), sino por sus palabras (6:63). Habló con toda
autoridad (Mat. 7:28, 29; Luc. 7:6-8). Parece que reconocían que Jesús tenía más
autoridad que el Sanedrín.
7:47
Entonces los fariseos les respondieron: ¿También vosotros habéis sido engañados?
-- (Mat. 27:63). Pero ¿cómo podían
los mismos oficiales del Sanedrín ser engañados? ¿No podía el Sanedrín enseñar a
los suyos para que no fueran engañados?
Estos eran los
oficiales que cumplían la voluntad del Sanedrín, pero los miembros de este
augusto concilio no fueron impresionados por el testimonio de los alguaciles.
¿Por qué no había confianza entre ellos? Ni siquiera preguntaron por qué Jesús les había impresionado
tanto. No pidieron la prueba de lo que decían, sino que, llenos de odio y
envidia, simplemente les acusaron de haber sido engañados. Su actitud en esta
ocasión bien ilustra lo que Jesús dijo de ellos en Mat. 15:14, pues obviamente
eran guías ciegos. ¿Cómo, pues, podían guiar a sus propios
oficiales?
Pero surge la pregunta, ¿por qué no les enviaron otra
vez insistiendo en que prendieran a Jesús? ¿Qué pasó con la autoridad del
Sanedrín? Dieron una orden, los alguaciles no les obedecieron y entonces, ¿qué
pasó? ¡Solamente les dijeron que habían sido engañados!
7:48
¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos?
-- Es decir, que nadie se atreva a
creer en Jesús hasta que los gobernantes lo autoricen. Véase Rom. 12:3. ¿Cuántas
veces dijo Jesús que los que se exaltan a sí mismos serán humillados? Por causa
de la arrogancia del clero romano muchos católicos renuncian a la fe de sus
padres. Por causa de la arrogancia de los líderes sectarios muchos de sus
miembros investigan las Escrituras por su propia cuenta y llegan al conocimiento
de la verdad. Por causa de la arrogancia de los hermanos liberales, muchos de
sus miembros se disgustan con ellos y comienzan a preguntar acerca de los
"antis" que se oponen a la centralización de fondos, al institucionalismo, y a
las perversiones de la doctrina de Cristo sobre el divorcio y segundas
nupcias.
Algunos
gobernantes sí creyeron (12:42), pero tenían temor de confesarle. Según estos fariseos, el criterio
infalible para el pueblo era el juicio de los gobernantes o de los fariseos. Lo
que ellos pensaran o dijeran debía ser la palabra final y la gente no debía pensar por sí misma.
La enseñanza de Jesús era (para ellos) herejía porque difería de la de
ellos.
7:49 Mas
esta gente (multitud, LBLA) que no sabe la ley, -- Si la gente no sabía la ley, ¿de quién era la culpa?
Les tocó a los fariseos y escribas enseñarles la ley. ¿Por qué no lo
hicieron?
La multitud que
asistía a la fiesta (mayormente, la gente de Galilea) era despreciada, y ahora
aun más porque algunos de ellos hablaban favorablemente de Jesús (7:12, 28) y
aun creían en El (7:31). Creían que tales personas, por ignorar la ley y por
estar confusos, escuchaban a Jesús.
-- maldita es. --
¿Los fariseos maldecían a la gente
por no saber la ley? No, sino porque escuchaban a Jesús y creían en El (9:22).
Muchos de estos "malditos" llegaron a ser verdaderos discípulos de Cristo (Luc.
4:18; Mar. 12:37; 1 Cor. 1:26-29).
Muchos hombres, llenos de orgullo intelectual, creen
que los que creen en Cristo son de los más ignorantes.
7:50 Les
dijo Nicodemo (uno de los
gobernantes que obviamente no compartía el espíritu malvado de los otros), el que vino a él de noche (antes,
LBLA; 3:1, 2), el cual era uno de
ellos: -- Miembro del Sanedrín, pero no enteramente "uno de ellos" por haber
escuchado a Jesús y por creer que, por lo menos, había sido enviado por
Dios.
7:51
¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha
hecho? -- Esta es una pregunta
retórica que no espera respuesta; es decir, la respuesta es obvia. Nadie podía
negar que así era la ley.
Nicodemo no
afirmó sino que preguntó. El preguntar, en lugar de afirmar, no debilita la
fuerza de sus palabras. Jesús hizo preguntas como medio eficaz de
enseñar.
En esos momentos
los fariseos se elevaban a sí mismos por encima de la ignorante ("maldita")
multitud que no sabía la ley, dando a entender que como líderes ellos eran
estudiantes e intérpretes diligentes de la ley, pero "uno de ellos" mismos tuvo
que recordarles que o no sabían la ley, o que voluntariamente la quebraron, pues
condenaron a Jesús sin cargo formal y sin oír su defensa. Ni siquiera sabían lo
que El había hecho. Con razón Nicodemo protestó contra tal injusticia.
La ley demandaba
que se practicara la justicia: Ex. 23:1, 2; Lev. 19:15, 16; Deut. 1:16; 19:15,
18. La Suprema Corte de los judíos
abiertamente la violaba.
7:52
Respondieron y le dijeron: ¿Eres tú también galileo? -- ¿Qué están diciendo? ¿Que solamente los de Galilea se
atreverían a hablar de las obligaciones legales del Concilio? ¿Los demás
aceptarán cualquier cosa que decida o haga el Concilio, a pesar de ser ilegal?
¿Los de Galilea no tienen derecho a un juicio justo e
imparcial?
No fue posible
refutar lo que Nicodemo dijo; por eso, contestaron con insulto y desprecio. Es
como si hubieran dicho, "Nicodemo, ¿quieres ser incluido en el número de los
malditos?" Muchos -- incluso miembros de la iglesia -- no han entendido que el burlarse no refuta
argumentos.
En ese momento
Nicodemo tuvo la oportunidad de decir que Jesús era "un maestro enviado por
Dios" (3:2), pero que sepamos no lo dijo. Mat. 10:32, 33; Mar.
8:38.
-- Escudriña y ve
(convéncete) que de Galilea nunca se ha levantado
profeta. -- 1:46. Nicodemo, ¿eres tú ignorante como los demás? Pero Jonás (2
Reyes 14:25) era de Galilea, y probablemente Oseas y Nahúm. ¿Quién, pues, era el
ignorante?
7:53 Cada
uno se fue a su casa; -- sin haber
logrado su propósito de prender a Jesús. Tenían que esperar más tiempo, pero su
decisión de dar muerte a Jesús ya fue hecha hacía dieciocho meses (5:18), y no
dejarían de buscar el momento oportuno para ejecutarle.
* * * * *
* * * * *
Juan
8
8:1 y
Jesús se fue al monte de los Olivos. -- Dice el margen de LBLA, "Los vers. de 7:53 a 8:11 no
aparecen en los mss. más antiguos". Hay argumentos en pro y en contra de la
autenticidad de este texto, pero puesto que aparece en las versiones comunes, no
lo omitimos. Jerónimo, erudito quien vivió entre 346 a 420 d. de J. C., que tradujo la Biblia al latín, dice que
en su tiempo este relato apareció en muchos manuscritos griegos y latinos. "La
entera escena, el arresto de la mujer, la demanda contra Jesús, el desdén
farisaico de la moralidad pública al proyectar el crimen y al criminal para la
atención pública en los atrios del templo; el intento de atrapar a Jesús; la
destreza de su respuesta; el reconocimiento sutil de la desesperación y
vergüenza de la mujer, y la evasión tierna de aumentarlas al desviar la mirada
pública de ella a él mientras escribió en tierra; la confusión final de los
fariseos y la liberación de la mujer, llevan las marcas de historia verídica. Es
imposible creer que la mente de algún monje lo hubiera concebido para añadirlo
al registro de Juan" (Abbott, citado por BWJ).
8:2 Y por
la mañana (al amanecer, LBLA) -- orthrou, Luc. 24:1; Hech. 5:21. "Juan usa generalmente proi (18:28; 20:1; 21:4)" (ATR). Este
es uno de los argumentos empleados en contra de la autenticidad de este
texto.
-- volvió al
templo, y todo el pueblo vino a él; (el cap. 7 describe la disensión entre la gente
acerca de Jesús, 7:12, 20, 27, 31, 40-43, pero según este texto, el siguiente
día, "todo el pueblo" vino a él) y
sentado él ("en el lugar de las ofrendas", 8:20), les enseñaba.
8:3
Entonces los escribas y los fariseos -- Luc. 5:30; 6:7; 15:2, etc., pero esta es la única vez
que los escribas son mencionados por Juan en este libro. Los escribas eran los
maestros principales del pueblo. Eran los rabinos, los intérpretes de la ley,
pero al enseñar citaban las opiniones de otros doctores de la ley. Por eso,
"Cuando terminó Jesús estas palabras (el sermón del monte), la gente se admiraba
de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los
escribas" (Mat. 7:28, 29).
Recuérdese que
los escribas y fariseos se justificaban a sí mismos porque físicamente cumplían
con las ceremonias de la ley y con docenas de tradiciones humanas cuyo propósito
era hacerles más santos y piadosos, que "por fuera, a la verdad, os mostráis
justos a los hombres", pero Jesús les describió como hipócritas, como sepulcros
blanqueados, que por dentro estaban llenos de hipocresía e iniquidad (Mat.
23:28). Estos son los hombres que trajeron esta mujer a
Jesús.
-- le trajeron
una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, -- Si estos hombres eran sinceros y amaban la justicia,
¿por qué no trajeron al hombre también, pues ella fue sorprendida en adulterio?
¿Por que la llevaría a Jesús en lugar de llevarla al Sanedrín para que fuera
juzgada oficialmente?
Estos escribas y
fariseos solamente buscaban ocasión contra Jesús, pero aquí está en medio una
persona, un ser humano. Aparte de odiar a Jesús estos líderes -- desprovistos de
compasión y misericordia -- menospreciaban a esta mujer. En otra ocasión Jesús
les dijo, "Dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la
fe" (Mat. 23:23). Por esta razón Jesús dijo que no había venido para juzgar
(condenar), sino para salvar. Era el Buen Médico que vino para curar a los
enfermos (pecadores).
8:4 le
dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio.
-- ¿Por qué les importaba este caso?
Querían dejar la impresión de que para ellos el pecado de la mujer era muy
ofensivo, de que, siendo hombres muy piadosos, simplemente no podían tolerar tal
conducta. En realidad "la estaban usando, como uno haría con una herramienta,
para sus propios fines. Para ellos, esa mujer no tenía nombre, personalidad,
corazón, sentimiento, ni emociones; no era más que una pieza en el juego con el
cual trataban de destruir a Jesús" (WB). Este mismo autor cita un libro titulado
"A Doctor's Casebook" por el Dr. Paul Tournier: "Si me olvido los nombres de mis
pacientes, si me digo, '¡Ah! Ahí está ese ulceroso o ese tuberculoso que vi el
otro día', me estoy preocupado más por sus úlceras o sus pulmones que por ellos
como personas". Jesucristo no trataba a nadie como si fuera un mero objeto, sino
que siempre trataba a todos como personas.
¿Cuál es nuestra actitud hacia los que pecan? Parece
que lo que primero viene a la mente es criticar, condenar y castigar y no tener
nada que ver con ellos. Pero ¿cuál debe ser nuestra actitud? "Así que, todas las
cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros
con ellos" (Mat. 7:12). Debo preguntarme qué puedo hacer para lograr su
arrepentimiento y cambio de corazón y vida, para que sean salvos o
restaurados.
8:5 Y en
la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres (omitir mujeres, LBLA) --
Sabían que ya por muchos siglos los
judíos no habían practicado tal cosa. ¿Dónde estaba el hombre que cometió adulterio con ella?
¿La mujer cometió adulterio sola?
Deut. 22:22 dice, "Si fuere
sorprendido alguno acostado con una mujer casada con marido, ambos morirán, el
hombre que se acostó con la mujer, y la mujer también; así quitarás el mal de
Israel".
-- Tú, pues, ¿qué
dices? -- No les interesaba en lo
más mínimo el caso de esta mujer. Su único propósito era atrapar a Jesús. Pero
¿qué pasó con su acusación de que Jesús había quebrantado el día de reposo? No
abandonaron el plan de prenderle y aun darle muerte. Solamente habían cambio de
táctica. Ahora creen que tienen la oportunidad indicada para desacreditarlo,
pues Judea era una provincia romana y sabían, desde luego, que el gobierno
romano no permitía que los judíos ejecutaran a los criminales (mucho menos a los
adúlteros).
Estos hombres se atrevieron a juzgar al Hijo de Dios,
pero pronto se dieron cuenta de que ellos mismos fueron juzgados por El. Parece
que los orgullosos intelectuales modernos no son más inteligentes que estos
judíos, porque tampoco ellos reconocen que al rechazar a Jesús no lo juzgan a
El, sino que ellos mismos son juzgados por El.
8:6 Mas
esto decían tentándole (Mar. 8:11;
10:2; Luc. 11:16), para poder acusarle.
-- Querían atrapar a Jesús en un dilema: (1) si hubiera hecho a un lado la
ley de Moisés, lo habrían acusado de ser transgresor de la ley, para que la
gente perdiera su confianza en El; pero (2) si hubiera aprobado el plan de
apedrearla, lo habrían metido en problemas graves con los romanos (quienes no
ejecutaban adúlteros) y también habría perdido la fama de ser amigo de los
pecadores. Los judíos se creían muy astutos. Creían que el plan era perfecto,
que ahora de veras lo tenían entre la espada y la pared. Compárese Mat.
22:15-22. Cada vez que los escribas y fariseos intentaban atrapar a Jesús en un
dilema, ellos mismos quedaban avergonzados. Cada vez que cavaban un hoyo con la
esperanza de que Jesús cayera en él, ellos mismos eran las víctimas.
-- Pero Jesús,
inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. -- El texto no explica lo que Jesús escribió, sino lo
que dijo. Es posible que haya escrito la sentencia que pronunció, pues el texto
no dice hacer marcas sino escribir. Algunos suponen que con este
gesto Jesús indicaba indiferencia hacia lo que decían.
8:7 Y como
insistieran en preguntarle, -- De
esta manera aun más se llamaba la atención de la gente, y de esa manera era aun
más impresionante lo que Jesús les dijo. "Ellos insistieron en que les
contestara, esperando que él menospreciara el séptimo mandamiento para que ellos
pudieran quebrantar el sexto" (JWM).
-- se enderezó y
les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra
contra ella. -- Otra vez Jesús nos
deja el ejemplo de citar las Escrituras para refutar a sus adversarios. La respuesta de Jesús les habrá pegado
como un relámpago (BWJ). No afirmó nada, pero en lugar de atrapar a Jesús en un
dilema, ellos mismos fueron juzgados por El. Demandó acción de ellos. A los
acusadores se les olvidó este detalle de la ley: "La mano de los testigos caerá
primero sobre él para matarlo, y después la mano de todo el pueblo; así quitarás
el mal de en medio de ti" (Deut. 17:7).
Para tener el derecho de llevar a cabo la justicia de Dios de esa manera,
era necesario que ellos -- como jueces y ejecutores -- fueran exentos de todo
pecado que merecería el mismo castigo. De esta manera Jesús expuso la hipocresía
de los acusadores, pero al mismo tiempo apoyó la ley de Moisés, diciendo,
"arrojar la piedra contra ella"
Jesús (Mat.
7:1-5) y Pablo (Rom. 2:21-24; Gál. 6:1-3) enfáticamente enseñan que los infieles
no tienen el derecho de juzgar a otros. ¿Respetan los hijos a los padres que les
castigan por hacer lo que sus padres hacen? "Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no
te enseñas a ti mismo?" (Rom. 2:21).
8:8, 9 E
inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos,
al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, -- Su plan fracasó. Fueron atrapados en su propia
trampa. No sé si algún pintor habrá pintado esta escena. Si existe tal pintura
nos gustaría verla. ¡Qué drama!
-- comenzando
desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que
estaba en medio. -- Puesto que la
mujer no huyó cuando le soltaron, parece lógico suponer que ella quería estar
bien con Jesús.
8:10, 11
Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde
están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. --
No solamente ya no condenaban a la
mujer, tampoco querían detenerse para seguir tentando a
Jesús.
-- Entonces Jesús
le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más (5:14). --
Los testigos, los acusadores y los ejecutores ya habían desaparecido. Se
acabó el asunto, porque Jesús no era testigo del acto; por eso, dijo, "Ni yo te
condeno".
Las palabras de Jesús no pueden usarse como excusa
para tolerar el pecado. (Agustín dijo que este texto se había quitado de algunos
manuscritos por temor de que las mujeres inmorales fueran alentadas a usarlo
como excusa para no reconocer lo serio de su pecado). Lo que Jesús hizo y dijo
no minimiza lo serio de ningún pecado, mucho menos el pecado de adulterio. Es
interesante observar que, al desaparecer sus acusadores, la mujer no salió
corriendo, sino que se quedó con Jesús. También es interesante observar que
Jesús, quien conoce el corazón, no dijo, "arrepiéntete", sino "vete, y no peques
más". Compárese 5:14.
"En Jesús
encontramos el evangelio de la segunda oportunidad. Jesús siempre manifestaba un
interés intenso, no sólo en lo que había sido una persona, sino en lo que podía
llegar a ser. No decía que lo que habían hecho carecía de importancia; las leyes
quebrantadas y los corazones destrozados siempre importan, pero Jesús estaba
convencido de que todos los hombres tienen tanto un futuro como un pasado" (WB).
¿Quién no ha necesitado una segunda oportunidad? (Luc. 22:30, 31; 2 Sam. 12:13;
2 Crón. 33:12, 13, etc.)
8:12 Otra
vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo (1:4, 5, 9; 3:19-21; 9:5; 12:35, 36); -- Este es otro de los textos "Yo
soy"; otros son 6:35, "yo soy el pan de vida"; 10:9, "Yo soy la puerta"; 10:11,
"Yo soy el buen pastor"; 11:25, "Yo soy la resurrección y la vida" (1 Jn. 5:20);
14:6, "Yo soy el camino, la verdad y la vida"; 15:5, "Yo soy la vid, vosotros
los pámpanos". Si algún hombre -- un mero hombre -- hablara de esta manera,
todos se darían cuenta de que estaba loco, pero repetidas veces Jesús demostró
que verdaderamente El es la luz del mundo. "¡Jamás hombre alguno ha hablado como
este hombre!" (7:46), y podemos agregar que jamás hombre alguno ha tenido la
pureza moral, la profunda sabiduría y la influencia duradera de
Cristo.
Cristo es la luz
del mundo porque El es Dios. "Dios es
luz" (1 Jn. 1:5), la fuente de toda
luz, física y espiritual.
Dios "habita en luz inaccesible" (1 Tim. 6:16), como se ve en Ex. 24:17,
"Y la apariencia de la gloria de Jehová era como un fuego abrasador en la cumbre
del monte, y a los ojos de los hijos de Israel". Ni siquiera podemos mirar al
sol. "Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende lo alto, del Padre de las luces (cuerpos celestes), en el cual no hay mudanza, ni sombra
de variación" (Sant. 1:17).
"En el principio
cuando Dios creó los cielos y la tierra, dijo, "Sea la luz; y fue la luz" (Gén.
1:1-3). El cuartó día de la creación Dios dijo, "Haya lumbreras en la expansión
de los cielos para separar el día de la noche" (Gén. 1:14). Las características de la luz son belleza,
resplandor y utilidad. "Suave ciertamente es la luz" (Ecles.. 11:7). El alma
anhela la llegada de la luz: "Mi alma espera a Jehová más que los centinelas a
la mañana, más que los vigilantes a la mañana" (Sal. 130:6). Recuérdese el
naufragio de Hech. 27. "Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y
acosados por una tempestad no pequeña, y habíamos perdido toda esperanza de
salvarnos ... Y temiendo dar en escollos, echaron cuatro anclas por la popa, y
ansiaban que se hiciese de día" (Hech. 27:20, 29). Una de las plagas abrumadoras
de Egipto fue la plaga de las tinieblas: "Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se
levantó de su lugar en tres días" (Ex. 20:23). Durante la peregrinación de
Israel en el desierto, "Jehová iba delante de ellos ... de noche en una columna
de fuego para alumbrarles" (Ex. 13:21); de esa manera Jesús guía en plena luz a
los que le siguen.
La palabra tinieblas se refiere a toda maldad,
ignorancia, superstición y los problemas y aflicciones que son el fruto de estas
cosas. El profeta Isaías dijo que "tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las
naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria" (Isa.
60:2). Al hablar del Siervo de Jehová (Isa. 42:6) dice, "te pondré ... por luz
de las naciones"; 49:6, "también te di por luz de las naciones, para que seas mi
salvación hasta lo postrero de la tierra"; Malaquías 4:2 dice, "Mas a vosotros
los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá
salvación, y saldréis y saltaréis como becerros de la manada". Cuando Jesús se
transfiguró delante de Pedro, Jacobo y Juan, "resplandeció su rostro como el
sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz" (Mat. 17:2).
Como el sol que
El creó es la fuente de luz, fuerza y energía del mundo físico, así también
Cristo es la fuente de toda luz, fuerza y energía espiritual (JBC). Jesús es
nuestro Salvador y Mediador, nuestro ejemplo a seguir, el perfecto Maestro para
alumbrar el camino para que no andemos en tinieblas (ignorancia, pecado). "Aquella luz verdadera, que
alumbra a todo hombre, venía a este mundo" (1:9). Alumbra a todo hombre, porque
El es "el resplandor de" la gloria de Dios. Heb. 1:3.
Dios es luz.
Cristo es luz. Pero ¿cómo alumbra nuestro camino? "Lámpara es a mis pies tu palabra, y
lumbrera a mi camino" (Sal. 119:105). Con esta luz no tomaremos el camino
equivocado, evitaremos las desviaciones y obstáculos en el camino. "La
exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los sencillos" (Sal.
119:130). "Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de
vida las reprensiones que te instruyen" (Prov. 6:23).
Es necesario entender la palabra de Dios, pero
también es necesario que esté "sobre tu corazón". Deut. 6:6, 7, "Y estas
palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás (Fil. 3:1; 2 Ped. 1:12) a tus
hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al
acostarte, y cuando te levantes"; es decir, todo el tiempo y en todo lugar
debemos enseñar a los hijos las maravillosas obras de Dios. La palabra clave en
este texto es "repetirás" (enseñar diligentemente, LBLA), porque de otro modo los niños no
aprenden bien, se distraen, olvidan y fácilmente son llevados a caminos malos
por sus amigos. El enemigo número uno de los niños es la televisión; los padres
que no reconocen este peligro pueden perder a sus hijos. Los que no enseñan con
toda diligencia a sus hijos descuidan algo más importante que el alimento, la
ropa y la salud física. Los niños y jóvenes que no han sido enseñados
diligentemente andarán en tinieblas.
Los que andan en tinieblas sufren una vida de miseria, porque hacen malas
decisiones, cometen muchos errores y, aun peor, pierden sus almas. Por ejemplo,
los que no andan en luz tienen muchos problemas matrimoniales, se divorcian, se
vuelven a casar, pelean sobre los hijos, y su vida es una miseria
continua.
También, la
iglesia fiel refleja esta luz (Mat. 5:13-16). "En otro tiempo erais tinieblas,
mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del
Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad" (Efes. 5:8, 9; 1 Tes. 5:1-8). Los
siete candeleros de oro eran las siete iglesias de Asia (Apoc. 1:20). "Mas
vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido
por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas
a su luz admirable" (1 Ped. 2:9).
El evangelio de
Cristo y la vida fiel de los santos (Fil. 2:15; 1 Ped. 3:1-4) son los medios que
Dios usa para esparcir esta luz. La obra de la iglesia es, pues, alumbrar el camino de los hombres por
medio de vidas ejemplares y la enseñanza de la palabra de Cristo. "Si nuestro
evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los
cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que
no les resplandeza la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la
imagen de Dios" (2 Cor. 4:3, 4).
"Dios es luz, y
no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y
andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en
luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y
la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado" (1 Jn. 1:5-7). "El
que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo" (1 Jn.
2:10).
También la luz
nos protege. Rom. 13:12, "La noche está avanzada, y se acerca el día.
Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la
luz".
-- el que me
sigue, -- Cristo no nos da luz
solamente para que entendamos su voluntad, sino para que le sigamos. La palabra
seguir se refiere a una manera de
vivir; es decir, seguirle habitualmente, como soldados que siguen a sus
capitanes o generales, como esclavos que obedecen a sus amos, etc.
-- no andará
(no vivirá) en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. --
Rom. 6:4; 8:1-5; 2 Cor. 5:7; Gál. 5:16, 25; Ef. 4:1; 5:15. El cristiano
tiene luz, no anda a tientas como un ciego.
¿Quién puede
andar en tinieblas (ignorancia, decepción, pecado) sin tropezar? En la luz hay
seguridad (Sal. 119:105). Hay peligro en las tinieblas. Sin la luz son
invisibles los hoyos, los obstáculos, las fieras, etc.
La luz quiere decir entendimiento. Sal. 119:130, "la
exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los sencillos". Pero no
basta con aprender la verdad: "¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo
bueno malo; que hacen de la luz
tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce
por amargo" (Isa. 5:20).
8:13
Entonces los fariseos le dijeron: Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu
testimonio no es verdadero (válido, LBLA, margen). -- La luz da testimonio de sí misma. Supongamos que se diga al sol, "Tú das
testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero. Por eso, tú eres
pura noche y tinieblas". Si eso no tiene sentido, entonces tampoco tenía sentido
lo que los fariseos decían acerca de Jesús.
En la tierra
Cristo era el Embajador del Padre. El embajador no trae a otro como testigo sino
que simplemente presenta sus credenciales.
En 5:30, 31 Jesús dijo, "No puedo yo hacer nada por
mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi
voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre. Si yo doy testimonio
acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero". Es obvio que en este texto
Jesús está diciendo que El no daba testimonio independiente del testimonio del
Padre, porque la voluntad del Hijo está perfectamente unida con la voluntad del
Padre. Aparte del Padre no podía obrar y aparte del Padre no podía testificar.
8:14
Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi
testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; --
solamente Dios puede testificar
acerca de Dios. Debemos estar eternamente agradecidos que Cristo tuviera
perfecto conocimiento de dónde había venido y a dónde en pocos meses volvería.
Ese conocimiento perfecto, esa perfecta unidad con el Padre, hizo posible que de
la manera más completa El revelara al Padre.
Jesús dijo
(5:31), "Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es
verdadero"; es decir, no sería verdadero si fuera independiente del testimonio
del Padre. Aquí en 8:14 dice que su testimonio es verdadero porque "no soy yo solo,
sino yo y el que me envió, el Padre" (8:16). Desde luego, el testimonio de
Cristo siempre es verdadero, pero El enfatiza su unidad con el Padre y que el
Padre confirma el testimonio del Hijo.
-- pero vosotros
no sabéis de dónde vengo, ni a dónde voy. -- Por eso, ellos no eran capaces de juzgarle. Jesús,
siendo Dios, podía testificar infaliblemente de las cosas de
Dios.
8:15
Vosotros juzgáis según la carne; -- humanamente, según apariencias, 7:24. Sabían algo de
su origen (7:27), pero pensaban que Jesús era un mero hombre sin autoridad.
También, por juzgar carnalmente, el Cristo crucificado era tropezadero para
ellos (1 Cor. 1:23).
-- yo no juzgo a
nadie (en el sentido de simplemente
condenar, como lo hacían los fariseos).
-- Ellos le juzgaban superficial y carnalmente, pero El no vino para juzgar
sino para salvar (3:17). Desde luego, Cristo juzgó a los hombres, pero en
realidad lo que nos juzga es su enseñanza (12:47, 48).
8:16 Y si
yo juzgo, (resultado ineludible de
ser la luz del mundo, 3:19-21). mi
juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el que me envió, el Padre.
-- Cuando Jesús estuvo aquí en la tierra El juzgaba (5:40-42), pero su
juicio no era carnal sino verdadero, porque en realidad su juicio era el del
Padre.
8:17, 18 Y
en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero.
(Deut. 19:15; Mat. 5:17-19). Yo soy el que doy testimonio de mí mismo,
y el Padre que me envió da testimonio de mí. -- Por eso, cumplen el
requisito de la ley. El Padre dio testimonio de El: (1) por medio de la ley, los
profetas y los salmos, (2) por Juan el bautista, (3) cuando Jesús fue bautizado
y transfigurado, (4) por las obras del Padre hechas por Jesús, etc.
8:19 Ellos
le dijeron: ¿Dónde está tu Padre? (¿Dónde está el otro testigo?) Respondió Jesús: Ni a mí me conocéis, ni a
mi Padre; -- Con esto Jesús enfatizó que estos judíos no andaban en la luz,
sino en la densa oscuridad. Dijeron (7:27), "éste, sabemos de dónde es"
(compárense Mat. 13:55; Luc. 3:23). Conocían a la madre de Jesús, pero no
conocían a su Padre. Estas palabras son una confirmación adicional del
nacimiento de Jesús de una
virgen.
-- si a mí me
conocieseis, también a mi Padre conoceríais. -- 1:18; 12:45; 14:6-8; Col. 2:9 "Porque en él habita
corporalmente toda la plenitud de Dios". Al rechazar a Cristo demostraban que no
conocían a Dios.
8:20 Estas
palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, -- el lugar más público del templo, cerca del lugar
donde se reunía el Sanedrín. Esto demuestra la valentía del Señor. No se
escondió de sus enemigos. "No se ha hecho esto en algún rincón" (Hech.
26:26).
-- enseñando en
el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora.
-- Dice 7:32 que "los principales
sacerdotes y los fariseos enviaron alguaciles para que le prendiesen"; dice 7:45
que los alguaciles no lo trajeron, sino que dijeron, "¡Jamás hombre alguno ha
hablado como este hombre!" Pero aquí está Jesús casi en su presencia; fácilmente
podrían oír su enseñanza, pero ya no levantaron el dedo para
prenderle.
8:21 Otra
vez (7:34) les dijo Jesús: Yo me voy (Hech.
1:9-11) y me buscaréis, -- Después
de morir y resucitar ascendería al Padre. (Se puede agregar que durante la Gran
Tribulación buscaban a Cristo (Mat. 24:23-26), pero buscaban un Mesías
político.) Jesús dijo a Pedro, "A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; mas
me seguirás después" (13:33-36). Véase también 14:1-3;
17:24.
-- pero en
vuestro pecado moriréis; -- Ezeq.
3:18; 18:18. "Buscad y hallaréis" (Mat. 7:11), pero le buscaron demasiado tarde
(Isa. 55:6, "Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que
está cercano").
-- a donde yo
voy, vosotros no podéis venir. -- 2
Tes. 1:6-10; 1 Ped. 4:17, 18; Apoc. 14:13. Los pecados separan de Dios (Isa.
59:1, 2; Ef. 2:12; Col. 1:21; 1 Jn. 1:5-7). La única manera de acercarnos a Dios
es a través de Cristo (14:6; Heb. 10:19-22).
8:22 - 24
Decían entonces los judíos: ¿Acaso se matará a sí mismo, (¿por ser blasfemo, engañador y por quebrantar el
día de reposo?) que dice: A donde yo
voy, vosotros no podéis venir? (Para ellos esto no tenía sentido) Y les dijo: Vosotros sois de abajo
(Sant. 3:13-17), yo soy de arriba;
vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. (1:10; 14:17; 15:18,
19; 17:25. Los que están en el mundo
siempre manifiestan una hostilidad hacia Dios). Por eso os dije que moriréis en vuestros
pecados; porque si no creéis que yo soy, (4:26; 6:20; 8:58; 9:9; 13:19;
18:5, 6, 9; Ex. 3:14; Deut. 32:39; Isa. 43:10). en vuestros pecados moriréis. (14:6;
Hech. 4:12).
8:25
Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres? -- Ellos no querían saber. No eran sinceros, pues bien
sabían lo que Jesús decía de sí mismo y, por esta misma causa le
perseguían.
-- Entonces Jesús
les dijo: Lo que desde el principio os he dicho. -- Si querían conocer la naturaleza de Cristo, solamente tenían
que aceptar sus palabras: "lo que
desde el principio" les había dicho (que era el Agua de vida, el Pan de vida,
etc. "Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy
y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo"
(8:28).
8:26
Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; -- Diría otras cosas como las de 8:23, 24.
Jesús no vino para juzgar (3:17; 8:15), sino para salvar, pero
ineludiblemente la luz juzga las tinieblas (3:19-21). Desde el cap. 5:30, 37-47
Jesús expone la falsedad de los judíos. En el cap. 8 es aun más severo (8:16,
23, 24, 34, 37, 40, 41, 43, 44, 49, 55), como también después (p. ej., 9:39). En
realidad la verdad juzga: "la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día
postrero" (12:47, 48).
-- pero el que me
envió es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo. --
Por lo tanto, lo que Jesús decía y
juzgaba era correcto. El era el verdadero representante del Padre, hablando por
el Padre, y obrando por el Padre.
8:27 Pero
no entendieron que les hablaba del Padre. -- No entendieron porque se habían esclavizado a sus
tradiciones humanas y aborrecían a Jesús por oponerse a ellas (sobre todo las
que regulaban el día de reposo). No entendieron a Jesús porque no conocían al
Padre.
8:28 Les
dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, --
3:14; 12:32, 34). Estos textos
apuntan hacia la cruz y, por implicación, a la resurrección, la ascensión y la
coronación de Cristo.
-- entonces
conoceréis que yo soy, (8:24; 8:58;
Ex. 3:14) -- (Compárense Ex. 10:2; Ezeq. 7:4; 11:10;
12:20). Cuando Cristo fue levantado,
sin duda algunos fueron convencidos por las tinieblas (Mat. 27:45), y por el
terremoto (Mat. 27:51), pero muchos otros fueron convencidos por la
resurrección, la ascensión y la coronación de Cristo. Su exaltación a la diestra
de Dios fue confirmada por la venida del Espíritu Santo en el día de Pentecostés
(Hech. 2:33-36). En ese día se cumplió la promesa de Jesús de que cuando venga
el Espíritu Santo "convencerá (culpará, LBLA, margen) al mundo de pecado, de
justicia y de juicio" (16:8). Muchos de los judíos fueron convertidos a Cristo
(Hech. 2:22-24; 37-467; 6:7).
-- y que nada
hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo. --
Se darían cuenta que el mensaje de
Cristo era, en realidad, el mensaje del Padre.
8:29
Porque el que me envió, conmigo está (12:28; Mat. 3:17; 17:5); no me ha dejado solo el Padre, porque yo
hago siempre lo que le agrada. -- 4:34; Isa. 53:10, 11; Fil. 2:10,
11.
8:30
Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él. -- 2:23, véanse los siguientes versículos para observar
la clase de fe que tenían. Compárese 12:42. Parece que estos eran como la
semilla "que cayó junto al camino" (Mat. 13:4); pero es necesario recibir "con
mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas" (Sant.
1:21). "En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti" (Sal.
119:11).
8:31 Dijo
entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis
en mi palabra, -- 14:21; 1 Jn. 2:4;
3:24; 2 Jn. 6. La Palabra de Dios es alimento que tenemos que seguir recibiendo
mediante la constante lectura y meditación. Hay libros que son para leer una
sola vez, pero la Biblia no es de esa clase de libros. "Los de sobre la piedra
son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen
raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan" (Luc.
8:13).
-- seréis
verdaderamente mis discípulos; -- El
creer de algunos (2:23; 8:30) tenía que ser probado. ¿Cómo se puede saber si la
fe es una mera profesión o si es genuina y salvadora? El verdadero discipulado
requiere que permanezcamos en su
palabra (su doctrina). El término permanecer es una palabra clave en los
escritos de Juan: 15:1-8; 1 Jn. 2:24, 28; 3:24; 4:16; no indica simplemente una
profesión de fe y los otros actos iniciales de obediencia, sino una vida entregada al Señor. Frecuentemente
hablamos del plan de salvación (oír, creer, arrepentirse, confesar que Cristo es
el Hijo de Dios, y bautizarse) pero es urgente que siempre enfaticemos la
importancia de permanecer en su
palabra. Dice Hech. 2:42 que los nuevos conversos perseveraban en la doctrina de los
apóstoles. Dice Pablo, "arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la
fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias" (Col.
2:7). "Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los
que tienen fe para preservación del alma" (Heb. 10:39).
8:32 y
conoceréis la verdad, -- la verdad
acerca de Cristo (14:6) y la doctrina enseñada por Cristo (1:17; 7:17; 17:17; 2
Jn. 9).
-- y la verdad os
hará libres. -- La religión de Jesús
no esclaviza sino que libera. No es, como muchos suponen, un sistema de
restricciones opresivas; más bien, nos hace libres de todo aquello que nos
perjudica y destruye. La religión de Cristo es verdadera libertad, pero en
realidad el pecador vive en esclavitud. Cristo libera, p. ej., (1) es esclavo
del pecado y del poder de Satanás, Hech. 26:18; Rom. 6:17, 18; (2) de la ley de
Moisés, Gál. 5:1; (3) de la condenación, (la culpa del pecado) Rom. 8:1; (4) de
la acusación de una conciencia mala (8:9; Tito 1:15); (5) de las ansiedades y
preocupaciones del mundo (Fil. 4:6, 7); (6) del temor, Heb. 2:14, 15; 1 Jn.
4:18); (7) del egoísmo (2 Cor. 5:17; Gál. 2:20); (8) del dominio del hombre
(muchos viven como esclavos de lo que otros piensen, digan o hagan); (9) de los
falsos amos espirituales, los ciegos guías, sean religiosos (Mat. 15:14), o de
la filosofía (Col. 2:8); (10) de la
esclavitud de los vicios y "placeres" mundanos.
8:33 Le
respondieron: Linaje de Abraham somos, -- Dice Juan el bautista que la descendencia física no
tenía importancia, "porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham
aun de estas piedras" (Mat. 3:9). "Los judíos consideraban que Abraham había
obtenido tanto mérito por su bondad que ese mérito resultaba suficiente, no sólo
para sí mismo, sino también para toda su descendencia" (WB). Hay peligro de
cometer el mismo error ahora, porque somos tentados a confiar simplemente en ser
hijos de padres cristianos o en "ser miembros de la iglesia correcta",
etc.
-- y jamás hemos
sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? -- ¡Muy extraño este dicho! En primer lugar no entendían
las palabras verdad y libertad. Pero ¿en qué sentido podían
ellos pensar que no habían sido esclavos de nadie? En ese momento estaban bajo el yugo de Roma, como sus
antepasados habían estado bajo el
yugo de los egipcios, los cananeos, los sirios, los asirios, los babilonios,
etc., y no solamente habían vivido bajo el yugo de estos gobiernos ajenos, sino
que también por mucho tiempo estaban
sujetos a los ídolos de esas naciones, y en ese momento estaban sujetos a las tradiciones y
mandamientos de hombres (Mat. 15:8, 9). ¿Cómo, pues, podían decir, "jamás hemos
sido esclavos de nadie"?
8:34 Jesús
les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace
(poion, participio presente activo,
hábito o práctica continuo, ATR; del verbo poiew, continúa haciendo; practica 1
Jn. 3:4-8) pecado, esclavo es del
pecado. -- Rom. 6:12-20. Los del
mundo creen que los cristianos han perdido su libertad y que están amarrados con
cadenas (restricciones), porque no pueden fumar, tomar, bailar, maldecir, etc.
Los mundanos que creen que son libres se engañan a sí mismos. Más bien, el
diablo los engaña: "el dios de este siglo cegó el entendimiento de los
incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de
Cristo, el cual es la imagen de Dios" (2 Cor. 4:4).
Un hábito es una
costumbre o disposición que resulta
de actos repetidos. Es muy difícil
cambiar los hábitos. Los que habitualmente consumen bebidas alcohólicas, fuman,
juegan, maldicen, etc., son esclavos
de su hábito o costumbre, y la mayoría de los esclavos mueren
esclavos.
8:35 Y el
esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. --
La ilustración bíblica de esta
verdad se ve en el caso de Ismael e Isaac (Gén. 21:10). Véase la alegoría que bien ilustra la
diferencia entre el esclavo y el hijo en Gál. 4:21-31, especialmente el ver. 30.
El esclavo podía ser despedido de la casa, pero el hijo no. De esta manera,
pues, Jesús advirtió a los judíos que si ellos seguían desobedientes y rebeldes
contra Dios, no seguirían en la casa como hijos, sino que serían echados fuera
como esclavos.
8:36 Así
que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. -- Lamentablemente los judíos no querían ser
"verdaderamente libres", sino solamente políticamente
libres.
8:37 Sé
que sois descendientes de Abraham; -- Físicamente eran descendientes de Abraham: "Oh,
vosotros, descendencia de Abraham su siervo, Hijos de Jacob, sus escogidos"
(Sal. 105:6); "Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí,
descendencia de Abraham mi amigo" (Isa. 41:8). Cae en el mismo error el que
piensa que es aceptable ante los ojos de Dios simplemente por ser miembro de
alguna iglesia fiel.
-- pero procuráis
matarme (7:19-20, 25, 30, 32, 45;
8:20), -- En esto se ve claramente
que estos judíos no imitaban el ejemplo de Abraham, porque él no tenía espíritu
de odio y envidia y nunca actuó como estos judíos actuaban. Cuando los mensajeros de Dios
llegaron a la tienda de Abraham, los recibió con todo respeto (Gén. 18:1-15),
pero Jesús, el perfecto Mensajero de Dios, fue rechazado y maltratado por estos
descendientes de Abraham.
¿Sigue hablando
Jesús "a los judíos que habían creído en él"? Parece que sí. No hay nada en el
texto que indique cambio de audiencia. Esto indica lo ofensivo de la implicación
de que no eran libres sino esclavos. Como Jesús dijo, "Sé que sois
descendientes de Abraham; pero ... ", así también hoy día se puede decir a
algunos: "Sé que sois miembros de la iglesia; pero ... "
-- porque mi
palabra no halla cabida (sitio, LBLA) en vosotros. -- 8:31. No querían permanecer en la palabra de Cristo;
por esta causa no eran los descendientes verdaderos de Abraham, sino como los
galileos que volvieron atrás, 6:60, 61, 66. Como "no había lugar para ellos en
el mesón" cuando Jesús nació (Luc. 2:7), tampoco había lugar en el corazón de
los judíos para la palabra de Cristo. No podían soportar o sufrir la palabra de
Cristo (2 Tim. 4:3, "no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de
oir, se amontonarán maestros conforme a sus propias
concupiscencias").
Muchas de las
enseñanzas de Cristo y los apóstoles no hallan cabida en los corazones de la
gente: por ejemplo, la enseñanza sobre el arrepentimiento y el bautismo, sobre
la iglesia (el culto, la asistencia, la organización y obra, que la iglesia es
el reino, etc.), sobre el divorcio y segundas nupcias y sobre muchos otros
temas.
Otro significado
de la palabra (coreo), traducida
"halla cabida" es "avanzar, proceder ... Jn 8:37" (JHT). Véase LBLA, margen, no progresa en vosotros). Este uso de
la palabra se observa en 2 Tes. 3:1, "para que la palabra del Señor corra (se extienda rápidamente, LBLA) y sea glorificada". La palabra de
Cristo había penetrado el corazón de muchos de los judíos que le escuchaban
("muchos creyeron en él", 8:30), pero al oír su enseñanza acerca de la
esclavitud y la libertad, la palabra no avanzó -- no se desarrolló -- en su
corazón.
8:38 Yo
hablo lo que he visto cerca del Padre (con mi Padre, LBLA, en la presencia del
Padre, margen); -- Jesús había
descendido del cielo del Padre; les habló de lo que había visto y oído. Los judíos rechazaban el
testimonio de "Jesucristo el testigo fiel" (Apoc. 1:5); El era Testigo ocular de
lo celestial. Esta es otra expresión que indica que estaba unido al Padre (1:1;
5:17-27, 30-32, 37, 43, etc.), y que era el Mensajero del Padre para revelar al
pueblo lo que había aprendido estando en la presencia del Padre (5:19, 30; 7:28,
29).
-- y vosotros
hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre. -- Todavía no lo identifica, pero es muy obvio que
Abraham no era su padre. Tampoco era su padre el Padre de Jesús. Entonces,
¿quién sería? Por el momento, no lo especifica. Jesús habló de lo que había visto en la presencia del Padre, y los
judíos hacían lo que habían oído de
su padre el diablo. Jesús les dijo, "moriréis en vuestros pecados" (8:24) porque
eran esclavos del pecado (8:34). ¿Por qué eran así? Porque hacían lo que habían
oído "cerca de vuestro padre". También, por este motivo querían dar muerte a
Jesús.
Los hijos
comparten la naturaleza de su padre. Nuestro Padre quiere que seamos
"participantes de la naturaleza divina" (2 Ped. 1:4), y el padre de los judíos
quería que ellos participaran de la naturaleza
diabólica.
8:39
Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis
hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. -- El árbol es conocido por su fruto (Mat. 7:15-23). Los hijos son como su padre. Los judíos habían demostrado por sus
obras y por su actitud hacia Cristo que no eran verdaderos hijos de
Abraham.
Aparte de la
relación física, no había identificación alguna entre ellos y Abraham, porque
éste era un hombre de fe genuina en Dios, que le obedecía aunque le dijera que
ofreciera a su único heredero. Era un hombre justo y de buenas obras. Era un
hombre noble que se preocupaba por su sobrino, Lot, y lo rescató de sus
enemigos.
Los hijos
espirituales de Abraham son todos aquellos, tanto gentiles como judíos, que
creen en Cristo y que han "sido bautizados en Cristo" (Gál.
3:27-29).
8:40 Pero
ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he
oído de Dios; no hizo esto Abraham. -- Abraham nunca quería dar muerte a un mensajero de
Dios.
8:41
Vosotros hacéis las obras de vuestro padre (ver. 38).
Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; -- Si no eran
hijos de Abraham, nacieron de fornicación.
-- un padre
tenemos, que es Dios. Tenían la ley,
el templo, etc., y, por eso, creían
que eran los hijos de Dios, pero eran hijos del diablo que vivían en la casa
(religión) de Dios; eran esclavos que no quedarían en la casa para siempre
(8:35).
Algunos
comentaristas citan varios textos para demostrar que al caer en la idolatría el
pueblo de Israel cometió fornicación contra Dios, pero en este texto (Juan 8:41)
Jesús solamente se refiere a dos padres: Dios (ser hijos de Abraham equivale a
ser hijos de Dios) y el diablo.
8:42 Jesús
entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; --
Si Dios hubiera sido su padre,
entonces habrían amado a Jesús sabiendo que era de la misma
familia.
-- porque yo de
Dios he salido (1:14, la
encarnación), y he venido; pues no he
venido de mí mismo, sino que él me envió. -- "La prueba del hombre es su
reacción con respecto a Jesús ... Jesús es la piedra de toque de Dios mediante
la cual todos los hombres son juzgados" (WB).
8:43 ¿Por
qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. --
Este es otro de los textos
predilectos de los calvinistas para "probar" que los que no son de los
"elegidos", sino que son predestinados incondicionalmente a la condenación,
nacieron totalmente depravados y que, por eso, no son capaces de entender la
palabra. Si hubieran sido de los condenados, Jesús lo habría sabido; además, si
hubieran estado en esa condición, Dios (Cristo) habría sido responsable de ello.
Si el caso hubiera sido así, ¿por qué discutía con ellos? ¿Por qué les enseñaba?
Les enseñaba porque "los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la
oyeren vivirán" (5:25); es decir, ante los ojos de Dios todos los muertos son
responsables: pueden oír y pueden responder.
Estos no
entendieron porque no querían escuchar. No querían creer y aceptar la verdad,
5:44; 9:27. Para ellos el lenguaje de
Jesús era un idioma extraño: "no entendéis mi lenguaje". No tenían oído para la
verdad. Jer. 6:10, "¿A quién hablaré y amonestaré, para que oigan? He aquí que
sus oídos son incircuncisos, y no pueden escuchar; he aquí que la palabra de
Jehová les es cosa vergonzosa, no la aman"; Ezeq. 12:1, 2, "Vino a mí palabra de
Jehová, diciendo: Hijo de hombre, tú habitas en medio de casa rebelde, los
cuales tienen ojos para ver y no ven, tienen oídos para oir y no oyen, porque
son casa rebelde"; Zac. 7:11, "Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la
espalda, y taparon sus oídos para no oír; y pusieron su corazón como diamante
... vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos"; Mat.
13:15; 11:25, 26; 2 Tim. 4:4. Se habían convertido en personas espiritualmente
sordas. "Un hombre que no tiene oído musical jamás podrá experimentar el deleite
de la música. Un hombre que es ciego a los colores no puede apreciar un cuadro"
(WB).
8:44
Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis
hacer. -- No nacieron hijos del
diablo, sino que eran hijos del diablo porque eran imitadores de él; los deseos del diablo
y los deseos de ellos eran los mismos.
Todo lo que hacían en contra de Jesús era, pues, la conducta normal de ellos. Era de
esperarse que ellos se opusieran a Cristo, porque vivían para ejecutar los deseos de su padre. En
seguida Jesús nombra dos de los deseos principales del diablo: el deseo de matar
y el deseo de mentir.
-- El ha sido
homicida desde el principio, -- Al
seducir a la primera mujer causó la muerte (Gén. 2:17; 3:3; Rom. 5:12). Los
judíos ya eran homicidas (1 Jn. 3:10, 15), y sólo faltaba la oportunidad para
dar muerte a Cristo.
-- y no ha
permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de
suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. -- Jesús habla de los pecados de matar y mentir porque,
en cuanto a su oposición a El, eran los dos pecados principales de los
judíos.
8:45 Y a
mí, porque digo la verdad, no me creéis. -- Siendo hijos del diablo pisoteaban la verdad. No
amaban la verdad porque les era muy amarga y nada agradable. Solamente querían
palabras mentirosas y engañosas. Querían oír que Abraham era su padre cuando no
lo era. Querían oír que eran hombres libres cuando en realidad eran esclavos.
Querían oír palabras lisonjeras (1 Tes. 2:5). Querían oír lo que les agradaba.
Buscaban la gloria los unos de los otros (5:44).
8:46
¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? -- Querían
probar que Jesús era meramente un hombre, para justificar su rechazo hacia El y,
para lograrlo, deberían acusarle de
algún pecado, pues todos los hombres pecan. Probablemente hubo pausa después de
esta pregunta para darles oportunidad de acusarle. Parece que no le acusaron de
nada. ¿Qué pasó, pues, con las acusaciones de que El había violado el día de
reposo y que había blasfemado? (5:18).
-- Pues si digo
la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? -- Si no hallaron pecado (por ejemplo, alguna mentira)
en Jesús, entonces deberían creer en El, que no era un mero hombre, sino en
verdad el Hijo de Dios.
8:47 El
que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque
no sois de Dios. -- Los fariseos
pensaban y decían que eran de Dios, pero no lo eran porque no oían las palabras de Dios. Compárese
1 Jn. 4:6, los que verdaderamente son de Dios oyen a los apóstoles. Los que no
están dispuestos a oír (en el sentido
de obedecer) la palabra de Cristo y los apóstoles demuestran que son hijos del
diablo.
8:48, 49
Respondieron entonces los judíos, y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que
tú eres samaritano, (es decir, un
hereje, enemigo de Israel, que desobedecía la ley) y que tienes demonio? (Compárese Mat.
12:22-30, "si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido"). Respondió Jesús: Yo no tengo demonio,
antes honro a mi Padre; ("Quien cuando le maldecían, no respondía con
maldición", 1 Ped. 2:23. Jesús honraba al Padre, pero los demonios no honran al
Padre. Si fuera siervo de Satanás, estaría honrando a Satanás. y vosotros me deshonráis. (Por eso,
deshonraban al Padre).
8:50 Pero
yo no busco mi gloria; -- Al venir a
la tierra Jesús sabía que sería insultado, deshonrado, rechazado y aun
crucificado. Nunca esperó recibir gloria de los judíos. Cuando vino a la tierra,
en lugar de buscar gloria "se humilló a sí mismo" (Fil.
2:8).
-- hay quien la
busca, y juzga. -- El Padre siempre
glorificaba al Hijo.
8:51 De
cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte. --
Aquí está otra de las afirmaciones
muy importantes de Jesús. Al decir, el
que no se refiere solamente a los judíos sino también a los gentiles. La
palabra guarda (tereo) quiere decir obedecer. Se refiere, desde luego, a la
muerte segunda (Apoc. 2:11; 20:14).
Los fieles no temen la muerte física, porque es en realidad la puerta a la vida
verdadera (2 Cor. 5:6-8, Fil. 1:21-23).
8:52
Entonces los judíos le dijeron: Ahora conocemos que tienes demonio. Abraham
murió, y los profetas (Zac. 1:5); -- Aunque Abraham y los profetas
guardaban la ley de Dios, todos murieron.
-- y tú dices: El
que guarda mi palabra, nunca sufrirá muerte. -- Creían que estaba fuera de sí. ¿Cómo podría Jesús
hacer algo (evitar la muerte) que Abraham y los profetas no pudieron hacer por
sí mismos?
8:53 ¿Eres
tú acaso mayor que nuestro padre Abraham (compárese 4:12), el cual murió? ¡Y los profetas murieron!
¿Quién te haces a ti mismo? -- Entonces te glorificas a ti mismo, pensando
que eres mayor que Abraham y los profetas. Les convenía reconocer que Jesús era
mayor que Abraham y los profetas (compárese Mat. 12:41, 42).
8:54, 55
Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo (aparte del Padre) mi gloria nada es; mi Padre es el que me
glorifica (12:28), el que vosotros
decís que es vuestro Dios. Pero vosotros no le conocéis; (7:28; 8:19; 16:3;
15:21; 17:25; no le conocían porque no guardaban su palabra) mas yo le conozco, (por ser uno con
El, 10:30, y por guardar su palabra) y
si dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros (8:44); pero le conozco, y guardo su palabra.
-- Jesús poseía un conocimiento especial (único) de Dios, y que de manera
especial le obedecía.
8:56
Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.
-- En su presencia, delante de sus
ojos, Jesús había hecho milagros y de varias maneras había demostrado que El era
el Mesías. Abraham no tenía tales ventajas, pero con ojos de fe mirando de lejos (Heb. 11:13), "y
creyéndolo, y saludándolo" había visto al Mesías y creía en El (Gén. 12:3;
22:16-18; Gál. 3:8, 16). Al igual que Moisés Abraham podía ver al Invisible (Heb. 11:27).
8:57 - 59
Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a
Abraham? (¿Jesús dijo que había
visto a Abraham? No, sino que Abraham había visto su día). Jesús les dijo: De cierto, de cierto os
digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. (Jesús no dice, "Antes que Abraham
fuese, yo era". Jesús se identifica
con el Yo Soy de Ex. 3:14, el Dios
Eterno (no creado). Este es otro texto que los testigos del Atalaya cambian y
tuercen porque niegan y blasfeman a Cristo). Tomaron entonces piedras para
arrojárselas; (Esto indica que entendieron que al decir "Yo soy" Jesús
afirmaba su deidad) pero Jesús se
escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue.
(Compárese Luc. 4:29, 30).
* * * * *
* * * * *
Juan
9
Esta es la sexta
de las siete señales hechas por Jesús que Juan registra. Todo el capítulo se
dedica a ese evento y al efecto que tuvo sobre el hombre que nació ciego, sus
padres, los vecinos y los líderes de los judíos.
9:1 Al
pasar Jesús, -- Es difícil precisar
cuándo sucedió este evento, porque Juan no se preocupaba por la cronología
exacta de los eventos de la vida de Jesús, pero no es necesario concluir que los
sucesos del cap. 9 siguieran inmediatamente después de los del cap. 8. No es muy
razonable que los discípulos hayan hecho esta pregunta en los mismos momentos en
los que los judíos tomaron piedras para arrojárselas (8:39).
"Al pasar Jesús"
El vio una oportunidad para "hacer las obras del que" le envió (9:4). Nosotros
también, "al pasar" (al ocuparnos en las actividades normales) veremos muchas
oportunidades si abrimos los ojos
(4:35).
-- vio a un
hombre ciego de nacimiento. -- Muchos lo habían visto pero no como Jesús lo vio. De
los seis milagros registrados en los que Jesús abrió los ojos de los ciegos,
este es el único caso en que el individuo era ciego de nacimiento. "Desde el
principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego"
(9:32).
9:2 Y le
preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para
que haya nacido ciego? -- A los
discípulos este hombre presentó una oportunidad para la especulación teológica,
mientras que a Jesús se le presentó una oportunidad para manifestar en sí mismo
la gloria de Dios y la autoridad de Dios, pues el abrir los ojos era una señal
convincente de que el Mesías había venido (Isa. 35:5; 29:18; 32:3; 42:7; Mat.
12:22; Luc. 4:18, 19) (PTB).
Parece que los
discípulos compartían la idea errónea de que las enfermedades y otros
sufrimientos son el resultado de algún pecado específico. En el caso del hombre
que nació ciego creían que había solamente dos alternativas: "¿quién pecó, éste
o sus padres?" Hoy en día muchos preguntan por qué algunos sufren grandes
aflicciones y otros no, algunos sufren mucho por causa de los desastres de la
naturaleza (tormentas, inundaciones) y otros no.
En sentido
general es cierto que el pecado es la causa de todas las aflicciones, así como
es la causa de todo mal. Jesús dijo al hombre que sanó en Betesda, "no peques
más, para que no te venga alguna cosa peor" (5:14), pero no es cierto que todo
caso específico de aflicción es
causado por algún pecado específico. Pablo
dice, "llorad con los que lloran" (Rom. 12:15), pero ¿por qué llorar con ellos
si están sufriendo lo que merecen? El sufrimiento de los más inocentes puede ser
la consecuencia de los pecados de
otros, pero los inocentes no sufren la pena de tales
pecados.
Algunos afirman que los judíos creían en la
reincarnación (la transmigración de almas) y que citaban Gén. 25:22 para enseñar
que los niños pueden pecar antes de nacer, pero no hay prueba de esto. Además,
Pablo dice, "pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal"
(Rom. 9:11). Algunos piensan que la pregunta de los discípulos indica que ellos
aceptaban la idea platónica de la preexistencia del alma; es decir, que podría
sufrir en esta vida la pena de pecados cometidos en una existencia precedente
(B-S), pero no se puede probar que los discípulos de Jesús hayan tenido en mente
tales teorías. La verdad es que ellos, al igual que millones de otras personas,
estaban perplejos con respecto a la causa
del sufrimiento.
Ex. 20:5 dice,
"visito la maldad de los padres sobre los hijos", es decir, los hijos sufren las consecuencias de los pecados
de los padres. También los hijos heredan debilidades físicas y mentales de sus
padres, pero Ezeq. 18:20 dice claramente que "el hijo no llevará el pecado del
padre" (el hijo no es culpable del
pecado del padre). Los calvinistas citan Sal. 51:5, "He aquí, en maldad he sido
formado, y en pecado me concibió mi madre" para probar que los niños nacen
pecadores, pero David no habla de nacer con "maldad en mí", sino de nacer en un
mundo lleno de pecado. Compárese Job 31:18, "desde el vientre de mi madre fui
guía de la viuda". Recuérdese Ecles. 7:29, "He aquí, solamente esto he hallado;
que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas
perversiones".
9:3
Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, -- Cuando Jesús sanó al paralítico de Betesda, le dijo,
"Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor"
(5:14); por eso, a veces alguna aflicción se atribuye al pecado de la persona.
Pero véase también Luc. 13:1-5, que se refiere a casos semejantes a este texto
(Jn. 9:3). Jesús enseña, pues, que
hay sufrimiento no merecido. El libro
de Job ampliamente analiza este problema. Sus "amigos" decían que su sufrimiento
era prueba innegable de que él era culpable de algún pecado, pero estaban
equivocados, pues el libro expone la falsedad de ese concepto. Véase también
Hech. 28:4. Si este concepto fuera correcto, sería necesario concluir que los
que no sufren no han pecado y que son mejores que los que
sufren..
Jesús dijo que
las lluvias, los diluvios y los vientos golpearon contra las dos casas, la que
estaba fundada sobre la arena y la que estaba fundada sobre la roca (Mat. 7:25).
Dice Ecles.. 9:11 que "tiempo y ocasión acontecen a todos" ("el tiempo y la
suerte les llegan a todos", LBLA).
-- sino para que
las obras de Dios (5:36; 10:25) se manifiesten en él. -- En este caso
las obras de Dios incluían bendición física y bendición espiritual, pues el
hombre que nació ciego recibió su vista física y también su vista espiritual
(9:38). Dios gobierna este mundo y
puede transformar un mal temporal en un bien eterno, y Dios tenía su plan para
este hombre, pues sería el objeto de las maravillosas obras de Dios. Se puede
decir lo mismo de cualquier ciego (o de sordos, paralíticos, etc.), porque toda
vida que se somete a su voluntad le es útil. Compárese 2 Cor.
12:7-10.
9:4 Me es
necesario (nosotros debemos, LBLA) hacer las obras del que me envió, entre tanto
que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. --
En lugar de analizar y juzgar el
caso del ciego de nacimiento, Jesús solamente piensa en aliviar su aflicción, y
glorificar a Dios.
El día de Jesús (el día de su vida aquí en la tierra) iba a
durar poco tiempo, pero "entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo"
(9:5). Pensaba hacer otras obras muy importantes antes de morir en la cruz (por
ej., la resurrección de Lázaro).
Todos podemos y
debemos decir lo mismo, porque la noche de la muerte nos espera. "El tiempo es
corto" (1 Cor. 7:29-32).
Jesús no fue
detenido por la popularidad (Luc. 4:42, 43); ni por la ingratitud de la gente
(Luc. 17:11-19; Mat. 23:37; Luc. 19:41); ni por el temor a sus enemigos (Luc.
13:31, 32). Aunque sus apóstoles lo desampararon y uno de ellos le entregó a los
enemigos, y otro le negó, Jesús siguió con su propósito de dar su vida en
rescate por muchos.
Me es necesario -- En toda la enseñanza (como también
en toda la actividad) de Jesús El demostró que le era necesario obrar las obras del Padre.
Habló del sembrador, del pescador con sus redes, del pastor y sus ovejas. En
todo El vio su deber (Luc. 4:18, 19).
Compárese la actitud de Pablo con respecto a la obra que el Señor le dio
(Hech. 20:24; Rom. 1:14; 1 Cor. 9:16; 2 Cor. 5:11, 14).
Al llegar a la
conclusión de su ministerio Jesús podía decir "Yo te he glorificado en la
tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese" (17:4). En la cruz dijo,
"Consumado es" (19:30). Compárese 2 Tim. 4:6-8. ¿Y nosotros? Al llegar a los momentos
finales de la vida ¿podremos decir lo que Jesús y Pablo
dijeron?
9:5 Entre
tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo. -- Según 8:12 su palabra (enseñanza) era la luz del
mundo; en el capítulo 9 provee luz física y espiritual para el que nació
ciego.
El hombre debe
responder a la luz: 12:36, debe creer en la luz y llegar a ser hijo de luz; 1
Jn. 1:6, 7, debe andar en luz; Rom. 13:12, "vistámonos las armas de la
luz".
9:6 Dicho
esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos
del ciego, -- Podía sanar con una
palabra (Luc. 7:7), pero frecuentemente usaba medios físicos (Mat. 8:3; 9:27-31;
20:29-34; Mar. 7:33; 8:23). Desde luego, Al usar estos medios tenía su
propósito. El sabía lo que hacía y por qué lo hacía. Juan no explica el
propósito de esta acción de Jesús, pero bien podía probar o fortalecer o
manifestar la fe del ciego (AH). Si hubiera
habido eficacia en ese lodo para sanar, se lo habría exportado a todas las
naciones (JBC).
9:7 y le
dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado),
3:17; 5:36; 6:29; 10:36; 17:3, 8,
21, etc.). -- Isa. 8:6 habla de "las
aguas de Siloé, que corren mansamente", simbolizando las bendiciones que fluían
del templo. Neh. 3:15 habla del muro del estanque de
Siloé.
Este mandamiento
era una prueba de su fe; es decir, Jesús pensaba sanarle, pero nombró este
requisito o condición. Si no hubiera ido para lavarse en el estanque de Siloé,
no habría recibido la vista. Si el ciego hubiera sido doctrinado por los
calvinistas, habría dicho, "Mira, Jesús, Tú sabes perfectamente que el agua no
puede abrir los ojos de los ciegos. No conviene dejar la impresión de que haya
eficacia en el agua o que el agua tenga poder sanador. Sáname primero y después,
en algún momento oportuno, iré a lavarme en el estanque para demostrar mi fe en
ti". Si hubiera hablado de esa manera, habría muerto tan ciego como nació (JBC).
-- Fue entonces,
y se lavó, y regresó viendo. -- ¡Solamente los ciegos saben apreciar la vista! Ahora,
no solamente podía ver, sino que también podía trabajar para ganarse la vida y ser
independiente. (En aquellos tiempos el mendigar era casi el único medio de
sostén para los ciegos).
Para ser
bendecido por Cristo, es necesario obedecerle. El ciego sabía que el que le
hablaba era Jesús (9:11); esto indica que ya había oído de El (Rom. 10:17). Ahora le
obedece: va a Siloé y se lava, como Jesús le mandó.
Dice Pablo (Rom.
4:4), "Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como
deuda". Al decir "al que obra" Pablo no se refiere al obedecer al Señor para
obtener sus bendiciones, sino al obrar para justificarse sin obtener el perdón de Dios: "Como
también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye
justicia sin obras, diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son
perdonadas" (Rom. 4:6, 7). Es obvio que el "que obra" es aquel que no busca el
perdón de Dios, sino que quiere justificarse a sí mismo (Rom.
10:3).
Es necesario
estudiar y discernir la diferencia entre la obediencia requerida por el Señor para
aceptar el beneficio y el obrar para merecer el beneficio. La única manera de
merecer la justificación es por medio de una vida perfecta, sin pecado alguno,
pero "todos pecaron" (Rom. 3:23). Por lo tanto, todos deben obedecer al
evangelio de Cristo para obtener el perdón de Dios (Hech.
2:38).
Al lavarse en el
estanque de Siloé ¿obró el ciego para
merecer el beneficio que Jesús le
ofreció? ¿Obró en el sentido de Rom.
4:4? ¿Al lavarse mereció esa
bendición? Nadie dirá que sí. Todos saben que al lavarse el ciego solamente
obedeció los mandamientos del Señor y recibió la bendición. Entonces, ¿por qué
no pueden los calvinistas entender que al lavarnos en el bautismo, no obramos para merecer el perdón, sino que
solamente cumplimos con los mandamientos del Señor? ¿Cuál es la diferencia entre
nuestra obediencia y la del ciego? No hay
ninguna diferencia, porque al
lavarnos en las aguas del bautismo (Mar. 16:16; Hech. 2:38; 22:16, etc.)
solamente obedecemos al Señor para aceptar el perdón de
pecados.
Considérese otro
caso: Dios mandó que Naamán el leproso se zambullera siete veces en el Río
Jordán para limpiarse de su lepra (2 Reyes 5:10-14). Al zambullirse siete veces
en el Río Jordán, ¿obró Naamán para
merecer la limpieza de su lepra. ¿Obró en el sentido de Rom. 4:4? Nadie
dirá que sí. Entonces, ¿por qué no se puede entender que al bautizarnos en agua,
no obramos para merecer el perdón, sino que simplemente
aceptamos el perdón que el Señor
ofrece a los que creen y se bautizan (Mar. 16:16)?
Hay otro buen
ejemplo de esta verdad bíblica: Dios dijo a Josué, "Rodearéis, pues, la ciudad
(Jericó) todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y
esto haréis durante seis días ... y al séptimo día daréis siete vueltas a la
ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas. Y cuando toquen prolongadamente el
cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará
a gran voz, y el muro de la ciudad caerá ... Cuando el pueblo hubo oído el
sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó" (Josué
6:3-5, 20). Al cumplir con estos requisitos del Señor, ¿obró el pueblo para merecer tal victoria sobre sus enemigos?
¿Obró en el sentido de Rom. 4:4? Nadie dirá que sí. Entonces, de la misma
manera, al bautizarnos en agua para perdón de pecados (Hech. 2:38), no obramos
para merecer el perdón. No obramos en
el sentido de Rom. 4:4, texto que se refiere a las obras "que nosotros
hubiéramos hecho" (Tito 3:5), como las buenas obras de Cornelio (Hech. 10:2,
22). Al obedecer al evangelio, obramos en el sentido de Sant. 2:24; Gál. 5:6;
Tito 3:1, 8; etc.
Los credos de
varias denominaciones afirman que el hombre se salva por la fe sola, pero ¿qué
dice Heb. 11:30? "Por la fe cayeron los muros de Jericó". Por la fe. Pero "por la fe" ¿cuándo?
¿Simplemente creyeron y los muros
cayeron? ¿Cuándo cayeron? "Después de
rodearlos siete días". ¿Por qué no cayeron por la fe sola? ¿Por que no
cayeron "antes de rodearlos siete
días"?
Otra lección
valiosa es que varios textos hablan de ciegos en sentido espiritual (Luc. 6:39;
2 Ped. 1:9; Apoc. 3:18). Por eso, es lógico comparar este texto (Jn. 9:7) con
Mar. 16:16, "el que creyere y fuere bautizado será salvo". Los que pueden
entender que el ciego tuvo que lavarse en el estanque de Siloé para obtener su
vista física, deben entender que el
que creyere tiene que ser bautizado para obtener su vista espiritual (Hech.
26:18).
9:8, 9
Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego (mendigo,
LBLA), decían: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba? (así lo recordaron) Unos decían: El es y otros: A él se
parece. -- Los vecinos estaban confusos por causa de lo "imposible" que
resulta comprobar que alguien habiendo nacido ciego pudiera ver, como también
por el gran cambio de su aspecto.
-- El decía: Yo
soy. -- De esa manera él mismo puso
fin al debate. ¡El que había nacido ciego era un monumento viviente al poder
sanador de Jesucristo!
9:10 Y le
dijeron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos? -- Era pregunta importante, porque le dio al hombre
sanado la oportunidad de testificar a
favor de Cristo. (Compárese 1 Ped. 3:15).
9:11
Respondió él y dijo: Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los
ojos, y me dijo: Ve al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista. --
¡He aquí el sencillo testimonio del hombre que nació ciego!
(1) Fui, (2) me lavé; (3) recibí la vista.
¿Recibió su vista antes o después de lavarse? Compárese Mar. 16:16:
(1) creer; (2) bautizarse; (3) será salvo. ¿Somos salvos antes o después de
lavarnos? También Hech. 22:16: (1)
levántate; (2) bautízate, (3) lava tus pecados. ¿Qué habrá dicho el eunuco
cuando llegó a su casa? (1) Oí el evangelio; (2) confesé que Jesucristo es el
Hijo de Dios; (3) fui bautizado para perdón de pecados; (4) y seguí gozoso mi
camino (Hech. 8:35-39).
9:12
Entonces le dijeron: ¿Dónde está él? -- (7:11).
¿Se regocijaron con él? ¿Dieron gloria a Dios por tan maravillosa bendición?
o ¿solamente querían saber "¿Dónde está él?" ¿Fueron movidos por su amor y
gratitud al ir en busca de Jesús? Muchos querían saber donde estaba para
destruirlo.
-- El dijo: No
sé. -- Apenas sabía su nombre:
"Aquel hombre que se llama Jesús ... "
9:13
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. -- ¿Quiénes lo llevaron? No sabemos (posiblemente
ayudantes de los fariseos, compárese 1:19); probablemente el siguiente versículo
da la razón (era el día de reposo). Esto le dio al ex ciego otra oportunidad para dar su testimonio del milagro. (Recuérdese que
un tema central de este libro es el testimonio acerca de Jesús, dado por sus
amigos y enemigos).
9:14 Y era
día de reposo cuando Jesús había hecho el lodo, y le había abierto los ojos. --
Este detalle es importantísimo. El
sanar en el día de reposo era una de las cosas principales que llevaron a Jesús
al Calvario. Cristo vino al mundo para morir por nosotros. Le fue dado un cuerpo
para que pudiera ofrecerlo como sacrificio por los pecados del mundo (Heb.
10:5-8). "Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a
tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo" (10:17, 18). ¿Qué
circunstancias lo llevarían al Calvario? Nada de lo que ocurrió fue por
casualidad, sino que todo ocurrió según el "determinado consejo y anticipado
conocimiento de Dios" (Hech. 2:23).
¿Por qué escogió
Jesús al paralítico de Betesda para sanarle? Porque pensaba decirle, "toma tu
lecho, y anda" (5:8), sabiendo que esto provocaría el primer encuentro serio con
los judíos (5:10, 16), cuyo odio iría incrementando hasta que lograran
crucificar a Jesús.
Otros textos que
describen este conflicto entre los judíos y Cristo sobre el día de reposo son:
Mat. 12:1-14; Luc. 13:10-17; 14:1-6. En estos textos Jesús les hizo ver que las
obras necesarias y las de misericordia no eran prohibidas por el cuarto
mandamiento, porque tales obras no violaban el día de reposo. También les hizo
ver que El estaba muy en contra de las muchas tradiciones necias que ellos
habían inventado con respecto al día de reposo: p. ej., aun prohibían que se
aplicara la saliva al ojo infectado, pues se creía que la saliva tenía valor
medicinal. Es difícil comprender por qué los líderes de los judíos se esforzaran
tanto para excluir la misericordia en su trato con el
pueblo.
9:15
Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la
vista. -- Este milagro hecho por
Jesús debiera haber convencido a todos que El era el Hijo de Dios, y les
convenía a los judíos honrarle, pero ellos optaron por perseguirle. Se sentían
obligados a probar dos cosas: (1) que Jesús había violado el día de reposo; y
(2) que en realidad no hizo ningún milagro, pero de esta manera
proveyeron otra oportunidad para que el que había sido ciego diera su testimonio del milagro hecho por
Jesús.
Los judíos
querían intimidarlo, pues no solamente perseguían a Jesús, sino también a los
que eran ayudados por Jesús. No les
importaba a los líderes que un hombre que nació ciego recibiera su vista, sino
que sólo buscaban algún pretexto para acusar a Jesús de haber violado el día de
reposo.
-- El les dijo:
Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo. -- La repetición de estos detalles (9:6, 7, 11, 15) dan
cada vez más énfasis al milagro.
9:16
Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre no procede de Dios, porque
no guarda el día de reposo. -- Jesús
no violó el cuarto mandamiento, pero él sí violó las reglas necias de los
fariseos: al hacer el lodo, y al curar al ciego. "Los fariseos han identificado
con la ley de Dios sus propias normas sabáticas meticulosas y fútiles" (WH).
Puesto que Jesús no guardaba las
tradiciones inventadas por los fariseos, según la "lógica" de ellos, "no procede
de Dios". Entonces ¿procedía de
Satanás? (Mat. 12:24-26).
En la actualidad
los Adventistas del Séptimo Día dicen que los que no guardan el día de reposo no
proceden de Dios, sino que llevan la marca de la bestia.
-- Otros
(de los mismos fariseos) decían: ¿Cómo puede un hombre pecador
hacer estas señales? -- Si Jesús hubiera sido un pecador (un verdadero
violador del cuarto mandamiento), no podría haber hecho un milagro, pero en
lugar de quebrantar el cuarto mandamiento, Jesús quebrantaba sus tradiciones
humanas.
-- Y había
disensión entre ellos . -- Había
disensión entre los fariseos mismos. Parece que había otros entre ellos como
Nicodemo que querían ser razonables. Estaban divididos porque algunos solamente
podían pensar en la violación de sus tradiciones con respecto al día de reposo,
mientras que otros no podían cerrar sus ojos a las señales hechas por Jesús
(3:2). Recuérdese que durante toda esta discusión el hombre que nació ciego
estaba en medio de ellos con sus ojos abiertos, viendo todo lo que
sucedía.
9:17
Entonces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos?
-- Ya le habían preguntado (9:15),
pero no estaban de acuerdo y vuelven a preguntarle, algunos buscando más
evidencia para probar que Jesús no venía de Dios, pues en esos momentos "no
creían que el había sido ciego, y que había recibido la vista" (9:18), y los
otros esperando aprender algo más que les ayudara a entender cómo Jesús podía
sanar y al mismo tiempo violar el día de reposo. Por eso, vuelven a hacerle
preguntas, pero el resultado fue que
solamente hacían más notorio el milagro.
-- Y él dijo: Que
es profeta. -- Al decir esto
demostró su valentía, porque algunos de los judíos no querían oír que Jesús era
un profeta, pues para ellos era un pecador. Al principio el que era ciego dijo
"aquel hombre que se llama Jesús"; ahora su conocimiento y fe han crecido,
porque dice que Jesús era un profeta; poco después argumentó que Jesús vino de
Dios (9:33); y al último (9:35-38) le confesó como el Hijo de Dios y le adoró.
Compárese el crecimiento de la fe de la samaritana (4:9, "tú, siendo judío";
4:19, "tú eres profeta"; 4:29, "¿no será éste el Cristo?"). Tuvo que ser muy
valiente para hablar favorablemente de Jesús en presencia de los que querían
darle muerte.
9:18 Pero
los judíos no creían que él había sido ciego, y que había recibido la vista,
hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, --
Pero en 9:15 "volvieron ... a
preguntarle ... cómo había recibido la vista". Esto muestra su hipocresía. Al
examinar a este hombre querían menospreciar a Cristo, pero habiendo fracasado en
esto, ahora se dirigieron hacia los padres con la esperanza de probar que su
hijo ni siquiera nació ciego, y de esa manera probar que no había milagro. Sin
duda les hubiera gustado probar que había una conspiración entre Jesús y el
ciego y que el milagro era un engaño (Mat. 24:24; 2 Tes. 2:9).
¿Por qué no
tenían los fariseos el mismo conocimiento de este hombre que la gente tenía?
(9:8, "los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego"). Esto
demuestra la indiferencia de los líderes hacia los pobres y desafortunados.
Compárese Luc. 10:31, 32 "un sacerdote ... viéndole, pasó de largo. Asimismo un
levita ... viéndole, pasó de largo". ¡Cuántas veces habrán pasado de largo estos fariseos al ver al
ciego!
Si sospecharan
que el que había sido ciego en realidad no nació ciego (sino que solamente
fingía la ceguera), ¿por qué creían que los padres les dirían la
verdad?
Después de
escucharles, volvieron a tratar de
intimidar al hijo (9:24). Sin embargo, lo que dicen después (9:34, "Tú naciste
del todo en pecado") parece indicar que ellos creían que había nacido ciego como
castigo por el pecado. En esto se puede ver la inconsecuencia e hipocresía de
los judíos.
9:19 y les
preguntaron, diciendo: ¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació
ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora? -- Sin
duda el gozo de los padres era grande. También convenía que su gratitud fuera grande. Con mucha razón
pudieran haber adorado a Cristo por esta maravillosa bendición. Pero ¿qué
dijeron?
9:20 Sus
padres respondieron y les dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació
ciego; -- ¡Testimonio claro, fuerte y
significativo! A los fariseos les gustaba decir sabemos, pero éstos también dicen sabemos. Los fariseos no podían discutir
con ellos sobre estas dos cosas que sabían. Esto fue un duro golpe contra
los judíos: era evidente a todos que el hombre podía ver, y ahora los padres
testifican que (1) él es nuestro hijo; y (2) que él nació
ciego.
9:21, 22
pero cómo vea ahora, no lo sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros
tampoco lo sabemos; edad tiene, preguntadle a él; él hablará por sí mismo. Esto
dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya
habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado
de la sinagoga. -- Su hijo hablaba
con toda franqueza del milagro. Aunque los padres no eran testigos oculares del
milagro, ¿cómo podían dudarlo o dudar la palabra de su hijo? Juan da a entender que ellos sí
sabían, pero que rehusaron admitirlo por temor a ser expulsados de la sinagoga
(12:42; 16:2; Luc. 6:22). El hijo tuvo más valor que los padres; él no fue
intimidado, pero ellos sí. Si hubieran dicho lo que sabían, que Jesús le sanó, habrían confesado a Jesús
y habrían dado un duro golpe contra los judíos injustos, pero el negar a Cristo trae consecuencias
horribles (Mat. 10:32, 33; Mar. 8:38). Los hermanos que no confiesan a Cristo en
medio de los mundanos, las esposas que no perseveran en la fe por temor a sus
maridos, los jóvenes que no confiesan a Cristo por temor a los "amigos", etc.,
imitan a estos padres.
Ser expulsado de
la sinagoga no se puede comparar con el apartarse de miembros infieles de la
iglesia, porque los que eran expulsados de la sinagoga eran cortados de todas
las relaciones religiosas (con sus bendiciones y promesas), como también de las
relaciones sociales y aun económicas de la nación. "Esta excomunión involucraba
la prohibición no sólo de asistir a la sinagoga, sino de toda relación con
israelitas" (WEV). La gente tenía que guardar cuatro codos de distancia del
expulsado, como si fuera leproso o muerto. No se podía estudiar con él y ni
siquiera se podía señalarle el camino (AE).
9:23 Por
eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él. -- Qué lástima que ellos no tuvieran el valor de su
hijo. Los que rechazan la oportunidad de confesar a Cristo cooperan con el
error. No querían ser expulsados de la sinagoga, pero estaban dispuestos a dejar
que su hijo fuera expulsado.
9:24
Entonces volvieron a llamar al hombre que había sido ciego, y le dijeron: Da
gloria a Dios; -- El testimonio de
los padres hizo el caso más difícil para los judíos; por eso, volvieron al ataque contra el hombre
mismo. Querían que él confesara que hubo conspiración entre él y Jesús para
engañar, o que de alguna manera negara a Jesús.
La expresión "Da
gloria a Dios" equivale a "Confiesa tu pecado". "Se trata ... de una adjuración
a decir la verdad (Jos. 7:19; 1 Sam. 6:5) como si antes no lo hubiera hecho ...
Ya no pueden negar más la realidad de la curación debido al testimonio de los
padres (9:19) y ahora quieren que el hombre admita que estaba mintiendo al decir
que Jesús lo había sanado" (ATR).
Algunos creen que
con estas palabras los judíos requerían que no se diera gloria a Cristo sino a
Dios ("Nótese cómo se contrastan las palabras Dios y este hombre" WH), pero esto implicaría
que los judíos admitieron que hubo milagro, cosa que no hicieron. Sin duda, este
detalle le llenó al ciego de nacimiento con más valor, porque al no admitir una
cosa tan obvia, los judíos demostraban su falta de sinceridad e
integridad.
-- nosotros --
"Nosotros", los sabios, los doctores
e intérpretes de la ley, los únicos que saben; los demás son ignorantes (7:14,
45-52).
-- sabemos que
ese hombre es pecador. -- ¿Por qué
no nombraron el pecado cuando Jesús les desafío (8:46)? Desde luego, aquí le
acusan de violar el día de reposo (9:16).
La "lógica" de
los judíos sería así:
"Premisa mayor:
Sólo los que son de Dios pueden abrir los ojos a los ciegos de
nacimiento.
"Premisa menor:
Este hombre (Jesús) no es de Dios.
"Conclusión: El
no puede haber abierto los ojos de un ciego de nacimiento"
(WH).
Con este
"razonamiento" los judíos pensaban poner fin al caso para que ya no hubiera más
argumento. Según ellos, este hombre debería admitir su error y dar la razón a
ellos.
¿Estaba dispuesto el hombre a colgar los guantes? La
verdad es que como él no estaba intimidado por los judíos, tampoco estaba
impresionado por su "lógica".
9:25
Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; -- Desde luego, al decir esto no aceptó que Jesús fuese
pecador, sino solamente que mientras ellos "sabían" que Jesús era pecador, él no
sabía tal cosa.
-- una cosa sé,
que habiendo yo sido ciego, ahora veo. -- Insistían que, bajo juramento, él dijera la verdad.
Muy bien, aquí está la verdad: "una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora
veo". ¡Explíquenlo si pueden! Los judíos querían hablar de una sola cosa: de que
Jesús era un pecador; pero el que nació ciego rehusaba discutir ese tema, y se
apegaba al hecho del caso: que él
nació ciego y que ahora veía. Entre más querían evadir el hecho, este hombre valiente más lo
enfatizaba.
Ellos dijeron sabemos (profesaban tener conocimiento),
pero no se basaban en los hechos,
sino en su supuesto conocimiento; él
les contestó diciendo que él no tenía ese "conocimiento" que ellos tenían, pero
"una cosa sé" (no basada en el
prejuicio ni en alguna ley humana, sino en un hecho innegable). Lo que él sabía llevó mucho más peso que el
"sabemos" de los judíos.
Aquí está un
ejemplo claro del conflicto entre la verdad y la mentira, entre la realidad y el "conocimiento"
falso.
Aunque le
preguntaran y vituperaran, todos los
razonamientos del mundo no podrían conmoverle, porque los hechos hablan por sí solos y no pueden
ser refutados. Compárese 1 Cor. 2:2.
9:26 Le
volvieron a decir: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos? --
Habiendo fracasado en su interrogación acerca de Jesús, vuelven a
preguntar acerca del milagro, esperando encontrar ocasión contra el hombre o
contra Jesús. Esta vana y fútil repetición de sus preguntas demuestra claramente
que ellos habían perdido la batalla. No lograron nada ni con los padres ni mucho
menos con el hijo. Ya no sabían qué hacer. Por eso, como toda persona confusa,
"volvieron" a su pregunta inicial (9:15): ¿Qué te hizo? ¿Cómo? Ellos eran
fiscales profesionales y para tales cosas este hombre era un neófito; de esa
manera se demostraba la fuerza de la verdad y la debilidad de la mentira.
La mano de Dios
estaba en todo esto. Del mal El saca el bien. La desesperación de los judíos
hizo posible la repetición del testimonio del hombre que nació ciego.
¡La repetición vale mucho!
9:27 El
les respondió: Ya os lo he dicho, y no habéis querido oir; -- Es obvio que al ver la debilidad de sus
atormentadores él cobraba ánimo, y su modo de hablar con ellos era cada vez más
directo.
-- ¿por qué lo
queréis oír otra vez? ¿Queréis también vosotros haceros sus discípulos? --
Esta palabra era insultante y
cortante; era pura ironía, pues sabía que no preguntaron para saber la verdad.
El juzgado llegó a ser el juez; ahora no ellos sino él preguntaba.
Jesús escogió a
este hombre, como escogió al paralítico de Jn. 5, porque sabía lo que ellos
harían y dirían. Este hombre sanado era un hombre muy listo, con buena cabeza y también con
mucha valentía. Sus palabras son muy sencillas, claras y directas. Dan con el
blanco.
9:28 Y le
injuriaron, -- Hech. 23:4; 1 Cor.
4:12; 1 Ped. 2:23. Puesto que no podían resistir su sabiduría y que no querían
aceptar la verdad, les quedaba solamente una alternativa: injuriarle (Mat. 5:11). Sus palabras sencillas y
directas dieron en el blanco, dejando derrotados a los judíos, y ellos -- muy
irritados, enojados y amargados -- querían avergonzarlo.
-- y dijeron: Tú
eres su discípulo (Literalmente, tú eres discípulo de ese); -- ni
siquiera querían pronunciar el nombre de Jesús. Para ellos cualquiera que
hablara favorablemente de Jesús era su discípulo.
-- pero nosotros,
discípulos de Moisés somos. -- Si
este hombre hubiera dejado a Moisés para escuchar a otro profeta, habría sido un
apóstata, pero Moisés escribió acerca
de este Profeta (Deut. 18:15-19) (JWM). Como ellos se jactaban de ser
descendientes de Abraham, también se jactaban de ser discípulos (seguidores) de
Moisés. Según el concepto de ellos había rivalidad entre Moisés y Jesús, pero
véase Hech. 3:22, 23.
9:29
Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moisés; -- Otra vez se observa su arrogancia. Sabían
que
Dios había hablado a Moisés, pero no
les importaba lo que Dios le había
hablado. No querían reconocer que el mismo Moisés habló de Cristo y, por eso,
les condenaba a ellos (5:45, 46).
-- pero respecto
a ése, no sabemos de dónde sea. -- Otra vez dicen "ése", expresión muy despectiva.
Decían, "Ese hombre no procede de Dios" (9:16); "nosotros sabemos que ese hombre
es pecador" (9:24). Con estas palabras negaban la autoridad de Jesús (Mat. 21:23). Pero
véase Mat. 7:28, 29; 19:9.
Cuando les convenía, decían, "Pero éste, sabemos de dónde es" (7:27), y cuando
les convenía, decían, "no sabemos de dónde".
La fama de Jesús
era muy extensa no solamente en Galilea sino también en Judea (y aun en
Jerusalén, 2:23), pero estos judíos no querían saber de estas "cosas en las
cuales anhelan mirar los ángeles" (1 Ped. 1:12)(MH).
9:30
Respondió el hombre, y les dijo: -- (Con aun más denuedo, les respondió. Como David metió
"su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió
al filisteo en la frente", 1 Sam. 17:49, así también el este hombre se aprovechó
de esta oportunidad de lanzar una "piedra" contra los judíos): Pues esto es lo maravilloso (en esto hay
algo asombroso, LBLA; thaumastón, extraordinario, sorprendente), que vosotros no sepáis de dónde sea, y a
mí me abrió los ojos. -- Era "algo asombroso" que ellos no aceptaran la
autoridad de Jesús aunque hubiera abierto los ojos de un hombre que nació ciego.
Estas dos posturas se contradicen la una a la otra. Los judíos no querían
admitir que el milagro hecho por Jesús era maravilloso, pero el ciego les dijo
que su ignorancia era maravillosa
(asombrosa). La confianza de este hombre de veras es admirable. Bien ilustra lo
que dice el Sal. 91 acerca de "El que habita al abrigo del Altísimo", porque los
que dicen la verdad y defienden la verdad no deben temer a ningún
hombre.
9:31 Y
sabemos que Dios no oye a los pecadores; -- El argumento era que si Jesús hubiera sido un pecador
(impostor, engañador, violador del día de reposo), no podría haber hecho este
milagro, pero Dios sí le oyó a Cristo (compárese 11:41, 42); El hizo este
milagro. Por lo tanto, Jesús no era un
pecador. De esta manera, efectivamente refutaba lo que los judíos decían
acerca de Jesús (9:16, 24). Nicodemo reconoció esta verdad; "nadie puede hacer
estas señales que tú haces, si no está Dios con él" (3:2).
Muchos textos
bíblicos afirman que Dios no oye a los pecadores: 1 Sam. 8:18 "Clamareís ... mas
Jehová no os responderá"; Job 35:12, "Allí clamarán, y él no oirá"; Sal. 18:41,
"Clamaron y no hubo quien salvase; aun a Jehová, pero no los oyó"; Sal. 66:18,
"Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría
escuchado"; Prov. 1:28, "Entonces me llamarán, y no responderá; me buscarán de
mañana, y no me hallarán"; Prov. 15:29, "Jehová está lejos de los impíos; pero
él oye la oración de los justos"; Prov. 28:9, "El que aparta su oído para no oir
la ley, su oración también es abominable"; Isa. 1:15; 59:2; Jer. 11:11; 14:12;
Ezeq. 8:18 etc. Si Jesús hubiera sido como estas personas, Dios no le habría
oído.
-- pero si alguno
es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése (éste, LBLA) oye.
-- Recuérdese que en este contexto
la expresión "a éste oye" tiene que ver con las obras de Dios, o sea, los
milagros hechos por Cristo. Dios le oye, es decir, obra a través de El. (Sal. 34:15, 16;
66:18; Prov. 15:29).
Dios oye a los
que le obedecen. La Biblia no enseña que los pecadores oren, sino que obedezcan
(Mar. 16:16; Hech. 2:38). Saulo de Tarso ya estaba orando, pero Ananías le dijo,
"¿Por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su
nombre" (Hech. 22:16). Cornelio ya estaba orando (Hech. 10:2), pero él recibió
la orden de enviar "hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por
sobrenombre Pedro; él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda
tu casa" (Hech. 11:13, 14).
9:32 Desde
el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació
ciego. -- Magnifica el milagro. Ni
siquiera Moisés y los profetas lo hicieron. Las plagas de Egipto eran obras de
Dios, pero el milagro de abrir los ojos de una persona que nació ciego era especial y único, aun entre
milagros.
9:33 Si
éste no viniera de Dios, nada podría hacer. -- ¡Llegó a su conclusión! ¡Qué argumento tan sencillo,
lógico, e innegable! La lógica de este hombre era irrefutable. Emplea un
silogismo sencillo:
"Premisa mayor:
Sólo los que son de Dios -- es decir, los que temen a Dios (literalmente Error! Reference source not
found.) y hacen su voluntad -- son escuchados por Dios, de forma que
pueden abrir los ojos a los ciegos de nacimiento.
"Premisa menor:
Este hombre, Jesús, fue escuchado por Dios, de modo que abrió los ojos de un
ciego de nacimiento, y con ello realizó un milagro tan grande como nunca se
había oído desde el principio del mundo (literalmente, Error! Reference source not
found.).
"Conclusión: Este
hombre es de Dios. Si no lo fuera, nada podría hacer. Definitivamente no es
pecador". (WH).
9:34
Respondieron y le dijeron: Tú naciste del todo en pecado, -- Habían perdido la batalla; fueron derrotados y
avergonzados por el hombre que nació ciego, y no les quedó ningún argumento más.
Puesto que no eran sinceros, lo único que sabían hacer era volver a vituperarle.
Así los hijos del diablo (8:44) desprecian a un hombre grandemente favorecido
por Dios.
Dice el ver. 18
que "los judíos no creían que él había sido ciego", pero al decir "Tú naciste
del todo en pecado", admiten que el hombre sí nació ciego como él dijo; de otro
modo, ¿por qué dicen ellos que el hombre nació en pecado, puesto que ellos
creían que la ceguera era castigo por el pecado? Este es otro caso de su
hipocresía.
-- ¿y nos enseñas
a nosotros? -- ¿Tú (hombre pecador, ignorante, 7:49,
mendigo) nos enseñas a nosotros? Pero
esto fue precisamente lo que hizo. Con palabras sencillas y claras, con lógica
irrefutable, ¡les enseñó! Podía hacerlo porque hablaba la
verdad.
-- Y le
expulsaron (lo echaron fuera, LBLA). -- Al hablar de ser expulsado de la sinagoga Juan emplea
la palabra aposunagogos (9:22;
12:42; 16:2), pero la palabra expulsaron (echaron) en 9:34 es exebalon, arrojaron. Pero dijeron "Tú
eres su discípulo" (9:28), tratándolo como discípulo de Jesús; ya había
confesado que Cristo era un profeta (9:17) y obrador de milagros (9:32, 33);
después lo confesó como el Hijo de Dios y le adoró (9:38). Por eso, sin duda muy
pronto lo expulsarían oficialmente de la sinagoga. "Bienaventurados seréis
cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y
desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre" (Luc. 6:22).
El ser expulsado por los religiosos que no conocen a Dios es una bendición para
el expulsado.
9:35 Oyó
Jesús que le habían expulsado; y hallándole, -- Jesús no estaba presente cuando el hombre discutía
con los judíos; por su propia cuenta defendía a Cristo. Sin duda conocía la voz
de Jesús, aunque esta haya sido la primera vez que lo
veía.
Jesús siempre
será el Mejor Amigo de los que con denuedo le confiesan. Los hallará en los momentos cuando son
despreciados y rechazados por su Nombre.
-- le dijo:
¿Crees tú en el Hijo de Dios? -- Jesús ya le había dado la vista física, pero ahora le
quiere dar la vista espiritual.
9:36
Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? -- Buscaba la Luz del mundo con toda humildad y
sinceridad. Ya tenía mucha confianza en Jesús y, por eso, le era fácil creer en
El como el Hijo de Dios.
9:37 Le
dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. --
De esta manera tan directa Jesús se
reveló a sí mismo solamente a este hombre y a la mujer samaritana
(4:26).
9:38 Y él
dijo: Creo, Señor; y le adoró. -- 4:20, 21, 22, 23, 24; 12:20. Primero, dijo, "Aquel
hombre que se llama Jesús" (9:11); entonces dijo "Que es profeta" (9:17); que
vino de Dios (9:33); y ahora "Creo, Señor; y le adoró".
Se debe recalcar
con todo énfasis que Jesucristo era
adorado por los hombres, y que aceptó la adoración. El verbo adorar aquí es el mismo que se usa en
4:20-24 y se usa de la adoración divina ("Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es
necesario que adoren", 4:24). Recuérdese que los apóstoles no permitieron que
los hombres le adoraran (Hech. 10:25; 14:18) y que el ángel no permitió que el
apóstol Juan le adorara (Apoc. 19:10), pero Cristo nunca rehusó la adoración de los
hombres.
Los hermanos que
desprecian la deidad de Cristo enseñan dos errores graves al respecto: (1) dicen
que Cristo recibió la adoración porque en esencia El era Dios, pero que no tenía
los atributos de Dios (p. ej., la omnipotencia, la omnisciencia), pero los
atributos de Dios incluyen también
su perfecta santidad, perfecto amor, etc. y son las cualidades básicas e
inherentes de su naturaleza divina, las características que constituyen su deidad. En primer lugar
esta enseñanza es pura locura e insensatez porque Dios no puede deshacerse de
sus atributos divinos, y en segundo lugar, un ser sin estos atributos no sería
Dios en ningún sentido podría ser
adorado. (2) Dicen también que Cristo recibió la adoración, pero que no la
requería, pero este argumento se hace
con pura astucia para ocultar el hecho de que si Cristo no era Dios (en el
sentido bíblico, con todos sus atributos divinos), no habría permitido la adoración (Hech.
10:25, 26; Apoc. 19:10).
9:39 Dijo
Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, --
Mat. 4:16; Luc. 4:18. Estos son
representados por este hombre que nació ciego físicamente y ahora ha recibido su
vista. De la misma manera vivió en un estado de ceguera espiritual, pero ahora
el Señor le abrió los ojos de su entendimiento.
-- y los que ven
(creen que ven, profesan ver y aun
quieren ser guías de los ciegos; los que no están conscientes de su ceguera), sean cegados.-- Estos judíos ("los
sabios", Mat. 11:25) que profesaban ver ("vemos", 9:41; Luc. 18:9) y ser "luz de
los que están en tinieblas" (Rom. 2:19), en realidad eran "guías ciegos" (Mat.
15:14). Estos rechazaron la verdadera luz y, por eso, se hundían en tinieblas
aun más oscuras. Al ver a Jesús y hablar con El solamente querían despreciarlo y
rechazarlo; de esa manera se juzgaban a sí mismos como indignos de la vida
eterna, Hech. 13:46; 9:41,
9:40
Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron:
¿Acaso nosotros somos también ciegos? -- 7:49. Compárese Mat. 21:45, "entendieron que hablaba
de ellos". Creían que eran los ojos de la nación, pero véase Mat.
15:14.
9:41 Jesús
les respondió: Si fuerais ciegos (conscientes de su ceguera), no tendríais pecado (podrían obtener
perdón); -- Hech.
17:30.
-- mas ahora,
porque decís: Vemos (Rom. 2:17-19), vuestro pecado permanece (Mat. 9:12,
13). -- Había más esperanza para los
publicanos y pecadores que para ellos (Mat. 21:31).
* * * * *
* * * * *
Juan
10
10:1 De
cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta -- En este discurso Jesús sigue pronunciando juicio
(9:39-41) sobre los judíos (los líderes). Los fariseos y escribas profesaban ser
los únicos oficiales (pastores) y guías del pueblo (9:24, 29). Acababan de hacer
uso de su autoridad al expulsar al ciego que fue sanado (9:34), pero Jesús vino
al mundo para que los que profesaran ver fueran cegados (9:39). Lo que Jesús dice ahora
(10:1-18) va dirigido a ellos. Desde luego, el que entra por la puerta es el
verdadero pastor (10:2), y los que no
entran por la puerta son falsos pastores. Se refiere a los fariseos y escribas
(Mat. 15:14, los guías ciegos). Dios no autorizaba su conducta (Mat. 23) ni sus
tradiciones humanas (Mat. 15:8, 9). No podían, pues, guiar las ovejas a través
de la puerta.
-- en el redil de
las ovejas, -- (aule, un patio abierto delante de una
casa; luego, un cercado a cielo abierto ... El redil estaba rodeado por lo
general por un muro de piedra, Nm 32:16, y se situaba preferiblemente cerca de
un pozo, Ex 2:16; Sal 23:2, y a menudo era protegido por una torre, 2 Cr 26:10;
Mi 4:8" (WEV).
-- sino que sube
por otra parte, -- Por encima de la
pared. Jesús fue enviado por el Padre, y los líderes de los judíos, a quiénes
Jesús se dirigía, habían venido de su padre el diablo
(8:44).
-- ése es ladrón
y salteador (leistes, 12:6, Judas;
18:40, Barrabás; Mat. 27:38, 44, los
"ladrones" que fueron crucificados con Jesús; el salteador que usa violencia
para robar). -- En el Antiguo
Testamento hay muchos textos que hablan de falsos maestros (Ezeq. 34:1-7; Jer.
33:1-6; Zac. 11:4-11) y otros textos hablan de Dios como el Pastor fiel (Sal.
23;; 80:1, etc.), como también profetizaron del Mesías como el Pastor del pueblo
de Dios (Ezeq. 37:24).
Hay que notar la relación de las figuras del capítulo
10 con la narración del capítulo anterior: como falsos pastores los fariseos
trataron al que nació ciego con crueldad; por eso, fueron juzgados como ciegos
por Jesús. Por causa de su carácter malvado, estos guías, eran clasificados como
ladrones y salteadores. Por causa de la falta de amor de ellos por las ovejas,
Jesús habla del amor que El tiene por las ovejas, y que El da su vida por ellas.
Ellos indicaron que querían dar muerte a Jesús; por eso, El dijo que nadie le
quitaba la vida, sino que El mismo la daba.
10:2 Mas
el que entra por la puerta, el (un) pastor (poimen) de las ovejas es. --
No el pastor, sino un pastor, porque no se describe la
persona sino el carácter. Jesús había explicado repetidas veces que El había
descendido del Padre (8:23, 42, 44; 9:30, 32, 33, 36).
En esta alegoría
(10:6) el rebaño es la iglesia, Cristo es la puerta y también el Buen Pastor, el
Pastor legítimo (10:11, 14; 1 Ped. 2:25; 5:4; Heb. 13:20.
14).
A los ancianos u
obispos se les llaman pastores (Hech. 20:28; 1 Ped. 5:3).
10:3 A
éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; -- El bautista A. T. Robertson dice, "Oyen su voz. Oír y obedecer (versículo
27)". Véase 5:25, notas. Si los bautistas y otros calvinistas pueden entender
que oír quiere decir oír y obedecer, ¿por qué no pueden
entender que creer quiere decir creer y obedecer? Esta es la gran
inconsecuencia de los calvinistas que enseñan que el hombre se salva por la fe
sola.
-- y a sus ovejas
llama por nombre, -- Hasta la fecha
los pastores orientales dan nombres a las ovejas. Los pastores de una
congregación deben conocer bien a los miembros.
-- y las saca. -- Las saca yendo delante
de ellas.
10:4 Y
cuando ha sacado fuera todas las propias, -- No las expulsa sin causa como los fariseos
expulsaron al que nació ciego, sino que las saca para guiarles a los "delicados
pastos" y a "las aguas de reposo" (Sal. 23:2).
-- va delante de
ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. -- Los pastores no son vaqueros, porque las ovejas no
son vacas. Lamentablemente hay pastores que no han entendido esto. Los fieles
pastores saben que solamente tienen que guiar por medio de su ejemplo (1 Ped.
5:3) y la sana doctrina para que las fieles ovejas le
sigan.
10:5 Mas
al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los
extraños. -- Los extraños eran los escribas y los
fariseos. Los extraños no van delante
de las ovejas, sino que como tiranos las sujetan y controlan. "Al ver las
multitudes, (Jesús) tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y
dispersas como ovejas que no tienen pastor" (Mat. 9:36). La gente tenía miedo de sus líderes religiosos (9:22) y
se sometía a ellos, pero no les seguían como ovejas siguen a sus amados
pastores.
En una ocasión un
visitante en Palestina dijo a uno de los pastores que las ovejas no seguían la
voz del pastor, sino que le seguían
porque conocían su vestido. Entonces
el pastor cambió su ropa con el visitante y cuando éste llamó a las ovejas, no
le hicieron caso, pero cuando el pastor les llamó se acercaron a él
(BWJ).
Los que siguen al
Señor no serán engañados por falsos pastores. "Huirán como si se tratara del
lobo o de la plaga" (ATR). Es indispensable que con mucha instrucción todo
discípulo sea confirmado en la fe (Hech. 14:22; Col. 2:7, "arraigados y
sobreedificados en él, confirmados en la fe"), para no ser como "niños
fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina" (Efes. 4:13). Es
triste decirlo pero muchas almas inestables sí conocen la voz de extraños y han
caído en error: algunos han aceptado doctrinas del calvinismo, otros han
aceptado los errores del institucionalismo y la centralización de los fondos de
muchas iglesias en una iglesia patrocinadora, otros han aceptado las doctrinas
de conveniencia con respecto al divorcio y segundas nupcias, y aun otros han
aceptado los errores de los que prohíben que la iglesia tenga clases bíblicas o
que use copitas para repartir el fruto de la vid.
10:6 Esta
alegoría -- paroimian, 16:25, 29;
proverbio, 2 Ped. 2:22; pero aquí alegoría es la traducción correcta.
(Juan no emplea la voz parábola).
-- les dijo Jesús; pero ellos no
entendieron qué era lo que les decía. -- ¿Por qué no entendieron? Eran muy
orgullosos. Tenían un concepto muy alto de sí mismos y de su conocimiento
(7:49). Jesús preguntó a Nicodemo, "¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes
esto?" (3:10). "La idea del cuidado amoroso era tan ajena a la naturaleza de los
fariseos que ellos no podían comprender las figuras que expresaban tal
pensamiento" (JWM). Aun cuando Jesús no
les habló en lenguaje figurado no le entendieron (8:43), porque para ellos
la enseñanza de Jesús era como un idioma extranjero. No entendieron porque no
vieron con sus ojos, ni oyeron con sus oídos, etc. (Mat. 13:15). No entendieron
porque "el velo está puesto sobre el corazón de ellos" (2 Cor.
3:15).
10:7
Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta
de las ovejas (Hech. 4:12). -- Puesto que no entendieron, Jesús
les habla con toda claridad, afirmando su autoridad divina, y que El es la única entrada al Padre (14:6; Efes.
2:18; Heb. 10:20), porque El daría su vida por las ovejas (10:11, 17, 18). Al
revelar al Padre y su voluntad y al dar su vida por las ovejas Jesús abrió la
puerta para que todos puedan entrar en comunión con Dios.
¿Está abierta
esta puerta o cerrada? Está abierta para los ciegos (los humildes como el que
nació ciego, 9:35-38), pero cerrada para los que pensaban que ya veían
(9:39).
10:8 Todos
los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; -- desde luego, no se refiere a Moisés y los profetas,
sino a los pastores falsos mencionados tanto en el Antiguo Testamento como en el
Nuevo Testamento. A través de los
siglos ellos han profesado ser los pastores de Israel, pero Ezeq. (cap. 34)
denuncia a los tales como falsos pastores que se apacientan a sí mismos (34:2).
Jesús les acusó de ser "ciegos guías" que devoraban "las casas de las viudas"
(Mat. 23:14).
Pero estos creían
que no solamente venían antes de Cristo en cuanto al tiempo, sino que también
creían que venían antes de El en cuanto a su autoridad. Lo mismo se puede decir
de todos los que fundan religiones, porque de igual manera rehúsan someterse a
Cristo.
Entre los
ladrones y salteadores había hombres que profesaban ser pastores (Mat. 7:15;
Hech. 20:19) pero las ovejas no les
hicieron caso (LBLA).
10:9 Yo
soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará (para protección y seguridad), y saldrá (con plena libertad en
Cristo), y hallará pastos (Sal.
23:2; encontramos toda bendición espiritual en Cristo, Efes. 1:3). El que cree en Cristo (Jn. 8:24), se
arrepiente de sus pecados (Luc. 13:3, 5), confiesa a Cristo como el Hijo de Dios
(Mat. 10:32; Hech. 8:37), y se bautiza para perdón de los pecados (Hech. 2:38)
entra por la puerta en el rebaño de Cristo. Los que obedecen al
evangelio son añadidos a la iglesia (Hech. 2:47). "Fuimos todos bautizados en un
cuerpo" (1 Cor. 12:13).
10:10 El
ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; -- De esta manera Jesús describe el papel de los guías
religiosos que maltrataban al pueblo de Dios. En la actualidad los falsos
pastores y las religiones falsas siguen hurtando y matando y destruyendo a sus
feligreses, porque se extravían y no perseveran en la doctrina de Cristo (2 Jn.
9). No hay esclavitud más opresiva que la esclavitud religiosa (Mat. 23:15; Gál.
4:8, 9).
-- yo he venido
para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. -- "Lo opuesto a matar y destruir es dar vida. Y lo opuesto al ladrón es el
buen pastor, Cristo. Por esto Jesús dice, (de gracia, 1:16; Ro. 5:17, 20; Ef. 1:7, 8; de gozo,
2 Co. 8:2; de paz, Jer. 33:6). Véase también 2:6, 7; 4:14; 6:13, 32. Estos
pasajes muestran que Jesús siempre da en medida superabundante, en exceso"
(WH).
¿Qué pensamos de
la clase de vida enseñada por Cristo? ¿Creemos que es una vida aburrida, de
puras prohibiciones? ¿Creemos que uno no puede hacer nada de lo que quisiera
hacer? ¿Creemos que Dios siempre busca fallas en nosotros para poder
castigarnos? Según parece, algunos piensan que Dios nos ha creado de tal manera
que la vida de pecado sea más abundante, más rica, más placentera y mejor en
todo sentido que la vida de santidad entregada al servicio de Dios. El corazón
no está bien con Dios si no entiende que la vida espiritual en Cristo es abundante, una vida de gozo y
satisfacción.
Jesús vino al mundo para dar vida a los que estaban
en el valle de los huesos secos (Ezeq. 37:1-14) y para ser su Pastor
(34:24).
10:11 Yo
soy el buen pastor; -- Jehová es el
Buen Pastor (Sal. 23; 79:13; 80:1; 95:7; Ezeq. 34:11-16) y Cristo es el Buen
Pastor. Por eso, Cristo es Dios. Con esta figura Jesús vuelve a afirmar su
deidad. ¿Qué hombre se atrevería a decir, "Yo soy el buen
pastor"?
En la primera parte del capítulo 10 Jesús describe el
contraste entre el carácter de los buenos pastores y los malos pastores, y ahora
afirma que El mismo es el Buen Pastor.
La palabra
kalós (bueno) "llama la atención a la belleza de carácter y servicio como
Error! Reference
source not found. (1 P. 4:10), Error!
Reference source not found. (1 T. 4:6)" (WH). Es bueno y hace buenas
obras (10:32, 33).
-- el buen pastor
-- La palabra buen traduce kalós. Juan dice "el pastor, el bueno".
La nota acerca de esta palabra en el margen del Interlineal de Lacueva dice, "Lit. excelente (El pastor ideal, o el modelo
de pastores)". Compárense otros textos que emplean la palabra kalós: 10:32, "buenas obras" (compárese
Mat. 5:16); Luc. 21:5, hermosas
piedras (del templo); Mar. 9:50, "buena es la sal" (apropiada, excelente
para su propósito); 1 Tim. 4:6, "la buena doctrina".
-- su vida da por
las ovejas. -- 10:15, 17, 18; 1 Jn.
3:16; el mismo verbo se usa en 13:4, "se quitó su manto". En el ver. 14 dice, "Yo
soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen", pero el
énfasis aquí en el ver. 11 es que el buen pastor su vida da por las
ovejas.
El trabajo del
pastor oriental era peligroso. El era el único responsable por las ovejas. El
profeta Amós (3:12) dice, "el pastor libra de la boca del león dos piernas, o la
punta de una oreja". David arriesgaba su vida para proteger las ovejas (1 Sam.
17:34-36). David tenía corazón de pastor, como tipo del Hijo de David, nuestro
Señor Jesucristo quien puso su vida por sus ovejas (1:29; 1 Jn. 2:2). Isa. 31:4 habla de
un grupo de pastores que luchan contra el león.
"En su libro The Land and the Book, el Dr. W. M.
Thomson escribe: 'He escuchado con profundo interés sus descripciones gráficas
de las luchas crueles y desesperadas con estas bestias salvajes. Y cuando se
acercan el ladrón y el salteador (cosa que hacen, por cierto) el pastor suele
tener que arriesgar su vida para defender al rebaño. Conocí más de un caso en el
cual la entregó en la lucha. Un pobre muchacho luchó la primavera pasada entre
Tiberias y Tabor, contra tres salteadores beduinos hasta que lo destrozaron con
sus armas y murió entre las ovejas que defendía'" (WB).
Probablemente
algunos de los oyentes supieran de casos de pastores que perdieron su vida por
las ovejas. Se podría decir que
arriesgaban su vida por las ovejas, pero no se podría decir de ninguno que querían morir por las ovejas. Habrá
casos de pastores que murieron tratando de defender las ovejas, pero no obstante
el gran peligro, muchos pastores no mueren por sus ovejas.
Pablo dice (Hech. 20:29, 30) que de entre los mismos
pastores (ancianos) de la iglesia se levantarían lobos rapaces. Así es que los
enemigos que atacan a las ovejas no siempre vienen de
afuera.
En la muerte de un pastor de Palestina no había eficacia; más bien, si los
asaltantes o fieras pudieran dar muerte al pastor, podrían acabar con las
ovejas. Pero la muerte de Cristo efectuó nuestra salvación (Isa. 53:12; Mat.
20:28).
Ningún pastor --
aun de los más fieles y dedicados --, podría levantarse de entre los muertos.
Cristo es el único Pastor que podía hacerlo.
10:12, 13
Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, --
Los fariseos y otros líderes judíos
eran extraños, ladrones, asaltadores y además, asalariados. No se condena el recibir salario,
porque "el obrero es digno de su salario" (Luc. 10:7), pero "el asalariado" no
ama las ovejas sino solamente su salario. En el cap. 5 vemos que los fariseos no
amaban al inválido de Betesda; en el cap. 8 vemos que no amaban a la mujer
pecadora; en el cap. 9 vemos que no amaban al que nació ciego; y estos casos
eran solamente tres entre muchos, porque así eran ellos. El bienestar de la
gente no les importaba.
Muchos pastores
no eran dueños de las ovejas que pastoreaban, pero habían de cuidar de ellas (y
aun dar su vida por ellas) como si fueran propias. ¡Así era el trabajo del
pastor! Pero el asalariado no está dispuesto a sufrir por el rebaño, sino que
solamente quiere sacar provecho personal. Compárese 1 Ped. 5:2, "Apacentad la grey de Dios ... no por ganancia deshonesta" (1 Ped.
5:2). Uno de los
requisitos de los obispos es que no sea "codicioso de ganancias deshonestas" (1
Tim. 3:3).
-- ve venir al
lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así
que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. --
No ama las ovejas sino el salario. (Ezeq. 34:5; Zac. 11:6). No le importa
la oveja, sino que solamente ama su salario y quiere salvar su propia vida. Pero
el Buen Pastor no permite que el lobo las arrebate de sus manos (10:28, 29), y
en lugar de dispersarlas El las recoge en un rebaño
(10:16).
10:14, 15
Yo soy el buen pastor; -- Entre los
más hermosos textos de la Biblia son aquellos que hablan de Dios como el Pastor
de su pueblo: p. ej., Sal. 23:1, "Jehová es mi pastor; nada me faltará ... ";
Isa. 40:11, "Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos
... "; Ezeq. 34:11-16, "Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo
mismo iré a buscar mis ovejas ... ".
Cuando los
líderes no son fieles, el pueblo de Dios se compara a ovejas sin pastor: Núm.
27:15-17, "Ponga Jehová ... un varón sobre la congregación ... para que ... no
sea como ovejas sin pastor"; 1 Reyes 22:17, "Yo vi a todo Israel esparcido por
los montes, como ovejas que no tienen pastor"; Ezeq. 34:5, "Y andan errantes por
falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y se han
dispersado"; Mat. 26:31, "Jesús les dijo: ... heriré al pastor, y las ovejas del
rebaño serán dispersadas".
Al pecar el
pueblo de Dios se compara con ovejas descarriadas: Isa. 53:6, "Todos nosotros
nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino"; Jer. 50:6,
"Ovejas perdidas fueron mi pueblo; sus pastores las hicieron errar, por lo
montes las descarriaron; anduvieron de monte en collado, y se olvidaron de sus
rediles"; Ezeq. 34:6, "Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en
todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y
no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas"; Luc. 15:4, "¿Qué
hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las
noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta
encontrarla?"
Lo valioso y lo precioso de una oveja se ve en 2 Sam.
12:2, 3, "El rico tenía numerosas ovejas y vacas; pero el pobre no tenía más que
una sola corderita, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y
con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y
durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija".
Para destacar la
persecución que los apóstoles habían de sufrir, Jesús les dice, "Yo os envío
como a ovejas en medio de lobos" (Mat. 10:16).
-- y conozco mis
ovejas, y las mías me conocen, -- Los falsos pastores no conocían al que nació ciego.
No se preocupaban por él cuando "se sentaba y mendigaba"(9:8) y cuando recibió
la vista solamente querían acosarle.
-- así como el
Padre me conoce, y yo conozco al Padre; -- Jesús podía revelar al Padre porque conocía al
Padre.
La relación entre
el Buen Pastor y sus ovejas es semejante a la relación entre El y el
Padre. Hay mutuo amor y comprensión. Compárese 17:21-23; debe haber unidad entre
el pueblo de Dios como la unidad entre el Padre y el Hijo. El nos conoce, conoce
nuestros nombres, dónde vivimos, etc., y nosotros lo conocemos y llevamos su
nombre, tenemos la mente de Cristo, porque somos guiados por su
voluntad.
Conocemos al Señor si aprendemos su
voluntad y cumplimos con la misma. Conocemos a Dios y somos conocidos por Dios
(Gál. 4:9). En el Día Final a algunos que creían que lo conocían les dirá,
"Nunca os conocí; Apartaos de mí" (Mat. 7:23). "Y en esto sabemos que nosotros
le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no
guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él" (1 Jn.
2:4).
-- y pongo mi
vida por las ovejas. -- Otra vez
Jesús anuncia su muerte (Mat. 16:21; 12:31). El amor verdadero se puede observar en
sus acciones.
10:16
También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo
traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. -- Durante su ministerio personal Jesús envió a los
apóstoles a predicar, diciéndoles, "Por camino de gentiles no vayáis, y en
ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa
de Israel" (Mat. 10:5, 6; véase también Mat. 15:24). Pero Jesús preparaba el
terreno para poder derribar la pared de separación entre judíos y gentiles: p.
ej., recordemos lo que Jesús dijo del centurión (Mat. 8:10) y cómo enseñó a los
samaritanos (Jn. 4); el que ayudó al hombre caído por el camino fue un samaritano. Véase Mat. 8:11; Luc.
13:28.
¿Por qué envió el
evangelio a los judíos primero? Rom. 1:16. En primer lugar, porque eran el
pueblo escogido de Dios, y era de esperarse que les diera la preferencia. Pero
otro motivo muy importante era la gran ventaja de ganar discípulos primero entre
judíos para que las sinagogas
sirvieran como lugares estratégicos para alcanzar también a los griegos. Esto se
ve durante los viajes de Pablo y sus compañeros (13:42-48;
17:4).
Los judíos eran
de "este redil", y las "otras ovejas" son los conversos gentiles (11:52; 12:32;
Hech. 18:10; Efes. 2:14-16). Las "otras ovejas" no serían traídos al redil del judaísmo, sino que los que
"son de este redil" y "las otras ovejas" que iba a traer iban a componer un
nuevo rebaño. "Derribando la pared
intermedia de separación ... para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo
hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo" (Efes.
2:14-16).
Jesús y los apóstoles emplean varias metáforas para
ilustrar diferentes aspectos de la relación entre Dios y su
pueblo.
-- reino: "vendrán muchos del oriente y del
occidente, y se sentarán ... en el reino" (Mat. 8:11).
-- cuerpo. (Efes. 1:22, 23; 2:16;
4:4).
-- templo. (1 Cor. 3:16; 6:19; Efes.
2:19-21).
-- casa. (1 Tim. 3:15; Heb.
3:6).
-- iglesia. (Mat. 16:18; Efes. 1:22,
23).
10:17 Por
eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. --
Por eso, el Padre lo amó y lo exaltó
(Fil. 2:9-10). Jesús no iba a perder su vida por circunstancias que estuvieran
fuera de su control; más bien, todos los detalles de su vida terrenal estaban
bajo su control, y El dio su vida.
Jesús murió porque por ese motivo vino al mundo. El nació para morir.
¿Por qué les dijo que podía volver a tomar su vida?
Posiblemente para evitar que se jactaran cuando El fue crucificado. Ellos no
ganaron ninguna victoria sobre Jesús. Todo sucedió de acuerdo al plan de Dios.
No podían darle muerte hasta que llegara su hora, de la cual habló varias veces.
En esta misma ocasión "los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle"
(10:31) "pero él se escapó de sus manos" (10:39). Todo aspecto de la muerte, la
sepultura y la resurrección de Cristo fue programado por Dios. El dirigió el
drama, desde el principio hasta el final.
También al
explicar que volvería a tomar su vida evitaría el exceso de tristeza entre sus
discípulos.
Para Jesús la
cruz ya era una realidad, y su resurrección era igualmente una cosa segura. De
ella no tuvo ninguna duda.
10:18
Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder (autoridad,
LBLA) para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí
de mi Padre. -- Hech. 2:22. La
muerte de Jesús ocurrió conforme al plan de Dios. Era la voluntad de Dios que
Jesús diera su vida por el hombre, Cristo quería dar su vida por el hombre, y El
tenía poder o autoridad para llevar a cabo su
propósito de morir por los hombres, y nadie ni nada pudiera
evitarlo.
En esto vemos la unidad de lo que el Padre hace y lo
que el Hijo hace: el Padre entregó al Hijo y el Hijo entregó su vida; el Padre
levantó al Hijo y el Hijo volvió a tomar su vida. Lo que el uno hace, el otro
hace también. Los hermanos que enseñan que Jesús no tenía poder inherente (poder
propio) enfatizan mucho que el Padre tuvo que levantarlo y rehúsan hacer caso de
este texto que afirma que Cristo mismo tenía "poder para volverla a tomar". Si
Cristo tenía poder para volver a
tomar su vida (poder para resucitar de entre los muertos), ¿por qué algunos de
nuestros hermanos se esfuerzan tanto en negar el poder inherente de Cristo? Los
evangelistas y todo cristiano debemos hacer todo lo posible por exaltar y
magnificar el nombre de Jesucristo, pero parece que algunos hermanos están
resueltos a despreciarlo, porque enseñan que cuando Cristo vino a la tierra, era
simplemente como uno de los apóstoles, porque el único poder que tenía era el
poder que recibió del Padre o del Espíritu Santo. Esta doctrina falsa niega la
deidad de Cristo y, por eso, no debe ser tolerada.
Jesús tenía poder
para poner su vida y para volverla a tomar, pero nosotros no tenemos tal poder.
Al morir somos como el agua derramada sobre la tierra que no se puede
recoger.
10:19
Volvió a haber disensión (división, LBLA) entre los judíos por estas
palabras. -- ¿Qué cantaron las huestes
celestiales cuando Jesús nació? ¿En la tierra paz, buena voluntad para con los
hombres (como dice nuestra versión (la Versión Reina-Valera de 1960)? ¿Jesús iba
a traer paz y buena voluntad a la humanidad? La versión LBLA es más correcta: "en la tierra paz
entre los hombres en quienes El se complace". Esto concuerda mejor con Mat.
10:34-36. Desde luego, Jesús quiere
que haya paz en la tierra, pero lo que causa la disensión es la mente carnal de
los hombres.
A través de este
relato Juan llama la atención a la disensión entre los judíos mismos con
respecto a Cristo: 6:52, 69, 66; 7:12, 25, 43; 8:22; 9:16, 17; 10:19, 24, 41;
11:37; 12:19, 29, 42; 16:18, 19.
10:20
Muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oís? --
Los demonios hacen prodigios pero
son mentirosos (Mat. 24:24; 2 Tes. 2:9).
10:21
Decían otros: Estas palabras (que el
Buen Pastor conoce y ama a sus ovejas y da su vida por ellas) no son de endemoniado. ¿Puede acaso el
demonio abrir los ojos de los ciegos? -- Solamente Dios abre los ojos de los
ciegos (Ex. 4:11; Sal. 146:8). Por eso, esta pregunta esperaba una respuesta
negativa: "Seguramente no creen que el demonio abre los ojos de los ciegos,
¿verdad?" Los demonios quitan la vista pero no la dan. Algunos de los judíos,
pues, razonaban correctamente sobre este punto, pero otros persistían en decir
que Jesús estaba endemoniado (esto equivalía decir que estaba
loco).
Todo el mundo se
enfrenta con la cuestión que inquietaba a los judíos: ¿Jesús de Nazaret era un
loco o un ser divino? No hay término medio. Es en extremo absurdo decir que
Jesús era uno de los mejores hombres y maestros del mundo pero que era
simplemente un hombre. Esto no puede ser. Aun estos judíos, aunque fanatizados,
entendían mejor el punto, y optaron por acusarle de estar endemoniado (loco). Es
una conclusión lógica: si no era el Hijo de Dios, entonces estaba
loco.
Entonces, ¿qué se
piensa de sus palabras (sus
enseñanzas)? Son enseñanzas de un loco?
¿Sus acciones? ¿Son acciones de un
loco?
¿Qué efecto ha
tenido sobre otros? ¿Qué otro loco ha tenido la influencia que Jesús ha tenido sobre la
humanidad?
10:22, 23
Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. -- "Fue instituida por Judas Macabeo para celebrar
anualmente la purificación del Templo (165 a.C.), que había sido profanado en
162 por orden de Antíoco Epifanes. Era parecida a la de los Tabernáculos, y los
judíos la celebran hasta hoy" (VE). "No era una de las grandes fiestas, y podía
ser observada en cualquier lugar sin acudir a Jerusalén"
(ATR).
-- Era
invierno, y Jesús andaba en el templo por el pórtico
de Salomón. -- Los detalles de esta clase son importantes porque indican que
Juan era testigo ocular.
10:24 Y le
rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma (¿Hasta
cuándo nos vas a tener en suspenso LBLA)? Si tú eres el Cristo, dínoslo
abiertamente -- Querían que Jesús
hiciera una declaración formal para poder acusarle. Jesús dijo con toda claridad
a la mujer samaritana (4:26) y al que nació ciego (9:37) que El era el Mesías,
pero si hubiera hablado tan explícitamente a los fariseos afirmando que era el
Mesías, habrían entendido que El estaba dispuesto a ser su rey para librarles de
los romanos.
10:25
Jesús les respondió: Os lo he dicho (que El es el Mesías), y no creéis (10:27; Luc. 22:67; no
creyeron por causa de su malicia y porque se habían tapado los oídos y los
ojos); las obras que yo hago en nombre
de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; -- 5:36; 10:37, 38, "aunque no me
creáis a mí, creed a las obras". "Cualquiera puede discutir acerca de las
palabras; pero no cabe ninguna discusión acerca de las obras. Cualquiera puede
dudar y discutir con todo derecho sobre las afirmaciones que alguien hace acerca
de sí mismo; pero no puede discutir cuando se enfrenta con las obras de esa
misma persona" (WB).
Las obras de
Jesús decían la misma cosa que sus enseñanzas. No había diferencia alguna entre su mensaje y sus
obras, pero los judíos no estaban dispuestos a juzgar las palabras de Jesús a la
luz de sus obras las cuales probaron que Dios estaba con
El.
Desde luego,
diariamente Jesús se identificaba a sí mismo con el Padre (p. ej., 5:19; 8:58),
y su enseñanza y sus obras demostraban que El era el Mesías. Cuando le
preguntaron, "¿Tú, quién eres?", El contestó, "Lo que desde el principio os he
dicho" (8:25).
Las obras que
Jesús hacía eran las señales ("Un obra hice, y todos os maravilláis ...
sané completamente a un hombre", 7:21, 23), y eran las obras del Padre (5:36;
9:4; 10:32, 37, 38). Después de sanar al paralítico de Betesda dijo, "No puede
el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre" (5:19). "Como el
Padre levanta los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere
da vida" (5:21).
Por lo tanto, el
Padre dio su testimonio acerca del Hijo por medio de
las obras milagrosas (señales) hechas
por el Hijo. De esta manera el Padre confirmó que lo había enviado. "Sabemos
que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que
tú haces, si no está Dios con él" (3:2).
Los principales
sacerdotes dieron su testimonio acerca de las señales de Jesús: "¿Qué haremos?
Porque este hombre hace muchas señales" (11:47). Recuérdese lo que este texto
dice: ¡Este hombre hace muchas
señales! Entonces ¿por qué no aceptaron que El era el Mesías? Porque ellos esperaban otra clase de
mesías.
Había mucha
disensión entre los judíos a causa de las señales de Cristo. "Entonces algunos
de los fariseos decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día
de reposo. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y
había disensión entre ellos" (9:16). "Estas palabras no son de endemoniado.
¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos?"
(10:19-21).
Las obras
(señales) no solamente confirman la revelación de Dios, sino que ellas mismas son una revelación de
Dios. Las señales hechas por Cristo decían y dicen que El es el Cristo (el
Mesías), el Hijo de Dios.
Los judíos no
negaron la realidad de las señales.
Más bien, negaron el mensaje (la
revelación) de las señales; es decir, reconocieron que Jesús hacía milagros,
pero rehusaron aceptar que Jesús era el Mesías, porque El no era el mesías que
ellos esperaban. Por lo tanto, rehusaron ser justos y sinceros en cuanto al
significado de los milagros de Jesús.
Juan registra siete señales hechas por
Cristo:
1) Convirtió el
agua en vino (2:1-11) y al hacerlo se manifestó como el Señor de la creación.
Siendo Creador El había creado la vid por la cual el agua debe pasar para formar
la uva. El mismo Creador podía convertir el agua en vino sin que pasara por la
vid.
2) Al sanar al
hijo del oficial del rey (4:46-54),
se manifestó como el Señor sobre la distancia y el espacio, porque lo sanó desde
lejos. Compárese Luc. 7:6-10. No había barreras que estorbaran el poder de
Cristo.
3) Al sanar al
paralítico de Betesda (5:1-9) se manifestó como el Señor sobre el tiempo. Si
"hacía treinta y ocho años" o treinta y ocho minutos "que estaba enfermo", para
Jesús era lo mismo. Había gran diferencia entre la tradición de la gente con
respecto a la agitación del agua, y la realidad del poder de
Jesús.
4) Al multiplicar
los panes y peces (6:1-14) se manifestó otra vez como el Señor de la creación.
El creó granos de trigo que crecen para alimentar una multitud, pero el mismo
Creador puede eliminar el proceso hecho posible por el sol, la lluvia y la
fertilidad del terreno, y en un momento producir la misma cantidad. De cualquier
modo El provee para las necesidades físicas del hombre.
5) Al andar sobre el agua (6:16-21) se manifestó como
el Señor sobre las fuerzas naturales (el viento y las olas), como también el
Señor sobre la fuerza de la gravitación. Al mismo tiempo manifestó su
preocupación por sus discípulos que estaban solos en medio de la tormenta.
Quiere que sepamos que El está presente cuando necesitemos algo y que en sus
manos está el control de todas las fuerzas del mundo
natural.
6) Cuando abrió
los ojos del hombre que nació ciego (9:1-12), se manifestó como la luz del mundo
(8:12; 9:5), el Señor sobre las tinieblas, como también sobre las adversidades
del hombre. El es capaz de cambiar las tinieblas en luz y hacernos olvidar los
años de tinieblas en las que hemos andado.
7) Por último,
como el clímax de las señales, al levantar a Lázaro de entre los muertos
(11:39-44) se manifestó como (la causa de) la resurrección y la vida
(11:35).
Estas señales
(obras del Padre) clara y ampliamente revelan la deidad de Jesús de
Nazaret.
10:26 pero
vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. --
Ellos no creían el testimonio
irrefutable del Padre. No creyeron las señales que eran los hechos del Padre, el testimonio del
Padre.
¿Qué significa la
expresión "no creéis, porque no sois mis ovejas"? ¿Significa que por no ser las
ovejas de Cristo no podían creer? Según el calvinismo, no eran sus ovejas porque
Dios había predestinado que fueran perdidos y, por eso, no podían creer, pero en
realidad no eran ovejas simplemente
porque no creían; es decir, se
condenaban a sí mismos. Las obras y la enseñanza de Jesús no les convencieron
para que le siguieran como ovejas. Los que no están dispuestos a creer no pueden
ser convencidos por medio de argumentos intelectuales, ni siquiera por señales
como las que Jesús hacía.
10:27-29
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, -- 10:4, 5, 14-16; Hech. 13:43-48; 18:10; 2 Tim. 2:19.
Si un extraño (un desconocido) les llama, aunque sea con una voz muy suave y
piadosa, las ovejas de Cristo se espantan y huyen como si fuera un lobo. Entre
más las llame el extraño, más rápido huirán las ovejas. Pero cuando el pastor
llama, corren hacia él y le siguen.
-- y yo les doy
vida eterna; -- ¡He aquí el plan de
salvación! Las ovejas oyen, Jesús las
conoce, le siguen, y les da vida eterna.
-- y no perecerán
jamás, -- La palabra perecer no significa la aniquilación,
sino la pérdida del bienestar espiritual; es decir, nunca serán separadas de Dios.
-- ni nadie
(p. ej., el ladrón y salteador,
10:1; el lobo, 10:12; el león rugiente, 1 Ped. 5:8) las arrebatará de mi mano. -- Rom.
8:37-39.
-- Mi Padre que
me las dio (6:37), es mayor que todos, -- En cuanto a su
deidad Jesús no se incluye a sí mismo en la palabra todos, porque El es igual al Padre
(5:18) y siendo uno (10:30) son inseparables. (Véase 10:28,
notas).
-- y nadie las
puede arrebatar de la mano de mi Padre. -- Nadie puede vencer al Padre para quitar de las manos
de Jesús las ovejas que oyen su voz y le siguen pero, desde luego, las ovejas
pueden dejar de oír y seguir a Jesús.
Los calvinistas
(p. ej., los bautistas) citan este texto para probar la doctrina de la llamada
"perseverancia de los santos" (la imposibilidad de la apostasía), pero Jesús no
dice que las ovejas no pueden dejar de oír su voz ni dejar de seguirle. No enseña que se les quita a las
ovejas el libre albedrío. "Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él
te desechará para siempre" (1 Crón. 28:9).
Muchos textos
enseñan que las ovejas pueden dejar de oír a Jesús y dejar de seguirle. Jesús lo
enseña en este mismo libro (15:4-7). Pablo lo enseña en 1 Cor. 9:27; 10:12; Gál.
5:4, y en muchos otros textos. También Pedro, Juan y los otros escritores del
Nuevo Testamento lo enseñan. Lamentablemente muchas ovejas han dejado de oír y
seguir a Jesús: p. ej., 1 Tim. 1:19, 20; 2 Tim. 2:17, 18; 2 Tim. 4:10; Heb.
6:4-8; 2 Ped. 2:20-22. En la actualidad lo mismo sucede.
10:30 Yo y
el Padre uno somos. -- 5:19; 8:19;
12:45; 14:9; 17:21-23. Los que aceptan que las obras de Cristo son las obras del
Padre entienden esta afirmación (10:37, 38). El problema principal de los judíos
era que no conocían al Padre (5:37, 38; 8:19); por eso, no reconocían que las
obras de Jesús eran las obras del Padre.
10:31, 32
Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle (8:59; Lev. 24:14-16). Jesús les respondió: (sus acciones
"hablaron" y El las contestó) Muchas
buenas (kalá) obras (obras hermosas o preciosas, que merecen
admiración y respeto, Mar. 14:6; véase 10:11, notas) os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de
ellas me apedreáis? -- ¿Por qué
clase de obra? Compárese 12:33, "de qué clase de muerte" (LBLA) (véase también 21:19). ¿Cuál es
el carácter de esa obra en particular
por la cual me apedreáis? ¿por que piensan que no es buena sino mala? Por ejemplo, sanó al paralítico de
Betesda (cap. 5), multiplicó los panes y peces (cap. 6) y abrió los ojos del
hombre que nació ciego (cap. 9). ¿Estas obras eran malas? Si con sinceridad los judíos
hubieran examinado sus obras, habrían imitado al hombre que nació ciego
(9:38).
10:33 Le
respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la
blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios. -- Lev. 24:15, 16. -- Esto indica claramente que "Hijo de
Dios" (10:36) equivale a "Dios". Al confesar a Jesús como "el Hijo de Dios"
(Hech. 8:37) confesamos que El es Dios el Hijo.
10:34
Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: -- Basándose en la ley de Moisés (Lev. 24:14), los
judíos pensaban apedrear a Jesús; por eso, El hizo un argumento para refutarles,
basándose en la misma ley.
-- Yo dije,
dioses sois? -- En base a lo que su
ley decía acerca de la blasfemia, "volvieron a tomar piedras para apedrearle";
por eso, Jesús cita esa misma ley contra ellos. "Yo dije: Vosotros sois dioses,
y todos vosotros hijos del Altísimo" (Ex. 21:6; 22:8; 2 Crón 19:5-7; Sal. 82:6).
A los jueces se les llamó "dioses" por ser representantes de Dios, y los judíos no
protestaban contra este uso del término.
10:35, 36
Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios -- Solamente en este sentido se les llamó dioses; es decir, porque eran "aquellos
a quienes vino la palabra de Dios". Si Jesús podía decir que era "dios" aun en el sentido muy limitado en que
los jueces se llamaron dioses,
entonces los judíos no tenían el derecho de apedrearle. Al decir esto, de
ninguna manera afirma que El es el Hijo de Dios en el mismo sentido en que los
jueces eran llamados dioses. El propósito del argumento de Jesús era simplemente
mostrar la inconsecuencia de los judíos.
-- (y la
Escritura no puede ser quebrantada), -- No puede ser invalidada, 7:23; 24:35; Heb. 4:12.
Esta es una afirmación clara de la inspiración de las Escrituras del
Antiguo Testamento.
-- ¿al que el Padre santificó (como
santificó el día de reposo, Ex. 20:11; el altar, Lev. 16:19; a los sacerdotes, 2
Crón. 26:18; y al profeta, Jer. 1:5) y
envió al (eis ton) mundo, -- "llamó dioses (concedió que llevasen el nombre
divino) a aquellos (los jueces y otros gobernantes, hombres mortales) a quienes vino la palabra de Dios" (bajo
una dispensación especial y limitada), pero al hablar de sí mismo (Cristo) dice,
"al que el Padre santificó y envió al
mundo". Los jueces ya estaban en el mundo cuando la palabra de Dios vino a
ellos, pero Cristo fue enviado desde el cielo para entrar en el mundo. Desde
afuera vino "al" (eis ton) mundo.
Nunca hubiera dicho tal cosa acerca de los jueces y otros gobernantes del
pueblo.
-- vosotros
decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy? -- Jesús no está analizando la diferencia entre su
relación con Dios y la relación entre Dios y los jueces. El único propósito de
Jesús era callar la acusación contra El. Lo hizo por medio de un argumento muy
sencillo e irrefutable. Ellos bien sabían que los jueces eran llamados dioses y
no protestaban contra ello; por eso, eran inconsecuentes (hipócritas) al acusar
a Jesús de blasfemia cuando dijo que era el Hijo de Dios.
Los "testigos" del Atalaya y otros incrédulos se
aprovechan de este texto (lo tuercen, 2 Ped. 3:16) para enseñar que Jesús era
"un dios" (Jn. 1:1, de su "biblia" falsa). Ellos creen que 10:34-36 apoya su
"traducción" de 1:1, pero recuérdese que Dios ayuda a los que no reciben el amor
de la verdad "para que crean la mentira" (2 Tes. 2:10-12). Dios nunca habló de hombre alguno como "al
que el Padre santificó y envió al mundo", pero Juan dice, "testificamos que
el Padre ha enviado al Hijo el Salvador del mundo" (1 Jn.
4:14).
10:37 Si
no hago las obras de mi Padre, no me creáis. -- Si Jesús no hizo las obras del Padre, entonces no dio la enseñanza del Padre, porque las dos
cosas son inseparables. Las enseñanzas de Jesús y las obras de Jesús eran el
mensaje del Padre. "Creedme que yo
soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras"
(14:11). Los judíos decían que el testimonio de Jesús no era apoyado por el
Padre y que, por eso, ellos no deberían creerlo, pero no creyeron porque habían
cerrado sus ojos para no ver sus obras (9:41). Jesús no solamente nos dice que El es el Hijo de Dios, sino que
lo demuestra con sus obras. Compárese
Mat. 11:3-5.
Obras (hechos) son irrefutables. No
puede haber negación de hechos literales.
10:38 Mas
si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, (la prueba suprema, 9:16; 10:21) para que conozcáis y creáis que el Padre
está en mí, y yo en el Padre. --
Los que creyeron a las obras ineludiblemente llegaron a la conclusión de que
el Padre estaba en Jesús y El en el Padre. Véase 10:30,
notas.
10:39
Procuraron otra vez prenderle, -- ¿Por qué procuraron prenderle cuando poco antes "volvieron a
tomar piedras para apedrearle"? Parece que el argumento de 10:34-36 les hizo
recapacitar sobre el tema de la blasfemia.
-- pero él se
escapó de sus manos. -- 8:59; Luc. 4:29, 30.
10:40 Y se
fue de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde primero había estado
bautizando Juan; y se quedó allí. -- Volvió para la Pascua y para ser
crucificado. Jerusalén no conoció "el tiempo de su visitación" (Luc. 19:34);
esto fue la causa de la lamentación de Jesús sobre la ciudad (Mat. 23:37,
38).
10:41 Y
muchos venían a él, y decían: Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo
lo que Juan dijo de éste, era verdad. -- Con estas palabras confirmaron que verdaderamente
Juan era el profeta del cual Isaías (40:3) y Malaquías (4:5)
hablaron.
10:42 Y
muchos creyeron en él allí. -- Los
judíos de Jerusalén eran incrédulos endurecidos, pero estos creyeron en
El.
* * * * *
* * * * *
Juan
11
11:1
Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, -- La enfermedad y muerte de Lázaro era la ocasión para
la séptima de las señales registradas por Juan.
-- la aldea de
María y de Marta su hermana. -- Lázaro es mencionado solamente por Juan, pero sus
hermanas son mencionadas por Lucas (10:38-42).
11:2
(María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con
perfume, y le enjugó los pie con sus cabellos.) -- 12:1-8. Recuérdese que Juan escribió este libro a
fines del siglo, y que no se preocupaba mucho por la cronología de los eventos.
Por eso, al introducir el caso de Lázaro, de una vez lo identifica con la María
que ungió a Jesús y en seguida nos da los detalles de esto también. Este evento
no debe confundirse con aquel de Luc. 7:36-50. Al hablar de María, Juan la
identifica como la hermana de Lázaro porque el nombre María era muy
común.
11:3
Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está
enfermo. -- Compárese 2:3; como
María no pidió nada cuando el vino faltaba, sino que simplemente dijo, "No
tienen vino", de la misma manera las hermanas de Lázaro no pidieron nada, sino
que simplemente presentaron el caso al Señor. (Compárese también 2 Reyes 19:14).
Sin duda querían que El viniera (11:21, 32), pero solamente le avisaron que Lázaro estaba enfermo,
esperando que Jesús decidiera venir al pensar en la necesidad de ellas y en el
amor de Jesús por su hermano. El amor verdadero no tiene que exigirse o rogarse,
sino que solamente tiene que enterarse de la necesidad de otro. (Algunos
comentaristas atribuyen este buen pensamiento a Agustín).
11:4
Oyéndolo Jesús, dijo (no replicó, sino que dijo, tal vez a los discípulos): Esta enfermedad no es para muerte, --
"Lázaro murió, pero no para quedar muerto" (ATR); es decir, Jesús sabía que
lo iba a resucitar.
-- sino para la
gloria de Dios (9:3), para que el Hijo de Dios sea glorificado
por ella. -- Cuando el Hijo es glorificado, el Padre es glorificado. Sería
glorificado al levantar a Lázaro de entre los muertos, demostrando de esa manera
que tenía "las llaves de la muerte y del Hades" (Apoc. 1:18) y, por eso, que El
es el Hijo de Dios. Por causa de ese milagro de Jesús, los judíos estaban aun
más resueltos a darle muerte (11:47, 53), y Jesús fue glorificado cuando fue
crucificado (12:16, 23; 13:31, 32; 17:1, 4, 5), porque por medio de su muerte
destruyó al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo (Heb. 2:14;
Col. 2:15).
Cuando la vida triunfa sobre la muerte, Cristo es glorificado. De esa
manera los que triunfan sobre el pecado, resucitando del bautismo para andar en
vida nueva (Rom. 6:4) glorifican a Cristo.
11:5 Y
amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. -- Jesús amaba a los tres y, por eso, se preocupaba por
ellos. Cuando parece que Dios demora
en contestar nuestras súplicas, recordemos que El nos dará lo que pidamos o algo
mejor. En este versículo el verbo amar viene de agapao, que significa estar lleno de
buena voluntad y mostrarla en acciones que buscan el bienestar del objeto de su
amor. En el ver. 3 las hermanas hablaron de otra clase de amor (phileo, el amor de afecto y
amistad).
Jesús no solamente ama a su iglesia, sino también a
cada discípulo. Juan no dice que
Jesús amaba a la familia de Lázaro, sino a Marta, a María y a Lázaro (JBC). Nos
conviene hablar de esta manera en cuanto a los nombres de nosotros: Jesús ama a
Juan, a su esposa, Rosa, a su hija Clara, a su hijo Guillermo, etc., hasta el
último miembro de la familia.
11:6
Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde
estaba. -- No esperó dos días por
ser indiferente, pues El "amaba ... a Lázaro", pero cuando las hermanas avisaron
a Jesús de la enfermedad de Lázaro, querían que El viniera para sanarlo, pero El
tenía otros planes. Desde luego, si Jesús hubiera querido sanarlo, no habría
sido necesario que El volviera a Betania (compárese 4:47-53, no tuvo que
descender a la casa del noble para sanar a su hijo).
A veces Jesús
sujetó a prueba la fe de sus discípulos. Quería que su fe fuera más fuerte, para
que El pudiera bendecirles aun más.
Parece que Lázaro
murió el mismo día que sus hermanas enviaron el mensaje a Jesús, porque ese día
más los dos que esperó más otro día para viajar fueron cuatro días (11:17,
39).
11:7, 8
Luego, después de esto (los dos
días), dijo a los discípulos: Vamos a
Judea (no dice Betania, sino Judea) otra vez (10:40). Le dijeron los discípulos: Rabí, ahora
procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá? -- Los discípulos no
entendían la expresión, "porque todavía no había llegado su hora" (7:30; 8:20).
Por eso, se inquietaron, porque creían que si El volvía a Judea, los judíos
seguirían con el plan de apedrearle.
11:9, 10
Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? -- El día de Jesús era el tiempo disponible
para llevar a cabo la voluntad de Dios. En ese día todavía había tiempo para hacer esta
obra. "Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día
dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar" (9:4). La noche todavía no había llegado.
Sin temor, pues, haría otra obra:
levantaría a Lázaro de entre los muertos; los judíos no podían evitar que lo
hiciera.
Pablo no estaba
dispuesto a evitar peligros con el fin de extender sus días sobre la tierra.
(Hech. 20:24).
-- El que anda de
día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; -- Jesús estaba resuelto a cumplir la voluntad del Padre
(andar de día). En toda actividad de su vida, aun en los momentos finales, El
andaba en plena luz. Por lo tanto, los discípulos no deberían preocuparse por la
seguridad de Jesús si El volvía a Judea. La palabra día no se refiere solamente al tiempo
disponible, sino también a las bendiciones (ayuda, dirección, fuerza) que se
reciben de Dios cuando vivimos de acuerdo con su voluntad.
-- pero el que
anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él. -- 8:12;
12:35. El que anda de día imita el ejemplo de Jesús, cumpliendo en su vida el
propósito de Dios, durante el tiempo disponible. Anda en la luz (1 Jn. 1:7)
porque no practica el pecado sino la
justicia (1 Jn. 3:7, 8). En medio de toda clase de peligro anda confiado porque
no es como "el que anda de noche", tropezando "porque no hay luz en él".
Compárese 1 Jn. 2:10, 11, texto que es muy semejante a 11:9,
10).
11:11
Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo (15:13-15, otro nombre de los discípulos) Lázaro duerme; -- Luc. 8:52; Hech.
7:60; 2 Ped. 3:4. El dormir es un
eufemismo ("modo de expresar con
suavidad o decoro ciertas ideas") para hablar de manera más agradable de la
muerte. La palabra cementerio quiere
decir un lugar para dormir. El uso de este término no significa que los muertos
están inconscientes, pues no se refiere al espíritu (o alma), sino al
cuerpo.
Esta descripción
de la muerte alienta a los discípulos de Jesús, porque es "una figura que la
hace una fase de la vida" (FLG). El sueño es un pensamiento agradable; no es una
condición permanente sino breve. Los
que están dormidos se despertarán. Es
un tiempo de reposo (Apoc. 14:13). La
muerte de los incrédulos es una pesadilla, pero la muerte de los
discípulos es un dulce sueño.
Poco después
Jesús dirá a sus apóstoles, "Voy, pues, a preparar lugar para vosotros" (14:2).
"Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos" (Sal. 116:15). Cuando
el otro Lázaro murió, "fue llevado por los ángeles al seno de Abraham" (al
paraíso) (Luc. 16:22). Jesús dijo al ladrón en la cruz, "Hoy estarás conmigo en
el paraíso" (Luc. 23:43). "Para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia
... teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor"
(Fil. 1:21, 23).
-- mas voy para
despertarle. -- Si alguno duerme en
Cristo, lo despertará porque El es la resurrección y la vida (11:25). La resurrección de Lázaro bien
ilustra lo que en el Día Final
Jesús hará por todos sus amigos (FP).
11:12
Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. -- Lo que dijeron era cierto, porque Lázaro estaba
dormido en sentido figurado e iba a sanar
(volver a vivir), pero no podían apreciar la verdad de lo que decían
(compárese 11:49-52). Ellos querían decir que si Lázaro estaba literalmente
dormido, entonces la crisis de su enfermedad había pasado y que ya estaba
recuperando.
En vista de Luc. 8:52 ("no está muerta, sino que
duerme") ¿por qué no entendían que Jesús habló de la muerte? Tal vez porque Jesús había dicho que
"Esta enfermedad no es para muerte" (ver. 4); es decir, si Lázaro no iba a
morir, entonces el sueño a que se refería no era el sueño de
muerte.
Tenían gran deseo
de que Lázaro sanara, no solamente porque él era su amigo, sino también porque
de esa manera Jesús no tendría que volver al peligro que le esperaba en
Judea.
11:13, 14
Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del
reposar del sueño. Entonces Jesús les dijo claramente (16:29, sin metáfora): Lázaro ha muerto;-- Juan no dice que
las hermanas avisaran a Jesús que Lázaro había muerto, pero Jesús se dio cuenta
de su muerte porque cuando El estuvo aquí en la tierra, como siempre, era omnisciente. Por lo tanto, Jesús no quería decir
que iba a despertarlo de un sueño normal, sino que iba a levantarlo de entre los
muertos.
El libro de Juan
registra siete de las muchas señales
que Jesús hizo para que creamos que Cristo es el Hijo de Dios, y tengamos vida
eterna. Aparte de estas siete señales Jesús demostró su omnisciencia: p. ej.,
1:48, de Natanael; 2:24, 25, de todos; 4:17, 18, de la samaritana; 6:15, de los
"que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey". Solamente Dios conoce al
hombre de esta manera; por eso, Cristo es Dios.
11:15 y me
alegro por vosotros, de no haber estado allí, -- Al dar lectura superficial a esto, nos puede parecer
cruel, pero esto bien ilustra la importancia de estudiar el contexto. Muchos
textos bíblicos se "entienden" mal, porque no se estudian en su
contexto.
-- para que
creáis; -- ¿No eran creyentes? Claro
que sí, pero la fe tiene que crecer y a la medida que va avanzando de un nivel a
otro más alto, nos parece que nuestra fe anterior casi no era fe sino
incredulidad (FLG). Al ver a Jesús
las hermanas dijeron, "Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría
muerto" (11:21, 32), pero Jesús fue a Betania después de la muerte de Lázaro,
para poder levantarlo de entre los muertos, con el objetivo de que la fe de sus
discípulos aumentara. Aunque el sanar era una señal importante, el resucitar a
los muertos era una señal más grande, y debería producir aun más fe. Jesús
levantó a la hija de Jairo (Mar. 5) y al hijo de la viuda de Naín (Luc. 7) poco
después de haber muerto, pero cuando Jesús dijo, "Quitad la piedra" del sepulcro
de Lázaro, "Marta ... le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días"
(11:39). Así, pues, esta señal era aun más significativa que las
otras.
En ese tiempo lo
más importante para los discípulos era una fe fuerte para poder soportar la
severa prueba que les esperaba. Véanse Luc. 22:30, 31; Mar. 14:50; 16:11, 14;
Luc. 24:11, 21, 25.
-- mas vamos a
él. -- Como si todavía estuviera
vivo y que pudieran visitarle.
11:16 Dijo
entonces Tomás (14:5; 20:24;
21:12), llamado Dídimo, -- Los dos
nombres significan gemelo o mellizo (en arameo, Tomás; en griego,
Dídimo).
-- a sus
condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él. --
(26:35). Al recordar que hacía poco
los judíos querían apedrear a Jesús (11:8), Tomás creía que si Jesús volvía a
Jerusalén, sin duda los judíos le darían muerte. Por lo tanto, por no entender
la expresión, "Todavía no ha llegado su hora" (7:30; 8:20), propuso que los
apóstoles le acompañaran para morir con él. Esto indica la falta de comprensión
y de fe de este apóstol. Parece que era muy valiente, pero ¿qué pasó cuando
Jesús fue prendido? (Mat. 26:56). Aun después de la resurrección de Jesús, la fe
de Tomás era muy débil (20:25-29).
11:17 - 19
Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el
sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios
(unos tres kms.); y muchos de los judíos (al decir judíos Juan se refiere a los de Judea, y
comúnmente a los oficiales, que eran los adversarios de Jesús; el hecho de que
acompañaran a las hermanas de Lázaro en su aflicción no indicaba que habían
cambiado su actitud hacia Jesús) habían
venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano. -- Esta familia
era bien conocida y apreciada.
11:20, 21
Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se
quedó en casa. Y Marta dijo a Jesús: Señor (Jesús no era como los rabinos que no instruían a las
mujeres; por el contrario, Jesús era el Señor de Marta y María, 11:32), si hubieses estado aquí, mi hermano no
habría muerto. -- Ella tenía fe en su poder sanador, pero no se dio cuenta
(o tal vez se le olvidó) que Jesús podía sanar de lejos (4:50; Luc.
7:7).
11:22 Mas
también sé ahora que todo lo que pidas (aitese) a Dios, -- Tanto Vine como Lenski (y tal vez otros) citan a
Trench para distinguir entre el verbo aiteo y el verbo erotao. Vine explica que "el Señor
Jesús nunca utiliza aiteo por lo que
respecta a pedir al Padre". Entonces da una cita de Trench: "La conciencia de Su
igual dignidad, de Su intercesión poderosa y prevalente, se muestra en esto, que
cada vez que El pide, o afirma que El pedirá algo al Padre, siempre utiliza el
verbo erotao, esto es, pedir en
términos de igualdad, Jn 14:16; 16:26; 17:9, 15, 20, y nunca aiteo. Marta, al contrario, revela
claramente su pobre e indigna concepción de la persona del Señor, al adscribirle
... aquel aiteo que El nunca se
adscribe a Sí mismo, Jn 11:22" (Sinónimos
del Nuevo Testamento). Lenski da una cita aun más larga para demostrar que
aiteo indicaba inferioridad: p. ej.,
en Hech. 12:20; Hech. 3:2; Mat. 7:9; 1 Jn. 3:22.
-- Dios te lo
dará. -- Parece que Marta creía que
Jesús podía resucitar a su hermano pero después, cuando Jesús dijo, "Quitad la
piedra", Marta dijo, "Señor, hiede ya, porque es de cuatro días" (11:39). Estas
palabras no parecen indicar que ella
esperara la resurrección de su hermano.
11:23, 24
Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. (Jesús no le dijo que en esos momentos El pensaba
resucitar a su hermano.) Marta le dijo:
Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero (6:40, 54). -- "De las dos esperanzas que podía
presentar a Marta la palabra de Jesús, ella se atiene a ... la más lejana, la resurrección del último día" (B-S).
¿No sabía Marta que Jesús había resucitado al hijo de la viuda de Naín? Después
de registrar este milagro Lucas (7:17) dice, "Y se extendió la fama de él por
toda Judea". Así también, cuando
Jesús resucitó a la hija de Jairo, Mateo (9:26) dice, "Y se difundió la fama de
esto por toda aquella tierra". Entonces, si ella sabía de esas resurrecciones,
¿por qué no creería que Jesús resucitaría a su amado amigo
Lázaro?
Con la excepción
de los saduceos (Mar. 12:18) los judíos creían en la resurrección "en el día
postrero", pero ¿qué tanto les consolaba esa esperanza al morir un ser
querido? Parece que para muchas
personas que profesan creer en la resurrección, es una promesa muy vaga, muy
remota, y que tiene poca fuerza para animarles en los momentos difíciles (1 Tes.
4:13-18).
11:25 Le
dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; -- Jesús quería que la fe de Marta aumentara, que si
ella creía en la resurrección en el día postrero debería entender que esa
resurrección sería efectuada por Cristo. Al decir "Yo soy la resurrección" decía
que El es el poder que la efectúa
(6:39, 54; 10:28), que en su persona estaba presente la vida y la resurrección.
El es la fuente o la causa de la vida física y de la vida
espiritual (la vida eterna) (1:4; 5:26-29; 10:10). Es necesario creer no
solamente en la realidad de la resurrección como un hecho, sino también en la persona que hace posible la
resurrección.
La verdad
expresada aquí es, en realidad, la misma verdad expresada a la samaritana acerca
del agua de vida (4:10, 14) y a los galileos acerca del pan de vida (6:35). "En
él estaba la vida" (1:4).
-- el que cree en
mí, aunque esté muerto, vivirá. -- En Cristo los muertos viven, y los vivos no mueren.
Cristo quería llevar a Marta a un nivel más alto de fe. Quería que comprendiera
que la resurrección del cuerpo tiene su sentido verdadero en la vida eterna que
Cristo nos da.
11:26, 27
Y todo aquel que vive y cree (sigue creyendo) en mí, (puesto que la fe sin obras está muerta, Sant. 2:26,
el creer requiere la obediencia) no
morirá eternamente. -- "no sufrirá daño de la segunda muerte", la separación
eterna de Dios, (Apoc. 2:11; 20:6, 14; 21:8). Desde luego en este texto el creer en
Cristo significa nacer otra vez (3:3, 5, 36). La muerte física no destruye la vida
que el creyente recibe de Cristo, porque significa comunión con Dios. Los que
mueren en el Señor (Apoc. 14:13) serán resucitados para vida eterna, y los vivos
que creen en El no perecerán. La muerte física es la puerta por la cual el
creyente pasa a una vida incomparablemente mejor que la vida aquí. No hay y no
habrá ningún supuesto "purgatorio". Tampoco habrá lo que los materialistas
suelen llamar "el sueño del alma". No hay y no habrá nada que interrumpa la
comunión de los fieles con el Señor.
-- ¿Crees esto?
Le dijo: Sí, Señor; -- ¿Creía en
verdad que los que creen en Cristo no morirán cuando en ese momento su hermano,
un fiel discípulo de Cristo, estaba muerto?
-- yo
(por mi parte) he creído que tú eres el Cristo, el Hijo
de Dios, que has venido al mundo (6:14; Mat. 11:3) -- Esta es la confesión de fe que es
necesaria para la salvación. Hicieron esta confesión Juan el bautista, 1:34;
Andrés, 1:41; Natanael, 1:49; Pedro (hablando también por los otros apóstoles),
6:68, 69; Tomás, 20:31. Véanse otros textos sobre la confesión de fe en
Jesucristo como el Hijo de Dios: Mat. 10:32, 33; 16:16; Mar. 8:38; Hech. 8:37;
Rom. 10:10; 1 Tim. 6:12.
11:28, 29
Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto: --
Le habló en secreto para que de
manera privada María pudiera conversar con Jesús.
-- El Maestro
(Rabí, que traducido es, Maestro,
1:38; 3:2, 10; 13:13, 14; 20:16; primero Cristo era el Maestro y después el
Salvador y Mediador, pero es el Salvador y Mediador solamente de los que lo
aceptan por Maestro y practican su enseñanza) está aquí y te llama. Ella, cuando lo oyó,
se levantó de prisa (rápidamente, LBLA) y vino a él. -- No preguntó cuál,
porque Marta y María no tenían más que un solo Maestro.
Todos los que han
sido bautizados en Cristo deben imitar a María, viniendo rápidamente a Cristo para adorarle
(11:32).
11:30, 31
Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde
Marta le había encontrado. Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la
consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido,
la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí. -- El verbo llorar traduce la palabra klausei. Esta palabra se usaba del
lamentarse y clamar como lo hizo la gente cuando murió la hija de Jairo (Mar.
5:38). Los judíos siguieron a María y, por eso, estuvieron presentes para ser
testigos de la resurrección de Lázaro (11:42 dice que había una multitud).
11:32, 33
María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies
(el lugar que ella amaba), -- En otra ocasión estaba a los pies
de Jesús para oír su palabra (Luc 10:39); en esta ocasión se postró a sus pies para adorarle; y
"seis días antes de la pascua ... ungió los pies de Jesús" con perfume,
12:3.
-- diciéndole:
Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. Jesús entonces, al
verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se
estremeció en espíritu (se conmovió profundamente, LBLA). -- Cuando los fariseos pidieron una señal del cielo,
Jesús "gimiendo en su espíritu, dijo: ¿Por qué pide señal esta generación?"
(Mar. 8:11, 12).
La palabra estremecerse (conmoverse profundamente) traduce la palabra griega, enebrimésato, del verbo (embrimáomai). Jesús se conmovió
profundamente a causa de la simpatía que sentía por las hermanas de Lázaro y por
los que les acompañaban en su dolor (Heb. 2:18; 4:15). Verdaderamente "El mismo
tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias" (Mat. 8:17). Era capaz
de sentir el peso de estas
cargas.
Hay otro aspecto
de esta palabra. Al definirla el léxico de Grimm-Thayer dice, "ser movido con
indignación"; el léxico de Arndt y Gingrich dice, Jesús "con indignación ... ";
The Analytical Greek Lexicon dice que
estaba "muy agitado"; Moulton and Milligan (The Vocabulary of the Greek
Testament) dice que este verbo expresa fuerte desaprobación; los comentaristas
Bonnet y Schroeder dicen, "significa que Jesús experimentó entonces, en la más
intima profundidad de su ser, una violenta indignación"; pero Vine dice,
"Es indubable que el Señor estaba profundamente conmovido ante la combinación de
circunstancias, presentes, y del futuro inmediato. Pero la indignación no parece
expresar aquí Sus sentimientos".
La evidencia
demuestra que esta palabra sí indica indignación, pero ¿qué sería la causa de
tal emoción? Algunos dicen que se irritó por causa de la falta de fe de Marta,
Maria y los judíos, pero el contexto no confirma este concepto. Otros dicen que
estaba irritado porque sabía que la lamentación de los judíos no era sincera,
pero Juan no hace distinción entre el llorar de María y el de los judíos. El
ver. 36 ("Dijeron los judíos: Mirad cómo le amaba") no suena como palabras de
hipocresía.
En una ocasión
Jesús reprendió a un espíritu inmundo diciendo: ¡Cállate, y sal de él" (Mar.
1:25), y en otra "reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y
sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él" (Mar. 9:25). Estos textos
ilustran el conflicto continuo entre Jesús y las fuerzas de Satanás. "Para esto
apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo" (1 Jn. 3:8). Si en
esta ocasión había algo de indignación en el corazón de Jesús, habría sido en
contra de todos los males causados por la muerte, que es el "último enemigo" (1
Cor. 15:26), la última arma de Satanás contra la humanidad.
-- y se conmovió
-- etaraxen (del verbo tarasso). Dice Vine, "(1) en un sentido
físico, Jn 5:7 (se agita); (2) metafóricamente ... Jn 11:33 ... se angustió".
Estos términos son dos de los más fuertes para expresar lo profundo de sus
emociones. Este último aparece otra vez en 13:21 cuando anunció que "uno de
vosotros me va a entregar".
11:34 y
dijo: ¿Dónde le pusisteis? -- Siendo
omnisciente, Jesús no tenía que pedir información. Compárese la pregunta que
hizo antes de multiplicar los panes y peces (6:5); también en Mar. 5:30, "¿Quién
ha tocado mis vestidos?" Le dijeron:
Señor, ven y ve.
11:35
Jesús lloró. -- Isa. 53:3. En
nuestra versión este texto es el más corto del Nuevo Testamento, pero en el
texto griego tiene dieciséis letras, pero 1 Tes. 5:16 ("Estad siempre gozosos")
tiene solamente catorce (GNW). No lloró en el sentido de lamentar o clamar (klaio, 11:33; Mar. 5:38), sino que
solamente derramó lágrimas (edakrusen). En esto Jesús se ve como el
hermano compasivo que llegó a ser
nuestro Sumo Sacerdote compasivo que conoce perfectamente nuestra debilidad y
tristeza (Heb. 2:17, 18).
Después (Luc. 19:41), Jesús lloró
(en voz alta, klaio) sobre
Jerusalén; esto indica que se preocupaba más por la condición espiritual de los
judíos que por la muerte de Lázaro y la tristeza de sus hermanas, pues El podía
convertir esta tristeza en gozo, pero en cuanto a la condición de los judíos El
veía solamente asolamiento (Mat. 23:37-39). (Véanse también Heb. 5:7; Luc.
22:44).
El evangelio
según Juan presenta muchas evidencias de la deidad de Jesús, pero también
presenta evidencias de su humanidad. Juan es el que nos dice que Jesús estaba
"cansado del camino" (4:6) y tuvo sed (4:7, "dame de beber"; 19:28, "Tengo
sed").
En esta ocasión
Jesús practicó lo que nos enseña por la pluma de Pablo (Rom. 12:15), "Llorad con
los que lloran".
11:36, 37
Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba (phileo, el amor de amistad y afecto). Y (la palabra traducida y no es kai, sino de, pero, LBLA, FL) algunos de ellos
dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que
Lázaro no muriera? -- La palabra pero indica que algunos de los judíos ponían en tela de
juicio el carácter y las obras de Jesús. Después del milagro muchos de los judíos creyeron (11:45),
pero dice el ver. 46 que algunos de
ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho. Algunos pues
de los judíos que acompañaban a esta familia en su dolor se aprovecharon de la
ocasión para seguir su ataque contra Jesús.
Esta pregunta
indica que sospechaban una de dos cosas: o que Jesús no amaba a Lázaro como se
pensaba, o que en realidad no había abierto los ojos del que nació ciego. La
construcción gramatical de la pregunta que hicieron indica que esperaban una
respuesta negativa; por eso, hablaron con sarcasmo. La inferencia lógica de su
pregunta era que si en realidad Jesús hubiera abierto los ojos del ciego, podría
haber evitado la muerte de Lázaro. Recuérdese que los judíos rechazaron el
milagro de abrir los ojos del ciego (9:15-34).
11:38
Jesús, (oun, Entonces, LBLA; por lo tanto) profundamente conmovido otra vez, --
"Algunos de ellos" (ver. 37) insinuaban que al dejar que Lázaro muriera
Jesús demostraba que en realidad no hizo un milagro en el caso del ciego y, por
lo tanto, (por causa de esta desconfianza), Jesús estaba profundamente conmovido
otra vez.
-- vino al
sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. -- Compárese la cueva en la que Lázaro fue sepultado y
el sepulcro cavado en piedra en el cual Jesús fue sepultado. Si Cristo hubiera
sido sepultado en una cueva, los enemigos podrían haber argumentado la
posibilidad de que su cuerpo hubiera sido sacado secretamente a través de una
salida de la cueva, y habría sido más difícil probar que en verdad había
resucitado.
11:39 Dijo
Jesús: Quitad la piedra. -- Jesús
podía haber removido la piedra milagrosamente pero "los milagros empiezan donde
el poder humano termina" (JWM).
-- Marta, la
hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, -- Las palabras de Marta indican que ella no esperaba
la resurrección de su hermano en ese momento (11:24). Más bien creía que Jesús
quería por última vez ver el rostro de su amigo, pero ella pensaba que si El lo
hiciera, sería un equívoco debido a la condición repulsiva del cuerpo. Los
judíos no empleaban los métodos de los egipcios de embalsamar para impedir la
corrupción. "Los egipcios desentrañaban el cuerpo y extraían el cerébro y luego
empapaban el cuerpo en una solución química por setenta días y esto evitaba la
corrupción" (RCHL). Los judíos, sin embargo, no usaban tal proceso y tenían que
sepultar el cuerpo el mismo día que morían.
Para Cristo el
pecado del hombre es una abominación
(objeto de disgusto, detestable por causa de su olor repulsivo) peor que el
cuerpo en estado de putrefacción; es decir, la corrupción del alma es peor que
la corrupción del cuerpo.
-- porque es de
cuatro días. -- Estas palabras
enfatizan que verdaderamente Lázaro estaba muerto, porque "es de cuatro días".
Inmediatamente después de morir el hijo de la viuda de Naín y la hija de Jairo,
Jesús los resucitó, pero Marta dijo, "hace cuatro días que murió" y sabía que el
cuerpo ya había comenzado a descomponerse. "El evangelista refiere esta objeción
de Marta a fin de poner de relieve la grandeza del milagro" (WH), porque los
incrédulos que buscan cualquier pretexto para no creer, pudieran haber dicho que
los otros dos solamente estaban en un estado de coma, pero nadie se hubiera
atrevido a decir tal cosa de Lázaro.
Al formular los
planes para matar a Jesús los judíos no dijeron que Lázaro no había muerto;
tampoco negaron que ocurrió un milagro. (Compárense 11:47-53; 12:9-10,
17-19).
11:40
Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?
(no solamente un prodigio, sino una
verdadera señal) -- (11:4, 25, 26). "Al que cree todo
le es posible" (Mar. 9:23). En lugar de pensar en la condición del cuerpo de su
hermano, a Marta le convenía concentrarse en el poder de Jesús. Los hombres
quieren ver para creer, pero Jesús dice "que si crees,
verás".
11:41
Entonces (parece que por causa de lo
que Marta dijo se detuvieron por unos momentos) quitaron la piedra de donde había sido
puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto (si Cristo hubiera
obrado por el poder de Beelzebú, Mat. 12:24, ¿habría alzado los ojos a lo
alto?), dijo: Padre, gracias te doy por
haberme oído. -- La gente debería entender que lo que Jesús haría no sería
simplemente un prodigio, sino otra obra
del Padre.
Jesús dijo, "gracias te doy por haberme oído",
indicando la certeza de lo que iba a
hacer. Habló del milagro como si ya lo hubiera hecho.
11:42 Yo
sabía que siempre me oyes (véase
11:22, notas); pero lo dije por causa de
la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado (3:17,
34; 5:36, 37; 8:18, 27, 29). -- El
profeta Elías quería que Dios le respondiera "para que conozca este pueblo que
tú, oh Jehová eres el Dios" (1 Reyes 18:37). Era necesario que el pueblo
entendiera que esta señal hecha por Jesús era otra obra de Dios (5:19); es
decir, que Jesús nunca obraba independientemente del Padre y que en todo eran
uno. Al igual que las demás señales esta demostraría que "Yo y el Padre uno
somos" (10:30). "Como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también
el Hijo a los que quiere da vida" (5:21). Jesús mismo es la resurrección y la vida; por lo
tanto, El podía resucitar a Lázaro; además, podía poner su propia vida y tomarla otra vez (resucitar) (10:17,
18). El Hijo aprobaba todo propósito del Padre y el Padre aprobaba todo
propósito del Hijo. Había perfecta armonía entre los dos.
Algunos hermanos
tuercen Fil. 2:7 y 2 Cor. 8:9 para enseñar que cuando Cristo vino a la tierra,
se despojó a sí mismo de los atributos divinos (o del uso de ellos) y que, al
igual que los apóstoles y profetas no tenía poder o autoridad inherente (propio), sino que solamente
recibió poder del Padre o del Espíritu Santo para hacer señales. Al enseñar esta
doctrina falsa, tales hermanos niegan la
deidad de Jesús. Todas las acciones y palabras de Jesús eran las acciones y
palabras del Padre simplemente porque son uno. ¿Qué texto dice que algún apóstol
o profeta era igual a Dios? (5:18). ¿Cuál de ellos podía decir lo que Jesús
decía (4:14; 6:35; 8:12; 10:7, 11; 11:25; 14:6? ¿Cuál de ellos podía decir, "El
que me ha visto a mí, ha visto al Padre" (14:9). ¿Cuál de ellos fue adorado
(9:38)? ¿Cuál perdonó pecados?
Jesús oraba al
Padre porque, siendo uno con el Padre, estaba en perfecta y constante comunión
con El. Lo que uno hacía el Otro hacía. El pensamiento principal en todo esto es
que Jesús siempre obraba en perfecta armonía con el Padre y nunca obró por su
propia cuenta; es decir, nunca obró de manera independiente del Padre. Es
indispensable, sin embargo, que se entienda que en cualquier momento Jesús
podía, por su propia autoridad, hacer un milagro, perdonar pecados o levantar a
los muertos (p. ej., "Acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se
detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te
digo, levántate. Entonces se incorporó el que había muerto y comenzó a
hablar" (Luc. 7:14, 15); pero Jesús siempre obraba de acuerdo con la voluntad
del Padre.
11:43 Y
habiendo dicho esto, clamó a gran voz -- No clamó a gran voz para que Lázaro le oyera
(compárense Mar. 5:41 y Luc. 7:14), sino para que toda la multitud se diera
cuenta de que por la autoridad de
Cristo Lázaro sería levantado. En otra ocasión Jesús clamó a gran voz: "Mas Jesús, habiendo otra vez
clamado a gran voz, entregó el espíritu" (Mat. 27:50).
-- ¡Lázaro, ven
fuera! -- Lázaro no fue levantado por medio
de los susurros de los encantadores
(Isa. 8:19; 29:4), sino por la autoridad de Cristo (5:21). Cuando Jesús
resucitó a la hija de Jairo y al hijo de la viuda de Naín, no dijo "ven fuera"
porque todavía no se habían sepultado; más bien, les dijo,
"levántate".
En el Día Final
todos oirán esa misma voz: (5:28,
29; vendrá "con voz de mando", 1 Tes. 4:16):
"vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su
voz" (5:28). (Se ha dicho que si Jesús no hubiera pronunciado el nombre de Lázaro, todos los muertos habrían salido
de los sepulcros en ese momento.)
11:44 Y el
que había muerto salió ("tengo las
llaves de la muerte y del Hades", Apoc. 1:18), atadas las manos y los pies con vendas, y
el rostro envuelto en un sudario. -- Juan no dijo nada acerca de la reacción
de la gente. ¿Qué habrán dicho al ver este milagro? La naturaleza impersonal y
la brevedad de los relatos de los eventos sensacionales son evidencias fuertes
de la inspiración de las Escrituras.
-- Jesús les
dijo: Desatadle, y dejadle ir. --
Deberían desatarle porque el hombre vivo todavía llevaba ropa de muerte
(AH).
Juan explica que
los apóstoles eran testigos de Cristo, diciendo (1 Jn. 1:1), "lo que hemos oído,
lo que hemos visto ... y palparon nuestras manos". En esta ocasión la gente
podía ver a Lázaro, los que le
desataron (y los otros) podían palparlo, seguramente habló y le oyeron y había otra evidencia más que ya
se ha mencionado, una evidencia de suma importancia: dijo Marta, "hiede ya"; por
eso, había otra evidencia, el olfato,
para probar que por varios días había estado muerto, y no hay razón alguna para
creer que se pudiera decir de su nuevo cuerpo, "todavía
hiede".
No dijo,
"Desatadle para que la gente pueda estar todo el día viendo este espectáculo".
Lázaro podía volver a su casa y a sus actividades
normales.
En esta ocasión
Jesús dio una prenda de cómo El, por medio de su propia muerte, podría "librar a
todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a
servidumbre" (Heb. 2:15).
11:45, 46
Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María
(11:31, "la siguieron"), y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en
él. Pero algunos de ellos (los informadores; ¿espías?) fueron a los fariseos y les dijeron lo que
Jesús había hecho. -- ¿Dijeron qué? No hay nada que indique que hayan
mentido a los oficiales, sino que simplemente dijeron la verdad. Compárese Mat.
28:11, "unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales
sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido". No mintieron, sino que
dieron aviso de lo que en verdad ocurrió.
¿Con qué
propósito fueron estos a los fariseos? ¿Para convencerles que estaban
equivocados acerca de Jesús? ¿Para consultar con ellos antes de decidir si
aceptarían o no a Jesús? Probablemente se sentían obligados a decir toda cosa
nueva a sus guías religiosos, como los niños que van corriendo para contar todo
a sus padres o maestros.
11:47
Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio,
-- Los fariseos y los sacerdotes
(saduceos) se odiaban unos a otros, pero odiaban aun más a Jesús; por eso,
sepultaban sus diferencias para conspirar contra El (Mat. 26:3, 14). Compárense los enemigos, Pilato y
Herodes (Luc. 23:11, 12).
-- y dijeron:
¿Qué haremos? (¿Qué hacemos? LBLA,
tiempo presente, indicando una emergencia, MV; sus palabras nos recuerdan de la
parábola de los labradores malvados que al ver al hijo dijeron, "Este es el
heredero; venid, matémosle, para que la heredad sea nuestra", Luc. 20:14). Porque este hombre hace muchas señales. --
¡He aquí el testimonio de los
enemigos de Cristo! No dijeron que Lázaro no estaba muerto, ni negaron el
milagro; más bien confirmaron lo que Abraham dijo al rico: "tampoco se
persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos" (Luc.
16:31).
Recuérdense los
detalles (las evidencias) que claramente confirman la resurrección milagrosa de
Lázaro: (1) los amigos de la familia (los que llegaron para acompañar a Marta y
a María en su pesar) sabían que Lázaro estaba muerto; (2) Lázaro había estado en
el sepulcro por cuatro días y "hieda ya"; (3) durante esos cuatro días Jesús ni
siquiera estaba allí; por eso, no podía participar en ninguna conspiración para
engañar a la gente; (4) habría sido imposible engañar a Marta y a María para que
creyeran que su hermano había resucitado si no lo hubiera hecho en realidad; y
(5) todos, incluso estos enemigos de Jesús, creyeron que fue un milagro
(PTB).
Ellos reconocían
que hasta ese momento estaban perdiendo la batalla contra Jesús. Cuando
"enviaron alguaciles para que le prendiesen" (7:32), no lo hicieron, diciendo
"¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!" (7:46). También se objetó
Nicodemo diciendo, "¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y
sabe lo que ha hecho?" (7:51). Jesús, sin embargo, seguía día tras día haciendo
maravillosas obras, y ellos no habían hecho nada para
detenerlo.
Esta pregunta
demuestra su arrogancia, porque con ella implican que pudieran haber hecho algo
para vencer al Hijo de Dios quien en esos momentos había vencido la muerte
misma.
Al comentar sobre
este milagro William Barclay, un modernista, dice, "Al analizar todas las
dificultades que presenta esta historia nos vemos obligados a decir que no
sabemos qué fue lo que sucedió en Betania ... No importa, en realidad, si Jesús
resucitó un cuerpo en el año 30 de nuestra era". ¡Este comentarista compartió la
incredulidad de los judíos! Para concluir su comentario sobre este capítulo él
dice, "Sea lo que fuere que digamos sobre Jesús, debemos inclinarnos en
admiración ante su coraje que desafió la muerte". Suponiendo que Jesús no
hubiera hecho este milagro ¿sería digno de admiración? Los incrédulos no pueden
reconocer su inconsecuencia cuando enseñan que Jesús era un hombre bueno y
admirable aunque, según ellos, El haya mentido y engañado con respecto a sus
milagros.
11:48 Si
le dejamos así, (compárese lo que
dijo Gamaliel acerca de los apóstoles, Hech. 5:38. Los principales sacerdotes y
los fariseos evitaban que algunos confesaran a Cristo con la amenaza de
expulsarlos de la sinagoga, 9:22; 12:42, pero ahora se requería otra medida más
fuerte para detener la influencia de Jesús) todos creerán en él (todos, incluso
algunos de los gobernantes, 12:42; 7:48); y vendrán los romanos, y destruirán
nuestro lugar santo y nuestra nación (Lit., quitarán de nosotros tanto el lugar como la
nación). -- Parece que la
palabra lugar (topos) se refiere a la ciudad y el
templo (Mat. 24:15; Hech. 6:13; 21:28), pero según el léxico Grimm-Thayer la
palabra puede significar oportunidad,
poder, ocasión para actuar (Rom.
12:19; Ef. 4:27); algunos (p. ej., JWM, ATR, RCHL, FP) creen, pues, que en este
texto topos se refiere al puesto de estos oficiales en el
Sanedrín; es decir, que si Jesús se proclamara como el Mesías e intentara tomar
el poder, los romanos interrumpirían la revolución con el resultado de que no
solamente perderían estos oficiales su puesto, sino que en realidad resultaría
en la destrucción del sistema judaico de ese tiempo. Desde luego, con toda
claridad Jesús había explicado la naturaleza espiritual de su reino. No tenía
ambición alguna para tomar el poder político; por el contrario, "entendiendo
Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse
al monte él solo" (6:15), y dijo a Pilato que su reino "no es de este mundo"
(18:36).
11:49, 50
Entonces Caifás (18:13, 24, 28; Mat.
26:3, 57; Luc. 3:2; Hech. 4:6), uno de
ellos, sumo sacerdote aquel año, (según Josefo, los romanos, temiendo un
gobierno permanente frecuentemente remplazaban a los pontífices de los judíos) les dijo: Vosotros no sabéis nada;
(insulta a los demás, pero ¿qué sabía él de Jesús y del significado de su
enseñanza y obra?) ni pensáis que nos
conviene que un hombre muera por el
pueblo, y no que toda la nación perezca. -- Buscaban lo que sería ventajoso o
provechoso para ellos mismos (el
Sanedrín, los gobernantes de la nación); es decir, no apreciaban los milagros
de Jesús ni la belleza de su vida perfecta ni sus maravillosas obras, porque su
ministerio no les beneficiaba a ellos
(políticamente), y "si le dejamos así, todos creerán en él" y nos desampararán a
nosotros como sus líderes. ¡Eso no conviene! "Mas los labradores, cuando vieron
al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y apoderémonos
de su heredad" (Mat. 21:38).
El razonaba que sería justo y correcto matar a Jesús
porque tal acto sería para el beneficio de la nación (es decir, mejor que muriera un
solo hombre en lugar de que toda la nación pereciera), pero en realidad lo
opuesto ocurriría. Como Jesús profetizaba, la nación perecería por crucificar a
"un hombre" (Cristo) (Mat. 23:37-39; Luc. 19:41-44; 21:10-28). Así pues el temor
de Caifás de que los romanos destruyeran su puesto y su nación era un temor bien
fundado.
Los oficiales
habían discutido con Jesús y entre ellos mismos, habían amenazado a Jesús con
piedras, etc., pero todo había sido en vano; por eso, Caifás presenta este plan
como el último recurso para el Sanedrín. "Los políticos están frecuentemente muy
bien dispuestos a hacer grandes sacrificios en cabeza ajena"
(ATR).
Aquí cabe una
explicación breve de la actitud del Sanedrín hacia los romanos. Los judíos se
quejaban mucho acerca de su sujeción a los romanos y sobre todo acerca de los
impuestos que tenían que pagar, pero en realidad estaban más o menos contentos
con su posición, porque tenían completo control sobre la gente y se aprovechaban
de su puesto para enriquecerse. Así, pues, aunque a ellos no les importara lo
que pasara a la nación, la situación de ellos mismos era muy ventajosa y no
querían cambios.
11:51 Esto
no lo dijo por sí mismo, -- 1 Ped.
1:10-12 explica que los profetas tenían que estudiar sus propios escritos. Aquí
está otra evidencia de la inspiración verbal (1 Cor. 2:12, 13); Dios revela su
voluntad en sus propias palabras a través de la boca o la pluma de los hombres.
"Caifás fue totalmente libre, no se le impidió de ninguna forma que dijera lo
que su malvado corazón lo impulsaba a decir. Sin embargo, la voluntad de Dios,
sin resultar en lo más mínimo contaminada, dirigió de tal forma la selección de
palabras que iban a salir de los labios de este frío asesino, que resultaron
exactamente las que se necesitaban para expresar la verdad más sublime y
gloriosa respecto al amor redentor de Dios. ¡Sin tener conciencia de ello el
villano se había convertido en profeta!" (GH).
Este caso bien
ilustra lo que Pedro dice, "ninguna profecía de la Escritura es de
interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana"
(2 Ped. 1:10, 21). Dios no solamente habló por la boca de Caifás, sino que
también habló por la boca de un asna (Núm. 22:30). Véase Heb.
1:1.
-- sino que como
era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la
nación; -- Jesús había de morir como
substituto, es decir, en lugar de la
nación (10:11, el pastor da su vida por las ovejas, 10:15; Mat.
20:28).
En esto vemos el aspecto doble de la muerte de Jesús.
Desde el punto de vista de los judíos y romanos, Jesús tenía que morir por
razones políticas, pero desde el punto del "determinado consejo y anticipado
conocimiento de Dios" (Hech. 2:23), murió por los pecados del mundo. "El crimen
mayor cometido por los hombres produjo la bendición mayor para la humanidad"
(Maclaren, citado por AWP).
11:52 y no
solamente por la nación, sino también para congregar (reunir, LBLA) en uno a los
hijos de Dios que estaban dispersos (esparcidos, LBLA). -- Al decir esto Caifás propuso que Jesús fuera
entregado a la muerte para evitar problemas con los romanos, pero Dios quería
decir que Jesús había de morir para salvar no solamente esa nación, sino también
a su hijos que estaban dispersos (10:16; 12:32).
Muchos textos del
Antiguo Testamento hablan de restaurar o recoger a los hijos de Israel (p. ej.,
Isa. 11:12; Jer. 23:3; Ezeq. 34:12, 13). El apóstol Pablo explica que Cristo
quitó la pared intermedia de separación entre los judíos y los gentiles para
formar un solo cuerpo (Ef. 2:13-22; Col. 3:11; Gál. 3:28).
La expresión "hijos de Dios" es semejante a lo que el
Señor dijo a Pablo (Hech. 18:10), "Yo tengo mucho pueblo en esta ciudad", es
decir, personas de buena voluntad (como Cornelio, Lidia, el carcelero) que oirán
y aceptarán al evangelio. Estos son "la buena tierra" de Luc. 8:15 que recibe la
simiente (el evangelio) y lleva mucho fruto para Dios.
11:53 Así
que, desde aquel día acordaron matarle. -- Caifás les convenció y acordaron hacer lo que hacía
tiempo pensaban hacer: 5:18; 7:1, 19, 25, 32, 45; 8:40, 59; 10:31; 11:8, 16.
"Acordaron dar muerte también a Lázaro" (12:10). Desde aquel día en las sesiones
del Sanedrín el asunto principal a tratar era "el homicidio mesiánico" (JPL).
Desde ese momento decidieron oficialmente que no serían gobernados por la
justicia sino por la conveniencia. A estas alturas, habían llegado al punto de
no volver. Habían pasado el Rubicón. No les quedaba otra alternativa sino la de
dar muerte a Jesús. ¿Todos acordaron? "José de Arimatea ... no había consentido
en el acuerdo ni en los hechos de ellos" (Luc. 23:50, 51).
Cuando Jesús
ascendió al cielo y los judíos ya no pudieron perseguirle en persona,
persiguieron a la iglesia de Cristo
(Hech. 4:26-28; 8:1-4; 9:1; 12:1-3).
11:54 Por
tanto, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se alejó de
allí a la región contigua al desierto, a una ciudad llamada Efraín; y se quedó
allí con sus discípulos. -- Esto lo
hizo porque su hora no había llegado. Jesús mismo inició los encuentros con los
judíos. El sabía exactamente cuándo y cómo El iba a poner su vida, y los judíos
y romanos no podían cambiar ese plan.
11:55 Y
estaba cerca la pascua de los judíos; y muchos subieron de aquella región a
Jerusalén antes de la pascua, para purificarse. -- Dios requería purificaciones, pero sobre todo lo que
quería era la limpieza interna (Mat. 23:25-28).
11:56 Y
buscaban a Jesús (la fama de Jesús
aumentó aun más después de la resurrección de Lázaro), y estando ellos en el templo, se
preguntaban unos a otros: ¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta? -- La
construcción de estos interrogantes indica que se esperaba una respuesta
negativa; el siguiente versículo explica por qué.
Pero, la
respuesta era afirmativa. Sí, El vendría a la fiesta y hacer exactamente lo que
Caifás había dicho: ¡morir por la nación!, "y no solamente por la nación, sino
también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban
esparcidos".
11:57 Y
los principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno
supiese dónde estaba, lo manifestase, para que le prendiesen. --
La hora de Jesús estaba llegando.
Los líderes de los judíos estaban muy resueltos a prender a Jesús. "Tuvieron
consejo para prender con engaño a Jesús, y matarle. Pero decían: No durante la
fiesta (la Pascua), para que no se haga alboroto en el pueblo" (Mat. 26:4, 5).
Ellos dijeron "no durante la Pascua",
pero Dios dijo, sí durante la Pascua.
Este texto nos hace ver que cuando Jesús levantó a
Lázaro de entre los muertos, El hizo más segura su propia muerte. La
resurrección de Lázaro llegó a ser, pues, un eslabón necesario en la cadena de
eventos que llevaron a Jesús al Calvario.
* * * * *
* * * * *
Juan
12
Cuando Jesús "ya no andaba abiertamente entre los
judíos, sino que se alejó de allí a la región contigua" (11:54), predicó en
Samaria, en Galilea y en Perea. Durante ese tiempo limpió a los diez leprosos
(Luc. 17); enseñó sobre el divorcio y nuevas nupcias (Mat. 19; Mar. 10); enseñó
las parábolas del juez injusto, del fariseo y el publicano, de los obreros de la
viña, (Luc. 18; Mat. 20); sanó a dos ciegos y enseñó a Zaqueo (Luc. 19). Estos y
otros eventos importantes ocurrieron antes de la semana
final.
12:1 Seis
días antes de la (última) pascua, -- Ahora Jesús está llegando a
la sombra de la cruz. En seguida habrá toda clase de tristeza: Judas entregará a
Jesús, Pedro lo negará, todos los discípulos lo desampararán y, como hombres
irracionales, los judíos no descansarán hasta que lo hayan crucificado. Sin
embargo, antes de entrar en todo aquello, Jesús fue honrado por un acto de gran
devoción y de mucho significado.
-- vino Jesús a
Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había
resucitado de los muertos. -- Juan
sigue confirmando la resurrección de Lázaro: ¡aquí está ese mismo Lázaro, vivo,
asistiendo a una cena! El tiempo exacto de esta cena no se puede saber. Algunos
comentaristas creen que debe colocarse entre Mateo 20 y Mateo 21 (compárense
Mar. 14:3-9). Creen que Mateo y Marcos incluyen este evento en este lugar para
conectarlo con la acción de Judas, el cual proveyó un plan para los judíos para
la ejecución de Jesús. JWM sigue la cronología de Juan y cree que esta cena
ocurrió en la noche al terminar el sábado, la noche antes de la Entrada Triunfal
que ocurrió el domingo de la semana final de su vida. Según esto Mat. 26:6 no
fija el tiempo exacto de este evento y no sigue en orden cronológico los
versículos 1-5.
12:2 Y le
hicieron allí una cena; -- Recuérdese cómo concluye el capítulo anterior: "Y los
principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno supiese
donde estaba, lo manifestase, para que le prendiesen" (11:57). En vez de
denunciarlo estos le hicieron una cena.
-- Marta servía
(Mat. 26:7; Luc. 10:40; Jesús no le
dijo que dejara de servir, sino que al servir estaba preocupada y molesta por
tantas cosas. "¡Gracias a Dios por las Martas del mundo! Sin ellas la vida sería
una carga intolerable" (GNW), y Lázaro
era uno de los que estaban sentados a la mesa con él. -- Los textos
paralelos (Mat. 26:6-13 y Mar. 14:3) hablan de la cena en la casa de Simón el
leproso. Al recordar Lev. 13:45, 46 tenemos que concluir que la descripción "el
leproso" se refiere a su condición anterior (compárese Rahab la ramera). Lucas
7:36-50 se refiere a una cena en la casa de otro Simón (el fariseo).
12:3
Entonces María (sin calcular el
precio ni consultar con la familia ni preocuparse por lo que los discípulos
dijeran) tomó una libra (frasco de
alabastro, Mat. 26:7; Mar. 14:3, una especie de mármol translúcido) de perfume de nardo ("la cabeza o
espiga de una planta de la India, de gran fragancia", ATR) puro, de mucho precio, y ungió (ungió al Ungido de Dios) los pies de Jesús (Juan escribió
muchos años después que los otros y dice que María ungió los pies, sabiendo que los otros habían
mencionado la cabeza, Mat. 26:7;
Mar. 14:3; y su cuerpo, Mar. 14:8) y los enjugó con sus cabellos; --
Aunque Jesús estuviera aquí en la tierra ahora muchas hermanas no podrían hacer
esto. Lo que Pablo dice en 1 Cor. 11:15 todavía es muy cierto: "a la mujer
dejarse crecer el cabello le es honroso".
Por lo menos tres
veces María estuvo a los pies de Jesús: (1) Luc. 10:40, para oír su palabra; (2)
Jn. 11:32, buscando consolación; y ahora (3) para ungirle para su
sepultura.
En el hogar de
Simón el fariseo una mujer pecadora
"comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos" (Luc.
7:38), pero Juan 12:3 habla de una mujer piadosa que ungió (mojó) los pies con
ungüento precioso y los enjugó con sus cabellos. Vemos, pues, tanto a la mujer
piadosa como a la mujer pecadora a los pies de Jesús
(RCHL).
-- y la casa se
llenó del olor del perfume. -- María
no tomó en cuenta el costo del perfume, porque no era posible expresar con un
acto físico lo profundo de su fe, su gratitud y su deseo de honrarle (11:32, "se
postró a sus pies"). Es muy probable que este perfume haya sido la posesión más
valiosa de María. Sin duda ella dio lo mejor al Maestro. Su generosidad para con
Cristo era una bendición para la gente también.
María reconocía
que esta ocasión le ofrecía una maravillosa y única oportunidad para mostrar su
devoción al Señor y la aprovechó. Fue una ocasión muy especial, la única
oportunidad que tendría para hacer lo que hizo.
12:4 Y
dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de
(le iba a, LBLA) entregar: -- Pero
no por eso estaba predestinado a hacerlo contra su voluntad. Jesús dijo, "¡Ay de
aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado" (Mat.
26:24).
"Al ver eso los
discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio?" (Mat. 26:24).
Ellos también tenían la oportunidad de hacer algo semejante para preparar el
cuerpo de Cristo para su sepultura, pero dejaron pasar su oportunidad. Esta
queja indicó su falta de comprensión acerca de lo que María
hizo.
12:5 ¿Por
qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios (el sueldo de un día de trabajo era un denario, Mat.
20:2; esta ofrenda de María valía, pues, más o menos el sueldo de un año), y dado a los pobres? -- Es decir,
"dado a" este pobre (él mismo). Que sepamos Lázaro y Marta no se
quejaron de lo que su hermana hacía.
"Al ver eso los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este
desperdicio?" (Mat. 26:8). Al decir esto los discípulos no siguieron a Jesús
sino a Judas. Se enojaron y se quejaron los discípulos de Jesús. Esto es un
comentario muy triste acerca de su falta de comprensión acerca de la muerte de
Jesús. Después de la resurrección de Jesús al contar ellos mismos este acto de
amor de María, seguramente el corazón de estos discípulos se habrá llenado de
remordimiento. Ellos pudieran haber hecho algo semejante a lo que María hizo,
pero dejaron pasar su oportunidad dorada. "Y hubo algunos que se enojaron dentro
de sí, y dijeron, etc." (Mar. 14:4). Parece, pues, que Judas expresaba la
opinión de los otros. Ellos no comprendían que "la hora" de Jesús estaba
llegando, porque si lo hubieran comprendido, no se habrían quejado de que María
preparara su cuerpo para la sepultura.
Desde luego, lo
que María hizo no indicaba que ella no se preocupara por los pobres. ¿Cómo
pudiera haber sido una discípula fiel de Jesús y no preocuparse por los pobres?
Si la iglesia estuviera llena de imitadores de María en lugar de imitadores de
Judas, los pobres no serían descuidados.
Si hubiera
vendido este perfume para entregar el dinero a los apóstoles, ¿Judas lo habría
dado a los pobres? Véase el siguiente versículo.
12:6 Pero
dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón
(primero, ladrón de corazón, 1 Tim.
6:9, 10), y teniendo la bolsa (Luc.
8:1-3; Jn. 4:8, para comprar comida; 13:29, para comprar lo necesario para las
fiestas solemnes; para regalar a los pobres), sustraía de lo que se echaba en ella. --
Esta es la explicación de Juan (compárense 2:21; 7:22, 39). Tal vez bajo el
pretexto de ayudar a los pobres, Judas haya sustraído de la bolsa del grupo para
meterlo en su propia bolsa. Después de la cena, cuando Jesús despidió a Judas
diciéndole, "Lo que vas a hacer, hazlo pronto" (13:27), "después de recibir el
bocado, salió inmediatamente". ¿Con todo y bolsa (12:6)?
Jesús no escogió
ladrones para ser apóstoles. Al principio cuando Jesús llamó a Judas, él era un
hombre honrado. Fue escogido como tesorero del grupo porque tenía talentos para
este trabajo, que era tanto un honor como también una tentación (Mat.
6:24).
12:7
Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado
esto -- Lo que para Judas y los otros
apóstoles era un desperdicio (Mat.
26:8) para Jesús era una buena
obra. "Ha hecho conmigo una
buena obra ... lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura" (Mat. 26:10,
12); "Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para
la sepultura" (Mar. 14:8).
Fue un hecho muy
excepcional, porque normalmente los cuerpos se preparan para la sepultura no antes sino después de la muerte, pero Jesús sabía
que después de su muerte no sería
posible que María ungiera su cuerpo para la sepultura. Cuando El murió, José de
Arimatea "se llevó el cuerpo de Jesús. También Nicodemo ... vino trayendo un
compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. Tomaron, pues, el cuerpo de
Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas" (19:38-40). El
primer día de la semana "María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé,
compraron especias aromáticas para ir a ungirle" (Mar. 16:1) pero las llevaron a
una tumba vacía.
Jesús les había dicho repetidas veces que pronto iba
a morir. De esto había hablado a sus discípulos (Mat. 16:21; 20:17; Mar. 10:32,
33; Luc. 18:31-34), y a los judíos (7:33; 8:21-23; 10:11, 17, 18). También María
sabía de la amenaza y conspiración de matar a Jesús (5:18; 7:1, 19; 8:59; 10:31;
11:53, 57). Seguramente ella tenía sus razones para hacer lo que hizo. Lo que
pensaba hacer era la oportunidad de su vida y la
aprovechó.
Dice LBLA, "Déjala, para que lo guarde para el
día de mi sepultura". Como dice ATR, esta traducción "es gramaticalmente
posible", pero tal traducción indica que María ungió a Jesús solamente con una
parte del ungüento que tenía y que guardó lo demás para usar en la sepultura
misma, y esto no concuerda con Mat. 26:7; Mar. 14:3, "quebrando el vaso de
alabastro, se lo derramó sobre su cabeza". Por eso, la idea según esta
traducción sería como respuesta a la pregunta, "¿Por qué no se vendió?" "(Fue)
para que pudiera guardarlo para el día de mi sepultura"
(GH).
12:8
Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, -- Jesús dice "tendréis" (plural). Se dirige no
solamente a Judas sino a los otros apóstoles que se quejaban de lo que María
hizo. Les convenía primero preocuparse por la sepultura de Jesús pero, que
sepamos, nunca lo hicieron. Después
tendrían muchas oportunidades para ayudar a los pobres.
En cuanto a los
pobres, Jesús mismo era un pobre (Mat. 8:20; Luc. 8:2; 2 Cor. 8:9), y nadie
amaba a los pobres más que El. Continuamente mostraba su amor por ellos, y
enseña la necesidad de ayudarles (Mat. 25:34-46; Sant. 2:14-16; 1 Jn. 3:17, 18).
Ayudar a los pobres era uno de los temas fundamentales de la enseñanza y
práctica de Jesús, pero el primer deber (y privilegio) del discípulo de Cristo
es adorar a Dios. María entendía esto
(11:32). Lamentablemente, muchísimas personas benévolas no piensan que la
adoración a Dios es importante.
-- mas a mí no
siempre me tendréis. -- Les quedaban
muy pocos días para mostrar su amor por Jesús durante su estancia aquí en la
tierra. Por eso, con respecto a lo que María hizo Jesús dijo, "Ha hecho conmigo
una buena obra" (Mat. 26:10); "Esta ha hecho lo que podía" (Mar. 14:8). Podemos
servir a Jesús indirectamente ayudando a sus discípulos (Mat. 25:34-46), pero
María lo sirvió directamente. "Dondequiera que se predique este evangelio, en
todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella"
(Mat. 26:13; Mar. 14:9). Este acto se ha incluido en el registro de los hechos
inolvidables de los discípulos de Jesús. María sabía lo que hacía pero, desde
luego, nunca se imaginaba que por este acto sería famosa. Compárense Dorcas,
Febe y otras mujeres que humildemente servían sin esperar la gloria de los
hombres, pero cuyos nombres están inscritos en el libro de la vida, Fil. 4:3.
María era una
discípula excepcional; no "oía su palabra" (Luc. 10:39) como un pasatiempo, sino
para aprender. Jesús no habría dicho esto de María si ella no hubiera entendido lo que
hacía; es decir, si María hubiera pensado simplemente expresar su devoción a
Cristo, Jesús no habría dicho que "dondequiera que se predique este evangelio
... también se contará lo que ésta ha hecho". Hasta la fecha leemos de ese acto
porque tuvo que ver con la muerte y
sepultura de Cristo. La última semana antes de la crucifixión, Jesús estaría
sumamente ocupado y no habría otra oportunidad para hacer lo que María hizo.
¿Qué pensaban hacer los apóstoles para preparar el cuerpo de Cristo para la
sepultura? Una sola persona en el vasto mundo pensaba hacerlo y ¡lo hizo! Con
razón era un acto digno de ser recordado. Hechos de los Apóstoles no nos habla
de la obra en Betania, pero sin duda había una iglesia fuerte con Lázaro, Marta
y María como columnas.
"El mundo entero
se ha llenado con el dulce aroma de ese perfume" (RCHL). Lo que los discípulos
censuraron como desperdicio y lo que ellos consideraron digno de reprensión era,
ante los ojos de Cristo, una acción digna de guardarse en la remembranza eterna
a través de la tierra entera, y El decretó que de esta manera se guardara en
mente (JWM).
"Dondequiera que se predique este evangelio". Para
Judas no había futuro para el evangelio. No sería predicado en ninguna parte.
Creía que la casa de Jesús ya se derrumbaba. Para él la causa de Cristo era una
causa perdida.
Dice Cristo,
"Dondequiera". Jesús de Nazaret no es un Cristo provincial (el Cristo solamente
para los judíos), sino que en pocos días ocuparía su trono sobre su reinado
universal.
12:9 Gran
multitud de los judíos supieron entonces que él estaba allí, (tal vez por varios días) y vinieron, no solamente por causa de
Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos.
-- ¿Por qué querían "ver a Lázaro"? ¿Por lo sensacional del caso o querían
sinceramente examinar la evidencia del poder de Cristo?
"Muchos subieron
... a Jerusalén antes de la pascua" (11:55); ahora estos y otros vinieron a
Betania y después (12:12, 13) le acompañaron a Jerusalén.
12:10 Pero
los principales sacerdotes acordaron dar muerte también a Lázaro, --
Porque él era un testimonio vivo de
la resurrección, y ellos, siendo saduceos, ni siquiera creían en la
resurrección. Por haber resucitado de entre los muertos Lázaro contradecía la
doctrina de ellos; por eso, acordaron destruir esta evidencia pero, que sepamos,
nunca se llevó a cabo este acuerdo.
12:11
porque a causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús. --
Estos oficiales "habían acordado que
si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga"
(9:22), pero muchos "se apartaban" de ellos sin que los expulsaran.
12:12 El
siguiente día, grandes multitudes que habían venido a la fiesta,
(según Josefo, entre dos millones y
tres millones asistían a la fiesta de la Pascua) al oír que Jesús venía a Jerusalén, --
"¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?" (11:56). Aquí está la respuesta:
El está en camino. "Venía a Jerusalén" aunque los oficiales habían dado orden de
que se le prendiera.
La Entrada
Triunfal es otro evento que fue registrado por Mateo (21:1-11); Marcos
(11:1-11); y Lucas (19:28-40), como también por Juan. Los hermanos de Jesús le
habían exhortado, "Si haces estas cosas, manifiéstate al mundo", pero Jesús
dijo, "Mi tiempo aún no ha llegado" (7:4, 6). Por esa causa había prohibido que
se publicara mucho la obra milagrosa que El hacía (Mar. 5:43; 9:9; Mat. 16:20;
véase también Mat. 12:19). Antes de esta fecha la euforia de la gente hubiera
impedido su obra, pero ahora la actividad de esta multitud contribuía al cumplimiento
de su obra, pues era importante que se declarara públicamente que El era el
Mesías; es decir, era necesario que los judíos se dieran cuenta de la identidad
de la persona que pensaban crucificar: ¡su propio Mesías!
12:13
tomaron ramas de palmera -- emblema
del triunfo; "estaban delante del trono y en la presencia del Cordero ... con
palmas en las manos", Apoc. 7:9; creían que la victoria era segura "porque si
Jesús resucitó a alguien que había estado cuatro días en la tumba, ¿cuáles eran
los límites de su poder? ¡Bajo tal líder se podía sacudir ... el yugo de los
romanos!" (GH).
"Y la multitud,
que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de
los árboles y las tendían en el camino" (Mat. 21:8). Compárese 2 Reyes 9:13,
"cada uno tomó ... su manto, y lo puso debajo de Jehú en un trono alto, y
tocaron corneta, y dijeron: Jehú es rey".
-- y salieron a
recibirle, -- No los apóstoles sino
los que "salieron a recibirle" iniciaron esta alabanza
(JWM).
-- y clamaban:
¡Hosanna! (Sálvanos ahora, equivale
a ¡Salvación! no del pecado, sino de los romanos) Sal. 118:25, uno de los Salmos
de la Pascua) ¡Bendito el que viene en
el nombre del Señor (Sal. 118:26. Para ellos esto significaba que el Mesías
había venido para librarles de la opresión de Roma), el Rey de Israel! -- Luc. 1:33.
"¡Hosanna al Hijo de David!" (Mat. 21:9). "¡Bendito el reino de nuestro padre
David que viene!" (Mar. 11:10); este texto bien muestra que ellos esperaban que
Jesús fuera coronado para restablecer el reino terrenal de David, para reinar
sobre sus enemigos. Cristo, sin embargo, al entrar en la ciudad volvió a
purificar el templo, sanó a los ciegos y cojos que vinieron a El, y "salió fuera
de la ciudad, a Betania, y posó allí" (Mat. 21:12-17). El sueño dorado de la
gente de un reino político no se realizó, pues Jesús ya había rechazado esa
clase de reinado cuando Satanás le tentó (Mat. 4:8, 9) y cuando el pueblo quería
obligarle a ser su rey (Jn. 6:15).
En su relato de
este evento Lucas agrega dos detalles interesantes y significativos: (1)
"Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro,
reprende a tus discípulos. El, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos
callaran, las piedras clamarían" (Luc. 19:39; compárese Mat. 21:15, 16); (2) "Y
cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si
también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz!" (Luc.
19:41, 42). Entonces predijo la destrucción de Jerusalén.
¿Cuántos de estos que clamaban ¡Hosanna! habrán
clamado ¡Crucifíquele! antes que finalizara esa misma
semana?
12:14 Y
halló Jesús un asnillo, -- El asno
no era animal de guerra, sino de paz, pero no era nada despreciativo montar en
asno. Juan omite los detalles con respecto a este animal porque los sinópticos
ya los habían registrado. De este
animal Mar. 11:2 dice, "en el cual ningún hombre ha montado"; es decir, estaba
consagrado para el uso de Cristo, compárese (Núm. 19:2; Deut. 21:3). Si los
hombres hubieran usado este animal para sus propios propósitos, no habría
servido para el propósito de Cristo.
-- y montó sobre
él, como está escrito: -- (Zac. 9:9;
Mat. 21:5). "He aquí tu rey (no sería algún extranjero) viene a ti, manso (no
con ejército) y sentado sobre una asna (palabra genérica), sobre un pollino,
hijo de animal de carga" (el animal específico)". (Compárense otras profecías de
Zacarías acerca de Cristo: 11:9-14 - Mat. 27:9; 12:10-14 - Mat. 24:30; 13:7 -
Mat. 26:31).
12:15 No
temas, hija de Sion; He aquí tu Rey viene, Montado sobre un pollino de asna. --
Jesús entró en la ciudad como el
Mesías, pero no era el Mesías que ellos esperaban (6:15).
12:16
Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; -- 2:22. No entendieron que los eventos de ese mismo día
cumplieron una profecía importante acerca del Mesías (Zac. 9:9), porque
lamentablemente todavía compartían el concepto de la multitud con respecto al
Mesías (Mat. 18:1; 20:21; Luc. 22:24). Aun después de la resurrección de Jesús
le preguntaron, "¿Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?" (Hech.
1:6; véase también Luc. 24:25, 26). No entendieron que el Mesías había de sufrir antes de glorificarse, que había
una cruz antes de la corona.
De hecho les
faltó mucho conocimiento. Aun cuando Cristo resucitó, ellos no creyeron, pues
cuando las mujeres les "dieron nuevas de" ese gran evento, "a ellos les parecían
locura las palabras de ellas" (Luc. 24:9-11). Todavía eran ignorantes de las
Escrituras y, por eso, hombres de poca fe (Mar. 16:14). ¡Que lección o
advertencia tan valiosa para nosotros! Es
imposible tener una fe fuerte sin entender y aceptar lo que las Escrituras
enseñan.
-- pero cuando
Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas
acerca de él, y de que se las habían hecho. -- Cuando fue crucificado y resucitó de entre los
muertos, estuvo con los apóstoles por cuarenta días, explicándoles las
Escrituras que no habían entendido (Luc. 24:27, 44-46), y en el día de
Pentecostés (Hech. 2) vino el Espíritu Santo para guiarles a toda la verdad (Jn.
16:13). Por fin entendieron que Jesús no sería coronado aquí en la tierra, sino
en el cielo (Hech. 2:33-36).
12:17 Y
daba testimonio la gente que estaba con él cuando llamó a Lázaro del sepulcro, y
le resucitó de los muertos. -- Este
es otro testimonio que agregar a la lista de testimonios registrados en este
libro. Obsérvese el verbo daba; es
decir, continuamente daban testimonio de esa señal, a pesar de que "los
principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno supiese
dónde estaba, lo manifestase, para que le prendiesen" (11:57). Nadie podía
refutar su testimonio porque muchas personas habían sido testigos oculares de la
resurrección de Lázaro.
12:18 Por
lo cual también había venido la gente a recibirle, porque había oído que él
había hecho esta señal. -- Dos
multitudes, 12:17 y 12:18. Por causa de este testimonio "Gran multitud ...
vinieron ... para ver a Lázaro" (12:9). Sin duda, pues, la séptima señal
registrada por Juan tuvo mucho que ver con el ánimo del pueblo, lo cual, a su
tiempo, provocó el resentimiento de los oficiales.
12:19 Pero
los fariseos dijeron entre sí: Ya veis que no conseguís nada. Mirad, el mundo se
va tras él. -- 11:47-49. Obsérvese
el contraste entre los fariseos y la multitud. ¿Qué habrá pasado con la orden
entregada por ellos (11:57)? ¿Por qué no le prendieron? Estaban llenos de envidia y
frustración, sintiéndose desesperados y asustados (11:48). A estas alturas ellos
habían perdido la batalla contra Jesús.
El propósito de
Jesús no era simplemente que todo el mundo fuera "tras él" como lo hicieron en
esta ocasión, sino que todo el mundo fuera tras El para ser salvo de sus pecados. "Y yo, si
fuere levantado de la tierra, a todos atraerá a mí mismo"
(12:32).
A través del
libro de Juan leemos que "aun más procuraban matarle" (5:18); "¿No es éste a
quien buscan para matarle?" (7:25); "volvieron a tomar piedras para apedrearle"
(10:31); entendían que había una sola manera de dar solución a este complicado
problema, es decir, matarlo (11:53, 57). "Tuvieron consejo para prender con
engaño a Jesús, y matarle. Pero decían:
No durante la fiesta, para que no se haga alboroto (tumulto, LBLA) en el pueblo" (Mat. 26:4,
5).
Pero los eventos
de esos días no se llevarían a cabo conforme al plan de los oficiales judíos,
sino conforme al plan de Dios (Hech. 2:22). Por eso, para que el plan de Dios se
llevara a cabo, la Entrada Triunfal era importante, pues provocaba a los
oficiales a crucificar a Cristo durante
la pascua.
12:20
Había ciertos griegos (Hech. 13:42,
48) entre los que habían subido a adorar
en la fiesta. -- Fue una ilustración adicional de que "el mundo se va tras
él". Estos eran prosélitos o
"temerosos de Dios" como Cornelio (Hech. 10:1). (Véase 1 Rey. 8:41, 42). Estos
no podían ir más allá del Patio de los Gentiles.
Juan es el único
que relata este evento. A través de este libro se enfatiza que Cristo no vino
para salvar solamente a los judíos, sino a todos (3:16; 4:42; 8:12;
10:16).
12:21
Estos, pues, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le
rogaron, diciendo: Señor, quisiéramos ver a Jesús. -- Los judíos
querían apedrearle, pero los griegos querían verle para saber más de El.
Jesús había dicho a la mujer cananea, "No soy enviado sino a las ovejas perdidas
de la casa de Israel" (Mat. 15:24), pero le dijo, "Oh mujer, grande es tu fe" y
sanó a su hija; también sanó al siervo del centurión (Luc. 7:10); y limpió a un
leproso que era samaritano (Luc. 17:14-16). De esa manera mostró que en realidad
El sería el Bienhechor y Salvador de todos.
12:22, 23
Felipe fue y se lo dijo a Andrés; entonces Andrés y Felipe se lo dijeron a
Jesús. (Compárese 1:40, 41). Jesús les respondió diciendo: Ha llegado
la hora para que el Hijo del Hombre (1:51; 3:13, 14; 5:27; 6:27, 53, 62;
8:28; 9:35) sea glorificado (13:30,
31). -- Antes de esto la hora no había llegado (2:4; 7:6, 8,
30; 8:20), porque la hora era el
tiempo de su crucifixión, sepultura, resurrección, y ascensión al cielo. Muy
pronto estos griegos podrían verlo en la cruz, con su título (Jesus Nazareno, Rey de los Judíos)
escrito "en hebreo, en griego y en
latín" (19:19, 20). Jesús quería que todos, tanto griegos como judíos, lo
"vieran" en su muerte, resurrección y ascensión al cielo; es decir, quería que
todos entendieran la naturaleza de su venida. "Y yo, si fuere levantado de la
tierra, a todos atraerá a mí mismo"
(12:32).
12:24 De
cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere,
queda solo; -- Esta enseñanza nos
recuerda de las muchas parábolas de Jesús. Con estas El preparaba la mente
humana para recibir verdades espirituales; es decir, de una manera muy
interesante y eficaz, ilustraba verdades espirituales por medio de los
principios de la naturaleza bien conocidos por todos.
Con esta
comparación enseña la necesidad de su
muerte, porque la vida solamente llega por medio de una muerte (WB). "Como el
germen de vida en el grano de trigo puede pasar a otros granos solamente por
medio de partir del grano original y dejarlo muerto, de esa manera la vida que
estaba en Cristo Jesús podría pasar a sus discípulos solamente por medio de su
muerte" (JWM).
Es posible
guardar el grano en un lugar seco por miles de años, pero si se guarda así es
inútil porque no produce fruto. Al someterse a la muerte Cristo era como el
grano de trigo que cae en la tierra para rendirse a la
muerte.
-- pero si muere,
lleva mucho fruto. -- Si el grano se
rinde a la muerte, en lugar de ser un grano será cien granos. La hora de Jesús había llegado (13:1;
17:1) y con esta figura explica por qué su muerte era necesaria (Mat. 16:21). En
la naturaleza la muerte de la simiente es necesaria para la producción del
fruto, y de acuerdo con este principio, Jesús estaba dispuesto a morir, porque
sin su muerte no habría cosecha espiritual (la salvación de almas
perdidas).
De la misma
manera, sus discípulos deben estar dispuestos a morir para llevar mucho fruto
por Cristo. Algunos piensan que los hermanos (mayormente evangelistas) no se
cuidan cuando son muy activos, viajando, predicando y enseñando día y noche para
salvar almas, para edificar las iglesias y adelantar la obra; piensan que muy
pronto se van a acabar, pero no estamos en este mundo simplemente para
cuidarnos. A veces los de edad avanzada piensan que se están cuidando cuando en
realidad se están oxidando. "Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo
mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas" (2 Cor. 12:15). Léase 2
Cor. 11:24-28; Pablo estaba perdiendo la vida para salvarla (Hech.
20:24).
12:25 El
que ama su vida, la perderá; -- El
egoísmo del hombre lo destruye. Jesús no amó su propia vida, sino que la perdió
para salvarnos. Estaba dispuesto a dejar caer el grano de trigo en la tierra
para que muriera. El que ama su vida es como aquel que no deja caer el grano de
trigo en la tierra. Este vive para su propio gusto y para llevar a cabo su
propósito personal (p. ej., gozar de placeres o cosas materiales; agradar a la
familia y los amigos). El que ama su vida dice que vivimos una sola vez en este
mundo y, por eso, hay que aprovecharla al máximo, pero esta clase de vida es
estéril. No vale nada porque no sirve para nada. La frase "el que ama su vida"
se ilustra en muchos textos: Mat. 10:37-39; 16:24-26; Mar. 8:34-38; Luc.
9:23-26; 14:26-33; 17:33.
-- y el que
aborrece su vida en este mundo, ("todo el que pierda su vida por causa de mí y del
evangelio") para vida eterna la
guardará. -- (5:24-29; 6:39, 40, 44, 54). Aborrecer su vida quiere decir someter
la voluntad propia a la voluntad del Señor. El que aborrece su vida en este
mundo no busca agradarse a sí mismo, sino agradar al Señor. "Niéguese a sí
mismo, y tome su cruz, y sígame" (Mat. 16:24).
12:26 Si
alguno me sirve, sígame (que hagan
lo mismo que yo, llevando fruto por medio del sacrificio de sí mismo); y donde yo estuviere, allí también estará
mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará. -- 17:24; Rom.
8:17; 2 Cor. 4:17.
12:27
Ahora está turbada mi alma (Mat.
26:38; Mar. 14:34; ahora casi está en la sombra de la cruz. Aquí se ve la
verdadera humanidad de Cristo); ¿y qué
diré? -- ¿Qué oración ofreceré al Padre? (JWM).
-- ¿Padre,
sálvame de esta hora? -- Desde
luego, este texto (12:27, 28) está en perfecta armonía con Mat. 26:39-42; Mar.
14:33-36; y Luc. 22:41-44. Mateo (26:39) dice que Jesús oró, "Padre mío, si es
posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú" (así
también Mar. 14:36; Luc. 22:42). Según Mat. 26:42, Jesús agrega, "si no puede
pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad". Desde el principio del ministerio de
Jesús Satanás le tentó a evitar la cruz (Mat. 4:8-10).
-- Mas para esto
(12:24, 25) he llegado a esta hora (12:23). -- "Esta hora" era la hora de la
traición de Judas, de los "juicios" falsos y de la crucifixión (Mat. 26:45; Mar.
14:41). La expresión, "Mas para esto he llegado a esta hora" corresponde a "no
se haga mi voluntad, sino la tuya" (Luc. 22:42). Jesús estaba resuelto a cumplir
la voluntad del Padre (4:34; 5:30; Heb. 10:7, 9).
12:28
Padre, glorifica tu nombre. -- 12:23, 24. El Padre sería glorificado por la muerte,
resurrección y ascensión de Cristo. (El Padre es glorificado también por la
muerte figurada de los discípulos,
12:25; Rom. 12:1, 2; Gál. 2:20).
-- Entonces vino
(no un ruido, sino) una voz del cielo (hablando palabras, como en Mat. 3:17; 17:5; al
orar Jesús pronunció palabras inteligibles, y al contestarle el Padre pronunció
palabras inteligibles): Lo he
glorificado (2:11) y lo glorificaré
otra vez . -- Cristo fue glorificado en su crucifixión (12:23), en su
resurrección, en su exaltación (ascensión y coronación) (Hech. 2:33-36; Fil.
2:10, 11), en los triunfos de la predicación del evangelio (Hech. 2:41, etc.) y
en el servicio y adoración consagrados de sus discípulos.
12:29 Y la
multitud que estaba allí, y había oído la voz, decía que había sido un trueno
(Ex. 19:19, "con voz tronante"). Otros decían: Un ángel le ha hablado. --
"Aquí tenemos una ilustración del hecho que a menudo la gente oye
distintamente según lo que ellos son. Algunos oyen trueno, otros la voz de
ángel, pero Jesús entendió" (FLC) (también Juan). "En todas las revelaciones del
cielo, cada uno oye según el grado de
su receptividad y de su inteligencia espiritual; no ocurría otra cosa con la
palabra y las enseñanzas del Salvador mismo" (B-S).
12:30
Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz por causa mía -- no era necesario convencer a Jesús que el Padre le
había oído, 11:41, 42, pero era de mucho consuelo para El; probablemente el
significado sea, "No ha venido esta voz solamente por causa mía, etc.", como en
6:27.
-- sino por causa
de vosotros. -- Para que su fe
aumentara (Luc. 17:5). Era una voz comprensible; de otro modo, ¿cómo les podría
ayudar? ¿Por qué creyeron algunos que un ángel le había hablado? Porque oyeron una voz. En el caso de Saulo de Tarso es
cierto que los que le acompañaron oyeron la voz sin entenderla (Hech. 9:7;
22:9), pero en ese caso Cristo no habló "por causa de" ellos, sino solamente
para comunicarse con Saulo.
12:31
Ahora ("esta hora", 12:23, 27; Jesús
dice ahora, hablando proféticamente;
es decir, sin faltar el diablo será vencido. Dice ahora, pues, a causa de la certeza de lo que dice) es el juicio de este mundo (3:17-19;
sobre "los hijos de desobediencia", Efes. 2:2); ahora el príncipe de este mundo
(14:30; 16:11; Mat. 4:8, 9; 2 Cor. 4:4; Efes. 2:2; 6:12; 1 Jn. 5:19) será echado fuera. -- 16:33. Será
quitado de su trono (el corazón del hombre) (AH), pero ¿cuándo y cómo? Cuando
Cristo murió en la cruz fue hecho posible la victoria sobre Satanás, porque
cuando el hombre es atraído a Cristo (12:32), Satanás es echado fuera. Sin
embargo, Satanás no es echado fuera de los corazones de los que rehúsan ser
atraídos a Cristo.
Al morir Jesús en
la cruz, parecía que las fuerzas de Satanás habían derrotado a Jesús, pero en
realidad en la cruz el poder de Satanás fue destruido. En la cruz Jesús le hirió
("te herirá en la cabeza", Gén. 3:15). Otro más fuerte que Satanás le venció, le
quitó todas sus armas en que confiaba, y repartió el botín (Luc. 11:21, 22;
Efes. 4:8). Después de su resurrección Jesús dijo, "Toda potestad (autoridad, LBLA) me es dada" (Mat. 28:18; Efes.
1:19-22). "Despojando a los principados y a las potestades, los exhibió
públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz" (Col. 2:15). El Apocalipsis
habla del triunfo de Cristo (3:20; 12:10; 20:1-3).
La cruz de Cristo
no era, pues, una victoria para Satanás, sino para Cristo, porque al morir
destruyó "por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es,
al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante
toda la vida sujetos a servidumbre" (Heb. 2:14, 15). Por medio de la muerte de
Cristo Dios puede perdonar nuestros pecados, y de esa manera "nos ha librado de
la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo" (Col.
1:13). Así pues en esto Satanás pierde y Cristo gana. "La cruz llegó a ser un
trono" (BWJ).
Eramos esclavos
de Satanás, pero habiendo sido bautizados ya no servimos más al pecado (Rom.
6:4-6). Por eso, por medio de la muerte de Cristo en la cruz, Satanás perdería
muchos esclavos. Ahora en Cristo "somos más que vencedores" (Rom.
8:37).
Satanás ya no
tenía el mismo poder como antes sobre las naciones para engañarles (Apoc. 20:3),
porque ahora el evangelio expone sus mentiras.
Muchos creen que
cuando Cristo venga la segunda vez, establecerá su reino, pero este texto
(12:31), como también los otros textos citados aquí, muestran que en su primera venida Cristo venció a Satanás y
que, habiéndole vencido, estableció su reino. "Si yo por el Espíritu de Dios
echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios"
(Mat. 12:28).
12:32 Y
yo, si fuere levantado de la tierra (3:14; 8:28; si el grano de trigo cae en la tierra y
muere, 12:24), a todos (tanto a los
griegos, como estos que querían verlo, 12:21, como a los judíos) atraeré (6:44, 45; el hombre no es empujado hacia Cristo, sino atraído a Cristo por medio del
evangelio, véase 6:44, 45, notas) a mí
mismo. -- "Por la vía de la Cruz, la única vía al Padre (14:6)" (ATR). Esto indica una gran victoria sobre
Satanás, pues los que son atraídos a Cristo han sido esclavos de Satanás. Al
leer estas palabras, las entendemos y aceptamos, pero para la gente de esa
ocasión seguramente parecerían presuntuosas. Jesús, sin embargo, sabía Quién
era, de Quién había venido, por qué había venido, y qué sería el resultado de su
crucifixión.
Cristo siempre ha
tenido imán o magnetismo para atraer a sí mismo a mucha gente. Durante su
ministerio personal multitudes le siguieron (Mat. 4:25; 8:1); los doce apóstoles
dejaron todo para seguirle (Mat. 19:27); muchos dejaron familias, tierras, etc.
para seguirle (Mar. 10:29, 30). La enseñanza de Jesús atrajo a la gente (6:44,
45; 7:45, 46; Mat. 7:28, 29). El poder de Jesús atrajo a los hombres (Luc.
5:26).
Ahora habla del
magnetismo central: el de la cruz. Tiene magnetismo porque el inocente Cordero
de Dios -- voluntariamente, y con espíritu de perdonar --, murió por el mundo de
pecadores. Este es el evangelio que es el poder de Dios para atraer y salvar al
hombre (Rom. 1:16; 2 Tes. 2:14).
También la vida
fiel de los discípulos de Jesús tiene poder magnético (Mat. 5:16; 1 Tim. 4:12; 1
Ped. 3:1-4), porque adorna la
doctrina de Cristo (Tito 2:10).
12:33 Y
decía esto dando a entender de qué muerte iba a morir. -- La gente entendía que la expresión, "si fuere
levantado de la tierra" significaba la crucifixión.
12:34 Le
respondió la gente: Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para
siempre. -- Así era su
interpretación de los textos que hablaron del dominio eterno del Mesías (p. ej.,
Isa. 9:6, 7, "lo dilatado de su imperio y la paz no tendrá límite"; Sal. 89:4,
"Y edificaré tu trono por todas las generaciones"; al hablar del Hijo del
Hombre, Daniel dijo (7:14), "Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que
todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio
eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido"; Ezeq. 37:25,
"Mi siervo David será príncipe de ellos para siempre"). Ellos creían que estos
textos que hablaban del Mesías querían decir que El vencería a todos sus
enemigos, y que reinaría para siempre en Jerusalén sobre los judíos aquí en la
tierra.
No hicieron caso
de Isa. 53 y otros textos que claramente profetizaban la muerte del
Mesías.
-- ¿Cómo, pues,
dices tú ("En oposición a la ley {la
Escritura})" (ATR) que es necesario que
el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre? -- Su
Entrada Triunfal indicó claramente que El era el Mesías, pero ahora ¿por qué
hablaría de ser levantado? Era obvio que al hablar de sí mismo Jesús usó la
expresión "el Hijo del Hombre", pero al mismo tiempo dice que este Hijo del
Hombre había de ser levantado. Para ellos eso era una contradicción y, por eso,
preguntaron, "¿Quién es este Hijo del Hombre?" Parece que estaban pensando, "Tú
estarás hablando de otro mesías", porque no podían reconciliar estos conceptos
que, para ellos, eran contradictorios.
"El Hijo del
Hombre es el que descendió de los cielos (3:13), habla el lenguaje de su Padre
celestial (8:28), es el vínculo entre el cielo y la tierra (1:51), cumple una
misión de inspiración celestial (sufriendo por su pueblo, 3:14), tiene autoridad
de los cielos para ejercer como juez tanto en el presente como en el futuro
(5:27), es el pan del cielo, que el hombre debe comer (6:27, 53), es, en
consecuencia, el objeto de la fe (9:35)" (GH).
12:35
Entonces Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz (Cristo mismo, 1:4, 55, 7, 8; 7:33; 8:12; 9:4, 5) entre vosotros (compárese 12:34, "el
Cristo permanece para siempre"); andad
entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas (1 Tes.
5:4); porque el que anda en tinieblas,
no sabe a dónde va (1 Jn. 2:11). --
¿Por qué no contestó su pregunta? El conoce el corazón del hombre (2:24, 25)
y tal vez no les contestara por no ver seriedad en ellos, ni la capacidad para
entender su respuesta.
12:36
Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz. --
En lugar de contestar su pregunta
(probablemente insincera) les exhorta a que aprovechen su oportunidad de ser
hijos de luz (Mat. 5:14; Efes. 5:8; 1 Tes. 5:5). Los "hijos de luz" son los que
llevan una vida iluminada por el evangelio.
12:37, 38
Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en
él; para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién
ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor? --
Las señales registradas por Juan
eran y son suficientes para convencer a cualquier persona sincera de que Cristo
es el Hijo de Dios (Jn. 20:30, 31), pero no convencen a los que no quieren
convencerse, porque no les conviene. Esta dureza de corazón fue profetizada
por Isaías (6:10).
Es muy importante que los jóvenes entiendan que los
que creen en Cristo no son ignorantes o supersticiosos; tampoco rechazan la
ciencia (verdadera). Las señales hechas por Jesús eran y son adecuadas para
producir la fe en cualquier persona sincera. Cristo quiere que todos piensen y
razonen. El requiere que el hombre crea en El (que es el Hijo de Dios) porque ha
mostrado la evidencia de esta verdad. Cristo quiere que los jóvenes (y todos)
investiguen las evidencias y pruebas de su divinidad. Quiere que usen su
intelecto. ¡El uso del intelecto no destruye la fe!
La palabra prejuicio quiere decir "juicio u opinión
sobre algo antes de tener verdadero conocimiento de ello" (Larousse). Es
indispensable que todos (mayormente los jóvenes) reconozcan que muchos
incrédulos tienen un fuerte prejuicio
contra Dios y contra la verdad, porque
son pecadores y, por eso, están condenados por Dios. Por ejemplo, muchos
creen en la evolución, pero aceptan esta "explicación" del origen del hombre,
porque buscan una salida para no creer en la creación. Si aceptaran que Dios es
el Creador, tendrían que aceptar que
El es el Juez, y si aceptaran que
Dios es el Juez, entonces no podrían -- con buena conciencia -- seguir en su
vida de libertinaje. Los "científicos" aceptaron la evolución simple y
sencillamente porque estaban resueltos a rechazar la creación. Tales incrédulos
tienen corazones duros y conciencias cauterizadas. El problema, pues, no es intelectual, sino moral; es decir, no tiene nada que ver
con la evidencia o la falta de evidencia para creer en Dios y en Cristo, sino
más bien tiene que ver con la astucia del hombre que busca alguna manera
"científica" para justificarse en su rebelión contra Dios. Es muy importante que
los jóvenes entiendan esto para que no sean engañados por las palabras huecas y
"los argumentos de la falsamente llamada ciencia" (1 Tim.
6:20).
12:39, 40
Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías: Cegó los ojos de ellos, y
endureció su corazón; Para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón,
Y se conviertan, y yo los sane. -- ¿Cómo cegó Dios los ojos de ellos? ¿Cómo endureció su
corazón? ¿Lo hizo con un decreto arbitrario e irresistible? ¿Lo hizo en contra
de la voluntad de los judíos? Sin duda alguna el pueblo gozaba de su libre
albedrío y podía haber aceptado a Cristo. Si los judíos -- o algunos de ellos --
hubieran estado bajo algún decreto de endurecimiento, ¿por que predicarles? ¿Por
qué presentarles las señales y otras evidencias, si de ninguna manera podrían
aceptarlas?
¿Cómo, pues, los
endureció el Señor? Lo que su palabra hace, El hace. El mandamiento que Dios
entregó a Faraón -- por medio de Moisés y Aarón -- endureció su corazón. Así
también la verdad revelada por Cristo endureció el corazón de los judíos. Lo que
Dios dijo a Faraón no era agradable a él, y la verdad enseñada por Jesús no era
agradable a los judíos. En los dos casos la voluntad humana no estaba dispuesta
a someterse a la voluntad de Dios, y la consecuencia ineludible es el
endurecimiento del corazón. El mismo evangelio endurece el corazón de algunos, y
suaviza el corazón de otros. (El sol endurece el barro y suaviza la
cera.)
12:41
Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él. -- Isaías era el profeta mesiánico. Al ver la gloria de
Jehová, vio la gloria de Cristo (14:9; Isa. 6; 7:14; 9:6). Ampliamente describe
al "Siervo de Jehová" (caps. 42-53). Isaías vio la gloria de la cual Jesús habla
en 13:31, "Ahora es glorificado el Hijo del Hombre" (Isa. 53). Isaías vio la
gloria del eterno Cristo antes de su venida al mundo, y Juan la vio después
(1:14, 18).
12:42 Con
todo eso, aun de los gobernantes, muchos (muchos, aun de los gobernantes, LBLA)
creyeron en él; -- Aunque "los
principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que ... le
prendiesen" (11:47), muchos, e incluso algunos de los mismos gobernantes,
creyeron en El.
-- pero a causa
de los fariseos no lo confesaban, -- (compárese Hech. 6:7). En esta frase Juan describe
una verdadera tragedia. "José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero
secretamente por miedo de los judíos" (19:38). ¿Cuánto vale el discipulado
secreto? El discípulo secreto se avergüenza de Cristo (Mar. 8:38). Quiere lo
mejor de ambos mundos, pero del mundo celestial no obtendrá nada a menos que se
arrepienta. Lo que no cuesta nada no vale nada. Estos gobernantes no querían
entender que cuesta caro confesar y seguir a Cristo porque el discipulado es de supremo valor (Mat.
13:44-46).
Los que no
confiesan a Cristo se avergüenzan de El, como los novios que se casan en secreto
se avergüenzan el uno del otro. Se dice que lo hacen por temor de alguien o de
algo; por ese mismo motivo los gobernantes no confesaban a Cristo. Sea lo que
fuera el pretexto, la verdad es que el discípulo secreto y los novios que se
casan en secreto tienen vergüenza de la relación -- sea el discipulado o el
matrimonio -- y no quieren aceptar la consecuencia de ella. El matrimonio es
ratificado por los testigos que acompañan a los novios (Mat. 22:13, "bodas"
quiere decir "fiesta de boda"; 25:10 "entraron con él a las bodas"; Luc. 12:36,
"aguardan a que su señor regrese de las bodas"). Los textos que hablan de bodas
se refieren a eventos públicos.
¿Dónde está el texto que hable del matrimonio secreto? Si los novios no están
dispuestos a aceptar la consecuencia de su matrimonio (p. ej., el enojo de la
familia y el compromiso de vivir juntos hasta la muerte de uno de ellos), no
deben casarse, y los que confiesen a Cristo deben estar dispuestos a ser
"expulsados" de cualquier "sinagoga".
-- para no ser expulsados de la sinagoga.
-- 9:22. Si hubieran confesado a Cristo, sus socios los habrían expulsado de
la sinagoga (y la vida judía). Habrían perdido sus puestos, su prestigio y sus
riquezas, pero al continuar amarrados a tales incrédulos ¿adónde los llevarían?
(Mat. 23:37 - 24:3). ¿El no confesar
a Cristo no les costaría nada de valor?
La fe de los que
por temor no confiesan a Cristo no vale nada (Mat. 10:32, 33; Mar. 8:38; Rom.
10:9, 10), porque es una fe muerta (Sant. 2:24-26).
En cuanto a la
cuestión de si la fe es el único requisito para ser salvo, este versículo clara
y concluyentemente da la respuesta negativa. La fe sola no salva a nadie. A los
comentaristas sectarios les gusta analizar la fe de tales personas. Por
ejemplo, dicen que la fe de estos gobernantes era simplemente una "media fe", o
una "convicción racional ... pero no una confianza salvadora en Cristo" (AH). El
hablar de la fe que viene de la mente pero no del corazón (AWP) no tiene
sentido, porque el corazón es, según su uso en la Biblia, la mente ("con el
corazón se cree", Rom. 10:10), pero también el corazón es la voluntad ("propuso en su corazón", 2
Cor. 9:7). Estos gobernantes creyeron en
Cristo, pero no propusieron en su corazón obedecerle. "El hombre es
justificado por las obras, y no solamente por la fe" (Sant. 2:24). Estos
gobernantes tenían fe, pero solamente
fe, y la fe sola no salva.
Les faltó mucho:
(1) no reconocieron que eran pecadores perdidos; por eso, no se humillaron como
el publicano que dijo, "Dios, sé propicio a mí, pecador" (Luc. 18:13); (2) no se
arrepintieron de sus pecados (Luc. 13:1-5); (3) "no lo confesaban"; (4)
"desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados
por Juan" (Luc. 7:30). Sin embargo, ellos sí creyeron, pues Juan lo dice; por lo
tanto, si la fe sola salva, entonces fueron salvos sin humillarse, sin
arrepentirse, sin confesar a Cristo, y sin el bautismo para perdón de los
pecados.
Los sectarios se contradicen a sí
mismos. Predican la salvación por la fe sola, pero entonces dicen que la fe
salvadora confesará a Cristo. Si la
confesión es necesaria para la salvación, entonces la fe no es el único
requisito para ser salvo. Ellos enseñan que, aparte de la fe y la confesión,
también es necesario amar a Dios (Mat. 22:37), arrepentirse de los pecados (Luc.
13:3, 5), e invocar al nombre del Señor (Rom. 10:13). Entonces, deben dejar de
afirmar que el hombre puede ser salvo por la fe sola, y predicar el evangelio
puro que requiere estos actos de obediencia y también el bautismo para perdón de
los pecados (Hech. 2:38).
12:43
Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios. --
5:44. El deseo de complacer a los
hombres sofocaba su convicción. Si se ponen estas dos cosas en la balanza, ¿cuál
pesa más? ¿Cuál tendrá más importancia? Compárese Deut. 30:15, 19, "Mira, yo he
puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal ... escoge pues,
la vida".
Estos gobernantes
querían la aprobación -- la aceptación, la buena voluntad -- de los judíos que
tendría algo de valor para ellos solamente unos cuantos años más, mientras que
la aceptación de Dios es un beneficio eterno. Es otro caso trágico de buscar
beneficios del momento y descuidar los beneficios duraderos (2 Cor.
4:17).
Se perderán los
que buscan la gloria (el favor, la aceptación, la buena voluntad) de otras
personas (familiares, amigos, alumnos, socios, clientes) y no buscan el favor de
Dios. ¿Qué bendición gozarán en el Día Final los gobernantes que tenían la
aprobación del Sanedrín? ¿Qué aprovechará al hombre si ganare la buena voluntad
de familiares y amigos, y perdiere su alma?
Aquí está una de
las decisiones más importantes de esta vida. Todos tenemos que escoger entre el
favor del hombre y el favor de Dios, porque es imposible complacer a los dos.
"¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues,
que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios" (Sant.
4:4).
12:44
Jesús clamó y dijo: -- La palabra clamar indica la intensidad de la
enseñanza de Jesús (7:28, 37; compárese 1:15, "Juan dio testimonio de él, y
clamó"). Los que rechazaron a Cristo estaban sin excusa, porque El les habló
clara y fuertemente. Los hombres se avergonzaban del mensaje de Jesús, pero El
lo proclamó "a voz en cuello" (Isa. 58:1), y siguió haciéndolo sabiendo que los
judíos estaban resueltos a matarle.
Este texto
(12:44-50) es como un resumen de lo que Jesús había enseñado: (1) es igual al
Padre; (2) es la Luz del mundo; (3) no vino al mundo para juzgar sino para
salvar; (4) la enseñanza de Jesús nos juzgará en el Día Final; y (5) su mensaje
le fue dado por el Padre.
-- El que cree en
mí, no cree en mí, sino en el que me envió; -- Aquí Jesús vuelve al tema de su unidad con el Padre.
El que cree en Cristo no solamente
cree en El, sino también cree en El
que lo envió, porque son uno (10:30). Compárese 6:27, "Trabajad, no (solamente)
por la comida que perece, sino (también) por la comida que a vida eterna
permanece".
Al creer en
Cristo creemos en El que lo envió, porque Cristo es la vida, la luz del mundo,
el agua de la vida, el pan de la vida, la puerta, el Buen Pastor, el camino, la
verdad y la vida, y la resurrección y la vida. Si algún mero hombre se hubiera
atrevido a decir esto de sí mismo, todos habrían sabido que padecía demencia,
pero Cristo lo dijo y lo confirmó con muchas señales
verdaderas.
12:45 y el
que me ve, (el que oye sus
enseñanzas, ve sus señales y discierne que verdaderamente El es el Hijo de Dios
e igual a Dios, 5:18) ve al que me envió. -- Al
conocer al Hijo conocemos también al Padre (1:14; 8:19; 14:9; Heb. 1:3). Al ver
a Cristo, vemos al Padre; al oír a Cristo, oímos al Padre. Podemos ver "la
gloria de Dios en la faz de Jesucristo" (2 Cor. 4:6).
Los "testigos"
del Atalaya no pueden ver a Jehová del cual hablan sin cesar, porque enseñan que
Cristo no era Dios (1:1), sino "un dios". Siendo politeístas (creen en dos
dioses), los "testigos" son idólatras.
12:46 Yo,
la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en
tinieblas. -- (8:12). Cuando Cristo vino el mundo estaba
lleno de tinieblas, no solamente en el mundo gentil, sino también en el
judaísmo. Cristo es la única luz, porque es la única revelación verdadera de
Dios. Los que no siguen a Cristo permanecen en tinieblas. Está disponible la luz, pero muchos
prefieren las tinieblas.
En su primera
carta (1:5) Juan dice, "Dios es luz"; Cristo dice, "Yo, la luz". Por lo tanto,
Cristo es Dios. "Y no hay ningunas tinieblas en él". Cuando Cristo vino, El
encontró a su pueblo separado de esta luz por causa de sus pecados (Isa. 59:1,
2). El es la luz -- la única luz -- que puede acabar con todas las tinieblas
(1:4; 3:17-19; 8:12).
12:47 Al
que oye mis palabras (enseñanzas), y no las guarda, yo no le juzgo; porque
no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo (Luc. 19:10; 1 Tim.
1:13). -- Otra vez aquí (como en
3:16-19), Jesús enfatiza que no era
necesario venir al mundo para condenar al hombre, porque ya estaba condenado.
Más bien, vino al mundo para salvar al hombre. Estos textos ponen el énfasis
sobre su obra de salvar. Ahora Cristo
es -- sobre todo -- nuestro Salvador y Mediador. Sin embargo, ineludiblemente
Cristo sí es el Juez del mundo
(3:17-19; 5:22, 27, 30; 8:16; 9:39). ¿Cuántos pensarán que Jn. 3:16 es texto
de juicio? El acto supremo de amor se convierte en un juicio sobre el hombre.
Cada quien, por su actitud hacia ese Don de Dios, se juzga a sí mismo. "La
salvación era el objetivo, pero el juicio era la consecuencia"
(DG)
12:48 El
que me rechaza, y no recibe mis palabras (son inseparables Cristo y sus enseñanzas), tiene quien le juzgue; -- "tiene"
ahora mismo, aun en esta vida, pues ya comenzó el juicio; cada uno está delante
del tribunal de Cristo, porque el verdadero juez de la humanidad es el evangelio
(Rom. 2:16).
-- la palabra que
he hablado, ella le juzgará en el día postrero (final, LBLA) -- En
este texto Jesús pone el énfasis sobre su enseñanza como la base del juicio. Ya
había hablado del "día postrero" (6:39, 40, 44, 54; 11:24; compárese 1 Cor.
15:52). Muchos textos hablan del
juicio final: Rom. 2:12, 16; 2 Cor. 5:10; Hech. 17:31; 24:25; Apoc. 20:11, 12.
En el Día Final seremos juzgados por el evangelio que Pablo predicó (Rom. 2:16),
pero aun ahora, durante nuestra vida aquí en la tierra, la enseñanza de Cristo
nos está juzgando; p. ej., Mat. 7:24-28, ahora mismo los que oyen y obedecen
edifican sobre la roca; Mar. 16:16, "el que creyere y fuere bautizado será
salvo, mas el que no creyere será condenado". ¿Cuándo? Los que han creído y sido
bautizados reciben el perdón de los pecados ahora (Hech. 2:38). ¿Cuándo será
condenado el que no creyere? Ya está condenado, porque todavía está en sus
pecados.
La enseñanza de
Jesús (p. ej., Mat. 5:22, 28, 32; 7:1, 2; 12:36, 37), como también la de sus
apóstoles (p. ej., 1 Cor. 11:29, 31, 34; 2 Tim. 2:11, 12) nos juzgan ahora mismo. Los que
desobedecen esta enseñanza son juzgados por ella aun durante esta vida. "Juzgará
al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad" (Sal. 96:13). "Habéis de
ser juzgados por la ley de la libertad" (Sant. 2:12); en realidad ahora mismo
cada quien se juzga a sí mismo por la ley de la libertad. En el Día Final
nuestra vida será comparada con la norma divina, la enseñanza de Cristo, pero
ahora en esta vida sucede lo mismo; es decir, en la actualidad estamos bien o
estamos mal ante los ojos de Dios. Por eso, debemos examinar nuestra vida
nosotros mismos para reconocer cuándo estamos mal y hacer las correcciones
necesarias (1 Cor. 11:31; 2 Cor. 13:5; Sant. 1:22-27).
Ahora mismo, pues, sabemos (1) a quién
servimos (Mat. 6:24; Rom. 6:17, 18); (2) en qué camino andamos (Mat. 7:13, 14);
(3) si andamos en la luz o en las tinieblas (Jn. 12:35; 1 Jn. 1:5-7); (4) si
estamos en el reino de Cristo o todavía en el reino de las tinieblas (Col.
1:13). Por lo tanto, en Aquel Día no habrá sorpresas para los que siguen a
Cristo, porque sabemos de antemano que seremos juzgados por su enseñanza, la
misma enseñanza que nos está juzgando durante esta vida. El verdadero juez de
los condenados será el evangelio rechazado. Desde luego, habrá sorpresas
para muchos infieles, porque ni siquiera creen que habrá juicio. También les
sorprenderá que Cristo sea Juez.
Por lo tanto,
ahora mismo todos están en el proceso de
juzgarse a sí mismos. Cuando los judíos de Antioquía de Pisidia rechazaron
el evangelio, Pablo les dijo, "la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida
eterna" (Hech. 13:46). ¿Pablo juzgó que ellos no eran dignos de la vida eterna?
¿Quién juzgó a quién? Ellos se juzgaron a
sí mismos. ¿Cuándo lo hicieron? Cuando desecharon la palabra. En ese momento
esa misma palabra les juzgó, y al mismo tiempo ellos se juzgaron a sí mismos.
¿Qué fue su veredicto para ellos mismos? Que no eran dignos de la vida
eterna.
Hoy en día ¿a
quién puede el hombre culpar por estar condenado? ¿Al predicador? No, sino
solamente a sí mismo. En el juicio algunos querrán discutir con el Señor (Mat.
7:22), pero si estos hubieran hecho una investigación objetiva de la enseñanza
de Jesús para aceptar la verdad, no estarían decepcionados del resultado en el
Día Final.
Este texto enseña la responsabilidad del hombre.
Todos pueden y deben aceptar la enseñanza de Cristo. Refuta, pues, la doctrina
(llamada la predestinación) de que el hombre perdido no tiene la capacidad para
aceptar la enseñanza de Cristo a menos que Dios obre por otro medio aparte de la palabra para regenerarlo,
porque de esa manera el hombre no sería responsable. Muchos creen que un hombre
muerto (en pecados) no puede hacer
nada, pero léase 5:25. Todos los que no obedecen al evangelio serán castigados
(2 Tes. 1:7-9).
12:49
Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; -- como una persona que hablara aparte o
independientemente del Padre. "Y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo
sabe éste letras, sin haber estudiado? Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina
no es mía, sino de aquel que me envió" (7:15, 16).
Si Jesús hubiera
sido un mero hombre, habría hablado por su "propia cuenta" como un oficial
eclesiástico (papa, cardenal, arzobispo, obispo, sacerdote) de Roma, o como un
presidente, obispo u otro oficial protestante.
-- el Padre que
me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar.
-- "Las palabras que me diste, les
he dado ... Yo les he dado tu palabra" (17:8, 14). Dios dijo a Moisés, "Profeta
les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su
boca, y él hablará todo lo que yo le mandare" (Deut. 18:18). "Aunque era Hijo,
por lo que padeció aprendió la obediencia" (Heb. 5:8).
12:50 Y sé
que su mandamiento es vida eterna. -- 6:68. Nos
da vida eterna si obedecemos "su mandamiento" ("todo el consejo de Dios", Hech.
20:27, es decir, el evangelio). El evangelio es, pues, el maná que desciende del
cielo para alimentar el alma.
-- Así pues, lo
que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho. -- Porque "esta es la vida eterna: que te conozcan a ti,
el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado"
(17:3).
* * * * *
* * * * *
Juan
13
13:1 Antes
de la fiesta de la pascua, -- 13:29;
18:28. La fiesta de la Pascua duraba siete días (Ezeq. 45:21). Juan emplea la palabra fiesta para indicar la semana entera
(2:23, "Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua"; 4:45, "habiendo visto
todas las cosas que había hecho en Jerusalén, en la fiesta"; 6:4; 11:56; 12:12,
"grandes multitudes que habían venido a la fiesta").
Algunos creen que
la cena de Jn. 13 no es la última cena de Mat. 26, Mar. 14 y Luc. 22, pero
compárense Jn. 13:16, 17 con Luc. 22:14, 15, 24-27; Jn. 13:18, 21-30 con Mar.
14:17-21; Mat. 26:20-25; Jn. 13:38 con Mat. 26:34; Mar. 14:30; Luc. 22:34.
¿Quién puede creer que todos estos detalles pudieran haber ocurrido en dos cenas
distintas?
-- sabiendo Jesús
que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre,
(12:23) como había amado a los suyos que estaban
en el mundo, los amó hasta el fin (O, hasta lo sumo, LBLA, margen). -- Pero, lamentablemente, ellos no lo
amaban de esa manera. "Juan
representa aquí el rebosamiento del amor del mismo corazón de Cristo (caps.
13-17) para con aquellos hombres a los que había escogido y que había amado
'hasta el fin' (eis telos) como en
Mt. 10:22 ... pero aquí como en 1 Tes. 2:16" (hasta el extremo). "La culminación de la
crisis (su hora) hizo brotar
naturalmente la plenitud del amor de Cristo para con ellos, como se muestra en
estos grandes capítulos (13 a 17)" (ATR).
Juan se refiere
al amor de Jesús por sus discípulos 31 veces en los capítulos 13-17. Estaba muy
consciente de lo que El tendría que sufrir, pero no está preocupado por sí
mismo, sino por los apóstoles. "Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga
su vida por sus amigos" (15:13).
Como en esta
ocasión Cristo dejaría un ejemplo muy importante para que sus apóstoles imitaran
su humildad, así también -- y de suma importancia -- les dejaría el supremo
ejemplo de amor que deberían imitar: "Como yo os he amado, que también os améis
unos a otros" (13:34). Como El llevó su cruz, cada discípulo debería llevar su
cruz (Mat. 16:21-24; Luc. 9:22, 23). Los filipenses deberían imitar la
humillación de Jesús quien "se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la
muerte, y muerte de cruz" (Fil. 2:5-8).
13:2 Y
cuando cenaban (durante la cena, LBLA) -- Luc. 22:15. Comían la cena de la Pascua en la tarde
del día 14 (nuestro jueves en la noche).
-- como el diablo
ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le
entregase, -- 6:64, 70, 71; Mat.
26:14-16; Mar.. 14:11, 11; Luc. 22:3-6. El diablo sembró la simiente en el
terreno fértil del corazón de Judas; es decir, el diablo lo hizo, pero lo hizo con el
permiso (consentimiento) de Judas. Compárese Hech. 5:3, "Y dijo Pedro: Ananías,
¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo?" Satanás
lo hizo, pero lo hizo con el permiso de Ananías. Algunos enseñan que Judas
siempre había sido un diablo, pero Jesús dice (6:70), "uno de vosotros es diablo". El Espíritu Santo habla por
la boca de Pedro que "cayó Judas por transgresión" (Hech. 1:25); ¿de qué cayó?
Es imposible que alguien caiga de un techo sin primero haber estado sobre él. Es
imposible que alguien caiga de la gracia si nunca estuvo en la gracia. A los doce Jesús dio autoridad sobre los
espíritus inmundos, para que los echasen fuera, etc. (Mat.
10:1).
¿Por qué, pues,
cayó Judas? La Biblia no explica, pero la respuesta más obvia es que él creía --
al igual que los otros apóstoles -- que Cristo sería un rey político, y luego al
discernir que no lo sería, estaba decepcionado y se alejaba cada vez más de El,
aun robando dinero de la bolsa del
grupo (12:6). Con esa actitud y pensando que la misión de Jesús era una causa
perdida, estaba resuelto a sacar cualquier provecho posible de su "apostolado";
por eso, terminó vendiendo a Jesús por el precio de un
esclavo.
Es indispensable
que se entienda que Judas siempre tuvo libre albedrío. Hoy en día muchos culpan
a la sociedad por la mala conducta de
los criminales (mayormente los criminales jóvenes), pero ¿quién se atrevería a
culpar a Jesús de haber maltratado a Judas?
13:3
sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que
había salido de Dios, y a Dios iba, -- estaba plenamente consciente de su deidad (1:1, 14;
3:35; Mat. 11:27; 28:18; Luc. 10:22), y que pronto sería exaltado a la gloria
que tenía con el Padre (17:5) antes de venir al mundo para morir por
nosotros.
13:4 se
levantó de la cena, -- Todos los
verbos en este texto están en tiempo presente (como está indicado en LBLA por el
signo *). Esto podría indicar que ese evento quedó bien grabado en la memoria de
Juan y que al registrarlo él vuelve a vivirlo. Ninguno de los apóstoles hizo las
veces de siervo para lavar los pies de los demás caminantes porque sus corazones
estaban preocupados por sus disputas llenas de ambición y envidia acerca de cuál
de ellos sería el mayor en el reino de Cristo. Si alguno de ellos se hubiera
humillado para lavar los pies de los demás, esto habría indicado inferioridad. ¡Imagínese la sorpresa de
estos que amaban la preeminencia cuando el Maestro mismo se levanta para
hacerlo!
-- y se quitó
(tithesin, se quitó, es el mismo verbo usado en
10:11, da; 10:15, 17, 18; 15:13, traducido poner) su manto, (ta himatia, "el ropón exterior ...
quedando sólo con la túnica, chiton,
ATR). Es lo que hacían los que servían (Luc. 22:27), y tomando una toalla, se la ciñó
(compárese 1 Ped. 5:5, "ceñíos de humildad", VM). -- Cronológicamente este texto cabe
después de Luc. 22:24-30, texto que presenta la disputa de los apóstoles acerca
de quién sería el mayor en el reino. Creían que muy pronto Jesús iba a
establecer un reino terrenal y ellos querían ser oficiales de alto rango. Por lo
tanto, Jesús lavó los pies de los apóstoles para corregir sus conceptos falsos.
Véase también Mat. 20:25-28.
El lavar los pies
al huésped era un acto común de servicio y de hospitalidad (Gén. 18:4; 19:2;
43:24; Jueces 19:21; Luc. 7:44-46), porque la gente acostumbraba viajar a pie
llevando solamente sandalias. Comúnmente el lavar los pies era el trabajo de los
siervos (véase 1 Sam. 25:41).
Jesús no inventó el acto de lavar los
pies a otros; la práctica ya existía. Se practicaba diariamente como acto de
cortesía y de hospitalidad en países orientales. Era, pues, un acto
completamente normal y natural entre ellos (como el besar para saludar y el uso
del velo en la mujer para indicar la sumisión). Pero los países occidentales no
practican el lavamiento de pies como acto de hospitalidad, y si se ofreciera
este servicio al huésped, éste se sentiría incómodo y
avergonzado.
13:5 Luego
puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a
enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. -- El espíritu de humildad que Jesús manifestó en esta
ocasión era un contraste con el
espíritu ambicioso de los apóstoles.
Existía la
costumbre de que a veces, para mostrar el respeto, los discípulos lavaban los
pies de su maestro, pero el maestro nunca lavaba los pies de sus discípulos,
pero Jesús les había dicho, "Yo estoy entre vosotros como el que sirve" (Luc.
22:27).
13:6
Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? --
¿Tú, Señor y Maestro, haces el
trabajo de un siervo? En el griego
los pronombres tú y me están en posición enfática, como
también yo y tú en el v. 7. Para Pedro no era nada
aceptable que Jesús lavara sus pies. Sin duda los otros apóstoles pensaban lo
mismo, pero solamente Pedro tuvo el valor para expresar sus
pensamientos.
13:7
Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora
(los apóstoles todavía disputaban
entre sí acerca de quién sería el mayor, Luc. 22:24); mas lo entenderás después. -- 2:22;
12:16. Los apóstoles entendieron muchas cosas después de la resurrección de Jesús. Después entenderían la necesidad de
humillarse y de no buscar señorío. El Espíritu Santo reveló este tema con toda
amplitud a los apóstoles como se puede ver en las epístolas. También se puede
ver en Hechos y en las epístolas que ellos sí lo entendían después, porque enseñaban y practicaban
la verdad sobre la humildad (1 Ped. 5:5) y nunca volvieron a discutir cuál de
ellos sería el mayor.
13:8 Pedro
le dijo: No me lavarás los pies jamás (es decir, hágase la voluntad mía y no la tuya; al
decir esto rechazaba uno de los principios básicos del reino de Cristo: la
humildad). Jesús le respondió: Si no te
lavare (física y espiritualmente),
no tendrás parte (comunión)
conmigo. Si no aceptara a Jesús como Siervo humilde que daría su vida en
rescate por muchos (Mat. 10:38; 16:21-23), no podría ser un discípulo de El (no
tendría comunión con El). Cristo nos lava en su sangre (Hech. 22:16; Rom. 6:3,
4; 1 Cor. 6:11; Efes. 5:26; Tito
3:5; Heb. 10:22; 1 Jn. 1:7; Apoc. 7:14) y, de esa manera, tenemos comunión con
El.
En este acto
Jesús nos deja un ejemplo del servicio humilde, pero también era otra evidencia
de que Jesús verdaderamente era aquel Siervo de Jehová del cual Isaías habló
(Isa. 42 - 53), el Siervo que puso
"su vida en expiación por el pecado" (Isa. 53:10; Fil.
2:8).
13:9 - 11
Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la
cabeza. (Porque quería estar seguro
que tendría comunión con Jesús.) Jesús
le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo
limpio; -- Las personas que asistían a la boda se bañaban antes de ir y al
llegar solamente necesitaban lavar los pies antes de
comer.
-- y vosotros
limpios estáis, aunque no todos. Porque sabía quién le iba a entregar; por eso
dijo: No estáis limpios todos. -- Frecuentemente Jesús mezcla el lenguaje figurado y el
literal. Los discípulos ya se habían purificado para la Pascua (11:55), y ahora
solamente deberían lavarse los pies. Pero entre ellos había uno (Judas
Iscariote) que no estaba limpio, porque pensaba entregar a Jesús (Mat.
26:14-16).
13:12 - 14
Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa,
y les dijo: ¿Sabéis (habéis entendido) lo que os he hecho? Vosotros me llamáis
Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el
Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los
unos a los otros. -- En lugar de buscar señorío, deberían
buscar la manera de servir el uno al otro como si fueran esclavos (recuérdese
que el servicio de lavar los pies era trabajo de los
esclavos).
El pronombre vosotros no se refiere a nosotros sino a
los apóstoles. (Compárese Mat. 10:19, 20; Hech. 1:5, 8, palabras dirigidas no a
nosotros sino a los apóstoles). Jesús estuvo curando una enfermedad espiritual
en sus apóstoles, porque por causa de su orgullo y egoísmo buscaban señorío el
uno sobre el otro. Por eso, ese ejemplo era muy necesario para
ellos.
Jesús no introdujo este acto en la iglesia
como rito o ceremonia, como acto de culto (p. ej., como lo es la cena del
Señor) como algunos suponen. Esa misma noche el Señor instituyó la cena del
Señor, pero dijo claramente (Luc. 22:29, 30), "Yo, pues, os asigno un reino,
como mi Padre me lo asignó a mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi
reino"; por eso, la cena del Señor era una parte integral del culto de la
iglesia como lo muestran claramente Hech. 2:42; 20:7; 1 Cor. 10:16;
11:23-27.
Pero la práctica
de lavar los pies como ceremonia de la iglesia comenzó en el siglo cuatro cuando la
iglesia ya se había apartado del patrón bíblico. No hay texto alguno que hable
del lavamiento de los pies en alguna iglesia. Podría practicarse hoy en día bajo las mismas circunstancias, pero no
como una ceremonia de la iglesia. Tiene que ser un verdadero acto de servicio
para imitar lo que Jesús hizo.
Los que practican
el lavamiento de los pies -- creyendo que es un mandamiento para nosotros, pero
sin tomar en cuenta que era un acto de servicio -- destruyen el significado y la
eficacia de este ejemplo de Jesús. Al convertir este acto en rito o ceremonia no
hacen lo que Jesús hizo. Lo que El hizo fue un verdadero servicio porque los que caminaban con
sandalias (como lo hacían los apóstoles) necesitaban este servicio; era una
práctica común y agradable para el huésped. No era un rito eclesial hueco y sin
significado.
No imitamos el
ejemplo de Jesús si lavamos los pies a alguien que lleve zapatos y camine en
calle pavimentada, sino cuando servimos al hermano de acuerdo con Mat. 25:35,
36. Este texto habla del verdadero servicio, igual a lo que El hizo cuando lavó
los pies de los apóstoles.
El les dejó,
pues, un ejemplo de humildad y de cómo practicar la verdadera hospitalidad, pero
no nos ha dejado una ceremonia o la
práctica de un acto careciente de significado en nuestra cultura.
La práctica de
besar para saludar fue mandada también; para ser consecuentes los que requieren
el lavamiento de pies deben exigir que la gente se salude con beso. Lo
importante es que nos saludemos con toda sinceridad y amor, pero en muchos
países el beso no es la práctica o la costumbre que exprese estas virtudes. La Biblia no impone las costumbres de
ciertos pueblos sobre toda la iglesia universal.
En 1 Tim. 5:20 es
muy obvio que el lavamiento de los pies de los santos está en el contexto de
otros actos de servicio: "buenas obras ... hospitalidad ... lavado los pies de
los santos ... socorrido a los afligidos ... practicado toda buena obra". ¡Esto
es servicio! No es rito o ceremonia.
Los que insisten
en que se practique el lavamiento de los pies como una ceremonia de la iglesia
dicen que "Cristo no enseña costumbres ni tradiciones sino doctrina". Al decir
esto quieren decir que Jn. 13:5 no habla de costumbre, sino de doctrina, pero la
doctrina no es el lavamiento de los
pies, sino la humildad y la hospitalidad, y esta doctrina es para toda la iglesia de
todo país y hasta el fin del mundo. El lavar los pies, el saludar con beso,
el usar velo, el imponer manos, etc. eran costumbres que no se impusieron como
ley sobre la iglesia.
13:15 - 17
Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también
hagáis. -- En esa misma noche Jesús
instituyó la cena del Señor, la cual se menciona en Hech. 2:42; 20:7; 1 Cor.
11:23-27. Sin lugar a dudas la iglesia debe participar cada primer día de la
semana la cena del Señor, pero el lavamiento de pies se menciona una sola vez (1
Tim. 5:10), texto que claramente habla del servicio
individual.
La enseñanza de
Jn. 13:15 se expresa en Fil. 2:1-4 y muchos otros textos que requieren la
humildad. Para los hombres los grandes son los que mandan (Mat. 20:20-25), pero
para Dios los grandes son los siervos.
-- De cierto, de
cierto os digo: El siervo (el
apóstol) no es mayor que su señor
(Cristo), ni el enviado (el
apóstol) es mayor que el que le envió
(Cristo). Si sabéis estas cosas,
bienaventurados seréis si las hiciereis. -- Para ser verdaderos discípulos
de Jesús dos cosas son necesarias: (1) saber, y (2) hacer.
13:18 No
hablo de todos vosotros; yo sé a quienes he elegido (2 Tim. 2:19); mas para que se cumpla la Escritura: El
que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar. -- Sal. 41:9, "Aun el
hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mi
el calcañar". (Véase también Sal. 55:12-14). El comer "pan conmigo" indica la
amistad. En cuanto a la experiencia de David, posiblemente este texto se basó en
2 Sam. 15:12, 31.
Judas comía pan
con Jesús durante todo su ministerio. Dondequiera que Jesús y su grupo
anduvieran Judas era bienvenido, y se sentaba a la mesa con El y con ellos.
Comía la Pascua con ellos. Comía el pan y los peces que Jesús proveyó
milagrosamente. Era grandemente favorecido. Gozaba de la íntima comunión con
Jesús, el Hijo de Dios. ¡Qué bendición tan grande! ¡Qué
honor!
Era muy
importante que Jesús explicara este asunto a sus apóstoles aunque no lo
entenderían hasta después. Deberían
entender que Jesús no fue la víctima de una sucesión de circunstancias más allá
de su control, sino que todo lo sabía de antemano, y en realidad no Judas ni los
judíos ni los romanos estaban encargados de los eventos que El sufrió, sino su
propio Padre (Hech. 2:22, 23).
En cuanto a
Judas, véanse 6:64, 70, 71; 12:4; 13:2, 10, 11, 21, 26, 27; 18:2, 3, 5;
19:11.
Jóvenes (y todos), ¡tengamos cuidado de los
principios (las raíces) de la maldad! Cuando Judas recibió autoridad para echar
fuera demonios y comenzó a predicar el evangelio (Mat. 10:1-8), no se imaginaba
que entregaría a Jesús a sus enemigos. No sabemos exactamente cuándo comenzó a
caer bajo la influencia del diablo, pero sí sabemos que llegó a ser avaro y
comenzó a sacar dinero del fondo del grupo (12:6).
13:19
Desde ahora os lo digo antes que suceda, para que cuando suceda, creáis que yo
soy (8:24, 28, 58). -- Deberían recordar que esta fue
otra profecía de las muchas del Antiguo Testamento que Jesús cumplió al pie de
la letra. El cumplió todas las profecías, como todos los tipos, figuras y
sombras (Luc. 24:44, 45).
También en esto
Jesús demostraba su omnisciencia. No
quería que los discípulos se escandalizaran por la traición de Judas, pensando
que Jesús hubiera sido la víctima inocente de una red de circunstancias crueles;
por eso, les dijo de antemano lo que sucedería, para que después se acordaran y
estuvieran convencidos de que Cristo, siendo omnisciente, verdaderamente era
Dios.
13:20 De
cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el
que me recibe a mí, recibe al que me envió. -- 17:18;
20:21; Mat. 10:40; Mar. 9:37; Luc. 9:48; 10:16. Los apóstoles deberían recordar
y siempre tener presente el hecho de que ellos no solamente serían mensajeros de
Cristo, sino también de Aquel que envió a Cristo. Les convenía recordar esto
durante todo su ministerio para evitar el desaliento.
Al oír esto, ¿habrá pensado Judas que al rechazar a
Jesús rechazaría a Dios? Ese pensamiento debería sacudirle y llenarle de
temor.
13:21
Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu (11:33; 12:27; ahora otra vez, con mucha razón), y declaró (para el beneficio de los
apóstoles y también para Judas) y dijo:
De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar. -- "uno
de vosotros, que come conmigo, me va a entregar" (Mar. 14:18). El conocimiento
de lo que Judas haría demuestra la omnisciencia de Jesús y, por consiguiente, su
deidad. 2:24, 25; 4:29, etc.
13:22
Entonces los discípulos se miraban unos a otros, dudando de quién hablaba. --
Pensaban, ¡increíble! ¡imposible!
¿cómo? Estaban confusos y alarmados, y preguntaron, "¿Soy yo, Señor?" (Mat.
26:22; Mar. 14:19; Luc. 22:23). Esto indica que aparentemente, en cuanto al
servicio externo, Judas había seguido como un discípulo fiel, leal, y amoroso,
porque hasta ese momento los demás no sabían de quién Jesús hablaba. "Judas ...
dijo: ¿Soy yo, Maestro? Le dijo: Tú lo has dicho" (Mat. 26:25). Este hombre no
solamente era un diablo (6:70), sino también un aparente santo (es decir, un descarado
hipócrita).
13:23 Y
uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, -- Juan en ocasiones nombra a los demás apóstoles pero
el nombre de él no aparece en el libro. Véanse 19:26, 27; 20:2-10; 21:7, 20-24;
este último texto (21:24) indica que era Juan. "Aquí tenemos una tajante
declaración de que el Discípulo Amado escribió este libro"
(ATR).
Desde luego,
Jesús no amaba solamente a Juan, pues éste ya había dicho que como Jesús "había
amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta lo sumo"
(13:1).
-- estaba
recostado al lado (reclinado en el pecho, LBLA, al estilo de los persas, romanos y griegos) de Jesús. -- En torno a una mesa
baja, recostaban sobre un sofá o diván, con el codo izquierdo sosteniendo la
cabeza, y con los pies hacia afuera.
Luc. 16:23, "Lázaro en su seno"; Mat. 8:11, "se recostaron con Abraham",
LBLA, margen. Esto indica íntima comunión.
Para poder reclinarnos en el pecho de Jesús, primero
tenemos que estar a los pies de Jesús (Luc. 10:39).
13:24 A
éste, pues, hizo señas Simón Pedro, para que preguntase quién era aquel de quien
hablaba. -- Simón Pedro, siempre
impulsivo e impaciente, quería saber y sabía que Juan era el indicado para
preguntar. Algunos suponen que Pedro
estaba al lado izquierdo de Jesús (detrás de El), pero en esta posición habría
sido difícil hacer señas a Juan que estaba a la derecha de Jesús (es decir, de
esa manera Jesús habría estado entre los dos). Probablemente estaba al otro lado
de la mesa.
Pedro creía que Jesús haría mucho caso a la pregunta
o pedido de Juan. ¿A quién pedimos que pida algo al Señor por nosotros?
(Compárese Sant. 5:14).
13:25, 26
El entonces, recostado cerca del pecho de Jesús (a su lado derecho), le dijo: Señor, ¿quién es? Respondió
Jesús: -- Algunos suponen que Jesús habló en voz baja nada más a Juan, pero
Pedro no estaba tan cerca de Juan (pues tuvo que hacerle señas); es decir, para
que Pedro escuchara lo que Jesús dijo en respuesta a la pregunta de Juan, no puede ser que Jesús le hablara
en voz baja. Obsérvese también que los demás entendieron lo que Jesús dijo a
Judas. Véase Mat. 26:21-25, en particular el ver. 23.
-- A quien yo diere el
pan mojado (en la salsa de hierbas amargas, Ex. 12:8), aquél es. Y mojando el pan, lo dio a
Judas Iscariote hijo de Simón. -- Mat. 26:25; Mar. 14:20). Judas sabía muy
bien cómo fingir. Cuando muchos de los discípulos de Jesús volvieron atrás, y ya
no andaban con él (6:66); Jesús dijo que "uno de vosotros es un diablo" (6:70),
pero aun así -- siendo un diablo -- siguió fingiendo que era uno de los fieles.
Cuando María ungió a Jesús con el perfume, Judas quiso que los demás pensaran
que se preocupaba por los pobres (12:4, 5). Ahora Jesús le dio a Judas el pan y
éste lo aceptó, como si hubiera sido completamente digno de recibir pan de la
mano de Aquél a quien pronto pensaba entregar a los
judíos.
¿Por qué Jesús no
contestó simplemente que era Judas? Porque quería impresionarles con el
cumplimiento de la profecía (13:18) que trataba de la violación de parte de
Judas de la íntima amistad de Jesús.
13:27 Y
después del bocado, Satanás entró en él. -- Jesús promueve el amor, pero Satanás promueve el
odio.
Judas no era un
robot programado para entregar a Jesús (RH), sino que voluntariamente colaboraba con Satanás.
No era un conscripto sino un voluntario. Por eso, Jesús dijo, "A la verdad el
Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien
el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido" (Mat. 26:24).
El poder de
Satanás -- al igual que el poder
del Espíritu Santo --sobre alguna persona depende de la voluntad de la persona;
es decir, Satanás entra y mora en la gente mundana, como el
Espíritu Santo entra y mora en el cristiano. El morar Satanás en el hombre quiere decir
que tiene control sobre ese hombre (Apoc. 2:13; Rom. 7:17), el morar el Espíritu Santo en el cristiano
significa que tiene control sobre esa vida. ¿Cómo se puede saber cuál de los dos
mora en el hombre? Véase Gál. 5:19-23, "Las obras de la carne ... el fruto del
Espíritu".
Dice Juan que
después del bocado, Satanás entró en él, pero esto no quiere decir que antes de
esto Satanás no tenía poder sobre él (12:6; Mat. 26:14-16). Ahora Satanás entró
en él para que de una vez llevara a cabo la traición que había
propuesto.
Aun hasta este
momento Judas pudo haber aceptado el amor de Jesús, pero lo rechazó y abrió su
corazón a Satanás. Debería haber dicho a Satanás lo mismo que Jesús (Mat.
4:1-11, "Escrito está"; y 16:23, "¡Quítate de delante de mí, Satanás!") Dice
Santiago (4:7), "Resistid al diablo y él huirá de
vosotros".
Desde ese momento
Judas tomó los pasos que efectuarían no solamente a la muerte de Jesús, sino
también la suya.
-- Entonces Jesús
le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más (omítase más,
LBLA) pronto. -- El plan de Dios era de que esa misma noche Judas lo
entregara; por eso, Jesús le instó a que actuara de una vez. También Judas, por
su parte, quería actuar con prisa, porque se dio cuenta que Jesús sabía su plan
(Mat. 26:25); por lo tanto, actuaría con prisa para evitar que Jesús hiciera
algo para evitar que se llevara a cabo. Desde luego, no sabía que lo que él
(Judas) pensaba hacer era precisamente lo que Jesús quería que
hiciera.
Jesús no hizo
nada en contra de Judas para provocarle a ser su enemigo, ni tampoco le
favoreció para tratar de evitarlo. Ahora, sabiendo que Judas estaba resuelto a
entregarlo, le dice simplemente, "hazlo pronto"; es decir, sé decisivo y hazlo
sin titubear. Otro día no sería aceptable. El plan de Dios había indicado quién lo haría, y qué y cuándo se haría.
13:28 Pero
ninguno de los que estaban a la mesa entendió por qué le dijo esto. --
Todo esto indica que los otros
apóstoles no desconfiaban de Judas, y que les extrañaba la idea de que alguno de
ellos entregaría a Cristo.
¿Por qué Jesús no
explicó con toda claridad exactamente lo que haría Judas? Si lo hubiera hecho,
¿qué habrían hecho estos galileos? (Compárese Luc. 9:53,
54).
13:29
Porque algunos pensaban, puesto que Judas tenía la bolsa (del dinero, LBLA), que
Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta (porque duraría por siete días); o que diese algo a los pobres. --
Durante las fiestas el pueblo sentía más compasión por los
necesitados.
13:30
Cuando él, pues, hubo tomado el bocado, luego salió; -- por última vez salió. Dejó a Jesús, dejó a Dios y dejó
la esperanza de participar en el apostolado más importante del mundo. ¡Cuántos
hombres y mujeres han salido de la
presencia del Señor para destruirse a sí mismos! Muchos padres, madres e hijos
salen del hogar porque no quieren ser
responsables. Muchos salen de la
iglesia "amando este mundo". Los que no se arrepienten saldrán a "las tinieblas de
afuera".
-- y era ya de
noche ("esta es vuestra hora, y la
potestad de las tinieblas", Luc. 22:53). "Y era ya de noche" no solamente en
sentido físico sino también en sentido espiritual. Por salir y no seguir andando en la luz
Judas tropezó en las tinieblas.
13:31
Entonces, cuando hubo salido, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del
Hombre, y Dios es glorificado en él. -- Ahora lo que Judas haría no sería para destruir y
derrotar a Jesús, sino para glorificarlo. Judas tomaría el primer paso en el
proceso que llevaría a Jesús al Calvario. De hecho, en estos momentos Jesús está
prácticamente al pie de la cruz. La institución de la cena del Señor les
señalaba la cruz. En estos últimos momentos tendría que preparar a este grupo de
apóstoles para el desengaño que les esperaba, porque la cruz todavía no se
incluía en sus planes.
Jesús iba a morir
ahora, durante la Pascua. Los
fariseos querían esperar. Querían que la tormenta sucediera después de la Pascua (Mat. 26:1-5), pero
no los fariseos sino Dios se encargó de los eventos de esos momentos y
días.
Juan 13:31 -
17:26 registra las palabras finales pronunciadas por Jesús a sus apóstoles antes
de morir. Son sus palabras de despedida. Compárense Mat. 24 y 25 y textos
paralelos en Marcos y Lucas. Aquí empieza uno de los más notables discursos de
Jesús.
13:32 Si
Dios es glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo
(porque son uno 10:30), y en seguida le glorificará. -- En
seguida sería prendido, "juzgado" y ejecutado. Para la gente la crucifixión era
muy vergonzosa, pero al ser crucificado, Jesús fue glorificado y el Padre fue
glorificado en El. Compárese Gál. 6:14.
13:33
Hijitos (expresión de mucha ternura;
1 Jn. 2:1, 12, 18, 28), aún estaré con
vosotros un poco. -- 7:33; 8:21; 12:35: 14:18, 19; 16:16-20. Pronto -- sin
la presencia física de Jesús -- los apóstoles predicarán el evangelio a todas
las naciones. Para animarles les habla de la unión espiritual entre El y ellos.
Hay algo de semejanza entre este discurso y el discurso final de Moisés en
Deuteronomio.
-- Me buscaréis;
pero como dije a los judíos, A
donde yo voy, vosotros no podéis ir. -- Con estos versículos se despide de ellos, y nadie le
puede acompañar. Los
"judíos" no podían ir con Cristo. "Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro
pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir" (Juan 8:21).
-- así os digo
ahora a vosotros: Porque El iría al
Padre, pero dijo a Pedro, "me seguirás después" (12:36) y dice a todos los
fieles, "si me fuere y os preparare un lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí
mismo" (14:3).
13:34 Un
mandamiento nuevo os doy: Que os améis (agapao) unos a otros; como yo os he
amado, que también os améis (agapao) unos a otros. -- En parte la presencia física de Jesús sería
remplazada por el amor no fingido de los apóstoles los unos por los otros. Era
un mandamiento nuevo, porque nunca había existido tal amor, el amor explicado y
mostrado por El mismo. Ese amor no solamente incluía todo el amor que les mostró
durante su ministerio, sino también el amor que muy pronto mostraría en su
muerte.
El amor de los
apóstoles (y el de todos los discípulos de Cristo) los unos a los otros debería
ser de la misma naturaleza que el
amor que Cristo mostraba hacia ellos.
Jesús no amaba a
sus apóstoles para su propia felicidad. No los amaba pensando en un amor
recíproco. ¿Nos amamos los unos a
los otros pensando en qué recibiremos por nuestro amor? ¿si nos traerá felicidad
a nosotros? ¿nos amamos los unos a los otros con un amor egoísta? El amor
egoísta ama solamente a la persona que le devuelve su amor (Mat. 5:46,
47).
El amor que Jesús
tenía por sus apóstoles le costó trabajo y dolor. Su amor por ellos y por todos
los perdidos le llevó al Calvario. De esa misma manera nuestro amor los unos por
los otros nos cuesta trabajo y dolor, porque requiere la abnegación de sí. El
amor verdadero busca el bienestar (físico y espiritual) de otros.
Jesús amaba a sus
discípulos aunque los conocía a fondo, conocía no solamente su fuerza, sino
también su debilidad, pero a pesar de ello "los amó hasta el fin" (13:1). Hay
personas que se bautizan y quieren ser miembros de una congregación, pero se
escandalizan porque no conocen a los hermanos. Al bautizarse creen que amarán a
sus hermanos pero, en realidad, su amor es condicional. Por eso, al venir
desacuerdos y disgustos entre ellos ya no quieren ser
miembros.
Los cristianos
deben amarse los unos a los otros incondicionalmente. Desde luego, el amor
requiere la enseñanza, la exhortación, la reprensión y hasta la disciplina, pero
en todo caso "permaneza el amor fraternal" (Heb. 13:1). Tantos miembros se
disgustan con otros hermanos, se escandalizan y se retiran de la iglesia. El
amor de los tales no es como el modelo, no es como el amor mostrado por Jesús,
quien tenía muchas razones para impacientarse con los apóstoles, pero no lo
hizo, sino que "los amó hasta el fin".
Así pues, el
tener amor verdadero los unos por los otros requiere que se imite el ejemplo de
Jesús quien amaba a sus apóstoles aunque los conocía a fondo. Aunque sabía que
Judas lo entregaría, que Pedro lo negaría y que todos lo desampararían, "los amó
hasta el fin".
Los esposos deben
amarse el uno al otro como Cristo amaba a sus apóstoles (hasta el fin). ¿Por qué
hay tanto divorcio? ¿Cómo es posible que tantas personas que hayan hecho votos
de amor y de fidelidad, diciendo que su matrimonio durará "hasta que la muerte
nos separe", tarde o temprano se divorcian? Seguramente pensaban que se amaban, pero ¿qué pasó?
No se conocían. Prometieron ser fieles el uno al otro para "lo mejor o para lo
peor", pero no se imaginaban "lo peor" (lo pésimo) que sería. Esto significa que
sus votos se hicieron sin conocerse el uno al otro; es decir, en muchos casos si
en realidad se hubieran conocido el verdadero
carácter el uno del otro, no se
habrían casado. El "amor" de tales personas no es incondicional sino
condicional. Después de la luna de miel, la vida matrimonial empieza. Ahora
comienzan a conocer la realidad de las cosas, y en muchísimos casos, lo dulce se
convierte en amargura.
Surge, pues, una
pregunta: ¿Cómo puede una persona conocer a fondo a su novio(a) para estar
seguro que después de casarse se llevarán bien. No se puede. Es imposible
conocer a fondo a otro sin vivir con él(ella). Desde luego, esto es imposible
antes del matrimonio. Los novios deben visitarse el uno al otro en sus
respectivos hogares, para que cada quien conozca la familia de su futuro cónyuge
y, sobre todo, observar cómo es su futuro(a) esposo(a) con su propia familia.
¿Cómo trata a su mamá, a su papá, y a sus hermanos? Porque de esa misma manera
tratará a su cónyuge después de la luna de miel.
Pero, en fin de
cuentas, repítase, es imposible conocer a fondo a otro sin vivir con él(ella);
por eso, el amor debería ser incondicional. Muchas personas
erróneamente ponen un "hasta aquí" y se divorcian, pero ¿qué dijo Jesús acerca
del divorcio y nuevas nupcias? (Mat. 5:32; 19:9).
Otro aspecto del
amor de Jesús era que El estaba dispuesto a perdonar a estos discípulos débiles y
errantes. Ese es el amor modelo que tenemos que imitar: "Como yo os he amado,
que también os améis unos a otros".
¡Este es, pues,
el nuevo
mandamiento!
13:35 En
esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los
otros. -- El amor hermanable de los
cristianos era uno de los sermones más convincentes del primer siglo. La gente
decía, "Mirad cómo los cristianos se aman los unos a los otros". Además, aparte
de llamar la atención de la gente hacia ellos, también este amor señalaba a
Cristo (Mat. 5:16; 1 Ped. 3:15).
Tal amor tiene
poder para mover los corazones de la gente. Al verlo otros dirán "Yo también
quiero ser cristiano".
Este amor
fraternal se describe de la siguiente manera en otros textos del Nuevo
Testamento:
Rom. 12:10 - "en
cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros".
Rom. 15:7 -
"recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos
recibió".
1 Cor. 12:25 -
"se preocupen los unos por los otros".
Gál. 5:13 -
"servíos por amor los unos a los otros".
Gál. 6:2 -
"Sobrellevad los unos las cargas de los otros" (Gál. 6:1 explica cómo se obedece
este texto).
Efes. 4:1 - "con
toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en
amor".
Efes. 4:32 -
"antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a
otros".
Efes. 5:22 -
"someteos unos a otros"; es decir, que las esposas estén sujetas a sus maridos
(5:22-24); que los hijos estén sujetos a sus padres (6:1-3); y que los siervos
estén sujetos a sus amos (6:5-8).
Sant. 5:16 -
"confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por
otros".
La Biblia
describe la falta de amor de la siguiente manera: "si os mordéis y os coméis
unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros" (Gál. 5:15); "no
... irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros" (Gál. 5:26); no
"aborreciéndonos unos a otros" (Tito 3:3); "no murmuréis los unos de los otros"
(Sant. 4:11); "no os quejéis unos contra otros" (Sant.
5:9).
13:36, 37
Le dijo Simón Pedro: Señor, ¿a dónde vas? (13:33) Jesús
le respondió: A donde yo voy (a la cruz, al sepulcro, al cielo), no me puedes seguir ahora; mas me
seguirás después. (21:18, 19). Le
dijo Pedro: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? -- El impulsivo Pedro
siempre era lo mismo; aun se atrevía a discutir con el Señor (16:22; Hech.
10:14). Si era necesario que Jesús los dejara (p. ej., para morir), él quería
acompañarle. Simplemente no aceptaba la idea de que Jesús los dejara. Esto
indica la lealtad de Pedro.
-- Mi vida pondré
por ti. -- Jesús había dicho, "yo
pongo mi vida" (10:17); Pedro dice, "pondré mi vida". Los apóstoles habían
dejado todo para seguir a Jesús (Mat. 19:27; Mar. 10:28; Luc. 18:28); Pedro le
había acompañado en el monte de transfiguración (Mat. 17:1-5); y ahora dice que
está dispuesto a morir por Jesús. Pondría su vida, pero no como Cristo pondría
la suya, pues no pensaba poner su vida sin pelear.
13:38
Jesús le respondió: ¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo: No
cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces. -- 18:17, 25, 27; Mat. 26:69-75; Mar. 14:66-72; Luc.
22:56-62. Parece que al oír de labios de Jesús esta advertencia específica,
Pedro habría tenido mucho cuidado de no negar a Jesús, pero ¿somos mejores que
él? ¿Cuántas veces hemos caído en pecado a pesar de las muchas advertencias de
Jesús y los apóstoles? Compárense Mat. 24:10-12; Hech. 20:28-31; Tim. 4:1-3; 2
Tim. 3:1-5; Apoc. 2 y 3.
Pedro dijo,
"Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré" (Mat. 26:33), y
"aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré" (Mat. 26:35). Según Mar.
14:31, "él con mayor insistencia (vehemencia) decía: Si me fuere necesario morir
contigo, no te negaré".
Al estudiar este
caso conviene que se observe lo que Jesús no dijo a Pedro o acerca de él. ¿Dijo
Jesús en algún momento que Pedro era hipócrita? ¿que era cobarde? Cuando
prendieron a Jesús ¿huyó Pedro? ¿se escondió? La respuesta a estas preguntas es
negativa, porque en realidad Pedro hizo estas afirmaciones con toda sinceridad,
la cual él demostró cuando Jesús fue prendido. No se puede negar que Pedro dio
evidencia de que sí estaba dispuesto a pelear y a morir por Cristo (18:10, 11;
Mat. 26:51, 52; Mar. 14:47; Luc. 22:50, 51). No siguió peleando (y no murió por
Jesús en ese momento) porque Jesús le dijo que metiera su espada en su lugar.
Pedro negó a
Cristo -- y no había excusa por ello, como él mismo reconoció, llorando
amargamente (Mat. 26:75) --, pero hay que tomar en cuenta varios factores y, al
mismo tiempo, reconocer que en esta triste historia hay lecciones valiosas para
nosotros:
La
negación de Pedro
(Lecciones para nosotros)
1. Una de las
causas del tropiezo de Pedro era que él
tenía conceptos errados acerca de Cristo y su reino: p. ej., no entendía la
necesidad de la muerte de Jesús (Mat. 16:22), y no entendía la naturaleza
espiritual del reino de Cristo (Mat. 18:1; Jn. 18:36). Por eso, por causa de su
ignorancia negó a Cristo. Estaba
dispuesto a pelear y aun a morir por Cristo y con Cristo, pero estaba muy
confuso. No estaba preparado para pelear y morir de la manera enseñada y demostrada por
Jesús. Simplemente no entendía esa clase de muerte, pero después entendería la necesidad de la
muerte de Cristo, la naturaleza espiritual del reino, y de qué manera tendría
que pelear y aun morir por Cristo (21:19). No se imaginaba que en el momento más
crítico Jesús le dijera, "Vuelve tu espada a su lugar" (Mat. 26:51). Su
conocimiento de Jesús era muy defectuoso y la deficiente comprensión lo dejaba
propenso a cometer el acto inolvidable de negar a su
Señor.
¿Qué aprendemos
de esto? Para no caer en la hora de la prueba debemos escudriñar las Escrituras
para aprender lo que la Biblia enseña acerca de Cristo y su reino y lo que El
espera de nosotros. Debemos aprender todo el consejo de Dios (Hech. 20:27). Por
ignorar la verdad y seguir sus propias ideas millones niegan a
Cristo.
2. Jesús dijo a
Pedro que el diablo pensaba zarandearle como a trigo (Luc. 22:30, 31), pero él
no comprendió esta figura y, por eso, ignoraba la maña o táctica exacta que
Satanás usaría contra él. Lo mismo sucede con los discípulos de Cristo en
cualquier época; por eso, es necesario escudriñar las Escrituras con diligencia
para estar enterados de todas las asechanzas y maquinaciones de Satanás (p. ej.,
el no perdonar, 2 Cor. 2:11; 10:3-5; Efes. 6:11, 12). Pedro no tuvo miedo de los
soldados y alguaciles, pero cuando "se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con
Jesús el galileo", "él negó delante de todos" (Mat. 26:69, 70).
3. Es
indispensable que uno se conozca a sí
mismo. Pedro no solamente no conocía a Cristo, tampoco se conocía a sí
mismo. Tenía más alto concepto de sí que el que debía tener (Rom. 12:3); "El que
piensa estar firme, mire que no caiga" (1 Cor. 10:12). Es importante que el
cristiano tenga confianza en sí mismo, pero Pedro estaba demasiado seguro de sí
mismo. Por eso, debemos examinarnos a nosotros mismos (examinar nuestra fe, 2
Cor. 13:5).
Nos urge, pues,
examinar nuestro corazón, nuestra vida, nuestras debilidades, etc., para tener
un concepto lo más claro posible de lo que seamos capaces de hacer. Pedro no se
imaginaba que en esa misma noche él fuera capaz de negar a Jesús. Con toda
sinceridad había protestado que aunque todos los demás lo negaran, él no lo
haría, pero en realidad él sí era capaz de negar a Jesús, aun con juramentos,
como Judas era capaz de entregar a Jesús, y como los otros apóstoles eran
capaces de desampararlo. En la actualidad muchas veces los miembros de la
iglesia creen que no son capaces de cometer cierto pecado, hasta que sus hechos
les convencen que estaban demasiado seguros de sí mismos.
Los que están
demasiado seguros de sí mismos no buscan la ayuda de Dios (2 Cor. 1:8-10). Jesús
sabía que Pedro lo negaría y le dijo, "he rogado por ti, que tu fe no falte"
(Luc. 22:31, 32). Le convenía a Pedro hacer la misma petición por sí mismo, pero
¿lo habrá hecho?
4. Otra lección
muy valiosa que aprendemos del caso de Pedro es que tenemos que estar preparados
y prevenidos para lo inesperado.
¿Habrá pensado que una criada le
causaría tanto problema? Para Pedro lo que ocurrió esa noche fue inesperado. El estaba preparado para lo
que él consideraba el peligro, pero no estaba preparado para lo que en realidad
pasaría. Sin embargo, aunque Pedro haya estado confuso cuando Jesús le prohibió
que usara la espada, de cualquier modo, si hubiera sido tan leal a Jesús como
había profesado, le habría sido fiel, aunque estuviera totalmente confuso e
ignorante de lo que pasaba. En cualquier circunstancia, en medio de cualquier
prueba, si entendemos la situación o si no la entendemos, lo importante es que
seamos fieles a
Cristo.
La prueba de
Pedro era inesperada, pero si tan solo se hubiera acordado cómo él mismo había
confesado a Jesús como el Hijo de Dios, y que él mismo había dicho, "tú tienes
palabras de vida eterna", esa fe lo habría sostenido durante toda la prueba. Por
eso, venga lo que viniere, por confusos o agitados que estemos, ¡seamos fieles a
Cristo!
5. Jesús había
dicho a sus apóstoles, "no temáis" a los hombres y, como Pedro no tuvo miedo de
los soldados y alguaciles, tampoco tuvo miedo del Sanedrín (Hech. 4:19, 20;
5:29), pero tuvo miedo de algunos hermanos. "Pues antes que viniesen
algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles, pero después que vinieron,
se retraía y se apartaba, porque tenía
miedo de los de la circuncisión", es decir, de algunos hermanos judíos que
estaban errados (Gál. 2:12). Esta cobardía es común entre muchos hermanos (aun
entre evangelistas), pues aunque con toda valentía discuten con sectarios, en
ocasiones no se atreven a resistir la presión de sus propios hermanos que enseñan y practican el
error o cuyo comportamiento es mundano. Por ejemplo, muchos hermanos se han
apartado del patrón divino con respecto a la organización y obra de la iglesia,
pues han establecido iglesias "patrocinadoras" e instituciones (escuelas,
clínicas), pero hay predicadores que han entendido perfectamente el error de
estos hermanos pero no se atreven a exhortarles y a resistirles. La presión que
ejercen tales hermanos liberales y mundanos es semejante a la presión de los
judíos que expulsaban de la sinagoga a los que confesaban a Cristo (9:22;
12:42).
6. Cuando Jesús
anduvo sobre el agua, Pedro dijo, "Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti
sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre
las aguas para ir a Jesús" (Mat. 26:28, 29). Como siempre él quería acercarse a
Jesús. Quería estar con El, quería acompañarle. ¿Cómo, entonces, podría Pedro
ahora seguirle de lejos? Cuando Jesús fue prendido, Pedro le seguía de lejos (Luc. 22:54). En es
misma ocasión cuando Pedro anduvo sobre el agua, el Señor le salvó de una
sepultura en el agua; en esta ocasión de la misma manera le podría haber salvado
de su temor y confusión. Si tan solo se hubiera quedado cerca de Jesús, habría
recibido fuerza de El.
7. Estando en mala compañía Pedro negó a
Cristo. "Y habiendo ellos (los siervos del sumo sacerdote y los alguaciles,
18:18) encendido fuego en medio del patio, se sentaron alrededor; y Pedro se
sentó también entre ellos" (Luc. 22:55). "También con ellos estaba Pedro en pie,
calentándose" (18:18). "Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo del
malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha
sentado" (Sal, 1:1).
8. ¿Qué pasó cuando el gallo cantó? (1)
"Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro"; (2) "Pedro se acordó"; y (3) saliendo
fuera, lloró amargamente" (Luc. 22:60, 61). En este momento, los ojos del Señor
están fijos en los que le siguen de lejos, en los que se asocian con los
enemigos de Cristo y en los que lo niegan, no solamente con sus palabras, sino
también con sus hechos. El Señor los mira, quiere que se acuerden de sus
palabras, y que se arrepientan.
9. Por último,
recuérdese que el Señor no hace acepción de personas (Rom. 2:11). La Biblia
descubre las faltas de los más prominentes.
* * * * *
* * * * *
Juan
14
14:1 No se
turbe vuestro corazón -- En muy poco
tiempo Jesús estaría en manos de los enemigos y el día siguiente estaría en la
cruz, pero aunque El sabía que Judas lo entregaría, que Pedro lo negaría, que
los discípulos lo desampararían y que los judíos lo entregarían en manos de los
romanos para que lo crucificaran, a pesar de todo esto El no pensaba en sí
mismo, sino en sus apóstoles. Sabía que les esperaban pruebas duras y, por eso,
les consolaba.
"Porque os he
dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón" (16:6). Físicamente
Jesús ya no estaría con ellos, pues les había dicho varias veces que pronto
volvería al Padre, pero en realidad siempre estaría con ellos: "He aquí, estoy
con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén", Mat. 28:20). "No os
dejaré huérfanos; vendré a vosotros" (14:18). "La paz os dejo, mi paz os doy; yo
no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo"
(14:27). "Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y
vuestro gozo sea cumplido" (15:11); "Estas cosas os he hablado, para que no
tengáis tropiezo" 16:1). "Vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se
alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en
gozo" (14:20); "Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz" (16:33).
-- creéis en
Dios, creed también en mí. -- Porque
Cristo también es Dios. ¿Por qué les dice esto? Porque había explicado que esa
misma noche uno de ellos lo entregaría, que todos se escandalizarían de El (Mat.
26:31, 34), y les había dicho varias veces que ahora volvería al Padre. También les
había dicho que serían perseguidos (Mat. 10:17-28). Tanto creéis
como creed
pueden ser indicativos o
imperativos.
14:2 En la
casa de mi Padre -- Esta palabra (oikis) significa una casa física
(11:31), pero también significa una familia (4:53, "creyó él con toda su casa";
8:35, "el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para
siempre").
-- muchas moradas
hay; -- Moradas, moné, "Primeramente un estarse,
quedarse" (WEV); es decir, la palabra morada no
solamente se refiere a un lugar donde se pueda morar, sino a la
comunión con Dios ("haremos morada con él", 14:23); "moradas celestiales, J
14:2" (A-G); "Vieja palabra proveniente de meno, morar, moradas ... La imagen que
Cristo nos da del cielo aquí es la más preciosa que poseemos. Es nuestro hogar
celestial con el Padre y con Jesús" (ATR). La palabra moné tiene los dos sentidos, pero en
este contexto es primeramente un estarse o quedarse, como se ve en el ver. 23:
"El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y
haremos morada (moné) con
él".
-- si así no
fuera, yo os lo hubiera dicho; -- Jesús no tiene nada en común con los falsos maestros
que hacen promesas que no se cumplirán (p. ej., el bautismo en el Espíritu Santo
para todo creyente; la sanidad del cuerpo para todo creyente; una tierra
renovada para los fieles; un reino terrenal de mil años).
-- voy, pues, a
preparar lugar para vosotros. -- Jesús no solamente está preparando el hogar
celestial, sino que en ese mismo tiempo estaba preparando lugar en el cual los
apóstoles participarían en la obra del reino. Les esperaba una responsabilidad
muy grande (Mat. 18:18; 28:19). "En la regeneración, cuando el Hijo del Hombre
se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os
sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel" (Mat.
19:28). A través de este capítulo Jesús enfatiza el gozo de la comunión que
ellos tendrían con El y con el Padre en su obra. Tendrían el privilegio de hacer
mayores obras que las que Jesús había hecho
(14:12); desde luego, estas mayores
obras que ellos harían serían obras espirituales, pues nadie podría hacer
señales más grandes que las que Cristo hizo. Obviamente esta promesa se refiere
a la obra espiritual de ganar almas y, por medio del Espíritu Santo, de revelar
"toda la verdad" del Nuevo Testamento.
Jesús prometió
edificar su iglesia o establecer su reino; los apóstoles ocuparían tronos en el
reino de Cristo. Los "miembros de la familia de Dos" están "edificados sobre el
fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo
Jesucristo mismo" (Efes. 2:19, 20). "Y a unos puso Dios en la iglesia,
primeramente apóstoles ... " (1 Cor. 12:28). "Y él mismo constituyó a unos,
apóstoles ... " (Efes. 4:11).
14:3 Y si
me fuere y os preparare lugar, -- Sin duda alguna Jesús volvió al cielo para preparar
un hogar celestial para sus discípulos (Apoc. 12:8). En el Día Final El dirá a
estos: "Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros
desde la fundación del mundo" (Mat. 25:34). Dice Pedro que después de que "los cielos pasarán con
grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las
obras que en ella hay serán quemadas", habrá "cielos nuevos y tierra nueva" (2
Ped. 3:10, 13).
Pero en esos
momentos Jesús no habló solamente del gozo y consuelo eternos, sino del gozo y
consuelo que en esos mismos días recibirían sus apóstoles, porque si los hubiera
dejado solos, no podrían haber hecho nada. Por eso, promete volver pronto para
ayudarles, pero ¿cómo volvería para ayudarles?
Antes de
contestar esta pregunta, hagamos otra: ¿qué hizo Jesús cuando salió de la
tierra? (1) "por su propia sangre entró una vez para siempre en el Lugar
Santísimo, habiendo obtenido eterna redención" (Heb. 9:12); (2) "Así que,
hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de
Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto
es, de su carne" (Heb. 10:19, 20); (3) "Teniendo un gran sumo sacerdote que
traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios" (Heb. 4:15). Estos textos y otros
nos explican que cuando Jesús volvió al Padre, primeramente hizo expiación con
su propia sangre por los pecados del mundo, y llegó a ser nuestro perfecto
Mediador (nuestro Sumo Sacerdote).
Estando Jesús
aquí en la tierra ¿qué promesas había hecho que todavía no había cumplido cuando
regresó al cielo? Jesús y Juan habían predicado que "el reino de los cielos se
ha acercado" (Mat. 3:2; 4:17) y, hablando del mismo tema, Jesús prometió
edificar su iglesia (Mat. 16:18, que es su reino, Mat. 16:19). Otra promesa muy importante que El había
hecho es el tema de estos capítulos (Juan 14, 15, 16); es decir, vendría el
Consolador, el Espíritu Santo, para ayudarles y para guiarles a toda la verdad
(16:13). De esto habla Jesús en seguida:
-- vendré otra
vez, -- Vendría en la persona del
Espíritu Santo (Hech. 1:5, 8; 2:1-4).
Muchos textos hablan acerca de la segunda venida de Cristo: (1) como
ascendió visiblemente, así vendrá visiblemente (Hech. 1:9-11); (2) no se
ofrecerá a sí mismo por los pecados del mundo (Heb. 9:26-28); (3) no vendrá para
restaurar a los judíos a su tierra, porque Pablo dice que ahora la raza de la
gente no tiene importancia delante de Dios (Gál. 3:28); (4) no establecerá su
reino, pues al volver entregará el reino al Padre (1 Cor. 15:23, 24); (5) no
dará otra oportunidad a los desobedientes (Heb. 9:27); (6) todos los muertos
resucitarán (5:28, 29); (7) los fieles vivos serán arrebatados (1 Tes. 4:17) y
transformados (1 Cor. 15:51-53; Fil. 3:21); (8) los cielos y la tierra con todas
su obras serán quemados (2 Ped. 3:10); (9) todos serán juzgados (Mat. 25:31-46;
2 Tes. 1:6-10; Apoc. 20:11-15).
Pero en este contexto Jesús habla también de
otra venida: 14:18, "vendré a vosotros"; 14:23, "vendremos a él"; 14:28,
"voy, y vengo a vosotros"; 16:22, "os volveré a ver". El día de Pentecostés al predicar a
Cristo Pedro dijo, "Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo
recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros
veis y oís" (Hech. 2:33; 2:1-4; Jn. 14:26; 16:13). En los capítulos 14, 15, 16
de este libro de Juan El prometió venir otra vez a sus
apóstoles:
(1) 14:16, 17, el
Consolador, el Espíritu Santo estaría "con vosotros para siempre" (compárese
Mat. 28:20, "Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del
mundo").
(2) "No os dejaré
huérfanos; vendré a vosotros" (14:18); es decir, en ese mismo tiempo no los
dejaría huérfanos, sino que vendría a ellos. Al decir "vendré otra vez" quería
decir que El vendría otra vez para estar con los apóstoles en la persona del Espíritu Santo (el
Consolador). "El que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él" (14:21). "Voy, y
vengo a vosotros" (14:28).
(3) "En aquel día
(es decir, el día en que "vendré a vosotros", el día en que el Espíritu Santo
llegaría para morar en ellos) vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y
vosotros en mí, y yo en vosotros" (14:20); en aquel día, pues, ¡todavía estarían juntos! porque ellos
(los apóstoles) tendrían comunión con el Hijo y con el Padre. Obviamente Cristo
habla no solamente de una morada (un lugar) celestial, sino también de una relación
celestial.
Compárese Efes.
2:4-6, "nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con
Cristo Jesús". ¿Cuándo? Cuando nos resucitó (nos dio vida, ver. 5; Rom. 6:4).
Los que son miembros del cuerpo de Cristo (la iglesia Efes. 1:22, 23) están en
lugares
celestiales.
-- y os tomaré a
mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. -- "Deseo partir y estar con Cristo" (Fil. 1:23); "si
nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un
edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos" (2 Cor. 5:1); "así
estaremos siempre con el Señor" (1 Tes. 4:17).
Pero ¿estaremos
con el Señor solamente al morir, o cuando Cristo venga la segunda vez? Ahora
mismo todos los que guardan sus mandamientos (14:15, 21), su palabra (14:23), es
decir, la enseñanza revelada por el Espíritu Santo (14:26; 16:13), serán amados
por Jesús y por el Padre, y "vendremos a
él, y haremos morada en él" (14:23). Recuérdese que primeramente la palabra
morada se refiere al acto de estarse o quedarse, esto es, la comunión con Dios. Entonces, en el Día
Final el Señor nos dará la vida eterna (Mat. 25:46).
Es cierto que el
hogar celestial es un lugar (2 Cor.
5:1; 2 Ped. 3:13; Apoc. 12:8; Apoc. 21), pero la dicha principal de ese lugar
será la comunión eterna con Dios. Por lo tanto, las personas que no quieren
tener comunión con Dios ahora aquí en la tierra (en la iglesia), no tendrán
comunión con El en Aquel Día; es decir, no serán salvos y no irán al cielo. Las
personas que "no tienen ganas" de asistir a los servicios y clases bíblicas de
la iglesia simplemente no quieren tener comunión con Dios; por eso, no quieren
ir al cielo.
Parece que
algunos solamente quieren ir al cielo para escapar del fuego del infierno,
porque para ellos el orar a Dios y el asistir a las reuniones de la iglesia es
como llamar a la policía o a los bomberos. Parece que si no tuviesen miedo del
castigo en el infierno nunca asistirían a ningún culto, porque verdaderamente no
buscan la comunión con Dios.
La morada celestial para los que aman a Dios y
guardan sus mandamientos es la dicha de tener comunión con Dios (Padre, Hijo, y
Espíritu Santo).
14:4 - 6 Y
sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. (Al conocer a Cristo y su enseñanza sabían el
camino). Le dijo Tomás: Señor, no
sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy
el camino, -- La palabra camino
era palabra llena de significado para el judío (Deut. 5:32, 33; 31:29; Isa.
30:21; 35:8; Sal. 27:11).
Entramos en
comunión con el Padre por medio de Cristo: "Yo soy la puerta" (10:7, 9; Mat.
11:27; Luc. 10:22; Heb. 10:20); "por medio de él ... tenemos entrada por un
mismo Espíritu al Padre" (Efes. 2:18; 3:12). En el libro de Hechos Lucas no
habla del "cristianismo", sino del Camino: después de entrar por Cristo, la
Puerta, debemos andar en El, el Camino (Hech. 9:2; 18:26; 19:9, 23; 22:4; 24:14,
22).
El mundo está
lleno de problemas, pero Cristo puede resolver todo problema de la humanidad. El
hombre solo no puede resolver los muchos problemas causados por el pecado. ¿Qué
hace el hombre? Cambia la etiqueta, para que el pecado ya no sea pecado; p. ej.,
se habla de la delincuencia juvenil,
y eso ¿qué es? La Biblia no dice delincuencia juvenil, sino pecado (rebeldía, fornicación, hurto).
El humanismo afirma que el hombre está bien así como está, que cada quien debe
hacer lo que le convenga y otros no tienen el derecho de criticar. Dice que lo
bueno es lo que le da satisfacción
carnal (compárese Isa. 5:20).
Solamente Cristo
puede resolver el problema principal del hombre (el pecado), porque El murió en
la cruz para redimirnos de la culpa y del dominio del
pecado.
-- y la verdad,
-- (Sal. 26:3; 86:11; 119:30).
Cristo es el Verbo de Dios, es decir, la personificación de la revelación de
Dios. El Verbo habitó entre nosotros, "lleno de gracia y de verdad ... Pues la
ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio
de Jesucristo" (1:14, 17). Dijo a sus discípulos, "y conoceréis la verdad, y la
verdad os hará libres" (8:32). Al igual que los apóstoles nosotros aprendemos la
verdad no solamente por las palabras de Jesús, sino también por su perfecto
ejemplo, pues El practicaba su enseñanza. Pablo hace la pregunta, "Tú, pues, que
enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? ¿Tú que predicas que no se ha de
hurtar, ¿hurtas? ¿Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras?" (Rom.
2:21, 22).
¿Qué sabe el
hombre de la verdad? Para el hombre
la verdad no es absoluta, sino relativa; es decir, lo que el hombre considere la
verdad para él eso es la verdad. Lo que es la verdad para una persona no es la
verdad para otra persona.
Sin lugar a
dudas, el hombre se considera a sí mismo como muy inteligente, pero "profesando
ser sabios, se hicieron necios" (Rom. 1:22). "¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está
el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la
sabiduría del mundo?" (1 Cor. 1:20). El hombre no sabe su origen, pues piensa
que ha evolucionado paso a paso con el mono. Tampoco sabe su destino, pues cree
que al morir dejará de existir. Cree que en esta vida es muy superior a los
animales, pero que al morir muere con los animales. El hombre ha inventado la
bomba atómica y vive con el temor de que algún gobierno fanático destruya el
mundo.
-- y la vida; --
(5:21; 10:28; 17:3). La vida es
comunión con Dios y la muerte es separación de Dios. Cristo es la vida y, por
eso, ha resuelto el problema de la vida. El hombre ha avanzado increíblemente en
la ciencia médica pero ¿habrá resuelto el problema de la muerte? Jesús levantó a
los muertos para demostrar que El podía resolver el problema de la muerte. El
explica todo aspecto de la muerte, y el cristiano dice, "¿Dónde está, oh muerte,
tu aguijón? ¿Dónde está, oh sepulcro, tu victoria?" (1 Cor.
15:55).
-- nadie viene al
Padre, sino por mí. -- Cristo es el
único Camino al cielo. Este es otro de
los textos "Yo soy". Los otros son "Yo soy el pan de vida" (6:35); "Yo soy la
luz del mundo" (8:12); "Yo soy el buen pastor" (10:14); "Yo soy la resurrección
y la vida" (11:25); y "Yo soy la vid verdadera" (15:1).
14:7 Si me
conocieseis, -- Después de tanto
tiempo realmente los apóstoles todavía no conocían a
Jesús.
-- también a mi
Padre conoceríais -- al conocer a
Jesús conocemos al Padre. ¿Cómo es el Padre? Jesús es la revelación perfecta del
Padre. Dios es revelado por sus
maravillosas obras (Rom. 1:20), como también en las Escrituras del Antiguo
Testamento (p. ej., su gobierno moral), pero solamente en Cristo el Padre se
conoce perfectamente, porque en Cristo se puede conocer su perfecto amor, gracia
y justicia, y su gran solicitud por el hombre perdido (Luc.
15).
-- y desde ahora
le conocéis, y le habéis visto. -- 1:18; Mat. 11:27; Luc. 10:22. Repetidas veces Jesús
afirma su perfecta identidad y unidad con el Padre y, por eso, su
deidad.
14:8, 9
Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. (Compárense Ex. 33:18-23; Isa. 6:1-5). Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy
con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al
Padre; -- Felipe quería ver al Padre con sus propios ojos, pero no entendía
todavía que Jesucristo era la perfecta revelación (representación) del Padre. Al
conocer al Cristo revelado por Mateo, Marcos, Lucas, Juan y el resto del Nuevo
Testamento, ¡conocemos al Padre!" Y
llamarás su nombre Emanuel ... Dios con nosotros" (Mat. 1:23); "si a mí me
conocieseis, también a mi Padre conocerías" (8:19); "el que me ve, ve al que me
envió" (12:45); "todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente"
(5:19); "el Padre está en mí, y yo en el Padre" (10:28); "él es la imagen del
Dios invisible" (Col. 1:15); "en él habita corporalmente toda la plenitud de la
Deidad" (Col. 2:9); "el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen
misma de su sustancia" (Heb. 1:3).
-- ¿cómo, pues,
dices tú: Muéstranos el Padre? -- Jesús también puede hacer preguntas. La gente había
preguntado, "¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?" (6:42); "¿Cómo
dices tú: Seréis libres?" (8:33); y "¿Cómo, pues, dices tú que es necesario que
el Hijo del hombre sea levantado?" (12:34). Ahora le tocó a Jesús preguntar:
"¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?"
Parece que
algunos creen que si Dios estuviera físicamente entre los hombres -- para que se
pudiera ver, oír, y palpar -- todos lo aceptarían, pero en realidad Dios estaba
físicamente entre ellos en la persona de Jesús de Nazaret, pero en lugar de
aceptarlo, "crucificaron al Señor de gloria" (1 Cor. 2:8).
14:10, 11
¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? (Para probar esta afirmación les recuerda de dos
pruebas innegables: sus palabras y
sus obras) Las palabras que yo os hablo, no las hablo
por mi propia cuenta, - Las palabras (enseñanzas) de Jesús no eran las de un
mero hombre, sino las palabras de Dios. Jesús no enseñó aparte o
independientemente del Padre, (5:30; 7:17, 28; 8:28, 42; 10:18; 12:49), sino que
sus palabras eran precisamente las palabras del Padre.
-- sino que el
Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme (14:1) que yo
soy en el Padre, y el Padre en mí; -- Repetidas veces Jesús les recuerda de
su perfecta unidad con el Padre, en sus enseñanzas y en sus obras. El Padre y el
Hijo son uno (10:30) -- en esencia, en propósito y en obra -- y, por eso, las
palabras y las obras de Jesús no eran simplemente semejantes a las palabras y las obras
del Padre, sino que eran en realidad las mismas palabras
y obras del Padre.
-- de otra
manera, creedme por las mismas obras. -- 5:36; 10:25, 37, 38; 15:24. Si su fe en Jesús era
débil todavía, entonces, por lo menos, deberían creer lo que sus propios ojos
les decían. De esta manera respondió a las dudas de Juan el bautista (Mat.
11:1-6).
14:12 De
cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará
también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. -- ¡Qué dicho tan asombroso! ¿Quién podría hacer obras
más estupendas que las que Jesús había hecho? Obviamente no se refiere a las
señales, pues los apóstoles no harían más grandes señales que los que El había
hecho; por lo tanto, es necesario concluir que El se refiere a las obras espirituales que los apóstoles harían al
evangelizar al mundo. Después de la resurrección de Jesús y poco antes de su
ascensión, les daría la Gran Comisión (Mat. 28:18-20; Mar. 16:15, 16; Luc.
24:46, 47), y al ascender al cielo les enviaría al Espíritu Santo para ayudarles
para que cumplieran la obra que les había encomendado. Jesús había alimentado a
los cinco mil con el pan físico, pero muy pronto habría cinco mil tan sólo en
Jerusalén que aceptarían el pan espiritual (Hech. 4:4). Jesús limitó su
ministerio a las ovejas perdidas de Israel (Mat. 15:24), pero los apóstoles
serían sus testigos no solamente en Jerusalén y en Judea, sino también en
Samaria y hasta lo último de la tierra (Hech. 1:8).
Por lo tanto,
Jesús no se refiere a mayores milagros, sino a la obra espiritual de evangelizar
al mundo, convertir muchas almas, establecer muchas iglesias y confirmarlas en
la verdad.
14:13, 14
Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, (14:13, 14; 15:7, 16; 16:23, 24, 26) lo haré, para que el Padre sea
glorificado en el Hijo. -- Lo que el Padre hace, el Hijo también lo
hace.
-- Si algo
pidiereis en mi nombre, yo lo haré. -- Literalmente, "si algo me pedís en el nombre de mí,
yo lo haré", Interlineal Lacueva; ATR menciona los manuscritos que dicen esto:
"El uso de me (me) aquí está apoyado
por Alef, B, 33, Vulgata, Siriaca, Peschito". Véanse Hech. 7:59; Apoc. 22:20.
Pero aparte de la cuestión de manuscritos, Jesús promete que "si algo pidiereis
en mi nombre" o "si algo me pedís en mi nombre", yo lo haré. Pedir algo en el nombre de
Cristo no es simplemente una fórmula que se dice al terminar la oración, sino
que en su nombre quiere decir todo lo
que el nombre significa. El nombre de Jesús se refiere a su autoridad; es decir,
para orar en su nombre, tenemos que orar de acuerdo con su voluntad.
14:15 Si
me amáis, guardad mis mandamientos (8:51, mi palabra, toda mi enseñanza). -- Aunque Cristo estaba a punto de
volver al Padre y ya no estaría físicamente entre vosotros, dice que si en
verdad le amaban, deberían continuar guardando su enseñanza, como si El todavía
estuviera físicamente entre ellos. La obediencia es el fruto del amor. El amor
verdadero es el amor activo; si no se puede observar en lo que hace, es porque no
existe.
Uno de los
errores fundamentales del calvinismo (que es la base de casi toda religión
llamada cristiana) es que el hombre
obtiene la salvación por medio de la fe sola, pero repetidas veces Jesús
enfatiza la importancia del amor y de la obediencia a sus mandamientos como demostración del amor. El dice que el
primer mandamiento es amar a Dios (Mat. 22:37), y la fe sin obediencia es fe sin
amor.
Al decir, "Si me amáis, guardad mis mandamientos" (es
decir, continuar en comunión conmigo por medio del amor obediente), establece el
requisito para recibir la promesa del siguiente versículo.
14:16 Y yo
rogaré al Padre, y os dará otro (allon, otro de la misma clase, de la misma naturaleza) Consolador, -- No hay palabra
castellana que sea adecuada para traducir esta palabra: "parakletos, lit., llamado al lado de
uno, en ayuda de uno ... sugiere la capacidad o adaptabilidad para prestar
ayuda. Se usaba en las cortes de justicia para denotar a un asistente legal, un
defensor, un abogado; de ahí, generalmente, el que aboga por la causa de otro,
un intercesor, abogado, como en 1 Jn 2:1, del Señor Jesús. En su sentido más
amplio, significa uno que socorre, que consuela" (WEV).
"Los griegos
empleaban esta palabra de maneras muy variadas. Un parakletos podía ser una persona a quien
se llamaba para dar testimonio a
favor de alguien en un tribunal; podía tratarse de un abogado a quien se llamaba para defender una causa
cuando el acusado tenía posibilidades de recibir una pena muy grave; podía ser
un experto a quien se llamaba para
consejar sobre alguna situación difícil. Podía ser una persona a quien se llamaba cuando un batallón de
soldados se sentía deprimido y descorazonado y se le pedía que los alentara y
les infundiera coraje. En todos los casos, un parakletos es alguien a quien se llama para brindar
ayuda" (WB).
Jesús había
enfatizado mucho su relación con el Padre, y ahora comienza a enfatizar su
relación con el Espíritu Santo.
-- para que esté
con vosotros para siempre: -- Recuérdese Mat. 28:20, "He aquí, estoy con vosotros
todos los días, hasta el fin del mundo". ¿Cómo lo haría? En la persona del
Espíritu Santo (14:17, 26; 15:26;
16:7-15; Mat. 10:19; Mar. 13:11; Luc. 12:11). Nunca habría necesidad de
otro.
Aquí dice que el Padre enviará al Espíritu Santo,
pero en 15:26 Jesús dice, "el Consolador a quien os enviaré del Padre"; también
en 16:7, "os lo enviaré". Este es otro detalle muy significativo, porque indica
la deidad de Cristo y enfatiza que lo que el Padre hace también lo hace el
Hijo.
14:17 el
Espíritu de verdad, (14:6, 26;
16:13; 1 Jn. 5:7) al cual el mundo no
puede recibir, porque no le ve (no sabe discernirle en ninguna de sus
manifestaciones", B-S), ni le conoce; --
No conocen al Espíritu Santo, pues algunos de los fariseos aun se atrevieron
a decir que "Este (Jesús) no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe
de los demonios" (Mat. 12:24). Al
oír esto Jesús dijo, "cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene
jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno. Porque ellos habían dicho: Tiene
espíritu inmundo" (Mar. 3:20-30).
-- pero vosotros
le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. -- Después de resucitar de entre los muertos Jesús dijo
a los apóstoles, "yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos
vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo
alto" (Luc. 24:49). El "poder desde lo alto" sería el Espíritu Santo. Lucas da
más información sobre esto en Hech. 1:4, 5, 8; Jesús les dijo que "vosotros
seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días ... recibiréis
poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo". Esta promesa se
cumplió el día de Pentecostés (Hech. 2:1-4).
Habiendo sido
bautizados con el Espíritu Santo los apóstoles podían impartir dones milagrosos
del Espíritu Santo a otros hermanos (Hech. 8:14-17; Rom.
1:11).
Los que se
arrepienten y se bautizan reciben el perdón de sus pecados y el don del Espíritu
Santo. En el día de Pentecostés el apóstol Pedro dijo, "Arrepentíos, y bautícese
cada uno de vosotros en le nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y
recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hech. 2:38), refiriéndose a todas las
bendiciones de la salvación proporcionadas por el Espíritu Santo. En lugar de
describir todas estas bendiciones espirituales que constituyen el efecto de la obra del Espíritu Santo,
Pedro dice simplemente "el don del Espíritu Santo", es decir, nombrando la causa en lugar del efecto; después habla del "Espíritu
Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen" (Hech. 5:32; Rom. 5:5; Gál.
4:6; 1 Tes. 4:8). Compárese Efes. 4:7, 8, "Pero a cada uno de nosotros fue dada
la gracia conforme a la medida del don de Cristo ... dio dones a los hombres";
es decir, el don de Cristo no es El mismo, sino los dones (facultades, oficios,
poderes) dados por El.
Pablo dice que el
pecado mora en el inconverso (Rom.
7:17; véase Apoc. 2:13, "mora
Satanás"), pero que el Espíritu Santo mora en los cristianos (Rom. 8:9). En
lugar de ser controlado por el pecado, el cristiano es dirigido, fortalecido y
controlado por el Espíritu Santo. Es guiado por el Espíritu Santo (Rom. 8:14)
por medio de la palabra inspirada. Asimismo el hombre resiste al Espíritu Santo
(Hech. 7:51) cuando resiste su enseñanza. Los hermanos del primer siglo apagaban al Espíritu Santo cuando
apagaban algún don del Espíritu Santo (1 Tes. 5:19). Estamos llenos del Espíritu
Santo (Efes. 5:18) cuando llevamos el fruto del Espíritu (Gál. 5:22,
23).
Pablo dice que la
iglesia es la habitación santa del Espíritu Santo (1 Cor. 3:16, 17; 6:19, 20;
Efes. 2:19, 20; 2 Tim. 1:14; Sant. 4:5).
El cristiano
tiene comunión con el Espíritu Santo; es decir, participa con el Espíritu Santo
(2 Cor. 13:14; Heb. 6:4) en las "cosas mejores, y que pertenecen a la salvación"
(Heb. 6:9).
14:18 No
os dejaré huérfanos; -- Al morir
algún rabino sus discípulos se describían como huérfanos (FP). Los discípulos de Cristo
no se quedarían en el mundo como huérfanos (o como ovejas sin
pastor).
-- vendré a vosotros. -- Cuando algún
ser querido se despide de nosotros, queremos saber cuándo regresará, cuándo
volveremos a vernos. Jesús dice, "vendré a vosotros". Algunos piensan que aquí
Jesús se refiere a su resurrección, pero al tomar en cuenta los versículos que
siguen (14:21, 23, 26-28) parece mas probable que se refiere a su venida en la
persona del Espíritu Santo. En el ver. 28, al decir "voy" El explica que quería
decir, "voy al Padre". Si se hubiera referido solamente a su breve estancia con
ellos después de resucitar, entonces después de eso los habría dejado huérfanos,
pero había dicho, "He aquí estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo" (Mat. 28:20).
14:19
Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; --
Lo verían con sus propios ojos
físicos durante cuarenta días después de su resurrección (1 Cor. 15:1-8), pero
en este contexto Jesús enfatiza la comunión permanente con ellos por medio del
Espíritu Santo. "Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en
un espejo la gloria del Señor ... " (2 Cor. 3:18). La presencia de Cristo con
ellos ya no sería física, sino espiritual.
-- porque yo
vivo, vosotros también viviréis. -- (Col.
3:1-4). Tenemos vida espiritual porque Cristo fue "resucitado para nuestra
justificación" (Rom. 4:25); porque El vive siempre para interceder por nosotros
(Heb. 7:25); y, desde luego, nuestra
resurrección depende de la resurrección de Cristo. Como El está glorificado
ahora, así también nosotros seremos glorificados (Fil. 3:21; 1 Jn.
3:2).
14:20 En
aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo
en vosotros. -- Sin duda alguna, las
apariciones de Jesús sirvieron para fortalecer la fe y el ánimo de los
apóstoles, pero "aquel día" tiene que incluir más que los cuarenta días que El
estuvo con ellos después de resucitar (16:23, 26). "Aquel día" comenzaría el día
de Pentecostés (Hech. 2).
14:21 El
que tiene mis mandamientos, y los guarda (no solamente sabe hablar de ellos, sino que los guarda en
su corazón y los practica en su vida),
ése es el que me ama; -- Esta es la evidencia verdadera del amor a Cristo:
guardan su enseñanza. Esto no significa obediencia perfecta (Fil. 3:12; 1 Jn.
1:8-10), porque acerca de sus apóstoles Jesús dijo al Padre, "me los diste, y
han guardado tu palabra" (17:6), aunque tuvieran sus debilidades. Todos debemos
orar, "perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros
deudores" (Mat. 6:12).
-- y el que me
ama, será amado por mi Padre, -- Dios ama a todo el mundo (3:16), pero no de la manera
que ama al verdadero discípulo de Cristo. El cristiano ama aun al enemigo (Mat.
5:44), pero este amor no es lo mismo que el amor que tiene por su hermano en
Cristo.
-- y yo le amaré,
y me manifestaré a él. -- Emphanizo,
"1. Manifestar, exhibir a la vista ... metafóricamente, de que Cristo daría
evidencia por la acción del Espíritu Santo en las almas de los discípulos que El
(Cristo) vivía en el cielo" (Léxico Grimm-Thayer).
Algunos creen que
Jesús "se manifiesta" a ellos, y dicen que sienten su presencia en su corazón,
que sienten que El está muy cercano, que tienen sentimiento de gran fuerza por
la presencia del Espíritu Santo, etc., pero tales conceptos son subjetivos y
peligrosos porque no son bíblicos sino humanos.
14:22 Le
dijo Judas (no el Iscariote): -- (hijo de Jacobo, Luc. 6:16; Hech. 1:13; Tadeo, Mat.
10:3; Mar. 3:8); en aquel tiempo Judas era un nombre común, pero ¿cuántos
se llaman Judas ahora?
-- Señor, ¿cómo
es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? -- En el sentido indicado por los hermanos de Jesús
(7:4), como el Mesías político de los judíos.
14:23
Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le
amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. -- Hacían su morada con los apóstoles: "Nuestra comunión
verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo" (1 Jn. 1:3), y hacen
su morada con todos los hijos de Dios.
¿Contesta Jesús
la pregunta de Judas? Sí, porque sigue hablando de cómo y a quiénes se manifestaría. Se manifestaría
solamente a los que le aman y guardan su enseñanza. Su venida sería una venida
al corazón y vida de sus discípulos (Luc. 17:20; Apoc. 3:20). Para poder tener moradas celestiales
(14:2), primero es necesario que
nuestra vida sea la morada de Dios aquí en la tierra (14:23,
28).
Aquí obviamente
Jesús no se refiere al poco tiempo que estaría con ellos después de resucitar,
sino a la comunión duradera que todos sus discípulos gozarían con El y con el
Padre. La morada de Dios es con su pueblo. Este concepto no es nuevo, pues Isa.
57:15 dice, "Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y
humilde de espíritu" (véanse también Ezeq. 37:26-28; 2 Cor. 6:16-18; Apoc. 3:20,
"He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta,
entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo").
14:24 El
que no me ama, no guarda mis palabras; -- Muchas veces verdades bíblicas se afirman tanto
negativa como positivamente. Esto es para dar énfasis a la enseñanza. Si no hay
amor, no habrá gratitud. Si no hay amor, no habrá respeto por el deber. Hay que
seguir repitiendo que el amar no es
asunto de sentimientos, sino de algo práctico, pues se puede ver y conocer
solamente por sus acciones (Jn. 3:16; 13:34, 35; 1 Jn. 3:17, 18; Efes. 5:24;
Mat. 5:44).
-- y la palabra
que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió. -- 7:16; 8:28; 12:49.
14:25, 26
Os he dicho estas cosas estando con vosotros. Mas el Consolador, el Espíritu
Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas
("toda la verdad", 16:13; las
señales de Jesús, los hechos de la vida de Cristo, como también sus enseñanzas,
y todo el consejo de Dios, Hech. 20:27),
y os recordará todo lo que yo os he dicho. -- Esto es lo que se llama inspiración (2 Tim. 3:16, 17; 2 Ped.
1:20, 21), que fueron llevados o impelidos por el poder del Espíritu Santo, no
expresando sus propios pensamientos, sino siguiendo la mente de Dios en palabras
dadas y ministradas por El (WEV). La palabra inspiración, "theopneustos, inspirado por Dios (Theos, Dios, pneo, respirar), se usa en 2 Ti 3:16,
de las Escrituras en contraste a escritos no inspirados" (WEV). Las Escrituras
¡son respiradas por Dios! Dios habla
al hombre a través de las Escrituras como si le hubiera hablado toda palabra con
su propia boca. La inspiración era la extraordinaria influencia divina que el
Espíritu Santo ejercía sobre la mente de los santos hombres de Dios (2 Ped. 1:21), para enseñarles
qué y cómo deberían enseñar oralmente o por escrito.
¿Cómo era la
inspiración de los apóstoles? ¿Inspiraba el Espíritu Santo los pensamientos de los apóstoles, dejando
que ellos escogieran las palabras para expresar el pensamiento o era verbal (la inspiración de cada palabra)? Pablo explica en 1 Cor.
2:9-13 que los apóstoles hablaban "no con palabras enseñadas por sabiduría humana,
sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a los espiritual"
(es decir, acomodando las palabras
espirituales a las cosas espirituales dadas por Dios). La inspiración tuvo que ser verbal (la inspiración de cada palabra),
porque a veces los hombres enseñaron o escribieron verdades que ni siquiera
entendieron (p. ej., Hech. 2:39; 1 Ped. 1:10, 11). Pedro explica "que ninguna
profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía
fue traída por voluntad humana" (2 Ped. 1:20, 21); por eso, la inspiración no
fue de pensamiento sino de palabra.
El Espíritu Santo
estaba presente con los apóstoles para recordarles todo lo que Jesús había
enseñado, para guiarles a toda la verdad (16:13), para que no se equivocaran al
registrar la verdad de Dios. Sin embargo, aunque la inspiración era verbal, no
era mecánica; es decir, al ser
inspirados los hombres no se convirtieron en máquinas dirigidas por el Espíritu
Santo. Podían escribir información que ellos sabían, pero el Espíritu Santo les
guiaba para evitar equívocos. También se puede observar la diferencia de estilo
entre los escritores, porque el Espíritu Santo utilizaba el conocimiento y
escogía palabras del vocabulario del hombre inspirado.
La inspiración de
las Escrituras se ve en el hecho de que los hombres inspirados siempre
declaraban que su mensaje había venido de Dios (Ex. 20:1, 19, 22; 33:11; 34; 27;
2 Sam. 23:2; Isa. 1:2, Jer. 1:7-9; Ezeq. 2:7) y que hablaban y escribían bajo la
influencia directa del Espíritu de Dios. Como cuatro mil veces los escritores
del Antiguo Testamento afirmaron que "Jehová dijo", y que "La palabra de Jehová
vino a ... ". También los escritores del Nuevo Testamento dijeron que lo que
predicaban y escribían era la palabra de Dios (1 Cor. 2:13; 1 Tes. 2:13; 1 Ped.
1:25; 2 Ped. 3:2). Pablo dice que lo que escribió son los mandamientos del Señor
(1 Cor. 14:37). Pedro dice que los escritos de Pablo son "Escritura" (2 Ped.
3:16), y Pablo dice que no solamente Deut. 25:4, sino también Luc. 10:7 son
Escrituras (1 Tim. 5:17, 18).
Lo que Dios
inspiró, pues, era cada palabra
enseñada y escrita por los santos hombres, pero su conducta no era inspirada, pues algunos
hombres inspirados cometieron errores. Algunos miembros de la iglesia de Corinto
recibieron dones del Espíritu Santo, pero había mucha carnalidad entre ellos (1
Cor. 3:1-3).
Recuérdese que
Cristo perfectamente reveló al Padre; por lo tanto, era necesario que el
Espíritu Santo no sólo se encargara de registrar la enseñanza de Cristo, sino
también los detalles de su vida (mayormente sus señales), para que todos
conozcamos a Cristo como lo conocieron los discípulos que anduvieron con El
durante su ministerio personal. Por eso, estamos estudiando el evangelio de
Juan.
La supuesta revelación continua (p. ej., el Libro de
Mormón y todas las llamadas revelaciones modernas) viene de parte de falsos
profetas, porque la revelación verdadera terminó con la muerte de los apóstoles,
pues "él os enseñará todas las cosas" (16:13).
14:27 La
paz os dejo, mi paz os doy; --
16:33. Bajo el Antiguo Testamento el dar paz era la prerrogativa exclusiva de
"el Dios de paz" (Rom. 15:33): "El da en tu territorio la paz" (Sal. 147:14);
"Jehová, tú nos darás paz" (Isa. 26:12); "Tú guardarás en completa paz a aquel
cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado" (Isa. 26:3);
"produciré fruto de labios: Paz, paz al que está lejos y al cercano, dijo
Jehová" (Isa. 57:19); los sacerdotes habían de bendecir al pueblo diciendo,
"Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová hagan resplandecer su rostro sobre ti, y
tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz"
(Núm. 6:22-27).
En esto vemos
otra vez que Cristo es Dios, pues El
da paz: "Se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno,
Príncipe de paz" (Isa. 9:6); "Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a
vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca" (Efes. 2:17); "Y se
repente apareció con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales alabando
a Dios, y diciendo: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los
hombres en quienes El se complace" (Luc. 2:13,14, LBLA).
La palabra paz (eiréne) que Cristo promete son "las
relaciones armónicas entre Dios y el hombre, conseguidas mediante el Evangelio,
Hch 10:36; Ef 2:17" (WEV); "el evangelio de la paz" (Efes. 6:15); "anuncian la
paz" (Rom. 10:15). El dar paz significa, pues, dar las bendiciones de Dios a
aquellos que sostienen una relación
aceptable (comunión) con El. "Y a vosotros también, que erais en otro tiempo
extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha
reconciliado" (Col. 1:21; Efes. 2:1-12); "Justificados, pues, por la fe, tenemos
paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo", (Rom. 5:1; Efes.
2:14-17).
Es imposible tener la paz de Cristo sin
recibir la enseñanza de Cristo: "Las palabras que me diste, les he dado; y
ellos las recibieron", 17:8; tenían paz con Dios al aceptar la enseñanza de
Jesús. Al rechazar a Cristo y su enseñanza los judíos rechazaron lo que era para
su paz ("Y cuando llegó cerca de la
ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a
lo menos en esto tu día, lo que es para tu paz!", Luc. 19:42. Como dice el Sal.
119:165, "Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo";
"Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones ... La palabra de Cristo more
en abundancia en vosotros" (Col. 3:15, 16); "Mas el fruto del Espíritu es ...
paz" (Gál. 5:22, el Espíritu la produce por medio de la palabra). Por eso, Jesús
dice, "Estas cosas os he hablado,
para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido"
(15:11).
Muchos de los que
profesan tener paz con Dios y paz en su alma no son "solícitos en guardar la
unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" (Efes. 4:3-6, "un cuerpo, y un
Espíritu ... una misma esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y
Padre").
Muchos dicen
"paz, paz" cuando no hay paz, porque escuchan a los falsos maestros y persisten
en su desobediencia a la palabra de Dios. "Y curan la herida de mi pueblo con
liviandad, diciendo: Paz, paz, y no hay paz" (Jer. 6:14); "que cuando digan: Paz
y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores
a la mujer encinta, y no escaparán" (1 Tes. 5:3).
El resto de la
definición de la palabra paz tiene
que ver con "la paz interna, la tranquilidad en el alma, que es el fruto de la
paz objetiva. Cristo nos da paz por medio de su sacrificio en la cruz ... y la
conciencia de reposo y contentamiento que surge de ello" (WEV). "Estas cosas os
he hablado para que en mi tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero
confiad, yo he vencido al mundo" (16:33). El cristiano tiene paz en su corazón
en un mundo de aflicción y tribulación. "El ocuparse del Espíritu es vida y paz"
(Rom. 8:6); "Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer"
(Rom. 15:13).
Con toda
confianza (denuedo) Pedro y Juan comparecieron ante el Sanedrín (Hech. 4, 5).
"Entonces todos los que estaban sentados en el concilio, al fijar los ojos en él
(Esteban), vieron su rostro como el rostro de un ángel" (Hech. 6:15). Pedro
estaba "durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas" (Hech. 12:6).
Después de ser azotados y echados al "calabozo de más adentro", con los pies
asegurados en el cepo, "a media noche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a
Dios" (Hech. 16:23-25).
Los que gozan de la paz de Cristo lo
demuestran en su vida y en su
relación unos con otros (Rom. 12:18; 14:19; 2 Cor. 13:11; Gál. 5:22; Efes.
4:31, 32; 1 Tes. 5:13; 2 Tim. 2:22; Heb. 12:14; Sant. 3:17; 1 Ped. 3:10, 11; 2
Ped. 3:14). Estos textos enseñan que los cristianos han tenido cambio de carácter (cambio de actitud,
cambio de disposición, cambio de genio). Ya no son iracundos, contenciosos, o
amargados. Ya no murmuran unos de otros, quejándose unos contra otros, porque ya
son nuevas criaturas (2 Cor. 5:17).
En toda la carta
a los filipenses (4:4-7) Pablo nos explica cómo tener esta paz: p. ej., ser
participantes de la gracia de Dios (1:7); participar en la evangelización (1:5);
combatir unánimes por la fe del evangelio (1:27); ser humildes y estar unidos
(2:1-4); ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor (2:12); ser luminares
en el mundo (2:14-16); dejar y olvidar lo pasado y proseguir a la meta
(3:12-14); regocijarse en el Señor (4:1, 4); mostrar gentileza hacia otros
(4:5); por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones al
Señor con acción de gracias (4:6); "y la
paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y
vuestros pensamientos en Cristo Jesús" (4:7).
Desde luego, al
prometer esta paz Jesús no promete que ya no habrá problemas. Por el contrario,
les dice claramente que habría muchos problemas (Mat. 10:34-38). ¿Quiénes son
los pacificadores? (Mat. 5:9). ¿Cómo efectúan la paz? Por medio de la enseñanza
de Cristo. Muchos no quieren esta clase de paz (3:19-21; 15:18-25), porque
aborrecen la verdad y la luz que son representadas por los cristianos. "No
penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz,
sino espada ... " (Mat. 10:34-39).
-- La paz os dejo
-- Jesús dejó a su madre en el cuidado de Juan;
dejó su ropa a los soldados;
encomendó su espíritu al Padre; dejó
su cuerpo a José de Arimatea; y el legado muy importante que dejó a todos sus discípulos era y es su paz (MH).
-- yo no os la
doy como el mundo la da -- 1 Tes. 5:3. El mundo no puede dar la
paz verdadera. La paz que el mundo ofrece es la tranquilidad que ofrece la
confianza en el hombre, en el dinero y en la sabiduría humana. También el mundo
busca "paz" y "tranquilidad" en el alcohol y otras drogas. Quieren escapar de
sus problemas por medio de meterse en problemas aun más serios (p. ej., el
hombre disgustado con su esposa busca a otra mujer). La "paz" del mundo es "una
paz escapista, una paz que surge de evitar problemas, de negarse a enfrentar las
cosas. La paz que ofrece Jesús es la paz de la conquista. Aquella paz que
ninguna experiencia de nuestra vida nos puede quitar. Una paz que ningún dolor,
peligro o sufrimiento puede disminuir. Es una paz independiente de las
circunstancias exteriores" (WB).
La paz religiosa
que el mundo ofrece es por medio del movimiento ecuménico en el cual la verdad
del evangelio se sacrifica para que haya una "unidad" falsa. ¿Tenía paz Jesús
con el sumo sacerdote, con los fariseos, con los escribas, o con los saduceos?
Tampoco podemos tener paz con los falsos maestros de nuestro
tiempo.
La paz mundana
existe en las iglesias de Cristo que no practican la disciplina. ¿Tenía Pablo
paz con la iglesia de Corinto? ¿Tenía paz Jesús con la iglesia de Laodicea?
Apoc. 2:17. Después de mandar que los tesalonicenses se apartaran de hermanos
desordenados Pablo concluye diciéndoles, "Y el mismo Señor de paz os dé siempre
paz en toda manera" (2 Tes. 3:16); el Señor les daría paz después de apartarse de los que andaban
desordenadamente.
Habrá "paz" con
los hombres mundanos si no exponemos su pecado, y habrá paz con religiones
humanas si no exponemos su error, pero será la paz del cementerio.
-- No se turbe
vuestro corazón, ni tenga miedo (14:1). --
En lo que Jesús les dijo deberían encontrar mucho gozo y consuelo. Les dijo
que ellos tendrían un lugar seguro con El en la casa de su Padre; que a través
de El podrían llegar a ese destino bendito; que al ver y conocer al Hijo ya
habían visto y conocido al Padre; que ahora podrían continuar la obra de Cristo
porque les enviaría al Espíritu Santo; que de esa manera Cristo mismo estaría
con ellos para siempre; y que también el Padre estaría con ellos. ¿No sería
suficiente todo esto para dar paz a su alma?
En este discurso
seguirá explicando (16:7) que era necesario que El volviera al Padre, para que
viniera el Espíritu Santo para llevar a cabo la obra de
Cristo.
14:28
Habéis oído que yo os he dicho: Voy, y vengo a vosotros. Si me amarais, os
habríais regocijado, porque he dicho que voy al Padre; -- Deberían regocijarse porque al volver al Padre Cristo
sería exaltado (Hech. 2:33-36).
-- porque el Padre mayor es que yo. --
"da sencillamente la razón por la
cual sus discípulos deben regocijarse
de su vuelta al lado de su Padre" (B-S), porque volvería a la gloria que tenía
antes de venir a la tierra (17:5). Pablo describe la profunda humillación de
Jesús y su gloriosa exaltación (Fil. 2:5-11; Efes.
1:19-23).
Los falsos
testigos del Atalaya dicen que este texto prueba que Cristo no es deidad sino un
ser creado. Dicen que Cristo era "un dios", aunque Dios dice en Isa. 43:10,
"antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí". Dicen que Cristo
era un ángel, pero los ángeles adoran a Cristo (Heb. 1:6). Después de haber
afirmado y demostrado repetidas veces que Cristo es igual a Dios (5:18), ¿cómo
habría sido la negación de la deidad de Cristo alentadora para sus apóstoles? Lo que
Jesús dice aquí no tiene nada que ver con su deidad (su esencia o naturaleza divina),
sino que se refiere al estado de humillación que era necesario para que El
pudiera morir por nuestros pecados (2 Cor. 8:9; Fil. 2:7, 8; Heb. 10:5).
Los
"testigos" enseñan que Cristo era un ser creado, pero hubiera
sido blasfemia contra Dios comparar cualquier ser creado con El. En un día no muy lejano los atalayistas tendrán que
enfrentar sus blasfemias contra Cristo (Fil. 2:10, 11) y entonces habrá
remordimiento sin fin.
14:29 Y
ahora os lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda, creáis. --
13:19; 16:4, 33; 18:4; 19:28. Al
observar el cumplimiento de las palabras de Jesús los apóstoles serían
grandemente fortalecidos.
14:30 No
hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este
mundo (12:31; 2 Cor. 4:4; Efes.
2:2), y él nada tiene en mí -- lo
que Jesús iba a sufrir no significaba que Satanás tuviera poder alguno sobre El,
10:27, 28). El "príncipe de este
mundo" vendría en la persona de Judas (13:27), los judíos (18:1-3) y los inicuos
(romanos) que lo crucificarían (Hech. 2:23), pero no había justificación alguna
para lo que harían con Jesús. Como Satanás no tenía acusación legítima contra
Jesús, tampoco tenía poder sobre El. El no tuvo poder sobre Jesús para quitarle
la vida, sino que Cristo quería dar su vida por nosotros (10:17, 18). Cuando
Cristo murió en la cruz no Satanás sino Cristo ganó la victoria (Col. 2:15; Heb.
2:14, 15).
14:31 Mas
para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago.
Levantaos, vamos de aquí. -- Lo que
Jesús iba a sufrir no tuvo nada que ver con el poder del diablo, sino que como
siempre hacía la voluntad del Padre en todas las cosas, de esa manera seguiría
sometiéndose a su voluntad (Luc. 22:42).
* * * * *
* * * * *
Juan
15
En el capítulo
anterior vemos cómo Jesús alentaba a los apóstoles, prometiéndoles que a través
del Espíritu Santo El todavía estaría con ellos. En la primera parte del
capítulo 15 Jesús habla de lo que El espera de ellos. La palabra clave de este
texto es permanecer. ¿Cuántas veces
aparece en 15:4-10?
15:1 Yo
soy (6:35; 8:12; 10:7; 10:11; 11:25;
14:6) la vid verdadera, -- Todos los
textos "Yo soy" enfatizan la necesidad de estar en Cristo para tener la vida
espiritual. En Cristo se realiza el propósito eterno de Dios. El es la verdadera
luz (1:4; 8:12) y el verdadero pan (6:32). Aun después de físicamente dejar a
sus apóstoles estaría con ellos, y de El recibirían vida, para poder llevar
fruto en su servicio.
-- y mi Padre es
el labrador (viñador, LBLA). -- El
Padre es el viñador, porque todo el
plan que Jesús llevaba a cabo era según el propósito eterno de Dios (Efes. 1:11;
Hech. 2:22). La figura de la vid y los sarmientos describe la relación de los
apóstoles con Cristo. Pronto Jesús volvería al Padre y después volvería a los
apóstoles en la persona del Espíritu Santo, para seguir trabajando con ellos.
Cristo es la vid verdadera porque sus apóstoles,
como sarmientos de esa vid, no podrían recibir vida de otra fuente para poder
llevar fruto para Dios. El pensamiento principal en estas palabras de Jesús era
la necesidad de que sus apóstoles permaneciesen en El aunque estuviera físicamente
ausente de ellos.
15:2 Todo
pámpano (sarmiento, LBLA) (como
Judas) que en mí (2 Cor. 5:17) no lleva fruto, lo quitará; -- Después
(ver. 16) Jesús dice a sus apóstoles, "Yo os elegí a vosotros, os he puesto para
que vayáis y llevéis fruto". Los eligió y los envió para que llevaran el
evangelio a todas las naciones (Mat. 28:19; Mar. 16:15; Hech. 1:8). Judas fue
quitado, pero fue remplazado por Matías, y estos doce apóstoles llevaron mucho
fruto, comenzando el día de Pentecostés (Hech. 2:41, 47).
Muchos textos del
Nuevo Testamento se refieren a la necesidad de que los discípulos de Cristo
lleven buen fruto (la obediencia y el desarrollo del carácter de cristiano y la
vida espiritual): Gál. 5:22, 23; Mat. 3:7-10; Luc. 8:14, 15; Rom. 6:22; 7:4;
Efes. 5:9; Fil. 1:9-11; Col. 1:5, 6, 10; 2 Ped. 1:3-11. El sarmiento recibe vida
(sabia) de la vid para que lleve este buen fruto. Los sarmientos que no llevan
fruto perjudican la vid y la producción de fruto por los sarmientos
sanos.
-- y todo aquel
que lleva fruto, lo limpiará (lo poda, LBLA; pero en el margen, Lit., limpia), para que lleve más fruto. -- El Señor
limpia los sarmientos de la vid por
medio de exhortaciones, amonestaciones, reprensiones y sufrimientos (2 Tim. 3:16
- 4:4; Sal. 119:67, 71; Rom. 5:3-5; 2 Cor. 4:16; 12:7-10; Heb. 12:5-7; Sant.
1:2-4; 1 Ped. 1:7; 4:1, 2). Todo cristiano -- por fuerte que sea -- necesita de
esta limpieza para poder llevar el fruto de una vida consagrada y también el
fruto de más almas ganadas por Cristo.
El árbol es
reconocido por su fruto (Mat. 7:16-20) y, por eso, Jesús dice, "En esto
conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los
otros" (13:35).
15:3 Ya
vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. -- 13:10; 17:19. La palabra de Cristo nos dice lo que
debemos hacer para ser salvos:
"habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad" (1 Ped.
1:22); "Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para
santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra"
(Efes. 5:25, 26).
15:4
Permaneced en mí, -- "el que come mi
carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él", 6:56; 15:6, 7, 9, 10; 1
Jn. 2:6, 19, 28. Para permanecer en El debemos permanecer en su palabra: "Si
vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos"
(8:31); "la palabra de Dios permanece en vosotros (1 Jn. 2:14); "Si lo que
habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros
permaneceréis en el Hijo y en el Padre" (1 Jn. 2:24); "Yo, la luz, he venido al
mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas"
(12:46).
El permanecer en
El significa que andamos como El anduvo: "El que dice que permanece en él, debe
andar como él anduvo" (1 Jn. 2:6). "Todo aquel que permanece en él no peca" (no
practica el pecado) (1 Jn. 3:6, 9). "El que permanece en amor, permanece en
Dios, y Dios en él" (1 Jn. 4:16).
La palabra permanecer significa la participación (tener comunión) con Cristo, es decir, participar de
las cosas mejores que pertenecen a la salvación (Heb. 6:9). Escuchamos a los
apóstoles y aceptamos su testimonio para poder tener participar (tener comunión)
con ellos y, a través de su palabra, participar (tener comunión) con el Padre y
con el Hijo (1 Jn. 1:1-3); "Fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro
Señor" (1 Cor. 1:10); "La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan
que partimos, ¿no es la comunión del
cuerpo de Cristo?" (1 Cor. 10:16); "sois participantes conmigo de la gracia"
(Fil. 1:7); "nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos
en luz" (Col. 1:12); "participantes
del llamamiento celestial" (Heb. 3:1); "para que participemos de su santidad" (Heb.
12:10); "por vuestra comunión
(participación) en el evangelio" (Fil. 1:5; 4:15); "el privilegio de participar en este servicio para los
santos" (2 Cor. 8:4); "cooperemos con
la verdad" (3 Jn. 8); "participantes
de la naturaleza divina" (2 Ped. 1:4); "participantes de la gloria que será
revelada", (1 Ped. 5:1).
"El que hace la
voluntad de Dios permanece para
siempre" (1 Jn. 2:17).
-- y yo en
vosotros -- Debemos permanecer en
Cristo para que El pueda permanecer en nosotros (1 Jn. 3:24; 4:12). Este es el
requisito primordial para que el sarmiento tenga vida y lleve fruto.
Permanecemos en El cuando guardamos su palabra (su enseñanza). "El que me ama,
mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con
él" (14:23). "Judas ha salido y Satanás sacudirá al resto de ellos como a trigo
(Lc. 22:31s)" (ATR); ¿permanecerían en Cristo? La salvación de todo ser humano
depende de dos cosas: (1) entrar en Cristo; y (2) permanecer en Cristo (Apoc.
14:13) (JBC).
-- Como el
pámpano (sarmiento, LBLA) no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en
la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. -- Esta ilustración es sencilla y clara. Un niño puede
entenderla, porque si el sarmiento está separado de la vid, inmediatamente
comienza a secarse. Hay una diferencia, sin embargo, entre el sarmiento literal
y el discípulo de Cristo como sarmiento: el sarmiento físico no puede, por medio
de su propia fuerza, separarse de la vid, pero por su propia voluntad y fuerza,
el discípulo de Cristo sí puede alejarse de Cristo (FP).
Los sarmientos
espirituales que se separan de la iglesia se separan de
Cristo.
15:5 Yo
soy la vid, vosotros los pámpanos (sarmientos, LBLA); -- En ese instante los apóstoles estuvieron con Jesús,
como sarmientos en la vid, recibiendo vida, fuerza, apoyo y aliento de
El.
No solamente los
apóstoles sino todos los discípulos son sarmientos en esta vid. ¿Cómo se llega a
ser sarmiento en la vid? Para contestar esta pregunta hagamos otra: ¿Cómo se
entra en Cristo? (Gál. 3:26, 27). Aun otra pregunta sería: ¿Cómo se entra en el
cuerpo de Cristo (1 Cor. 12:13)? o ¿cómo se entra en el reino de Cristo? (Jn.
3:5). Al contestar estas preguntas se contesta también la pregunta de cómo se
llega a ser sarmiento.
-- el que
permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; -- El sarmiento de esta figura no representa una iglesia
(ni mucho menos alguna denominación humana, 1 Cor. 1:10-13), sino un individuo
(un discípulo de Cristo).
Hay otras figuras en el Nuevo Testamento que ilustran
esta verdad: Cristo es la Cabeza, la iglesia es su cuerpo; Cristo es el Rey, la
iglesia es su reino; Cristo es el Buen Pastor, la iglesia es su rebaño; Cristo
es la Principal Piedra del ángulo y la iglesia es el templo; Cristo es el Esposo
y la iglesia es su esposa.
-- porque separados de mí nada podéis
hacer. -- ¿Qué hacen los que se alejan de la iglesia? ¡Nada! ¿Qué hacen los
que solamente profesan servir a Cristo (Mat. 7:22, 23)? ¡Nada! El fruto
aceptable de los fieles es fruto que se lleva "en Cristo". El fruto que el
discípulo lleva es el fruto de Cristo. Están "llenos de frutos de justicia que
son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios" (Fil. 1:11); "el
amor de Cristo nos constriñe" (2 Cor. 5:14); Cristo quiere que su "gozo esté en
vosotros" (15:11); Cristo dice, "mi paz os doy" (14:27); "el que actuó en Pedro
... actuó también en mí" (Gál. 2:8); "vive Cristo en mí" (Gál. 2:20); "Todo lo
puedo en Cristo que me fortalece" (Fil. 4:13).
15:6 El que en mí no permanece, será
echado fuera como pámpano (sarmiento LBLA), -- Deja de tener comunión con Cristo para participar de
la mesa de los demonios (1 Cor. 10:21; 2 Cor. 6:14-18; Efes. 5:11); "no
participes en pecados ajenos. Consérvate puro" (1 Tim. 5:22); "Quitad, pues, a
ese perverso de entre vosotros" (1 Cor. 5:13; Rom. 16:17; 2 Tes. 3:6, 14; 2 Jn.
9-11).
-- y se secará;
-- El rey Saúl se secó. Judas se secó. Al volver al mundo, Demas se secó. Los que volvieron atrás para ya
no seguir con Cristo se secaron.
Todos los que no quieren arrepentirse y volver a la comunión con Cristo se secan.
"Es terrible ver
un pobre afligido cuerpo humano que se seca bajo la plaga de la muerte; es
indeciblemente peor ver un proceso semejante llevarse a cabo en el alma"
(RCHL).
-- y los recogen,
-- "Recoged primero la cizaña, y
atadla en manojos para quemarla" (Mat. 13:30). En realidad los infieles forman
alianzas diabólicas y de esa manera se recogen a sí mismos en manojos para ser fácilmente recogidos
por el juicio de Dios. La compañía de Coré, Datán y Abiram (Núm. 16) se
recogieron a sí mismos para rebelarse contra Moisés y Aarón; el Sanedrín,
Herodes y Pilato se recogieron a sí mismos para entregar a Jesús; actualmente la
"reunión de los malignos" (Sal. 26:5) (ismos religiosos, el humanismo secular,
los evolucionistas, etc.) se recogen a sí mismos para resistir al Espíritu
Santo, y en consecuencia a su rebelión serán recogidos por Dios en el Día Final.
"Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los
que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno
de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes" (Mat.
13:42).
-- y los echan en
el fuego, y arden (Ezeq. 15). -- Con repetición -- y, por eso, con
énfasis --, Jesús describe la condición triste del sarmiento que no permanece en
El: (1) será echado fuera; (2) se secará; (3) los recogen; (4) los echan en el
fuego; (4) y arden (Mat. 3:10, 12; 13:41-42, 59-50; 2 Tes. 1:7-9). El propósito
del sarmiento es llevar fruto; si no lo hace, sirve solamente como leña. Este
texto enseña claramente que el discípulo puede caer y perder su alma (Gál. 5:4;
Heb. 3:12-14; 2 Ped. 1:10). Los que citan Jn. 10:28 ("yo les doy vida eterna; y
no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano") para probar la
imposibilidad de la apostasía del creyente, deben estudiar cuidadosamente este
versículo (15:6). No hay conflicto alguno entre estos dos textos, pues en el
10:27 Jesús describe las ovejas que no perecerán como las que "oyen mi voz ... y
me siguen". Desde luego, las ovejas que siguen oyendo y siguiendo la voz de
Cristo no perecerán, pero "el que en mí no permanece" es el que deja de oír su
voz y deja de seguirle.
Un comentarista
dice, "Es cierto que una vez que el hombre ha sido verdaderamente salvo,
permanece salvo para siempre; sin embargo, Dios no mantiene al hombre en el
camino de la salvación sin esfuerzo, diligencia y vigilancia de parte del
hombre. ¡Y la fortaleza para perseverar en la fe de esta manera siempre procede
de Dios, de él solo!" (GH). Este autor deja muy confuso el asunto. Dice que el
hombre una vez salvo permanece salvo para siempre, pero que Dios requiere el
esfuerzo, diligencia y vigilancia de este creyente. ¿Está compelido el creyente
a esforzarse, ser diligente y vigilante? ¿Viene alguna fuerza de Dios que tome
control del creyente para forzarle a ser fiel? Las "explicaciones" de
calvinistas sobre este tema son puras contradicciones.
"En la vid
verdadera, las uvas siempre crecen en racimos, es decir, en congregaciones"
(cita del comentario de JBC). Entonces, ¿por qué no habló Jesús de "la
congregación que en mí no permanece"? Es cierto que hay congregaciones que no
permanecen fieles, pero en este texto Jesús no habla de racimos (ni siquiera
habla de uvas), sino de cada cristiano (mayormente de cada apóstol) como un
sarmiento.
Este es uno de
los textos de los sectarios que defienden y justifican el denominacionalismo. Se
dice que los sarmientos son las distintas denominaciones, pero Jesús dice, "el
que en mí no permanece será echado fuera como pámpano". ¡Imagínese una vid con
un sarmiento bautista, otro sarmiento metodista, y otro sarmiento
pentecostal!
15:7 Si
permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, -- Al decir, "Si permanecéis en mí", hubiera sido lógico
que Jesús dijera, "y yo en vosotros",
pero en lugar de decir yo dice mis palabras, porque es imposible
permanecer en Cristo si sus palabras no permanecen en nosotros (1 Jn. 2:14, 24;
3:24).
-- pedid todo lo
que queréis (en mi nombre, 14:13;
15:16; 16:23) y os será hecho. --
Obsérvese que esta promesa es condicional: es para los que permanecen en El.
¿Quiénes son estos? Son los que permiten que las palabras de Cristo permanezcan
en ellos, es decir, los que viven de acuerdo con su enseñanza, "llevando cautivo
todo pensamiento a la obediencia a Cristo" (2 Cor. 10:5). Son los que han
comprobado "cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta" (Rom.
12:2). Son los que hacen "las cosas que son agradables delante de él" (1 Jn.
3:22) y piden "conforme a su voluntad" (1 Jn. 5:14). Tales oraciones, pues,
coincidirán con el deseo (la voluntad) del Señor de que se lleve mucho fruto
para glorificar al Padre. Los tales oran "en el Espíritu Santo" (Judas
20).
15:8 En
esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, -- Como Cristo glorificó al Padre (13:31, 32; 17:4, 5),
así también El es glorificado por los discípulos de Cristo que llevan mucho fruto. No hay otra cosa que honre
al Viñador más que el abundante fruto llevado por la vid que ha cuidado con
tanta diligencia.
Jesús dice "mucho
fruto". El grano de trigo que cae en la tierra y muere "lleva mucho fruto" (12:24). Como Cristo ha
"venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (10:10), y como "sobreabundó la gracia" (Rom. 5:20), así
también debemos llevar fruto "en abundancia" para Dios. "Estad firmes y
constantes, creciendo (abundando, LBLA) en la obra del Señor siempre" (1
Cor. 15:58); "Por tanto, como en todo abundáis, en fe, en palabra, en ciencia,
en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, abundad también en esta gracia" (la
gracia de ofrendar) (2 Cor. 8:7); "de la manera que aprendisteis de nosotros
cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más" (1 Tes. 4:1);
"vuestra fe va creciendo, y el amor
de todos ... abunda para con los
demás" (2 Tes. 1:3); "poniendo toda diligencia ... añadid a vuestra fe virtud
... conocimiento ... dominio propio ... paciencia ... piedad ... afecto
fraternal ... amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni
sin fruto" (2 Ped. 1:5-8). "Saludad a
la amada Pérsida, la cual ha trabajado mucho en el Señor" (Rom.
16:12).
-- y seáis así (vengáis a ser, así, ATR)
mis discípulos. -- Se podrá observar
la evidencia de que son verdaderos cristianos. Este es uno de los requisitos básicos
del discipulado (13:34, 35; Mat. 16:24; Luc. 14:25-33). Al cumplir con este
requisito llegamos a ser cada vez más como Cristo (llegamos a ser verdaderos imitadores de Cristo, 2 Cor.
3:18). El hombre interior se renueva de día en día (2 Cor. 4:16); "y revestido
de nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el
conocimiento pleno" (Col. 3:10).
15:9, 10
Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.
(Esto es un mandamiento y el ver. 10
explica cómo se obedece) Si guardareis
mis mandamientos, (13:34; 14:15, 23) permaneceréis en mi amor; así como yo he
guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.-- En todo
Jesús nos ha dejado un ejemplo perfecto. Lo que El requiere de sus discípulos
(guardar sus mandamientos) es lo que El mismo practicaba (guardaba los
mandamientos del Padre). A través de los escritos de Juan es
obvio que el amar equivale a llevar una vida obediente.
15:11
Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea
cumplido (3:29; 16:24; 17:13; 1 Jn.
1:4; 2 Jn. 12). -- Los mandamientos
de Jesús no son gravosos (1 Jn. 5:3) como las cargas impuestas por los escribas
y fariseos (Mat. 23:4; Luc. 11:46).
El yugo de Jesús es fácil (bien acomodado) y su carga ligera (Mat.
11:28-30). El nos manda que obedezcamos su enseñanza, pero
al hacerlo no impone una carga gravosa o insoportable, sino que nos revela el
secreto del gozo perfecto. El gozo de Jesús (mi gozo) aquí en la tierra había sido el
fruto de la constante obediencia a la voluntad del Padre, y este mismo gozo
puede ser reproducido (cumplido) en
sus discípulos que le obedecen. A través de la obediencia su gozo aumentaría
hasta la plenitud (FLG).
Jesús habla mucho
de lo que Pablo llama el fruto del Espíritu: "amor, gozo, paz" (Gál. 5:22).
Véanse 14:15, 23; 15:11; 14:27.
El gozo
del cual Jesús habla no es como el gozo del mundo (compárese 14:27, "La paz os
dejo ... yo no os la doy como el mundo la da"). Tampoco promete la clase de gozo
que el mundo busca.
15:12 Este
es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. --
13:34, 35. No ha dejado el tema de
la vid, porque la perfecta armonía es el estado natural de los sarmientos. ¿Cómo
nos ha amado Cristo? ¿Qué límite puso sobre su amor hacia nosotros? Entonces,
que ese pensamiento sea nuestra guía cuando pensamos en poner límites sobre
nuestro amor los unos por los otros. Este mandamiento tan razonable es un
ejemplo de sus enseñanzas.
15:13
Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos
(10:17, 18; 1 Jn. 3:16). -- Esta es una verdad aceptada por
todos con respecto al amor. Aquila y Priscila "expusieron su vida por mí", Rom.
16:4; Epafrodito "por la obra de Cristo estuvo próximo a la muerte, exponiendo
su vida para suplir lo que faltaba en vuestro servicio por mí", Fil. 2:29, 30; 1
Jn. 3:16; Rom. 5:8.
15:14, 15
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. (Eran siervos de Cristo, 13:16; 15:20, pero también
sus amigos). Ya no os llamaré siervos
(Rom. 1:1; Sant. 1:1; 2 Ped. 1:1; Apoc. 1:1; Los apóstoles creían que el servicio para Cristo era perfecta
libertad, HWW) porque el siervo no sabe
lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, (eran amigos y confidentes
de su maestro) porque todas las cosas
que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. -- Durante todo su ministerio
Jesús reveló a sus apóstoles las palabras del Padre (17:8, 14). Esto indica que,
a pesar de sus debilidades, Jesús tenía mucha confianza en ellos. "Aún tengo
muchas cosas que deciros", pero no había rehusado decírselas por falta de
confianza en ellos, sino porque "ahora no las podéis sobrellevar"
(16:12).
Abraham "fue llamado amigo de Dios" (Sant. 2:23). Es
un gran honor ser llamado el amigo de Dios o el amigo de
Cristo.
15:16 No
me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, --
Este texto no tiene nada que ver con
la supuesta predestinación, o sea, la
elección especial de algunos para salvación, sino que se refiere al llamado de
los apóstoles por Jesús (6:70; 13:18; Luc. 6:12). Jesús elige a sus discípulos
por medio de su palabra, la cual nos limpia del pecado (13:10; 15:3; 2 Tes.
2:14; 1 Ped. 1:22; Efes. 5:26).
-- y os he puesto
para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca (2 Jn. 8)
para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. --
Después de su resurrección les dijo, "id, y haced discípulos a todas las
naciones" (Mat. 28:19). La predicación de los apóstoles llevó mucho fruto como
se ve en Hechos.
15:17 Esto
os mando: Que os améis unos a otros. -- El trabajo que Jesús les encomendaba dependería en
gran parte de la unidad de ellos y de los que serían convertidos por ellos
(17:21-23). ¿Qué tan exitosa habría sido la predicación de ellos si el espíritu
de rivalidad (Mat. 18:1, etc.) hubiera prevalecido durante su ministerio? A
través del libro de los Hechos observamos la unidad de los apóstoles (Hech.
1:14; 2:1, 46; 15:22). Aun cuando hubo un desacuerdo entre Pablo y Bernabé, no
eran carnales, sino que formaron dos grupos de obreros (15:36-41). En una
ocasión Pablo resistió a Pedro "cara a cara, porque era de condenar" (Gál.
2:11), pero no por eso llegaron a ser enemigos (2 Ped. 3:15). Sin lugar a dudas
el amor que existió entre los apóstoles tuvo mucho que ver con el gran éxito de
su obra. Estando unidos podían vencer todo obstáculo.
Como esta obra
comenzó con el amor del Padre y con el amor del Hijo, así también por el amor
los apóstoles la llevaron a cabo. De la obra del Señor el amor es la raíz, el
tronco y el fruto; es la característica esencial del reino (FLG). La falta de
amor entre hermanos es la causa principal de escándalos y divisiones que
destruyen la obra.
En seguida Jesús les dice que ellos serían
aborrecidos por el mundo. Esto da aun más importancia al amor entre ellos. Los
santos pueden soportar persecuciones de los de afuera porque no solamente tienen
el apoyo del Señor, sino también el apoyo de sus hermanos.
15:18 Si
el mundo os aborrece, -- La palabra
mundo se refiere a las masas que
estaban bajo el dominio de Satanás (1 Jn. 5:19, "el mundo entero está bajo el
maligno"; véase 2 Cor. 4:4). Estos se oponen a Jesús y su iglesia. Al decir si Jesús no indica duda, sino que de
esta manera afirma y enfatiza una realidad (compárese Fil. 2:1). Los apóstoles
habían sufrido muy poca persecución, pero en pocos días Jesús volvería al Padre
y el mundo ya no podría aborrecerle en persona, sino que dirigiría su odio
contra sus apóstoles y otros discípulos.
Lo que en
realidad aborrecían era el mensaje
predicado por ellos. La explicación de este odio se encuentra en 3:19-21.
Compárese 1 Jn. 3:12. El mundo se siente muy incómodo cuando se les predica el
evangelio, porque no quieren que sus pecados sean expuestos, y también se
sienten incómodos en la presencia de
los santos, porque estos son como su conciencia; la buena conducta de los
cristianos (la luz) expone las tinieblas de su vida. El Nuevo Testamento habla
de la luz y las tinieblas. No habla de otra categoría, pues no hay algún campo
intermedio. Estamos en Cristo o estamos en el mundo.
El mundo sospecha
y odia a cualquiera que no sigue la
corriente del mundo, es decir, que no se conforma a su modo de hablar y
actuar. En la cárcel de Filipos había hombres de los peores, y también allí
estuvieron Pablo y Silas. Un día en Jerusalén los romanos crucificaron a dos
malhechores y en medio de ellos crucificaron al inocente -- perfecto -- Jesús de
Nazaret. ¿Cómo se explica esto? Es fácil explicarlo, pues el mundo persigue a
los peores y a los mejores por la misma causa: ni los unos
ni los otros se conforman al molde de la mayoría.
Jesús les había
hablado con toda franqueza acerca de la persecución que les esperaba (Mat.
10:17-28; Luc. 12:4, 5).
Juan habla mucho
del mundo tanto en sus cartas como
aquí. Se refiere al mundo hostil, los
oponentes de Cristo y el evangelio. Al principio el mundo
hostil era, principalmente, los
líderes de los judíos, pues estos persiguieron a Jesús hasta darle muerte en una
cruz romana, y al comenzar su ministerio los apóstoles también fueron
perseguidos por los mismos enemigos de Jesús. Sin embargo, lo que Jesús dice del
mundo tiene aplicación en toda época, sean quienes fueran
los enemigos de la cruz.
Después los
cristianos eran acusados de toda clase de conducta reprochable y hasta
abominable (Mat. 5:11; 1 Ped. 2:12; 3:16). Se acusaban de ser insurrectos,
caníbales (por causa de rumores feos acerca de la cena del Señor), incendiarios
(Nerón culpó a los cristianos por quemar la ciudad de Roma), y de destruir a
muchas familias (Mat. 10:34-37); por estas y muchas otras causas los cristianos
primitivos eran odiados y perseguidos.
-- sabed
(reconoced, entended, porque hasta
esos momentos en realidad los apóstoles no habían comprendido aquel odio tan
intenso que llevaría a Jesús a la cruz)
que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. -- La palabra aborrecer significa amar menos en Mat. 10:37 y Luc. 14:26,
pero aquí quiere decir odiar. Todos podían ver las acciones de los judíos, pero
adicionalmente Jesús conocía los corazones de la gente (2:24, 25; Mat.
9:4; 12:25; Luc. 5:22; 11:17) y, por eso, podía ver la profunda envidia y
amargura de espíritu contra El. Los
apóstoles y otros discípulos de Jesús deberían estar conscientes de que su
relación estrecha con Jesús siempre sería motivo de odio para el mundo. No deberían pensar que ellos mismos
habían provocado el odio del mundo, sino que era el resultado de su relación con
Cristo. El odio del mundo hacia ellos, pues, no sería nada nuevo, y no debería
sorprenderles y, sobre todo, no debería ser ocasión de caer para ellos; más
bien, deberían esperarlo. "Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os
ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por
cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo" (1 Ped. 4:12,
13).
El mundo
aborreció a Jesús porque El expuso y condenó sus pecados. Por eso, cuando los apóstoles hicieran
lo mismo, ellos también serían aborrecidos por el mundo. No deberían olvidar
quiénes eran. ¿Qué significa la palabra cristiano? ¡Seguidor de Cristo!
Entonces, el mundo les aborrecería, como había aborrecido a Cristo. Era la
consecuencia inevitable de ser los verdaderos discípulos de Cristo. Los
cristianos son como extranjeros aquí
en la tierra y, por eso, son aborrecidos por los del mundo (1 Ped. 1:17; 2:11).
La mayoría de los hombres siempre han sido del mundo, y como Jesús no los
convirtió tampoco lo harían los apóstoles. Más bien, serían aborrecidos por
ellos.
Con estas
palabras Cristo alentaba y fortalecía a sus apóstoles, porque era (y es) un
privilegio participar del sufrimiento de Cristo.
15:19 Si
fuerais del mundo (si tuvierais la
misma naturaleza o el mismo carácter que el mundo tiene, y si se sometieran a su
influencia), el mundo amaría (no agapao, el amor que busca para otros el
verdadero bien material y espiritual, sino phileo, el afecto o pasión natural; en
este caso, el "amor" de conveniencia) lo
suyo; -- Rom. 12:2; 1 Jn. 2:15-17; Sant. 4:4. Los cristianos aman a otros
cristianos, porque tienen los mismos propósitos. Tienen en común la gran
salvación. De la misma manera los del mundo tienen amistad con los que comparten
su forma de vida, y al mismo tiempo, aborrecen a los que se les oponen. Los del
mundo son gobernados por el egoísmo; es decir, son amigos de los que están con
ellos (los que son de su partido, que
están al lado de ellos). Se habla de "honor entre ladrones", pues aun los más
perversos son amigos cuando les conviene.
Cuando la
conducta de los profesados santos es como la del mundo, no hay oposición
alguna. "¡Ay de vosotros, cuando
todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los
falsos profetas" (Luc. 6:26). Había mucha diferencia entre los apóstoles y los
líderes de los judíos (saduceos, fariseos, sumos sacerdotes, ancianos), como
también entre los apóstoles y los paganos (idólatras, filósofos, magos,
hechiceros, supersticiosos). Los apóstoles condenaban la mundanalidad de todos,
aun la de los hermanos.
-- pero porque no
sois del mundo, antes yo os elegí del mundo (17:14, 16; 1 Jn. 3:8-10; 4:5; por eso, los separó
del mundo para formar parte de un reino que no es de este mundo, 18:36), por eso el mundo os aborrece (acción
continua, sigue aborreciéndoles). --
Ellos fueron elegidos por Cristo y separados del mundo por la palabra (15:3), no
solamente para ser santos, sino también para ser apóstoles (Luc. 6:12-16). Entre
más cercano se identificaban con Cristo más odiados serían por el
mundo.
Los que son de Cristo antes eran del mundo y Cristo
los ha rescatado de la esclavitud del mundo; por eso, el mundo los aborrece.
Cuando alguien obedece al evangelio, muere al mundo, y Satanás pierde otro
esclavo (Rom. 6:3-7).
15:20
Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor
(13:16, por eso, deberían estar
dispuestos a lavarse los pies los unos a los otros; Luc. 6:40, "El discípulo no
es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su
maestro"; por eso, al aprender de Cristo y del Espíritu Santo y al imitar el
ejemplo de Jesús, los apóstoles podrían perfeccionarse lo suficientemente como
para llevar a cabo el ministerio que Jesús les encomendó; Mat. 10:24 es como
este contexto; es decir: Si a mí me han
perseguido, también a vosotros os perseguirán; -- 15:18, "Si el mundo os aborrece", "os perseguirán" (15:20). La persecución siempre sigue al
aborrecimiento. La experiencia de
los apóstoles sería paralela a la de Jesús. Habría dos reacciones a la palabra
predicada: algunos la aceptarían con gozo, pero otros no solamente la
rechazarían, sino que también perseguirían a los mensajeros. La regla que
gobernaría la experiencia de los apóstoles ya había quedado bien establecida por
la experiencia de Jesús. El siervo tal cual su Maestro. Ellos sabían
perfectamente cómo la gente había tratado a Jesús; por eso, podrían saber
perfectamente cómo los tratarían a ellos. Ellos deberían -- y nosotros
deberíamos -- estar dispuestos siempre a participar del sufrimiento de Cristo
con gozo.
-- si han
guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. -- La historia de la iglesia bien confirma esto: al
apartarse de la enseñanza de los apóstoles, el mundo religioso se aparta de
Cristo, y los que respetan la enseñanza de los apóstoles y siguen el ejemplo
establecido por los apóstoles, honran a Cristo. "El que a vosotros recibe, a mí
me recibe" (Mat. 10:40); "El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a
vosotros desecha, a mí me desecha" (Luc. 10:16); "Nosotros (los apóstoles) somos
de Dios; el que conoce a Dios, nos oye" (1 Jn. 4:6).
15:21 Mas
todo esto (ser rebeldes y
desobedientes a su predicación, burlarse de ustedes, odiarles, perseguirles,
juzgarles falsamente, azotarles y aun darles muerte; compárese Hech. 4:17; 9:14;
26:9; 1 Cor. 4:11-13; 2 Cor. 11:24-27)
os harán por causa de mi nombre, -- El Sanedrín acusó a Jesús de blasfemia
para poder crucificarlo, pero la verdadera causa de su odio era el carácter, la
conducta y las palabras espirituales
de Jesús. Todo lo que Jesús era y decía exponía la falsedad, la hipocresía y el
orgullo de los líderes de los judíos y, por esta causa, se llenaban de ira e
hostilidad contra El.
Primero Jesús
dice que sus apóstoles iban a sufrir como
El había sufrido, y ahora agrega que van a sufrir por causa de El (Mat. 5:11, 12; Hech.
9:4, 5). Los judíos preguntaron a Pedro y Juan, "¿En qué nombre habéis hecho
esto? Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo ... en el nombre de
Jesucristo ... les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el
nombre de Jesús" (Hech. 4:7, 8, 10, 18), pero no fueron intimidados por la
"majestad" del Sanedrín, sino que siguieron predicando en este nombre y cuando fueron azotados
"salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos
de padecer afrenta por causa del Nombre" (Hech. 5:41). El sufrir por causa del
nombre de Jesús era un verdadero honor para los apóstoles. (Compárese 3 Jn. 7,
"Porque ellos salieron por amor del nombre de El").
-- porque no
conocen al que me ha enviado. -- Profesaban conocerle y se jactaban de su conocimiento
de las Escrituras, pero al rechazar a Cristo, mostraban su ignorancia de Dios y
su palabra, y que no lo amaban. Si hubieran amado al Padre -- apreciando su amor
y santidad -- habrían aceptado al Hijo, "el resplandor de su gloria, y la imagen
misma de su sustancia" (Heb. 1:3).
15:22 Si
yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado
(no en sentido absoluto, sino que no
tendrían el pecado de haberlo rechazado); pero ahora no tienen excusa por su pecado
(Sant. 4:17). -- Las palabras y
obras de Jesús los dejó sin excusa.
Si Cristo los hubiera dejado solos, sin venir al mundo para predicarles, sin
molestarles en sus pecados, sin exponer su hipocresía, sin traer la luz
verdadera a los que estaban en tinieblas, entonces no habrían sido culpables de
pecar contra la luz que no habían visto, pero ahora la ceguera de ellos era voluntaria. Los
judíos tuvieron muchas oportunidades para creer en Cristo, por las cuales
tendrían que dar cuenta (Mat. 11:21-24; 12:41, 42; Luc. 12:42-48). No tenían
excusa alguna. Tuvieron el privilegio de andar en la luz y rehusaron hacerlo.
Por lo tanto, eran culpables no solamente de no aceptar la luz, sino también de
rechazarla.
Satanás no quiere
ser estorbado; ("¿qué tienes con nosotros, Jesús Nazareno?" Mar. 1:24). Así
dicen los mundanos ahora; así dicen los que están en el error religioso.
¡Déjenos en paz! ¡No nos moleste!
15:23 El
que me aborrece a mí, también a mi Padre aborrece. -- Porque "Yo y el Padre uno somos" (10:30); "El que
cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió" (12:44); "y el que me ve, ve
al que me envió" (12:45); "el que me recibe a mí, recibe al que me envió"
(13:20); "Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais" (14:7); "El que me
ha visto a mí, ha visto al Padre" (14:9). Repetidas veces Jesús afirma su
identidad con el Padre. Por eso, el rechazamiento de Cristo exponía claramente
que en realidad el pueblo aborrecía a Dios. Así pues, los judíos seguían leyendo
la Escritura en la sinagoga y adorando a Dios en el templo, pero al aborrecer a
Cristo, confirmaban que aborrecían a Dios. ¡Adoraban a Dios y al mismo tiempo lo
aborrecían! ¡Qué conducta tan extraña!
15:24 Si
yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían
pecado; (el pecado de haberlo
rechazado) pero ahora han visto y han
aborrecido a mí a mi Padre. -- En 15:22 Jesús dice que "Si yo no hubiera
venido, ni les hubiera hablado, no
tendrían pecado", y en 15:24 se refiere a sus obras. Las palabras de Jesús y las obras de Jesús eran adecuadas para
convencer a todos los judíos (3:2; 9:30-33), y para convencer a todos ahora. Sin
lugar a dudas, si los judíos lo hubieran juzgado objetivamente, esto es, según
su enseñanza y sus señales, lo habrían recibido como el prometido Mesías (1:34,
41, 45, 49; 4:42; 6:69; 9:38; 11:27; 20:28), en lugar de acusarle de echar fuera
demonios por el poder de Beelzebú.
15:25 Pero
esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: --
"Su ley", la ley que leían y citaban
y con todo desprecio ignoraban e invalidaban (Mat. 15:3). Esa misma ley -- su ley -- les juzgaba y condenaba (5:46,
47), porque hablaba de Cristo. De hecho, en esos mismos momentos el plan de Dios
claramente expuesto en las Escrituras estaba en el proceso de
cumplirse.
-- Sin causa
(justa, legítima) me aborrecieron. -- Sal. 35:19; la ley
incluía los salmos.
15:26 Pero
cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, -- El odio del mundo sería severo, pero los apóstoles
no estarían solos, porque el Espíritu Santo estaría con ellos para ayudarles y
consolarles. Les había dicho que el "Padre ... os dará otro Consolador", 14:16;
ahora Jesús dice, "a quien yo os enviaré del Padre". En esto no hay ninguna
contradicción, porque "Yo y el Padre uno somos" (10:20). Jesús ya había afirmado que "todo lo
que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente" (5:19; 6:44; 12:32;
10:28-30). Aquí otra vez Jesús afirma la prominencia de su propia autoridad,
porque el enviar al Espíritu Santo era acción tanto del Hijo como del
Padre.
Cristo envió al Espíritu Santo; ¿indica esto
que el Espíritu Santo era inferior a
Cristo? De ninguna manera. Tampoco indican inferioridad los textos que dicen que
el Padre envió al Hijo; más bien establecen claramente la identidad de Cristo con el Padre, como
también este texto (15:26) indica la identidad del Espíritu Santo con Cristo.
Algunos hermanos que profesan ser "conservadores" propagan la herejía de que
cuando Cristo vino a la tierra se despojó a sí mismo de sus atributos divinos
(omnipotencia, omnisciencia, etc.), y que no tenía poder inherente (poder en sí
mismo), sino que tuvo que recibir poder del Espíritu Santo. Es cierto que muchos
textos dicen que Cristo recibió poder del Padre y del Espíritu Santo, pero tales textos no indican inferioridad,
sino identidad. Podemos afirmar con toda confianza que aquí en la tierra
Cristo era Dios porque demostraba repetidas veces la omnipotencia, la
omnisciencia y otros atributos divinos. (Algunos hermanos tratan de suavizar su
herejía diciendo que Cristo sí tenía los atributos divinos, pero que nunca los
demostraba; es decir, no usó su propio poder para hacer milagros, perdonar
pecados, etc. Esta teoría es la misma que la otra, sólo con otro vestido para
engañar a los ingenuos. Es igualmente falsa).
-- el Espíritu de
verdad (Efes. 6:17; 1 Jn. 5:6), el cual procede del (lado del) Padre, -- "La preposición pará ... indica posición y no fuente)
(Westcott, citado por AH).
-- él dará
testimonio acerca de mí. -- El es
llamado el Espíritu de Dios y también el Espíritu de Cristo (Rom. 8:9; Gál. 4:6;
Fil. 1:19; 1 Ped. 1:11). Su obra principal sería dar "testimonio acerca de"
Cristo (16:13-15). Los apóstoles recibirían fuerte apoyo del Consolador. El no
evitaría la persecución del mundo, pero daría la fuerza necesaria a los
apóstoles para soportarla.
15:27 Y
vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el
principio. -- Luc. 1:2; Hech. 1:21,
22. Darían testimonio doble, porque testificarían de lo que ellos mismos habían
visto, y también darían el testimonio del Espíritu Santo
(JWM).
* * * * *
* * * * *
Juan
16
16:1 Estas
cosas os he hablado, -- Esta expresión se encuentra varias veces
en estos capítulos: 14:25; 15:11; 16:1, 4, 6, 25, 33. "Estas cosas" incluyeron
la traición de Judas, la negación de Pedro, la muerte de Jesús, la culpa del
mundo perseguidor, y la promesa de la venida de otro Consolador (el Espíritu
Santo). Jesús dirigió su atención al sufrimiento de los perseguidos para que
estuvieran bien preparados y prevenidos en el tiempo difícil que los aguardaba.
Les habla con toda claridad de las privaciones a las que tendrían que someterse,
de la labor que tendrían que sostener, de los sacrificios que tendrían que
hacer, y de los sufrimientos que tendrían que soportar. Habría mucha felicidad,
pero sería la dicha espiritual, con la promesa del gozo eterno en el mundo
futuro, porque en este mundo Cristo era el "varón de dolores, experimentado en
quebranto" (Isa. 53:3), y que ellos, como sus seguidores, estarían en el mismo
mundo hostil en el cual El había sufrido (17:11).
-- para que no
tengáis tropiezo (6:61; Mat. 5:29,
30; 11:6; 13:21). -- Había peligro de tropiezo por
causa del odio y las persecuciones del mundo (15:18-27). Antes de orar en
Getsemaní Jesús les dijo, "Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche;
porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán
dispersadas" (Mat. 26: 31). Surge la pregunta ¿por qué les hizo esta
advertencia, sabiendo que esa misma noche todos se escandalizarían? (Mat.
26:31). Para recalcar la responsabilidad humana. Ellos estaban
obligados a velar y orar para no caer en tentación (Mat. 26:41). Desde luego, la
presencia del Espíritu Santo con ellos no evitaría el odio y las persecuciones
del mundo, pero les fortalecería para que no tropezaran. Después de salir Jesús habría mucha
presión sobre los apóstoles; por eso, les exhortaba y consolaba con estas
advertencias y promesas. Tendrían que ser muy fuertes porque serían bautizados
con el bautismo de sufrimiento (Mat. 20:23).
16:2 Os
expulsarán de las sinagogas; -- 9:22, 34; 12:42. Esto indica que la primera
persecución vendría de parte de los judíos. Ser expulsado de la sinagoga no era
simplemente una "excomunión" religiosa (excluirse de la asistencia a la
sinagoga), sino que el expulsado era literalmente desechado de la sociedad
judaica. Esta fue la pena que todo judío temía, porque al ser expulsado de la
sinagoga, perdía la aceptación social, el empleo y todo acceso a la vida
religiosa y, considerados peores que los paganos, eran objeto del odio y
rechazamiento (BC). "Incluso perderían el privilegio de un sepelio honorable"
(GH). Este castigo era, pues, una tortura psicológica, como los azotes eran una
tortura del cuerpo (AWP).
-- y aun viene la
hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio (latreia) a Dios.
-- La palabra latreia se refiere al culto de los
judíos en Rom. 9:4; Heb. 9:1, 6. Por eso, "en sus sinagogas os azotarán" (Mat.
10:17), como un servicio a Dios. Jesús predice aquí el celo fanatizado como el
de Saulo de Tarso y muchos otros judíos (Hech. 23:12, 13). Creían que al
perseguir y aun dar muerte a los cristianos estaban ofreciendo una ofrenda
aceptable a Dios.
Al apedrear a
Esteban (Hech. 7:58-60) los judíos pensaban que rendían servicio a Dios porque
creían que Esteban había blasfemado contra Dios (Hech. 6:11) y, por eso, tenía
que ser castigado con muerte. Todo judío entendía que había un solo Dios, y que
solamente El debe ser adorado, pero creían que los cristianos adoraban a un mero
hombre llamado Jesús de Nazaret que
profesaba ser Dios; por eso, para los judíos celosos los tales merecían el
castigo de muerte por blasfemia. "Era un principio que equivalía a un dogma
entre los judíos: Error!
Reference source not found." (GH).
Pablo dice que
con buena conciencia (Hech. 23:1) "había creído mi deber hacer muchas cosas
contra el nombre de Jesús de Nazaret" (Hech. 26:9-11). ¿Cómo, pues, podría ser
salvo Pablo? "Habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui
recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad" (1 Tim.
1:13).
Después de su
conversión Pablo sufrió tal vez más que cualquier otro cristiano (2 Cor.
11:24-27), porque para los judíos él era de los peores traidores. Otro
cumplimiento de esta profecía se ve en Hech. 12:2, 3, las persecuciones de
Herodes. Caifás dijo que "nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no
que toda la nación perezca" (11:50). De la misma manera perseguían a los
cristianos para preservar la religión de sus padres.
Jesús
frecuentemente hablaba de la persecución que sus discípulos tendrían que sufrir:
Mat. 5:10-12; 10:17-22; 24:9; Luc. 12:4,11; 21:12-17.
16:3 Y
harán esto porque no conocen al Padre ni a mí. -- 15:21; Hech. 3:17, 18. Leían las Escrituras cada
sábado en la sinagoga, pero no aceptaban al Dios revelado en
ellas. Profesaban ser hijos de Dios,
pero no lo conocieron; es decir, no lo aprobaron (y no fueron aprobados por El,
Gál. 4:9). No estaban sumisos a El, y no lo imitaban; más bien, imitaban a su
padre verdadero, el diablo (8:44).
Por no conocer al
Padre eran enemigos de El y perseguían a sus verdaderos siervos (p. ej., los
profetas, los apóstoles y sobre todo, Cristo). Isaías dijo que Israel no conoció
a Dios (1:3). Si hubieran conocido a Dios, habrían conocido a Cristo como el
Hijo de Dios. Si hubieran estudiado con sinceridad sus propias Escrituras,
habrían conocido al Padre y entendido que Cristo era el prometido Mesías (5:39,
40).
"El ver. 3
describe el clímax de la ceguera moral: pues se suponía que se estaba sirviendo a
Dios con el acto mismo que sería la expresión del más intenso odio contra El"
(FLG). Los judíos pensaban que eran muy religiosos y que eran los guardianes de
la fe de sus padres pero, en realidad no conocieron a Dios. ¡Imagínese! Adoraban
a Dios sin conocerlo (compárese Hech. 17:23). No había falta de información en
las Escrituras, pero rechazaron este conocimiento. Por eso, Jesús les dijo, "Y
esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las
tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas" (3:19). Su ignorancia, pues,
era inexcusable.
16:4 Mas
os he dicho estas cosas (no
solamente les había hablado de su salida y de persecuciones, sino también de la
venida del Consolador), para que cuando
llegue la hora (Luc. 22:53), os
acordéis de que ya os lo había dicho. -- 13:19; 14:29; Luc. 22:37. Jesús no
quería que sus apóstoles y otros discípulos se sorprendieran cuando tuvieran que
sufrir persecuciones (1 Ped. 4:12). El cumplimiento de las palabras de Jesús
sería otra evidencia más para fortalecer la fe de ellos.
-- Esto
(de su salida y la venida del
Espíritu Santo) no os lo dije al
principio, porque yo estaba con vosotros -- Desde luego, Jesús les había
hablado mucho acerca de persecuciones (p. ej., Mat. 5:10,12; 10:17-28). Les dijo
que tendrían que negarse a sí mismos, llevar su cruz y soportar toda clase de
persecución, pero lo que no habían entendido era que ahora ellos tendrían que
sufrir estas cosas sin la presencia de
Jesús. Hasta ese momento Jesús estaba con ellos como su Consolador, pero al
volver al Padre, les enviaría otro Consolador (otro de la misma clase). También
ahora les explica ampliamente la fuente y causa de tanta
hostilidad.
La expresión "al
principio" claramente indica que este discurso fue dirigido a los apóstoles. Esto es importante mayormente
en vista de lo que El les dice acerca de la venida y la obra Espíritu Santo
(16:13).
16:5 Pero
ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas? --
Habían preguntado (13:36; 14:5),
pero en estos momentos estaban confusos y abrumados por causa de las palabras de
Jesús de que El se iba y que ellos serían perseguidos. No preguntaron acerca de El porque
estaban muy preocupados por sí mismos.
16:6
Antes, porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón. --
(14:1, 27) "El siervo no sabe lo que hace su
señor", pero el Señor Jesús descubrió todo a sus apóstoles, tanto lo malo como
lo bueno. Era necesario que oyeran estas cosas para que estuvieran
prevenidos.
Los apóstoles
eran muy humanos. Jesús les había explicado que El resucitaría de entre los
muertos, que volvería al Padre para preparar un lugar para ellos para que
pudieran estar con El en el cielo, que al volver al Padre les enviaría al
Espíritu Santo (el Consolador) y que El haría grandes cosas por ellos; al oír
todo esto les convenía regocijarse, tanto por la gloria que esperaba al Señor
(17:5), como también por las bendiciones que ellos recibirían, pero aun con
todas estas maravillosas promesas la "tristeza ha llenado vuestro corazón". ¡Así
somos nosotros! Siempre exageramos la aflicción que sufrimos sin tomar en cuenta
tantas bendiciones que gozamos. En cualquier momento si nos tomáramos la
molestia de contar nuestras bendiciones, nunca estaría afligido nuestro corazón,
pero se nos olvida hacerlo. Como dice Heb. 12:11, "ninguna disciplina al
presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza"; pero recuérdese 2 Cor.
4.17, 18. Después de la resurrección y la ascensión de Jesús -- aun antes de
venir el Espíritu Santo -- "volvieron a Jerusalén con gran gozo" (Luc.
24:52).
16:7 Pero
yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el
Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. --
Les convenía porque El enviaría al
Espíritu Santo a ellos. Jesús estuvo con ellos en su ministerio entre los judíos
de Palestina, pero el Espíritu Santo estaría con ellos en su ministerio entre
los judíos y también entre los gentiles de todas las naciones (Mat. 28:19; Mar.
16:15; Hech. 1:8).
16:8, 9 Y
cuando él venga, -- El Espíritu
Santo no es simplemente una "influencia" o "fuerza" (como la energía eléctrica)
como afirman los "testigos" del Atalaya y otros, sino una persona, la tercera persona de la
Deidad. Cuando Ananías mintió al Espíritu Santo, mintió a Dios (Hech. 5:3, 4).
Al hablar del Espíritu Santo, la Biblia dice "él", porque, como persona, El
enseña, exhorta, guía, prohíbe, reprende, etc.; puede ser resistido y aun
contristado.
-- convencerá al
mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, -- Como Cristo venció al mundo, también el Espíritu
Santo vencería al mundo. Ahora Cristo describe cómo lo haría. A través de los
apóstoles y otros discípulos el Espíritu Santo convencería al mundo de pecado,
de justicia y de juicio. Al hablar del mundo se refirió primero a los judíos
que estaban equivocados en cuanto al pecado, pues creían que los pecadores eran
los publicanos, rameras y, sobre todo, Jesús (9:24). Aun decían que era un
blasfemo (10:33). Fue crucificado como uno de los peores criminales. El Espíritu
Santo, sin embargo, convencería a algunos de ellos de pecado. Hechos de los
Apóstoles es la revelación inspirada de esa obra. En el día de Pentecostés el
Espíritu Santo dijo por boca de Pedro, "Jesús ... entregado por el determinado
consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de
inicuos, crucificándole" (Hech. 2:22, 23; véase también 3:14, 15). Al oír este
sermón algunos de ellos se convencieron de que eran pecadores (homicidas): "Al
oir esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles:
Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada
uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de pecados; y recibiréis
el don del Espíritu Santo" (Hech. 2:37, 38).
-- por cuanto no
creen en mí -- Si hubieran creído en
Cristo, no lo habrían crucificado.
16:10 de
justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; -- ¿Cuál era el concepto de los judíos de la justicia?
La respuesta se encuentra, p. ej., en Mat. 6:1-18; Luc. 16:15; 18:9-14; Rom.
10:1-4. Se sentían muy piadosos cuando entregaron a Jesús como blasfemo a los
romanos para que fuera crucificado porque creían que al hacerlo vindicaban el
honor de Dios. Aun en ese mismo día el centurión romano tuvo otro pensamiento:
"Verdaderamente éste era Hijo de Dios" (Mat. 27:54). En el día de Pentecostés el
veredicto del Espíritu Santo fue todo lo contrario del juicio de los judíos al
declarar que ellos eran pecadores, y
que Cristo era el Hijo de Dios, que había ascendido al cielo, que estaba sentado
a la diestra del Padre (Hech. 2:33), y que había enviado al Espíritu Santo a los
apóstoles. Esto era prueba innegable de la justicia de Cristo y del pecado de
los judíos.
Las palabras, "no me veréis más" indican la permanencia de su estancia con Dios; es
decir, El no va al Padre para volver a la tierra. Cuando El vuelva, la tierra
será quemada (2 Ped. 3:10).
16:11 y de
juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. --
12:31. Los judíos esperaban el
juicio severo sobre los romanos y otros gentiles, pero el Espíritu Santo les
convencería en cuanto al juicio sobre Satanás y todos sus aliados. Cristo ya
había demostrado su poder sobre el diablo (Luc. 11:20-22), pero el Gran Triunfo
sobre Satanás era la cruz (Efes. 2:15; 4:8; Heb. 2:14). Todo pecador rescatado
del reino de Satanás y trasladado al reino de Cristo (Col. 1:13) muestra el
triunfo de Cristo sobre Satanás. Los que no obedecen al evangelio aceptan
voluntariamente el castigo que es para Satanás (Mat.
25:41).
16:12 Aún
tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. --
"Os he llamado amigos, porque todas
las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer" (15:15). Esto indica que
Jesús estaba dispuesto a revelar todas las cosas a los apóstoles; por lo tanto,
lo que no les reveló era solamente aquello que no podían entender; p. ej., que
los gentiles serían coherederos con ellos del evangelio. Dice el siguiente
versículo que el Espíritu Santo les guiaría a toda la verdad, porque después sí las podrían
sobrellevar.
16:13 Pero
cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; --
En ese momento los apóstoles ni
siquiera entendieron el significado de la muerte de Cristo, pero el Espíritu
Santo revelaría "todo el consejo de Dios" (Hech. 20:27): p. ej., el plan de
salvación (todo aspecto de la redención en Cristo), el misterio de la
reconciliación de judíos y gentiles en un cuerpo (la iglesia), el culto,
organización y obra de la iglesia, el significado de la santidad y todo aspecto
de la vida nueva, los eventos finales. "Toda la verdad" es el Nuevo Testamento
de Cristo, la revelación de la mente de Dios (1 Cor. 2:11-13), la doctrina de
Cristo (2 Jn. 9-11), el evangelio (Gál. 1:8, 9), la fe (Judas 3). "El les abrirá
el misterio de Dios, y de Cristo, 'en
quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento'
(Col. 2:2, 3)" (AH).
Esta promesa
quiere decir que después de la época de los apóstoles no habría revelación
nueva, pues toda la verdad había de ser revelada por medio de ellos, pues el
Espíritu Santo "os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he
dicho" (14:26). Por la inspiración del Espíritu Santo tenemos el registro de la
vida y las enseñanzas de Jesús (Mateo, Marcos, Lucas y Juan), la historia de la
iglesia (Hechos), las epístolas y el Apocalipsis. Por lo tanto, afirmamos con
toda confianza que las Escrituras son completas y perfectas (2 Tim. 3:16, 17;
Judas 3; 2 Ped. 1:3; Apoc. 22:18, 19).
-- porque no
hablará por su propia cuenta, -- Compárense 5:30; 8:26. Jesús había dicho repetidas
veces que las palabras que El (Jesús) enseñaba y las obras que El hacía no eran
de El sino del Padre, para recalcar que El no enseñaba y obraba aparte de o independientemente del Padre. Ahora dice
lo mismo del Espíritu Santo, que la obra de El también sería perfectamente unida
con la del Padre y del Hijo, porque El continuaría la obra de Jesús. De hecho,
al prometerles que el Espíritu Santo vendría para ser el Consolador (Ayudador)
de ellos, Jesús les dijo, "vendré a vosotros" (14:18, 28) y "vendremos" (14:23);
es decir, la obra del Espíritu Santo sería inseparable de la obra del Padre y
del Hijo.
Dice Cristo que
el Espíritu Santo "no hablará por su propia cuenta". Los hermanos que enseñan
que, al venir a la tierra, Jesús se despojó a sí mismo de los atributos divinos
(¡como si fuera posible que el inmutable Cristo pudiera cambiar de este modo!) citan Jn. 5:19
("No puede el Hijo hacer nada por sí mismo"); 5:30 ("No puedo yo hacer nada por
mío mismo"), etc.; por eso, para ser consecuentes con su doctrina, deben enseñar
que el Espíritu Santo también se despojó a sí mismo de sus atributos divinos
cuando vino sobre los apóstoles el día de Pentecostés, porque Jesús dijo que "no
hablará por su propia cuenta". Recuérdese también 16:7, "el Consolador ... os lo
enviaré"; si Cristo era inferior por haber sido enviado por el Padre, entonces
el Espíritu Santo era inferior por haber sido enviado por Cristo. La verdad es
que estas expresiones no significan inferioridad sino identidad, y no tienen
nada que ver con la idea absurda e imposible de despojarse de atributos
divinos.
-- sino que
hablará todo lo que oyere, -- "Todas
las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer" (15:15), y el Espíritu Santo "hablará
todo lo que oyere". Jesús enseñaba las palabras que el Padre le daba (17:8, 14),
y el Espíritu Santo hará lo mismo.
-- y os hará
saber las cosas que habrán de venir. -- P. ej., Hech. 20:29, 30; 2 Tes. 2; 1 Tim. 4:1-3;
Apocalipsis.
16:14 El
me glorificará; porque tomará de lo mío (su vida y enseñanza), y os lo hará saber. -- Según los
pentecostales y otros carismáticos, el Espíritu Santo vendría para glorificar al
Espíritu Santo, pues en todas las reuniones, conversaciones y escritos de tales
grupos hablan principalmente del Espíritu Santo. Sin embargo, en Hechos de los
Apóstoles y en el resto del Nuevo Testamento el Espíritu Santo no se glorificó a
sí mismo sino a Cristo (2 Cor. 3:18; 4:6).
16:15 Todo
lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará
saber. -- Mat. 11:27; Luc. 10:22. Dicen algunos hermanos (véase 1:14,
notas) que Cristo era Dios (Deidad), pero sin los atributos, características,
poderes y prerrogativas de Dios, pero este texto afirma que "todo lo que tiene
el Padre es mío"; por eso, era igual al Padre (5:18) en todo (aquí en particular
en conocimiento y, por eso, era omnisciente).
16:16
Todavía un poco, y no me veréis; -- Ahora introduce el pensamiento que
los apóstoles tendrán mucha tristeza, pero que su tristeza sería breve y que
pronto sería convertida en gozo. Vuelve a lo que dijo en 14:19, "Todavía un
poco, y el mundo no me verá más" y 16:5, "Pero ahora voy al que me envió";
cuando lo quitaron de la cruz y cuando estuvo en el sepulcro no podían
verlo.
-- y de nuevo un
poco, y me veréis; -- pero "un poco"
después lo podrían ver no solamente durante los cuarenta días entre la
resurrección y la ascensión, sino también lo verían cuando volviera en la
persona del Espíritu Santo (14:17-28). El resto del texto nos convence que Jesús
no se refiere solamente a los pocos días que estaría en la tierra después de su
resurrección; p. ej., 16:23 "En aquel
día ... todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará"; 16:26, "En
aquel día pediréis en mi nombre".
Obviamente Cristo se refiere al gozo continuo que ellos tendrían al venir el
Espíritu Santo para guiarles y ser su Consolador (Ayudador). Podían decir por
medio del Espíritu, "vemos a ... Jesús, coronado de gloria y de honra" (Heb.
2:9).
-- porque yo voy
al Padre. -- El tuvo que ir al Padre
para que los apóstoles pudieran verlo otra vez, al recibir al Espíritu Santo
(16:7).
16:17, 18
entonces se dijeron algunos de sus discípulos unos a otros: ¿qué es esto que nos
dice: todavía un poco y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; y, porque
yo voy al Padre? decían, pues: ¿qué quiere decir con: todavía un poco? no
entendemos lo que habla. -- 13:36;
14:5, 8, 22. Recuérdese que los discípulos todavía esperaban un reino terrenal.
Si ahora Cristo piensa establecerlo, ¿por qué dice que "no me veréis y de nuevo
un poco, y me veréis". Esto no tenía sentido para ellos. En otra ocasión "ellos
no entendían esta palabra, y tenían miedo de preguntarle" (Mar.
9:32).
16:19
Jesús conoció (2:24, 25; 6:61; Mat.
9:4) que querían preguntarle, ("han
tomado el primer paso hacia el conocimiento", HWW; todo maestro desea que se
hagan preguntas, porque esto indica el deseo de aprender) y les dijo: ¿Preguntáis entre vosotros
acerca de esto que dije: Todavía un poco y no me veréis, y de nuevo un poco y me
veréis? -- Los discípulos estaban muy impresionados por la omnisciencia de
Jesús, pues El podía leer sus pensamientos (16:30). El corazón de ellos (y de
todos) era como un libro abierto para Jesús.
16:20 De
cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis,
(como las personas que lloran por
causa de la muerte de seres queridos, 11:31, 33; 20:11, 13, 15; "un poco y no me
veréis" cuando le crucificaron y sepultaron, Mar. 16:10; Luc. 24:17) y el mundo se alegrará (Luc. 22:5; los
judíos creían que habían acabado con Jesús, que ya no les podría causar más
problemas. ¡Por fin habían tapado su boca! pero "¡Ay de vosotros, los que ahora
reís! porque lamentaréis y lloraréis", Luc. 6:25); pero aunque vosotros estéis tristes,
vuestra tristeza se convertirá en gozo (20:20; Mat. 28:8). -- La aflicción suprema será
remplazada por el gozo supremo, no
solamente por causa de la resurrección y ascensión de Jesús (Luc. 24:52), sino
también por la venida del Espíritu Santo, cuya ayuda les daría un gozo duradero.
La tristeza del pecador se convierte en gozo si le lleva a obedecer al
evangelio. En cuanto a los sufrimientos del cristiano, "esta leve tribulación
momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de
gloria" (2 Cor. 4:17).
16:21, 22
La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después
que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que
haya nacido un hombre en el mundo. (Isa. 21:3; 26:17; Miqueas 4:9, 10; 1 Tes. 5:2, 3) También vosotros ahora tenéis tristeza;
pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro
gozo. -- Al resucitar Cristo volvería a verlos, pero aquí se refiere más
bien a su presencia en la persona del Espíritu Santo, para producir en ellos un
gozo duradero. Desde luego, la fe en la resurrección produce un gozo en el
discípulo que el mundo no le puede quitar. "En vano Satanás gastó todos los
recursos del infierno para contrarrestar el testimonio de ese grupito de hombres
a quienes Cristo había dado estas palabras, pero el gozo de ellos nunca fue
quitado, y el propósito de Satanás fue frustrado" (JBC).
16:23 En
aquel día no me preguntaréis nada (como, p. ej., 13:36; 14:8; 16:18). -- 14:20-23 indica que "aquel día" se
refiere al tiempo cuando el Espíritu "hablará todo lo que oyere, y os hará saber
las cosas que habrán de venir" 16:13; la predicación tan clara y confiada de
Pedro y los otros apóstoles, aun explicando profecías complicadas en el día de
Pentecostés, da amplia prueba de esto. Seguramente después de su resurrección
Jesús explicó muchas cosas (20:9, 24-28; 21:4-7; Luc. 24:27, 45; Hech. 1:3-8),
pero este contexto indica que Jesús se refiere a la ayuda que recibirían del
Espíritu Santo.
-- De cierto, de
cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. --
Siempre les había enseñado a orar
(Mat. 6:9-13; 7:7-11; Luc. 11:1-13; 18:1-8, etc.), pero ahora les dice que deben
pedir "al Padre en mi nombre". Muchas personas que oran al Padre no piden en el
nombre de Cristo para no ofender a los judíos u otros que no aceptan a Cristo
como el Hijo de Dios, pero el Padre no escucha a los tales, porque sin mediador
nadie puede acercarse a Dios, y Cristo es nuestro único Mediador (1 Tim.
2:5).
16:24
Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que
vuestro gozo sea cumplido. -- Porque
al ascender al cielo Cristo sería nuestro Sumo Sacerdote que haría intercesión
por nosotros (Heb. 4:14-16; 7:24, 25; 9:24). Al orar "en el nombre de Cristo",
oramos de acuerdo con su autoridad, su voluntad y su naturaleza. Su nombre significa todo lo que El
es.
16:25
Estas cosas os he hablado en alegorías; (10:6, dicho simbólico o figurado: p. ej., 2:17; 3:5;
4:13, 14; 6:53; 7:38; etc.) la hora
viene cuando ya no os hablaré por alegorías, sino que claramente os anunciaré
acerca del Padre. -- Aunque Jesús explicó muchas cosas después de su
resurrección (Luc. 24:27), cumplió esta promesa en la persona del Espíritu
Santo, en la revelación del Nuevo Testamento.
16:26, 27
En aquel día pediréis en mi nombre; y no os digo que yo rogaré al Padre por
vosotros, pues el Padre mismo os ama (philei), porque vosotros me habéis amado,
y habéis creído que yo salí de Dios. -- Debemos pedir en el nombre de Jesús, porque el Padre
mismo lo ha nombrado como Mediador (1 Tim. 2:5; Heb. 7:25; 1 Jn. 2:2), pero
Jesús no tiene que rogar al Padre para que nos ame, pues El nos ama porque
amamos al Hijo y creemos que El vino del Padre. Es interesante observar que el
Padre nos ama (philei), es decir,
con el amor de afecto y de amistad (15:15). ("O qué Amigo nos es Cristo"; y si
Cristo es nuestro Amigo, el Padre también es nuestro
Amigo).
"El no reconocer
al Padre como la fuente de gracia, amor y misericordia ha llevado a la Iglesia
Romana a grandes errores. Al sospechar que el Padre obra con rigor indebido, ha
habido la misma sospecha con respecto al Hijo por causa de su cercanía al Padre.
Por lo tanto, la Virgen María fue invocada para interceder con el Hijo y
suavizar su obstinación. Desde la deificación de la Virgen María en 1853, ha
habido desconfianza en ella también, y ha habido una tendencia a invocar a José
para que interceda con María para que interceda con el Hijo para que interceda
con el Padre. De esta manera el maravilloso amor del Padre que pasa todo
entendimiento se hace menor que el amor de meros mortales"
(JWM).
16:28 Salí
del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre. --
Esta es una expresión gloriosa --
como un breve resumen -- del plan eterno de Dios: el Hijo saldría de Padre para
venir al mundo para morir por nosotros, y después de resucitar de entre los
muertos, volvería al Padre. ¡Aquí tenemos el viaje redondo de Cristo: del cielo
a la tierra, y de la tierra al cielo!
16:29 Le
dijeron sus discípulos: He aquí ahora hablas claramente, y ninguna alegoría
dices. -- Ya "entendieron", pero
todavía ignoraban los pasos necesarios que Jesús tomaría para llevar a cabo esta
promesa.
16:30
Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te
pregunte; por esto creemos que has salido de Dios. -- ¡He aquí el testimonio de hombres sinceros que
anduvieron con Cristo por unos tres años y medio! El testimonio de ellos lleva
mucho peso, porque repetidas veces habían visto la evidencia de su omnisciencia.
Pedro repite esta verdad en 21:17, "Señor, tú lo sabes todo". Por causa de las
muchas demostraciones de su omnisciencia -- y otros atributos divinos -- ¡creían
en su deidad ("que has salido de Dios")!
16:31
Jesús les respondió: ¿Ahora creéis? -- La gramática de esta expresión permite que sea una
declaración o una interrogación, pero 17:8 ("han conocido verdaderamente que
salí de ti, y han creído que tú me enviaste") nos convence que Cristo no
pregunta, sino que afirma que "ahora
creéis". El no minimiza su fe, pero por causa de su falta de comprensión del
plan divino, se escandalizarían.
16:32 He
aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos (10:32; Mat. 26:31) cada uno por su lado, y me dejaréis solo;
-- En lugar de estar al lado de Jesús, serían esparcidos como ovejas
temerosas y buscarían la seguridad personal ("cada uno por su lado"). Jesús
"conocía la debilidad de los hombres, sabía que fracasaban, sabía que lo
abandonarían en la hora de mayor necesidad y, a pesar de todo, los amaba. Y lo
más maravilloso es que seguía confiando en ellos. Conocía el peor aspecto de los
hombres y sin embargo los seguía amando y confiando en ellos. Es muy posible que
una persona perdone a alguien y, a pesar de ello, deje bien establecido que no
está dispuesto a volver a confiar en él. Jesús, en cambio, dijo: Error!
Reference source not found." (WB).
-- mas no estoy
solo, porque el Padre está conmigo. -- 2 Tim. 4:16-18. Al morir en la cruz Jesús dijo, "Dios
mío, ¿por qué me has desamparado?" (Mat. 27:46); (es decir, ¿por qué no me
libras de la muerte? Mat. 27:43; Sal. 22:1-8)). Dios no le libró de la muerte --
no le salvó la vida --, porque "por nosotros lo hizo pecado" (2 Cor. 5:21); es
decir, su vida fue puesta "en expiación por el pecado" (Isa. 53:10). Cristo no
llevó la culpa, sino la pena por los pecados del mundo. El Padre
no le había vuelto las espaldas (como el calvinismo enseña), sino que siempre estaba con El, pues sus palabras finales fueron,
"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Luc. 23:46).
16:33
Estas cosas (13:31 - 16: 32; pero en
particular, lo que ha dicho en los vers. 26, 27, 32) os he hablado para que en mí tengáis
(literalmente, para que pueda continuar teniendo) paz (14:27). En el mundo tendréis aflicción
(15:18-21; Hech. 14:22; 1 Tes. 3:1-4; 2 Tim. 3:12); pero confiad, yo he vencido al mundo. --
(1 Jn. 2:14,15; 4:4; 5:4, 5).
"Es significativo que el Señor no
dijo, Error!
Reference source not found.; esta bendita promesa era suya porque El
lo hizo" (GNW). Es notable observar
que en esta hora tan oscura Cristo hablara de la paz. El sabía exactamente lo
que iba a suceder esa noche y el día siguiente, pero se preocupaba por la paz de
sus discípulos, la paz que se hizo posible objetivamente por medio de su
sacrificio en la cruz (Efes. 2:14, "él es nuestra paz"), y subjetivamente por el
consuelo que tendrían estando en plena comunión con Cristo. Por causa de esa paz
los apóstoles, después de ser azotados, "salieron de la presencia del concilio,
gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del
Nombre" (Hech. 5:41). Por causa de esa paz "a medianoche, orando Pablo y Silas,
cantaban himnos a Dios" en el calabozo de más adentro de la cárcel de Filipos
(Hech. 16:25).
¿Por qué dice
Cristo, "yo he vencido al mundo" cuando en realidad lo haría al morir en la
cruz? Otra vez habla proféticamente; el cumplimiento de esta palabra era
completamente seguro. Tenemos paz porque sabemos que Cristo ha vencido al mundo,
que está sobre su trono en el cielo, y que por medio de El nosotros también
somos más que vencedores (Rom. 8:37; 1 Jn. 5:4).
Si Cristo quería
consolar y animar a los apóstoles, ¿por qué les dijo con toda franqueza que El
sabía que lo iban a desamparar? "Quiere indicar lo siguiente: si Jesús no
hubiera predicho la debilidad de los discípulos, cuando éstos percibieran más
tarde cómo le habían fallado y abandonado podrían haber caído en la
desesperación más total y absoluta. Sin embargo, se lo advirtió antes de que
sucediera. Es como si hubiera dicho: Error!
Reference source not found." (WB).
* * * * * * * * * *
Juan
17
La oración
conocida como el "Padre nuestro" (Mat. 6:9-13) no es la oración del Señor,
porque contiene peticiones que El no haría, sino la explicación de cómo los
discípulos deben orar. Juan 17 registra la verdadera oración del Señor, la
oración que ningún hombre puede orar. Jn. 13-16 narra el discurso largo de Jesús
en el cual quería animar y consolar a sus apóstoles y, muy apropiadamente, lo
terminó con esta oración al Padre en la cual oró por sí mismo para que el Padre
le glorificara (17:1-5), por sus apóstoles para que los guardara en su nombre,
para que fueran uno, y para que los guardara del maligno (17:6-19), y por los
que serían convertidos por la palabra de los apóstoles, que fueran "uno en
nosotros" (17:20-26).
17:1 Estas
cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo (11:41; Sal. 121:1, 2; 123:1), dijo: Padre, la hora ha llegado
(12:23, 27; 13:1, 31); -- "¿Qué
hora? Era la hora por la cual Jesús había venido al mundo, la hora para el
cumplimiento de todas las profecías del Antiguo Testamento, la hora cuando la
verdadera Pascua sería sacrificada, la hora cuando el Hijo de Dios heriría la
cabeza de Satanás y llevaría a cabo el propósito de Dios de efectuar la
salvación del hombre" (JBC).
-- glorifica a tu
Hijo -- ¿Qué pide Jesús? ¿De qué
manera quería que el Padre lo glorificara? Véanse 12:23; 13:31, "Ahora es
glorificado el Hijo del Hombre". En muy poco tiempo Jesús tendría la experiencia
más humillante que el ser humano podría experimentar: la crucifixión. Cristo,
sin embargo, sería glorificado por su
muerte en la cruz, Gál. 6:14, como también por su resurrección y ascensión. Al llevar a cabo su obra Cristo
glorificó al Padre (Efes. 1:3-12), y el Padre glorificó al Hijo (Efes.
1:20-23).
-- para que
también tu Hijo te glorifique a ti; -- El gran objetivo en todo esto era la gloria de
Dios. Sin cesar
Cristo oraba al Padre (11:41; 12:27; Mat. 11:25; Mar. 1:35; 6:46; Luc 3:21;
5:16; 6:12; 9:18, 28, 29; 11:22, 42; 23:34, 46).
17:2 como
le has dado potestad sobre toda carne (Mat. 11:27; 28:18; Luc. 10:22; 1 Ped. 3:22; Col.
2:10), para que dé vida eterna a todos
los que le diste. -- Esto fue el propósito de su venida (Luc. 19:10; 1 Tim.
1:15). El Padre le dio "la obra" (17:4), "los hombres" (17:2, 6, 9, 24), "todas
las cosas" (17:7), "las palabras" (17:8, 14), el "nombre" divino (17:11, 12), y
"la gloria" (17:22, 24).
Dicen los
calvinistas que este texto se refiere a "la soberana elección de Dios, por la
cual El escogió un número específico para ser su pueblo especial" (AWP), y hablan de la gracia irresistible.
"Cuando Jesús se refiere a la actividad divina de traer, emplea un término que indica
claramente que esto significa más que influencia moral. El Padre no se limita
a rogar o a aconsejar -- ¡trae! ... indica una actividad muy poderosa --
incluso, podríamos decir, irresistible.
Claro está, el hombre resiste, pero su resistencia es ineficaz" (GH). Pero
la verdad es que el Padre trae a Cristo solamente a los que creen en El como el
Hijo de Dios y obedecen al evangelio. Dios no puede traer a los demás a Cristo,
porque su único poder para la salvación
es el evangelio (Rom. 1:16). El evangelio es la única red.
"Escrito está en los profetas: Y serán todos
enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él,
viene a mí" (6:45). Dicen los calvinistas que "No es
cierto que 6:45 anule o, por lo menos, debilite 6:44. La expresión, Escrito está en los profetas: Y serán todos
enseñados por Dios, no coloca en modo alguno en manos de los hombres el poder de aceptar a Jesús como Señor"
(GH). Tal enseñanza hace que Dios sea responsable por la salvación del hombre,
no solamente al proveer la salvación
sino también en cuanto a la aceptación de ella. Aquí está la
sencilla verdad que los calvinistas rehúsan aceptar: Dios sí provee la
salvación, pero el hombre tiene que
aceptarla.
17:3 Y
esta es la vida eterna: que -- Compárese 3:19, "Esta es la condenación: que ... ";
es decir, como Cristo explica la base y el camino para llegar a la condenación
en 3:19 ("que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que
la luz"), aquí explica la base y el camino para llegar a la vida eterna: "que te
conozcan a ti ... y a Jesucristo" (quien es el camino, 14:6; "estamos en el
verdadero, en su Hijo Jesucristo. Es es el verdadero Dios, y la vida eterna", 1
Jn. 5:20).
-- que te
conozcan -- que "sigan conociendo"
(ATR); es decir, no solamente creer que existe (Heb. 11:6), sino que
continuamente se conformen a la voluntad de Dios. ¿Cuántos hombres y mujeres profesan
conocer a Dios? Todos los religiosos -- y algunos que no profesan ninguna
religión -- hablan de conocer a Dios. Cualquiera tendrá sus ideas acerca de
Dios, y en cada oportunidad las expresa, pero este tema tan solemne se trata muy
superficial y aun profanamente. Conocer a Dios no es simplemente un
conocimiento intelectual, sino el ser aprobado por El por haberle obedecido
para poder tener comunión con El.
"Yo sé que su mandamiento es vida eterna" (12:50). "Y en esto sabemos que nosotros le
conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no
guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él" (1 Jn.
2:3, 4); "El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor" (1 Jn.
4:8). Los que conocen a Dios son los que han nacido de nuevo (o de arriba), es
decir, del agua y del Espíritu (3:3, 5) y, siendo nuevas criaturas (2 Cor.
5:17), participan de la naturaleza divina (2 Ped. 1:4).
"Esta es la
promesa que él nos hizo, la vida eterna" (1 Jn. 2:25); "y en el siglo venidero
la vida eterna" (Mar. 10:30); "En la esperanza de la vida eterna, la cual Dios
... prometió" (Tito 1:2); "
-- a ti, el único
Dios verdadero, (los unitarios citan
este texto para negar la Deidad de Cristo, pero Juan dice que Cristo es el verdadero Dios (1 Jn.
5:20); ¿pensaba excluir al Padre? Cuando Jesús dijo, "nadie conoció al Hijo,
sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo" (Mat. 11:27), ¿pensaba
excluir al Espíritu Santo quien escudriña lo profundo de Dios (1 Cor. 2:10)?
Claro que no. Al hablar del "único Dios verdadero", Cristo excluía a los ídolos
(que no son dioses, 1 Tes. 1:9; 1 Cor. 8:5, 6).
-- y a
Jesucristo, a quien has enviado (3:17, 34; 5:23, 30, 36, 37; 6:44, 57; 8:18; 12:49;
14:24; 20:21). -- ¡y! "que te conozcan a ti, y a Jesucristo". El Padre, el único Dios
verdadero, no puede ser conocido aparte del Hijo Jesucristo, y sin El no hay
vida eterna. Esta es la única vez que Jesús se refiere a sí mismo como
"Jesucristo"; de esta manera vuelve a afirmar que El es el Mesías que había de
venir. Cristo fue enviado al mundo para revelar al
Padre: 8:18; 12:45; 14:6-9; los que conocen a Cristo conocen a
Dios.
"Ahora,
conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios" (Gál. 4:9). "El que
dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la
verdad no está en él" (1 Jn. 2:4).
Cristo
es el Verdadero Dios
I. El Dios
Verdadero.
A. Jn. 17:3, "Y esta es la
vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a
quien has enviado". Los arianistas y socinianistas modernos (por ejemplo,
mayormente los "testigos" del Atalaya) rechazan la afirmación de Rom. 9:5; Col.
2:9; Tito 2:13; 2 Ped. 1:1 que Cristo es Dios. Rechazan la afirmación de Juan de
que Jesucristo es Dios (1:1; 8:58; 14:9; 1 Jn. 5:20, etc.) y enseñan que "esta
es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a la criatura Jesucristo, a quien has
enviado". ¡Imagínese! ¡para obtener la vida eterna es necesario conocer a una criatura! Juan 17:3 dice que el Padre es
"el único Dios verdadero" y 1 Juan 5:20 dice que "estamos en el verdadero, en su
Hijo Jesucristo. Este es el verdadero
Dios, y la vida eterna". La palabra "Este" se refiere a su antecedente
inmediato: "Jesucristo". Como el Padre es el verdadero Dios, así también
Jesucristo es el verdadero Dios.
B. También hay
hermanos (que son conservadores en cuanto al institucionalismo) que profesan
creer en la Deidad de Cristo, pero la niegan diciendo que cuando vino a la
tierra se despojó a sí mismo de sus atributos divinos; es decir, el inmutable Cristo (Heb. 13:8) tuvo un
cambio radical de su Deidad durante unos treinta y tres años. Según esa herejía
Cristo no es verdadero
Dios.
C. Apoc. 3:7,
"Esto dice el Santo, el Verdadero". Algunos eruditos prefieren el antecedente
remoto -- "al que es verdadero" -- pero según esto Juan hubiera dicho, "el
verdadero Dios es el verdadero Dios". Para escoger el antecedente remoto (en
lugar del antecedente inmediato) debe haber una razón fuerte para hacerlo. Si
Juan hubiera dicho, "Este es el verdadero Mesías", nadie habría dicho que "Este"
no se refiere a su antecedente inmediato.
D. ¿Habrá algo en
los escritos de Juan que contradiga la afirmación de que Jesucristo es el
verdadero Dios y la vida eterna? Por el contrario, lo afirma muchas veces: en El
está la vida, El da vida al mundo, El es el pan de vida, sus palabras son vida,
etc. 1 Juan 5:20 -- al igual que 1
Juan 1:2 -- afirma que Cristo es la vida. Desde luego la vida eterna procede del
Padre, pero en los escritos de Juan siempre se relaciona la vida o la vida
eterna con Cristo.
E. Si Juan no
quería decir que Jesucristo es el verdadero Dios, entonces ha usado una
expresión que puede entenderse mal. Al leer este texto -- así como está -- es
razonable que lleguemos a la conclusión de que debemos adorar a Jesucristo como el Dios
verdadero. Pero si El no es el Dios
verdadero, entonces este texto nos podría engañar y causar que hagamos
precisamente lo que Juan prohíbe en el siguiente versículo: adorar a los ídolos (1 Jn. 5:21). Si
Cristo no es el verdadero Dios, entonces El no puede ser adorado (Mat. 4:11), y
los que le adoran están adorando una criatura (Rom. 1:25).
II. Juan ya había afirmado repetidas
veces la Deidad de Jesucristo.
A. 1:1, "el Verbo
era Dios" (literalmente, Dios era el Verbo, así lo dice el griego para dar
énfasis a su Deidad); 1:18, ha dado a conocer al Padre (¿podría alguna criatura representar y revelar al Padre?
"revelar" no significa decir o escribir alguna descripción, sino revelarlo o exhibirlo en su persona; 5:30-47, hay
cinco testigos seguros de la Deidad de Cristo: Juan, el Padre, las obras de
Jesús, las Escrituras y Moisés; 8:19, "si a mí me conocieseis, también a mi
Padre conocerías"; se identifica a sí mismo con el "Yo Soy" (Jehová, el Ser
Eterno) de Ex. 3:14 (8:24, 58; 18:5); los judíos entendían perfectamente que
Jesús afirmaba que El mismo era Deidad (10:33, "te haces Dios"); "El que ha
visto a mí, ha visto al Padre" (14:9).
B. Después de
tantas afirmaciones de su Deidad, ¿quién puede creer que en Juan 17:3 Jesús
diría que El era simplemente una criatura o un dios sin los atributos de Dios?
El pensamiento de Juan 17:3 es que es imposible conocer al Padre aparte de
Cristo (14:6); este texto y otros (p. ej., 1 Tes. 1:9) presentan el contraste no
solamente entre el Dios verdadero y los dioses paganos, sino también entre el
Dios verdadero revelado a través de Jesucristo y el supuesto "Dios" de los
judíos incrédulos que rechazaban a Jesucristo como su Mesías. No había Padre aparte del Padre revelado por
Jesucristo. Al rechazar a Cristo también rechazaron a su propio Dios y
Padre, porque ese rechazamiento indicaba
que no lo conocían. El único Dios
verdadero es el Dios revelado por Jesucristo. Juan 8:19: "Ni a mí me
conocéis, ni a mi Padre; si a mí me
conocieseis, también a mi Padre conocerías". Juan 10:30, "Yo y el Padre uno
somos"; Juan 12:45, "y el que me ve, ve al que me envió"; Juan 14:9, "El que me
ha visto a mí, ha visto al Padre".
C. Por esta razón Jesús dice (17:3) que la vida
eterna requiere "que te conozcan a ti ... y a Jesucristo". Esto es
precisamente el pensamiento de este texto. No tiene nada que ver con el concepto
de los "testigos" (arianistas) de que Jesucristo fuera una criatura y que no era
de la misma substancia con el Padre (Heb. 1:3), ni con el concepto de los
hermanos que niegan la Deidad de Cristo al decir que en la tierra no tenía
ningún atributo divino.
III.
¿Jesús es solamente el Señor?
A. 1 Cor. 8:6, "para nosotros, sin
embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y
nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las
cosas, y nosotros por medio de él". Los "testigos" y otros niegan la Deidad de
Jesucristo diciendo que Pablo afirma que Jesucristo no es Dios (theos), sino solamente el Señor (kurios), como si el Señor fuera una
criatura.
B. En el
versículo anterior Pablo dice que "hay muchos dioses y muchos señores" paganos.
Por eso el ver. 6 debe entenderse a la luz de esa afirmación; es decir, forma un
contraste con el ver. 5. La afirmación de Pablo en el ver. 6 tiene el propósito de excluir a todos los
dioses y señores paganos. Pablo no dice esto para atribuirle a Jesucristo
una posición inferior al Padre. Al hablar de los dioses y señores paganos no se
refiere a su rango ("señores" eran hombres deificados, por eso, dioses); tampoco
habla de rango (superioridad o inferioridad) al hablar del Dios verdadero y del
Señor verdadero, sino que habla de la
unidad de la Deidad verdadera. El
Padre es Dios y también es Señor; Cristo es Señor y también Dios. Dice Pablo que
"hay un Dios, el Padre"; por eso ¿Dios el
Padre no es el Señor? ¿No tiene dominio sobre el mundo? El es Dios el
Padre, pero no deja de ser el Señor del universo. Asimismo Jesucristo es el
Señor, pero no por eso deja de ser Dios (theos), como Pablo afirma en varios
textos (Rom. 9:5; Col. 2:9; Tito 2:13).
C. Si los
"testigos" no creen que el Padre es el Señor, ¿por qué traducen la palabra Señor (kurios) Jehová en muchos textos? Ellos afirman
que así se debe traducir, pero son muy inconsecuentes; por ejemplo, traducen la
palabra kurios Jehová en Rom. 14:4, 6 (tres veces), el
ver. 8 (dos veces), y luego en el ver. 9 Pablo llama a Cristo kurios y la Traducción del Nuevo
Mundo deja de traducirla Jehová y la
traduce Señor. Estos traductores son
arbitrarios y falsos -- rechazando su propia regla en cuanto a la traducción de
kurios -- porque están resueltos a
negar la Deidad de Jesucristo.
D. La enseñanza
de los arianistas, socinianistas y "testigos" demuestra una profunda ignorancia
de la palabra Señor; Jesucristo no podía ser Señor si no era
Dios. Dios es llamado Señor en
muchísimos textos. Consúltese cualquier concordancia. Por lo tanto, Pablo no
dice que Jesucristo es inferior al Padre, sino que es igual al Padre (compárese Juan 5:18), y
se identifica con El como el Señor de todo, diciendo "por medio del cual son
todas las cosas". El afirmar que por medio de una criatura han sido creadas todas las
cosas no solamente es incredulidad, sino también insensatez. (Véanse Juan 1:3;
Col. 1:16, 17; Heb. 1:2). Si Jesucristo es el Creador, como estos textos
claramente afirman, entonces El es Dios. Una criatura no puede ser el Creador. No
puede haber omnipotencia delegada (o
Dios delegado). En lugar de afirmar
la inferioridad de Jesucristo, este texto afirma su igualdad con el Padre porque
es Señor de todo, tiene autoridad para dar leyes a los hombres y para juzgarles
en el día final.
IV.
Durante su vida terrenal Jesucristo demostraba repetidas veces los atributos
divinos (atributos de Deidad).
A. La
omnipotencia (haciendo muchas señales que solamente Dios puede hacer); la
omnisciencia (Jn. 2:24, 25; Mat. 9:4; 12:25; Luc. 5:22; 11:17, etc.); era
adorado (9:38; Mat. 4:11, solamente Dios es adorado); perdonaba pecados (Mar.
2:5, solamente Dios perdona pecados), etc. No hay nada en 1 Cor. 8:6 que
contradiga esta verdad.
B. El problema
verdadero de los arianistas, "testigos", etc. es que no creen y no pueden
aceptar que "Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo" (2 Cor. 5:19)
y, a menos que se arrepientan, no hay esperanza de salvación para los
tales.
V. Rom.
16:27, "Al único y sabio Dios, sea
gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén".
A. Los que citan
este texto para afirmar que el Padre es el único Dios y que Jesucristo es una criatura rechazan el concepto bíblico de
la necesidad de un Mediador (Jn. 14:6; 1 Tim. 2:5; Heb. 4:15, 16, etc.), que
tiene que ser tanto Dios como hombre. El Verbo, Dios verdadero (Jn. 1:1), fue
hecho carne (Jn. 1:14) para revelar al
Padre (Juan 8:19; 14:9) (aparte de Jesucristo Dios no puede ser conocido), y
para ser nuestro perfecto Mediador.
B. Por lo tanto,
Pablo afirma en este texto que a través de Jesucristo Dios es glorificado para
siempre. Muchos textos afirman esto. No hay otra manera de glorificar a Dios.
Los "testigos" no pueden glorificar a
Dios porque es imposible glorificarle a través de una criatura (una criatura
-- por ejemplo, un ángel -- no puede representar a Dios).
VI. Juan 10:33-36, "tú, siendo hombre, te
haces Dios".
A. Jesús les
respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? Si llamó
dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser
quebrantada), ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú
blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?"
B. Los que
rechazan la Deidad de Jesucristo argumentan que El era un dios inferior, un mero
hombre como los jueces de Israel, pero los jueces no eran dioses en el sentido
de poseer naturaleza divina. Además, Cristo no dijo que El era "un dios", ni
mucho menos que era un dios como los jueces de Israel.
C. Jesús dice
(ver. 30), "Yo el Padre uno somos". Con esto afirma su Deidad. Los judíos
tomaron piedras para apedrearle por blasfemia "porque tú, siendo hombre, te
haces Dios", pero eran inconsecuentes, porque nunca se quejaron
de que los jueces y magistrados se llamaran dioses. En esto demostraron su prejuicio contra
Cristo.
D. En el Sal.
82:6, Dios dice a los jueces y magistrados: "Vosotros sois dioses, y todos
vosotros hijos del Altísimo". El nombre elohim se aplica a los jueces y
magistrados de Israel porque eran representantes de Dios (así se usa en
Ex. 21:6; 22:9, 28). ¿Qué derecho tenían los jueces para que se les llamara con
el nombre elohim? Por una sola causa se les
aplicaba este nombre: eran "aquellos a quienes vino la palabra de Dios", es
decir, recibían su oficio (su autoridad) de Dios. Así es que era una aplicación
sumamente limitada.
E. Desde luego,
Jesús difería grandemente de aquellos jueces. Varios contrastes importantes se
pueden mencionar: no se puede decir que Dios santificó y envió al mundo a los jueces, pero a
Cristo sí (fue santificado o apartado por Dios y enviado al mundo para ser
nuestro Salvador); los jueces eran muchos y eran hijos de Dios en el sentido
general, mientras que Jesucristo era y es el unigénito Hijo de Dios (Juan 1:14,
18; 3:16); el trabajo de los jueces no se podía comparar con el trabajo de
Jesucristo (Juan 10:10, 14; Mat. 20:28; etc.); y otras diferencias se pueden
mencionar.
F. Pero Jesús no cita este texto para explicar
-- ni mucho menos negar -- su Deidad, sino solamente para hacer callar a los
rabinos, recordándoles que su propia ley -- la palabra innegable e
indestructible de Dios -- llamaba dioses a los hombres que eran comisionados por
Dios y que, por eso, no les convenía acusarle a El de blasfemia cuando decía que
era el Hijo de Dios, porque El también había sido santificado (consagrado,
apartado) por Dios y autorizado para hacer una obra de
Dios.
G. Inmediatamente
después de decir esto Jesús les propuso la evidencia empírica: "Si no hago las obras de mi
Padre, no me creáis. Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las
obras" (Juan 10:37, 38). Fue un argumento
incontestable. A los jueces "vino la palabra", es decir, su oficio o trabajo
de aplicar la ley de Dios era autorizado por Dios. Entonces, cuanto más Jesús
tenía el derecho de llamarse el Hijo de Dios ya que a El el Padre santificó y
envió al mundo para llevar a cabo su obra. De ninguna manera dice o implica que era
Dios (o el Hijo de Dios) solamente en aquel sentido en el que los jueces eran
dioses. (Véanse notas sobre este texto, 10:33-36).
17:4 Yo te
he glorificado en la tierra; -- 11:4; 14:13. Lo hizo al demostrar los atributos de
Dios. Aunque Dios había sido glorificado de muchas maneras a través de los
siglos, nunca había sido glorificado como Cristo lo glorificaba. Jesús dijo que
"esta enfermedad (la de Lázaro) no es para muerte, sino para la gloria de Dios"
(11:4); cuando sanó al paralítico, "la gente, al verlo, se maravilló y glorificó
a Dios" (Mat. 9:8); pero ahora al llegar al clímax de su misión y obra, lo
glorificaría al máximo en su muerte, sepultura, resurrección, y ascensión
(12:16, 23; 13:31).
-- he acabado la
obra que me diste que hiciese. -- Al
contemplar su vida entera -- desde el principio de su ministerio hasta su
ascensión -- podía ver una sola cosa: la glorificación del nombre del Padre
(CEWD). Pensando humanamente diríamos que estas palabras deberían encontrarse después de la resurrección de Jesús,
porque en estos momentos todavía le esperaba la cruz, pero habla proféticamente;
es decir, para Jesús su muerte ya era una realidad y la victoria sobre Satanás y
el sepulcro estaba asegurada. Dios habla del futuro como si fuera historia.
Compárese Isa. 53; el profeta habla de la muerte de Cristo como si ya hubiera
acontecido, unos ochocientos años antes de nacer Jesús.
Cristo dijo, "He
aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad" (Heb. 10:7). El vino al mundo
"para poner fin a la transgresión, para terminar con el pecado, para expiar la
iniquidad, para traer justicia eterna" (Dan. 9:24, LBLA).
Cuando tenía
apenas doce años de edad dijo, "¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me
es necesario estar?" (Luc. 2:49). Durante toda su vida Jesús tuvo como propósito
terminar la obra que el Padre le había dado: "Mi comida es que haga la voluntad
del que me envió, y que acabe su obra" (4:34); "he descendido del cielo, no para
hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió" (6:38); "yo hago siempre
lo que le agrada" (8:29); "Me es necesario hacer las obras del que me envió"
(9:4). Es muy importante observar y recalcar que al contemplar la cruz -- e
incluso al sufrir sobre la cruz --, Jesús nunca se sintió frustrado. Con esta
actitud durante todo su ministerio le fue posible expresar las palabras
triunfantes, "Consumado es" (19:30).
Entonces, debería
ser glorificado. "Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento" (Isa.
53:10); pero léase el resto del versículo 10 y también el ver. 12: "Cuando haya
puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días,
y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada ... Por tanto, yo le daré
parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos". "Por lo cual Dios
también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los
cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que
Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre" (Fil. 2:9-11). Véanse Hech.
2:32-36; Efes. 1:17-23; Apoc. 5. Había mucha distancia entre las cortes del
cielo y Belén de Judea, como también entre el lavamiento de los pies de los
apóstoles y el ocupar su majestuoso trono en el cielo, pero ¡gracias a Dios!
Jesús pudo cumplir toda la jornada.
Cristo nos dejó
un ejemplo perfecto al terminar la obra que Dios le había dado. A Pablo le
encargó la obra importante de evangelizar a los gentiles, y poco antes de morir
éste pudo decir, "He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he
guardado la fe" (2 Tim. 4:7). ¿Qué de nosotros? Al llegar a la conclusión de
nuestra vida, ¿podremos hablar de esta manera? Al morir ¿podremos decir que
hemos acabado la obra que el Señor nos dio? Esto depende de lo que sea nuestra
comida (4:34).
Cristo terminó su obra en la tierra y volvió al
Padre. Pedro dijo (Hech. 2:33) que Cristo ocupó su trono (el trono de David,
Luc. 1:32). Por lo tanto, cuando vuelva la segunda vez no será para establecer
su reino. Muchos sectarios -- e incluso algunos que profesan ser miembros de la
iglesia del Señor -- enseñan que el plan de Cristo para establecer su reino
falló porque los judíos no lo aceptaron. Esto contradice Hech. 2:22, 23, que
dice que Cristo murió de acuerdo con el predeterminado plan y consejo de
Dios.
"Esto es una
opinión popular, ¡pero se establece sobre un fundamento errado! (1) El premilennialismo hace inválidas las
profecías del Antiguo Testamento, porque dice que el reino no fue
establecido durante el Imperio Romano como se profetizó en Dan. 2:31-45. (2) Limita el poder de Dios. Si Satanás
derrotó el plan de Dios la primera vez, ¿qué seguridad habría de que no
suciediera lo mismo la próxima vez? Mar. 1:14-15; 9:1. (3) Esta opinión destronaría a Cristo quien
resucitó para ocupar el trono de David. Ahora está reinando sobre el pueblo de
Dios tanto como Sacerdote como Rey, Hech. 2:;29-36; Ef. 1:20-23; Zac. 6:12-13.
(4) Los proponentes de esta doctrina buscan un reino material y terrenal en
lugar de un reino espiritual. De esa manera cometen la misma falta que los
judíos que crucificaron a Cristo, Jn. 18:36-37; Luc. 17:20-21; Jn. 3:5. (5) Hacen que la iglesia sea un substituto
durante el llamado "periodo de paréntesis". La iglesia, sin embargo, es el reino
espiritual y estaba en el plan eterno de Dios, Mat. 16:16-18; Efes. 3:10, 11.
(6) Los que niegan que el reino de Dios fue establecido representan
a los escritores del Nuevo Testamento como confusos cuando éstos hablan de los cristianos como los súbditos
actuales del reino, Col. 1:13; Apoc. 1:5-6; 5:9-10. (7) Para colmo de males,
esta doctrina se basa en el fundamento de
que Cristo no cumplió su misión y que fue crucificado porque el mundo no
estaba preparado para su reinado sobre la tierra. Sin embargo, la muerte de
Cristo fue predicha aun antes de que Daniel profetizara acerca del tiempo del
reino, Isa. 53; Sal. 22. Su muerte fue predestinada por Dios para que fuéramos
salvos, Hech. 2:23-36; 1 Cor. 15:17-22. ¿Qué más podría El hacer durante un
reinado de mil años sobre la tierra que no se llevó a cabo durante su primera
misión? Ef. 1:7 -
compró la salvación; Mar. 9:1, prometió que el reino vendría con poder; Hech.
1:8 - el poder vendría con la venida el Espíritu Santo; Hech. 2:4 - el Espíritu
Santo vino el día de Pentecostés; por eso, ¡el reino se estableció!" (RH). ¡Antes de volver al cielo Jesucristo terminó
su obra aquí en la tierra! Al volver la segunda vez, quemará la tierra (2
Ped. 3:10).
17:5 Ahora
pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo
antes que el mundo fuese (Fil.
2:6-11). -- A través del libro Juan
se refiere a la preexistencia (eternidad) de Cristo: 1:1, 18; 8:38, 58; 16:28;
17:24. Aquí en la tierra Cristo demostró su gloria divina (1:14; 2:11; Mat.
17:2; Heb. 1:3), pero la gloria celestial es incomparablemente mayor. "Exaltado
por la diestra de Dios" (Hech. 2:33); "se sentó a la diestra del trono de Dios"
(Heb. 12:2); "Esteban ... vio los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está
a la diestra de Dios" (Hech. 7:55).
17:6 He
manifestado tu nombre (17:4) -- Cristo, siendo Dios, manifestó los
atributos de Dios (p. ej., omnipotencia, omnisciencia, perfecto amor, perfecta
santidad, perfecta justicia) y su divina voluntad a los hombres, pues al ver a
Cristo vieron al Padre (14:9, es decir, una perfecta representación del Padre) y al aprender la enseñanza de Jesús
aprendieron la voluntad del Padre. Cristo dijo repetidas veces que las palabras
que El enseñaba eran las palabras del Padre, y que las obras que El hizo eran
las obras del Padre. De esta manera El manifestó el nombre de
Dios.
-- a los hombres
que del mundo me diste (15:16,
19); -- Todos los hombres pertenecen
a Dios (Ezeq. 18:4, "He aquí que todas las almas son mías"), pero no todos son
dados a Cristo. En este texto Jesús se refiere a los apóstoles, pero también los
que obedecen al evangelio son dados a Cristo por el Padre. Desde luego, el
evangelio debe ser predicado a todos los hombres, pero el Padre da o trae a Cristo a los que obedecen al
evangelio.
-- tuyos eran, y
me los diste, y han guardado tu palabra. -- Primero Jesús habla de lo que el Padre ha hecho, y lo
que el Hijo ha hecho; ahora habla de lo que los apóstoles han hecho. En base a las cosas nombradas en los
versículos 6-8 Jesús hace su petición por los apóstoles. Estos tenían sus
debilidades, pero habían guardado la
palabra de Dios. "Vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis
pruebas. Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, para que
comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las
doce tribus de Israel" (Luc. 22:28-30). Habían sido fieles (6:67-71), porque
practicaban la verdad (3:21). Cristo es nuestro Mediador delante de Dios y
intercede por nosotros con tal que
guardemos la palabra de Dios (Heb. 4:15; 1 Tim. 2:5; 1 Jn.
2:2).
17:7 Ahora
han conocido que todas las cosas que me has dado (su enseñanza y sus obras), proceden de ti; -- Han discernido que
la enseñanza de Jesús era en realidad la enseñanza del Padre, y de esa manera la
han recibido (1 Tes. 2:13).
17:8
porque las palabras que me diste (3:34; 5:47; 6:63), -- La comunicación de la mente de
Dios a la mente humana ha sido por medio de palabras. Dios dio palabras a Cristo; Cristo dio palabras a los apóstoles; los apóstoles
nos han dado palabras a nosotros (1
Cor. 2:9-13). Dios no sólo ha revelado pensamientos, sino también palabras, para que su revelación fuera
precisa, exacta e infalible. Estas palabras nos juzgarán en el Día Final
(12:47, 48).
-- les he dado;
-- "Tenemos este tesoro en vasos de
barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros" (2 Cor.
4:7). El tesoro (el evangelio) fue entregado a los apóstoles, vasos de barro.
"Para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los
santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros
apóstoles" (2 Ped. 3:2). ¡Qué responsabilidad tan grande era la
suya!
-- y ellos las recibieron (6:68), y han conocido verdaderamente que salí de
ti, y han creído (6:69; Mat. 16:16) que tú me enviaste (17:8, 18, 21, 23,
25). -- Han conocido ... han recibido ... y han creído. Reconocían la Deidad de Cristo,
que El había venido del Padre y que las palabras y obras de Cristo eran las
palabras y obras del Padre (5:19, 20, 30, 36), y que "todo lo que tiene el Padre
es mío" (16:15).
17:9 Yo
ruego por ellos (en base a lo que ha
dicho acerca de ellos: que el Padre los dio a Cristo, que habían guardado las
palabras del Padre que Cristo les dio, y que habían creído que Cristo había
venido del Padre; ruego por ellos,
este presente que me has dado, este fruto de mis labores (FLG); no ruego por el mundo, (el mundo no
había sido dado por el Padre al Hijo porque no había guardado las palabras del
Padre, y no habían creído que Cristo vino del Padre) sino por los que me diste; porque tuyos
son, -- Después oró indirectamente por todos (17:20). Para el mundo El pide
el perdón (para los que se
arrepienten y le obedecen), pero aquí pide que Dios guarde (17:11, 15) a los que son suyos.
Jesús ruega por los hombres que el Padre le había dado, los que le habían
glorificado. Esta oración, pues, es muy específica: "por los que me diste".
(Compárese Heb. 2:13, "He aquí, yo y los hijos que Dios me
dio").
Pidió que el
Padre perdonara a los que le
crucificaban (Luc. 23:34); es decir, pidió compasión por ellos, y que el Padre
les perdonara cuando se humillaran para obedecer al evangelio (Hech. 2:37, 38).
El dijo, "perdónalos, porque no saben lo que hacen", pero ahora ruega por los
apóstoles que habían conocido la verdad y que la habían guardado.
Jesús nos enseña
que debemos orar aun por los enemigos (Mat. 5:44), y Pablo nos enseña que
debemos orar por todos los hombres (1 Tim. 2:1). Hemos de dejar de orar por los
del mundo solamente cuando dan evidencia clara no solamente de ser enemigos de
Dios, sino también de que quieren y piensan permanecer así (2 Tes. 2:10-12; Rom.
1:28; 1 Jn. 5:16).
También en los
vers. 20-26 ruega por todos sus discípulos ("los que han de creer en mí por la
palabra de ellos"). Compárese Ex. 28:29, "Y llevará Aarón los nombres de los
hijos de Israel en el pectoral del juicio sobre su corazón, cuando entre en el
santuario, por memorial delante de Jehová continuamente"; nuestro Sumo Sacerdote
lleva los nombres de sus discípulos sobre su corazón al interceder por
nosotros.
17:10 y
todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; -- "Todo hombre puede decir, todo lo mío es tuyo; pero
solamente el Hijo puede decir, y lo tuyo mío" (Lutero, citado por FLG). Los pronombres no son del género
masculino, sino del neutro. Siempre
habían tenido en común todas las cosas. En esto Jesús afirma otra vez la
inseparable unidad de su conocimiento, voluntad y acción con el Padre (AH). Las
palabras incluyen absolutamente todo, y aseveran la absoluta comunidad de todas
las cosas con el Padre (HWW).
-- y he sido
glorificado en ellos. -- Porque
habían reconocido y habían confesado que El es el Hijo de Dios, y llevarían este
mensaje a todas las naciones. Por
esta causa Jesús pide al Padre que los guarde.
Lo que se puede
saber de Cristo viene por medio de los apóstoles inspirados. Cristo ha sido
glorificado por los Hechos de los
apóstoles. Los apóstoles eran (y a través de su palabra siguen siendo) los
testigos verdaderos de Cristo (15:26; Hech. 1:8), sus embajadores (2 Cor. 5:20).
Por eso, la iglesia debe perseverar en su enseñanza, Hech. 2:42; 1 Jn.
4:6.
17:11 Y ya
no estoy en el mundo; -- Ahora
especifica la circunstancia que le
mueve a hacer esta petición. Habla proféticamente como si ya hubiera ascendido
al cielo, pero habla de esta manera porque cuando Dios piensa hacer algo, su
cumplimiento es seguro y, por eso, aun antes de que suceda ya es una realidad.
Al volver al Padre Cristo todavía estaría en el mundo en la persona del Espíritu
Santo (14:18; Mat. 28:20).
-- mas éstos
están en el mundo, (15:18-21, en el
mundo hostil, perseguidor, seductor y cruel) y yo voy a ti. Padre santo, (17:1, 4,
11, "Padre"; 17:11, "Padre santo"; 17:25, "Padre justo") a los que me has dado, guárdalos en tu
nombre, (guárdalos en tu nombre, el nombre que me has dado, LBLA) -- 17:12, "yo los guardaba en tu
nombre" (Hech. 4:12; Fil. 2:9). Cristo pidió que el Padre guardara a los
apóstoles en su nombre, porque al salir Jesús de la tierra, habría peligro de
que otra vez fueran esparcidos. "Líbranos del mal (o del malo, LBLA, margen)"
(Mat. 6:13). Serían expuestos al odio del mundo (15:18-21) y, por eso, el
cuidado especial del Padre sería muy necesario, mayormente durante los próximos
tres días (cuando Jesús sería prendido, "juzgado", crucificado, y sepultado).
Para estos días difíciles -- y para todo el tiempo de su ministerio -- Jesús los
pone en los brazos del Padre.
-- para que sean
uno, así como nosotros. -- "Ruego ... por
los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que sean uno; como tú,
oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros" (17:20,
21). Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo son tres personas,
pero son uno en comunión, en propósito y en todo aspecto de la obra, y esta
unidad era el modelo perfecto para los apóstoles, y lo es para todos los
discípulos. La única manera de mantener esta unidad es por medio de permanecer
en la esfera de la verdad y la
comunión con Dios. Mantenemos esta unión con Dios por medio de seguir oyendo,
enseñando y practicando las palabras que el Padre dio al Hijo y que el Hijo y el
Espíritu Santo dieron a los apóstoles (17:8, 14; 1 Cor. 2:9-14; 2 Tim. 3:16,
17).
17:12
Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba (eteroun, vigilar sobre, proteger, preservar de daño) en tu nombre (en la esfera de la
comunión con Dios, dirigiéndoles conforme a la voluntad de Dios revelada en las
palabras de Dios. Jesús, el Buen Pastor, los guardaba por medio del ejemplo de
su perfecta vida personal, su enseñanza, vers. 8, 14, sus exhortaciones,
advertencias y reprensiones y sus maravillosas obras); a los que me diste (17:6, notas), yo los guardé (ephulaxa, Jesús era su
guarda o centinela, Hech. 5:23), y
ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, -- El término hijo tiene varios usos en el Nuevo
Testamento. En este texto se refiere a la consecuencia (el fin o destino) de
cierta clase de vida; es decir, a los que llevan una vida perdida les espera la
perdición. Los "hijos de desobediencia" (Efes. 2:2, es decir, esa clase de
gente) son también "hijos de ira" (Efes. 2:3) o "hijos de perdición". Véase 2
Tes. 2:3.
Cuando Jesús
escogió a Judas para el apostolado él no era "el hijo de perdición". "Entonces
llamando a sus doce discípulos, les
dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera ... Los
nombres de los doce apóstoles son estos: ... y Judas Iscariote, el que también
le entregó" (Mat. 10:1-4). Judas podía echar fuera demonios, pero si él ya era
un diablo (6:70), entonces Satanás echaba fuera a Satanás (Mat. 12:26). Junto
con los otros once apóstoles Judas fue dado por el Padre al Hijo, Cristo lo
había guardado y enseñado pero, a pesar de toda la ayuda que Cristo dio a sus
apóstoles (enseñanza, ejemplo, poder milagroso), él cayó.
Los calvinistas
están muy equivocados con respecto a Judas, porque no es cierto que él era un
diablo desde el principio, sino que después cayó y llegó a ser un diablo.
(Compárense 12:6, "era un ladrón" y 13:27, "Satanás entró en
él").
-- para que la
Escritura se cumpliese. -- 13:18.
"Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó
contra mí el calcañar" (Sal. 41:9; este texto probablemente se refiera al caso
de Ahitofel, íntimo amigo de David que llegó a ser consejero de Absalón, 2 Sam.
17:15. Este caso -- u otro semejante -- era tipo de la traición de
Judas).
Esto no quiere
decir que su condenación era predestinada, sino simplemente que
cuando él cayó, cumplió esta Escritura. El "anticipado conocimiento" de Dios
(Hech. 2:23) no afecta el libre albedrío del hombre. De su propia voluntad Judas
entregó al Señor. Voluntariamente "cayó por transgresión, para irse a su propio
lugar" (Hech. 1:25).
17:13 Pero
ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí
mismos (15:11; 16:22, 24). -- El gozo de Cristo era el gozo de
perfecto amor, de perfecta pureza y de perfecta unidad con el Padre. El quería
que sus apóstoles tuvieran este mismo gozo.
Los apóstoles
escuchaban esta oración, y estas palabras estarían en su mente durante los días
siguientes para fortalecerles y traerles gozo. Jesús los dejaría solos esa misma
noche por "un poco" de tiempo; durante ese tiempo sería muy necesaria la
protección del Padre porque las pruebas serían severas. De lo que se puede leer
de ellos durante ese tiempo el gozo vino después de la resurrección de
Jesús.
"¡Cuan maravilloso fue que Jesús pudiera hablar de gozo poco antes del beso traidor de
Judas, el arresto, la condenación, los insultos ... el sangrado azotamiento, la
corona de espinas y la cruz! Como el de los apóstoles nuestro gozo ha de ser
encontrado en Jesucristo para que con Pablo podamos decir, 'Regocijaos en el
Señor siempre' (Fil. 3:1; 4:4) (FP).
17:14 Yo
les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo
(el dominio o reino de Satanás, Col.
1:13), como tampoco yo soy del mundo. --
15:18-21. Por esta causa Jesús pidió que el Padre los guardara. El mundo
aborrece el mensaje apostólico; por
eso los persiguió, y todavía persigue a los que enseñan el mismo mensaje. Todos
los que reciban el mensaje de Dios serán odiados por el
mundo.
17:15 No
ruego que los quites del mundo, -- Jesús pronto terminaría su trabajo aquí en el mundo,
pero el trabajo principal de los apóstoles les esperaba (Mat. 28:19; Mar. 16:15;
Hech. 1:8). El "autor de la
salvación de ellos" era perfeccionado por aflicciones (Heb. 2:10); por eso, era
necesario que ellos también se quedaran en el mundo para que de la misma manera
ellos también se perfeccionaran.
Si los hubiera
quitado del mundo, habría sido por medio de la muerte (Hech. 12:1, 2), y Pablo
dijo que para él la muerte hubiera sido "muchísimo mejor" (Fil. 1:23) para
evitar tanta persecución, pero si los apóstoles se hubieran quitado del mundo,
¿qué habría pasado con el mundo de pecadores que urgentemente necesitaban del
evangelio?
"El mundo es
bendecido por la presencia del cristiano (Mat. 5:13-16), y el vivir en el mundo
le da al cristiano la oportunidad de la conquista y la recompensa (Rom. 8:37;
Apoc. 2:26 3:21)" (JWM).
-- sino que los
guardes del mal. -- "Guardar. Tereo denota (a) vigilar sobre,
preservar ... Hch 12:5, Error!
Reference source not found." ... Jud 1, Error! Reference source
not found. (WEV). Guardar quiere decir, pues, proteger, preservar,
sostener en pruebas, cuidar. Jesús ya había prometido que las ovejas que oyen su
voz y le siguen "no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano", porque
"Mi Padre ... es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi
Padre" (10:29). Pero algunos de los discípulos "volvieron atrás, y ya no andaban
con él" (6:66), Judas iba a entregarlo, y les había dicho que Pedro iba a
negarle y que todos serían esparcidos. Por eso, había mucha necesidad del
cuidado del Padre para que no se perdieran (Sal. 17:8, 9; 23; 121:5-8; Ezeq.
34:11-17).
El mal equivale al maligno; como dice Juan en su primera
carta (5:18), "Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el
pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca". En cuanto a este
maligno recuérdense los siguientes textos del libro de Juan: "vosotros sois de
vuestro padre el diablo" (8:44); "ahora el príncipe de este mundo será echado
fuera" (12:31); "el diablo ya había puesto en el corazón de Judas ... que le
entregase" (13:2); "después del bocado, Satanás entró en él" (13:27); "viene el
príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí" (14:30); "el príncipe de este
mundo ha sido ya juzgado" (16:11). También en Hechos y en las cartas hay mucha
explicación o advertencia acerca del adversario. Con mucha razón, pues, Jesús
ruega al Padre "que los guardes del mal (maligno)". Cristo, el Buen Pastor, los
había guardado, y ahora los encomienda al cuidado del
Padre.
El Espíritu Santo
habla mucho acerca del cuidado de Dios de su pueblo: p. ej., "Y el mismo Dios de
paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea
guardado irreprensible para la venida
de nuestro Señor Jesucristo" (1 Tes. 5:23); es decir, que Dios nos guarde
totalmente separados del mundo, que estemos completamente apartados del mal en
todo sentido, que seamos guardados irreprensibles (sin mancha, sin arruga, Efes.
5:27), para la venida del Señor.
Dios nos guarda, pero también nos guardamos nosotros
mismos: "Mirad, y guardaos de toda
avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes
que posee" (Luc. 12:15); "Alejandro el calderero me ha causado muchos males ...
Guárdate tú también de él, pues en
gran manera se ha opuesto a nuestras palabras" (2 Tim. 4:14, 15); "Guardaos, no sea que arrastrados por el
error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza" (2 Ped. 3:17). Sin la ayuda de Dios no podríamos
guardarnos, pero sin nuestra propia ayuda Dios no nos puede
guardar.
La palabra retener es sinónimo de guardar: "retén
la forma de las sanas palabras" (2 Tim. 1:13); "retengamos firme hasta el fin
nuestra confianza" (Heb. 3:14); "retengamos nuestra profesión" (Heb. 4:14); "lo
que tenéis, retenedlo hasta que yo venga" (Apoc. 2:25); "retén lo que tienes"
(Apoc. 3:11).
17:16 No
son del mundo, -- La palabra mundo significa: (1) el universo, 1:10;
17:5; (2) la tierra habitada, Mat. 24:14; (3) la humanidad, 1:29; 3:16; (4) el
mundo pecador que persigue a Cristo y sus discípulos, 15:19, y (5) el mundo de
los deseos malos; en su primera carta (1 Jn. 2:15-17) Juan explica el
significado de la palabra mundo al
decirnos "lo que hay en el mundo, los deseos de la carne (que se muestran en las
obras de la carne, Gál. 5:19-21), los deseos de los ojos (los deseos carnales
que emplean la vista para satisfacerse, Gén. 3:6; Josué 7:21; 2 Sam. 11:2; Job
31:1; Mat. 5:28, 29; el instrumento principal para satisfacer los deseos
carnales de los ojos es la televisión), la vanagloria de la vida" (la
arrogancia, la jactancia, Sant. 4:13-16; así es el humanismo, que enseña que no
se necesita la dirección divina). El cristiano se separa del mundo (Rom. 12:2;
Efes. 2:2; Sant. 1:27; 4:4).
Debemos
esforzarnos para que el Señor diga lo mismo de nosotros ("No son del mundo").
Los que no son del mundo no están bajo el dominio de Satanás; no pertenecen al
príncipe del mundo maligno y hostil. No son de él porque son de Dios. En su
actitud, su conducta, su habla y en toda actividad y relación de la vida son
diferentes, pues son extranjeros y peregrinos en este mundo (1 Ped. 1:17; 2:11).
Su "ciudadanía está en los cielos" (Fil. 3:20).
Los discípulos de
Cristo no tendrán poder para convertir al mundo si imitan al mundo. Si el mundo
no puede ver una diferencia clara entre los que profesan ser cristianos y los
del mundo, éstos no tendrán ningún deseo de cambiar.
Otro aspecto del mundo
es la mundanalidad "respetable". Los que practican esto no
van al baile y no toman licor, pero no buscan primeramente el reino de Dios,
sino que lo primero en su vida es el trabajo (o el negocio) o el placer (el
juego de pelota, la pesca, etc.) que en sí no son malos. Compárese Luc. 8:14,
"La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados
por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto". Las
bendiciones materiales son de Dios, pero pueden llegar a ser ídolos (Col. 3:5; 1
Tim. 6:9, 10). En la parábola de la gran cena (Luc. 14:15-20), los que no fueron
a la cena no eran borrachos, sino que fueron detenidos por la hacienda, por
cinco yuntas de bueyes, y por el matrimonio. Estos también son del
mundo.
-- como tampoco yo soy del mundo. --
15:19; 17:14. Jesús se asociaba con los pecadores para salvarlos, pero nadie
podía probar que había pecado alguno en El (8:46).
17:17
Santifícalos en (en la esfera de) tu verdad; tu palabra es verdad. --
Cristo no solamente pide que Dios los guarde del maligno, sino que los
santifique para la obra (2 Cor. 5:18-20). Básicamente la palabra santificar no quiere decir purificar, pues se usa de Cristo también
(10:36 "al que el Padre santificó y envió al mundo"; 17:19, "yo me santifico a
mí mismo"). Más bien, significa consagrar o dedicar enteramente al
servicio de Dios. Compárese Ex. 40:13. Jesús ya había dicho que "tuyos eran, y
me los diste" (17:6) y que no son del mundo; por eso, se habían apartado para
los usos de Dios, es decir, para el ministerio de la palabra (17:8, 14; Mat.
28:19, 20; Mar. 16:15; Luc. 24:47-49; Hech. 1:8). Habían de dedicar su vida a
esta Gran Comisión. Desde luego, la santificación requería que se abstuvieran de
todo mal, pero básicamente tenía que ver con su dedicación a la obra. Como ya
habían dejado todo por Cristo, ahora llevarían a cabo su ministerio (Luc. 14:33;
Mat. 19:27; Mar. 10:29, 30).
Como los apóstoles fueron santificados en la esfera
de la verdad, también todos los discípulos son santificados en la esfera de la
verdad, porque no es posible santificarnos para Dios fuera de la palabra de Dios (2 Tes.
2:13). Muchísimos religiosos se santifican no en la esfera de la verdad, sino en
la esfera de la doctrina humana (los mandamientos, especulaciones, teorías y
opiniones de los hombres). Los que se santifican en la enseñanza humana no son
santificados para Dios, sino para los hombres.
Por medio de la
palabra nos consagramos al servicio de Dios y evitamos la contaminación del mundo
(Tito 2:11, 12). "Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo
vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de
nuestro Señor Jesucristo" (1 Tes. 5:23). "Llegamos a ser todo lo que el Señor
quiere que seamos por medio de la fiel obediencia a su palabra. Esta es la
santificación por la cual Jesús oró" (GNW).
17:18 Como
tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. -- La comisión de Jesús era divina, y también la
comisión de los apóstoles era divina, pues fueron escogidos y enviados por
Cristo.
17:19 Y
por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en
la verdad. -- En Cristo se ve la perfecta santificación o entrega total de
la vida como el sacrificio por los pecados del mundo (Heb. 9:14), y en base a la
santificación de El, los apóstoles podían ser santificados en la esfera de esa
verdad para predicarla al mundo.
"La oración de
nuestro Señor por los apóstoles es, por eso, una petición triple: a saber, que
ellos fueran guardados en unidad, que fueran guardados del mundo y del diablo, y
que fueran consagrados y equipados para el servicio evangélico"
(JWM).
17:20 Mas
no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la
palabra de ellos (Hech. 15:7; Rom.
10:17), -- Primero ruega por sí
mismo (el autor de la salvación, Heb. 5:9) y por los apóstoles (sus embajadores,
los vasos que llevarían el tesoro, 2 Cor. 4:7) y, por último, ruega por el
objeto de esta obra, los que aceptarían la palabra para ser
salvos.
17:21 para
que todos sean uno (Hech. 4:32, "de
un corazón y un alma"; Efes. 4:3-6 en "una fe"); como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti
-- El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están perfectamente unidos en el
mismo propósito en la misma obra. 8:19; 14:7 (los que conocieron a Cristo
conocieron al Padre); 12:45; 14:9 (los que vieron a Cristo vieron al Padre);
12:44 (los que creyeron en Cristo creyeron en el Padre); 14:21-24 (los que aman
a Cristo aman al Padre); 13:20 (los que reciben a Cristo reciben al Padre); 5:23
(los que honran a Cristo honran al Padre); 15:23 (los que rechazan a Cristo
rechazan al Padre).
-- que también
ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. --
¿Ruega Jesús solamente por la unidad
de sus discípulos entre sí? No, sino
que seamos uno en el Padre y en el
Hijo. Muchos grupos están unidos entre sí, y se jactan de esa "unidad", pero la
oración de Jesús no tiene nada que ver con la unidad de religiones
humanas.
El ser uno en el Padre y en el Hijo requiere la
sumisión a la enseñanza de Cristo y los apóstoles que está registrada en los
veintisiete libros del Nuevo Testamento, es decir, no solamente la enseñanza
acerca de Cristo mismo en Mateo, Marcos, Lucas y Juan, sino también la enseñanza
y el ejemplo de los apóstoles en Hechos de los Apóstoles y en las epístolas y en
el Apocalipsis (1 Cor. 2:11-13; 2 Ped. 3:1; 1 Jn. 4:6). Los que se apartan de la
verdad se apartan de Dios y también de los discípulos fieles. Cuando los
discípulos de Cristo se extravían y no perseveran en la doctrina de Cristo (2
Jn. 9), se alejan de Dios, e ineludiblemente se alejan los unos de los otros y,
al hacerlo, ya no promueven la causa de Cristo, sino la causa de
Satanás.
Pablo explica
cómo evitar y cómo corregir la división: "cuando recibisteis la palabra de Dios
que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según
es en verdad, la palabra de Dios" (1 Tes. 2:13); "que habléis todos una misma
cosa" (1 Cor. 1:10); "Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo
de la paz; un cuerpo, y un Espíritu ... una misma esperanza ... un Señor, una
fe, un bautismo, un Dios y Padre" (Efes. 4:3-6).
Cristo no oró por
la unión de las muchas denominaciones porque son iglesias establecidas por los
hombres. Son humanas en todo sentido: en nombre, en organización, en doctrina,
en culto y en propósito (obra). En realidad los fundadores y proponentes de
tales iglesias ni siquiera buscan la unidad. No creen que sea posible ni
deseable. Cada religión defiende su derecho de existir y de trabajar para su crecimiento. No creen que la
doctrina sea la base de la unidad, y creen que su organización eclesiástica es
cosa insignificante. En cuanto al culto creen que hay completa flexibilidad y
libertad, pues todo grupo simplemente hace lo que agrade a sus feligreses y lo
que les pueda ayudar a ganar más miembros. La religión más popular del tiempo
moderno es el pentecostalismo, porque el llamado "culto" es nada más una libre
expresión de las emociones. La oración de Jesús
en este capítulo no tiene nada que ver con alguna supuesta unidad de tales
grupos.
Muchos religiosos
-- hasta miembros de la iglesia del Señor -- dicen que la doctrina no es la base
de la unidad. Entonces, si la base de la unidad no es la doctrina, ¿cuál será?
Si no importan las diferencias en cuanto al culto, la organización y la obra de
la iglesia, ¿qué cosas tendrán importancia? Puesto que la unidad tiene que ver
con la comunión, ¿en qué otras cosas
habrá comunión? La verdad es que precisamente en estas cosas (la doctrina, el
culto, la organización y la obra de la iglesia) debe haber unidad, pero no puede
haber unidad entre las denominaciones porque no la
quieren.
Pero esta oración sí tiene que ver con la necesidad
de unidad entre los miembros de la iglesia de Cristo. Durante los pocos años del
ministerio de este servidor ha habido divisiones amargas causadas por la
enseñanza de las doctrinas y mandamientos de los hombres: p. ej., (1) el
establecimiento de instituciones e "iglesias patrocinadoras" que se encargan del
dinero de muchas (potencialmente todas) las congregaciones para hacer obras de
edificación, evangelismo y benevolencia; (2) varios aspectos del calvinismo con
respecto al pecado y al plan de salvación; (3) el llamado "individualismo" que
niega la existencia de la iglesia local; (4) la doctrina de que el adulterio
mencionado por Cristo en Mat. 19:9 no es sexual, sino sólo los trámites legales
para divorciarse y volver a casarse; y (5) la doctrina de que al venir al mundo
Cristo se despojó a sí mismo de sus atributos divinos. Todas estas cuestiones
afectan la comunión y causan divisiones en la iglesia.
Los hermanos
liberales son los que no respetan la autoridad de Cristo y los apóstoles con
respecto a la naturaleza, organización y obra de la iglesia y otras prácticas
(no conservan el patrón apóstolico, 2 Tim. 1:13). Es triste leer los comentarios
de estos mismos hermanos acerca de la división: p. ej., "Cuando los hombres
siguen sus propias opiniones y enseñanzas, hacen barreras entre los creyentes"
(FP). "Es precisamente en la cuestión de división que la iglesia de Dios está
más indefensa en el tiempo presente. Ninguna cosa produce más infidelidad e
injusticia que las doctrinas conflictivas de los profesados seguidores de
Cristo. Por medio de multiplicar las divisiones, Satanás ha evitado que
innumerables millones obedezcan al evangelio" (JBC). "El espíritu de esta
oración es totalmente ajeno al espíritu faccioso que frecuentemente caracteriza
a los miembros de la iglesia; y los que promueven partidos, facciones y
divisiones en el cuerpo del Señor son culpables del pecado grave ... Dos de las
cinco peticiones son por la unidad del pueblo del Señor, y mientras que las
divisiones que ahora desgarran el cuerpo de Cristo evitan la consumación de su
sincero deseo para su pueblo, esperemos y oremos y trabajemos con el fin de que
todos los que lleven el nombre de Cristo algún día puedan ser uno y que todos
los cismas, divisiones, contenciones, enajenaciones, con toda la rivalidad y
amargura, terminen para siempre, y que los que profesan ser sus seguidores
¡manifiesten delante del mundo la bendita unidad por la cual El oró!" El autor
de esta última cita (Guy N. Woods) era el campeón, el debatista principal, que por
muchos años defendió las innovaciones principales -- la "iglesia patrocinadora"
y las instituciones de la iglesia -- que causaron tantos "cismas, divisiones,
contenciones, enajenaciones ... y amargura" entre
hermanos".
Aparte de las
divisiones causadas por el error doctrinal, también ha habido muchas divisiones
a causa de la carnalidad de los miembros (1 Cor. 3:1-4). Las obras de la carne
(Gál. 5:19-21) no solamente destruyen la unidad de la iglesia, sino también a la
iglesia misma: "acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes,
que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios". La unidad es
uno de los temas dominantes de las epístolas (p. ej., Rom. 12:16; Efes. 2:16;
Fil. 1:27; 2:1-4). Lucas describe la unidad que existió entre los apóstoles y
otros discípulos (1:14; 2:1, 46; 2:46; 4:32).
Para promover la
unidad es necesario que todo cristiano practique las exhortaciones en cuanto a
la relación correcta los unos con los
otros (13:34, 35; Rom. 12:10; 1 Cor. 12:25; Gál. 5:13-15, 26; 6:2; Efes.
4:2, 32; 1 Tes. 5:11; Heb. 10:24; Sant. 4:11; 5:9, 16).
17:22 La
gloria que me diste (1:14), yo les he dado (1:12; 1 Jn. 3:1), para que sean uno, (unidos en una
familia espiritual, Efes. 2:19) así como
nosotros somos uno. -- La gloria
de la cual Jesús habla en este texto es la unidad de los discípulos, los unos
con los otros en el Padre y el Hijo, por medio de la perfecta revelación del
Padre por Cristo. Para enfatizar la unidad de los cristianos Pablo habla de la
iglesia como el cuerpo de Cristo
("son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo", 1 Cor.
12:20).
Cristo ha dado la
gloria que El recibió del Padre a su iglesia, pues "amó a la iglesia, y se
entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en
el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni
arruga ni cosa semejante" (Efes. 5:25-27).
Por medio de las
enseñanzas de Jesús y los apóstoles, la iglesia tiene comunión con el Padre y
con el Hijo (1 Jn. 1:1-4, 7), y se hace participante de la naturaleza divina:
"Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas
por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su
gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas
promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina"
(2 Ped. 1:3, 4).
En consecuencia de esta naturaleza gloriosa, la
iglesia fiel y unida es el reflejo de Dios. Pablo predicó el evangelio de Cristo
"para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los
principados y potestades en los lugares celestiales ... A él sea gloria en la
iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos.
Amén". (Efes. 3:10, 21).
17:23 Yo
en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo
conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has
amado. -- "Solícitos en guardar la
unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" (Efes. 4:3). ¿Por qué? Para que el
mundo conozca que Dios envió a Cristo para salvarnos, y que en verdad Dios los
ha amado (3:16). Si la unidad produce este fruto precioso, ¿qué fruto lleva la
división?
La unidad de la
iglesia le da mucha influencia y fuerza para convertir al mundo. Sin lugar a
dudas, las muchas divisiones de la iglesia son el obstáculo más grande en la
obra del Señor.
17:24
Padre, aquellos que me has dado, quiero (es la voluntad de Cristo) que donde yo estoy (al decir "donde yo
estoy" Jesús habla proféticamente, 14:3), también ellos estén conmigo, (14:3;
Fil. 1:23, el gozo supremo) para que
vean mi gloria que me has dado; -- 17:5. "Cuando él se manifieste, seremos
semejantes a él, porque le veremos tal como él es" (1 Jn. 3:2). Jesús quiere que
sus apóstoles y todos sus discípulos no solamente vean, sino que participen del estado celestial. Para
ser "semejantes a él" en Aquel Día, los discípulos de Cristo tienen que ser
"semejantes a él" ahora, siendo del mismo carácter y vida, siendo obedientes a
la enseñanza divina e imitadores de Jesús.
Los apóstoles
habían visto la gloria de Cristo aquí en la tierra: "Y aquel Verbo fue hecho
carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del
Padre)" (1:14); "Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y
manifestó su gloria" (2:11); "y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció
su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz" (Mat.
17:5); al hablar de ese evento Pedro dijo, "él recibió de Dios Padre honra y
gloria" (2 Ped. 1:17). Pero Cristo quería que vieran su gloria celestial
(17:5).
-- porque me has
amado desde antes de la fundación del mundo. -- 1:1, "el Verbo era con Dios".
17:25
Padre justo, el mundo no te ha conocido -- El mundo
no ha conocido, es decir, no ha aprobado la voluntad de Dios y no la ha
aceptado, pues rechaza a Cristo como la revelación perfecta de Dios; por eso,
siendo justo el Padre lo
castigará.
-- pero yo te he
conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. -- Estos, sus discípulos, los que obedecen al evangelio,
han aprobado y aceptado a Cristo como la revelación perfecta de Dios. Dios,
siendo justo, aceptará a los tales.
17:26 Y
les he dado a conocer tu nombre (el
carácter y voluntad de Dios;
compárese Ex. 34:5-7; Jesús -- en su vida y en su enseñanza -- dio a conocer
los atributos, voluntad y mandamientos de Dios; reveló su amor y plan de
salvación, 3:16; 12:32; 3:3-5), y lo
daré a conocer aún, (por medio del Espíritu Santo, 14:26; 15:26; 16:7-14;
esta promesa se refiere al entero Nuevo Testamento) para que el amor con que me has amado,
esté en ellos, y yo en ellos. -- Rom. 5:5. El amor del cual Jesús habla abarca todas
las bendiciones que Dios derrama sobre sus hijos por medio de Cristo (Efes.
1:3).
* * * * * * * * * *
Juan
18
18:1
Habiendo dicho Jesús estas cosas, -- Las palabras de despedida (capítulos 13-16, y la
oración del capítulo. 17). Ha llegado "la hora" del Señor en la cual glorificará
a Dios. La palabra copa y la palabra
hora significaban todo lo que Jesús
iba a sufrir desde ese momento y hasta el momento en que por fin dijera,
"Consumado es". A través de este libro Juan ha narrado los eventos que señalaban
esta hora, y en los capítulos 18 y
19, escribe los detalles de la traición de Judas, el arresto, los "juicios", la
muerte y la sepultura de Jesús.
-- salió con sus
discípulos al otro lado del torrente de Cedrón, donde había un huerto,
("un lugar que se llama Getsemaní",
prensa de aceite, Mat. 26:36) en el cual
entró con sus discípulos. -- "Muchas veces Jesús se había reunido allí con
sus discípulos" (Jn. 18:2). Mateo (26:36-46), Marcos (14:32-42) y Lucas
(22:39-46) ya habían narrado la experiencia de Jesús en Getsemaní. Entró en este
huerto, no para escapar de la muerte,
sino para prepararse para la muerte.
"Comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera", diciendo, "Mi alma
está muy triste, hasta la muerte". La expresión "hasta la muerte" no era figura,
pues la angustia que Jesús sentía era suficiente para matar a cualquiera. Esta
angustia sería lo que llamamos postración
nerviosa, que
es una condición mental que puede ser fatal. Primero, se arrodilló (Luc. 22:41, "y puesto de
rodillas oró"); luego "cayó sobre su rostro" (Mat. 26:39), indicando la
intensidad de su súplica al Padre. No solamente oró, sino que "estando en
agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que
caían hasta la tierra" (Luc. 22:44).
Tres veces oró,
"Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero,
sino como tú" (Mat. 26:37-39). No debemos pensar que Jesús haya experimentado
tal agonía simplemente por contemplar la muerte en la cruz, sino más bien por
estar plenamente consciente de que sería la expiación (la víctima sacrificial) por
los pecados del mundo (2 Cor. 5:21; Isa. 53:4-6, 10). Los pecados míos y los
suyos lo oprimían en esos momentos.
Por eso, "se le
apareció un ángel del cielo para fortalecerle" (Luc.
22:43).
No podemos
comprender la súplica ni el sufrimiento de Jesús, porque nunca ha habido y nunca habrá otra muerte
semejante. El no cargó la culpa, sino
la pena (el castigo) de los pecados del mundo, (Isa.
53:4-12; 1 Ped. 2:24; 2 Cor. 5:21). Muchos discípulos de Jesús se enfrentaron a
la muerte por El con valentía, pero éstos no murieron por los pecados del mundo.
Jesús gustó "la muerte por todos" (Heb. 2:9).
Jesús dijo, "pero
no sea como yo quiero, sino como tú quieras". Debemos estar sumamente
agradecidos a Jesucristo por ese pero, porque a pesar de lo que
significaba para El -- la muerte cruel de la cruz -- El dijo pero que se haga la voluntad del Padre.
Jesucristo estaba completamente sumiso al Padre, "obediente hasta la muerte"
(Jn. 5:30; 6:38; Fil. 2:8). El vino al mundo para hacer la voluntad del Padre,
Heb. 10:5-9.
Jesús oró, "Padre
mío, si es posible, pase de mí esta
copa". Jesús bien conocía las perfecciones del poder y sabiduría del Padre, y
por eso pidió que si hubiera otra manera de llevar a cabo el plan divino para
salvar al hombre, entonces que "pase de mí esta copa", pero no había otra manera de efectuar
nuestra salvación. Si hubiera habido otra manera de hacerlo, sin lugar a
dudas Dios la habría aceptado y Jesús habría escapado del sufrimiento de la
cruz. Es indispensable que todos
entiendan que no había y no hay otro medio de salvación. Para los que
quieran volver a Dios, el camino de la cruz -- el camino del Cristo crucificado
(1 Cor. 2:2) -- es el único camino
(Jn. 14:6).
18:2 Y
también Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar, porque muchas veces
Jesús se había reunido allí con sus discípulos. -- Luc. 22:39, "se fue, como solía, al monte de los
Olivos". Jesús sabía que Judas llevaría a los judíos a ese lugar para prenderle
(13:2, 11, 18, 21, 27); ¿por qué, pues, fue allí? Si hubiera querido esconderse,
no habría ido a este huerto. Es obvio que fue a este lugar precisamente con el
propósito de ser prendido. Fácilmente pudiera haber frustrado el plan de Judas,
pero en lugar de frustrarlo, cooperó perfectamente con ese plan. Esto muestra
claramente que Cristo voluntariamente dio su vida por nosotros (10:17, 18).
18:3
Judas, pues, tomando una compañía de soldados (con el tribuno, 8:12), y alguaciles (la policía del templo,
los que en otra ocasión no lo prendieron, porque "¡Jamás hombre alguno ha
hablado como este hombre!" 7:45, 46) de
los principales sacerdotes y de los fariseos, fue allí con linternas y
antorchas, y con armas. -- Se
unieron los saduceos (sacerdotes) y fariseos, los judíos y los gentiles, para
llevar a cabo el plan de Dios de ofrecer a su Hijo por los pecados del mundo.
"Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a
quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el Pueblo de Israel
para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera"
(Hech. 4:27, 28).
No había ninguna
necesidad de esta compañía de soldados y alguaciles para prender a Jesús, porque
se entregó voluntariamente a ellos. De otro modo, sin su voluntad, ni siquiera
con todo el ejército romano lo habrían prendido.
¿Habrán pensado
que la multitud que gritaba "¡Hosanna!" (12:13) cuando Jesús entró en la ciudad
acudirían en su defensa? Sea cual fuera su motivo, querían defender su puesto a
toda costa delante de los romanos (11:50); no querían que la nación (es decir,
ellos mismos) pereciera. Siempre durante las fiestas había peligro de alborotos
entre el pueblo. "Buscaban los principales sacerdotes y los escribas cómo
prenderle por engaño y matarle. Y decían: No durante la fiesta, para que no se
haga alboroto del pueblo" (Mar. 14:1, 2). Pilato ya estaba enterado acerca de
Jesús, como también de la creencia de algunos de que El era o sería el rey de
los judíos (Mateo 27:11).
"En aquella hora dijo Jesús a la gente: ¿Cómo contra
un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me
sentaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis" (Mat. 25:55).
Esto indicaba que Jesús era inocente de todo crimen, porque si hubiera sido
criminal en sentido alguno, le habrían prendido públicamente cuando estaba
enseñando en el templo. Con esto les reprocha por su conducta vergonzosa.
Concluye diciendo, "mas esta es vuestra hora" (Luc. 22:53), es decir, en estos
momentos ellos se creían plenamente victoriosos, por haber logrado (según ellos)
su propósito.
18:4 Pero
Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir (a través de este libro Juan registra la prueba de la
omnisciencia -- y, por lo tanto, la Deidad -- de Jesús: 1:42, 47; 2:24, 25;
4:18; 5:6; 6:64; 13:31; 16:19, 30; 21:17), se adelantó (al salir del huerto de
Getsemaní diciendo, "Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega", Mat.
26:46) y les dijo: ¿A quién buscáis? --
¿A quién buscaban como si Jesús se hubiera escondido de ellos? En lugar de
esconderse se adelantó con toda
valentía. Desde estos momentos y hasta que dijera "Consumado es", Cristo era el
Comandante de estos eventos. No los judíos y no los romanos, sino Cristo Jesús
tenía la voz de mando y estaba controlando todos los eventos relacionados con su
muerte. Los judíos creían tener mucha autoridad, y los romanos creían tener aun
más autoridad, pero Jesucristo es el que en verdad ejercía toda la
autoridad.
También con esta
pregunta Jesús muestra su inocencia,
pues los fugitivos emplean todo medio posible para evitar el arresto: se
esconden, mienten, engañan y, si es posible, huyen para escapar de ellos. ¿Cuántos se presentan de esta manera
delante de los oficiales? El tomó la iniciativa, diciendo primero a sus
discípulos, "Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega" (Mat. 26:46).
¿Vamos para escapar de ellos? No, vamos para que me entregue en manos de
ellos. Aquí, otra vez, toma la iniciativa preguntando, "¿A quién buscáis?" Habló
a sus enemigos como hablaba a sus amigos: "¿Qué buscáis?"
(1:38).
18:5 Le
respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy (8:58; Ex. 3:14, el nombre de Dios). Y estaba también con ellos Judas, el que
le entregaba. -- Juan no habla del beso de Judas (Mat. 26:50; Luc. 22:48), y
después de esta frase que lo identifica no con Jesús y los apóstoles, sino con
los enemigos de Jesús, no vuelve a mencionarlo.
18:6
Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra. -- ¿Quiénes retrocedieron y cayeron a tierra? El
antecedente de estos verbos se encuentra en el versículo 3, "una compañía de
soldados, y alguaciles". Estos soldados romanos y alguaciles judíos perdieron su
equilibrio y se cayeron. ¿Cómo se explica esto? ¿Cómo se explica lo que pasó con
los de Nazaret cuando "le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la
cumbre del monte ... para despeñarle" y "él pasó por en medio de ellos, y se
fue"? (Luc. 4:29, 30). Esto nos extraña porque varios hombres le llevaron hasta
la cumbre del monte, pero Jesús simplemente se escapó de sus manos. Dice Juan
(2:15-18), "Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las
ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas"
y en lugar de prenderle o apedrearle, sólo preguntaron, "¿Qué señal nos
muestras, ya que haces esto?" También Juan nos dice (10:39) que los judíos
"Procuraron otra vez prenderle, pero él se escapó de sus manos". ¿Cómo lo hizo?
Juan no explica. Tampoco aquí (18:6). Si Jesús hubiera sido un mero hombre,
actuando de esta manera como un mero hombre, tales fenómenos serían
inexplicables. La única explicación lógica es que en estas ocasiones Jesús no
era un mero hombre, sino Dios ("Yo soy", 8:58; Ex. 3:14).
Era necesario en
esta ocasión que Jesús les convenciera de que ellos no podían quitarle la vida,
sino que El, voluntariamente, la entregaba (10:17, 18). Les hizo ver que todo
sería llevado a cabo no conforme a los planes de los judíos y los romanos, sino
conforme al plan de Dios.
18:7, 8
Volvió, pues, a preguntarles: ¿A quién buscáis? Y ellos dijeron: A Jesús
nazareno. Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy; -- De esta manera Jesús mostró que El fue
voluntariamente a su muerte. Cuando Pedro sacó su espada y cortó la oreja de
Malco, el siervo del sumo sacerdote, Jesús le dijo que volviera su espada a su
lugar, que si quisiera ayuda podría haber pedido al Padre y le hubiera dado más
de doce legiones de ángeles, "¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras,
de que es necesario que así se haga?" (Mat. 26:52-54). Estaba listo para
entregarse "en manos de pecadores" (Mat. 26:45).
-- pues si me
buscáis a mí, dejad ir a éstos; -- Jesús tenía control sobre los eventos de esa noche.
De acuerdo con sus palabras, los apóstoles no fueron prendidos. Todo se llevó a
cabo no según la voluntad de los judíos y romanos, sino de acuerdo con la
voluntad de El.
Jesús había
dicho, "El asalariado ... ve venir al lobo y deja las ovejas y huye ... Yo soy
el buen pastor ... y pongo mi vida por las ovejas" (10:12-15). Dijo, "dejad ir a éstos" para que los
apóstoles no fueran juzgados y condenados con El. Como Jesús quería que sus discípulos
fueran puestos en libertad física en
esos momentos, también dio su vida para que todos los que obedezcan al evangelio
sean puestos en libertad espiritual
(Rom. 6:4, 17, 18).
Juan narra la negación de Pedro, pero no dice que
"todos los discípulos, dejándole, huyeron" (Mat. 26:56)
18:9 para
que se cumpliese aquello que había dicho: De los que me diste, no perdí ninguno.
-- 6:39; 17:12. El plan de Dios para los apóstoles era
que ellos sobrevivieran a esta crisis y que llevaran el evangelio a todas las
naciones.
18:10
Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del
sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco. --
13:37. Aprendemos en Luc. 22:38 que
los discípulos tenían dos espadas. Ahora preguntan: "Señor, ¿heriremos con
espada?" (Luc. 22:49). Pedro tenía una de ellas (él que tenía la otra no era tan
valiente o imprudente). Había dicho que estaba dispuesto a morir por Jesús (Luc.
22:33) y aquí muestra que no era cobarde, pues hizo frente a "una compañía de
soldados, y alguaciles". Con esto confirmó la sinceridad de lo que él había
dicho. Cuando preguntaron, "¿heriremos con espada?" Pedro -- siempre impulsivo
-- no esperó la respuesta de Jesús, sino que, al ver que "se acercaron y echaron
mano a Jesús, y le prendieron" (Mat. 26:50), sacó su espada y cortó la oreja
derecha del siervo del Sumo Sacerdote, y Jesús, "tocando su oreja, le sanó"
(Luc. 22:50, 511). Si Pedro hubiera cortado la cabeza de Malco (como seguramente
pensaba hacer), habría sido necesario que Jesús hiciera un milagro aun más
notable.
18:11
Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; -- El acto impulsivo de Pedro sometió al grupo a gran
peligro, porque a no ser por la intervención de Jesús, seguramente los soldados
los habrían destruido, pero Jesús sanó a Malco (Luc. 22:51), y prohibió que sus
discípulos resistieran más a los oficiales. De esta manera pasó la
crisis.
-- la copa que el
Padre me ha dado (Mat. 26:39; Mar.
14:36; Luc. 22:42), ¿no la he de beber?
-- Jesús no había "caído" en esta situación, sino que deliberadamente se
adentró en ella. Estuvo allí porque
sería "obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Fil. 2:8). Esta fue la copa
que el Padre le había dado que beber. Por eso, estaba entregándose a los judíos y
romanos para morir por nosotros (10:16, 17). Había dicho a los apóstoles "que le
era necesario ir a Jerusalén y padecer ... y ser muerto" (Mat. 16:21), pero
Pedro no entendió en esa ocasión (Mat. 16:22) y todavía no entendió y, por esa
causa, pensaba pelear y aun morir para evitar que prendieran a Cristo. Cristo no
quería esa clase de "ayuda", porque en esos momentos El comenzaba a beber la
copa que el Padre le había dado.
Aparte de este
propósito principal de Cristo, El explica otro detalle a Pilato: "Mi reino no es
de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para
que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí" (18:36);
Pilato no podía negar lo que Jesús decía, porque no había resistido cuando los
oficiales le prendieron. El evangelio del reino no había de ser defendido de esa
manera. La única espada que sirve para este propósito es la espada que sale de
la boca de Cristo (Apoc. 2:16; Efes. 6:17; 2 Cor. 10:3-5).
Cuando Jesús dijo
a Pedro, "Vuelve tu espada a su lugar", El explicó que "todos los que tomen
espada, a espada perecerán" (Mat. 26:52). La prueba
más clara de esta verdad se ve en la violencia que prevalece en la actualidad en
todas partes del mundo. Las pandillas que día tras día siguen matándose unos a
otros bien ilustran lo que Jesús dijo. Al decir esto Jesús no contradice lo que
Pablo dice en Rom. 13:1-4, pero es cierto que aun los oficiales que llevan la
espada para tomar la venganza de Dios frecuentemente son heridos y aun
asesinados. Lo que Jesús dijo era mensaje importante para los judíos también,
porque tomaron la espada de los romanos para prender y crucificar a Jesús, pero
poco después ellos mismos fueron destruidos por la espada de los romanos.
18:12, 13
Entonces la compañía de soldados, el tribuno y los alguaciles de los judíos,
prendieron a Jesús y le ataron, -- "Le ataron" aunque voluntariamente
se entregó en sus manos. ¿Cuántos hombres se requerían para realizar este
trabajo tan "peligroso" de prender y atar a Jesús? Tanto gentiles y judíos
tomaron parte en este asunto (Mat. 20:19). Los oficiales aceptaron lo que Jesús
dijo: "si me buscáis a mí, dejad ir a éstos"; "entonces todos los discípulos,
dejándole, huyeron" (Mat. 26:56), porque estaban confusos acerca de la misión de
Jesús y también porque El prohibió que le defendieran. En su confusión
simplemente "huyeron", como Jesús había profetizado: "seréis esparcidos cada uno
por su lado, y me dejaréis solo" (16:32). Esto muestra "que ellos simplemente no
estaban preparados psicológicamente para los eventos de esa trágica noche"
(GNW).
Otro detalle
interesante fue grabado por Marcos (14:51, 52): "Pero cierto joven le seguía,
cubierto el cuerpo con una sábana; y le prendieron; mas él, dejando la sábana,
huyó desnudo" (llevando puesta su ropa interior). Es muy posible que ese joven
haya sido el autor del libro que lleva este nombre, puesto que Mateo y Lucas no
relatan este detalle. Es posible que él tuviera la actitud de Juan de referirse
a sí mismo sin mencionar su propio nombre.
-- y le llevaron
primeramente a Anás; porque era suegro de Caifás, que era sumo sacerdote aquel
año. -- Ahora comienza el "juicio"
de Jesús. En realidad el "juicio" ante Anás y Caifás, ante el Sanedrín, ante
Pilato y ante Herodes fue una burla a la justicia, pues "en su humillación no se
le hizo justicia" (Hech. 8:33). Ya estaba condenado antes del primer "juicio"
(11:50). Al leer acerca de Anás y Caifás, la cuestión de cuál de ellos era el
verdadero sumo sacerdote, etc., es fácil ver que en realidad los dos eran uno
solo en cuanto a su propósito. Por eso, Jesús sabía qué clase de "justicia" le
esperaba al aparecer ante los dos. "Cuando alguien ha emprendido un mal camino
lo único que quiere es eliminar a cualquiera que se le opone"
(WB).
Anás había sido
el sumo sacerdote (Luc. 3:2) por siete años, y todavía lo era para los judíos,
porque según la ley de Moisés (Núm. 35:25 y otros textos) el puesto del sumo
sacerdote era de por vida. Era
importante, pues, que los judíos tuvieran la aprobación de Anás en lo que hacían
con Jesús. Los romanos, sin embargo, le habían quitado de su puesto y,
oficialmente (para los romanos) su yerno Caifás servía en su lugar. Hech. 4:6
habla de "el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que
eran de la familia de los sumos sacerdotes".
La expresión
"aquel año" no quiere decir que hubiera cambio de sumo sacerdote cada año, sino
que Caifás era el sumo sacerdote aquel año tan significativo (¡aquel año tan
horrible!), el año en que crucificaron al Señor. (Caifás sería el sumo sacerdote
por doce años, desde el 25 hasta el 37 d. de J.C.).
18:14 Era
Caifás el que había dado el consejo a los judíos, de que convenía que un solo
hombre muriese por el pueblo (véase
11:49, 50, notas). -- Es decir, ya habían juzgado a Jesús
y decidido que era necesario que muriera.
Jesús había
dicho, "He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los
principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte; y le
entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen;
mas al tercer día resucitará" (Mat. 20:18, 19). Ahora empieza el cumplimiento de
esta profecía de Jesús. También había dicho que los apóstoles serían esparcidos
(Mat. 26:56), pero este detalle se omite en el relato de
Juan.
¿A qué hora se
reunieron? ¿Por qué había tantos líderes reunidos a esa hora (más o menos a
media noche)? Parece que se desvelaron esperando este momento. La casa del sumo
sacerdote que debería haber sido el santuario de protección para los oprimidos
era el trono de malicia e iniquidad. El Sanedrín quebrantó sus propias reglas:
(1) de que debieran juzgar crímenes capitales solamente de día (no de noche);
(2) de que no debiera haber tal juicio durante alguna fiesta; (3) de que no
debiera terminar el juicio en una sola sesión (no terminarlo el mismo día a
menos que el acusado fuera juzgado como inocente); (4) de que antes de juzgar se
presentara toda la evidencia para establecer la inocencia del
acusado.
"Estaban reunidos
los escribas y los ancianos" (Mat. 26:57); probablemente se reunieron al saber
que Judas y los oficiales fueron para prender a Jesús. Dice Lucas 22:66, "Cuando
era de día, se juntaron los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y
los escribas, y le trajeron al concilio", es decir, ahora se reunió formalmente
todo el concilio.
18:15, 16
Y seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo (el apóstol Juan, 20:2, 3, 4, 8, 24). -- Los cuatro escritores dijeron que
Pedro siguió a Jesús después de su arresto. Seguramente era muy duro para él el
hecho de separarse de Jesús. Dice Mateo (26:58) que Pedro siguió a Jesús "de
lejos", y tal vez esto tuviera mucho que ver con su caída. Por lo menos le
siguió; esto indica su amor por Jesús como también su preocupación por El, pero
siguió de lejos indicando su temor (y confusión). Hoy en día muchos miembros de
la iglesia siguen a Jesús "de lejos". No quieren abandonar al Señor, pero aman
al mundo y no quieren nada de crítica ni burla del mundo; por eso siguen a
Cristo, pero desde muy lejos y se calientan al fuego del enemigo. Por esta causa
tropiezan y caen en muchos lazos del diablo. Podemos medir nuestra piedad y
fidelidad por nuestro deseo de estar cerca de Cristo.
-- Y este
discípulo era conocido del sumo sacerdote, y entró con Jesús al patio del sumo
sacerdote; mas Pedro estaba fuera, a la puerta. Salió, pues, el discípulo que
era conocido del sumo sacerdote, y habló a la portera, e hizo entrar a Pedro.
-- Cuando Pedro llegó a la casa, ya
habían cerrado la puerta, pero Juan ("el discípulo que era conocido del sumo
sacerdote") habló con la portera para que Pedro también entrara.
Pedro "entrando,
se sentó con los alguaciles, para ver el fin" (Mat. 26:58). ¿Qué fin esperaba ver? Si hubiera recordado y
creído las palabras de Jesús (Mat. 16:21, etc.) no habría estado nada confuso
acerca de lo que sería el fin de todo aquello. Jesús había dicho claramente lo
que sería el fin, porque había explicado su muerte y resurrección, como también
el establecimiento de su reino o iglesia, y la conversión tanto de gentiles como
de judíos.
18:17, 18
Entonces la criada portera dijo a Pedro: ¿No eres tú también de los discípulos
de este hombre? Dijo él: No lo soy. -- No había importancia alguna en la pregunta de la
criada, pues no había peligro de que los apóstoles fueran prendidos (18:8). No
molestaron a Juan quien "era conocido del sumo sacerdote" y, por la intervención
de él, la criada admitió a Pedro en el patio del sumo sacerdote; ¿por qué, pues,
molestarían a Pedro, amigo de Juan? No había peligro. Parece que Pedro imitó al
impío que huye "sin que nadie lo persiga" (Prov. 28:1). Si los principales
sacerdotes o los romanos los hubieran querido prender, ya lo habrían hecho
cuando prendieron a Jesús. Las negaciones de Pedro indican su gran confusión
durante esa severa prueba. Sin causa se escandalizaban. Parece que Juan estuvo a
la puerta cuando Pedro negó a Jesús. ¿Le habrá oído? Y si le oyó ¿qué habrá
pensado?
La construcción
griega de la pregunta de la criada indica que se esperaba una respuesta negativa
("¿Tú no eres también de los discípulos de este hombre, verdad?"), porque la
palabra no es më; por eso, sería más fácil que Pedro
dijera "No lo soy" ("No sé lo que dices", Mat. 26:70) (esta forma de preguntar
es "un instrumento favorito del diablo para hacer atractiva la tentación",
ATR).
-- Y estaban en
pie los siervos y los alguaciles que habían encendido un fuego (Juan ya no habla de soldados, pues evidentemente
habían regresado a su cuartel en la torre de Antonia); porque hacía frío, y se calentaban; y
también con ellos estaba Pedro en pie, calentándose. -- Parece que todavía
no se preocupaba por la mentira que había contado, sino solamente por
calentarse. Pedro
estaba con los siervos y los alguaciles "para ver el fin" (Mat. 26:58). El
apóstol tan poderoso -- el que había confesado a Jesús como el Hijo de Dios --
llegó a ser en esta ocasión un mero espectador. Todavía estaba muy interesado en
lo que pasaría con Jesús, pero en esos momentos no quería compromiso alguno con
El; no quería estar involucrado con ese asunto tan confuso y
peligroso.
18:19 Y el
sumo sacerdote (Anás, porque después
de interrogarle "le envió atado a Caifás", 18:24) preguntó a Jesús acerca de sus discípulos
y de su doctrina. -- ¿Con esta pregunta habrá querido sugerir que los
discípulos de Jesús eran culpables de alguna conspiración contra los judíos o
contra los romanos?
En esto el sumo
sacerdote mostraba su hipocresía, porque sus espías habían seguido a Jesús por
meses (años) buscando ocasión contra El.
El ya sabía todo lo que había que saber acerca de Jesús, sus discípulos, su
enseñanza y sus señales. Le hizo
preguntas, pues, sólo con la esperanza de atraparle en sus palabras y, de esa
manera, hacer acusaciones formales contra El. Como Jesús ya había indicado, no
quería que sus discípulos estuvieran involucrados en ese proceder; por eso, no
dijo nada acerca de ellos. Pero en cuanto a su doctrina, sí tuvo algo que
decir.
18:20
Jesús le respondió: Yo públicamente he hablado al mundo (8:26; 10:24, 25); siempre he enseñado en la sinagoga
(6:59; Luc. 4:16 y muchos otros textos en los sinópticos) y en el templo (2:16; 7:14, 28;
8:20), donde se reúnen todos los judíos,
y nada he hablado en oculto. -- No tenía nada que ocultar de los judíos,
pues El no había formado una sociedad secreta. Como Pablo diría después acerca del
rey Agripa, "No pienso que ignora nada de esto; pues no se hecho esto en algún
rincón" (Hech. 26:26). Jesús no sólo enseñaba a sus discípulos (Mat. 13:10, 11)
y a otros en privado (Nicodemo, la samaritana, etc.), sino que públicamente
había enseñado en la sinagoga y en el templo, y no tuvo razón alguna para
ocultar del público lo que había enseñado en privado. "Lo que os digo en
tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las
azoteas" (Mat. 10:27).
18:21 ¿Por
qué me preguntas a mí? Pregunta a los que han oído (no sólo a los discípulos, sino al público en
general), qué les haya yo hablado; he
aquí, ellos (éstos, LBLA) saben lo que yo he dicho. -- Recuérdese lo que la
policía del templo decía acerca de la enseñanza de Jesús (7:45, 46). Sin lugar a
dudas, en ese momento, en su presencia, había personas que le habían
escuchado.
18:22
Cuando Jesús hubo dicho esto, uno de los alguaciles, que estaba allí, le dio una
bofetada, -- Este alguacil,
queriendo congraciarse con su jefe, se constituyó a sí mismo en juez y
castigador de Jesús. "La palabra bofetada, rapisma, proveniente de rapizo, golpear con una caña o con la
palma de la mano (Mt. 26:67). Aparece sólo tres veces en el N. T. (Mr. 14:65;
Jn. 18:22; 19:3), en cada una de las cuales ocasiones hay incertidumbre de si se
trata de con una caña o si con la palma de la mano (probablemente esto último,
un acto de lo más insultante)" (ATR).
-- diciendo: ¿Así
respondes al sumo sacerdote? -- Se
dieron cuenta de que las palabras de Jesús expusieron la hipocresía del sumo
sacerdote, pero lo que Jesús dijo no era una violación
de Ex. 22:28 ("No injuriarás a los jueces, ni maldecirás al príncipe de tu
pueblo"), pues nunca podían acusarle de pecado (8:46; 15:25). Lo que Jesús dijo era muy apropiado y
el sumo sacerdote no pudo contestarle; la bofetada o algo semejante es la manera
de responder de los que no tienen la verdad. Esta bofetada fue el primer acto de
violencia contra Jesús esa noche.
18:23
Jesús le respondió: Si he hablado mal (ahora mismo delante del sumo sacerdote o en el
pasado en el templo o en la sinagoga, etc.), testifica en qué está el mal; y si bien,
¿por qué me golpeas? -- Es decir, el alguacil estaba obligado a especificar
el cargo contra Jesús por el cual le golpeó, pues el golpe era un castigo,
aunque el sumo sacerdote no había hecho cargo alguno contra El. Si había causa
para golpearle, primero deberían nombrar la acusación ("testifica en qué está el
mal"). El golpe del alguacil era ilegal. Casi siempre cuando los hombres
mundanos están equivocados, acuden a la violencia para
defenderse.
Jesús no se
defendió con golpes (Mat. 5:39), pero sí se defendió con la boca. Compárese
Hech. 23:1-3. Es correcto que los hijos de Dios denuncien toda
injusticia.
18:24 Anás
entonces le envió atado a Caifás, el sumo sacerdote. -- El juicio preliminar ante Anás no logró nada y él
entendía lo injusto (ilegal) del golpe del alguacil. Terminó, pues, su
interrogación y lo envió a Caifás.
Los soldados y alguaciles habían atado a Jesús (18:12), pero véase Hech. 22:30
("le soltó de las cadenas, y mandó venir a los principales sacerdotes y a todo
el concilio"); probablemente Jesús estaba desatado durante la interrogación de
Anás y, por eso, "le envió atado a Caifás".
Ahora Jesús
estaba delante del Sanedrín (el concilio). Mat. 26:57 (paralela a Jn. 18:24)
dice, "Los que prendieron a Jesús le llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde
estaban reunidos los escribas y los ancianos", y Mar. 14:55 dice, "y los
principales sacerdotes y todo el
concilio".
Los del concilio
"buscaban testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte; pero no lo
hallaban. Porque muchos decían falso testimonio contra él, mas sus testimonios
no concordaban" (Mar. 14:55, 56). Entonces citaron mal lo que Jesús dijo (2:19),
"Destruid este templo, y en tres días lo levantaré", "pero ni aun así
concordaban en el testimonio". Por eso, legalmente su testimonio no valía,
porque la ley requería el testimonio de dos o tres testigos y, por supuesto, era
necesario que hubiera acuerdo entre los testigos.
Entonces el sumo
sacerdote dijo, "Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el
Cristo, el Hijo de Dios" para poder acusarle de la blasfemia. "Jesús le dijo: Tú
lo has dicho" (respuesta afirmativa, significando "Lo que tú has dicho es la
verdad") (Mat. 26:63, 64). Entonces Caifás dijo, "¡Ha blasfemado!" y los otros
dijeron, "¡Es reo de muerte!" (Mat. 26:65, 66). "Y los hombres que custodiaban a
Jesús se burlaban de él y le golpeaban; y vendándole los ojos, le golpeaban el
rostro" (Luc. 22:63, 64). "Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de
puñetazos, y otros le abofeteaban" (Mat. 26:67).
18:25
Estaba, pues, Pedro en pie, calentándose. -- La primera vez que negó a Cristo "Pedro se sentó
también entre ellos" (Luc. 22:55), pero ahora está "en
pie".
-- Y le dijeron:
¿No eres tú (también, LBLA) de sus discípulos? (otra vez la palabra no es më; por eso, es una pregunta que
espera respuesta negativa) El negó, y
dijo: No lo soy. -- Pedro estaba dispuesto a pelear por Cristo (18:10) y aun
morir por El (Mat. 26:35), pero Jesús le había dicho que metiera su espada en la
vaina (18:11). Cuando Jesús fue prendido, Pedro mostró valor al seguirle (aunque
"de lejos") hasta el palacio del sumo sacerdote, pero parece que él esperaba
que, estando entre los siervos y alguaciles, nadie le reconociera como un
discípulo de Jesús. Después de la primera negación, él salió "a la puerta" (Mat.
26:71; "salió a la entrada", Mar. 14:68).
18:26 Uno
de los siervos del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado
la oreja, le dijo: ¿No te vi yo en el huerto con él? -- Esta vez la palabra no no es më, sino ou, indicando que se esperaba una
respuesta afirmativa, porque, a no
ser así, negaría el testimonio de un testigo ocular, pues el acusador había
visto a Pedro con Jesús en el huerto. Por eso, este caso es mucho más serio y
tal vez explica los juramentos y maldiciones empleados por Pedro en esta última
negación (Mat. 26:73; Mar. 14:71), pues al hombre siempre le parece que cuando
dice una mentira, de alguna manera
los juramentos y maldiciones la convierten en verdad.
Esta reacción de
Pedro le sujetaría al peligro de ser prendido no tanto por haber asaltado a
Malco, sino por su lenguaje que parecería amenazante, pero entonces "el gallo
cantó. Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro ... Y Pedro, saliendo fuera,
lloró amargamente" (Luc. 22:60-62). Esa mirada le hizo reconocer lo enorme de su
pecado, como también la tristeza que había causado para Jesús a quien todos
habían desamparado.
18:27
(Lit., entonces, LBLA, margen) Negó Pedro otra vez; y en seguida cantó el gallo.
-- 13:38. Entonces, o por eso,
siendo tentado otra vez, negó otra vez, dando a entender que el que empiece a
negar a Cristo, seguirá haciéndolo.
"Entonces, vuelto
el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había
dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Y Pedro, saliendo fuera,
lloró amargamente" (Luc. 22:61, 22). Gracias a Dios, no imitó la tragedia de
Judas (Mat. 27:5).
Juan no relata el arrepentimiento de Pedro, pero lo
implica en 20:3-10; 21:7, 15-17.
Al leer estos
relatos acerca de la negación de Pedro, nos conviene recordar que solamente Juan
y Pedro siguieron a Jesús; es decir, los otros nueve apóstoles ni siquiera se
sometieron a la prueba que Pedro sufrió. No olvidemos -- por causa de la
negación de Pedro -- todo el resto de la historia, cómo había confesado a Jesús,
cómo anduvo sobre el agua, cómo desenvainó su espada para pelear y aun morir por
Jesús, y que ahora le sigue hasta el palacio del sumo sacerdote. ¿Cuál era el
verdadero Pedro? ¿El que negó a Jesús y el que cometió el error en Antioquía
(Gál. 2:11) era el verdadero Pedro? ¿Debe ser recordado principalmente por esos
momentos de debilidad? O ¿lo hemos de recordar por todo el cuadro que vemos de él en
Hechos de los apóstoles?
18:28
Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio -- La residencia oficial de Pilato, el gobernador
romano, en Jerusalén). -- El
Sanedrín había acusado a Jesús de la blasfemia y lo condenaron diciendo que "¡Es
reo de muerte!" (Mat. 26:66). Según la ley (Lev. 24:16) habían de apedrear al blasfemo, pero Jesús no
había profetizado que sería apedreado sino crucificado (12:32, 33). Los judíos
querían darle muerte legalmente, pero
también querían que fuera crucificado, y sólo los romanos podían crucificar
(18:31).
Les convenía a
los judíos llevar a Jesús a los romanos por varias razones: porque de esta
manera (1) habría menos peligro de un alboroto por los discípulos de Jesús; (2)
aumentarían la humillación de Jesús (la crucifixión era la muerte más
vergonzosa); y (3) ellos tendrían menos responsabilidad de la muerte de un
hombre bueno que había ayudado y bendecido a tantas personas. Al entregar a
Jesús a los romanos para ser crucificado, su "conciencia" no les molestaba, pero
les importaba su propia posición y reputación con el
pueblo.
Le habían atado
en el huerto de Getsemaní y vuelven a hacerlo ahora para llevarlo a los romanos.
"Y le llevaron atado, y le entregaron a Poncio Pilato, el gobernador" (Mat.
27:2). "Como cordero fue llevado al matadero" (Isa. 53:7). Los sacerdotes aborrecían a
Jesús porque El daba más importancia a la obediencia que al sacrificio, y los
fariseos y los ancianos le aborrecían porque El condenaba sus tradiciones (Mat
15:3) y exponía su hipocresía (Mat. 23). Ya habían decidido que Jesús era digno
de muerte por causa de la blasfemia (Mat. 26:57-66), y le castigaron severamente
(Mat. 26:67, 68). La hora de venganza había llegado y el concilio tenía el
propósito de decidir cómo matarle.
Los líderes de los judíos tenían un problema: le habían acusado de blasfemar,
pero deseaban que los romanos lo ejecutaran (crucificaran) y sabían que Pilato,
un idólatra, no tomaría en serio tal acusación, porque era totalmente
indiferente hacia la religión de los judíos. Tenían que acusar a Jesús de algo
que los romanos sí tomarían en cuenta. (Es cierto que después, Jn. 19:7,
hicieron la acusación de blasfemia, pero por lo pronto hacen otras
acusaciones).
-- Era de mañana,
-- "Muy de mañana" (Mar. 15:1).
"Cuando llegó la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del
pueblo celebraron consejo contra Jesús para darle muerte" (Mat. 27:1, LBLA). El día era viernes, el día 15 de
Nisán, entre las tres y las seis. Tenían a Jesús en sus manos y se apresuraban
para ponerlo en la cruz. Parece que el plan de los judíos era acabar con el
"juicio" de Jesús y llevarlo a Pilato muy temprano antes de que el pueblo se
diera cuenta de lo que pasaba (26:5). Esta acción era de "todo el concilio"
(Mar. 15:1); es decir, tomaron acción oficial. (Pero Luc. 23:51 dice que José de
Arimatea "no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de
ellos").
-- y ellos no
entraron en el pretorio para no contaminarse, y así poder comer la pascua. --
Hech. 10:28; 11:3. Esto fue otro acto de hipocresía, pues
no les preocupaba el crimen de matar a su Mesías, pero les preocupaba
contaminarse ceremonialmente y el no comer la pascua (Luc. 11:39; Mat. 23:24).
El cordero pascual se sacrificaba "entre las tardes" del día 14 de Nisán (entre
las tres y las cinco según nuestro modo de calcular el tiempo), y se comía esa
noche, al inicio del día 15 de Nisán. Sin embargo, la fiesta de panes sin
levadura duraba una semana y se designaba también como la pascua (ver. 39; Luc.
22:1, etc.).
18:29
Entonces salió Pilato a ellos, --
Pilato tenía su residencia en Cesarea, pero acostumbraba estar en
Jerusalén durante los días de fiesta para mantener el orden. Ya había sido
gobernador por unos seis años y después de otros cuatro años sería depuesto de
su cargo. Según los relatos históricos (Josefo, Filón de Alejandría, Tácito,
Eusebio, etc.) Pilato hizo grandes injusticias contra los judíos: cometió el
sacrilegio de causar que algunos soldados romanos entraran en la ciudad de
Jerusalén con emblemas de la imagen del emperador; en una ocasión usó dinero del
tesoro del templo para construir un acueducto; cuando la gente protestó, Pilato
mandó a los soldados a sujetarlos con garrotes; por último, cuando un grupo de
fanáticos comenzaron a subir el monte Gerezim para buscar vasijas sagradas
supuestamente escondidas por Moisés, Pilato mandó que los soldados los atacaran
y hubo muchos muertos. Por causa de esto él fue destituido como gobernador y,
según Eusebio, cometió suicidio. Era hombre muy orgulloso (Juan 19:10) y cruel
(Luc. 13:1).
-- y les dijo:
¿Qué acusación traéis contra este hombre? -- Ya habrá sabido algo del caso de Jesús, porque "una
compañía de soldados" (romanos) acompañaron a Judas y la policía del templo para
prender a Jesús, pero ahora tiene que saber la acusación formal que hacen contra
El. Parece que los judíos esperaban
que Pilato aceptara el veredicto de ellos sin juzgar a Jesús él mismo; esto nos
hace pensar que comúnmente -- o en algunos casos -- lo habrá hecho, pero Pilato
sabía algo de Jesús, y sabía que por envidia los judíos lo entregaban (Mat.
27:18). Por eso, él quería investigar el asunto.
¿Con qué acusación
podrían convencer a Pilato que debería crucificarlo? Jesucristo decía que El era
el Mesías y los judíos habían decidido representarle mal diciendo que eso
significaba que El quería ser un rey político, implicando que quería usurpar a
César. Desde luego, en esto se ve otro acto de hipocresía, porque ellos
aborrecían a los romanos y se hubieran regocijado grandemente si Jesucristo
habría usurpado a los romanos. Eso fue su sueño dorado. Al hacer esta acusación
insultaban la inteligencia de Pilato, porque éste conocía muy bien a los judíos
y, por eso, sabía que ellos no hubieran insistido en castigar a nadie por este
motivo.
18:30
Respondieron y le dijeron: Si éste no fuera malhechor (criminal, violador de la ley), no te lo habríamos entregado. --
Ellos querían para sí mismos el exclusivo poder judicial, y que Pilato
retuviera sólo el poder ejecutivo. ¿No sabía Pilato que estos hombres eran muy
piadosos, muy honrados, y que solamente apoyaban la justicia y que nunca serían
injustos con nadie, que estos judíos sabían cuándo algún hombre era un criminal
que debe ser ejecutado, y que según sus reglas "tan elevadas", Jesús era digno
de la muerte?
"Esta es una
piadosa actitud de infalibilidad ... Se trataba de una insolente réplica a
Pilato" (ATR). De inmediato Pilato podía ver que los judíos no tenían una
acusación formal que hacer contra Jesús. Los acusadores sabían que los asuntos
religiosos de ellos no llevarían peso delante de Pilato. No querían que Pilato
hiciera preguntas, sino que simplemente confirmara la sentencia de ellos y que
ejecutara a Jesús sin juzgarle, pero Pilato insistió en juzgarle, y la acusación
-- la que llegó a ser el título de la cruz -- fue que Cristo era el rey de los
judíos.
18:31
Entonces les dijo Pilato: Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley. --
En efecto les dijo Pilato, "Muy
bien, si ustedes quieren ser los jueces de este hombre, háganlo; ¿por qué
lo han traído a mí?" Si los judíos
no quisieran hacer una acusación formal contra Jesús que tuviera peso ante el
tribunal romano, entonces tendrían que juzgarle ellos
mismos.
Este es el
principio de una serie de esfuerzos de parte de Pilato para evadir su
responsabilidad hacia Cristo y para buscar su propia conveniencia. Sabiendo que
Jesús era inocente, estaba obligado a ponerle en libertad, pero para complacer a
los judíos tendría que entregarle a los soldados para que lo crucificaran. La
perplejidad de Pilato se ve en su pregunta, "¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado
el Cristo?" (Mat. 27:22). Para no cumplir con su responsabilidad de poner a
Cristo en libertad, Pilato tomó algunos pasos evasivos:
(1) quería que
los judíos se encargaran de la responsabilidad de él; les dijo, "Tomadle
vosotros, y juzgadle según vuestra ley". Pilato no quería involucrarse en ese
asunto. No quería tomar partido, ni en contra de Jesús ni a favor de Jesús. Así
son muchos, pero no es posible evadir la responsabilidad con respecto a Cristo.
Todo el mundo tiene que hacerle frente y hay solamente dos alternativas:
aceptarlo o rechazarlo. No hay vía intermedia.
(2) "Al saber que
era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes" (Luc. 23:7); pero
pronto Herodes lo devolvió a Pilato. Así sucede en todo caso de los que rehúsen
cumplir con su responsabilidad, posponiéndola y tratando de esconder detrás de
algún "Herodes". Pronto vuelve Jesús y otra vez está llamando la
puerta.
(3) "Tenéis la
costumbre de que os suelte uno en la pascua. ¿Queréis, pues, que os suelte al
Rey de los judíos?" (18:39); pero esta fue otra táctica que no funcionaba,
porque no le era posible evadir la responsabilidad personal. Pilato bien sabía
que Jesús era inocente, pero no quería enfrentar su responsabilidad de ponerle
en libertad.
(4) "Entonces
tomó Pilato a Jesús, y le azotó ... Entonces Pilato salió otra vez, y les dijo:
Mirad, os lo traigo fuera, para que entendáis que ningún delito hallo en él"
(19:1-4). Con esto quería satisfacer a los judíos para no tener que crucificar a
Jesús. Les dio algo de sangre, pero querían más. Fue difícil para Pilato
aprender que no hay nada que substituya la responsabilidad personal. El quería
servir a dos señores y no le era posible hacerlo.
A pesar de todas
las tácticas de Pilato de evadir su responsabilidad hacia Cristo, los judíos
prevalecieron y, por fin, "Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía
más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo:
Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros" (Mat. 27:24), y "lo
entregó a ellos para que fuese crucificado" (19:16). Pilato creía en la
justicia, sólo que no le costara mucho personalmente; en el caso de Jesús el
precio habría sido excesivo.
-- Y los judíos
le dijeron: A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie; --
Con estas palabras los judíos
revelaban su verdadero propósito al llevar a Jesús al pretorio, pero en esta
ocasión Pilato no quería que la sentencia judaica fuera también la sentencia romana. Los judíos podían expulsar de la
sinagoga y aun azotar, pero no tenían la autoridad legal para ejecutar.
Los judíos dieron muerte a Esteban (Hech. 7:59, 60),
pero no en base a un solemne veredicto del Sanedrín, sino más bien como la
acción de un tumulto. El propósito de los judíos no era meramente dar muerte a
Jesús, sino crucificarle.
18:32 para
que se cumpliese la palabra que Jesús había dicho, dando a entender de qué
muerte iba a morir. -- Jesús ya había anunciado que sería
crucificado 3:14; 8:28; 12:31-33; Mat. 20:19. Luc. 23:2 especifica las acusaciones
formales: "A éste hemos hallado que pervierte a la nación, y que prohibe dar
tributo a César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey". Cuando los judíos
juzgaron a Jesús, hablaron solamente de blasfemia, pero querían dejar la
impresión con Pilato que le habían investigado y hallado este crimen contra
César. Cuando Jesús compareció ante Anás y Caifás, no le acusaron de pervertir a
la nación y la acusación con respecto a pagar tributo a César era todo lo
contrario de lo que Jesús enseñó (Mat. 22:15-22). La hipocresía de los judíos
era grande, porque ellos mismos eran los que pervertían a la nación y se oponían
tanto a pagar tributos a César.
18:33
Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres
tú (tú enfático, indicando
admiración o escarnio) el Rey de los
judíos? -- Según Lucas (23:2) "comenzaron a acusarle, diciendo: A éste hemos
hallado que pervierte a la nación, y que prohibe dar tributo a César, diciendo
que él mismo es el Cristo, un rey". Ahora Pilato estaba obligado a examinar al
prisionero, porque según esta acusación sería enemigo de
Roma.
Esta era, pues,
la cuestión principal para Pilato y está registrada por Mateo (27:11), Marcos
(15:2), Lucas y Juan. "Escribió también Pilato un título, que puso sobre la
cruz, el cual decía: jesus nazareno, rey
de los judios" (19:19). El título era la causa o el crimen por el
cual fue crucificado.
Otro detalle que
se encuentra en Lucas 23:3 es que cuando Pilato preguntó a Jesús, "¿Eres tú el
rey de los judíos?" El respondió, "Tú lo dices", pero los judíos mintieron
acerca del tributo y querían plantear la idea de que Jesús era un rey terrenal
(político) que quería usurpar a César aunque sabían que Jesús rehusaba ser su
rey (6:15). También dijeron (Luc. 23:5), "Alborota al pueblo, enseñando por toda
Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí".
18:34
Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros
(p. ej., los judíos) -- Como el gobernador romano, ¿me
haces esta pregunta? ¿Me habrá acusado algún romano de causar problemas? Si algún romano hubiera acusado a
Jesús de la sedición, habría sido necesario tomarlo muy en serio, pero ¿desde
cuándo se oponían los judíos a la sedición contra Roma? Pilato bien sabía que
los judíos siempre estaban a punto de rebelarse contra el yugo de Roma y, por
eso, si Jesús hubiera sido un sedicionista, no le habrían condenado, sino que
más bien le habrían seguido en sus actividades rebeldes.
Jesús no quería
que Pilato juzgara como un judío, sino como un romano.
18:35
Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? -- No era judío, pero se prestaba como una herramienta
de los judíos. El reconocía que Jesús no había cometido ningún crimen contra
Roma; entonces, ¿por qué no lo puso en libertad? El permitía que los judíos lo
manipularan para que llevara a cabo, no la justicia de Roma, sino el plan
maligno de ellos mismos. No era judío, pero tampoco era un romano imparcial,
porque en realidad él se dejó llevar por la presión ejercida sobre él de parte
de los judíos.
Pilato era un
hombre muy orgulloso, pues al preguntar "¿Soy yo acaso judío?" quería
distanciarse de los judíos. Por causa de esta actitud tenía muchos problemas con
los judíos. Le convenía humillarse y tratar de conocer y comprender a los
súbditos, para entender sus costumbres y actitudes, para poder gobernarles con
cordura.
Pilato estaba
entre la espada y la pared. Temía a los judíos, sabiendo que ellos tenían el
poder para lograr que los romanos lo quitaran de su puesto, pero al mismo tiempo
tuvo miedo de Cristo (19:7, 8). Parece que Pilato entendía que el que era
juzgado no era Cristo sino él mismo.
-- Tu nación, y
los principales sacerdotes, te han entregado a mí. Por eso, la acusación debería de ser seria, y él,
Pilato, tenía que hacerles caso; por
eso, quería saber: ¿Qué has hecho? --
Parece que Pilato quería que Jesús le dijera precisamente por qué los judíos
estaban resueltos a darle muerte, pero cuando Pilato ofreció liberar a un preso,
Mateo (27:18) dice que "sabía que por envidia le habían entregado". Es difícil
creer, pues, que aquí (18:35) Pilato no sabía lo que sabía en 18:39.
18:36
Respondió Jesús: (no contesta la
pregunta del ver. 35, sino la del ver. 33) Mi reino no es de este mundo; -- El
reino de Cristo no es como el imperio romano u otro gobierno humano. No es de la
misma naturaleza, y no tiene el mismo propósito. Pilato no tenía comprensión
alguna de algún reino no de este mundo.
-- si mi reino
fuera de este mundo, -- el reino de
Cristo fue establecido aquí en la tierra, pues los seguidores de Cristo son los
ciudadanos de su reino, pero el origen de su reino no era terrenal (no
era de la voluntad o fuerza humanas).
-- mis servidores
pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; -- Como Rey Jesús tenía servidores pero ¿cómo eran?
¿eran guerreros? ¿andaban por las calles armados, como los soldados romanos? En
esto se ve claramente la prueba de que el reino de Cristo no era de este mundo,
sino más bien era un reino espiritual y pacífico. Aun los romanos tenían que
saber algo de la vida, enseñanza y práctica de Jesús, pues tenía más de tres
años enseñando en ese territorio, aun en Jerusalén en el templo. Así, pues, no
sólo los judíos, sino también aun los romanos podrían saber con toda seguridad
qué Cristo no era un rey terrenal, sino el Rey espiritual. ¡Véanse los
servidores de este Rey! ¡Allí está la prueba!
Los reinos del
mundo tienen ejércitos y se defienden con armas, pero Jesús no tenía ni quería
tener un ejército militar. "No militamos según la carne; porque las armas de
nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de
fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el
conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a
Cristo" (2 Cor. 10:3-5). Si Cristo y sus seguidores hubieran tenido propósitos
políticos, se habrían preparado con armas para que El no fuera
prendido.
Si Cristo hubiera
querido el apoyo de armas físicas, habría promovido este plan durante su
ministerio. Si Cristo hubiera dado su permiso, los que querían "apoderarse de él
y hacerle rey" (6:15), y muchos de los que lo alababan cuando entró en la ciudad
(12:12, 13), y aun sus apóstoles (11:16; 18:10; Luc. 22:49) habrían peleado para
defenderlo. Además, El pudiera haber orado a su Padre, y le habría dado "más de
doce legiones de ángeles" (Mat. 26:53). Los romanos tenían unos cuantos
centenares de soldados y los judíos tenían unos cuantos alguaciles, pero si
Jesús hubiera querido tomar el poder, lo habría hecho, aun sin la ayuda de las
"doce legiones de ángeles".
-- pero mi reino
no es de aquí. -- Por lo tanto,
Jesús y su reino no presentaban ninguna amenaza contra los romanos. El refutó el
concepto de los judíos y de los premilennialistas de que el Mesías tendría un
reino terrenal como el de David. Su reino es espiritual (Col. 1:12, 13). Los que
nacen otra vez (3:3, 5) entran en su reino. El apóstol Pedro explicó la
naturaleza espiritual del reino de Cristo el día de Pentecostés (Hech.
2:29-36).
Cristo no sólo es un rey, sino más bien es el Rey de
reyes, pero su dominio es sobre el corazón del hombre, y el enemigo de este
reino son el error y todo pecado, incluyendo los deseos de la carne (1 Ped.
2:11).
18:37 Le
dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? (¿eres tú -- pobre, solo, abandonado, prendido,
acusado y condenado por los judíos -- rey?)
-- Respondió
Jesús: Tú dices que yo soy rey. -- Si tiene reino, entonces debe ser un rey. La respuesta de Jesús fue afirmativa.
La expresión "tú dices" equivale a "sí". Era y es rey, pero sólo en el sentido
explicado en el versículo anterior. De esta confesión Pablo habla (1 Tim.
6:13).
-- Yo para esto
he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad --
Cristo, el Rey de reyes, ha llevado
a cabo su campaña de conquista, pero su único cetro -- su única arma -- ha sido
y siempre será la verdad (el evangelio, Rom. 1:16). Su ejército está compuesto
de voluntarios que se someten a la
verdad. Estos poseen la disposición
de recibir y amar la verdad porque quieren hacer la voluntad de Dios
(7:17).
"De cierto, de
cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos"
(3:11). Cristo vino al mundo para
dar testimonio a la verdad acerca del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y
acerca del plan de Dios para la salvación del hombre (8:32). Pilato pregunta acerca de su reino y al contestarle Jesús dice que
nació para dar testimonio a la verdad. Estos no son dos temas
diferentes, sino un solo y el mismo
tema. Jesús nació para establecer su reino por medio de dar testimonio a la
verdad. ¿Cómo estableció su reino? Dando testimonio a la verdad. ¿Cómo reina
Cristo? Dando testimonio a la verdad. ¡Cristo vino al mundo para reinar sobre el
hombre por medio de la verdad!
El hombre -- con
su libre albedrío -- acepta o rechaza la verdad de Cristo. Nadie está obligado
por este Rey a obedecer al evangelio. Cristo no obliga, sino que sólo enseña e
invita (Mat. 11:28-30). El llama a la puerta, y el hombre puede abrirle o dejar
la puerta cerrada (Apoc. 3:20).
-- Todo aquel que
es de la verdad, oye mi voz. -- ¿Quién "es de la verdad"? Puesto que Cristo es la
verdad (14:6), entonces el que "es de la verdad" es el que acepta a Cristo, cree
en El, le obedece y le sigue, practicando la verdad (3:21). El que "es de la
verdad" nace otra vez, del agua y del Espíritu (3:5) y adora a Dios "en espíritu
y en verdad" (4:24).
"El que es de
Dios, las palabras de Dios oye" (8:47). "Nosotros (los apóstoles) somos de Dios;
el que conoce a Dios, nos oye" (1 Jn. 4:6). Mat. 5:1-12 es una buena descripción
de el que "es de la verdad".
18:38 Le
dijo Pilato: ¿Qué es la verdad? -- Esta es precisamente la actitud del mundo. Es la
actitud no sólo del escepticismo sino también -- y aun peor -- de la
indiferencia. A Pilato no le
interesaba la verdad sino sólo lo que le conviniera políticamente. Caifás y los
judíos tenían la misma actitud, (11:50)
y por esta razón se unieron para crucificar a Cristo. La verdad estaba delante de él, pues Jesús es "la verdad" (14:6). Cristo es
la fuente de la verdad y es la personificación de la verdad. El es la verdad
encarnada. Es el Originador y el Comunicador de la verdad. La palabra verdad se refiere a la realidad o el hecho. El Antiguo Testamento presentaba
la figura y la sombra de la realidad, pero Cristo es la realidad; El era el corazón de la
ley, los profetas y los salmos (Luc. 24:44). Los mandamientos y opiniones de los
hombres no son la verdad, pues no tienen realidad y son pura espuma, sin
substancia.
No es posible
saber el pensamiento de Pilato al decir esto, pero Jesús no le contestó; por
eso, parece obvio que Pilato no la hizo en serio. Muchos hacen esta pregunta
sólo para indicar que para ellos no hay verdad absoluta, pero no se atreven a
hacer una investigación sincera y objetiva de la vida y enseñanza de Cristo. Aun
entre aquellos que escudriñan las Escrituras (5:39) no existe el propósito de
aprender el mensaje divino, sino que sólo buscan textos para dar aparente apoyo
a sus ideas preconcebidas.
-- Y cuando hubo
dicho esto, salió otra vez a los judíos, y les dijo: Yo (yo
enfático; es decir, yo por mi parte, en contraste con lo que ustedes
dicen) no hallo en él ningún delito. --
19:4, 6. Pilato estaba convencido, pues, que Jesús no era un rey en sentido
político, que no amenazaba la paz de Roma y, puesto que no estaba interesado en
la verdad espiritual, quería ponerle en libertad. Dijo, "Me habéis presentado a
éste como un hombre que perturba al pueblo; pero habiéndose interrogado yo
delante de vosotros, no he hallado en este hombre delito alguno de aquellos de
que le acusáis" (Luc. 23:14). Pilato sabía que Jesús era inocente y, por eso, no le condenó, pero por temor
de los judíos tampoco le puso en libertad. Si hubiera sido hombre honrado,
habría puesto en libertad a Jesús y dado la orden de que los soldados
despidieran y esparcieran a los judíos.
Después de esto
Pilato envió a Jesús a Herodes (Luc. 23:5-12). "Entonces Herodes con sus
soldados le menospreció y escarneció, vistiéndole de una ropa espléndida; y
volvió a enviarle a Pilato". Este gesto le ganó para Pilato la amistad de
Herodes, pero no le resolvió su problema en cuanto al caso de Jesús.
18:39 Pero
vosotros tenéis la costumbre de que os suelte uno en la pascua
-- Dice Lucas (23:17), "Y tenía
necesidad de soltarles uno en cada fiesta". Cada año durante la fiesta de la
Pascua el espíritu de nacionalismo estaba muy vivo, y parece que los romanos
tenían esta costumbre para calmar un poco al pueblo. Según el relato de Juan
parece que Pilato tomó la iniciativa en este asunto, pero Marcos (15:8, 9) dice,
"Y viniendo la multitud, comenzó a pedir que hiciese como siempre les había
hecho. Y Pilato les respondió diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los
judíos?" Pilato quería aprovechar esta costumbre para deshacerse de la
obligación de juzgar a Jesús. Esta fue otra de las tácticas de buscar su propia
conveniencia en lugar de cumplir con su deber.
-- ¿Queréis,
pues, que os suelte al Rey de los judíos? -- Convencido de la inocencia de Jesús, buscaba manera
de ponerle en libertad, pero no le convenía soltarle como criminal para
complacer al pueblo, sino más bien como completamente inocente. Pilato habrá
pensado tal vez que entre los muchos que alababan a Jesús cuando entró en la
ciudad (12:12, 13), seguramente algunos tendrían simpatía por Jesús y pedirían
que Pilato le pusiera en libertad, porque todos -- al igual que Pilato --
deberían saber que por la envidia los judíos lo entregaron (Mat. 27:18). Esto
muestra que Pilato no entendía nada del propósito de los judíos con respecto a
Jesús. Parece que él creía que al soltar a Jesús le estarían agradecidos, pero
pronto se dio cuenta que fue todo lo contrario.
Lo triste es que
los "amigos" de Jesús, los que "clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el
nombre del Señor, el Rey de Israel! (12:13) ahora callan. No sé oyó su voz. Es
lo mismo hoy en día: los más corruptos, malvados y enemigos de la justicia y la
decencia, son los que gritan, demandan y prevalecen, mientras que la gente
decente y honrada calla.
18:40
Entonces todos dieron voces de nuevo
(Mar. 15:13), diciendo: No a éste ("Uso
menospreciativo de houtos", ATR), sino a Barrabás ("Mas los principales
sacerdotes incitaron a al multitud para que les soltase más bien a Barrabás",
Mar. 15:11). Y Barrabás era ladrón
(insurgente y homicida, un verdadero criminal, Luc. 23:19, 25; "preso con
sus compañeros de motín que habían cometido homicidio en una revuelta", Mar.
15:7). En esto los judíos muestran su hipocresía e inconsecuencia, porque al
mismo tiempo que profesan su fidelidad a Roma (19:15) y piden que los romanos
condenen a Jesús por ser sedicionista, piden que se ponga en libertad a un hombre
que en verdad era un sedicionista e insurgente, y que había causado grandes
problemas para los romanos.
Esto indica que en realidad los judíos favorecían la
sedición contra Roma y que si Jesús hubiera sido un verdadero sedicionista lo
habrían alabado y seguido en lugar de entregarlo a los
romanos.
Nunca ha habido
-- y nunca habrá -- un cuadro más feo de la corrupción del corazón humano. Los
principales sacerdotes y los ancianos del pueblo escogido de Dios habían bajado
al abismo de la malicia, el odio, la envidia y la hipocresía. En su fanatismo
ciego eran peores que "animales
irracionales" (Judas 10), gritando "No a éste, sino a
Barrabás".
Los que echaban
este grito murieron poco después de aquel día, y los que no se arrepintieron han
tenido unos dos mil años para reflexionar sobre sus hechos, pero lo más terrible
del caso es que su remordimiento durará eternamente.
"Mas vosotros
negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida" (Hech.
3:14).
* * * * * * * * * *
Juan
19
Cuando los judíos
insistían en que Pilato soltara a Barrabás, les preguntó, "¿Qué, pues, haré de
Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado! Y el gobernador
les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea
crucificado! Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto,
tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de
la sangre de este justo; allá vosotros" (Mat. 27:22-24).
19:1 Así
que, (viendo que la táctica de
soltar a un preso no había resuelto el problema) entonces tomó Pilato a Jesús, y le azotó.
-- Según la ley romana, el azotar había de preceder al crucificar: "le entregarán a
los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen" (Mat. 20:19;
Luc. 18:13). Pero Pilato mandó que Jesús fuera azotado aunque todavía quisiera
soltarle. Lucas dice (23:16 y 22) que Pilato dijo, "le soltaré, pues, después de
castigarle ... le castigaré, pues, y le soltaré" (véase también Hech.
5:40).
Pilato todavía
trataba de evadir su responsabilidad de poner en libertad a Jesús. No quería
crucificarle pero tampoco quería ofender a los judíos. Al azotar a Jesús Pilato
esperaba que eso fuera suficiente castigo para complacer a los judíos, porque
era un castigo muy cruel que a veces mataba a las víctimas. "El azote romano
consistía en un corto mango de madera al que estaban atadas varias correas con
los extremos provistos con trozos de plomo o bronce y pedazos de hueso muy
aguzados. Los azotes se dejaban caer especialmente sobre la espalda de la
víctima, que estaba desnuda y encorvada. Generalmente se empleaban dos hombres
para administrar este castigo, uno azotando desde un lado, otro desde el lado
opuesto, con el resultado de que a veces la carne era lacerada a tal punto que
quedaban a la vista venas y arterias interiores y a veces aun las entrañas y los
órganos internos aparecían por entre las cortaduras" (GH). Este acto era ilegal,
pues no se había establecido la culpa de Jesús; según el veredicto de Pilato
mismo (18:38), azotaron a un hombre inocente.
"Mas él herido
fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra
paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados" (Isa. 53:5; "por cuya
herida fuisteis sanados", 1 Ped. 2:24).
19:2 Y los
soldados entretejieron una corona de espinas (este emblema real era un instrumento de tortura), y la pusieron sobre su cabeza, y le
vistieron con un manto de púrpura; -- "y una caña en su mano derecha" (Mat.
27:29). "¿Quién puede medir la
gracia de Dios o la depravación del hombre?" (JWM). "Y tejiendo una corona de
espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y una caña en su {mano} derecha; y
arrodillándose delante de El, le hacían burla, diciendo: ¡Salve, Rey de los
judíos!" (Mat. 27:29, LBLA). El verbo hacían indica acción continua, repetida.
Jesús fue escarnecido ante el concilio, Mat. 26:61-68; ante Herodes, Luc. 23:11;
y ante Pilato, Mat. 27:27-31. Los soldados eran muy abusivos, haciendo todo esto
como un juego, una diversión, pero en su ignorancia llevaron su juego a un nivel
muy bajo de indecencia, violencia y crueldad. Los judíos le hacían burla como si
fuera un profeta falso, y ahora los romanos le hacen burla como si fuera un rey falso.
"Todos los que me
ven me escarnecen; Estiran la boca, menean la cabeza" (Sal. 22:7). Esta profecía
fue cumplida al pie de la letra: los soldados del gobernador hacían burla de El;
también "los que pasaban" (Mat. 27:39); "los principales sacerdotes,
escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos" (Mat. 27:41);
"Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él"
(Mat. 27:44); "Y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza"
(Mat. 27:30).
19:3 y le
decían: ¡Salve, (así se hablaría al
César) Rey de los judíos! y le daban de
bofetadas. -- Véanse Mat. 27:27-31; Mar. 15:15-20; Luc. 23:11, 20, 21. Los
soldados no sólo hacían burla de Jesús, sino del concepto de un rey entre los
judíos. Otra vez nos conviene recordar que aunque Jesús pudiera haber tenido la
ayuda de doce legiones de ángeles, aguantaba todo este abuso para hacer posible
nuestra salvación.
19:4
Entonces Pilato salió otra vez (18:29), y
les dijo: Mirad, os lo traigo fuera, para que entendáis que ningún delito hallo
en él. -- ¡Azotó a Jesús porque no había hallado delito en él! ¡Qué acción
tan incongruente y absurda! El acto de azotarlo daría a entender al pueblo que
Pilato lo consideraba culpable, y que
esto era el castigo preliminar antes de crucificarlo y, por eso, estimularía al
pueblo a insistir aun más en que Jesús fuera crucificado, pero entonces Pilato
lo trajo fuera para presentarlo al pueblo con el manto de púrpura y corona de
espinas (tal vez para indicar que Jesús ya no era una amenaza para Roma), anunciando otra vez que no hallaba crimen en
El. En lugar de resolver su problema, Pilato seguía
complicándolo.
-- para que entendáis -- "Error! Reference
source not found., mediante esta burla la sinceridad de la decisión
de Pilato de que Jesús es inocente (18:38). Es mediante una perversión contra la
justicia y la dignidad, pero Pilato está intentando, mediante un rasgo de humor,
hacer que la turba se distancie de la actitud del Sanedrín"
(ATR).
19:5 Y
salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les
dijo: ¡He aquí el hombre! -- No dice
¡He aquí vuestro rey! (19:14), sino ¡He aquí el hombre! Con este acto y estas
palabras probablemente quería dar a entender que el sufrimiento de Jesús ya era
suficiente, que era digno de piedad y compasión, y que se debería poner en
libertad ("Le soltaré, pues, después
de castigarle", Luc. 23:16).
¿Qué habrá pasado con los discípulos durante este
"juicio"? ¿Nadie levantó la voz a favor de Jesús?
19:6
Cuando le vieron los principales sacerdotes y los alguaciles, dieron voces,
diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! -- Parece que Pilato no entendía lo profundo y lo amargo
del odio de los judíos. Si él esperaba que después de azotar a Jesús pudiera
soltarle, ahora verá que fue en vano, pues no dejan de insistir en la
crucifixión de Jesús.
-- Pilato les
dijo: Tomadle vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo delito en él. --
18:38; 19:4; 19:6. "El les dijo por
tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ningún delito digno de muerte he
hallado en él" (Luc. 23:22). Pilato, un pagano, no quería crucificar a un hombre
inocente; los judíos, que profesaban ser el pueblo del único Dios vivo, sí querían crucificar a un hombre
inocente.
19:7 Los
judíos le respondieron: Nosotros tenemos una ley (con hipocresía hablan como si respetaran su ley), y según nuestra ley debe morir, porque se
hizo a sí mismo Hijo de Dios. -- 5:17, 18; 8:58, 59; 10:30-36. Por esta
causa los judíos le acusaban de blasfemia (Mat. 26:65, 66; Mar. 14:63, 64; Luc.
22:70, 71). Jesús murió por esta buena confesión que el creyente hace antes de
bautizarse para perdón de los pecados (Mat. 10:32, 33; Hech. 8:37; Rom.
10:10).
19:8
Cuando Pilato oyó decir esto, tuvo más miedo. -- Pilato tuvo miedo supersticioso de Jesús (1) porque
sabía de sus milagros; (2) porque se dio cuenta de su enseñanza y conducta
elevadas y misteriosas; (3) tuvo miedo por causa de lo que su esposa le había
dicho ("No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en
sueños por causa de él", Mat. 27:19), pensando que los sueños pudieran ser
advertencias de los dioses; (4) por causa de lo que Jesús le había dicho (18:36,
37); y (5) porque ahora los judíos insisten en que Jesús "se hizo a sí mismo
Hijo de Dios". Toda su experiencia con Jesús le hizo pensar que era muy posible
que El fuera divino. Todo esto era muy inquietante para Pilato. Tuvo miedo de
los judíos, pero también ¡tuvo miedo de Jesús! Compárese Mat. 27:54, "El
centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las
cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente
éste era Hijo de Dios" (Mat. 27:54).
19:9 Y
entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? --
"Tú, ¿quién eres?" (8:25). ¿Eres del cielo o de la tierra? ¿Eres
divino o humano? Ya se había
enterado de su origen terrenal, Luc. 23:6, 7; no quería saber de qué pueblo de
Galilea Jesús hubiera venido, sino más bien quería que Jesús le dijera si era
del cielo. Véase el ver. 8, notas.
"Sé de dónde he venido y a dónde voy" (8:14).
Si Jesús hubiera
convencido a Pilato que había venido del cielo, o si Pilato estuviera convencido
de que Jesús era un mero hombre, de cualquier modo Pilato tenía la misma
obligación de defender a Jesús y ponerle en libertad, pues lo importante era que
estaba convencido de su inocencia.
-- Mas Jesús no
le dio respuesta. -- Ya le había
contestado esta pregunta (18:36, 37), pero Pilato no le hizo caso. ¿Con qué
propósito le contestaría ahora? Pilato no era de la verdad y no podía oír la voz
de Cristo; por eso, esa voz no le responde.
Los siguientes
textos registran el silencio de
Jesús: Mat. 26:62, 63; 27:14; Mar. 14:61; 15:5; Luc. 23:9. "Como oveja
delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca" (Isa.
53:7).
19:10
Entonces le dijo Pilato: ¿A mí (este
pronombre es enfático) no me hablas? --
"Pilato temblaba ante Uno que pudiera ser un Ser de otro mundo, y ahora como
el gobernador romano él espera que aquel Ser tiemble delante de él" (HWW).
-- No sabes que
tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte? --
"¿No sabes que tu vida está en mis
manos?" Pilato creía que Jesús
debería respetarlo y aun temerle. ¿Cómo podía Jesús callar en la presencia de
este personaje tan importante? ¿No
debería tratar de complacerle para
que le pusiera en libertad? Creía
que el silencio de Jesús mostraba falta de respeto por su autoridad, pero en
realidad ya no había más que decirle. Es cierto que Pilato tenía autoridad para soltarle, pero no tenía
la fuerza moral para hacerlo, sino que solamente
buscaba su propia conveniencia.
19:11
Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de
arriba; -- Al decir esto Jesús
contesta, de manera indirecta, la pregunta de Pilato ("¿De dónde eres tú?"). Aun el señorío de los romanos sobre
los judíos les fue dado por Dios. Todo poder civil es de Dios (Rom. 13:1-4), y
los magistrados darán cuenta a Dios por el uso o el abuso de su poder. Dios le
había dado la autoridad para tomar venganza sobre los criminales, pero no le
había dado la autoridad para tomar venganza sobre los inocentes.
-- por tanto, el
que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene. -- El juez (Pilato) -- y el sumo sacerdote Caifás --
fueron juzgados por el verdadero Juez.
Judas entregó a Jesús a los judíos, pero los judíos lo entregaron a los
romanos y el judío responsable era Caifás, el sumo sacerdote, quien habló por el
Sanedrín. El pecado de los judíos era mayor que el de Pilato, porque no los
romanos sino los judíos condenaron a Jesús y lo entregaron a los romanos,
empleando toda la fuerza política disponible a ellos para obligar a Pilato a
llevar a cabo la crucifixión.
También el pecado
de los judíos era mayor, porque conocían las Escrituras que hablaban de Cristo,
y no podían negar que Jesús las cumplió al pie de la letra, porque habían visto
sus señales y habían oído sus enseñanzas. La culpa de los judíos era grande
porque después de todas sus oportunidades de conocerle, lo rechazaban y estaban
resueltos a darle muerte. Este texto recalca la culpa de los judíos con
respecto a la muerte de Jesús. Hoy en día no sólo los judíos, sino también
muchos que profesan creer en Cristo, quieren absolver a los judíos de este
crimen, pero ellos mismos dijeron, "Su sangre sea sobre nosotros, y sobre
nuestros hijos" (Mat. 27:25). Es necesario recordar, sin embargo, que el pecado
del mundo entero -- el pecado de cada uno de nosotros -- clavó a Jesús a la cruz
de Calvario. Todos somos responsables.
19:12
Desde entonces procuraba Pilato soltarle; -- el verbo indica que estaba comenzando a
soltarle.
-- pero los
judíos (continuamente) daban voces, diciendo: Si a éste sueltas,
no eres amigo de César; todo el que se hace rey, a César se opone. -- No
había nada en la vida de Jesús que hubiera dado la más mínima ocasión para esta
acusación. No se involucraba en los asuntos civiles (Luc. 12:14). "Entendiendo
Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse
al monte él solo" (6:15). Con toda claridad enseñaba que la gente debería pagar
el tributo a César (Mat. 22:21). De hecho, estas eran precisamente las razones
por las que los judíos lo rechazaron, porque se daban cuenta que Jesús no
pensaba establecer un reino terrenal, y que no sería la cabeza de una rebelión
contra Roma.
Emplearon esta
mentira contra Jesús como puro chantaje político, pues pensaban obtener su
propósito bajo la amenaza de acusar a Pilato delante de César de ser enemigo del
emperador por tolerar la traición contra el gobierno. El César de aquel tiempo
(Tiberio) era un déspota malvado, envidioso, sospechoso y fácilmente podría
haber depuesto (y aun ejecutado) a Pilato si éste hubiera permitido que algún
supuesto rey causara problemas en el imperio.
"Esta fue la
última gota. ¡Uno puede imaginar la ira que esas palabras provocaron en el
corazón de Pilato! Sabía que estos judíos eran embusteros, y que no sentían
ningún amor por el gobierno romano ni por su emperador. Estaba totalmente
convencido del hecho de que en lo más profundo de su corazón ellos mismos eran
totalmente desleales. Sin embargo, aquí estaban, al parecer profundamente
perturbados por la lealtad política de alguien que nunca ni siquiera había
pronunciado una palabra contra el gobierno romano. Eran unos hipócritas
despreciables, pero lo habían acorralado" (GH).
19:13
Entonces Pilato, oyendo esto, -- Estas palabras de los judíos dieron con el blanco. Era una táctica eficaz, porque Pilato
sabía que los judíos podían convencer a César a quitarle de su puesto. Sobre
todo él quería ser el amigo de César. "Oyendo esto", pues, se acabó toda su
resistencia contra los judíos.
-- llevó fuera a
Jesús, -- Pilato puso atención a
estas palabras de los judíos, pues bien sabía que ellos podrían persuadir al
emperador a deponerle.
-- y se sentó en
el tribunal en el lugar llamado el Enlosado, y en hebreo Gabata. --
Hizo esto para pronunciar la
sentencia oficial.
19:14 Era
la preparación de la pascua (el
viernes de la semana de Pascua), y como
la hora sexta. -- Juan habla del tiempo romano (1:39; 4:6; 4:52), no
exactamente sino como la hora sexta, a las seis de la mañana
aproximadamente. En esta hora Jesús fue sentenciado a la muerte, y según Mar.
15:25 Jesús fue crucificado a la tercera hora (tiempo judío), a las nueve de la
mañana.
-- Entonces dijo
a los judíos: ¡He aquí vuestro Rey! -- Aunque esto era muy desagradable para los judíos, desde ese momento Pilato estaba
resuelto a colgar sobre el cuello de ellos la responsabilidad de crucificar a su propio rey. Véase
19:19.
19:15 Pero
ellos gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he
de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que
César. -- En su fanatismo por
crucificar a Cristo, negaron al Dios del Antiguo Testamento, el único Rey de
Israel (Jueces. 8:23; 1 Sam. 8:7; 12:12), y negaron la promesa de Dios a David
acerca de su Hijo (2 Sam. 7:12-16), el Mesías que ocuparía su trono para
siempre. Desde luego, sus palabras eran pura hipocresía, pero en realidad los
que no se arrepintieron de este pecado se excluían del reino verdadero del
Mesías. La ironía del asunto se ve en que ellos dijeran "No tenemos más rey que
César", pero dentro de pocos años su templo, ciudad y millares de ellos fueron
destruidos por el mismo César a quién proclamaban como su único rey. Véase Mat.
23:38 - 24:2.
19:16-18
Así que entonces lo entregó a ellos (a los principales sacerdotes, 19:15; Luc. 23:25),
pero los soldados romanos lo crucificaron (19:23, 24, 31-34). Después de decir
"no hallo delito en él" varias veces, Pilato "lo entregó a ellos para que fuese
crucificado".
-- para que fuese
crucificado. (Los soldados) Tomaron, pues, a Jesús, y le llevaron. Y
él, cargando su cruz, -- "Aunque su espalda estaba lacerada con muchas
heridas producidas por la flagelación a la que había sido sometido, lo obligaron
a llevar su propia cruz" (GH).
También le ayudó Simón de Cirene. "Cuando salían, hallaron a un hombre de
Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a que llevase la cruz" (Mat.
27:32). La palabra cruz viene de stauros, un palo o estaca. De esto los
"testigos" del Atalaya argumentan que no había una pieza transversal, pero Tomás
dijo, "Si no viere en sus manos la señal de los clavos" (20:25), dando a entender que
cada mano fue clavada a la pieza transversal, pues si las manos se hubieran
clavado al palo perpendicular, sólo un clavo se habría
requerido.
La enseñanza de
Mat. 16:24 se basa en este hecho: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese
a sí mismo, y tome su cruz, y
sígueme".
-- salió al lugar
llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota; -- Tal vez el lugar haya recibido su nombre por tener la
forma de un cráneo. Estaba "fuera de la puerta" de la ciudad (Heb. 13:12) y allí le crucificaron, -- Según el
historiador Josefo, la crucifixión era una práctica común en Palestina. Esta era
una de las peores formas de tortura y uno de los métodos de ejecución más cruel
que jamás se hubiera inventado. Era la pena mortal diseñada para producir una
muerte muy lenta, pues algunos duraban días en la cruz antes de morir. Era
reservada para los traidores, los revolucionarios y otros de los peores
criminales. Aun los escritores romanos pensaban que era una muerte terrible.
Cicerón dijo que era cruel y horrible
y Tácito dijo que era una muerte indescriptible.
Esto es muy
cierto, porque no hay palabras que puedan describir las agonías de la cruz: la
inflamación de las heridas, las congestiones, el dolor causado por los tendones
desgarrados, la fiebre, un fuerte dolor de cabeza y una sed horrible. Era
sumamente difícil respirar, mayormente exhalar y, puesto que se requiere la
exhalación para hablar, cada palabra que Jesús pronunciaba era con mucho dolor.
La palabra inglesa excruciating que
se usa para hablar del dolor agudísimo, viene del latín excruciatus que significa "de la
cruz".
Tanto los pies
como las manos fueron clavados, pues Jesús dijo a los discípulos (Luc. 24:39),
"Mirad mis manos y mis pies, que yo
mismo soy". Véase Sal. 22:16.
Si alguno
pregunta por qué Dios permitiera una injusticia tan horrible, la respuesta se
encuentra en Isa. 53:6, 8.
-- y con él a
otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio. -- Estos criminales no eran ladrones ordinarios, sino
asaltantes. Uno de los detalles interesantes de esta historia fue la actitud (y
la petición) de uno de los criminales que estaba al lado de Jesús (Luc.
23:39-43).
19:19
Escribió también Pilato un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: jesus nazareno, rey de los judios.
(19:14, 15) -- Pilato puso este título como un
insulto y reproche para los judíos. Le obligaron a crucificar a un hombre
inocente, pero de esta manera él tuvo la última palabra, pues este título
proclamaba a todo el mundo que Jesús de Nazaret era el verdadero Mesías, el Rey
de los judíos.
19:20 Y
muchos de los judíos leyeron este título; porque el lugar donde Jesús fue
crucificado estaba cerca de la ciudad, y el título estaba escrito en hebreo
(arameo, el idioma de los judíos), en griego (el idioma común del
imperio) y en latín (el idioma de
los oficiales y soldados romanos).
19:21
Dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los judíos: No escribas: Rey de
los judíos; sino, que él dijo: Soy Rey de los judíos. -- Recuérdese que este título puesto en la cruz sobre la
cabeza de Jesús especificaba su "crimen". No les gustó el título, pero de este
"crimen" le acusaron para que fuera crucificado. Ahora hablan de ese "crimen"
como si fuera una pretensión vana de Jesús, sin validez alguna. En esto se ve la
inconsecuencia (la hipocresía) de los judíos.
19:22
Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito. -- Porque lo que escribió indicó correctamente el
"crimen" de Jesús (según la acusación de los judíos). Sin duda alguna le dio
mucho gusto a Pilato el tildar a los judíos como homicidas de su propio
rey.
19:23, 24
Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos
(himation, sus vestidos exteriores), e hicieron cuatro partes, una para cada
soldado. -- Normalmente el judío tenía cinco artículos de ropa: la túnica
(ropa interna), la capa (la ropa externa), el cinto, las sandalias y el
turbante. Al crucificar a un
criminal una parte del sueldo de los soldados era la ropa del hombre
crucificado. Repartieron la ropa de Jesús como si ya estuviera muerto, nunca
pensando que la volvería a necesitar.
-- Tomaron
también su túnica (chitón, la vestidura interior), la cual era sin costura, de un solo
tejido de arriba abajo. Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos
suertes sobre ella, a ver de quién será. Esto fue para que se cumpliese la
Escritura (Sal. 22:18), que dice:
Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes. Y así lo
hicieron los soldados. -- De esta manera, sin saberlo, llevaban a cabo lo
que Dios había predicho. Aun los detalles minuciosos de este gran evento eran
temas de profecía (JWM).
¡Qué imagen tan
clara de la indiferencia del mundo hacia Cristo! Mientras El agonizaba sobre la
cruz, muriendo por los pecados del mundo, los soldados jugaban y repartían su
ropa como si El fuera de los más comunes criminales. Es verdad que hay mucha
hostilidad contra Cristo hoy en día, pero la tragedia más grande no es la hostilidad hacia Cristo, sino la fría indiferencia hacia
Cristo.
19:25
Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, -- Sin duda alguna ella se acordaba de lo que el anciano
Simeón le había dicho cuando él tomó a Jesús en sus brazos, y después de
bendecir a Dios, dijo a María, "y una espada traspasará tu misma alma" (Luc.
2:35). Ella había dado testimonio de Jesús cuando dijo a los que servían en la
boda de Caná de Galilea, "Haced todo lo que os dijere" (2:5); y, sobre todo, dio
su testimonio de silencio cuando los
judíos gritaban que "tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se
hizo a sí mismo Hijo de Dios" (19:7). ¿Qué madre no hará todo lo posible para
salvar la vida de su hijo? María fácilmente pudiera haber salvado a Jesús con
muy pocas palabras, diciendo "Yo soy su madre y yo sé quién es su padre", pero
¿qué dijo María? Su testimonio de silencio confirmó que lo que los judíos
gritaban era cierto: Jesús de Nazaret no tuvo un padre terrenal, sino que era en
verdad el Cristo, el Hijo del Dios Viviente.
-- y la hermana
de su madre, -- Al comparar esta
lista con la de Mateo y Marcos, parece que la hermana de la madre de Jesús se
llamaba Salomé, la madre de los hijos de Zebedeo; si esto es correcto, entonces
Jesús y Juan eran primos hermanos. Otro detalle que parece confirmar esta
conclusión es que como Juan no da su propio nombre, tampoco da el nombre de su
madre. También esto explicaría la petición de esta madre (Mat. 20:20, 21), y en
esto hay una lección valiosa. Ella había dicho, "Ordena que en tu reino se
sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda",
pero Jesús le dijo, "No sabéis lo que pedís". Muchas hermanas se
hubieran apartado de Jesús, diciendo, "¡Qué ingrato tú!" "Mi petición es muy
razonable y lógica; tenemos este derecho". "Me has ofendido", "Me has lastimado
y ya no quiero saber nada de ti". "Si no me quieres tomar en cuenta, entonces
allá tú". Pero ¡aquí está ella, al pie de la cruz! ¡Qué lección tan valiosa para
nosotros! Aceptemos no solamente la enseñanza, sino también la corrección de
Jesús.
-- María mujer de
Cleofas, -- ("María la madre de
Jacobo el menor y de José", Mat. 27:56; Mar. 15:40).
-- y María
Magdalena. -- Algunos han supuesto
que María Magdalena era la mujer pecadora de Luc. 7:39, porque su nombre aparece
en seguida en Luc. 8:2, pero no hay nada que confirme esta suposición. Sólo
sabemos que de ella "habían salido siete demonios". Ella está al pie de la cruz
porque estaba muy agradecida. La actitud de ella era jamás olvidaré lo que Jesús hizo por
mí.
Según Marcos (15:40, 41), entre estas mujeres había
otras que le habían seguido y servido en Galilea, y "otras muchas que habían
subido con él a Jerusalén". Sin duda había entre estas otras mujeres otra María, la de Betania, la que en una
ocasión "sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra" (Luc. 10:39). También
esta misma María "tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y
ungió" a Jesús (12:3; Mat. 26:7). Jesús explicó que María "se ha anticipado a
ungir mi cuerpo para la sepultura", y luego dice, "De cierto os digo que
dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará
lo que ésta ha hecho, para memoria de ella" (Mar. 14:8,
9).
19:26
Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba
presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. -- En medio del sufrimiento agudísimo, Jesús se
preocupaba por su madre. Le encomendó al cuidado de Juan, "a quien él amaba".
Dice Juan 7:5 que los hijos de María no creían en Jesús. (Pero véase Hech.
1:14).
19:27
Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. -- ¡Qué ejemplo tan hermoso de honrar a su madre! (Exodo
20:12).
-- Y desde
aquella hora el discípulo la recibió en su casa. -- Esto no quiere decir necesariamente que en ese
instante Juan la llevara a su casa, pues él confirma como testigo ocular la
muerte de Jesús (19:34, 35), sino que desde ese momento él se encargó del
cuidado de ella.
Desde la cruz
Jesús tenía algo que dar. "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen"
(Luc. 23:34). A los que le crucificaron (tanto judíos como romanos) les ofreció
el perdón de sus pecados. En Hechos de los Apóstoles vemos que muchos de ellos
aceptaron este don, al arrepentirse y ser bautizados para perdón de los pecados
(Hech. 2:37, 38; 4:4; 6:7).
Uno de los
criminales que fueron crucificados con Jesús "le injuriaba, diciendo: Si tú eres
el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió,
diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a
la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros
hechos; mas éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas
en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo
en el paraíso" (Luc. 23:39-43). A este criminal arrepentido Jesús dio el paraíso .
Jesús ya había legado su ropa a los soldados, el
perdón a todos los transgresores, el paraíso a uno de los criminales. ¿Qué
podría legar a su madre y a su discípulo a quién amaba? A estas dos personas muy
amadas les legaba el uno al otro (FLG).
Juan omite el
fenómeno de las tinieblas y lo que Jesús dijo durante ese periodo: "Dios mío,
Dios mío, ¿por qué me has desamparado" (Mat. 27:46); es decir, ¿por qué no me
libra de la muerte? Véase Sal. 22:1-8, "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi
clamor? ... En ti esperaron nuestros padres; esperaron, y tú los libraste. Clamaron a ti, y fueron librados ... Todos los que me ven me
escarnecen ... diciendo: Se encomendó a Jehová; líbrele él; sálvele, puesto que en él se complacía".
Al leer este salmo, la fuente de Mat. 27:46, se puede ver que la palabra desamparar equivale a no librar de la muerte. Es muy parecido
al clamor de Jesús en el huerto, "Padre mío, si es posible, pase de mí esta
copa" (Mat. 26:39).
Algunos dicen que Jesús aceptó la culpa de los pecados del hombre, y que
Dios no podía verlo como pecador, que le volvió las espaldas para no ver a Jesús
tan contaminado con el pecado, pero Jesús no aceptó la culpa del pecado, sino que sufrió la pena (el castigo) del pecado y Dios no
le volvió las espaldas, pues el mismo salmo dice que "No menospreció ni abominó
la aflicción del afligido, ni de él
escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, le oyó" (Sal.
22:24).
19:28
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la
Escritura se cumpliese: Tengo sed. -- "Como un tiesto se secó mi vigor, y mi lengua se pegó
a mi paladar, y me has puesto en el polvo de la muerte" (Sal. 22:15). Aquí se
enfatiza la humanidad de Jesús. Soldados heridos en el campo de batalla han
dicho que su sufrimiento más grande era la sed, aun superando los dolores
causados por las heridas.
19:29 Y
estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una
esponja, -- "En mi sed me dieron a
beber vinagre" (Sal. 69:21). Al principio de su sufrimiento le ofrecieron un
sedativo y lo rehusó: "le dieron a beber vinagre mezclado con hiel (con mirra,
Mar. 15:23), pero después de haberlo probado, no quiso beberlo" (Mat.
27:34).
-- y poniéndola
en un hisopo, se la acercaron a la boca. -- "Este era el único acto de bondad mostrada a Jesús
mientras colgaba en la cruz" (FP).
No es necesario suponer que la cruz haya sido muy alta. Probablemente los
pies de Jesús estaban unos cuantos centímetros (o cuando mucho medio metro) del
suelo. Recuérdese Ex. 12:22, "tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre
que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la
sangre".
19:30
Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. -- Es probable que este dicho coincida con "habiendo
otra vez clamado a gran voz" (Mat. 27:50; Mar. 15:37). Juan suple las palabras
referidas por Mateo y Marcos. Por eso, la expresión Consumado es eran palabras de triunfo.
Consumado es el perfecto sacrificio.
La expresión consumado es traduce la palabra tetelestai que significa "llevado a su
fin completo y perfecto". El propósito divino de su venida al mundo fue perfecta
y completamente llevado a cabo. Esto es de mucho consuelo para todo el mundo,
porque la muerte de Cristo pagó el precio de nuestra redención (Hech. 20:28;
Efes. 5:25-27; 1 Ped. 1:18, 19).
Al morir en la
cruz Cristo destruyó "al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo"
para "librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la
vida sujetos a servidumbre" (Heb. 2:14, 15). "Ahora es el juicio de este mundo;
ahora el príncipe de este mundo será echado fuera"
(12:32).
Dios dijo a la
serpiente (Gén. 3:15), que la simiente de la mujer "te herirá en la cabeza".
Esta promesa fue cumplida cuando Jesús dijo, Consumado es.
-- Y habiendo
inclinado la cabeza, entregó el espíritu. -- 10:17, 18. Se acabó el sufrimiento. Ya no habría más
azotes. No volverían a escupirle. En lugar de llevar una corona de espinas ahora
llevaría la corona de Rey de reyes. Ya se acabó la humillación y pronto vendría
la exaltación (Fil. 2:8-11).
Algunos hermanos niegan la Deidad de Cristo afirmando
que El murió pero que Dios no puede
morir, pero ¿Cristo no es el "Señor de la gloria"? Pablo dice que los príncipes
de este siglo crucificaron "al Señor de la gloria" (1 Cor. 2:8). Los hermanos
que dicen que Dios no muere pero que Cristo murió, lo dicen para recalcar la
humanidad de Cristo, pero la única conclusión lógica de tal afirmación es que
Cristo no era Dios. Desde luego, Dios no puede morir porque El es Espíritu
(4:24), pero tampoco puede morir el espíritu del hombre (Mat. 10:28), pues la
muerte es solamente la separación del espíritu del cuerpo (Sant.
2:26).
Dios es Espíritu
(4:24), pero también el hombre es espíritu, porque "creó Dios al hombre a su imagen" (Gén.
1:27). Somos "linaje de Dios" (Hech. 17:29). Dios es el "Padre de los espíritus"
(Heb. 12:9). Dios "forma el espíritu del hombre dentro de él" (Zac. 12:1). Al
morir el cuerpo del hombre, su espíritu vuelve a Dios quien lo dio (Ecles.
12:7). Los que mueren en el Señor son "los espíritus de los justos hechos
perfectos" en el cielo (Heb. 12:23).
Desde luego,
creemos en la encarnación de Cristo (que "aquel Verbo fue hecho carne") porque
la Escritura así lo afirma (1:14; Mat. 1:23, etc.), pero al recordar que el
hombre es espíritu, es más fácil entender la encarnación de Cristo. Cristo
(Espíritu) vino a ser hombre (que también es espíritu). Algunos dicen que Jesús
tuvo dos espíritus, que aparte de tener (ser) Espíritu divino también tuvo
espíritu humano, pero este concepto es erróneo. ¿Por qué necesitaría un espíritu
humano? Debido a la estrecha identidad y afinidad entre Dios y el espíritu del
hombre, no era nada difícil que Cristo desempeñara el papel humano. Cristo es el
Creador (1:3) del espíritu humano; ¿le sería difícil, pues, hacer el papel de
ese espíritu que El mismo creó? Claro que no. Desde luego, este es un tema muy
profundo que la mente finita no tiene que comprender a fondo, pero lo importante
es que todos crean en la encarnación
de Cristo y que no salgan con teorías y especulaciones humanas. "Bienaventurado
es el que no halle tropiezo en mí" (Mat. 11:6).
Muchos hermanos
han tropezado en la doctrina de la encarnación de Cristo enseñada por Pablo en
Fil. 2:7, como el acto supremo de humildad de Cristo. Pablo dice que Cristo "se
despojó a sí mismo" e inmediatamente explica -- en la misma frase -- que esta
expresión se refiere a la encarnación de Cristo ("tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres"). Pero algunos hermanos están resueltos a forzar este
texto a decir que Cristo se despojó a sí mismo de sus atributos divinos o del
uso de ellos (que hubiera sido la misma cosa e igualmente imposible). Cristo
vino al mundo para revelar al Padre y para hacerlo demostró los atributos
divinos a través de su ministerio.
Mateo registra
otro detalle muy importante que cabe mencionar aquí. Cuando Cristo murió, "el
velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo" (Mat. 27:51). El velo separaba
el Lugar Santo del Lugar Santísimo que simbolizaba el cielo mismo. La muerte de
Cristo hizo posible nuestra entrada en el cielo. "Así que, hermanos, teniendo
libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el
camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne
..." (Heb. 9:19, 20).
19:31
Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la pascua, a fin de que
los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo
era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y
fuesen quitados de allí. -- Los
romanos no se preocupaban por sepultar a los crucificados, sino que dejaban sus
cuerpos en la cruz para ser destruidos por la putrefacción, o por animales de
rapiña, pero los judíos insistían en que los cuerpos fueran quitados de la cruz.
En eso eran muy inconsecuentes, pues acabaron de decir, "No tenemos más rey que
César" (19:15). Si César no requería que los cuerpos de los crucificados se
quitaran de la cruz, y si César era el único rey de los judíos, entonces ¿por
qué querían quitar los cuerpos de la cruz? Esto demuestra otra vez la hipocresía
de los judíos, pues citaban la ley de Moisés sólo cuando les convenía (véase también
8:5).
"Si alguno
hubiere cometido algún crimen digno de muerte, y lo hiciereis morir, y lo
colgareis en un madero, no dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero;
sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado; y
no contaminarás tu tierra que Jehová tu Dios te da por heredad" (Deut. 21:22,
23; véase también Josué 8:29). Estos judíos perversos que estaban dispuestos a
crucificar a un hombre inocente (así violando Ex. 20:13) eran muy "piadosos" y
"respetuosos de su ley" con respecto al colgado en madero, y con respecto al día
de reposo. Este es otro caso de la hipocresía que Jesús denunció en Mat.
23.
19:32
Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al
otro que había sido crucificado con él. -- Los soldados romanos estaban acostumbrados a toda
forma de violencia. Con algún instrumento pesado (p. ej., un mazo) quebraban las
piernas y caderas, causando postración nerviosa. Cometían tales actos de
crueldad, pues, como trabajo rutinario. Así son las naciones que no conocen a
Dios. Para los tales la vida no vale nada y tales actos de crueldad y violencia
son la forma normal de vida.
El ladrón que se
arrepintió dijo, "Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le
dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso" (Luc. 23:42, 43).
Así pues, aunque el acto de los soldados era cruel, al mismo tiempo fue una
bendición para el ladrón arrepentido, porque de esa manera no siguió sufriendo
más (tal vez por días), sino que murió y fue al paraíso con Jesús. (Jesús no
dijo que en dos o tres días estarás conmigo en el paraíso, sino "que hoy estarás conmigo en el
paraíso").
19:33 Mas
cuando llegaron a Jesús, -- Aunque
Jesús estaba en medio de los dos criminales, los soldados vinieron a uno de
ellos y luego fueron al otro en el otro lado de Jesús. ¿Por qué llegaron a Jesús
al último? ¿Les habrá afectado lo que el centurión dijo? (Mat.
27:54).
-- como le vieron ya muerto --
Obsérvese cada detalle registrado por Juan y los otros escritores que enfatiza
la muerte de Cristo. Era muy necesario establecer el hecho de que El no
simplemente se desmayó (como algunos incrédulos afirman), sino que en realidad
murió. Si hubiera la más mínima duda
en cuanto a su muerte, entonces se perdería toda la fuerza de la
resurrección.
-- no le
quebraron las piernas -- Con
respecto al cordero pascual la ley decía, "ni quebraréis hueso suyo" (Ex.
12:46). Recuérdese 1:29, "He aquí el cordero de Dios que quita los pecados del
mundo". También 1 Cor. 5:7, "Nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada
por nosotros".
19:34 Pero
uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió
sangre y agua. -- ¿Qué tan grande
fue la herida causada por la lanza? Tomás sabía que podría meter su mano en el
lugar de la lanza: "Si no ... metiere mi mano en su costado, no creeré" (20:25).
Algunos gnósticos decían que Cristo no ocupaba un
cuerpo literal, pero no sale "sangre y agua" de un fantasma. Compárese Luc.
24:37-39.
Otra vez
recalcamos que en realidad Cristo murió en la cruz. Los soldados "le
vieron ya muerto" y para estar segurísimos uno de ellos "le abrió el costado con
una lanza, y al instante salió sangre y agua". Es muy importante que en la
predicación del evangelio se enfaticen estos detalles para hacer callar los
argumentos necios de los incrédulos.
19:35 Y el
que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice
verdad, para que vosotros también creáis. -- Juan era un testigo ocular, pues estuvo al pie de la
cruz. El testimonio de un testigo ocular no se puede rechazar si su carácter
apoya su palabra, y Juan era un hombre irreprensible que amaba la
verdad.
19:36, 37
Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será
quebrado hueso suyo. (Ex. 12:46). Y también otra Escritura dice: Mirarán al
que traspasaron. (Zac. 12:10). --
La profecía cumplida convence, porque es innegable e irrefutable. Por esta
razón los escritores inspirados citan muchas profecías acerca de Cristo fueron
cumplidas. Compárense Mat. 13:15; 21:42. Casi todo aspecto de los eventos
finales en la vida de Jesus era profetizado y cumplido.
19:38
Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero
secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse
el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo
de Jesús. -- El punto principal en
este versículo es que los apóstoles no se encargaron del cuerpo de Jesús; más
bien, fue entregado a un hombre eminente entre los judíos que de ninguna manera
podría ser engañado con respecto a la muerte de Jesús. José de Arimatea,
"miembro noble del concilio" (Mar. 15:43) no hubiera formado parte de alguna
conspiración para engañar con respecto a la muerte de Jesús, y no hubiera
sepultado a un hombre que no estaba muerto. Este detalle es, pues, muy
significativo para probar que no había ningún engaño o fraude con respecto a la
muerte y la sepultura de Cristo.
En primer lugar,
cuando José pidió el cuerpo, "Pilato se sorprendía de que ya hubiese muerto; y
haciendo venir al centurión, le preguntó si ya estaba muerto. E informado por el
centurión, dio el cuerpo a José" (Mar. 15:43-45). Algunos incrédulos dicen que
Jesús no estaba muerto sino que sólo desmayado. Pilato mismo "se sorprendía de
que ya hubiese muerto" y no aceptó la palabra de José sino que tuvo que saberlo
del mismo centurión encargado de la crucifixión. Le costó trabajo convencerse de
que Jesús estaba muerto, pero el
centurión le convenció. Con eso el gobernador romano estaba plenamente
convencido de que Jesús estaba muerto.
Alguien puede
estar pensando, "Pero, ¿por qué tanto énfasis en este asunto?" Porque nuestra
salvación depende de la muerte y la resurrección de Cristo. Si Cristo no
resucitó, estamos todavía en los pecados y no hay esperanza de la salvación (1
Cor. 15:12-19), pero si no se puede probar concluyentemente que Cristo estaba muerto, tampoco será posible probar que
resucitó de entre los
muertos.
Este acto de José
de Arimatea cumplió otra profecía: "con los ricos fue en su muerte" (Isa.
53:9).
19:39
También Nicodemo (3:2; 7:51), el que antes había visitado a Jesús de
noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. --
¡Más prueba! ¡Más evidencia innegable! Otro miembro del Sanedrín tomó parte
en la sepultura de Cristo. Estos dos hombres, dos de los más eminentes judíos
que no estaban identificados abiertamente con los apóstoles de Jesús, se
encargaron de sepultar el cuerpo de Cristo.
La sepultura de
Jesús fue, pues, una sepultura real.
Compárese 2 Crón. 16:14, Jesús fue sepultado como el rey
Asa.
19:40
Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias
aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos. -- Parece que hubo acuerdo entre José y Nicodemo, pues
José se encargó del sepulcro y de los lienzos (Mar. 15:46, "compró una sábana")
y Nicodemo de las especias.
19:41 Y en
el lugar donde había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un
sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno. -- De esa manera no habría problema alguno en cuanto a
la identidad de quien resucitara. Había sepulcros familiares (compárese la cueva
comprada por Abraham), pero Jesús fue sepultado en un sepulcro nuevo y El solo
estaba sepultado allí. Estos son detalles significativos. En su providencia
divina Dios dirigía todo aspecto y todo paso de este asunto, para manifestar de
la manera más clara y precisa que en realidad Jesús murió por nuestros pecados, que la misma
persona que crucificado fue
sepultado, y que la misma persona que murió en la cruz y fue sepultado en el
sepulcro de José de Arimatea resucitó
de entre los muertos al tercer día.
19:42
Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque
aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús. -- Fue necesario completar la sepultura antes de la
puesta del sol, que sería el comienzo del día de reposo.
Mateo agrega
otros detalles importantes que tenían el propósito de evitar toda sospecha de
engaño: "Y Pilato les dijo: Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis.
Entonces (1) ellos fueron y aseguraron el sepulcro, (2) sellando la piedra y (3)
poniendo la guardia" (Mat. 27:62-66).
* * * * * * * * * *
Juan
20
20:1 El
primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al
sepulcro; -- Jesús resucitó de entre
los muertos el primer día de la semana (Mat. 28:1; Mar. 16:1, 2; Luc. 24:1).
Recuérdese que el día de reposo terminaba y el primer día comenzaba al ponerse el sol. Por eso, no importa
si todavía estaba oscuro cuando Jesús se levantó. Por eso dice Mat. 28:1, "Pasado el día de reposo, al amanecer del
primer día de la semana ..."
Los Adventistas
del Séptimo Día afirman que Jesús resucitó en el día de reposo, pero obsérvese
el relato de Lucas 24: (1) 24:1, "El primer día de la semana, muy de mañana
... "; (2) 24:13, "Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea ..."; (3)
24:19-21, "ellos le dijeron ... le crucificaron ... hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido".
La conclusión innegable es que ese primer día de la semana fue el tercer día después de la crucifixión de
Jesús, el día indicado por Jesús para su resurrección.
Tres días y tres noches. "Así estará el
Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches" (Mat.
12:40). Tres días y tres noches serían setenta y dos horas, pero Jesús no estuvo
en la tierra setenta y dos horas. Algunos batallan con esto haciendo cálculos y
aun determinan que Jesús no fue crucificado el viernes sino el jueves o aun el
miércoles, pero tales cálculos no ayudan a resolver el supuesto problema, porque
Jesús murió y fue sepultado poquito antes
de empezar el día de reposo pero no resucitó a fines del día primero sino "al
amanecer del primer día de la semana" (Mat. 28:1).
Al tercer día. Jesús había dicho que
resucitaría "al tercer día" (Mat. 16:21; Luc. 9:22) y Pedro dijo, "A éste
levantó Dios al tercer día" (Hech. 10:40). Pablo dijo lo mismo (1 Cor.
15:4).
En tres días. Los judíos dijeron, "Este
dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo" (Mat.
26:61); lo que dijo en realidad fue "Destruid este templo, y en tres días lo
levantaré" (2:19).
Después de tres días. "Y comenzó a
enseñarles que le era necesario ... ser muerto, y resucitar después de tres
días" (Mar. 8:31).
El supuesto
problema resuelto: los judíos dijeron a Pilato que "aquel engañador dijo,
viviendo aún: Después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se asegure al
sepulcro hasta el tercer día ... " (Mat. 27:63, 64). ¿Por qué no dijeron que se
aseguraran al sepulcro hasta el cuarto
día (o sea, hasta terminar las setenta y dos horas)? Porque todos entendían
que al decir "después de tres días" o "en tres días" o "al tercer día" decían la
misma cosa, pues para los judíos
cualquier parte de un día era un día y una noche. No acostumbramos hablar de
esta manera pero ellos así se expresaban. Para entender la Biblia es necesario
entender lo que las palabras y las expresiones (modismos, hebraísmos, etc.)
significaban para el pueblo de aquel entonces. (Compárense Ester 4:16; 5:1 y
Gén. 42:17, 18).
-- y vio quitada
la piedra del sepulcro. -- "Decían
(las mujeres) entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del
sepulcro? Pero cuando miraron, vieron removida la piedra, que era muy grande"
(Mar. 16:2, 3; Luc. 24:2). Mateo 28:2 explica lo que pasó: "Hubo un gran
terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió
la piedra, y se sentó sobre ella".
El ángel "dijo a
las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue
crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar
donde fue puesto el Señor" (Mat. 28:5, 6). Así pues, el sepulcro estaba vacío.
De miedo del ángel "los guardas temblaron y se quedaron como muertos ... unos de
la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de
todas las cosas que habían acontecido" (Mat. 28:4, 11). Contaron la sencilla
verdad: un ángel descendió, removió la piedra, y se sentó sobre
ella.
20:2
Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que amaba
Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le
han puesto. -- María Magdalena no
esperaba la resurrección de Jesús y, por eso, pensaba que se habían llevado del
sepulcro al Señor, pues ¡el sepulcro estaba vacío! Este sepulcro vacío era una
declaración divina de que todo lo que Jesús decía de sí mismo y todo lo que el
Padre había dicho de El era cierto. Todo fue confirmado.
Los incrédulos no han podido dar una
explicación razonable del sepulcro vacío. La aceptación del relato de
cualquier evento histórico depende de la aceptación del testimonio del hombre.
Los incrédulos se burlan del testimonio de los apóstoles diciendo que eran
hombres que ni siquiera sabían que la tierra era redonda pero ¿cómo saben que
los apóstoles no sabían que la tierra era redonda? Isaías lo sabía: "El está
sentado sobre el círculo de la
tierra" (Isa 40:22). Pero, suponiendo que los apóstoles no lo supieran,
¿rechazan los incrédulos toda la historia escrita por los antiguos que no sabían
que la tierra era redonda? Claro que no.
Es muy importante
observar que los apóstoles no esperaban
la resurrección de Jesús (Luc. 24:11, 37-39; Mar. 16:14). Les costó trabajo
reconocer que en realidad Jesús había resucitado, pero se convencieron por medio
de los sentidos físicos (la vista, el oído y el tacto, Luc. 24:39; 1 Jn. 1:1-3)
y aun comieron con El (Hech. 10:41). Después de todas estas "pruebas
indubitables" (Hech. 1:3), comenzaron a predicar la resurrección de Jesús, no en
algún lugar lejano de donde ocurrió, sino
allí mismo en Jerusalén, y convirtieron a miles de judíos, incluyendo a
algunos sacerdotes (Hech. 6:7). Pablo dijo que de los quinientos hermanos que
vieron a Jesús después de su resurrección "muchos (la mayoría, LBLA) viven aún"
(1 Cor. 15:6); es decir, si alguien quisiera averiguar el asunto, todavía más de
250 personas estarían disponibles para testificar.
Los apóstoles
podían describir todo aspecto de la sepultura y resurrección de Jesús: (1)
hablan de los que confirmaron que Jesús estaba muerto; (2) dicen precisamente
dónde Jesús estaba sepultado; (3) explican que fue sepultado en un sepulcro
nuevo, pues algunos sepulcros se usaban más de una vez; (4) dicen exactamente
cuándo Jesús murió y cuándo resucitó; (5) nombran a varios de los testigos de la
resurrección; (6) aun explican que los soldados reportaron el asunto a los
judíos y que, habiendo recibido dinero, contaron una mentira para explicar el
sepulcro vacío.
Los apóstoles
eran testigos competentes, no sólo por lo que vieron, oyeron y experimentaron,
sino también por ser hombres
honrados. En cualquier juicio la competencia del testimonio depende del
carácter de los testigos. El carácter de los apóstoles era intachable. Nadie
puede acusarles de ser hombres mentirosos. Por lo tanto, los que rechazan el
testimonio de los apóstoles están obligados a explicar por qué lo
rechazan.
Los modernistas emplean otra táctica
para menospreciar la resurrección. Dicen que no importa si había una
resurrección literal, porque lo importante es que se tenga una "experiencia
espiritual". Desde luego, tal experiencia "espiritual" o "personal" es subjetiva y no tiene nada que ver con la
enseñanza bíblica. Por eso, no les importa la resurrección literal de
Cristo.
¿Qué pasó con el
cuerpo de Jesús?
Los soldados aceptaron dinero para
mentir acerca del sepulcro vacío. Habiendo recibido dinero de los judíos,
dijeron que "Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros
dormidos" (Mat. 28:13). Esto nos hace preguntar ¿cómo sabían los soldados lo que
pasaba cuando estaban dormidos?
Se debe recalcar
que los discípulos no se encargaban del
cuerpo de Jesús. No tuvieron nada que ver con la sepultura de Jesús; el
asunto estuvo completamente fuera de su control. José de Arimatea y Nicodema
sepultaron a Jesús, y luego los enemigos
de Cristo se encargaron del sepulcro (Mat. 27:62-66). Este punto es muy
significativo y no debe olvidarse. Aparte de eso, recuérdese también que los
discípulos habían huido cuando Jesús fue crucificado y no esperaban la
resurrección. Estaban esparcidos y confusos. María Magdalena no se regocijaba al
ver el sepulcro vacío, sino que estaba afligida. Los dos discípulos en el camino
a Emaús no esperaban la resurrección (Luc. 24:21). Tomás no la esperaba (20:24,
25).
¿Con qué propósito hubieran venido los
discípulos arriesgando sus vidas para robar el cuerpo de Jesús? ¿Qué hubieran
hecho con él? El sepulcro vacío no se puede explicar de esa manera, porque no es
nada lógico. No tiene sentido y, en realidad, nadie lo cree. Cuando los
apóstoles comenzaron a predicar el evangelio allí mismo en Jerusalén, los judíos
nunca les acusaron de haber robado el cuerpo de Jesús. Les acusaron de varias
cosas y prohibieron que predicaran en el nombre de Jesús (Hech. 4, 5), pero nunca les acusaron de haber robado el cuerpo
de Jesús del sepulcro.
Los discípulos de
Jesús tenían sus debilidades, pero no
eran ladrones y no eran mentirosos. Es muy injusto acusarles de robar el
cuerpo de Cristo y luego dedicar su vida a predicar una mentira, por la cual
serían perseguidos aun hasta la muerte.
Tampoco los judíos removieron el cuerpo de
Jesús del sepulcro. En primer lugar, estaban resueltos a guardar su cuerpo
allí mismo en el sepulcro. "Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro,
sellando la piedra y poniendo la guardia" (Mat. 27:62-66). Por su parte los
judíos querían que Jesús estuviera permanentemente en ese sepulcro. No tenían
razón alguna para removerlo de allí.
Entonces ¿qué
pasó con el cuerpo de Jesús? La única respuesta lógica es que resucitó. ¡He aquí el testimonio irrefutable del
sepulcro vacío!
La importancia de
la resurrección de Jesús
1. La resurrección de Cristo fue el tema
central de la predicación de los apóstoles (Hech. 2:24, 31, 32; 3:15, 26;
4:2, 10; 5:30; 10:40; 13:30; 17:3, 31, 32; 23:6; 24:15, 21; 26:8,
23).
2. Con respecto a la Deidad de Cristo: "Fue
declarado Hijo de Dios con poder ... por la resurrección de entre los muertos"
(Rom. 1:4); es decir, durante más de tres años Jesús decía que El era el Hijo de
Dios y con muchas señales lo confirmaba (20:30, 31). La resurrección era una de
las señales más importantes.
3. Con respecto a nuestra justificación:
"El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra
justificación" (Rom. 4:25); es decir, Cristo murió para salvarnos de los
pecados, pero si no hubiera resucitado de entre los muertos, su muerte no nos
habría salvado.
4. Con respecto a la predicación del
evangelio: "Os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado ... Que
Cristo murió por nuestros pecados ... fue sepultado, y que resucitó al tercer
día" (1 Cor. 15:1-4).
5. Si Cristo no resucitó: (1) vana es
nuestra predicación; (2) vana es nuestra fe; (3) los apóstoles eran falsos
testigos; (4) aún estamos en los pecados; (5) los que durmieron en Cristo
perecieron; y (6) "si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más
dignos de conmiseración (lástima, LBLA) de todos los hombres" (1 Cor.
15:12-19).
20:3 - 7 Y
salieron Pedro y el otro discípulo, y fueron al sepulcro. Corrían los dos
juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al
sepulcro (estos son detalles
personales que confirman que Juan era un testigo ocular). Y bajándose a mirar, vio los lienzos
puestos allí, pero no entró. Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el
sepulcro, y vio los lienzos puestos allí, y el sudario, que había estado sobre
la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar
aparte. -- Si alguien hubiera robado el cuerpo de Jesús, no habrían tomado
la molestia de dejar los lienzos en el sepulcro, con el sudario enrollado en un
lugar aparte. Estos detalles son muy importantes para confirmar que el cuerpo
de Cristo no fue robado, sino que
El resucitó.
20:8
Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro;
y vio, y creyó. -- Lo que Juan vio
no podía tener otro significado que la resurrección de Jesús. De eso estaba
convencido. El creyó. No vio a los
ángeles y todavía no había visto a Jesús, pero el testimonio del sepulcro vacío
y la presencia de los lienzos y el sudario era convincente. Un poco después
Tomás dijo, "Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo
en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré" (20:25),
pero aun antes de ver a Jesús Juan ya
estaba convencido de la
resurrección.
20:9
Porque aún no habían entendido la Escritura, que era necesario que él resucitase
de los muertos. -- Una de las
pruebas más importantes de la resurrección era la voz de la profecía. En el camino
a Emaús los dos discípulos "se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón
en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las
Escrituras?" (Luc. 24:32). Jesús les abría las Escrituras cuando les explicó que
en su muerte, sepultura y resurrección El las cumplió. "Porque no dejarás mi
alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción" (Sal. 16:10). De
esta manera David profetizaba acerca del Hijo de David, como explica el apóstol
Pedro (Hech. 2:27). Los salmos profetizaban que Cristo sería exaltado para
sentarse sobre su trono (el trono de David) (Sal. 2:7-9; Hech. 13:33). Véase
también Isa. 53:10-12.
Jesús dijo a sus
discípulos que el Hijo del Hombre "será entregado a los gentiles ... y le
matarán; mas al tercer día resucitará. Pero ellos nada comprendieron de estas
cosas, y esta palabra les era encubierta, y no entendían lo que se les decía"
(Luc. 18:31-34). Jesús dijo a los judíos, "Destruid este templo, y en tres días
lo levantaré ... Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos
se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que
Jesús había dicho" (2:19-22). "Entonces les abrió el entendimiento, para que
comprendiesen las Escrituras" (Luc. 24:45).
En el día de
Pentecostés Pedro citó lo que la Escritura (Sal. 16:10) había dicho acerca de
Cristo, "Porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu Santo vea
corrupción" (Hech. 2:26) y muchos creyeron, pero creyeron después del cumplimiento de la
profecía.
La causa
principal de la incredulidad en el mundo es que la gente no entiende o no cree
lo que la Escritura dice. Si Juan y
los otros apóstoles hubieran creído la
Escritura (o si hubieran creído a
Jesús), no habría sido necesario que vieran el sepulcro vacío, ni los
lienzos y el sudario, ni a Jesús, pero ahora, por fin, habiendo visto este
maravilloso fenómeno -- el cumplimiento de la Escritura --, la mente de Juan
capta el significado de la Escritura acerca de la resurrección de Jesús. Ahora
para él (y después para los demás) la Escritura tendría un significado nuevo.
Aunque tal vez durante toda la vida hubiera escuchado y leído la Escritura,
apenas ahora la están entendiendo. Como Jesús había dicho, "Si no viereis
señales y prodigios, no creeréis" (4:48).
Muchísimos
hombres creen la profecía bíblica sólo
cuando se cumpla. ¿Cuándo creyeron los contemporáneos de Noé la profecía
acerca del diluvio? ¿Cuándo creyeron los israelitas infieles las profecías de
Lev. 26 y Deut. 28? ¿Cuándo creyeron los judíos la profecía de Mat. 24:2, 21? La
mayoría de ellos creyeron sólo cuando el evento predicho ocurrió. Nos
preguntamos, ¿y cuántos creerán la profecía acerca del castigo eterno sólo
cuando el Señor les diga en el Día Final, "apartaos de mí, malditos, al fuego
eterno preparado para el diablo y sus ángeles" (Mat. 25:41)? Dios ha exaltado a
Cristo "para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en
los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que
Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre" (Fil. 2:10, 11). En realidad
los que mueren en pecado se convencen inmediatamente (véase Luc. 16:22,
23).
-- que era
necesario que él resucitase de los muertos. -- "Le era necesario ... ser muerto, y resucitar al
tercer día" (Mat. 16:21). Era necesario que Cristo muriera (3:14) y también que
resucitase
20:10, 11
Y volvieron los discípulos a los suyos. Pero María estaba fuera llorando junto
al sepulcro; -- Estaba llorando
porque ella y las otras mujeres habían venido al sepulcro trayendo "especias
aromáticas" para ungir el cuerpo de Cristo (Mar. 16:1) y no lo encontraron.
Tampoco creían la Escritura estas mujeres piadosas.
-- y mientras
lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro; -- El sepulcro vacío (con "los lienzos puestos allí, y
el sudario ... no puestos con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte")
convenció a Juan de la resurrección de Jesús, pero este fenómeno no convenció a
María. La evidencia estaba delante de sus ojos, pero no la
vio.
20:12, 13
y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la
cabecera, y el otro a los pies (esto
nos recuerda de los serafines sobre el arca del pacto), donde el cuerpo de Jesús había sido
puesto. Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a
mi Señor (aunque había sido crucificado, todavía era su Señor), y no sé dónde le han puesto. -- María
estaba completamente preocupada (obsesionada) por la ausencia del cuerpo de
Jesús, de tal manera que aunque conversara con ángeles parece que ni siquiera se
daba cuenta de que eran ángeles.
20:14
Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía
que era Jesús. -- "Pero después
apareció en otra forma a dos de ellos que iban de camino, yendo al campo" (Mar.
16:12), "Mas los ojos de ellos (los dos discípulos en el camino a Emaús) estaban
velados, para que no le conociesen" (Luc. 24:16). Jesús enseñó a estos
discípulos y cuando estaba sentado con ellos a la mesa, "les fueron abiertos los
ojos, y le reconocieron" (Luc. 24:31). "Cuando ya iba amaneciendo, se presentó
Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús" (21:4). Estos
textos indican que aunque Jesús resucitó corporalmente (20:27; Luc. 24:39),
había diferencias en su aspecto o de alguna manera a veces evitaba que lo
reconocieran. La verdad es que sus apariciones eran muy especiales. El ya no
estaba con sus discípulos como antes, conviviendo con ellos, sino que se
manifestó a ellos (y desapareció) en varios lugares de manera especial durante
cuarenta días.
Cuando anduvo con
los dos discípulos en el camino a Emaús "los ojos de ellos estaban velados, para
que no le conociesen" (Luc. 24:16), porque El quería explicarles las Escrituras
que hablaban de El. Parece, pues, que Cristo quería que los discípulos se convencieran por la Escritura aun
antes de convencerse por los sentidos físicos (JWM).
20:15
Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?' Ella, pensando que era
el hortelano (Juan no explica por
qué ella no reconoció la voz de Cristo),
le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo
llevaré.
20:16
Jesús le dijo: ¡María! ("A sus
ovejas llama por nombre", 10:3)
Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro). -- Esta fue
la primera vez que Jesús se manifestó a sus discípulos. Ahora María reconoce la
voz de Cristo. Ella vio a Cristo
Jesús resucitado de entre los muertos. Con el testimonio de dos o tres testigos
una verdad está confirmada, pero la resurrección de Jesús no fue confirmada por
solamente dos o tres testigos sino por el de cientos de testigos (1 Cor.
15:1-8).
Los enemigos de Cristo dicen que las "llamadas
apariciones" de Jesús eran alucinaciones de María y las otras
personas, pero Jesús apareció a muchas personas ("apareció a más de quinientos
hermanos a la vez", 1 Cor. 15:6). ¿Todos estos tenían la misma alucinación? Alguna persona nerviosa
puede tener una alucinación, pero nunca se oye de que muchas personas tengan la
misma alucinación al mismo tiempo y que la tengan repetidas
veces durante cuarenta días. Es fácil creer en la resurrección, pero es muy
difícil creer las "explicaciones" insensatas de los incrédulos
20:17, 18
Jesús le dijo: No me toques (deja de aferrarte a mí, RVR77; Lit. no
me agarres, LBLA, margen), -- Jesús
no prohibió que sus discípulos le tocaran (20:27; Luc. 24:39) y aun permitió que
le adoraran (Mat. 28:9), pero parece que María no entendía el significado de la
resurrección de Jesús. Había resucitado de entre los muertos, pero ahora habría
un cambio significativo en la relación entre El y sus discípulos. Sin duda en
esos momentos estaba pensando, ahora, otra vez, tenemos a Cristo con nosotros y
siempre estará con nosotros. Durante su ministerio personal El estaba con ellos
todo el tiempo, y parece que María creía que otra vez estaría con ellos como
antes, física y perpetuamente, que ahora otra vez tendrían la misma relación
física con El como su amado Maestro. A ella le gustó mucho estar con El,
escuchar su enseñanza, observar sus señales y buenas obras. Quería un Cristo
visible, el buen Amigo (15:15). Quería oír su voz, servirle (Luc. 8:3) y
adorarle. No le faltaba devoción pero sí le faltaba comprensión, pues no
entendía que esos días de andar por vista ya se estaban acabando, y que ahora
tendría que andar por fe. No entendía que sólo por unos cuantos días Jesús se
manifestaría de manera breve a sus discípulos y entonces volvería al
Padre.
-- porque aún no
he subido a mi Padre; -- La relación
permanente que Jesús tendría con sus discípulos comenzaría cuando El ascendiera
al Padre, y les enviara al Espíritu Santo. De esta relación o comunión El había
hablado en Juan 14:18, 23, 28. Así pues, la verdadera y permanente comunión
entre Cristo y sus discípulos comenzaría después de la ascensión de Cristo y el
descenso del Espíritu Santo.
-- mas ve a mis
hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro
Dios. -- ¿Por qué distingue entre mi y vuestro? La relación entre Cristo y el
Padre era única (5:18; 10:30), y esta era otra manera de afirmar su
Deidad.
-- Fue entonces
María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al
Señor, y que él le había dicho estas cosas. -- "Volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas
cosas a los once, y a todos los demás ... Mas a ellos les parecían locura las
palabras de ellas, y no las creían" (Luc. 24:11; Mar. 16:11, 14). Los apóstoles
no esperaban la resurrección de Jesús, y aun ahora rehúsan creer a las mujeres
piadosas que lo habían visto. Este detalle efectivamente refuta el argumento de
los incrédulos de que los apóstoles eran crédulos, que como niños creían en la
resurrección porque tanto la anhelaban. ¡Ellos no la esperaban! ¡No la
anhelaban! En lugar de ser crédulos eran muy incrédulos, y sólo con las
apariciones de Jesús en las cuales El insistía en que ellos vieran y palparan
sus manos, sus pies y costado, se convencieron.
20:19
Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las
puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de
los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz (14:27) a vosotros. --
No era necesario quitar la piedra
del sepulcro para que Jesús saliera; más bien, se quitó la piedra para que los
discípulos pudieran ver el sepulcro vacío. Jesús podía manifestarse cuándo y
dónde El quisiera. Tampoco tuvo que entrar en una casa por una puerta abierta.
Podía aparecer o desaparecer según su voluntad.
Por causa de este
fenómeno se discute mucho sobre cómo era el cuerpo de Jesús después de su
resurrección. Dicen algunos que su cuerpo ya estaba en el proceso de cambiarse
en el cuerpo glorioso, etc., pero ¿con qué propósito se habla así? Antes de
morir ¿no andaba sobre el agua? (6:19). ¿Se requería un cuerpo especial para
hacer eso?
Cuando Jesús
entró y dijo, "Paz a vosotros", "Entonces, espantados y atemorizados, pensaban
que veían espíritu" (Luc. 24:37). En lugar de sentir paz en su alma sólo sentían
espanto y temor y esto fue causado por su falta de fe en la resurrección
("Porque aún no habían entendido la Escritura", 20:9).
20:20 Y
cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado (Luc.
24:39, 40). Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. --
La señal de los clavos y la lanza
era un testimonio convincente de dos cosas: (1) que Jesús tenía un verdadero
cuerpo humano (algunos gnósticos decían que el Cristo no ocupó un cuerpo
verdadero, sino que era un fantasma, solamente teniendo el aspecto de un cuerpo
físico); y (2) que ese cuerpo había resucitado de entre los
muertos.
20:21
Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así
también yo os envío. -- La palabra
apóstol quiere decir enviado. Este texto corresponde a la
Gran Comisión registrada por los otros autores (Mat. 28:19; Mar. 16:15; y Luc.
24:47).
20:22 Y
habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. --
De esta manera Jesús repite la
promesa del Espíritu Santo (14:16; 15:26; 16:7-14), y sopló sobre ellos para
simbolizar su venida, pero como los otros textos claramente explican el Espíritu
Santo vino sobre ellos el día de Pentecostés. No comenzaron a predicar el
evangelio (anunciando los requisitos para el perdón de pecados) en ese momento,
pues Jesús aún no había ascendido para ocupar su trono (Hech. 2:33-36). Cuando
Jesús les dio la Gran Comisión, les dijo, "pero quedaos vosotros en la ciudad de
Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto" (Luc. 24:49; Hech.
1:4, 5). El verdadero cumplimiento de esta promesa se ve en Hech. 2:1-4. Pedro
habla del día de Pentecostés como el principio (Hech.
11:15).
Los profetas,
guiados por Dios, solían hacer algún acto representativo o simbólico de la
profecía que entregaban (Jer. 13, la señal del cinto podrido, para simbolizar
que Dios haría "podrir la soberbia de Judá, y la mucha soberbia de Jerusalén";
Jer. 18, la señal del alfarero y el barro, para indicar que como el alfarero
podía hacer otra vasija de la que se echó a perder en su mano, así podía Dios
restaurar a su pueblo (o a otras naciones). Así pues, el soplar de Jesús era un
acto simbólico, una repetición de la promesa de la venida del Espíritu
Santo
20:23 A
quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los
retuviereis, les son retenidos. -- Basándose en este texto el clero romano afirma que
puede perdonar (absolver) pecados, porque pretenden ser sucesores de los
apóstoles. El concepto del clero romano es que el perdonar pecados es cuestión
del juicio humano, pero sólo Dios puede perdonar pecados (Mar. 2:7). Este texto
significa, pues, que los apóstoles remitirían y retendrían pecados al predicar los mandamientos del
evangelio; es decir, siendo guiados por el Espíritu Santo al predicar el
mensaje de salvación, habían de nombrar los requisitos que la gente debería
cumplir para obtener el perdón de pecados (Mat. 28:19; Mar. 16:16; Hech. 2:38).
De la misma manera Pedro ocuparía las llaves del reino para atar y desatar (Mat.
16:18, 19). Con las llaves del evangelio abrió las puertas del reino para los
judíos (Hech. 2) y para los gentiles (Hech. 10).
20:24 Pero
Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.
-- Juan no explica la razón de su
ausencia. Por no estar presente él perdió una bendición grande, la de ser
testigo ocular de la resurrección de Jesús. Tuvo que vivir otra semana más en la
incredulidad. De la misma manera todo hermano que falta en su asistencia a una
reunión de la iglesia pierde una
bendición de Dios.
20:25 Le
dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no
viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los
clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. -- No creyó el testimonio de los otros apóstoles quienes
habían sido sus compañeros durante más de tres años. Dijo que tendría que ver y
también palpar; es decir, no sólo no
creyó el testimonio de los otros apóstoles, y no sólo no creería el testimonio
de sus propios ojos, sino que nombra otro requisito: que a menos que pudiera
meter su dedo en el lugar de los clavos y meter su mano en su costado, no
creería. La incredulidad no es razonable; más bien es arrogante, pues insiste en
establecer los requisitos para creer.
20:26 Ocho
días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó
Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a
vosotros. -- Jesús se manifestó a
sus apóstoles "la noche de aquel mismo día, el primero de la semana" (20:19) y
ahora "ocho días después" (el siguiente primer día de la semana) se reunió con
ellos otra vez. No se puede negar que era muy significativo que estas reuniones
de Cristo con sus discípulos ocurrieron en el primer día de la semana. El día de
Pentecostés (Hech. 2) también fue el primer día de la semana. Los discípulos de
Troas se reunieron el primer día de la semana para partir el pan (Hech. 20:7), y
los corintios -- al igual que las iglesias de Galacia -- habían de ofrendar cada
primer día de la semana (1 Cor. 16:2).
20:27
Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y
métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. -- Este es otro ejemplo de la omnisciencia y la
omnipresencia de Cristo, pues le habla como si hubiera estado presente y le
hubiera escuchado (en realidad El escucha a todos todo el tiempo). Los apóstoles serían los testigos y
los mensajeros de Cristo (Hech. 1:8); por eso, fue imprescindible que estuvieran
plenamente convencidos de la resurrección. Nosotros no tenemos que ver, oír y
palpar, pero sí era necesario que ellos
vieran, oyeran y palparan, para ser testigos competentes de la resurrección
de Jesús para poder convencer con su testimonio a muchos otros (1 Jn.
1:1-3).
No alabamos la
actitud de Tomás, pues le convenía creer en la resurrección de Jesús al oír el
testimonio de los que lo habían visto, pero el hecho de que Tomás exigiera tanta
evidencia ayudó para confirmar la resurrección.
Jesús quiere que todos examinen con cuidado la
evidencia que confirma la verdad (1 Tes. 5:21; Hech. 17:11) y cuánto más debemos
examinar con cuidado la enseñanza de todo maestro (1 Jn. 4:1; Apoc.
2:2).
20:28
Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! -- Aquí
tenemos otra confesión de la Deidad de Cristo. Se puede decir que él representa a muchas personas
que dudan, y puesto que él se convenció, los otros que dudan deben estar
convencidos por el testimonio de él.
20:29
Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no
vieron, y creyeron . -- Jesús no
alabó la fe de Tomás (compárense Mat. 8:10; 15:28). En pocos días principiaría una nueva
etapa en la cual los discípulos de Jesús no andarían por vista sino por fe (2
Cor. 5:7). Durante el ministerio personal de Jesús, "muchos creyeron en su
nombre, viendo las señales que hacía" (2:23). Los discípulos de Cristo creyeron
en El porque vieron la prueba (la
evidencia) de su Deidad. "Bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros
oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos
desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oir lo que oís, y no lo oyeron"
(Mat. 13:16, 17). También durante el ministerio de los apóstoles las señales
eran necesarias para confirmar la palabra (Mar. 16:20; Hech. 14:3; Heb. 2:3, 4),
pero ahora los que llegan a ser creyentes lo hacen por medio de oír la Palabra
de Dios (Rom. 10:17; 1 Ped. 1:8, "a quien amáis sin haberle visto"; Heb. 11:1,
27).
20:30 Hizo
además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no
están escritas en este libro. -- Por
lo tanto, las señales registradas por Juan son ejemplos de las muchas que Jesús
hizo.
20:31 Pero
éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y
para que creyendo, tengáis vida en su nombre. -- Este versículo bien expresa el propósito de este
libro. No es una biografía, sino una selección de las señales, obras y
enseñanzas de Jesús que son adecuadas para producir la fe que
salva.
* * * * * * * * * *
Juan 21
21:1
Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de
Tiberias (Galilea, Mar. 14:28;
16:7); y se manifestó de esta manera: --
Los enemigos de Cristo dicen que los apóstoles y las mujeres tenían visiones
o alucinaciones de la supuesta resurrección de Cristo, pero la palabra manifestarse no quiere decir visión (ni mucho menos alucinación).
Antes de morir
Jesús dijo a sus discípulos, "Pero después que haya resucitado, iré delante de
vosotros a Galilea" (Mat. 26:32). Repitió esta promesa después de resucitar
(Mat. 28:10, dijo a las mujeres, "id, dad las nuevas a mis hermanos, para que
vayan a Galilea, y allí me verán"). Ya no vivía con ellos como antes, sino que
se manifestaba a ellos en distintos lugares durante cuarenta
días.
21:2
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo (compárese 20:24, "Pero Tomás, uno de los doce,
llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino", pero esta vez estaba con
ellos), Natanael el de Caná de Galilea, los hijos
de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos. -- Los apóstoles han ido a
Galilea como el Señor les ordenó (Mat. 28:7, 10).
21:3 Simón
Pedro les dijo: Voy a pescar -- No
dice "Voy a volver al negocio de pescar, sino simplemente que voy a pescar"
(JBC).
-- Ellos le
dijeron: Vamos nosotros también contigo. -- Algunos suponen que los apóstoles pensaron volver a
su trabajo (negocio) de pescar por estar tan desanimados, pero en primer lugar,
volvieron a Galilea como Jesús les había dicho, y en segundo lugar, volvieron a
la pesca para comer (ganarse la vida), pues ya no tenían "la bolsa" de dinero
que contenía ofrendas para la obra de Cristo y sus apóstoles (p. ej., la ayuda
de muchas mujeres que "le servían de sus bienes", Luc.
8:3).
-- Fueron, y
entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada. --
Comúnmente pescaban de noche.
21:4
Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no
sabían que era Jesús. -- Compárese
20:14 notas; Mar. 16:12. Vieron el milagro antes de saber que era Jesús quien
hablaba con ellos. Reconocieron que se había hecho un milagro antes de reconocer
a Jesús.
21:5 Y les
dijo: Hijitos (1 Jn. 2:18), ¿tenéis algo de comer? (pregunta que
esperaba respuesta negativa, pues Jesús es omnisciente) Le respondieron: No. -- Así fue para
que estuvieran preparados mentalmente para apreciar otra pesca milagrosa.
¡Cuántas veces el Señor nos deja con el barco vacío para poder llenarlo de
acuerdo con su voluntad!
21:6 El
les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis (otro ejemplo de su omnisciencia). Entonces la echaron, y ya no la podían
sacar, por la gran cantidad de peces. -- Se repite el milagro de Luc. 5:6,
7, pero en este primer milagro "su red se rompía" y aquí
no.
21:7
Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! --
Pedro se ve frecuentemente como el
líder de los apóstoles, pero aquí se ve que él tenía que ser instruido por Juan
(Reuss, citado por FLG). Compárese también 20:7, 8, Juan "vio, y creyó". Juan
"dijo a Pedro"; repetidas veces se observa que estos dos apóstoles eran íntimos
amigos: 1:41; 13:34; 18:15; 20:2; Hech. 3:1, 4, 5; 8:14.
Es muy probable
que esta pesca milagrosa les haya recordado de la otra al principio de su
ministerio (Luc. 5:6).
-- Simón Pedro,
cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de
ella; gumnós, desnudo, véase LBLA, margen,
"Lit., estaba desnudo"), -- Pero la
palabra gumnós (desnudo) no quería
decir "sin ropa alguna", sino que llevaba sólo el chitón, túnica (19:23), la ropa
interior. Debe aclararse, sin embargo, que el chitón que la gente de aquel tiempo
llevaba, cubría el cuerpo mejor que muchas "prendas" modernas (shorts,
minifaldas, ropa transparente, etc.); por consiguiente, muchísimas personas que
llevan "prendas" modernas andan desnudas, según la definición bíblica de
la palabra.
-- y se echó al
mar. -- Cuando ocurrió el primer
milagro de la pesca milagrosa (Luc. 5:4-11), "Viendo esto Simón Pedro, cayó de
rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.
Porque por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él, y de
todos los que estaban con él" (Luc. 5:8, 9).
21:8 - 10
Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues
no distaban de tierra sino como doscientos codos (unos cien metros, LBLA). Al
descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan. Jesús les dijo: Traed de los peces que
acabáis de pescar. -- Aunque el
modernista William Barclay está equivocado al decir que la pesca maravillosa de
este texto no fue un milagro, él da una buena razón por la cual se relata: "Los
Evangelios se preocupan de manera especial en afirmar que el Cristo resucitado
no era una visión, ni una alucinación, ni siquiera un espíritu sino una persona
real. Insisten que el sepulcro estaba vacío. Afirman que el Cristo resucitado
tenía un cuerpo real con las señales de los clavos y de la lanza que le atravesó
el costado ... No es probable que una
visión o un espíritu señale un cardumen de peces a un grupo de pescadores.
Tampoco encendería un fuego en la orilla de un lago. Ni es probable que una
visión o un espíritu prepare una comida y la comparta con otros. Sin
embargo, tal como se representa este relato, eso fue lo que hizo el Cristo
resucitado ... No se trataba de una visión, ni del producto de la imaginación
excitada de algunos discípulos; no se trataba de la aparición de un fantasma o
espíritu: era Jesús que había vencido a la muerte y que ahora
regresaba".
21:11
Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces,
(en estos detalles se ve el vigor
físico de los apóstoles) ciento
cincuenta y tres (Juan, como testigo ocular, sabía el número exacto de peces
en la red, y lo registra para enfatizar el aspecto milagroso del evento.
Compárese 6:10, "cinco mil varones". A diferencia de "no pescaron nada" (21:3),
ahora pescaron ciento cincuenta y tres grandes peces (AB). ¡Esto les era muy
impresionante!) y aun siendo tantos, la
red no se rompió (compárese Luc. 5:6, la otra pesca milagrosa, "y su red se
rompía". Hay otras diferencias entre los dos milagros: Cristo en la tierra -
Cristo en una barca; una barca - dos barcas; sacó la red a tierra - llenaban
ambas barcas; ciento cincuenta y tres peces - peces no contados. Es muy obvio,
pues, que Lucas y Juan no hablan del mismo milagro).
21:12, 13
Les dijo Jesús: Venid, comed (Hech.
10:41). Y ninguno de los discípulos se
atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor. -- No
dijeron como Pedro dijo en la otra ocasión semejante, "Apártate de mí, Señor,
porque soy hombre pecador" (Luc. 5:8), pero sí quedaron muy impresionados por su
omnipotencia y omnisciencia.
-- Vino, pues,
Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado. -- "Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal
de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos" (Luc. 24:41, 42). En su
discurso en la casa de Cornelio Pedro enfatizó que Cristo se manifestó "no a
todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a
nosotros que comimos y bebimos con él
después que resucitó de los muertos" (Hech. 10:41).
21:14 Esta
era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos (20:19, 26),
después de haber resucitado de los muertos. -- Los cuatro Evangelios
registran doce apariciones específicas. Apareció:
(1) a María
Magdalena (20:11-18; Mar. 16:9-11);
(2) a las otras
mujeres (Mat. 28:9, 10);
(3) a Cleofas y
su compañero (Luc. 24:13-25);
(4) a Simón Pedro
(Luc. 24:34; 1 Cor. 15:5);
(5) a los
apóstoles (Tomás estuvo ausente), 20:19-23; Luc. 24:33,
36-49;
(6) a los
apóstoles, incluyendo a Tomás (20:24-29);
(7) a los siete
"junto al mar de Tiberias" (21:1-23);
(8) a los once
apóstoles en Galilea en "el monte donde Jesús les había ordenado" (Mat.
28:16-20);
(9) "a más de
quinientos hermanos a la vez" (1 Cor. 15:6);
(10) a Jacobo (1
Cor. 15:7);
(11) a los once
"en el monte que se llama del Olivar" (Luc. 24:50, 51; Hech.
1:6-11);
(12) "y al último
de todos, como a uno nacido fuera de tiempo" (LBLA) apareció a Pablo (1 Cor.
15:8).
(Y posiblemente a
otros en otras ocasiones, Hech. 1:3).
21:15
Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás
(su nombre propio, Mat. 16:16, 17;
"Pedro" era su apodo, 1:42), ¿me amas
(agapao) más que éstos? -- Más que estos discípulos; le hace esta pregunta porque
Pedro había dicho, "Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me
escandalizaré" (Mat. 26:33). (Algunos suponen que éstos se refiere al barco, la red, etc.
del trabajo de pescador, pero no hay nada que indique que Pedro hubiera dado
preferencia a su trabajo secular, pues volvieron a pescar porque tenían que
comer).
En los versículos
15-17 Jesús y Pedro emplean dos verbos distintos (agapao, fileo) que se traducen amar. La Versión Valera no distingue
entre los dos verbos griegos, pero otras versiones (p. ej., LBLA, VM, VLA) sí lo
hacen. Según el Sr. W. E. Vine, el verbo amas (agapao) usado por Cristo "sólo puede
ser conocido en base de las acciones que provoca". El se refiere a este amor
como "amor cristiano". Dice, "El amor cristiano, sea que se ejercite hacia los
hermanos, o hacia hombres en general, no es un impulso que provenga de los
sentimientos, no siempre concuerda con la general inclinación de los
sentimientos, ni se derrama sólo sobre aquellos con los que se descubre una
cierta afinidad. El amor busca el bien de todos, Ro 15:2, y no busca el mal de
nadie, 13:8-10; el amor busca la oportunidad de hacer el bien a Error!
Reference source not found.. Gá 6:10 ... el amor que valora y estima
... un amor desprendido, dispuesto a servir". "Siempre que se da un mandato o
precepto ... el verbo es siempre agapao
(no fileo, wp) ... Se me puede
ordenar que busque (lo que considero)
el bien de alguien (agapao, wp), y que lo haga por un
motivo elevado e idealista ... No se me puede ordenar que sienta afecto (fileo, wp) por una persona. La dedicación y la emoción no son lo mismo ... agapao en este episodio indica amor profundo,
total, inteligente y voluntario, amor en el que toda la personalidad (no sólo
las emociones, sino también la mente y la voluntad) desempeña un papel
destacado"
(GH).
-- Le respondió:
Sí, Señor; tú sabes que te amo (quiero, LBLA, VM, VLA, fileo o phileo)
(no dice que le ama "más que
éstos"). -- Pedro emplea el verbo fileo que "denota más bien un afecto
entrañable" (WEV); "afecto natural espontáneo, en el cual las emociones juegan
un papel más destacado que el intelecto o la voluntad" (GH). "El verbo agapan es el amor de inteligencia,
razón y comprensión, con su correspondiente propósito; en esto su contenido
grandemente supera al otro tipo de amor ... Nunca se podría decir que Dios philei al mundo pecador; en cuanto a lo
que toca el philein solamente
pudiera haber abominado al mundo sucio. Jesús nunca enseñó que amáramos al
enemigo en el sentido de philein; El
mismo no amó al mundo en este sentido. Pero agapan, sí, con este amor Dios sí amó
al mundo, y nosotros podemos amar a los enemigos, comprendiendo todo el mal de
ellos y extendiéndonos con el poderoso propósito de remover ese mal"
(RCHL).
-- El le dijo:
Apacienta mis corderos (a sus
discípulos más jóvenes e inmaturos). --
Lo que Pedro hiciera por los discípulos de Cristo lo haría por Cristo mismo
(Mat. 25:31-46; Hech. 9:1-6)
(PTB).
Compárese Luc.
22:32, "y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos". En esta ocasión el Señor
facilitó a Pedro una oportunidad para confirmar su amor por El, y también confirmó a Pedro en la obra, pues tres
veces Jesús le encargó la obra de apacentar o pastorear su corderos y ovejas. A
pesar de la negación de Pedro el Señor lo tomaba muy en cuenta: el ángel dijo a
las mujeres, "id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros
a Galilea" (Mar. 16:7); los dos que habían conversado con Cristo en el camino a
Emaús dijeron a los once que "Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón" (Luc. 24:34); "apareció a Cefas" (1 Cor.
15:5).
Este texto indica
que Jesús tenía mucha confianza en Pedro y éste, al apacentar las ovejas de
Cristo, había de probar su amor por el Buen Pastor (10:1-18). Aprendió este trabajo muy bien (1 Ped.
5:1-4). Había de apacentar (pastorear) las ovejas de Jesús, pero estos términos
no indican que él sería el "Papa" de la iglesia, pues tanto él, como Pablo,
emplean los mismos términos para hablar de la obra de los ancianos de la iglesia
(Hech. 20:28; 1 Ped. 5:1-4) (RH).
21:16, 17
Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas (agapas)? Pedro
le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo (quiero, fileo, LBLA, VM, VLA). Le
dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me
amas (fileo, el verbo usado por
Pedro)? Pedro se entristeció de que le
dijese la tercera vez: ¿Me amas (fileo)? -- Jesús lastimó a Pedro para
sanarle. Habiendo negado a Cristo tres veces, ahora debe confirmar su amor tres veces. Se ve
muy cambiado, muy humillado delante su Señor. Ya no volvería a jactarse de serle
más fiel que los demás (Mat. 26:33).
Algunos suponen
que los dos verbos (agapao, fileo)
se deben traducir de la misma manera (amar), como lo hace la Versión Valera,
pero en este caso la conversación entre Cristo y Pedro "se reduce a una simple
repetición. No hay, pues, progreso entre las preguntas dos y tres. Jesús vuelve
a preguntar lo que Pedro acababa de contestar ... El hecho mismo de que Pedro en
su respuesta escoja una palabra diferente que la que utiliza Jesús en la
pregunta, y que lo haga no una vez sino
dos seguidas, apunta en la dirección de una diferencia en significado ...
entre las dos palabras" (GH).
-- y le respondió: Señor, tú lo sabes todo
(Pedro había refutado la omnisciencia de Jesús, Mar. 14:30, 31, pero ahora
la reconoce, 1:49; 2:24, 25; 4:19); tú
sabes que te amo (fileo). Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. -- Este
trabajo no era sólo para Pedro, sino para todos los apóstoles. Compárese Mat.
16:19 y 18:18; 28:19; Mar. 16:15, 16; Luc. 24:47.
21:18 De
cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a
donde querías (esto indica plena libertad de movimiento); mas cuando ya seas viejo, extenderás tus
manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. -- La tradición
dice que Pedro fue crucificado, pero la expresión "extenderás tus manos" no se
refiere a extender sus manos para ser crucificado, sino para que otro le atara
(p. ej., como se ve en Hech. 21:11) y le llevará "a donde no quieras". Pedro era
un hombre impulsivo y agresivo que siempre actuaba con toda libertad; el perder
ese libertad era un duro castigo para él.
21:19 Esto
dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. --
La muerte de Pedro sería violenta. "A donde yo voy, no me puedes seguir
ahora; mas me seguirás después" (13:36). Compárese Hech. 9:16, acerca de Pablo
Jesús dijo, "Yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre".
"Eusebio, Libro 3, Capítulo 1, reporta: Error!
Reference source not found." (RCHL). Como Cristo glorificó al Padre
en su muerte (17:1), Pedro seguiría su ejemplo. Compárese Fil. 1:20; 1 Ped.
4:16. En su segunda carta (2 Ped. 1:14) dice, "sabiendo que en breve debo
abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha
declarado".
-- Y dicho esto,
añadió: Sígueme. -- Cuando Jesús
llamó a Pedro y sus compañeros para ser apóstoles, les dijo, "Venid en pos de
mí, y os haré pescadores de hombres" (Mat. 4:19). Ahora después de su
resurrección vuelve a decirle, "Sígueme". Pedro lo hizo, no como el supuesto
"Papa" de la iglesia, sino como un fiel apóstol.
Este texto (21:15-17) indica claramente que Jesús
había perdonado a Pedro por haberle negado. Esto se confirma en la obra futura
de Pedro comenzando el día de Pentecostés.
"Debemos notar lo
que hizo el amor por Pedro. (a) Le dio una tarea. Error! Reference source not
found. dijo Jesús, Error!
Reference source not found.. Sólo podemos demostrar que amamos a
Jesús amando a otros. El amor es el mayor privilegio del mundo pero también
acarrea las mayores responsabilidades. (b) El amor dio una cruz a Pedro ... El
amor le proporcionó una tarea y una cruz. El amor siempre implica
responsabilidades y sacrificios. Y no amamos a Cristo de verdad a menos que
estemos dispuestos a enfrentar su tarea y a cargar su cruz"
(WB).
21:20, 21
Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo
que en la cena se había recostado al lado de él -- Este versículo confirma que "el discípulo a quien
amaba Jesús" era uno de los apóstoles, y seguramente si era "el discípulo a
quien amaba Jesús", era de los tres "escogidos", Pedro, Santiago y Juan, Mat.
17:1; 26:37; Luc. 8:51. Al hablar de los otros apóstoles Juan especifica el
nombre de ellos; por lo tanto, la única conclusión lógica es que esta
descripción se puede aplicar sólo a él mismo), y le había dicho: Señor, ¿quién es el que
te ha de entregar? Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste?
-- Pedro pregunta acerca del futuro de Juan porque eran íntimos amigos
(1:41; 13:24; 18:15; 20:2; 21:7; Hech. 3:1; 8:14) y se preocupaba por él. Estaban unidos
en la vida; ¿estarían unidos en la muerte?
21:22
Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.
-- Pedro no debería distraerse ni
por un momento pensando en lo que tal vez pasara con su amigo Juan. Debería
concentrarse en seguir a Cristo, espiritual y físicamente. Como se ve en Hechos de los Apóstoles
Pedro fielmente siguió a Cristo, a pesar de amenazas, azotes, prisiones y muchas
otras pruebas.
21:23 Este
dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría
(es decir, que Cristo vendría antes
de la muerte de Juan; compárese 2 Tes. 2:1-4). Pero Jesús no le dijo que no moriría,
sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? -- ¿Quién más
que Juan hubiera querido aclarar lo que Jesús había dicho y, de esa manera,
acabar con un rumor falso? (FLG). Esto bien ilustra lo muy deficiente (y lo
peligroso) de la tradición oral y
recalca la importancia de la palabra escrita.
21:24 Este
es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; --
Juan se refiere a sí mismo (21:20).
Dice "pienso" en el siguiente versículo.
No es razonable que Juan hablara repetidas veces de otro apóstol (aparte de
sí mismo) sin dar su nombre, pues a través del libro él habla de ellos por
nombre. Sin duda alguna Juan se refiere a sí mismo.
-- y sabemos que
su testimonio es verdadero. Porque
era un hombre honrado, con carácter intachable, que amaba la verdad y era amado
por Jesús. Algunos suponen que la palabra sabemos indica que otros (¿los ancianos
de Efeso?) agregaron estas palabras finales, pero Juan simplemente se identifica
a sí mismo entre los que creen este testimonio inspirado. ¿Cómo no creería su
propio testimonio?
21:25 Y
hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, (pues era muy activo durante todo el ministerio,
Hech. 10:38) las cuales si se
escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se
habrían de escribir. Amén. -- Juan emplea esta figura de retórica llamada
hipérbole (exageración) para enfatizar. Compárense Gén. 11:4; 15:5; Núm. 13:33;
Dan. 4:20.
¿Cómo podían Juan y Pedro, hombres "sin letras y del
vulgo" (Hech. 4:13) escribir tales libros? En primer lugar, "les reconocían que
habían estado con Jesús", y en segundo lugar, fueron guiados por el Espíritu
Santo (14:26; 16:13).
Lo importante es
que este libro de Juan (como también los de los otros tres escritores) eran y
son muy adecuados para producir fe en Cristo para obtener la salvación (20:30,
31).
"Pero a pesar de
que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él" (12:37). ¿Por
qué?
1. Porque la fe
de muchos es superficial, 2:23.
2. Porque muchos
no quieren lo espiritual, sino sólo lo material (6:27, 60,
66).
3. Porque muchos
temen a los hombres, 7:13; 9:21, 22; 12:42 (gobernantes); el ejemplo
sobresaliente de la cobardía fue Pilato, 18:38; 19:1-4, 6.
4. Porque muchos
no aman a Dios (5:42), sino las tinieblas (3:19, 20), la gloria de los hombres
(5:44; 12:42, 43), a sí mismos y cosas materiales.
5. Porque muchos
tienen corazones endurecidos, (12:37-40;Luc. 8:11-15). Adviértase cómo los
judíos trataron al hombre que nació ciego; estaban resueltos a no aceptar la
verdad obvia (cap. 9); los soldados jugaron al pie de la cruz durante la suprema
agonía de Jesús.
6. Por causa del
orgullo intelectual (7:48).
7. Por causa de
la indiferencia. (Estos siete puntos por HH).
* * * * * * * * * *